Cazarabet conversa con...   Antón Castro y Josema Carrasco, autores de “El paseo en bicicleta” (Olifante)

 

 

 

 

 

 

 

 

Un libro multidisciplinar, heterogéneo, variado, variopinto y visto desde diferentes miradas y perspectivas, aunque en realidad parece que sea siempre la misma, con la pluma tanto del escritor, Antón Castro como el ilustrador, Josema Carrasco

Olifante Ediciones de Poesía publica la adaptación al cómic de El paseo en bicicleta, el poemario homónimo de Antón Castro editado originalmente en 2011, con ilustraciones de Josema Carrasco. Incluye prólogo de Miguel Mena.

Este es un libro de poesía que es interpretado bajo la sinfonía del cómic, llevado a cabo con una conjunción versus confianza desde Antón Castro que hace, además, un ejercicio de plena generosidad creativa con el talento, la comprensión lectora y el saber hacer de un ilustrador que nos llega como un regalo delicado, como sin hacer ruido como las propias bicicletas

Rezuma, el libro, un poco de todo.

Nos acercamos al libro, gracias al prólogo de Miguel Mena, un amante de la bicicleta en cortos, medios y largos desplazamientos.

La bicicleta todavía ocupa un capítulo muy breve en la historia de la humanidad. Apenas lleva un siglo y medio con nosotros. Algunos pensarán que es poco tiempo para hacerse un hueco en la literatura. Sin embargo, el tren, el coche y el avión tienen pocas décadas de diferencia con la bici y su presencia es sobresaliente en los libros de los últimos cien años. Por no hablar del cine, donde cada uno de esos medios de transporte se puede decir que cuenta con un género específico. Por cierto: también en el cine la presencia de la bici es anecdótica. Aparece en muchas películas, pero es raro que protagonice alguna. Algún especialista tendrá que analizar el porqué de esa clamorosa ausencia de un vehículo cuya presencia social es apabullante, pues son pocos los hogares donde no hay al menos una bici. Aquí sólo se quiere reseñar que este libro redime a la bicicleta de tanto olvido literario, y lo hace con una belleza y una emoción que pedalean juntas desde la primera a la última página.

Antón Castro nació pocos días después de que Bahamontes ganara el Tour de Francia y pertenece a una generación que veía a sus padres volver del trabajo en bicicleta. La misma generación que solía tener en la bici el gran mito a conquistar como regalo de reyes. Algo de todo eso hay en este libro: el esfuerzo, la competición, la familia, la infancia, los sueños. Pero hay mucho más: hay sensualidad y melancolía, hay amor y paisaje, hay vidas singulares y muertes tan comunes como lo es cualquier muerte en sus múltiples variantes. Hay hombres cuyos apellidos siempre asociamos con una bicicleta: Contador, Merckx, Ocaña, Fignon, Delgado, y otros que se llaman Horacio Quiroga, Jacques Tati, ramón Acín o Pierre Curie que asociábamos con la ciencia o el arte hasta leer este libro, por el que quedarán para siempre unidos a un sillín y un manillar. Hay mujeres enigmáticas, mujeres deseadas y mujeres lujuriosas, pero sobre todo hay una mujer, a la que está dedicado el libro, que entraría en el capítulo de mujeres luminosas. La mujer real y perenne que hace decir al autor: «Hay mujeres que beben toda la luz del mundo / y la concentran en la mirada como un cielo limpio».
También están aquí algunos de los textos más hermosos que le hayan dedicado nunca a la ciudad de Zaragoza. Y todo con la naturalidad, la frescura y la saludable intensidad de un agradable paseo en bicicleta.
Miguel Mena

NOTAS BIOBIBLIOGRÁFICAS

Antón Castro (Santa Mariña de Lañas, Arteixo, A Coruña, 1959) es escritor y periodista. Durante siete años dirigió los Encuentros Literarios de Albarracín y ha sido el comisario de la exposición del 75 aniversario del real Zaragoza: Los años magníficos. Para Olifante ha traducido a Xosé María Álvarez Cáccamo y José Agostinho Baptista. Es autor de más de más de 40 de libros, entre ellos los libros de narrativa El álbum del solitario (Destino, 1999), Golpes de mar (Destino, 2006; Ediciones del Viento, 2017), Fotografías veladas (Xordica, 2008), El testamento de amor de Patricio Julve (Destino, 1995, 2000; Xordica, 2010). Es autor de varios poemarios: Vivir del aire (Olifante, 2010), El paseo en bicicleta. (Olifante, 2011), que da lugar a este cómic, El musgo del bosque (PUZ, 2016) o El cazador de ángeles (Olifante, 2021). Su novela Cariñena (Pregunta, 2018) ha sido llevada al cine por Javier Calvo. Coordina el suplemento ‘Artes & Letras’ de Heraldo de Aragón desde 2002, y ha dirigido el programa cultural Borradores (2006-2012) en Aragón Televisión y ha conducido 29 programas en las cuatro temporadas de Sin cobertura, de Javier Calvo. En 2013 recibió el Premio Nacional de Periodismo Cultural; el 2021, el Labordeta de Comunicación y en 2022 el Premio Pilar Narvión.

 Josema Carrasco (Zaragoza, 1969) es ilustrador y diseñador gráfico, trabaja para agencias de publicidad y como freelance. Ha dibujado el primer volumen de Fantasmagoría, y también la serie de cómics Ciclocirco. Premio al autor revelación por votación popular en el 29 Salón del Cómic de Barcelona 2010 y nominado como mejor dibujo y mejor cómic en el Salón del Cómic de Zaragoza de 2011. En 2106 publicó Mapa de besos un liricómic con poemas y canciones de Ángel Petisme. Trinidad Ruíz Marcellán edita en Olifante, Espectral. Cómic (Olifante 2018) un cómic con poemas de Ángel Guinda y Lili y la corza (Olifante 2020) un cómic que rememora el 150 aniversario de la muerte de Gustavo Adolfo Bécquer. Algunos de sus trabajos se venden como imágenes de stock en varias agencias internacionales de ilustradores. También participa en numerosas exposiciones, fanzines y proyectos colectivos y además imparte cursos, talleres y charlas de cómic junto a Marta Martínez. Como poeta ha publicado La felicidad, cariño, es para malgastarla (Olifante 2019).

 

 

 

Cazarabet conversa con Antón Castro:

-Antón, ¿cómo es ver tus poemas en “modo cómic”? ¿Qué te ha supuesto vivirlos en otra dimensión diferente y diferencial?

-La experiencia más intensa ha sido, sin duda, la del dibujante, poeta y diseñador Josema Carrasco. Él había hecho varios cómics de bicicletas y tenía experiencia en la poesía con libros de Ángel Petisme y Ángel Guinda. Un día, casi por azar, le dije que ‘El paseo en bicicleta’ (Olifante, 2011) era un libro lleno de historias, de amor, de viaje, de indagación en la memoria y en la historia de la bicicleta, en la vida misma y en el ciclismo, y aquella sugerencia prendió en él.

-¿Qué te ha supuesto vivirlos en otra dimensión diferente y diferencial?

-Es una experiencia muy bella y muy estimulante. Josema Carrasco le dio varias vueltas, empezó y recomenzó, me mandaba sus logros y sus dudas, cada tres o cuatro o cinco días, y de pronto empecé a ver que todo le fluía, y que cada vez era más osado, más libre, que se divertía más. Yo fui de los primeros lectores: me mandaba, poema a poema, su trabajo, y fue una experiencia muy estimulante. Además, decidió que yo fuera el protagonista de los textos. O al menos de muchos textos, aunque de partida no lo fuese.

-¿Y cómo fue el periplo de conversión del poemario a libro de cómic…?

-El periplo no fue fácil, como digo. Josema le dio vueltas y vueltas. Yo le había dicho que solo quería que se divirtiese, que fuese feliz, que no importaba que los textos no estuviesen completos. Pues no me hizo caso: están los textos completos, los poemas en verso y prosa, y logró crear su propia historia. Te diviertes, ves, pedaleas y, como suele suceder con los libros, viajas en la máquina del tiempo. Y aquí, también, la propia bicicleta es una máquina del tiempo, de la memoria, de la contemplación de la belleza y es un instrumento en el que te mides.

-Debe de haber mucha confianza tanto con el dibujante Josema Carrasco como con la editorial, Olifante, ¿no?, ¿qué nos puedes decir?

-La hay, la hubo. Ahora tenemos otros proyectos juntos. Me gusta su forma de trabajar, su capacidad de sugerencia, su claridad. Y aquí, como digo, ha ido mucho más allá: ha incorporado el texto, se ha imaginado paisajes, casas, época, ha sido incluso muy fiel a las construcciones de Ranillas, pero lo más curioso es que ha hecho el libro como ha querido: con un sinfín de imágenes y de iconos y de guiños que el lector, en general, reconocerá. Y de no hacerlo, no importa: están ahí como una aventura visual de la imaginación del artista. Yo diría que Josema Carrasco se ha divertido mucho, y que ha trabajado en abundancia, con generosidad e inspiración.

-Háblanos, por favor, ¿cómo fue el viaje de colaboración con Josema Carrasco?

-No me puedo ni exagerar ni mentir. Hablamos poco, por mi culpa quizá, y sobre todo porque mi confianza en él era y es absoluta. Por norma, con toda la gente que he trabajado (Javier Hernández, Alberto Aragón, Juan Tudela, Natalio Bayo, Andrés Ferrer o Rafael Navarro), le he dejado hacer y muchas veces he inventado historia a partir de los dibujos y las fotos. Aquí fue al revés. Eso sí, sin presumir de nada, Josema me dice siempre que mis gestos le sugieren muchas cosas: imágenes, películas, estados de ánimo. Él ha convertido cada poema en una película gráfica. Y en algunos su inventiva ha sido casi delirante como cuando propone un juego de desnudez en el Museo Pablo Gargallo y algunas secuencias eróticas en plena naturaleza.

-De Olifante, una de las editoriales de referencia de poesía de este país poco hay que descubrir, pero seguro que nos podrás aportar algo…

-Trinidad Ruiz Marcellán es una gran amiga de 1987 y una maravillosa editora para mí desde 1990, cuando publiqué el epistolario de Julio Antonio Gómez. Luego he colaborado en muchos libros, incluso dirigí la editorial durante cinco años cuando vivía en La Iglesuela del Cid. Y luego, desde 2010, he publicado mis poemarios: ‘Vivir del aire’, ‘El paseo en bicicleta’, ‘Seducción’, ‘Vino del mar’ y ‘El cazador de ángeles’; en julio saldrá ‘En el centro del jardín’. Es mi refugio, mi casa, el lugar donde mi poesía encuentra un feliz acomodo y donde disfruto con todo lo que imagina Trinidad en cuanto a portada, textura, tipografía, composición, aroma de papel. Este es un libro distinto, pero muy bello, para conservar. El trabajo de Josema Carrasco es todo un alarde y un ejercicio de entrega, de talento, de ideas, de búsqueda y de generosidad.

-El utilizar el determinante “el” en lugar del determinante “un”; ¿qué significa; por qué lo has hecho?

-Al principio no entendía la pregunta. No es, claro que no, ‘Un paseo en bicicleta’ es ‘El paseo en bicicleta’ por una razón: salía todos los días a convivir con la naturaleza, a imaginar, a capturar la esencia de los poemas. Era mi ritual, mi decisión, mi elección, y los poemas (algunos poemas cuentos o poemas en prosa con alma de cuento) nacía tras la experiencia y la interiorización de imágenes, sensaciones. Salía a disfrutar, salía a buscar y encontraba. Y todo eso, Josema Carrasco lo ha intuido. Yo he disfrutado mucho de la Exposición Internacional de 2008, de Zaragoza, de los lugares próximos a mi casa, y Josema la capta, lo recrea y lo cuenta en blanco y negro.

 

 

 

Cazarabet conversa con Josema Carrasco:

-Josema, ¿cómo ha sido el hecho de versionar al cómic el poemario de Antón Castro?

-Creo que el cómic y la poesía son formatos complementarios, funcionan entre sí creando multitud de lecturas e interpretaciones basadas en elipsis y metáforas visuales. Los textos de Antón, además, son muy narrativos por lo que permiten adaptarlos a viñetas con bastante facilidad.

-No es la primera vez que te ponías a “dibujar poemas”, ¿verdad?; ¿qué te supone esto como artista?

-Me gusta experimentar y fusionar lenguajes, aunque esto no es nada nuevo, recordad que los primeros cómics están en las pinturas rupestres. También disfruto jugando con el lector, escondiendo objetos, símbolos o referencias en cada página para que haya nuevas sorpresas en cada relectura.

-¿Cómo fue en el caso de “El paseo en bicicleta”?

-Antón escribe de maravilla, lo más difícil fue encontrar el estilo gráfico, con los poemas pasa lo mismo, hay que encontrar el tono en el que te diriges al lector. Tras numerosas pruebas me decidí por un estilo muy limpio y claro en blanco y negro en el que el dibujo y el texto estuvieran integrados en una sola forma creando una unidad conjunta, como los textos de Antón que son limpios y claros.

-Debe de gustarte mucho la poesía, ¿no?; pero también la integración holística que todas las artes ofrecen las unas con las otras, ¿verdad? y esto te ha supuesto, por ejemplo, al leer El paseo en bicicleta, poemario de Antón Castro ponerte a imaginarlo y a dibujarlo…

-La poesía es necesaria y útil, me encanta, incluso he publicado un libro de poemas “La felicidad, cariño, es para malgastarla” con Olifante. 

Ahora que la literatura y la poesía tienen que competir con las pantallas y con el consumo rápido del arte es necesario crear o experimentar con todas ellas combinándolas, la poesía y el cómic necesitan la participación activa de lector porque es él el que crea la lectura y une en su imaginación el espacio entre versos o entre viñetas. 

El paseo en bicicleta había que contarlo desde la perspectiva de Antón, tenía que ser un paseo desde su punto de vista por eso él es el protagonista del cómic. Vamos pedaleando junto a él y observamos y descubrimos todo lo que nos cuenta de un modo subjetivo. 

-¿Cómo fue colaborar con Antón Castro….porque  me imagino que colaborasteis el uno con el otro?

-Antón al que admiro y quiero me dio total libertad, no hemos hablado mucho pero si nos hemos enviado muchos correos y dibujos. Lo fundamental era conseguir adentrarse en el universo mágico de Antón, en sus referencias y en sus vivencias por eso le pedí que me enviase una pequeña biografía para convertir al escritor en personaje y ese es el elemento que hace que este trabajo funcione, cuando el narrador se reconoce en el dibujo y tiene actitud, poses y gestos del personaje real. Además, Antón y yo compartimos un amor secreto por las sirenas, los unicornios y la ciudad de Zaragoza que hemos trasladado a estas páginas.

-Y con Olifante, cómo ha sido, porque cuando tienes el libro en tus manos se nota la interacción perfecta entre el poeta, el dibujante y la editorial… ¿qué nos puedes comentar?

-Trinidad, la editora, es maravillosa, innovadora y creativa, lleva 40 años editando poesía y buscando nuevas propuestas. Es un placer sentir como ha cuidado cada detalle de esta edición, el formato, el papel, la tipografía, etc. Antón y yo le estamos muy agradecidos y reivindicamos la importancia de su labor como editora y persona cada vez que podemos

 

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