La
Librería de El Sueño Igualitario
- Sandra, ¿cómo era la juventud en los años treinta, sobre todo, nos
referimos a la juventud española?
- En general, se considera que en todo el periodo comprendido entre la
Primera y la Segunda Guerra Mundial y, especialmente, en los años treinta, la
juventud europea, incluida la española, estuvo más politizada que en otros
periodos anteriores y posteriores de la historia –estoy pensando, por ejemplo,
en los años cincuenta del siglo XX.
Y fue en el periodo de entreguerras y, especialmente, en los años treinta
cuando las organizaciones juveniles adquirieron por primera vez un importante
desarrollo e independencia con respecto a los adultos, hasta el punto de que
los jóvenes se pueden considerar la base de movimientos sociales nuevos como el
fascismo y el comunismo. En España, el fascismo español, representado por
Falange Española, estuvo principalmente conformado por jóvenes y se ha
destacado el papel de los jóvenes en la anarcosindicalista Confederación
Nacional del Trabajo (CNT), por ejemplo.
- En aquellos días, ¿cómo eran
las juventudes obreras?
- Una pregunta muy general y compleja y que, como la anterior, tiene
muchas perspectivas de análisis. Dado que en la anterior me he centrado en los
temas político-organizativos, voy a intentar comentar otros aspectos en ésta.
Con menos acceso a la educación y menos derechos sociales y políticos que en la
actualidad, la juventud se vio más
afectada por la crisis económica y el paro mientras que sus posibilidades de
acceso a diferentes formas de ocio eran menores. También hay que decir que
había importantes diferencias entre el mundo urbano y el rural y entre los
hombres y las mujeres jóvenes. Mientras que en las grandes ciudades podían ya
tener acceso al cine o a instalaciones deportivas, y, en cierta medida, las jóvenes tenían más libertad, en el
mundo rural, aparte de que las jornadas de trabajo eran mayores, había menos
posibilidades de ocio y una mentalidad aún más tradicional en cuanto a las
relaciones y roles de género.
En este contexto, en toda Europa, no solo en España, las actividades que
desarrollaban las organizaciones juveniles obreras, como excursiones, fiestas o
“escuelas de verano”, se convirtieron en muchos casos en lo más parecido a unas
vacaciones que tenían los jóvenes obreros y la convivencia conjunta de hombres
y mujeres en dichas “escuelas” en una novedad que, en algunos casos, también
enfrentó a las organizaciones juveniles obreras con sus respectivas
organizaciones de adultos.
- Nos puedes explicar cómo “se
tomó” la juventud española la II República. ¿Lo definirías como un período de
renovada ilusión?
- Las reformas económicas, laborales y sociales- especialmente educativas-
favorecieron a los jóvenes, aunque hay que decir que la Constitución
republicana estableció el derecho de voto a partir de los 23 años, frente a los
21 que pedían los jóvenes, queriendo “acercarlo” a la edad en que estaba
establecido el servicio militar, mientras que, según la ley de asociaciones de
1932, los menores de 21 años no tenían derecho a ser miembros de las direcciones
de los sindicatos, a lo que se opuso, por ejemplo, la juventud socialista. Ya
durante la guerra civil, todas las organizaciones juveniles pidieron la
reducción de estos límites de edad, sin lograrlo, a pesar de que, aparte de los
muchos casos de milicianos voluntarios muy jóvenes, con la constitución del
Ejército Popular se restableció el servicio militar y los jóvenes eran llamados a filas a los veinte
años.
En general, la democratización de la política producida con la
proclamación de la república favoreció
la organización de los jóvenes y su movilización, aunque la idea de
“renovada ilusión”, en él ámbito de las
organizaciones juveniles depende de sus posiciones políticas y de la misma
evolución de la república: en las juventudes socialistas y republicanas se
puede hablar de desilusión a partir de las elecciones de noviembre de 1933 y
los sucesivos gobiernos de centro-derecha, mientras que para los jóvenes
comunistas y libertarios era imprescindible ir más allá de la república y
rápidamente, y, como es de imaginarse, la república en si
misma, democrática y laicista, no “ilusionaba” ni a los jóvenes monárquicos ni
a los católicos.
- ¿Podríamos definir y/o afirmar que la juventud siempre responde igual
a la crisis? ¿Cómo ves, aquí y ahora en el presente, a la juventud ante la
presente crisis que nos está exterminando socialmente....?
- Creo que a la primera pregunta te respondería que no. Ni siquiera las
respuestas de la juventud como grupo social a las crisis –al menos en la crisis
de la Europa de entreguerras, no solo en la de la República Española- son
homogéneas, sino que desde ella se plantearon diferentes propuestas para
superarla. La juventud como grupo de edad muestra las distintas diferencias
sociales, económicas, ideológicas y culturales presentes en todas las
sociedades por lo que dentro de ella surgen diferentes proyectos, incluso
enfrentados entre sí. Lo que sí es cierto es que en la época contemporánea los
movimientos juveniles parecen haber cobrado fuerza en los momentos de crisis,
económica, social y/o política, y que la
participación de la juventud en la conflictividad en este tipo de periodos ha
sido importante y hasta fundamental en algunos casos. Probablemente se
relaciona más que con un fenómeno “biológico” o “psicológico” con el hecho de
que los jóvenes suelen verse más afectados por las crisis y/o los cambios por
la etapa de su vida en la que están, en un sentido social y cultural: la crisis
económica de los años treinta, como la actual, afectó principalmente a los
jóvenes, porque los gobiernos europeos de entonces también recortaron los
presupuestos para la educación, muchas familias tuvieron que retirar a sus
hijos de los centros educativos por falta de medios y los jóvenes fueron los
más afectados por el desempleo, con
lo que vieron peligrar su futuro y buscaron soluciones nuevas a los problemas
en los que se hallaban inmersos.
- Háblanos un poco, acerca al
lector de El Sueño Igualitario cómo ha sido tu estudio en torno a las
Juventudes Socialistas Unificadas (JSU)
- El estudio en torno a la JSU, al igual que en torno a la Federación
Ibérica de Juventudes Libertarias (FIJL), se ha desarrollado a partir de
numerosa documentación no conocida anteriormente que muestra en ambos casos su
importante papel en la movilización de los jóvenes y, en el caso de la JSU,
también la lentitud y dificultades del proceso de unificación y consolidación de la organización, y las
limitaciones y problemas de aplicación de las diferentes políticas que
desarrolló durante la guerra. Permiten también analizar de forma más matizada la evolución de sus conflictos
internos –tanto en el ámbito nacional como internacional- hasta su expulsión de
la Internacional Juvenil Socialista (IJS) tras el fin de la guerra civil.
También hay que decir que su inclusión en la IJS desde abril de 1937, mientras
decía oficialmente mantener “sus simpatías” hacia la Internacional Juvenil
Comunista, le permitió tener una gran influencia internacional que solo fue superada por la que tuvo la organización
estudiantil, la Unión Federal de Estudiantes Hispanos.
Pero hay que decir que todas las organizaciones juveniles españolas, por
su participación en la lucha republicana, se convirtieron en referentes para
sus homólogas extranjeras, aunque en algunos casos, como el de las juventudes
libertarias, tuvieran pocas organizaciones similares
con las que relacionarse en el ámbito internacional.
- ¿Cómo analizas el
“comportamiento” de la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias (FIJL)?
- La FIJL se conformó como una verdadera organización juvenil de masas
durante la guerra, ya que, creada en 1932, su desarrollo antes del comienzo del
conflicto era menor que el de las juventudes socialistas o comunistas. Esto la
llevó a tener muchos enfrentamientos con las otras organizaciones
anarcosindicalistas, dado que por primera vez los jóvenes libertarios
reivindicaron su “independencia” frente a los “adultos”. Destaca que durante la
guerra asumió la reivindicación de la ampliación de los derechos sociales y
políticos de los jóvenes desde los 18 años, reivindicación que tenía su origen
en las juventudes socialistas y comunistas. Por otra parte, las mismas formas
organizativas de las que partían las juventudes libertarias también
dificultaron su desarrollo e influencia durante la guerra. Su dirección estatal
no podía tomar decisiones sin consultar a las organizaciones regionales y
provinciales mediante referendos, lo que, con las dificultades del conflicto
bélico, hizo que, en muchos casos, sus decisiones se produjeran con “retraso”:
por ejemplo, cuando finalmente acordaron aceptar cargos en las milicias después
de un debate interno de meses, ya se estaba yendo hacia la conformación del
Ejército Popular.
Y en lo que era una clara competencia por el control de la juventud que,
no hay que olvidar, era el grueso del ejército republicano, también se produjo
una imitación de las formas organizativas de la Juventud Socialista Unificada,
como muestran la actuación de las FIJL en el ejército o sus debates internos
sobre la creación de una organización juvenil femenina libertaria.
- La izquierda, sea más o menos
adulta….sea más o menos joven siempre ha viajado en el debate. ¿Cómo lo ves?
- Tanto en el ámbito político como en el científico el debate es
imprescindible para “avanzar”, y en gran medida este debate es inherente a la
naturaleza de la izquierda por sus propias formas organizativas internas, como
muestra el caso de las juventudes libertarias que he comentado antes. Pero este
debate hay que mantenerlo dentro de unas mínimas formas –pacíficas, educadas,…- que en algunos casos se perdieron
entre los jóvenes –y entre los menos jóvenes- durante la guerra civil, como
muestran, por ejemplo, los enfrentamientos producidos entre las organizaciones
juveniles en Aragón o en Cataluña que se analizan en el libro. Relacionando el
ámbito político con la historia, creo que el libro –debido a la abundante
documentación localizada y utilizada- no apoya ninguna de las visiones más
“militantes” mantenidas desde diferentes organizaciones actuales, herederas o
que se consideran herederas de las existentes durante la República y la guerra.
Pero, tanto frente a las historias
militantes como frente a la idea de que todo es relato y valen todas las
interpretaciones, hay que decir, parafraseando al historiador británico Eric Hobsbwam, que la historia “es un arte que no inventa”, sino
que analiza los datos encontrados: los historiadores tenemos que intentar
limitar nuestra subjetividad y “averiguar de donde
venimos”, nos gusten o no nos gusten los resultados. En último término, todos
los actores sociales pueden, y quizá
habría que decir que deben, aprender de sus errores.
- Estoy últimamente hablando
mucho de la mujer en estos períodos de preguerra, de guerra civil y de
posguerra. Durante la investigación y los estudios para llevar a cabo este
libro, “PASO A LA JUVENTUD”, con qué testimonios o cosas curiosas te has
encontrado?
- Me ha resultado destacable principalmente la importante movilización
de la mujer joven. Es también novedoso que la documentación existente muestra
que esta movilización se vinculó a las organizaciones juveniles y no a las
organizaciones femeninas “adultas” (la Agrupación de Mujeres Antifascistas o
Mujeres Libres), frente a lo que se había planteado hasta ahora. Testimonios y
datos significativos me han parecido también los que muestran que la idea de
“subordinación” de la mujer o de que su acción debía centrarse en “actividades
tradicionalmente femeninas” estaba presente también entre los jóvenes
-incluidas las mismas mujeres jóvenes- aunque estas actitudes eran más
generalizadas en ambientes rurales y/o con menor nivel educativo. Es
interesante también la utilización de imágenes de la mujer joven y a las mismas
jóvenes para movilizar a los jóvenes
en el frente, aunque hay que decir que esto también se llevó a cabo en los
países europeos participantes en las dos guerras mundiales durante ambos
conflictos bélicos.
- Siempre ha surgido la pregunta
de qué era prioritario: hacer la guerra o la revolución. ¿Qué conclusiones has
sacado como fruto de la realización de este trabajo?
- La política de guerra sin
revolución se suele identificar con los comunistas por la importancia que
adquirieron éstos durante la guerra civil, aunque era mantenida también por la
mayoría del Partido Socialista y por los partidos republicanos y sus
juventudes. Y aunque en el caso de los
comunistas dicha política estuvo lastrada
por la influencia del estalinismo, se basaba en un análisis realista de las
divisiones sociales existentes en la España que quedó en poder del gobierno
legítimo y de la actitud de las grandes potencias y lo que ambas suponían para
las posibilidades militares de la República. Hay que decir también que entre
los jóvenes sólo la Juventud Comunista Ibérica del Partido Obrero de
Unificación Marxista mantuvo estrictamente,
por decirlo de alguna forma, la idea de hacer la revolución durante la guerra,
mientras que en las juventudes libertarias hubo un gran debate interno –una
clara muestra es la idea expresada por los jóvenes libertarios andaluces tras la caída de Málaga, en febrero de 1937,
de que los anarquistas catalanes estaban “jugando” a hacer la revolución porque
no tenían un frente bélico cerca-, y la negativa evolución de la guerra fue
modificando sus posiciones. Se puede decir que ya en 1938 lo que buscaban
prácticamente todos era la supervivencia en unas mínimas condiciones de
libertad y dignidad.
- ¿Cómo fue el “captar” a los
jóvenes, una vez ya inmersos en la Guerra Civil?
- La captación de la juventud se vio dificultada por la presencia
mayoritaria de los jóvenes (hombres) en el ejército, lo que llevó,
especialmente a las organizaciones juveniles más grandes –la JSU y la FIJL- a
crear estructuras propias dentro del Ejército Republicano, aunque desde el
gobierno se buscara “despolitizarlo”. En la retaguardia, se caracterizó por una
mayor presencia de adolescentes y jóvenes hombres menores de veinte años y de
mujeres jóvenes. Así, por ejemplo, tanto en las juventudes libertarias como en
la organización estudiantil –la Unión Federal de Estudiantes Hispanos (UFEH) -
se destacó que eran mujeres jóvenes y adolescentes los que mantenían gran parte
de sus secciones en la retaguardia. La organización estudiantil, además, cobró
un gran desarrollo en los institutos de
enseñanza media frente a su situación antes de la guerra, cuando era una
asociación fundamentalmente universitaria: quizá de eso derive que optara
durante el conflicto por usar su “nombre oficial” de UFEH frente al de Federación
Universitaria Escolar (FUE) que era el más popular
desde su creación en 1927.
- ¿Cómo fue el tema de la
solidaridad internacional por parte de los jóvenes?
- Aunque poco conocida hasta ahora, más allá de algunos datos sobre la
relativa juventud de los miembros de las Brigadas Internacionales, la
movilización juvenil internacional a favor de la República fue muy importante
tanto en países de Europa occidental, como americanos, en China o la India.
Adoptó formas muy diversas –desde la realización de manifiestos, la recogida de
firmas para entregar a sus gobiernos respectivos y hasta a la Sociedad de
Naciones (la antecesora de la actual
ONU), el envío de dinero a la España republicana o la compra y envío de
material sanitario, alimentos o ropa…- Se realizó a través de comités de
coordinación de organizaciones juveniles para ayudar a España en que
participaron organizaciones de variadas tendencias políticas y religiosas y que
se relacionaron de diversas formas con las organizaciones juveniles españolas y
con los diferentes comités de coordinación entre éstas que se desarrollaron.
Destaca también el papel de las organizaciones internacionales ya existentes,
como la Internacional Juvenil Socialista y la Comunista, pero también, por
ejemplo, la YMCA, Young Men’s Christian Association. Y aún más desconocida es la participación de
las organizaciones juveniles españolas en los dos congresos internacionales de
la juventud por la paz que se celebraron bajo el auspicio de la Federación de
Asociaciones pro Sociedad de Naciones, uno en Ginebra en 1936 y el segundo en
Nueva York en 1938 y el “reconocimiento” que en ellos lograron.
14070
Paso a la juventud. Movilización democrática, estalinismo y
revolución en la República Española. Sandra Souto Kustrín
454 páginas
16 x 24 cms.
28,00 euros
Universitat València
«Paso a la juventud» fue una consigna que se hizo común
durante la guerra civil española en la zona controlada por el gobierno legítimo
de la Segunda República. Se expandió en discursos y folletos e incluso en una
película. Expresaba una realidad nueva —la de los jóvenes como protagonistas de
la movilización social y política— que se había ido forjando en Europa
occidental durante el primer tercio del siglo xx y,
sobre todo, en el periodo de entreguerras. Este proceso también afectó a la
sociedad española, en la que la movilización juvenil tuvo su culminación
durante la guerra civil. Los jóvenes se convirtieron en un soporte fundamental
del bando republicano, tanto en el frente como en la retaguardia, en el mundo
rural y en el urbano, en la cultura y en la producción. Las organizaciones
juveniles movilizaron también a las mujeres jóvenes e, incluso, a los niños y
tuvieron una influencia internacional sin precedentes y que, probablemente,
tampoco se ha repetido. Este libro analiza todos estos elementos y la misma
configuración de las organizaciones juveniles en la República en guerra, las
alianzas y los enfrentamientos entre ellas. Se utiliza una abundante y
desconocida documentación, tanto española como extranjera, que permite conocer
una nueva faceta del conflicto bélico. Se tienen en cuenta en todo momento el
contexto internacional en que se produjo esta movilización, que permitió el
desarrollo de un amplio movimiento juvenil internacional de solidaridad con la
República Española, y las difíciles condiciones en que se llevó a cabo la lucha
republicana frente a los sublevados el 18 de julio de 1936.
Sandra Souto Kustrín
(IH, CCHS-CSIC) es doctora en Historia por la Universidad Complutense de Madrid
(2000) y científica titular en el Instituto de Historia del CSIC donde fue
también contratada del Programa Ramón y Cajal. Ha realizado numerosas estancias
de investigación en centros de reconocido prestigió internacional, entre las
que destaca su larga vinculación al Cañada Blanch Centre for
Contemporary Spanish Studies de la London School of Economics and Political Science (LSE, Reino Unido), del cual es actualmente associate fellow. Es autora de «Y
¿Madrid? ¿Qué hace Madrid?». Movimiento revolucionario y acción colectiva
(1933-1936) (2004), libro que ha tenido un gran impacto y que ha recibido muy
buenas valoraciones por parte de los máximos especialistas en la historia de la
Segunda República Española. Desde esta investigación, ha centrado sus estudios en
la historia sociocultural y política de la juventud y de los movimilentos juveniles en Europa y en España en la época
contemporánea, temas sobre los que tiene ya numerosas colaboraciones en
revistas como The European History Quarterly, Memoria e Ricerca, Ayer o Historia Actual. Ha sido también la editora
del número monográfico «Ser joven en la Europa de entreguerras. Politica, cultura y movilización» (Hispania, 2007).
_____________________________________________________________________
LA LIBRERÍA DE CAZARABET - CASA SORO (Turismo cultural)
c/ Santa Lucía, 53
44564 - Mas de las Matas (Teruel)
Tlfs. 978849970 - 686110069
http://www.cazarabet.com/lalibreria
https://www.facebook.com/javier.diazsoro
https://www.facebook.com/sussanna.anglesquerol