La
Librería de Cazarabet Indignado
Cazarabet conversa con... Rosana Triviño
Caballero, autora de "El peso de la conciencia. La objeción en el
ejercicio de las profesiones sanitarias" (Plaza y Valdés)
Un excelente
ensayo sobre el ejercicio de la objeción de conciencia en torno a las
profesiones y profesionales de la salud.
Un libro
sobre la manera de entender la vida desde la profesión sanitaria, un libro de
filosofía dentro de la colección Theoria cum praxi.
En estos
años he conocido a muchas personas vinculadas al trabajo sanitario. Muchas de
esas personas trabajan dentro del mucho de la sanidad, sea cual sea la
profesión y las tareas que allí desempeñan, porque les gusta y porque “lo
sienten”; es por eso que debemos volver la mirada hacia lo que, de entrada,
están donde están con el corazón, pero también con la razón…Lo profesionales de
la salud , son ante todo personas: con problemas como los suyos y los míos, con
días malos, días pésimos, días mejores y días buenos…..son personas que sienten
la crisis a nivel particular y que, además, tienen que “administrar” en su
trabajo la crisis desde cualquier carencia material a otras muchas carencias.
…porque las carencias del comportamiento humano son las que menos se ven, pero
las que peor se “manejan” y “se encajan”. Y a esas tienen que hacer frente,
también, los profesionales.
Punto y
aparte de todo esto está la mirada del profesional ante sí mismo. ¿Qué ve ante
un espejo un profesional de la salud cuando se mira o qué debería ver; qué
siente y cómo se siente…?, porque como persona bien sentirá algo y bien se le
irán como removiendo ideas, criterios, pensamientos y reflexiones….Es lo que
podemos conocer como aspectos que afectan a la conciencia y que debemos tener
muy en cuenta….si somos profesionales de la salud, deben ser factores
primordiales a conocerlos, y reconocerlos para saber hacer frente a muchas
cuestiones y si somos “usuarios de la sanidad” puede que nos ayude a comprender
o tener la mirada mejor puesta en los profesionales que se manejan en torno a
la sanidad. Quizás sin tener que juzgarlos, nos podamos poner más en su piel:
para entenderlos y para exigirlos…porque debe de haber mucho del “uso de
nuestra conciencia” en todo eso. Y, desde luego, no olvidemos que nunca debemos
de exigirá otra gente lo que no nos gustaría que nos exigiesen a nosotros.
Hay que
empezar a cuidar la conciencia, pero parando cuenta en la nuestra y mirando por
la conciencia de los demás y entre los sanitarios y la profesión sanitaria
…hemos de tener en cuenta que siempre hay gente que está sufriendo y
padeciendo….a la vez que confiando….
Lo que
nos dice Plaza y Valdés sobre el libro:
La
proliferación de conflictos por motivos de conciencia en el ámbito sanitario es
una realidad sobre la que las hemerotecas pueden dar buena cuenta. Semejante
abundancia está relacionada con la complejidad de un escenario asistencial
donde resulta difícil encontrar respuestas unívocas. En un contexto en el que
los agentes y las relaciones cambian y se multiplican, en el que rige la
diversidad de criterios en la consideración de la vida, el morir o de lo que
cada persona considera bueno o éticamente permisible, la apelación a la propia
conciencia se ha presentado como un recurso indiscriminado para solventar
determinados conflictos. En el caso de los profesionales sanitarios, el uso
inapropiado de conceptos como el de objeción de conciencia desatiende las
consecuencias que la negativa a prestar un tratamiento tiene para el resto de
personas implicadas. En el caso de los usuarios es frecuente que sus
convicciones tengan un reconocimiento limitado a la hora de tomar decisiones
que atañen a su bienestar.
A partir de estas premisas, en este libro se analizan las tensiones entre
intereses, derechos y deberes de las partes implicadas, así como las relaciones
de poder que se establecen entre quienes ostentan el conocimiento experto y
quienes se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad. El análisis
persigue identificar los problemas en los distintos niveles discursivos
―de intereses, de derechos y deberes y de relaciones de poder― para
establecer posteriormente una serie de límites que condicionen el ejercicio de
la libertad de conciencia para los profesionales sanitarios. Con ello se aspira
a ofrecer un marco ético-normativo que pudiera servir como referencia para la
resolución de conflictos, basado en una noción de conciencia menos
individualista y más relacional-feminista.
Lo
último, en materia de filosofía desde Plaza& Valdés.
http://www.plazayvaldes.es/materias/filosofia/22/
Sobre la autora, Rosana Triviño :
Rosana
Triviño Caballero es doctora en Filosofía Moral con mención internacional por
la Universidad de Salamanca. Se licenció en Humanidades por la Universidad
Carlos III de Madrid y es diplomada en Fisioterapia por la Universidad
Pontificia de Comillas. Realizó un máster en Filosofía Política (UNED) y obtuvo
el diploma en Ciencia Política y Derecho Constitucional del Centro de Estudios
Políticos y Constitucionales, cuyo trabajo final sobre Autonomía
del paciente y rechazo del tratamiento por motivos religiosos a propósito de la
STC 154/2002 recibió el premio al mejor trabajo de investigación en la
edición 2008/2009. Ha sido investigadora JAE-predoctoral
en el Instituto de Filosofía del CSIC y ha realizado estancias de investigación
en Oxford (Uehiro Center for
Applied Ethics), Cleveland
(Case Western Reserve University), Princeton
(Princeton University) y Nueva York (Hastings
Center). Es autora de capítulos en libros colectivos y de artículos publicados
en revistas como InDret, Dilemata
y Cambridge Quarterly of Health
Care Ethics. Sus
investigaciones abordan los conflictos éticos que surgen en la relación
asistencial, vinculados al papel de las convicciones de profesionales y
usuarios, a la atención sanitaria a personas migrantes y a los derechos
sexuales y reproductivos de las mujeres.
Cazarabet conversa con Rosana Triviño.
-Rosana, ¿crees que
la precariedad, el miedo, el deterioro que está sufriendo la sanidad, desde la
perspectiva de lo público… se nota en la ética y la moralidad de los
profesionales ante el compromiso con el otro factor de la ecuación, el
paciente…?
Creo que las y los profesionales sanitarios están desempeñando un papel fundamental
en la defensa del sistema público de salud en los últimos años. Su compromiso
ético y político se ha mostrado más abiertamente que en cualquier momento
anterior. Buenos ejemplos de este compromiso son las movilizaciones en el
proceso de privatización de los hospitales públicos madrileños o la objeción de
conciencia contra el Real Decreto Ley 16/2012, que
supone la exclusión de cientos de miles de personas del derecho a recibir
atención sanitaria y el repago de medicamentos y de ciertas prestaciones
sanitarias.
-En este libro flota todo el rato la
palabra “compromiso”, a la hora de “escribirlo” y de “pensarlo y
concebirlo”. ¿Desde qué compromiso partes?; ¿Por qué eliges este tema de la
objeción para tu tesis?
Aunque la objeción de conciencia se ha ido expandiendo en el ámbito
sanitario a otras cuestiones, la interrupción del embarazo sigue siendo su
principal motivación. Mi preocupación personal e intelectual por esta cuestión
concreta me condujo a profundizar más en las causas, en los discursos, los
problemas y las respuestas que se han articulado en torno a la objeción de
conciencia. Gracias al estudio de todas esas dimensiones desde distintos puntos
de vista, pude reconfigurar mi propia perspectiva. Adquirí una clara
consciencia de cómo los sesgos personales -emocionales, culturales,
ideológicos,…- nos hacen contemplar las realidades ajenas de una determinada
manera y de la necesidad de ampliar esa mirada hacia otras formas de entender
el mundo. Ese es precisamente el compromiso que planteo en el libro, la idea de
una aproximación menos cerrada y más relacional, que rompa con los prejuicios y
donde verdaderamente se escuche la voz de todas las personas implicadas, que
reconozca, en definitiva, todas las agencias morales que están en juego. En el caso
del aborto, además, nos encontramos con que los derechos e intereses de las
mujeres no siempre ocupan el lugar que les corresponde. En ese sentido, me ha
parecido importante también introducir una perspectiva feminista en el que la
mujer ocupa ese espacio que tantas veces le es negado.
-¿Qué factores ético
–morales crees que tienen que “cumplir, sí o sí, los profesionales que se
dedican a la salud? ¿Qué conceptos debe de asumir todo profesional cuando se
adentra en este sector profesional?
-Más que de factores, yo hablaría de actitudes, de capacidades y, de nuevo,
de compromisos. Una empatía genuina, la capacidad de escucha y de diálogo, el
reconocimiento del pluralismo moral, la solidaridad, el compromiso social… Todo
esto me parece fundamental para ser un buen profesional sanitario. Habrá
personas que previamente a su profesión tengan ya estas condiciones, ciertos
rasgos de personalidad que les faciliten un desempeño más ético de la labor
asistencial; pero creo que, en su mayor parte, son susceptibles de aprendizaje
y desarrollo. En este sentido, me parece que una buena formación en bioética
podría ser de gran valor para quienes se dedican a las profesiones sanitarias.
-Cuando se trabaja en salud siempre
hay casos, situaciones que como que te “tocan” más la fibra y la conciencia…
¿qué camino hay desde la sensibilidad a la “toma de conciencia” plena y que
siempre debe estar ahí?
-La cuestión aquí es reflexionar sobre las motivaciones que nos provocan
esa especial sensibilidad, de dónde vienen, a qué responden. Se trataría de
cuestionar la propia conciencia, de preguntarse acerca de esas convicciones que
nos mueven a actuar de una determinada manera y no de otra. En este proceso de
toma de consciencia, puede resultar de ayuda exponer y contrastar los propios
puntos de vista con los ajenos. Si eso se consigue, creo que se está en mejor
disposición para entender que existen otras motivaciones y otras convicciones
distantes de las nuestras que resultan tan importantes para otras personas como
lo son para una misma.
-¿Se tiende a veces
al “proteccionismo” y al paternalismo en la asistencia? Aunque he de
decirte que, por desgracia, también conozco a profesionales indolentes… ¿qué
hacer? ; ¿y qué debe de hacer otro profesional que ve lo uno y lo otro?
-Creo que el proteccionismo y el paternalismo siguen bastante presentes en
el ámbito asistencial y que, además, no en pocas ocasiones vienen acompañados
de esa indolencia de la que hablabas. Podemos encontrarnos con un profesional
que actúa convencido de saber exactamente lo que hay que hacer, lo que es mejor
para la persona a la que atiende, y lo aplica sin informar ni preguntar
demasiado, sin interesarse por la situación de quien tiene enfrente. Para mí,
eso es paternalismo, pero también indolencia, porque, en el fondo, “lo que es
mejor” sería aplicable a cualquiera que tuviera la misma patología o los mismos
síntomas. No existe sensibilidad ni compasión hacia la persona concreta.
También puede haber paternalismos más benévolos, que sí van acompañados de la capacidad
de conmoverse con el sufrimiento ajeno, pero que no reconocen la voz de quien
lo padece. En ambos casos, pienso que queda bastante camino por recorrer. Para
avanzar en este sentido sería importante una mayor y mejor formación ética de
los profesionales, en la medida en la que, por un lado, la reflexión,
individual y compartida, contribuye a adquirir esa consciencia de la que
hablábamos antes; por otro lado, posibilita la adquisición de herramientas para
una comunicación más efectiva y para afrontar la relación asistencial desde un
punto de vista más dialógico. Opinar sobre qué deberían hacer ese otro
profesional testigo del paternalismo y la indolencia me parece más complicado.
Se puede intentar que un/a colega recapacite sobre su forma de actuar, pero el
ámbito clínico está lleno de jerarquías y relaciones de poder que limitan la
capacidad de intervención. Es importante tener en cuenta este otro aspecto –el
de las relaciones de poder- y por eso también está presente en el libro.
-Hay profesiones que, creo,
tienen mucho a ver con la vocación… las sanitarias creo que son un ejemplo…
¿cómo afecta este factor a la relación con el paciente, con el propio sanitario
y con el entorno?
-Yo no creo tanto en ese sentido vocacional que se suele atribuir a determinadas
profesiones (sanitarias, militares, religiosas, educativas,…). Determinar en
qué consiste y de dónde procede la vocación resulta conflictivo. Pienso, por
ejemplo, que es difícil encontrar muchos profesionales sanitarios que dirían no
tener vocación o no haber elegido vocacionalmente y con entusiasmo sus carreras
universitarias. Sin embargo, eso no significa necesariamente que sean mejores,
ni desde el punto de vista técnico ni desde el punto de vista ético. Es
relativamente frecuente encontrar médicos vocacionales y paternalistas
(indolentes y no) que imponen su criterio sin atender a la voluntad de sus
pacientes, como también hay casos de maestros vocacionales y violentos o de
sacerdotes vocacionales y pederastas. Aplicar categorías de tinte metafísico y
espiritual a cualidades que tienen que ver con circunstancias materiales y
condiciones psicológicas resulta excluyente con aquellos profesionales cuyas
motivaciones no tienen su origen en esa especie de don que es la vocación. Otro
ejemplo: tenemos el caso de profesionales e instituciones de carácter
religioso, firmemente convencidas de su buen hacer, con un alto grado de
vocación y compromiso más allá de lo material con sus pacientes; pero también
con su fe, de manera que esos pacientes, sus Otros, corren el riesgo de perder
su propia voz. Por todo esto considero que la vocación no garantiza
necesariamente una mejor relación asistencial ni un mejor cuidado. Creo que la
relación asistencial, en todas sus dimensiones, requiere otros requisitos,
otras actitudes, capacidades y aprendizajes, como los que hemos comentado antes
-capacidad comunicativa, empatía, reconocimiento de otras agencias morales, del
pluralismo, reflexión ética, etc.-, que sí
podrían repercutir en un cuidado más integral de las personas que lo
necesiten.
-¿Se forma bien al
profesional de la salud frente a los problemas que pueden afectar a su
conciencia?
-Pues probablemente no. La formación ética, que sería donde se podría
abordar este tipo de cuestiones, es escasa en los currículos sanitarios y, en
ocasiones, cuando la hay, resulta excesivamente tendenciosa. Existe además
cierta inclinación por un enfoque legalista que no siempre es el más adecuado.
Ese es un reto que está pendiente de resolver.
-Cuando somos asistentes de
otras personas y vamos afianzándonos en cierta relación con la persona a la que
asistimos… puede surgir la empatía ¿cómo afecta esto a la objetividad para con
el paciente? Y si lo que surge es todo lo contrario, ¿cómo hay que afrontarlo?
-No creo que haya que considerar la empatía como un peligro que ponga en
riesgo una buena relación asistencial. En realidad, es difícil que exista algo
así como una objetividad aséptica en las relaciones humanas. Desde el momento
en el que entramos en contacto con el
otro, se ponen en marcha mecanismos emocionales que afectan a nuestra
manera de relacionarnos. Pueden surgir reacciones de simpatía, rechazo, pena,
confianza y desconfianza,… Todo esto es inevitable. Lo importante, de nuevo, es
tomar consciencia de esas emociones y de los sesgos morales a los que nos
pueden conducir, para evitar prejuicios y comportamientos discriminatorios.
-¿Sabe el profesional de la
salud, con certeza, qué líneas puede cruzar o hasta dónde puede llegar…?
-En el ámbito sanitario, hay situaciones en las que resulta muy difícil
saber dónde están los límites. De ahí que con frecuencia se hable de “medicina
defensiva”, es decir, de un tipo de desempeño profesional que se encuentra
fuertemente determinado por el temor a ser objeto de denuncia. En cuestiones
tan delicadas como la enfermedad y la muerte, por ejemplo, quienes trabajan en
el ámbito de la salud tienen que lidiar continuamente con el establecimiento de
esas líneas rojas. Y claro, en esa difícil tarea, hay quien se pasa y hay quien
no llega.
¿Se puede “abusar” de la
objeción de conciencia?
-Se puede, sí. Y aunque no tenemos un conocimiento sistemático de la
realidad de la objeción de conciencia en el ámbito sanitario, informalmente se
sabe que se abusa. Es el caso, por ejemplo, de los servicios de ginecología de
algunos hospitales públicos, que objetan en bloque a practicar interrupciones
voluntarias de la gestación. En España, la repercusión de este tipo de
actuaciones es relativa porque la mayor parte de los abortos se llevan a cabo
en clínicas privadas, cuya factura paga el estado o las propias interesadas,
que desean resolver su situación lo antes posible. Pero eso no significa que se
pueda negar un problema real, que la interrupción del embarazo sea una
prestación incluida en la cartera de servicios del sistema público de salud y
que este no la proporcione directamente porque parte de sus profesionales se
oponen a ello. En esos casos, la objeción de conciencia se convierte en un
recurso que no siempre se ejerce de manera abierta, responsable y libre. De ahí
la necesidad de seguir explorando sobre las condiciones para su ejercicio y sus
consecuencias, desde una perspectiva amplia, que considere todas las partes
implicadas. Ese ha sido mi propósito en este libro porque, aparte de los propios,
hay muchas otras conciencias, otros intereses y otros derechos en juego.
18981
El peso de la conciencia. La objeción en el ejercicio de las
profesiones sanitarias. Rosana Triviño Caballero
372 páginas 16,5 x 20,5 cms.
21.00 euros
Plaza y Valdés
La proliferación de conflictos por motivos de conciencia en el ámbito sanitario
es una realidad sobre la que las hemerotecas pueden dar buena cuenta. Semejante
abundancia está relacionada con la complejidad de un escenario asistencial
donde resulta difícil encontrar respuestas unívocas. En un contexto en el que
los agentes y las relaciones cambian y se multiplican, en el que rige la
diversidad de criterios en la consideración de la vida, el morir o de lo que
cada persona considera bueno o éticamente permisible, la apelación a la propia
conciencia se ha presentado como un recurso indiscriminado para solventar
determinados conflictos. En el caso de los profesionales sanitarios, el uso
inapropiado de conceptos como el de objeción de conciencia desatiende las
consecuencias que la negativa a prestar un tratamiento tiene para el resto de
personas implicadas. En el caso de los usuarios es frecuente que sus
convicciones tengan un reconocimiento limitado a la hora de tomar decisiones
que atañen a su bienestar.
A partir de estas premisas, en este libro se analizan las tensiones entre
intereses, derechos y deberes de las partes implicadas, así como las relaciones
de poder que se establecen entre quienes ostentan el conocimiento experto y
quienes se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad. El análisis
persigue identificar los problemas en los distintos niveles discursivos
―de intereses, de derechos y deberes y de relaciones de poder― para
establecer posteriormente una serie de límites que condicionen el ejercicio de
la libertad de conciencia para los profesionales sanitarios. Con ello se aspira
a ofrecer un marco ético-normativo que pudiera servir como referencia para la
resolución de conflictos, basado en una noción de conciencia menos
individualista y más relacional-feminista.
RESEÑA EN EL
BOLETÍN DE BIOÉTICA UCM
Rosana Triviño Caballero es doctora en Filosofía Moral con mención
internacional por la Universidad de Salamanca. Se licenció en Humanidades por
la Universidad Carlos III de Madrid y es diplomada en Fisioterapia por la
Universidad Pontificia de Comillas. Realizó un máster en Filosofía Política
(UNED) y obtuvo el diploma en Ciencia Política y Derecho Constitucional del
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, cuyo trabajo final sobre Autonomía
del paciente y rechazo del tratamiento por motivos religiosos a propósito de la
STC 154/2002 recibió el premio al mejor trabajo de investigación en la
edición 2008/2009. Ha sido investigadora JAE-predoctoral
en el Instituto de Filosofía del CSIC y ha realizado estancias de investigación
en Oxford (Uehiro Center for
Applied Ethics), Cleveland
(Case Western Reserve University), Princeton
(Princeton University) y Nueva York (Hastings
Center). Es autora de capítulos en libros colectivos y de artículos publicados
en revistas como InDret, Dilemata
y Cambridge Quarterly of Health
Care Ethics. Sus
investigaciones abordan los conflictos éticos que surgen en la relación
asistencial, vinculados al papel de las convicciones de profesionales y
usuarios, a la atención sanitaria a personas migrantes y a los derechos
sexuales y reproductivos de las mujeres.
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