Cazarabet conversa con... Juan Ignacio
Codina Segovia, autor de “Pan y toros. Breve historia del pensamiento
antitaurino español” (Plaza y Valdés)
Editorial Plaza y Valdés desde la pluma de Juan Ignacio Codina Segovia nos acerca,
casi de la mano a la breve historia del pensamiento antitaurino español.
Si el libro nos descubrirá no pocos
“rincones”, pues eso, por descubrir en la “lucha antitaurina” desde el
pensamiento…el prólogo es más que interesante, es intenso desde la pluma de
Silvia Barquero.
La prologuista es la presidente de la
PACMA, el partido animalista que va creciendo poco a poco….
Aquello que nos cuenta la editorial
Plaza y Valdés:
Los defensores de las corridas de
toros llevan años insistiendo en que el antitaurinismo es una simple moda. Al
intentar reducir el pensamiento antitaurino a una mera cuestión pasajera,
pretenden minimizar el impacto histórico, sociológico, filosófico y político de
esta corriente, por lo que cabe preguntarse: ¿es realmente el antitaurinismo
una moda?, ¿se trata de algo actual o, por el contrario, en España ha existido
pensamiento antitaurino desde hace siglos?
Lo cierto es que, históricamente, la
tauromaquia ha contado con relevantes detractores. La primera muestra de
desprecio hacia lo taurino que encontramos en nuestra historia se remonta al
siglo XIII. Desde entonces, las corridas han sido criticadas en todas las
épocas. Destacados juristas, escritores, pintores, filósofos, religiosos,
políticos, periodistas e historiadores denunciaron en cada momento histórico la
tauromaquia, considerándola como una barbarie que debe ser cuestionada,
combatida y, en último extremo, erradicada. Además, desde muy antiguo, uno de
los fundamentos del pensamiento antitaurino español se centra en denunciar que
el sufrimiento animal jamás puede ser objeto de entretenimiento o diversión.
Sin embargo, y a pesar de la
importancia histórica de las mujeres y hombres que a lo largo de los siglos han
expresado una postura contraria a las corridas, el pensamiento antitaurino
español es desconocido porque apenas ha sido objeto de estudio. Este libro, que
extrae sus conclusiones de una exhaustiva tesis doctoral de más de mil páginas,
pretende que el conocimiento del pensamiento antitaurino, como base sólida del
movimiento en defensa de los animales, no se pierda. Hoy más que nunca
necesitamos dar un paso adelante y, si queremos una sociedad moderna,
civilizada y de progreso, no podemos permitir que esa importante parte de
nuestra historia caiga en el olvido.
El autor, Juan Ignacio Codina Segovia:
Juan Ignacio Codina es licenciado en
Ciencias de la Información, en la rama de Periodismo, por la Universidad
Complutense de Madrid, y doctor en Historia Contemporánea por la Universitat de
les Illes Balears con una tesis titulada El pensamiento antitaurino en
España, de la Ilustración del XVIII hasta la actualidad. Como periodista ha
trabajado en diferentes medios de comunicación, como Diario de
Mallorca, El Mundo y la Agencia Efe. Vinculado desde hace más de diez
años a la defensa de los derechos de los animales, ha colaborado con distintas
entidades animalistas de proyección nacional como PACMA o AnimaNaturalis
y, desde 2012, es portavoz y subdirector del Observatorio Justicia y Defensa
Animal, organización de la cual también es cofundador.
Te ponemos un enlace por cada libro
relacionado con el movimiento animalista que te pueden interesar:
Animales no humanos entre animales humanos:
http://www.plazayvaldes.es/libro/animales-no-humanos-entre-animales-humanos
Un paso adelante en defensa de los animales:
http://www.plazayvaldes.es/libro/un-paso-adelante-en-defensa-de-los-animales
Ética de la relación entre humanos y animales:
http://www.plazayvaldes.es/libro/etica-de-la-relacion-entre-humanos-y-animales
Cambio en el corazón:
http://www.plazayvaldes.es/libro/cambio-en-el-corazon
Por qué amamos a los perros, con comemos a los
cerdos y nos vestimos con las vacas:
http://www.plazayvaldes.es/libro/por-que-amamos-a-los-perros-nos-comemos-a-los-cerdos-y-nos-vestimos-con-las-vacas
Hacia un futuro vegano:
http://www.plazayvaldes.es/libro/hacia-un-futuro-vegano
We animals:
http://www.plazayvaldes.es/libro/we-animals
Naciendo en otra especie:
http://www.plazayvaldes.es/libro/naciendo-en-otra-especie
Sufre, luego importa:
http://www.plazayvaldes.es/libro/sufre-luego-importa
Nosotros hemos mantenido varias
entrevista Conversas con…. con alguno de estos títulos:
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/oscarhorta.htm
Y con otros más…
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/ecologia.htm
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/discursomiedo.htm
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/peso.htm
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/fraudebook.htm
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/javiermayoral.htm
Cazarabet conversa con Juan Ignacio Codina
Segovia:
-Juan
Ignacio, ¿desde dónde sale este libro?, preguntado de otra manera, ¿qué fue lo
que te hizo escribirlo?
-Este libro extrae su
contenido de una exhaustiva tesis doctoral que yo mismo elaboré y defendí en
mayo de 2018 en la Universidad de las Illes Balears (UIB) bajo el título de El pensamiento antitaurino en España, de la
Ilustración del XVIII hasta la actualidad. La tesis, que fue iniciada en
2015, surgió de una cuestión muy sencilla, de una pregunta aparentemente
simple: “¿Se puede considerar el antitaurinismo como una moda?”. Durante una
buena temporada no paraba de leer en algunos medios de comunicación que el
antitaurinismo no era más que algo pasajero, una simple moda, algo sin mayor
fundamento, sin historia ni tradición. Obviamente, cuando te fijas en quién
dice esto caes en la cuenta de que los que pretenden calificar al
antitaurinismo como una moda son taurinos que, con esta estrategia, lo único
que persiguen es arrebatar al antitaurinismo español su importancia y su
trascendencia, pretendiendo minimizarlo, minusvalorarlo y hasta ridiculizarlo.
Por tanto, todo comenzó con esta simple pregunta: ¿es de verdad una moda o nos
están engañando? Obviamente, unos años después, con la tesis ya defendida —una
tesis, por cierto, de casi 1200 páginas—, se evidencia que de moda nada de
nada. Muy al contrario, el antitaurinismo español representa una importante
muestra de nuestro patrimonio cultural, social, histórico, tradicional e identitario. Esto, que a mucha gente le puede parecer
evidente, ahora ha quedado demostrado a través de una tesis doctoral, con toda
la carga que conlleva de rigor, academia y ciencia. No es lo mismo dar una
opinión en una charla con amigos o en las redes sociales que corroborar una
hipótesis de trabajo con una tesis cuya investigación ha durado más de tres
años. Dicho de otro modo: ahora está demostrado empíricamente que el
antitaurinismo español no es una moda. Es algo incontestable, irrefutable. A
ver si algunos se empiezan a dar cuenta ya de ello, y dejan de mostrar tanta
ignorancia.
-Amigo, desde dónde “surge” o “te sale” esa
conciencia antitaurina en un país que, ahora no tanto, pero que ha habido
tiempo que los toros se daban casi, casi hasta en la sopa…
-Lo primero que debo
decir es que España también ha sido, históricamente, un país muy antitaurino.
Lo que pasa es que el antitaurinismo español ha sido deliberadamente silenciado
y enterrado durante siglos por los sectores tauromáquicos, que han impuesto el
dogma taurino, el pensamiento único taurino, manipulando la historia de una
manera interesada. De hecho, puedo afirmar que desde el primer espectáculo
taurino de la historia, ya hubo personas que se opusieron a él. Es más, tanto
en la tesis doctoral como en el libro demuestro científicamente que el primer
atisbo de antitaurinismo en nuestro país se remonta nada menos que hasta el
siglo XIII, cuando el rey Alfonso X El Sabio escribió en sus célebres Leyes de Partida que aquellos que torean
reses por dinero, es decir, los toreros, son unos infames. Desde aquel momento
inicial, siglo tras siglo, generación tras generación, en nuestro país ha
habido destacados y relevantes personajes, tanto mujeres como hombres, que han
combatido con su palabra, su acción o su obra la barbarie taurina. Pero,
volviendo a su pregunta, en mi caso, como en el de tantos otros compañeros y
compañeras, el antitaurinismo me viene de un elemento básicamente humano: la
compasión ante el sufrimiento ajeno, la lucha contra la injusticia y los
abusos, la puesta en práctica de la empatía. Con esto quiero decir que el
antitaurinismo, lejos de poder considerarse como una ideología o una creencia,
en mi opinión responde a elementos esencialmente humanos como los que acabo de
mencionar, que son anteriores a ideologías políticas o a creencias religiosas o
de cualquier otra índole. Quien se rebela contra una injusticia o contra
cualquier abuso ejercido sobre un ser inferior, sea una víctima humana o no
humana, se opondrá a cualquier muestra de violencia arbitraria, a cualquier
ejercicio de dominación o a cualquier despotismo, porque la esencia de la
violencia y de la barbarie es y será siempre la misma, independientemente, como
digo, de que la víctima sea un animal humano o uno no humano.
-Las
corridas eran, por desgracia, y lo siguen siendo en algunos lugares, un
“elemento más” integrado e integrador de una sociedad… si te desmarcabas o te
desmarcas, te señalan…
-En mi opinión, y a la
vista del conocimiento que he adquirido con mi trabajo, puedo señalar que el
problema es mucho más grave de lo que aparenta ser. En nuestro país hemos sido
víctimas de un golpe de Estado taurino que se ha ido produciendo
paulatinamente, a cámara lenta, a través de los años y de los siglos. De esto
hablo mucho en el libro, y lo repito en público cada vez que tengo ocasión.
Durante siglos, la tauromaquia ha sido utilizada por monarquías déspotas, y
también por otros poderes religiosos y económicos, como una poderosa arma
política para convertir al español en un pueblo ignorante, inculto, apático,
embrutecido, analfabeto y, al fin y al cabo, fácilmente manipulable. De ahí
viene la llamada cuestión del Pan y Toros, que da título al libro y que es un
fenómeno muy antiguo. Para los gobernantes resulta mucho más cómodo dominar y
engañar a un pueblo embrutecido por la barbarie taurina que a una sociedad
ilustrada, educada, participativa, inquieta intelectualmente y sensible. Por
tanto, los gobernantes, y otros poderes fácticos, han maltratado históricamente
al pueblo español atiborrándole de barbarie taurina, saturándole con su ración
de pan —o de vino— y su dosis de violencia tauromáquica. Así se aseguraban
poder gobernar, y robar, sin miedo a que el pueblo, que vivía en la miseria y
que carecía de derechos y libertades, les controlara. De ese maltrato histórico
al pueblo español, que se inició hace siglos, hemos desembocado en la situación
actual. Estas políticas del Pan y Toros las encarnó como nadie Fernando VII
quien, a comienzos del siglo XIX, cierra universidades y periódicos y, a
cambio, restaura la Inquisición y crea una escuela taurina. Somos tristes
herederos de esas políticas que, además, se siguen fomentando hoy en día. En la
actualidad, lamentablemente, en muchos municipios se sigue manipulando y
embruteciendo a los ciudadanos insensibilizándolos con la salvaje tauromaquia.
-Sostienes en relación al movimiento taurino
que existe, todavía, “esa España profunda”?, ¿y a qué,
además va apegada esa España profunda… a la caza, al seguimiento, como corderos
—con perdón a estos animales— de los toros?
-La España negra o la
España profunda no es un mito. Existe realmente. A esta cuestión hago abundante
referencia en el libro, sobre todo al analizar figuras como las de Darío de Regoyos, Gutiérrez Solana o Ignacio Zuloaga. Todos ellos, y
muchos otros, retrataron a esa España zafia, cutre y cruel que estaba
directamente relacionada no sólo con la barbarie taurina, sino también con la
superstición, la superchería religiosa, los prostíbulos, los confesionarios,
los disciplinantes o penitentes, el analfabetismo, el caciquismo y, en
definitiva, la brutalidad de una sociedad excesivamente primitiva y rural. Todo
esto, como digo, no es un mito, es la realidad pura y dura, y hoy en día
seguimos teniendo ese mismo problema. Pero, si me permite, volveré a insistir
en una idea que ya he expresado con anterioridad: los primeros interesados en
que el pueblo español sea así han sido las fuerzas más reaccionarias y
conservadoras, interesadas en dominar a un pueblo soez e ignorante porque, de
tener que enfrentarse a una sociedad culta y activa, seguramente se verían
abocados a perder todos sus privilegios. Por tanto, los más interesados en
mantener el statu quo son
precisamente aquellos que más tienen que perder en caso de que ese orden se
rompa. La Iglesia, la nobleza, la aristocracia, los poderes económicos y
políticos, los terratenientes…, todos ellos han usado sin ningún pudor la
tauromaquia para ennegrecer más a esa España negra, y así poder seguir manteniendo
sus privilegios por encima de un pueblo pisoteado y manipulado.
-¿Por qué crees que se da esto… el de seguir a
la masa, a lo que dicen los demás, “al macho alfa”, sin más…, sin emitir una
queja, una sugerencia o cambios…?
-Al hilo de nuestra conversación
le digo que personalmente considero que el pueblo español ha sido
tradicionalmente una víctima de estas políticas de embrutecimiento social y de
barbarie, de las políticas públicas del Pan y Toros. Permítame que insista en
esta idea, porque sin duda en ella se encuentra la base angular que nos permite
interpretar adecuadamente todo cuanto sucede hoy en día. Necesitamos conocer la
historia para explicar el presente y, sin duda, la nuestra, nuestra historia,
nos demuestra que cuando durante siglos se embrutece a la población, luego
cuesta mucho enderezar la situación. La tauromaquia ha contribuido a la
esterilización intelectual del pueblo español, a su apatía, a su escasa
participación. Si usted a alguien le alimenta de barbarie, lógicamente lo que está
haciendo es entumeciendo su cerebro, insensibilizándole, embruteciéndole. Y
esto es lo que históricamente, y en términos generales, se ha obrado sobre el
pueblo español. Los más interesados en favorecer y fomentar estas políticas
fueron, como digo, los sectores reaccionarios y conservadores. A partir de ahí,
muchos intentaron reconvertir la situación, luchando por la educación, la
culturización y la sensibilización social de España: los renacentistas, los
humanistas, los ilustrados, los regeneracionistas, los costumbristas, la
Generación del 98…, y todos fracasaron. Todos ellos combatieron las corridas de
toros como uno de los males de España, pero se enfrentaban a los sectores más
inmovilistas y, a la vista está, perdieron la batalla. La víctima, una vez más,
fue la sociedad española. Aunque hoy en día la situación ha mejorado levemente,
seguimos siendo presos de aquellas políticas, y algunos de los males de nuestro
actual sistema democrático son heredados, precisamente, de esa taurinización histórica, de esa imposición del dogma
taurino y del “pensamiento único” taurino con fines sociales y políticos.
-Tendrá
mucho a ver con la educación, ¿no? La educación debería ser el pilar
fundamental de toda sociedad, pero para ello debería de despojarse de muchas
capas de caspa y el hecho de la tortura y asesinato de toros, la caza, la
explotación animal son claros ejemplos… ¿Qué nos puedes decir?
-La educación tiene un
papel fundamental en la descosificación de los
animales y en el fomento de la empatía y de la compasión. Los taurinos saben de
la importancia de la educación, y por eso llevan siglos deseducando a los
españoles. De hecho, esta taurinización histórica y
tradicional a la que me refiero se ha producido a través de la “educación”
social, a través de la sociabilización de la violencia taurina. Lentamente,
como digo, ha tenido lugar un golpe de Estado taurino que ha normalizado e
institucionalizado la barbarie y la sangre. Esto es vergonzoso. Lo mismo ha
sucedido con otras formas de maltrato animal, que se han institucionalizado
impuestas como un dogma, y que a base de repetición han acabado por formar
parte de nuestra cultura. Pero la cultura no es algo inamovible, sino relativo,
y va cambiando con los años a medida que las sociedades evolucionan en sensibilidad
y conocimiento. Hoy en día no resulta necesaria la explotación o la muerte de
animales para poder vivir. No los necesitamos ni para comer ni para vestirnos
ni para entretenernos. Pero son muchos los intereses económicos que se esconden
detrás de la explotación animal. Grandes empresas, cada vez más concentradas,
se enriquecen con la crueldad hacia los animales. Estas multinacionales no van
a permitir que se ponga en riesgo su poderío económico, aunque sea a costa de
seguir explotando animales. Nos enfrentamos a un enemigo muy poderoso y con
mucha influencia, dinero y poder. Y, en el caso de la tauromaquia, sucede lo
mismo. Pero, volviendo a su pregunta, en todo esto la educación juega un papel
muy importante. De hecho, los taurinos saben lo crucial que resulta acercarse a
los niños y niñas de corta edad, y por eso los llevan a las plazas de toros
incluso antes de que aprendan a hablar. Yo a este fenómeno, que vine sucediendo
desde hace siglos, lo denomino adoctrinamiento taurino. Consiste en algo muy sencillo:
infiltrar la barbarie taurina en mentes que están todavía en proceso de
formación para que, cuanto antes, normalicen la violencia infligida contra el
toro de modo que, cuanto antes, cosifiquen al animal. Así, llegado un momento
de madurez, no se cuestionan la brutalidad en la que se fundamenta la
tauromaquia, porque para entonces será algo que llevan toda la vida viendo con
la mayor normalidad. La pregunta que nos debemos hacer es por qué los taurinos,
con la connivencia clara de las administraciones públicas, tienen acceso a los
centros escolares para adoctrinar a los niños y niñas españolas en la barbarie
taurina y, sin embargo, en las escuelas y colegios no se les inculca a los
niños valores tan humanos como la compasión ante el sufrimiento de otro ser
vivo o la empatía. Los taurinos llevan muchos siglos taurinizando
a la infancia. Con ello lo único que pretenden es perpetuar la barbarie de
estas diversiones metiéndosela por los ojos a mentes que todavía no están
desarrolladas. El valenciano Vicente Blasco Ibáñez ya se quejaba a comienzos
del siglo XX de que, en España, a los niños y niñas se las llevaba a una plaza
de toros incluso antes de haber aprendido a hablar. Pues hoy en día seguimos
igual, se está no sólo permitiendo, sino fomentando, que se manipule a la
infancia infiltrando en sus mentes, como un virus, la barbarie
tauromáquica.
-¿Cuándo empezó a significarse de manera
pública la respuesta antitaurina desde el pensamiento…?
-Es muy importante
reseñar que, cuando hablamos del pensamiento antitaurino, no nos referimos
exclusivamente a una intelectualidad política, cultural o artística, sino que
también debemos hacer mención a un movimiento social antitaurino organizado que
comienza a surgir en el último cuarto del siglo XIX. Quiero decir que, en
tiempos en los que el conocimiento o el acceso a los libros estaban tan solo al
alcance de unos pocos, evidentemente fueron estos hombres y mujeres las que
representaron al antitaurinismo español. Sin embargo, sobre todo a partir de la
segunda mitad del XIX, cuando lentamente comienza un proceso de extensión del
conocimiento, es cuando la sociedad española se organiza horizontalmente para
combatir, unidos como sociedad civil, la barbarie taurina. A esta cuestión
dedico un capítulo en el libro. En él explico cómo en aquellos años surgen las
primeras sociedades protectoras de animales, aparecen también las primeras
asociaciones antitaurinas y tienen lugar las primeras
manifestaciones antitaurinas de la historia de
nuestro país. Por tanto, lejos de poder considerar al antitaurinismo español
como un fenómeno propio de una élite intelectual, la ciudadanía española, a
partir de finales del XIX, ya se organiza colectivamente para hacer ver a sus
gobernantes que ya estaba bien de la cruel tauromaquia. En esos años se
celebran multitud de manifestaciones,
mítines y encuentros culturales y reivindicativos en los que el antitaurinismo
se convierte en la bandera de la ciudadanía.
-En este país casi todos, aunque de manera
indirecta, hemos asistido a uno de esos “festejos” en que un toro, vaquilla o
demás es torturado de cualquiera de las maneras algunos infringiendo heridas
hasta la muerte….cuando piensas por ti misma/a y te defines como anti taurina hay que hacerlo
con fuerza y determinación…pero cada día es como si te recargases de “nuevas
razones”….¿Cómo lo ves tú, cómo lo sientes?
-Considero que debemos
sentirnos muy orgullosos de defender nuestros principios antitaurinos. Como
queda demostrado en el libro, grandísimos hombres y mujeres de nuestra
historia, en tiempos mucho más difíciles y complicados que los de hoy en día,
con menos derechos y libertades de las que gozamos en la actualidad, ya se
enfrentaron a la barbarie taurina, siendo atacados, menospreciados y
ridiculizados por ello. Cuando pienso en que personas como Emilia Pardo Bazán,
Mariano José de Larra, Joaquín Costa, Carolina Coronado, Miguel de Unamuno, Pío
Baroja, Ramón y Cajal, Juan Ramón Jiménez, Jovellanos, Quevedo, Modesto
Lafuente, Machado o Azorín, entre muchos otros, ya denunciaron en su época la
tauromaquia, considero que no podemos dejar de sentirnos enormemente orgullosos
de nuestro sentimiento antitaurino, de
nuestra apuesta por la compasión, por la paz y por el progreso. No podemos
dejar que esta impresionante tradición antitaurina se pierda. Es nuestra
responsabilidad recoger la bandera que ya ondearon tantas mujeres y hombres tan
importantes y, con mucho orgullo, enarbolarla por el bien de nuestro país.
Porque, como ellos, nosotros también queremos un país moderno, de progreso, civilizado
y culto, y esto es incompatible con la vergüenza nacional de la
tauromaquia.
-¿Se ha
activado la cuenta atrás a la tortura de toros, vaquillas para el
entretenimiento de las masas?
-No me cabe ninguna duda.
Si como parece cierto, a la vista de la evolución histórica, que la humanidad
tiende hacia la mejora social, cultural y ética, si, como parece, tendemos
hacia la justicia, entonces esta tendencia natural, que ya ha permitido acabar
con otras abominables formas de crueldad social, nos llevará al fin de la
tauromaquia, así como al fin de otras formas de explotación animal. Es cuestión
de tiempo, pero también de voluntad social y, sobre todo, política. En todo
caso, se trata de hacer todo lo posible por acelerar al máximo esta tendencia,
por favorecerla. Y, por supuesto, nuestros legisladores tienen una gran
responsabilidad, que deben ejercer con suma valentía, y que, entre otras cosas,
ha de suponer la inmediata eliminación de los privilegios económicos y sociales
de la tauromaquia. La ciudadanía, todos y todas nosotras, también debe darse cuenta de su inmensa
responsabilidad. Y no sólo a la hora de ir a votar cada cuatro años. Si el
pueblo es soberano, debemos ser conscientes de nuestro poder y hacerlo efectivo.
La indiferencia ante la crueldad ejercida contra los animales es nuestra gran
enemiga, y debemos centrar todos nuestros esfuerzos en tratar de combatirla. Si
eres indiferente ante una injusticia, sin darte cuenta estás permitiendo esa
injusticia.
-Se dice que la política, por ejemplo con la
concepción del estado, separa a familias, amigos…, pero en la defensa
animalista yo también veo como una piedra de toque, ¿verdad?
-En mi opinión es una
cuestión muy importante. Uno siempre se rodea de aquellas personas con las que
comparte sentimientos afines. Y, al mismo tiempo, se aleja de aquellas con las
que tiene pocas cosas en común y, en este caso, la sensibilidad ante el
sufrimiento animal sí que supone un rasgo de humanidad que une a los que lo
poseen. En todo caso, no hay que dramatizar ni pretender dar lecciones de ética
a nadie. Considero que tender la mano a aquel que no siente como tú es un
ejercicio de generosidad mucho más rentable y constructivo que el de darle la
espalda o atacarle. Educar, informar y divulgar siempre es mucho más positivo
que atacar o tratar de imponer y, para ello, no hay que renunciar a lo que uno
siente, ni claudicar, sino explicar y concienciar al público de que nuestra
sociedad está basada en la explotación animal, y dar ejemplo de que existen
alternativas al sufrimiento animal. Dicho esto, me cuesta mucho pensar en que
yo pudiera tener, por ejemplo, una pareja con la que no compartiera la idea de
que los animales no son objetos puestos en el mundo para alimentarnos,
vestirnos o darnos diversión. Los animales, como nosotros, que también somos
animales, tienen sus propios intereses, entre ellos el más básico sería el de
seguir vivos. No tenemos ningún derecho a imponer nuestros intereses por encima
de los de ellos, sobre todo cuando, en pleno siglo XXI, existen, como digo,
múltiples y variables alternativas a la explotación animal para alimentarse,
vestirse o entretenerse. Alternativas que son, además, más sanas y, por
supuesto, más éticas.
-Juan Ignacio, ¿nos puedes decir cómo te ha
ido la “aventura” de editar con Plaza y Valdés, Editores? , ¿y,
no sé, en qué andas trabajando en la actualidad… nos puedes dar alguna pista?
-He tenido una gran
suerte de que Marcos de Miguel, editor en España de Plaza y Valdés, se cruzara
en mi camino. Un cúmulo de casualidades hizo que nos pusiéramos en contacto, y
desde el primer momento se mostró muy interesado en mi trabajo. Asimismo, yo
también estaba muy interesado en que fuera Plaza y Valdés la editorial que
publicara el libro ya que, desde hace muchos años, esta editorial dedica considerables
esfuerzos a la publicación de obras que, desde diferentes perspectivas, abogan
por replantearnos éticamente nuestra relación con el resto de animales que
habitan el planeta. Por tanto, ponerme en sus manos fue muy sencillo: su
trayectoria de rigor, seriedad y compromiso la avalaban. La aventura de
trabajar codo con codo con Marcos ha sido muy gratificante, y su implicación
personal y profesional en mi trabajo es digna de mención. Cuando los proyectos
se llevan a cabo con ilusión, y con los principios en la mano, todo es más
reconfortante. A ambos nos preocupaba únicamente una cosa: mantener en el libro
todo el rigor académico de la tesis pero alejándonos de los formalismos propios
de un trabajo de tal magnitud. Para ello, optamos por escribir un ensayo
histórico y riguroso, pero presentado de una manera lo más amena posible, para
que pudiera ser leído por todos los públicos. Así, en el libro aparecen
elementos literarios como el humor, la sátira o la crítica ácida contra la
tauromaquia, así como reflexiones algo más personales. Todo ello, como digo,
sin renunciar al rigor de la investigación que avala a esta obra. Pero,
volviendo a la segunda parte de su pregunta, le diré que en estos momentos
estamos plenamente inmersos en la promoción del libro, que apenas lleva
publicado algo más de un mes. En este sentido, esperamos que 2019 sea un año
muy ajetreado, con presentaciones en varias capitales españolas. Es muy
importante que el libro llegue a la gente, ya que el conocimiento que contiene
nos va a permitir sentirnos orgullosos de ser antitaurinos,
y nos proporcionará herramientas para combatir la barbarie taurina de una
manera más eficaz. ¿Qué si estoy pensando en publicar un segundo libro? La
respuesta es sí, porque la historia del antitaurinismo español es tan rica que
da para eso y para mucho más, y las personas que ya han leído Pan y Toros no dejan de insistir en que
me anime a escribir otro libro. De todas maneras, no adelantemos
acontecimientos, primero debo hablarlo con mi editor... Además, por el momento
mis esfuerzos están centrados en dar a conocer Pan y Toros, porque creo firmemente en él, y porque, humildemente,
considero que puede ayudar a muchas personas a entender que, de una vez por
todas, debemos alcanzar ese horizonte de justicia, de humanidad y de civismo en
el que la tauromaquia no tenga cabida. Tenemos la responsabilidad histórica de
alzar nuestra voz antes de que sea demasiado tarde. Tenemos el deber de
rebelarnos civilmente contra los abusos, contra las vergüenzas y contra las infamias.
Y, que no le quepa duda a nadie, la tauromaquia es una de ellas. En el futuro
nadie entenderá que no hiciéramos todo lo posible para acabar con esta
barbarie. Es el momento, hagamos que nuestra esperanza de un mundo mejor, más
justo y equitativo sea realidad. Ojalá que Pan
y Toros, por poco que sea, pueda contribuir a ello.
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