Cazarabet conversa con... Miguel Carcasona, autor de “Hannibaal” (Pregunta)
Miguel Carcasona, bajo la Edición de Pregunta,
se sumerge en la agitada vida de este general cartaginés que además de un
esmerado y eficaz estratega puso a Roma, en estado incipiente para lo que fue
después, de rodillas…estando bien a punto de decapitarla.
Lo que nos explica Editorial Pregunta. Su
sinopsis:
Nació en Cartago, vivió
en guerra permanente contra Roma, cruzó media Europa con su ejército y
casi desmoronó la República que
presagiaba el Imperio. Llegó a ser uno de los militares más importantes de su época, pero también fue un
hombre atormentado y repleto de dudas, pues incluso los más
grandes héroes sienten incertidumbres y tienen
debilidades.
El escritor Miguel Carcasona recrea la vida y las hazañas
bélicas del general Hannibaal Barca a través de
un intenso, emocionante y poético libro de
memorias. Escrita en primera persona, esta novela nos permite adentrarnos en la
mente y los sentimientos de un personaje único
cuya influencia alcanza hasta nuestros días.
La ilustración de cubierta es obra de Óscar Sanmartín Vargas, sobre un grabado
de Henri-Paul Motte de 1878.
El autor, Miguel Carcasona:
Graduado en Geografía
e Historia, es autor de los poemarios ‘En el arcén
de la costumbre’ (Institución Fernando el Católico, 1998) y ‘Nuble’ (Ed. La Herradura Oxidada,
2015), y, en prosa, de ‘Esquirlas del espejo’ (Diputación
Provincial de Zaragoza, 2006), ‘Todos los perros aúllan’
(Instituto de Estudios Altoaragoneses, 2012) y ‘Un ojo siempre parpadea’ (Tropo
Editores, 2015). El resto de su obra se halla dispersa en opúsculos
y volúmenes colectivos, así
como en revistas (Turia, Imán, Laberintos,
Rolde, etc.) y en internet. También ha
colaborado, con reseñas de libros y textos de creación, en prensa aragonesa y en el blog La
tormenta en un vaso.
Entre los premios que ha recibido destacan el Ciudad de Cádiz,
el Isabel de Portugal —en sus dos modalidades, poesía
y narrativa—, un accésit del
Ciudad de Zaragoza, en poesía, o el Luis del
Val de relatos.
Ha sido traducido al búlgaro en la ‘Antología del cuento aragonés
contemporáneo’ (Ed. Próxima-R.P.,
2014).
Cazarabet
conversa con Miguel Carcasona:
-Amigo, ¿qué te ha llevado a
escribir esta obra narrativa en la que “ficcionas” a
uno de los personajes histórico militares más destacados de la historia,
Hannibaal de Cartago?
-Casi nada surge
por generación espontánea. Todos tenemos en nuestro interior un caldo de
cultivo que, como los volcanes, en un momento dado erupciona.
Siempre me ha interesado la Historia Antigua. De pequeño me apasionaban los
tebeos de El Jabato. Visto con la perspectiva de los años, en ellos se
condensaban varias características que, supongo, son innatas en mí porque nada
de mi entorno las propiciaba, al menos las dos primeras: la fascinación por el
mundo antiguo, en especial el íbero y el celta (Jabato y Taurus),
el poeta (Fideo de Mileto) y, digamos, una
atracción/odio hacia el mundo romano, un poco como los judíos de La vida de
Brian con su magistral “¿Qué han hecho por nosotros los romanos?”.
La aversión hacia el Estado poderoso que somete o aniquila a
los pueblos más débiles mezclada con el deslumbramiento ante su
civilización. Hannibaal (o Aníbal, la transcripción latina que ha perdurado)
era una figura más en ese interés. Las hazañas bélicas, en general, me atraen
muy poco, más allá de su repercusión en el momento histórico. El hechizo vino
cuando profundicé en él y descubrí que no sólo fue un genial estratega o un
militar metido en política, como los que desgraciadamente hemos sufrido por
estos lares en los últimos siglos. La faceta militar se entremezclaba con la
política – a menudo, supeditada a ella - en los dirigentes de entonces.
Descubrí al Sufete de Cartago (algo así como Presidente del Gobierno) que tomó
unas medidas económicas muy valientes, o al urbanista que diseñó barrios para las clase media de su ciudad y el trazado original de Bursa,
hoy una urbe turca de tres millones de habitantes. Por otro lado, su época
supuso un punto de inflexión en la historia de Occidente. Las guerras púnicas,
más allá de un enfrentamiento entre dos potencias que aspiraban a la hegemonía
en el Mediterráneo, son las dos guerras mundiales del momento. El resultado de
la segunda, la de Hannibaal, cambia el devenir de esta parte del mundo. Si
Cartago hubiese vencido, ahora nosotros no hablaríamos en este idioma, por
ejemplo.
-¿Qué es para
ti la narración o el ejercicio y por qué eliges casi biografiar a un
personaje para contarnos sobre él, pero también a partir de él la historia o
parte de la historia, se conoce que la vivida por él?
-Ante todo, tengo
claro que se trata de un ejercicio literario. Escribo una novela, con la
premisa básica de la preocupación máxima por el ritmo narrativo, el lenguaje,
etc. Elijo el modelo de las memorias apócrifas porque me permiten indagar mejor
en la personalidad del protagonista (o elucubrar sobre ella) y de ahí extraer
los rasgos universales y atemporales del ser humano. Vico, hace cuatro siglos,
sostenía que el tiempo avanza en espiral, no en círculo cerrado. Traducido al
refrán sería que el hombre tropieza en una piedra muy parecida a la anterior,
no en la misma. Conociendo la esencia de la primera, despojada de las
circunstancias, podrá eludir la segunda. Lo expresado a título individual se
puede aplicar a título colectivo. Las sociedades tienden a caer en errores
semejantes. En el preámbulo de la Tercera Guerra Púnica (medio siglo después de
Zama), Roma ya era la dueña del Mediterráneo y
Cartago una ciudad que sobrevivía en paz, sin apenas poderío militar. Sin
embargo, su nombre, seguía insuflando miedo en el subconsciente de los latinos,
apoyado en el desconocimiento de su realidad. Catón lo aprovechó con un
discurso demagógico en el Senado, donde mostró un higo que, según él, el día
anterior colgaba de una higuera cartaginesa. Pretendía demostrar que, en una
sola jornada, los sucesores de Hannibaal se podían plantar en Roma y
destruirla. Basta cambiar Cartago por Irak e higos por armas de destrucción
masiva y tenemos, con dos mil años de diferencia, el mismo discurso falso para
justificar una guerra en la que unos pocos sacan beneficio a cambio del
sufrimiento de muchos.
-En
tus creaciones ¿qué papel quieres darles a los personajes…? ¿
prioritario frente a la trama y al escenario?
-No suelo partir
de una premisa cerrada, dejo que los personajes vayan creciendo dentro de unos
márgenes. Busco que resulten creíbles y encajen en la trama sin plantearme, de
antemano, ninguna preeminencia entre los componentes de esa triada aunque,
echando la vista atrás, en mis obras la trama suele subyugarse a la
construcción de los personajes. También, por la propia esencia de mi percepción
de lo literario, e incluso de mí mismo, siempre se desprende una lectura del
momento histórico donde se insertan y una búsqueda de esos rasgos intemporales
– vuelvo a Vico. En Hannibaal prima la introspección en la personalidad
del protagonista, teniendo claro, repito de nuevo, que se trata de Literatura.
Respecto al escenario, depende. En Esquirlas del espejo era el elemento
cohesionador de los relatos. En Un ojo siempre parpadea cada uno se
desarrollaban en diferentes ubicaciones, a menudo sin identificar. En Hannibaal,
el escenario venía de serie.
-Porque
parece que el papel de la trama de tramas, en las narraciones, siempre es
el eje sobre el que gira todo lo demás, pero aquí no tanto…las guerras púnicas
podrían casi mirarle de frente a frente a Hannibaal, pero sin el fenómeno
estratega que era este general cartaginés nada de eso, ni las guerras púnicas,
se sostendrían, ¿no?…
-Como lector – y
por ende, autor - en las novelas me importa, sobre todo lo demás, cómo están
escritas, la literatura que desprenden. Una buena trama ayuda, claro, pero en
manos de un mal escritor no sostiene una obra, igual que un mal entrenador
puede hundir un buen equipo de fútbol. En el caso de Hannibaal partía de
una base histórica, por lo que las líneas generales se hallaban definidas. Sin
embargo, no aspiraba a una descripción exhaustiva de las batallas o a pergeñar
unos áridos anales académicos. Ni siquiera a biografiar al protagonista. Quien
busque eso puede consultar en los abundantes estudios de historiadores más
expertos que yo. Deseaba investigar las pulsiones internas de los personajes,
visionar los hechos bajo los ojos de quienes lo realizaron, comprenderlos. Como
es científicamente imposible, acudo a la ficción. Y una vez en ella, intento
darle intensidad narrativa. Al tratarse de unas memorias apócrifas, todas las subtramas giran en torno al personaje principal, aunque
adquieran vida propia, porque sin la figura de Hannibaal es imposible
comprender la guerra tal como se desarrolló, si bien el conflicto era
inevitable, con o sin el Bárcida. Esos dos leones –
Roma y Cartago – aspiraban al dominio de la manada. Sobre todo la primera.
Cartago, hasta ese momento, no mostró interés por el Mediterráneo norte, si
exceptuamos Ispania (sin hache, tal como la
bautizaron los fenicios), siguiendo la tradición cananea (como los
cartagineses, herederos de la fenicia Tiro, se autodesignaban).
La ambición de Roma en cambio, abarcaba toda la cuenca del que llamaron Mare Nostrum. Tras vencer y destruir a Cártago
siguieron guerreando y anexionando territorios durante dos siglos. Dio igual
que de República se convirtieran en Imperio. La dinámica expansionista fue la
misma.
-Todo
ejercicio narrativo pone a prueba al escritor y narrador---hasta la paciencia,
satisfacciones e insatisfacciones del escritor o escritora--, pero a veces la
ósmosis entre personajes y trama es tan fuerte que interaccionan de una manera…
-Aquí, el lector
sabe de antemano el final y detalles importantes de la trama, pero queda margen
para que, al terminar la novela, como escribió Jorge Sanz Barajas en su
estupenda reseña, descubra al Hannibaal humano. Con los mitos suele suceder que
una de sus facetas anula a todas las demás. Ojalá quien lea la obra valore esas
otras facetas del cananeo y los posibles parangones con otras situaciones
ajenas al zeitgeist de entonces. Y además, disfrute
con la lectura. La tensión de su gestación quedaría entonces compensada y
olvidada como, según cuentan las madres, los dolores del parto desaparecen tras
el alumbramiento.
-¿Cuál
y cómo es el papel que le otorgas a los diferentes escenarios en el
que se pasean los personajes y se desarrolla la trama?
-Cada lugar
supone un universo vital para Hannibaal y, como eje de la novela, para los
personajes que orbitan en torno suyo. La infancia en Kart-Hadast
(nombre real de Cártago y también de Cartagena;
ambas, en púnico, significan “ciudad nueva”), es la felicidad ingenua del niño.
Los veinte años de juventud en Ispania significan el
modelaje del militar y del hombre. También la gestación de lazos de amistad con
quienes serán su sostén profesional y anímico. Los dieciséis en Italia, con el
corolario de Zama, la madurez del General y del
individuo, la gloria y el fracaso, la euforia y el desencanto. A su vez, la
pérdida de algunos pilares, como sus hermanos. Los siete años de vuelta a Kart-Hadast, la reconstrucción de la persona, el momento en que,
en lugar de un discreto retiro, decide continuar la batalla desde las
instituciones públicas, ahora contra quienes han carcomido el Estado.
Probablemente, de antemano, sabía que ello le acarrearía represalias. Nunca sabremos
si las imaginó tan graves. En todo caso, jugó fuerte porque con su carácter no
iban las medias tintas y, seguramente, sus partidarios lo reclamaron, de lo que
deducimos un carisma intacto a pesar de la derrota. Los últimos doce, los del
exilio, la de alguien que, paulatinamente, va perdiendo la energía, no tanto
por la edad sino por la amargura de la impotencia, hasta que en las antípodas
de su mundo mediterráneo, en los límites de la civilización, solo y alejado de
los suyos, si es que aún vivía alguien de su familia, se suicida antes de que
un Prusias timorato lo entregue a Roma cuando, hasta
para los propios romanos, era un viejo pájaro desplumado.
-Amigo,
pero tu ¿qué pretendías al sumergirnos desde este ejercicio narrativo…?
-Desde el punto
de vista del lector, que descubriese a un personaje y una época fascinante más
allá de los clichés. Como autor, además de seguir la senda de las novelas
históricas de reflexión, tal como la definió José Ángel Sánchez (en
contraposición a las de acción), demostrar que se pueden conjugar aliento
poético e intensidad narrativa en una novela de este perfil, sin renunciar a la
lectura amena.
-Se
nota que te lo has pasado muy bien escribiendo, sumergiéndote en esta historia,
¿no?
-Escribir es un placer,
pero todo auténtico placer siempre conlleva un esfuerzo, desde leer un libro a
hacer el amor. Ese esfuerzo, por su propia naturaleza, se realiza en un estado
de intensidad superior. Cuando se culmina, embarga una sensación de plenitud de
la que nos alimentamos para atravesar los páramos de la rutina.
-¿Cómo
llega Hannibaal a ti y qué huella ha dejado?
-Como he dicho
antes, llega al profundizar en uno de los protagonistas de una época que supuso
un punto de inflexión en lo que ahora llamamos civilización occidental. La
huella ha sido a título individual, porque con la derrota el orden geopolítico
al que aspiraba fue suplantado por el romano. Ha sido admirado y estudiado en
las academias militares hasta la actualidad. Según los expertos, introdujo conceptos
de estrategia y disposición en las batallas imitados con posterioridad. Todo el
mundo ha oído hablar de él, y ha sido esculpido, pintado, rodado en cine o
biografiado en abundancia. Como urbanista, algunas ciudades que diseñó siguen
existiendo. Ha quedado su nombre, incorporado al acervo común. Dos mil años
después de su muerte parece que aún genera miedo en Italia, porque el
porcentaje de italianos llamados Aníbal es menor al de los países de su
entorno. Y sin embargo ¿quién fue Hannibaal?
-¿Cómo nos presentarías, brevemente,
al General Cartaginés Hannibaal?
-Visto desde
fuera y veintidós siglos más tarde, el de un hombre al que las circunstancias,
si no determinaron, sí encauzaron su vida por unos derroteros que asumió y
nunca pudo – ni probablemente quiso - abandonar. Cuando ve cercano el fin, hace
recuento de su existencia y no puede evitar hacerse dos preguntas: “¿Mereció
la pena?” Y, utilizando un verso de Miguel Labordeta: “¿Quien fui yo?”
Hannibaal fue un mito cartaginés que, en sus 64 años, sólo vivió en su ciudad
natal los primeros 9 y los 7 posteriores a Zama. La
cuarta parte. El resto vivió en varios países, siempre como extranjero pero, a
la vez, absorbiendo las culturas ajenas. Se dice que era políglota, lo
acompañaban cronistas griegos, se casó con una íbera, convivió con una itálica…
Durante las campañas, muchas noches dormía en el suelo con la guardia,
compartiendo su sacrificio. Honró a sus enemigos caídos. Por supuesto era un
aristócrata, con una visión del mundo innata a su clase social. Supongo que la
humildad no sería una de sus virtudes. Y alguien inmerso en la época
helenística, con un claro influjo de la cultura griega.
-Marcó
un tiempo y hasta como un estilo a la hora de enfrentarse frente a
los romanos y a Los Escipiones…eran otros tiempos,
pero lo hizo o lo hicieron…
-En ese campo fue
un innovador. Y muy valiente. Lanzarse a cruzar los Alpes por las sendas de
entonces… no es extraño que semejante acción haya perdurado en la memoria
colectiva. Luego, sus éxitos son principalmente grandes emboscadas en las que
el enemigo siempre cae en la trampa. Para ello, también juega con la
psicología. Conoce que, de los dos cónsules romanos, uno necesita el triunfo
para ascender con rapidez en política, e intuye que la mezcla de ambición y soberbia
le incitará a plantar batalla – los cónsules se alternaban cada día en el mando
- sin estudiar demasiado las condiciones. Así comienzan sus grandes triunfos, Trasimeno y Cannas. Hasta que se
topa con Escipión que, en cierta forma, es su alter
ego y, para desgracia púnica, se ha atraído a su bando la decisiva ayuda de la
caballería númida de Masinisa. Nunca sabremos qué
relación mantuvo con él, pero de modo indirecto podemos sonsacar varias
conclusiones. Sólo ellos supieron qué hablaron en su entrevista personal previa
a Zama, porque pienso que despacharon a los
traductores, como fabulo en la novela: los dos manejaban el griego y
seguramente Hannibaal también el latín. La admiración mutua, recogida en los
textos, tiene mucho de verosímil. Y estoy convencido que eso influyó en que,
tras la derrota, no fuera hecho prisionero y mostrado como un trofeo por las
calles de Roma, que hubiera sido lo normal. Incluso llevó la voz cantante en el
tratado de paz y fue elegido sufete un lustro después...¡Hannibaal,
el que había puesto en jaque a la República, cuya sola mención aterraba a la
ciudad del Tíber! El mismo Hannibaal cuya cabeza fue
reclamada a un lejano rey bitinio veinte años más tarde, cuando ya no era nadie
y Escipión agonizaba en un exilio interior. En la
novela imagino una conexión directa entre ambos, y una protección del romano a
su antiguo enemigo, sin la cual no se comprenden los hechos posteriores a Zama. Existe otra anécdota de un segundo encuentro entre
ambos, durante el exilio del cartaginés, en un gimnasio de Éfeso. Aunque no sea
real, describe muy bien la relación que debieron mantener y el carácter de
ambos.
-De
todas maneras, Miguel, no te puedes ni aún narrando casi biográficamente librar
de tus alforjas—pero es que eres por encima de todo un poeta que escribes, ¿lo
ves también así?.Bueno, poeta era también Hannibaal
como persona…
-Por supuesto, y
conscientemente no renuncié al elemento poético entendido como potencia verbal,
ritmo en la expresión. No el mero redactar unos hechos o echar mano de
estereotipos para perfilar unos personajes que sustentasen la trama, sino
penetrar en ellos a través de ese aliento para dibujar personas y situaciones.
Tampoco es prosa poética, que nadie se asuste.
-Narras
como si nos hablase Hannibaal …le pones vez, mediante
tus palabras y lo que nos cuentas…eso es muy, muy arriesgado…me
daría vértigo ¿por qué utilizas esa fórmula?
-Con la primera
persona se gana intensidad en la expresión, a la vez que intimidad. Entras en
la piel del protagonista. Es arriesgado pero juego con una ventaja: nadie de
nuestros contemporáneos ha conocido a Hannibaal, y los suyos, o cercanos en el
tiempo, no dejaron testimonio de sus auténticos pensamientos. El lector acepta
el pacto de ficción y, al finalizar, puede contrastar los elementos históricos,
valorar los literarios y sacar sus conclusiones en ambos campos.
-Hannibaal era un tipo que imprimió
ritmo a su beliciosa vida, pero que era, a la vez,
muy introvertido, como reflexivo….casi diría que sereno tras o después de la
batalla y aún antes…conjugar la acción de un hombre incisivo en la estrategia
de la acción con esa “introspección reflexiva” eso debe de ser difícil, ¿no?
-¿Tenía algo de “espartano” y quizás también como de recatado…?
-La mentalidad de
Hannibaal sólo la podemos intuir por algunos hechos históricos y por la opinión
que nos han legado los historiadores que, no olvidemos, pertenecían todos al
ámbito romano. Esos textos, que deben ser leídos entre líneas, rescatan rasgos
de su personalidad – considerados auténticos - y las anécdotas que, aunque
quizás apócrifas, destilan su carácter. Todos coinciden en su escasa lujuria,
por ejemplo. Apuntala esto que, en los 16 años de la campaña de Italia, las
fuentes sólo lo emparejan durante un periodo con una mujer, prostituta hasta su
llegada, a quien he puesto el nombre de Cecilia. De la simple mención de esa
convivencia entre una prostituta y un General que ha sometido territorio
extranjero se puede colegir, en mi opinión, un cierto respeto a la figura
femenina y, al tiempo, una carencia de prejuicios sociales. En ese mismo orden
incluiría su escepticismo y burlas de augures y supersticiones, tan importantes
entonces. En esas facetas lo veo con una mentalidad más cercana a la de alguien
actual que a la de sus coetáneos. Pero no olvidemos que se trata de un
aristócrata en una sociedad que, aunque tuviera un germen de democracia, en muy
poco se parecía a lo que ahora entendemos por ella. Idealizar a alguien siempre
resulta peligroso, más si caemos en el anacronismo. A las personas,
especialmente aquellas que han perdurado en la Historia, hay que entenderlas y
valorarlas en su contexto.
-Sí, destacó
sobremanera como estratega militar…era de los que sabían utilizar sus recursos
de una manera descomunal….a la altura de Alejandro Magno, Escipión
El Africano, Julio César o Septimio Severo…pero
cuando volvió a la Cártago derrotada y después de un
tiempo de intrigas políticas es sufete y demuestra una gestión muy, muy
estricta y afinada….no se creía por encima del pueblo…en eso era mucho más
austero que otros de su época como pueden ser los Escipiones…
-Hannibaal volvió
a Cartago con el resquemor de que, por envidias y politiquerías de sus
oponentes, no se apoyó su campaña en Italia como debiera. Aunque vivió fuera de
la ciudad desde los 9 años, estaba bien informado de lo que sucedía entre sus
muros. La división en dos bandos y el sabotaje a sus acciones, negándole
refuerzos en momentos cruciales, desembocaron en que, cuando asumió el sufetado, decretara una auditoría de las arcas públicas,
obligando a la reposición de los fondos sisados por los del bando contrario.
Con ello saneó las arcas cartaginesas, saldando la deuda con Roma impuesta como
castigo tras la derrota, y la economía cartaginesa se recuperó pronto de la
crisis. Pero claro, eso implicó su sentencia en cuanto terminó su mandato
-junto a la inmunidad que conllevaba - y el otro bando obtuvo el control del sufetado. Siempre, al modo de los cónsules romanos, se
elegían dos sufetes. No ha quedado constancia del compañero de Hannibaal aquel
año, de donde se deduce que, bien por su carisma, bien por sus iniciativas, lo
anuló. Para que sus enemigos no bloquearan sus iniciativas se apoyó en la
Asamblea de los hombres libres, con predominio de las clases medias, frente al
Senado y al Consejo de los cien, aristocráticos. Nunca sabremos si fue una
alianza interesada, si sus ideas tendían hacia una mayor igualdad social o una
conjunción de ambas circunstancias. Por ejemplo, durante su mandato edificó un
barrio de nuevas viviendas que hoy llamaríamos “sociales”, o al menos no para
pudientes: ¿lo hizo por honestidad política o por cumplir un pacto con los
miembros de la Asamblea que lo apoyaban?. Los hechos,
en todo caso – y en eso coinciden los estudios académicos que he leído – lo
definen como un mandatario honrado, que con sus medidas – y el apoyo de quienes
las gestaron y ejecutaron, claro - reflotó a Cartago en un tiempo récord.
-¿Por
qué a los hombres que aparentemente parecen tan honrados su propia gente se los
lleva por delante?
-Porque mucha
gente no tiene escrúpulos en anteponer su interés personal al colectivo. Como
sucede en tantos sitios y tantos momentos, la sociedad – más bien quienes
comandaban esa sociedad - se dividió en dos bandos y al de Hannibaal le tocó
perder. Cuando el contrario retomó el poder, apoyado por Roma, pidió su cabeza
y, tras su huida, destruyó su casa y confiscó sus posesiones. Y bien que lo
pagó Cartago: 37 años después de su muerte, Roma la arrasó hasta los cimientos,
pasó a cuchillo a parte de la población y al resto la vendió como esclavos.
Probablemente, la ciudad estaba sentenciada tras la segunda guerra, pero nunca
sabremos si, de mantenerse en el poder los partidarios del hijo de Amílcar, la
historia hubiese sido distinta.
-Tiene
que exiliarse y conoce a otros lares con las mismas carcomas…parece incluso que
una especie de mal fario traidor le persiga…¿puede
pasar a la historia como un incomprendido?
-Tras salir de
Cartago, progresivamente su estrella se va apagando. En ámbitos de poder, la
brillantez provoca la envidia de los mediocres. Y cuando eres un extranjero, un
advenedizo en un sistema donde esos mediocres manejan los resortes de ese
poder, acabas orillado. No sé si incomprendido sería la palabra exacta. Más
bien, durante el exilio es un frustrado. Sobre todo mientras asesora a Antíoco,
el único que realmente puede hacer frente a Roma. La anécdota del desfile
militar que narro en la novela, sea cierta o no, es demoledora. Además,
describe muy bien su lucidez y su personalidad, valiente y socarrona.
-Además,
protege con murallas lugares…lo que quiero decir que también sabía, como por
adelantado, de situarse a la defensiva…no solo era audaz al atacar, lo era
también en la defensa…
-Es hijo de su
época y de su posición social. En el pack de su formación militar iba todo
incluido, claro, el ataque y la defensa. Y era un militar brillante, audaz
hasta rozar la temeridad, pero prudente cuando tocaba serlo. Por ejemplo, la
cuestión mil veces debatida sobre por qué no marchó contra Roma tras Cannas. Soy de la opinión de que conocía el poder auténtico
de su ejército, magnífico para ganar batallas pero no para sostener un asedio
prolongado contra una ciudad así. Quizás si hubiera recibido los refuerzos
solicitados a la metrópoli, la historia habría sido diferente.
-Me
da que Hannibaal era un tipo que haría falta o que no resaltaría en el día a
día de hoy…..bueno, es que creo que haría falta…al menos era de los que iba con
todo de cara, sin más…
-Caeríamos en el
anacronismo si quisiéramos resucitarlo hoy. Cada uno somos hijos de nuestra
época, con sus luces y sus sombras. Eso sí, algunos de sus rasgos, como el
carisma, y algunos de sus actos, como la auditoría de las cuentas públicas y la
obligación de restituir lo malversado, vendrían muy bien. Claro que, al igual
que él entonces, quien aplicara esa medida se ganaría enemigos entre la
oligarquía. Imagínalo de Presidente de Gobierno, con cierta prensa y ciertos
usos de las redes sociales en este país, la que le caería. Tampoco tengo muy
claro que encajara en el juego democrático, tal como lo entendemos en
Occidente. Y, desde luego, no lo veo medrando en un partido político.
-Un
hombre nacido en la guerra, que ve empañada su juventud de batalla en batalla y
que muere—hay incógnitas de dónde está enterrado y demás---como en un asedio
fruto de una traición…seguirle con tranquilidad no debía ser fácil…
-Tuvo una vida apasionante – y bastante longeva, dadas sus
circunstancias - y una muerte acorde a esa vida. Seguir una trayectoria tan
larga y con tantas facetas costó, aunque el esfuerzo
mereció la pena. Una estupenda noticia sería el hallazgo de su tumba, de la que
existen teorías pero no indicios confirmados. Sería interesante y bonito
estudiar sus restos. Con los avances de hoy se podría recopilar gran cantidad
de información sobre su dieta, su salud, etc. Por no hablar de conocer su
auténtico rostro y figura.
-¿Cómo
era o cómo lo has captado en el trato corto?
-Austero, poco
amigo de lisonjas, directo en el trato, con ese punto de soberbia de quien se
sabe especial, serio pero al tiempo socarrón, astuto, buen conocedor del alma
humana, responsable, capaz de honrar al enemigo que lo merece, incapaz de
soportar las intrigas palaciegas, nada crédulo. Y con un carisma arrollador
entre sus huestes. Su ejército era multicultural, englobaba pueblos de tierras
a ambos lados del Mediterráneo Oeste. Que consiguiera la fidelidad durante
décadas de esa gente, en las condiciones y con las penalidades que sufrieron,
sorprende a quien lo estudia.
-¿Son
estos los personajes que muestras y haces desfilar en tu historia
los que han ido, a la vez, cambiando tal como los pensaste en un inicio bajo el
influjo de la historia…?, porque una cosa es saber, por decir algo, los datos elementales
de la azarosa vida de este personaje y otra muy diferente es ponerse a escribir
sobre él, no te ha podido un poco como la responsabilidad de no irte de la raya
que marcan los acontecimientos meramente históricos?…?
-Me pesó esa
responsabilidad porque pretendía hacer personajes creíbles, es decir, que
respondieran a la que intuyo era la mentalidad de aquella época. Sobre todo,
que no pareciesen coetáneos nuestros vestidos al modo antiguo. Al escribir
sobre hechos históricos se conoce el desarrollo de la trama, pero la
documentación deja demasiadas zonas oscuras. Nunca narra la intrahistoria, ni
utiliza el lenguaje de la calle. Podemos acercarnos a la realidad del día a día
a través de la literatura antigua, aunque identificar la cotidianidad con las
obras de Plauto o Terencio resulta tan peligroso como
pensar que nuestras vidas se reflejan en series tipo Cuéntame o Física
y Química. Y ya no hablemos de la realidad política y social a gran escala.
-Amigo,
¿nos puedes hablar del proceso de documentación, búsqueda de fuentes, lectura
de libro y demás que hay detrás de este libro?.Período
apasionante, pero muy afanoso y trabajoso que, a veces, incluso nos puede
sumergir en cierta ansiedad como te decía, pero esta es la ansiedad previa a
ponerse a contar y/o narrar…..
-La primera
fuente, el chispazo que desencadenó todo, fue la biografía sobre Hannibaal
escrita por Serge Lancel,
al que siguió su obra sobre la historia de Cartago, ciudad en la que excavó
como arqueólogo. A partir de allí vinieron los textos de historiadores
antiguos, entre los cuales destacaría a Polibio, que
fue un griego, hiparca de la Liga Aquea, llevado a la
ciudad eterna como rehén. Allí, dada su amplia cultura, fue aceptado por las
principales familias, entrando en el círculo del hijo de Paulo Emilio, el
cónsul muerto en Cannas, y luego siendo testigo de la
destrucción de Cartago por Escipión Emiliano (nieto
de Paulo Emilio pero adoptado por la familia de los Escipiones).
Con este lío genealógico pretendo explicar que el testimonio de Polibio lo considero el más valioso porque aúna tres
características: la mentalidad de quien ha sufrido a Roma como enemigo; el
acceso, por su confianza con las mencionadas familias romanas, a la
intrahistoria que no se registra en los documentos y que, muy pocas décadas
después, aún seguiría viva en las tertulias familiares y la casi
contemporaneidad con lo narrado. Polibio tenía 17
años cuando Hannibaal se suicidó, no demasiado lejos de su residencia. Y creo
que es el más comprensivo con su figura, por ello le hago un guiño, como
personaje, en la parte final de la novela.
Luego, para
completar documentación, acudí a una ristra de manuales y libros específicos,
desde los que aportaban una visión general del Mediterráneo a la vida cotidiana
de romanos y cartagineses, bastantes de los cuales aún pululan por mi
biblioteca con las marcas y las notas donde recogía ideas o anécdotas.
-Y,¿ cómo ha sido el día a día de trabajo, tu metodología de
trabajo para construir este libro de ensayo / narración?
-Primero me ocupé
de la documentación y toma de notas. Luego de la escritura propiamente dicha
que, aun partiendo de una estructura preestablecida - más en este caso al
utilizar sucesos históricos - siempre tiene un margen de improvisación y vida
propia. Por fin, corregir, algo que inicio casi párrafo a párrafo mientras los
voy redactando y que incluye un repaso general de estructuras, tempos
narrativos, etc.
-Este
trabajo, ¿te ha abierto la mente y la curiosidad a indagar más sobre algunos de
los aspectos tratados en el mismo?; ¿nos puedes hablar de trabajos en los que
estás sumergido ahora?
-En poesía tengo
un grupo de poemas preparado, a ver si encuentran editor, y en prosa ando
inmerso en otros proyectos muy alejados de éste, más de vuelta a mi mundo
personal. Agradezco a Hannibaal que me sumergiera en una época
apasionante y me descubriera varios personajes en los que no me importaría
profundizar: Sileno, el cronista griego que acompañó al cartaginés. O Himilce, su esposa íbera. Cuando visité las ruinas de
Cástulo, su ciudad, pensé en ambos, sobre todo en ella, de la que apenas
tenemos datos. Ambos son actores secundarios al tiempo que espectadores
privilegiados con muy poco margen de acción. Aunque, cada uno en su medida,
todos somos actores y espectadores del tiempo que nos toca vivir, al que
aportamos una perspectiva única para comprenderlo.
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