La
Librería de El Sueño Igualitario
Cazarabet conversa con... Laura Martel,
autora del texto de "Winnipeg, el
barco de Neruda" (Grupo 5)
Una
excelente novela gráfica llega a nosotros y la recibimos con los brazos abiertos,
desde el texto de Laura Martell y la ilustración de Antonia Santolaya….con
el sello editorial de Grupo 5.
Estamos
ante una novela gráfica que leemos un ratico y que es una total “obra maestra”,
me ha encantado porque se “degusta” algo especial detrás del texto y las
ilustraciones , algo como “conciso, suave y como en una especie de
cuento” y es que esta novela gráfica se relata desde los ojos de una niña
(Roser Bru) y así lo debemos entender, leer, y
degustar…es una novela gráfica que nace desde la ilusión y que zarpa, nunca
mejor dicho, hacia un puerto que se llama esperanza. A quien le guste la novela
gráfica, le tiene que gustar esta novela.
La figura
de Neruda, uno de los dos promotores de este viaje (el otro fue el diplomático
español Rodrigo Soriano ) flota todo el rato en el aire, de una manera casi
inquebrantable y para hacernos un hueco y un favor hacia nuestro propio
compromiso como personas idealizadas por unas ideas que llevamos con nosotros
tan pegadas como la dermis a la epidermis…Así, el libro empieza con un verso de
Neruda que se clava en la memoria…y, también, con unas palabras de él al
encontrarse con el barco y emprender la odisea de salvar a más de dos mil
vidas. Luego, le acompañan unas palabra de Luis Sepúlveda que son otro canto a aquello que: “ la
esperanza nunca muere…”. Cuenta un poco más de cómo Neruda tuvo que
“enfrentarse” a cierta oposición en Chile y redescubrimos, aquí, unas palabras
del que era, en aquel entonces, su
presidente , el de la República Chilena, Aguirre Cerdà,
acerca de la “acogida” que sentía que debía dársele a aquellos vencidos de una
guerra demasiado desgarradora..”…que vengan carpinteros que sepan hacer buenas
mesas , para compartir el pan y el vino, pescadores que echen las redes en el
mar nuestro que también será de ellos, mineros que compartan con nuestros
mineros la oscura misión de rescatar la riqueza
del fondo de la tierra, maestros que enseñen en la lengua de Cervantes,
campesinos, para labrar esta tierra generosa, artistas que alegren la vida,
poetas que canten a la esperanza…”.
¡Qué
bellas palabras!, ¡Qué estimulante para llenar esa bolsa que es la fraternidad,
la humanidad y la generosidad!...pero
, a la vez, tengo la impresión de que
este mismo mensaje, nacido desde el pensamiento de un hombre, hace muchas
décadas, muchos años….nosotros, todavía y por desgracia , casi nunca hemos sido
capaces de reproducirlo porque nos hemos dedicado a vivir en una atalaya de
egoísmo engominado y caduco que enterraba la memoria histórica hasta no hace muchos
años….Hubo, como en todas las sociedades, hombres y mujeres comprometidos,
llenos de ideales e ilusiones que rompieron el miedo y el tabú y empezaron a
preguntar y a desenterrar los silencios, los miedos para luego apartar matojos
y, con sus propias manos, escarbar en el suelo y desenterrar la memoria y
ponerles dignos nombres y devolverles la razón….Laura, Antonia, los editores de
esta novela gráfica y otros muchos son algunos de los ejemplos….y que no cese,
que no pare….¡¡vamos, amigos y compañeros, a seguir desalambrando!!.
Lo que
nos dice la editorial:
El 3 de septiembre de 1939, el Winnipeg arribó a las
costas de Valparaíso. En él viajaban dos mil doscientos inmigrantes
españoles provenientes de Francia gracias a la iniciativa del poeta chileno Pablo
Neruda, refugiados republicanos o comunistas de la Guerra Civil que habían
huido de España con la llegada de Franco al poder. En 2014 se cumplen 75 años
de aquella hazaña. España de manera oficial nunca ha agradecido a Chile el
gesto de esta acogida.
Una novela gráfica que relata aquel viaje
a través de los ojos de una niña que salió de Barcelona con su padre y tras
pasar por los campos de concentración franceses consiguió llegar a Chile.
Winnipeg, el barco de Neruda es la novela gráfica que
relata la hazaña de un poeta capaz de fletar un barco cargado de vidas
truncadas deseosas de otra oportunidad
En tierra francesa, a la orilla de una Europa que ve
acercarse el inicio de la Segunda Guerra Mundial, un poeta agitaba el pañuelo
de despedida consciente de que ese viejo barco cargado de derrotados de la
República era su mejor y más bello poema.
En la memoria de españoles y chilenos sigue navegando
como el inmortal barco de la esperanza.
Luis Sepúlveda
Cazarabet conversa con Laura Martel
-Laura ¿Por qué te
ha dado por acercarte a este episodio de la historia del exilio…?
-Porque es una historia hermosa y
esto escasea en la vida real. Y lo es además en un contexto donde no suele
haber historias hermosas como es el fin de una guerra y el comienzo de otra
-¿Qué tiene para ti de particular
aquella odisea que emprendió este barco desde Burdeos hacia puerto chileno…?
-Que cambió el destino de sus
protagonistas, probablemente morir en un campo de exterminio nazi. Esta
capacidad para cambiar las cosas es algo que hemos olvidado, lo que les ocurrió
en aquel momento a los españoles ocurre hoy en otras partes del mundo, sin
embargo desde aquí o no miramos o lo hacemos con fatalidad.
-Neruda fue en todo como uno de los
“padrinos”, su figura, su recuerdo ¿Qué significa para vosotras?
-Sin Neruda no habría habido
Winnipeg, es él quien, tras recibir una carta de Rafael Alberti contándole la
terrible situación en la que se encontraban los refugiados españoles en los
campos de internamiento franceses, visita a Aguirre Cerda y consigue su
compromiso de aceptar a dos mil refugiados, es él quien viaja a Francia y junto
a su mujer Delia del Carril buscan la financiación para el viaje de los
españoles.
-Bueno, Laura, siempre pregunto por
el proceso de documentación, de investigación que acompaña a un escritor a
consagrar su idea inicial en un buen trabajo final…
-Cuando escuché esta historia, de
boca del embajador de Chile en España, me gustó y decidí leer más sobre ella,
cuanto más leía más fascinante me parecía y no podía entender que la mayoría de
los españoles, como yo hasta ese momento, no hubiéramos oído hablar del
Winnipeg. En principio pensé en hacer un documental y entrevisté a muchos
supervivientes y a sus familiares y de las historias que me contaron terminó
naciendo esta historia de ficción hecha con retazos de historias reales
-En el caso de novela gráfica , y más
cuando es un trabajo compartido con otra persona, todo esto cambia un poco,
¿no?. ¿Cómo ha sido trabajar, cómo era el día a día de ir dándole forma a todo
este trabajo…partiendo de un dúo?
-Pues en principio a mi me hubiera
gustado trabajar la novela mano a mano con Toña pero no fue así, yo hice un
guión y Toña trabajó sobre él y yo no lo vi hasta que ya estaba terminado.
-Volvamos a hablar
del libro, del exilio….¿qué crees que significó, desde lo más hondo, esta
odisea para el concepto de exilio, si a este le añadimos las palabras:
fraternidad, solidaridad, generosidad…?
-El exilio es siempre algo horrible
porque te condena a vivir en una cultura que no es la tuya, la cultura es parte
de nosotros y enajenarla es enajenarnos a nosotros mismos. Desde luego este
hecho es más terrible si uno se siente rechazado en el lugar donde vive, esto
no les pasó a los españoles del Winnipeg que se encontraron con una recepción
calurosa y con una solidaridad tremenda. Por otro lado los pasajeros del
Winnipeg eran en su mayoría profesionales que aportaron gran valor a Chile y
por eso allí la imagen de la inmigración española es muy positiva.
-¿Cómo sientes las palabras del presidente
que era, entonces, de la República de Chile Aguirre Cerdà?
Neruda, la sobra benévola de este poeta es tan alargada cuando recordamos esto
del Winnipeg…¿qué nos puedes comentar; qué es y qué significa para ti Neruda?
-Que Neruda es un mago de la palabra
es algo que todos sabíamos pero esta parte de su obra es desconocida y merece
serlo. Él mismo hablando del Winnipeg dijo: “ Que la crítica
borre toda mi poesía, si le parece. Pero este poema, que hoy recuerdo, no podrá
borrarlo nadie”.
-¿Se le ha reconocido suficientemente
“su entrega” para con la causa republicana al poeta de Valparaíso?
-Yo creo que sí, pero lo que nunca se
ha reconocido es la generosidad del pueblo chileno al acoger a los refugiados
del Winnipeg. A Méjico, que también acogió a muchos refugiados, sí se le hizo
un homenaje pero el de Chile es algo que está pendiente
-Centras la novela gráfica y el
relato en los ojos de la artista Roser Bru, ¿qué fue
lo que hizo que te fijaras en ella?
-La niña protagonista de la novela es
un personaje de ficción, no está basado en nadie real. Es la vida que le
imaginé a una niña que sale en la foto del embarque del Winnipeg, en esa foto
aparece Neruda rodeado de niños, una de ellas mira a la cámara con infinita
tristeza, sobre esa imagen construí a Julia. Lo que sí hice fue incorporar
muchas anécdotas que me contaron como la necesidad de aferrarse a algo hermoso,
una caja de lápices de colores, para soportar el horror.
-Laura, ¿en qué estás trabajando en
la actualidad, nos puedes avanzar si haces algo en particular…?
-Yo me dedico al cine y al documental
así que mis proyectos van más por ese lado que por el editorial .Actualmente
estoy trabajando en el guión de la próxima película de Sergio Cabrera, una
comedia acerca de la errónea visión que se tiene de la tercera edad. Y en un
proyecto propio, mezcla de ficción y documental sobre la dispar realidad de
Canarias.
19009
Winnipeg, el barco de
Neruda. Laura Martel
(texto), Antonia Santolaya (ilustraciones). Prólogo
de Luis Sepúlveda
84 páginas
24,00 euros
Grupo 5
El 3 de septiembre de 1939, el
Winnipeg arribó a las costas de Valparaíso. En él viajaban dos mil
doscientos inmigrantes españoles provenientes de Francia gracias a la
iniciativa del poeta chileno Pablo Neruda, refugiados republicanos o comunistas
de la Guerra Civil que habían huido de España con la llegada de Franco al
poder. En 2014 se cumplen 75 años de aquella hazaña. España de manera oficial
nunca ha agradecido a Chile el gesto de esta acogida.
Una novela gráfica que relata aquel viaje a través de los ojos de
una niña que salió de Barcelona con su padre y tras pasar por los campos de
concentración franceses consiguió llegar a Chile.
Winnipeg, el barco de Neruda es la novela gráfica que relata la hazaña de un
poeta capaz de fletar un barco cargado de vidas truncadas deseosas de otra
oportunidad
En tierra francesa, a la orilla de una Europa que ve acercarse el inicio de la
Segunda Guerra Mundial, un poeta agitaba el pañuelo de despedida consciente de
que ese viejo barco cargado de derrotados de la República era su mejor y más
bello poema.
...
En la memoria de españoles y chilenos sigue navegando como el inmortal barco
de la esperanza.
Luis Sepúlveda
Laura Martel. Licenciada en Ciencias Políticas y Sociología, guionista y
dramaturga. Ha adaptado para cine la novela de Wendy Guerra Todos se van,
dirigida por Sergio Cabrera y es autora de Lo que queda de D. Juan y Generación
D. Actualmente trabaja como realizadora de documentales para distintas cadenas
de Televisión en España y América Latina.
Antonia Santolaya. Ribafecha
(La Rioja) 1966. Licenciada en Bellas Artes por la Universidad Complutense de
Madrid. Comienza a trabajar en ilustración en el año 2000 después de ganar el
premio Apel.les Mestre con Las Damas de la Luz (Editorial
Destino). Obtiene además la mención honorífica en “Invenciones 2010” México y
el primer premio en el V Concurso Internacional Álbum Ilustrado de Gran
Canarias 2011. Otros trabajos relacionados con el cómic son: Proyecto Viñetas
de vida (Astiberri-Oxfam Intermón
2014); El Apocalipsis según San Juan (EDT 2012); Bienvenidos a mi país, one, two, three,
viva L’Algerie (De Ponent
2010); De ellas… (Instituto de la Mujer de la Región de Murcia 2006).
Trabaja habitualmente para las principales editoriales infantiles de España
sobre álbum ilustrado y material didáctico.
Winnipeg, el barco de la esperanza
Una hermosa mujer que ya suma más de noventa años camina por las calles de
tierra de Cachagua, en el litoral central chileno, y
se dirige como siempre hacia la orilla del mar para contemplar la inigualable
puesta del sol en el Pacífico.
Esa bella mujer se llama Roser Bru, es chilena,
catalana y española, y tenía recién dieciséis años cuando, el 4 de agosto de
1939, sus ojos de pintora vieron por última vez el puerto de Trompeloup y hasta sus oídos llegó el ruido de las cadenas
levando anclas a bordo del Winnipeg, un viejo barco de poco más de ciento
cuarenta metros de eslora, casi veinte de manga, con una capacidad normal para
trasportar ciento veinte personas, y que zarpó con la preciosa carga de dos mil
doscientas vidas.
En tierra francesa, a la orilla de una Europa que veía acercarse el inicio de
la Segunda Guerra Mundial, un poeta, Pablo Neruda, agitaba el pañuelo de la
despedida consciente de que ese viejo barco cargado de derrotados de la
República era su mejor y más bello poema.
El libro que tienen en sus manos narra lo que fue ese viaje desde la última
barricada vencida en suelo español hasta la dura y fatigosa llegada a Trompeloup, las dificultades y pasiones, anhelos, miedos y
esperanzas que fueron sacudidos por las olas hasta el arribo al puerto chileno
de Valparaíso el 3 de septiembre de 1939.
En el país austral, en cuanto se supo del empeño del presidente Pedro Aguirre
Cerda y del poeta Pablo Neruda, que oficiaba de cónsul chileno en Burdeos, por
salvar vidas de republicanos españoles, las fuerzas políticas conservadoras
hicieron todo lo posible por impedir la empresa humanitaria. Los derrotados de
la República eran parias, delincuentes, violadores, pervertirían las
costumbres chilenas, eran ateos que atentarían contra la cristiandad de la
nación chilena y, además, robarían el trabajo a los chilenos.
Pero la presión popular, la solidaridad, se impuso y el presidente Aguirre
Cerda escribió una carta urgente a Pablo Neruda. En ella lo anima a seguir
adelante y le pedía:
que vengan carpinteros que sepan hacer buenas mesas para compartir el pan y el
vino, pescadores que echen las redes en el mar nuestro que también será de
ellos, mineros que compartan con nuestros mineros la oscura misión de rescatar
la riqueza del fondo de la tierra, maestros que enseñen en la lengua de
Cervantes, campesinos para labrar esta tierra generosa, artistas que alegren la
vida, poetas que canten a la esperanza.
El 1 de septiembre de 1939, el Winnipeg navegó por fin en aguas chilenas y
algunos de esos dos mil doscientos hermanos y hermanas de la España herida
desembarcaron en Arica. Eran mineros y el desierto de Atacama precisaba de sus
esfuerzos y conocimientos para extraer el nitrato que fertilizaba los campos
del planeta. Dos días más tarde, el Winnipeg atracaba en Valparaíso, el destino
final.
Y Roser Bru, mirando la puesta de sol en el Pacífico,
recuerda que en Valparaíso los recibió la palabra más bella y acogedora: la
palabra solidaridad, que esa misma palabra los acompañó en el tren hacia
Santiago y, cuando en medio de los abrazos y frases de bienvenida a las
compañeras y compañeros españoles, un megáfono anunció que los recién llegados
serían llevados a un albergue provisorio, miles de voces dijeron rotundamente
no, y las casas chilenas se abrieron a nuestras hermanas y hermanos de la
República.
Una vez desembarcada su preciosa carga humana, el Winnipeg levó anclas y zarpó
con rumbo norte. Muy pronto empezó la Segunda Guerra Mundial, la nave fue
confiscada por los británicos y renombrada como Winnipeg II. El 22 de octubre
de 1942, mientras realizaba una travesía entre Liverpool y New Brunswick, el Winnnipeg II fue torpedeado por el submarino alemán U-433 y
desapareció en las aguas del Atlántico.
Pero en la memoria de españoles y chilenos sigue navegando como el inmortal
barco de la esperanza.
Luis Sepúlveda
Isla Grande de Chiloé. Noviembre de 2014
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