La
Librería de Cazarabet Indignado
Un
libro de Plaza Valdés que nos revela la “otra cara” de Facebook y nos enseña,
de alguna manera, cómo afrontarla…
Vicente
Serrano Marín, nos abre a todos nosotros los ojos y nos pone “en alerta” sobre
lo que significa, en realidad, esta red
social. El mismo autor, ya ha publicado: Nihilismo y modernidad. Dialéctica de
la antiilustración; Absoluto y conciencia. Una
introducción a Schelling y Soñando Monstruos. Terror
y delirio en la modernidad, todos de Plaza y Valdés
Seguro
que si leemos el libro y obramos en consecuencia o hacemos caso de lo que en el
libro se destapa, pues nunca volveremos a utilizar esta red social con “la
alegría” con que , a veces, muchas veces lo hemos
hecho…
Al
menos que no nos pillen muchas cosas por sorpresa .A partir de ahora ya no
podremos decir que no lo sabíamos.
Con
la lectura de este libro nos daremos cuenta de cómo y de qué manera se nos
maneja, porque las redes sociales, en este caso Facebook, nos maneja.
Es,
hoy y ahora, el principal espía, “el gran hermano” incrustado en cada casa,
cada usuario.
Facebook,
una bomba de relojería para nuestra libertad, más allá de canalizar nuestra
vida y la de nuestro entorno más inmediato.
Lo
que nos dice la editorial del libro:
Las
redes sociales se han instalado masivamente en la sociedad y son ya una parte
fundamental de nuestra vida cotidiana. Frente a los innegables beneficios que
ofrecen en todos los órdenes, en la comunicación personal o en la vida política
y económica, contienen riesgos bien conocidos como herramientas de control y
manipulación. Sin embargo, este ensayo va más allá de esos riesgos e indaga en
las dimensiones ocultas y aparentemente inocuas e inocentes que articulan la
vida en Facebook: la idea de biografía, el concepto de amistad, la aprobación
del Me gusta…
En Fraudebook Vicente Serrano desvela, desde un lenguaje
claro y atento a las mejores tradiciones clásicas y modernas del pensamiento,
lo que las redes hacen con nuestras vidas, su relación con la religión, con la
ideología, con la cultura de masas o con la ética, la política y la estética.
Al recorrer el libro el lector encontrará las claves de un dispositivo que el
autor no duda en considerar como biopolítico, de una
máquina capaz de incidir en nuestra afectividad para convertirla en un factor de
producción y de alterar la vida de quien la usa.
Cazarabet conversa con Vicente Serrano
Marín:
-Amigo Vicente, ¿hasta qué punto Facebook es una herramienta de
vigilancia, espionaje…?
-Cuando decidí escribir este
ensayo me interesaba menos la dimensión de espionaje que tiene Facebook como su
capacidad para incidir en la vida los
usuarios y en su identidad. En realidad respecto del espionaje Facebook no
añade mucho a otros dispositivos digitales. Lo que le diferencia de otros
dispositivos o incluso de otras redes sociales descansa sobre todo en el hecho
de articular la vida afectiva de los sujetos, su identidad y sus relaciones
básicas mediante conceptos como el de biografía o el de amistad, que son los
pilares en torno a los que se organiza, pero que son caricaturas
simplificadoras
-Pero hay más detrás de ello, ¿no?
-Desde luego el hecho de que un
dispositivo simplifique todo eso, la amistad o la biografía, no tendría tanta
importancia si no fuera porque a la vez que lo hace produce riqueza y al hacerlos convierte esa instancia afectiva
íntima en una mercancía y al usuario en un productor que ni siquiera es
consciente de que lo es. Es una forma muy sofisticada de capitalismo que accede
a los afectos y lleva la publicidad a un ámbito que hasta ahora no había sido
colonizado de un modo tan masivo. Ese es creo el secreto de su éxito. De pronto
el aparato publicitario descubre que se puede instalar en el corazón de las
personas, no ya en su ocio o en su casa, como ocurría con los mass media tradicionales, sino en el
equivalente digital de lo que era el viejo álbum familiar, en las interacciones
aparentemente más desinteresadas que son las de los amigos. Esa potencia explica el crecimiento
espectacular que ha tenido. Hoy no hay empresa que no incluya una pestaña con
su Facebook correspondiente y que no destaque en algún lugar el número de likes que recibe. Desde la expansión de Facebook ya no hay
frontera que separe lo mercantil de lo afectivo. Los sentimientos son ahora
productos y sentir se ha convertido en una actividad productiva.
-La mayoría de los perfiles del Facebook se tienen para contar y
compartir cosas de la vida diaria. De lo que se deduce que los afectos y la
amistad nos pueden costar muy, muy caros, ¿no?
-Inicialmente era así, pero la dimensión
publicitaria y de promoción es cada vez más visible. Hay cientos de miles de
cuentas y de usurarios de Facebook que en realidad hacen un gran negocio porque
lo usan como ese tipo de herramienta y obtienen beneficios. El problema es que
hay otros muchos, todavía la mayor parte, que son los que invierten su tiempo y
vuelcan su afectividad para hacer posible esa herramienta publicitaria y la
exponen. Es una especie de nueva división en clases en el interior de Facebook:
los que vuelcan su afectividad y los que obtienen beneficio o sacan
rendimiento.
-¿Hay maneras de tener un perfil y estar con las libertades protegidas?
-Desde luego se pueden tomar
cautelas y hacer un uso prudente y eso ayuda a estar menos expuesto. Puedes
hacer uso de los mecanismos que la propia red te da para proteger la privacidad
y restringir el acceso a la información, pero es obvio que ese tipo de
protección lo es solo frente a terceros y no frente a la propia empresa a la
que cedes toda la información que cuelgas en tu cuenta.
-¿Cuáles son los verdaderos brazos por los cuales nos atenaza esta red
social y cómo lo hace?
-La posibilidad que nos ofrece
de comunicarnos es indudable. Cuando apareció nadie se planteó los peligros que
podría traer. De hecho se nos ofrece como un servicio que es gratis y lo será
siempre, una extraordinaria capacidad para estar conectado con personas, para
expresarse, para vencer barreras de espacio y tiempo y combatir el aislamiento
al que la sociedad nos somete. Todo son aparentemente ventajas. Genera una
libertad o una apariencia de libertad. En el libro hay un capítulo titulado la
ironía del dispositivo. Es una frase tomada de Foucault en el que denuncia y
desvela como determinados dispositivos nos hacen creer que somos más libres al
someternos
-¿Hasta qué punto el poder político, de grandes lobbies o de grandes
intereses utilizan a Facebook para espiarnos…?
-Esa posibilidad está ahí y es
más que una posibilidad, pero insisto en que no me parece lo más relevante de
Facebook. Hay otros muchos ámbitos donde podemos ser espiados. Lo más
complicado es que en realidad y técnicamente hablando no se puede hablar de
espiar allí donde alguien expone públicamente determinada información, porque
al hacerla pública ya no cabe hablar de tal cosa. Hay quien ha hablado de la
sociedad de la transparencia y en parte creo que se refiere a eso para expresar
esta situación de exposición pública generalizada, de ese impulso a exhibir y
exhibirse. Pero eso con ser una patología social ni siquiera me parece lo más
relevante, por las razones que he expuesto, porque hay otras muchas dimensiones
de la vida contemporánea donde se accede casi a todo lo que hacemos y pensamos,
y eso se daba ya antes de Facebook. Para mí lo más relevante está en el hecho
de que existe una máquina discursiva que está formateando las mentes bajo la
apariencia de posibilitar la comunicación. Creo que no es baladí el hecho de
que ese dispositivo tan banal tenga ya más de 1500 millones de usuarios y que
todos vuelquen su intimidad, su identidad y sus relaciones en un mismo
formato. El problema entonces no es
tanto la intimidad que nos roba Facebook, sino más bien la identidad y la
intimidad que fabrica, si se me permite la expresión a partir de ese formato y
la ansiedad que genera a los usuarios, dadas sus características.
-O sea que Facebook es como un canal desde donde se compra y se venden
“perfiles de personas” afines a tendencias políticas, sociales, económicas...
-Yo prefiero hablar de una
fábrica de afectividad, donde las tendencias y las identidades se producen de
modo serial a partir de un contenido que vuelcan los usuarios. Si se estudia la
estructura de Facebook, su diseño y su funcionamiento, se llega a la conclusión
de que al abrir una cuenta cualquier contenido es absorbido como una materia
prima con la que se construye un producto que varía en esos contenidos pero
obedece siempre a un mismo diseño. Pero ese diseño no es cualquier cosa, sino
que tiene que ver con el grado cero de la libertad, a saber con el modo y la
capacidad que tenemos de gestionar nuestros afectos. Facebook tendencialmente
puede acabar gestionándolos por nosotros y lo hace fomentando la acumulación,
de amigos, de adhesiones, facilitando una especie de interiorización del
neoliberalismo, que incluso puede ser compatible con cualquier ideología.
-Encima, cuando le damos a “Me gusta” o a “Compartir”---porque se supone
que “nos gusta” la noticia---nos estamos convirtiendo en un “plus” para ser
espiados al margen de nuestro perfil.
-Cuando pulsamos el Me Gusta o
el Compartir estamos ingresando nuestro tiempo y nuestra vida afectiva en el
gran proceso de circulación de esa mercancía. Otra forma de verlo es que
estamos ingresando en el templo y en la liturgia de la gran religión nihilista
del capitalismo.
-Las redes sociales son muy a menudo lugar de confrontación
porque algunos/as la utilizan con “gustos” un poco particulares. ¿Debería
existir como un código deontológico a tu parecer?
-Facebook como empresa es
bastante puritana y políticamente correcta. Zuckerberg
ha mencionado a propósito de admitir o no el No me gusta que Facebook no será
nunca una herramienta de odio y sabemos además que hay contenidos que se
consideran inapropiados. La pregunta es
la razón de ello. Creo que más allá de las leyes y la ética, hay también una
razón vinculada a su condición de máquina publicitaria. Nadie hace publicidad
con contenidos negativos que generen rechazo.
- De lo que no hay duda que las diferentes redes sociales o, incluso,
muchos de los móviles o otros instrumentos
tecnológicos nos tienen vigilados más que nunca…esto parece el “Gran Hermano” o
“Samaritano” de la serie Person of Interest (la realidad siempre acaba superando a la
ficción). Aunque, en realidad, todo esto da verdadero miedo
-Hay una diferencia. El gran
hermano vigilaba a los ciudadanos. Lo que yo he tratado de vislumbrar en Fraudebook es hasta qué punto no hemos dado un paso más y
tendencialmente los construye, genera estructuras subjetivas y lo hace desde la
libertad de los propios sujetos acoplándose a su interioridad. El miedo y la
vigilancia son herramientas del poder, pero muchos más imperfectas que aquellas
que generan satisfacción y hacen creer que se brinda un servicio gratuito.
Frente a estas máquinas la resistencia es más difícil.
-¿Se reciben presiones, querido amigo, descubriendo fraudes como éste
del que somos víctimas la gran mayoría de ciudadanos y ciudadanas?
-No
creo que a Facebook le interese establecer presiones. Su negocio va por otro
lado. En mi caso debo decir que ninguna. Facebook produce libertad, con toda la ironía del dispositivo que mencionaba antes,
pero la produce y en eso reside su novedad. El día que deje de hacerlo se acabó
el negocio.
23494
Fraudebook. Lo que la red social hace con
nuestras vidas.
Vicente Serrano Marín
120 páginas 13 x 20 cms.
12.00 euros
Plaza y Valdés
Las redes sociales se han
instalado masivamente en la sociedad y son ya una parte fundamental de nuestra
vida cotidiana. Frente a los innegables beneficios que ofrecen en todos los
órdenes, en la comunicación personal o en la vida política y económica,
contienen riesgos bien conocidos como herramientas de control y manipulación.
Sin embargo, este ensayo va más allá de esos riesgos e indaga en las
dimensiones ocultas y aparentemente inocuas e inocentes que articulan la vida
en Facebook: la idea de biografía, el concepto de amistad, la aprobación del Me
gusta…
En Fraudebook Vicente Serrano desvela, desde un
lenguaje claro y atento a las mejores tradiciones clásicas y modernas del
pensamiento, lo que las redes hacen con nuestras vidas, su relación con la
religión, con la ideología, con la cultura de masas o con la ética, la política
y la estética. Al recorrer el libro el lector encontrará las claves de un
dispositivo que el autor no duda en considerar como biopolítico,
de una máquina capaz de incidir en nuestra afectividad para convertirla en un
factor de producción y de alterar la vida de quien la usa.
Índice: http://www.plazayvaldes.es/upload/ficheros/indice_217.pdf
Primeras páginas de cada capítulo: http://www.plazayvaldes.es/upload/ficheros/fraudebook_primeras_paginas_1.pdf
Vicente Serrano Marín
Ha desarrollado una considerable obra ensayística, en la cual destacan títulos
como Nihilismo y modernidad. Dialéctica de la antiilustración
(2005), Absoluto y conciencia. Una introducción a Schelling
(2008), Soñando monstruos. Terror y delirio en la modernidad (2010)
—publicadas en Plaza y Valdés—, La revolución digital y la sociedad de la
información, en colaboración con Guiomar Salvat
(2011), Naturaleza muerta. La mirada estética y el laberinto moderno (2014)
o El orden biopolítico (2016). En el año 2011
ganó el Premio Anagrama de Ensayo con su obra La herida de Spinoza. Felicidad y política en la vida posmoderna,
consagrándose así como una influyente voz actual en lengua española a ambos
lados del Atlántico.
Vicente Serrano es licenciado en Derecho, licenciado y doctor en Filosofía y
diplomado en Derecho Constitucional y Ciencia Política. Como especialista en
filosofía clásica alemana ha editado y traducido al español a autores como
Hegel, Fichte, Schelling o
Nietzsche, entre otros, además de numerosos trabajos sobre filosofía moral y
política. En la actualidad es profesor titular en la Universidad Austral de
Chile, donde dirige el Instituto de Filosofía y la Escuela de Graduados de la
Facultad de Filosofía y Humanidades.
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