Cazarabet conversa con... Paula Figols, autora de “Catorce” (Pregunta)
Un relato inmenso, desde dentro a afuera y desde
afuera a dentro, con una fuerza impresionante que pone negro sobre blanco una
realidad con la que nos topamos día a día minuto a minuto…
De lo que no somos del todo conscientes es que
para que Catorce llegue a nosotros…pasan por un infierno…
Paula Figols
demuestra que es una pluma excelente y que sabe, dominando, la narración, la
historia, el tiempo narrativo…sin desmerecer la empatía para con los
personajes.
La sinopsis del libro: Catorce son los
kilómetros que separan África y Europa; catorce kilómetros de agua que dividen
radicalmente dos mundos, que distribuyen los sueños y oportunidades de quienes
han nacido a uno u otro lado. Karim es un adolescente marroquí de catorce años
que deja su casa en el Rif y cruza el Estrecho en una patera, en busca de una
vida mejor. El destino le lleva a Zaragoza, donde vive en un piso tutelado, va
al instituto, hace amigos, juega al fútbol. Parece que el futuro le sonríe,
hasta que un día desaparece sin dejar rastro. Siguiendo los pasos de Karim, la
escritora y periodista Paula Figols nos acerca a la
situación de los menas (menores extranjeros no
acompañados), a sus anhelos cuando emigran y a la realidad social que se
encuentran en los países de llegada, a través de las páginas de una novela
coral, emocionante y reivindicativa.
Paula Figols:
https://cuadernosdetodo.wordpress.com/
Cazarabet conversa con Paula Figols:
-Paula,
¿qué te ha llevado a escribir esta obra narrativa que tira de un caso que bien
puede ser más que realidad? ¿La realidad, por desgracia, suele superar a las
ficciones?
-‘Catorce’ es una novela, una obra de
ficción, pero podría ser real. Cuento la historia de Karim, que es un personaje
inventado, pero que está basado en muchos Karims, en
las historias de muchos menores extranjeros no acompañados que viajan a España
y a Europa soñando con un futuro mejor. Algunos de ellos me han contado su
historia directamente, otras las he leído o las he visto. El relato del viaje
en patera de Karim es ficción, es una parte dura. Pero la realidad es a veces
incluso peor, lo vemos a diario en las noticias.
–Amiga, pero
dinos, ¿qué pretendías al sumergirnos en este ejercicio narrativo? ¿Con cuántos
Karim nos podemos ir encontrando aquí? Creo que con muchos. Lo que pasa es que
no les preguntamos cómo han llegado, en qué condiciones, por qué, cómo
viajaron, cómo les recibimos… Hay gente que solamente se pregunta de qué viven
y eso me parece insultante.
-Hay tantas historias como personas. Cada
inmigrante tiene una experiencia del proceso migratorio, con cosas en común y
con otras únicas. Porque cada persona es única. Últimamente me cuesta más usar
la palabra ‘mena’; es correcta, pero se ha desvirtuado y manipulado. Prefiero
hablar de “menores extranjeros”. Ahora se habla mucho de estos chicos en los
medios de comunicación y en los discursos políticos, pero los conocemos poco.
Hay muchas cuestiones sobre los que apenas se habla: cómo llegaron aquí, en qué
condiciones, cómo los recibimos, cómo se sienten, por qué vinieron, si España
es cómo imaginaron… En mi novela “Catorce” planteo estas preguntas y muchas
más. Pero no respondo a todas. Es un libro que plantea más preguntas que
respuestas.
Y sobre si son muchos o pocos, depende de cómo
se mire. Las últimas cifras oficiales de menores extranjeros acogidos señalan
que en España hay unos 9.000 y en Aragón, unos 125. No me parecen muchos. No me
parece “una invasión”, como dicen algunos.
-Tú que te habrás
documentado, investigado y realizado entrevistas en torno a los menores no
acompañados te habrás sentido sobrecogida por saber de ellos y por las
reacciones que se dan aquí cuando llegan…
-Me emociono con cada una de sus historias.
Admiro su valentía. Recuerdo desde el primer menor extranjero al que
entrevisté, Djibril, en 2014, hasta los chicos a los
que ahora doy clase como voluntaria un día a la semana. Todos vienen con muchos
sueños y expectativas, y aquí se dan cuenta de que la realidad es mucho más
dura. Creen que pueden trabajar desde el primer día para ganar dinero y ayudar
a sus familias, pero aquí descubren que tienen que cumplir unos protocolos y se
enfrentan a muchos obstáculos legales.
-¿Cómo, de entrada,
se les puede llegar a considerar “como un peligro”?
-No son un peligro, son personas. Es
vergonzoso que haya quien los considere un peligro. Es muy triste que se les
utilice políticamente.
-Ostras, es que
en las pasadas elecciones a la Comunidad madrileña VOX los utilizó como escudo
de lanza, como si fuesen una amenaza y los instrumentó.
-Sí, VOX está usando el tema de los menores
extranjeros para difundir medias verdades y mentiras directamente en las redes
sociales. Con eso creen que ganan votos, pero siembran el odio y no contribuyen
a la convivencia.
-Y en eso ni la
justicia vio delito de odio. Este país que, a ratos, parece que para ser
legislado deba de pasar todo por la judicatura –más que politizada, dicho sea
de paso-es tristemente llamativo…
-No quiero hablar de política ni de la
judicatura. Con mi libro quiero contribuir al debate social. Quiero que nos
hagamos preguntas. Que nos pongamos en el lugar de estos chicos, que los
conozcamos un poco más. Estoy muy contenta porque el libro se está leyendo en
muchos institutos y está generando debates muy interesantes.
-¿Cuántas
historias hay detrás de los menas? ¿Tantas como cada menor que llega?
Claro, decía antes que hay tantas historias
como personas. No se puede generalizar. Cada uno tenemos una historia, hemos
pasado por experiencias, tenemos sueños, conflictos, problemas, amistades,
amores…
-Proteger los
derechos fundamentales de los seres humanos, dar cobijo y proteger a las
personas vulnerables, a los que corren peligro, a los que están en situaciones
límite es simplemente lo que debería hacer un Estado decente. El Estado debe
ayudar, sin la menor duda, a los menores, simplemente por pura empatía, por
humanidad y no servirlos en bandeja de plata como moneda de cambio, como
“slogans de partidos”. Merecen protección y dignidad, como mínimo.
-Estoy de acuerdo con que el Estado debe
protegerlos. Por lo que he conocido por mi trabajo de periodista y
documentándome para escribir esta novela, creo que el sistema de acogida para
menores extranjeros en España funciona bastante bien. Claro que hay muchas cosas
que mejorar, como los obstáculos legales a los que se enfrentan para poder
obtener el permiso de trabajo (aunque esto acaba de cambiar recientemente con
un nuevo decreto). Y también es mejorable la situación en la que se quedan
muchos al cumplir los 18 años. En Aragón hay un programa para seguir
prestándoles alojamiento y ayuda pasada la mayoría de edad, mientras siguen
estudiando o buscando trabajo.
-La misma
protección y la búsqueda de la dignidad de dignidades que muchos de nuestros
familiares buscaron hace unos años allá donde fuesen…
-Claro, las migraciones forman parte de la
historia de la humanidad. Siempre ha habido migraciones y seguirá habiéndolas.
No se pueden poner vallas y fronteras al hambre, a la desesperanza, a la gente
que huye de las guerras. La gente migra en busca de oportunidades y de una vida
mejor. Los españoles también hemos sido emigrantes recientemente, aunque ahora
seamos un país fundamentalmente de acogida.
-¿Qué es para ti,
amiga Paula, la narración en el caso de ‘Catorce’: un ejercicio de
reivindicación, de denuncia? Pones a los menores no acompañados en el centro de
la trama.
-La literatura me permite narrar desde la
libertad. La narración es entretenimiento, pero también pretendo que mi
escritura sea social, que sirva para denunciar y reivindicar. En el caso de
“Catorce” es, sobre todo, un ejercicio de empatía.
-Lo haces a
través de una narrativa coral y es que solamente una obra coral puede contar
tantas historias condensadas en una misma, ¿verdad?
-Sí, me gusta usar este recurso estilístico de
la narración coral. El libro está estructurado en cuatro capítulos, que son
cuatro voces distintas, cuatro maneras de contar quién es Karim: su amiga Ana,
su tutor Javi, su madre Aisha y su amigo Mohamed. Cada uno puede contar cosas distintas
de él y juntos ofrecen un retrato poliédrico. No somos los mismos según quién
nos mire y quién nos cuente.
-¿Por
qué haces que Karim desaparezca? ¿Para contar más profundamente la historia y
para tener la oportunidad de mostrar a más personajes y cómo el sistema trata a
estos menores?
-La novela empieza con la desaparición de
Karim. Es un gancho narrativo para atraer la atención de los lectores. Queremos
saber desde la primera página quién es Karim. Y una pregunta lleva a otras:
¿Por qué ha desaparecido?, ¿Dónde está ahora?, ¿Por qué vino?, ¿Cómo fue el
viaje?, ¿Cómo se sintió?, ¿Cómo fue la acogida?, ¿Qué siente ahora?, ¿Qué
planes de futuro tiene?, ¿Qué sienten otros migrantes como Karim?...
-Nos preguntamos
alguna vez, amiga, ¿qué significa para los padres dejar que sus hijos
adolescentes se adentren en una senda incierta hacia un mundo desalmado,
inhumano?
-El personaje de la madre, Aisha, es muy
especial. Yo soy madre y he intentado ponerme en la piel de tantas madres de
niños migrantes. ¿Qué sienten esas madres cuando saben que su hijo se ha ido?
Intento imaginar su angustia, la espera de noticias. A la vez, son cómplices en
la mayoría de estos viajes migratorios. Los padres y madres saben que sus hijos
planean irse, en algunos casos incluso les animan o
empujan a ellos. Piensan que es lo mejor para el futuro de sus hijos, que en
Europa van a tener más oportunidades de futuro.
No les juzgo, trato de entenderles. En el libro, trato de ponerme en la
piel de Karim y de todos mis personajes. ¿Qué haría si yo tuviera 14 años y
viviera en un pueblo sin oportunidades en el Rif? ¿Qué haría si fuera la madre
de uno de estos chicos?
-¿Nos
paramos a pensar qué piensan los menores cuando, en el mejor de los casos, su
familia le despide pensando en que él ganará y todos ganarán con “esa especie
de salida” para acabar, si hay suerte, sorteando catorce kilómetros de
continente a continente? ¿Nos ponemos en la piel de ellos cuando dejan su
pueblo, con el corazón encogido, a una edad que debería estar preñada de
sueños, ideales utópicos e inalcanzables, pero por eso inquebrantables, y no
estar jugándose la vida cruzando esos catorce kilómetros, pasando alambres,
escapando de las tramas y las mafias o entregándose a ellas, esquivando
concertinas?
-Eso pretendo con mi libro: ponernos en su
piel, tratar de entenderlos, arroparlos. Hace unos años, cuando aún no se
hablaba aquí de los menas, me resultaba increíble que
un chico de 14 años pudiera meterse solo en una patera y hacer este viaje tan
peligroso. Ahora, he conocido muchas historias reales y aún sigue pareciéndome
casi una película. Qué dureza, qué drama.
-¿Cuándo estos
menores llegan al mal llamado primer mundo son considerados aquí algo más que
un número? Mira que es triste hablar de esta manera, pero irse por las ramas es
hacer el hipócrita.
-A menudo a los migrantes, menores o adultos,
solo los vemos como cifras, como problemas, sin pararnos a pensar en su
recorrido vital. También a las personas más vulnerables de nuestra sociedad las
tratamos a veces solo como números, como las personas sin hogar, los
trabajadores más pobres y precarios, y otros. Debemos mirarles
a la cara, tratarles con dignidad, ayudarles, contar su historia. Nadie es solo
un número.
-¿Los
que vienen en pateras a Europa son las personas más atrevidas, quizás más
preparadas, con conocimiento de varios idiomas? ¿Con qué perfil suelen llegar
los menores extranjeros no acompañados?
-Hay muchos perfiles distintos de personas
migrantes, según el país de origen y sus circunstancias. Haciendo un análisis
de trazos gruesos, los más ricos no vienen en patera, está claro, viajan en
aviones y tienen muchos privilegios. Los más pobres no tienen medios económicos
ni capacidad para afrontar un viaje tan exigente. Los que vienen en patera
vienen por necesidad, son de familias con pocos recursos, pero algunos tienen
para poder pagar el coste de este viaje. También hay quien se enfrenta a estos
viajes desde la miseria más absoluta.
En cuanto a los menores extranjeros no
acompañados, la mayoría de los que están llegando estos últimos años a España
tienen entre 16 y 17 años, proceden fundamentalmente de Marruecos y de algún
otro país africano, como Senegal. La inmensa mayoría son chicos. Hay mucho
pocas chicas que viajen solas siendo menores de edad. Una característica común
es el desconocimiento que tienen de nuestra realidad. No saben bien dónde se
meten, todas las dificultades que se van a encontrar en España al llegar.
-En tu narración,
¿qué papel quieres darles a los personajes, prioritario frente a las tramas y
al escenario?
-Una novela se compone de distintos elementos:
los personajes, la trama, el escenario… Todo se combina para contar una
historia. Tal vez en mi novela los personajes sean fundamentales y los describo
con detalle, pero también la trama está muy pensada y el escenario, muy
cuidado.
-¿Cuál
y cómo es el papel que le otorgas al escenario a Zaragoza, ciudad a la que
conoces más que bien, en el que “se pasean” los personajes y se desarrolla la
trama?
-‘Catorce’ es una novela muy zaragozana
y, a la vez, universal. Localizo mucho la historia en lugares zaragozanos. Lo
hago porque creo que eso le da más credibilidad a la historia, pero también
podría haberla ubicado en otra ciudad o en otro pueblo. Y entre los escenarios
que uso hay muchas referencias personales, guiños a lugares y situaciones que son
importantes para mí, como el parque del Tío Jorge, el instituto Avempace, los paseos en bici de Karim y Ana, su búsqueda de
la mejor palmera de chocolate de la ciudad.
-Se nota que lo
has pasado bien escribiendo, que necesitabas vomitar todo esto que veías,
sentías, pero noto cierta angustia tanto en ti como narradora como en la
narración. ¿Qué nos puedes decir?
-Me gusta escribir y lo paso bien escribiendo.
No considero que “vomite” la historia ni que escriba con angustia. Es un tema
duro, pero yo lo trato con cercanía, empatía, cariño a mis personajes. Hay
quien me ha dicho que incluso he sido demasiado buena o blanda. Era un reto
encontrar el equilibrio entre la denuncia, la dureza y la cercanía. Creo que lo
he conseguido.
-Tus personajes
van cambiando conforme avanza la trama y por la influencia de otros personajes…
-Sí, mis personajes cambian a lo largo del
libro, influidos por lo que les pasa, por las personas que conocen, por lo que
sus amigos hacen. Todos cambiamos a lo largo de la vida y nos influyen las
situaciones y las personas. La novela es un reflejo condensado de estos cambios
en la vida de Karim y otras personas.
-¿Qué
deberíamos aprender, Paula, de los menas? ¿Qué lección de lecciones nos están
enseñando y no nos damos ni cuenta o no queremos ver? Además de la humildad...
-Aprendo mucho de estos chicos y de cualquier
persona migrante que se atreve a emprender un viaje y empezar una vida nueva en
otro país. Hay que ser muy valiente y muy fuerte. Ahora soy voluntaria con una
asociación que acoge a menores extranjeros y refugiados. Ayudo a estos chicos
con sus tareas escolares y a aprender español. Admiro su esfuerzo, su
constancia, su independencia, su agradecimiento, su humildad, también.
-Amiga Paula,
¿nos puedes hablar del proceso de documentación, investigación de
investigaciones, búsqueda de fuentes y testimonios y demás que hay detrás de
este libro? Es una tarea apasionante, pero muy afanosa y trabajosa que, a
veces, incluso nos puede sumergir en cierta ansiedad.
-Cuando empiezo un proyecto literario, dedico
mucho tiempo a la documentación, más aún que a la propia escritura. Dedico
mucho tiempo (meses o años) a leer, buscar información del tema, documentarme.
Así fue con ‘Catorce’. Solo cuando ya tenía mucha
información y un guion más o menos estructurado de la trama, empecé a escribir.
-¿Y
cómo ha sido el día a día de trabajo, tu metodología de trabajo para construir
este libro de narración?
-Tras la fase de documentación, viene la de la
escritura. En esta parte intento ser muy constante: escribo casi todos los
días, un par de horas, por la mañana, madrugando mucho. Luego dejo reposar el
texto. Y después releo y corrijo mucho.
-¿Este
trabajo te ha abierto la mente y la curiosidad a indagar más sobre algunos de
los aspectos tratados en el mismo? ¿Nos puedes hablar, amiga, de los
trabajos en los que estás sumergida ahora?
-Desde pequeña me gusta escribir e imaginar
historias. Algunas me acompañan durante mucho tiempo antes de pasar al papel (o
a un documento Word del ordenador). Ahora tengo varios posibles proyectos, pero
no uno concreto. En muchas tertulias en institutos y con clubs de lectura me
están preguntando por una segunda parte de ‘Catorce’. Puede ser. No sé si ahora
o en el futuro. Ya veremos cuál es mi siguiente proyecto literario…
-Bueno, tengo
entendido que ‘Catorce’ pasa al celuloide…
-Sí, acaba de estrenarse en Castellón el corto
‘Catorce’, una adaptación del primer capítulo de mi novela, dirigido por las
directoras Carme Ripollés y Paula Lorenzino. El corto recibió un premio de la
Diputación de Castellón. En 2022 queremos que se pueda proyectar en otros
festivales de cortos y en otras ciudades.
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