La
Librería de El Sueño Igualitario
Cazarabet conversa con... Miguel Ángel
Royo Bordonada, autor de "En el rostro cercado por un pañuelo negro"
(Mira)
Mira editores, dentro de su colección
Sueños de Tinta, nos brinda una novela de narrativa desbordante desde la pluma
de Miguel Ángel Royo Bordonada. Esla primera novela
de Miguel Ángel Royo Bordonada, un escritor elegante,
pero con una escritura sin estridencias que se acerca a una familia , la Lafuente y se adentra el
ella para destriparla. En esta novela, como en la vida, veremos cómo y de qué
manera el autor describe escenarios truncados por el dolor, el odio que, con
los conflictos políticos, se inyectaron hacia el odio visceral y casi viviremos
con el autor momentos trágicos…. La novela acoge la horquilla de tiempo que va
y viaja entre las guerras carlistas y el franquismo….la guerra, el dolor, el
miedo, el escarmiento y el odio…así, están asegurados..
Es también la historia de un amor que
algunos la quisieron hacer invisible, pero que termina, creo en todo momento,
siendo posible para a quien verdaderamente importaba que fuese así…y también es
la historia de una esperanza, aquella que se asoma detrás de un destino
presente que, a veces, nos puede parecer como muy desgraciado, sin luz ni
atisbo que la haya en años…
Lo que nos explica la editorial Mira
sobre el libro:
En el rostro cercado por un pañuelo
negro narra los avatares de la saga de los Lafuente, una
familia de Moyuela, localidad situada a medio camino
entre Zaragoza y Teruel. Sobre el telón de fondo del pasado reciente de España,
nos adentramos en una historia de odios fratricidas alimentados por las
convulsiones políticas de la época y acontecimientos trágicos marcados por los
hados que amenazan con la locura y la muerte a los Lafuente.
La narración discurre entre las comarcas de Belchite y del Bajo Martín y las
ciudades de Zaragoza y Barcelona, durante el periodo comprendido entre las
guerras carlistas y los estertores del franquismo. María Lafuente, una mujer
sencilla que se avergüenza al oír las campanas de difunto por los niños de las
cuevas, no se resigna a aceptar para los suyos el tipo de vida al que la
sociedad de la época los supone predestinados. Jerónimo Bordonada,
compañero y aliado de María, llevará este empeño de puertas afuera, uniéndose a
los movimientos sindicales que van cogiendo fuerza en los albores del siglo XX,
al igual que hiciera Francisco Lafuente, el tío de María, dos décadas antes.
Las fuerzas vivas locales tratarán de aprovechar la situación política creada
con la instauración de la dictadura de Primo de Rivera para mantener el statu
quo. Pero nada podrán hacer contra las ansias de libertad y justicia,
contagiadas ya entre sus vecinos, que años después permitirán a los
republicanos hacerse con el bastón de mando municipal.
La guerra civil arrasará con casi todo lo construido en años de lucha y
trabajo, despertando los instintos cainitas, que se extenderán por toda la
geografía española, también entre los Lafuente, y sacando a flote lo mejor y lo
peor de cada cual, al margen de ideologías. Al terminar la guerra, María tendrá
que enfrentarse —en solitario, por el exilio forzoso de Jerónimo— a la
persecución, al público desprecio de su propio hermano y, una vez más, al
funesto sino de la familia, que ni entonces le dará una tregua. Pese a todo,
con la ayuda de personas de bien, que no harán caso del «que dirán», y por
encima de las grandezas y miserias de los personajes que pueblan la novela,
María será capaz de sobreponerse a los golpes del destino y sostener los hilos
de un entramado familiar carcomido por agravios y rencores, devolviéndonos la
esperanza en el ser humano.
El autor, Miguel Ángel Royo Bordonada:
Miguel Ángel Royo Bordonada
(Zaragoza, 1967) es doctor en Medicina por la Universidad Autónoma de Madrid y
especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública. Inició su andadura
literaria en época reciente, recuperando así una inclinación hacia la escritura
que se remonta a la infancia. En 2007 quedó finalista en la VII edición del
Certamen de Narrativa Corta Carmen Martín Gaite con el relato «La
matacía».
En el rostro cercado por un pañuelo negro, la odisea de los Lafuente, una
familia corriente cuya historia también merece la pena ser contada, es su
primera novela.
Cazarabet conversa con Miguel Ángel Royo Bordonada:
-¿Cuánto tiene de real, cuánto de esa parte de uno mismo, esta novela?
-Posiblemente
esta es la pregunta que más veces me han hecho desde que publiqué la novela y nunca
he sabido muy bien qué contestar. ¿Cómo cuantificar qué hay de real y qué de
ficción en una obra? La novela, una saga familiar tejida sobre el tapiz de la
historia de España de los siglos XIX y XX, se nutre de innumerables y
variopintas fuentes documentales escritas (históricas, literarias, archivos de
prensa, cartas y otros documentos personales, etc.) y orales (familia, amigos,
conocidos y personas anónimas). Por tanto, podría afirmarse que todo es real.
No obstante, la novela es la realización de una idea que yo fui elaborando en
mi cabeza durante años, en parte de forma inconsciente; es la historia que yo
quería contar, una ficción levantada con los ladrillos de la información
archivada en mi cabeza a lo largo de todo ese tiempo (una amalgama donde es
difícil saber qué es real y qué no) y las vigas y el cemento de mi imaginación.
Por tanto, también podría afirmarse que todo es ficción. O, si ustedes lo
prefieren, podemos decir que tiene tanto de la una como de la otra.
En cuanto
a la segunda parte de su pregunta, podría responder que no hay nada
autobiográfico, puesto que la historia termina el año de mi nacimiento; pero me
parece mejor respuesta la afirmación “Madame de Bovary
soy yo”. No voy a entrar en el debate sobre si cabe atribuir o no la frase a Flaubert, irrelevante para el caso. Pero lo cierto es que,
si no me falla la memoria, Fernando Sabato, en su
novela Abaddón el exterminador, saca a colación esa
frase para presentar una argumentación que da respuesta a su pregunta. Para Sabato todos los personajes centrales de una novela son las
caras de diversos fantasmas que viven en lo más profundo de nuestro ser: el
adolescente, el viejo, el intelectual, el artista, el ángel, el demonio; todo
sale de allí. No podría estar más de acuerdo con Sabato
y no podría explicarlo mejor.
-Es tu primera novela ¿Qué has sentido al ir más
allá del relato corto y del relato
largo….? ¿Por qué o de dónde viene ese placer para con la lectura?
-He
sentido que estaba en mi medio, la novela permite un desarrollo de la trama y
los personajes que no permiten otros formatos más cortos. La novela requiere
mayor esfuerzo y dedicación; pero a cambio da más juego y libertad al escritor.
El relato es mucho más difícil, requiere un diseño extremadamente cuidadoso de
la estructura del relato, un manejo perfecto de las palabras y los tiempos, y
una extraordinaria capacidad para sorprender.
El placer
por la lectura es innato; más bien diría que se trata de la curiosidad y el
placer por el conocimiento y eso te lleva a muchas cosas, entre otras la
lectura. Pero, como todo lo que importa en la vida, el gusto por la lectura hay
que cultivarlo y cuidarlo. En mi caso, el proceso ha sido lento y relativamente
tardío, porque en mi infancia no tuve acceso a otras lecturas más allá de los libros
de texto y los tebeos.
-Los odios que hay en cualquier sociedad y entre sus ciudadanos,
independientemente de las situación socio-política, cómo se traduce en esta
novela, me refiero es mayor y se incrementa cuando, desde el alrededor, corren
y se dan malas circunstancias, ¿no?
-Cuando
miro a mi alrededor, y veo actuar a determinadas personas, me pregunto de qué
serían capaces en circunstancias extremas, como las de una guerra civil. Y
tampoco estoy completamente seguro de mí mismo, de si sería capaz de mantener
el control en cualquier circunstancia. No creo que los odios sean mayores o se
incrementen en determinadas circunstancias, lo que pienso es que lo que en
condiciones normales se encuentra soterrado, es capaz de expresarse en sus
formas más extremadas cuando las circunstancias son favorables por una
relajación de las normas sociales a causa de una guerra, una posición de
dominio, falta de libertades o cualesquiera otras. Pero el odio tiene que estar
ya ahí para que pueda expresarse. El que no odia en condiciones normales, no
creo que pueda hacerlo tampoco en condiciones extremas. Pero hay que tener
presente que, aun sin albergar ningún tipo de odio, en determinadas condiciones
también se puede hacer daño por omisión; en palabras de Gandhi: “Lo más atroz
de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena”.
- La sociedad presente, desde la sociedad presente
un escritor, un novelista, ¿dibujaría escenarios, por lo de estar la sociedad
muy aquejada, escenarios como bastante parecido al que nos muestra…?
(entiéndeme desde lo de dibujar ese dolor más interno)
-Cuando
lee los clásicos, uno tiene la impresión de que no hemos evolucionado tanto. Ha
evolucionado mucho el conocimiento científico y la tecnología, y en paralelo la
forma de vivir y de organizarnos en sociedad; pero el alma humana apenas ha
evolucionado. Por tanto, la respuesta es sí; ese dolor interno se puede dibujar
de forma muy parecida desde la sociedad actual que desde la de hace un siglo o
un milenio.
-El título del libro “ En el rostro cercado por un pañuelo negro”, querido amigo, ¿es el título o aquello que
mejor podría describir cómo estaba “de coartada” parte de la sociedad española,
sobre todo si pensamos en la mujer que siempre parece sufrir como por partida
doble?
-En parte
sí, por lo que se refiere a las mujeres en su conjunto; pero en parte tiene que
ver con un sentimiento personal que me inspiró una foto familiar, en la que
aparece mi abuela con su habitual pañuelo negro, que me trajo a la memoria las
palabras de Benjamín Jarnés en su novela:
«Aquel
paisaje humano, cercado por un pañuelo negro […].
Allí está
escrita la guerra».
-Cómo fue, querido amigo el proceso de
investigación, documentación y la metodología de trabajo en este libro?
-El
proceso de documentación fue largo y complejo. Durante varios años entrevisté a
un nutrido grupo de personas que de forma generosa me proporcionaron una gran
cantidad de información de enorme valor histórico y me abrieron las puertas de
sus corazones al rememorar sus vivencias y sentimientos personales. Algunas de
las experiencias más emocionantes e intensas de mi vida han tenido lugar
durante este proceso, como la primera visita que hice en compañía de mi tío
Esteban Bordonada Gracia, el 1 de marzo de 2008, al
cerro de Santa Bárbara, en Híjar, donde hace setenta
y seis años una bomba acabó con la vida de su hermano Jacinto y a punto estuvo
de acabar también con la suya. Y pocas veces he disfrutado tanto conversando
con alguien como con él, durante unas tertulias interminables en las que,
gracias a su memoria prodigiosa, singularmente dotada para rememorar
acontecimientos novelables, y sus dotes para rellenar
las lagunas del recuerdo con torrentes de imaginación, con frecuencia perdíamos
por completo la noción del tiempo. En paralelo, fui recopilando y leyendo
libros de interés sobre el tema, fundamentalmente de la Historia de España en
los dos últimos siglos, y en particular los relativos a la historia local. En
contraste con el fácil acceso a los libros de Historia en mayúsculas, como las
de España y Europa; los libros de historia local son menos abundantes y en
ocasiones complicados de localizar. Internet fue un aliado valioso para dar con
algunos de esos ejemplares difíciles, como los que tengo entre mis manos
mientras preparo esta entrevista: “La historia local en la España
Contemporánea” de Pedro Rújula; “En el campo
conservador” de Gloria Sanz; “Entre los campesinos de Aragón”, de Souchy Bauer, y “La colectividad de Cretas”,
de Encarna y Renato Simoni, entre otros. Y no me
olvido de los libros y revistas editados por la Asociación Cultural Arbir-Malena, de Moyuela, el
Centro de Estudios Bajo Martín, de Híjar, y la
Fundación Bernardo Aladrén, de un valor inestimable
para completar esta fase documental. Por último, la consulta de archivos, como
el Archivo Histórico Nacional y el Centro Documental de la Memoria Histórica,
el Archivo Histórico Provincial de Zaragoza y el Archivo de la Diputación de
Zaragoza. También visité archivos locales, como los de los ayuntamientos de Moyuela y Azuara, donde descubrí
verdaderas joyas de nuestra historia reciente arrumbadas por los rincones y
cubiertas de polvo. Y como complemento de las fuentes propiamente históricas,
la información publicada en los periódicos de la época, en ocasiones
localizados a través de internet, me permitió resolver algunos interrogantes
que me torturaron durante un tiempo. La consulta de los archivos fue la más
complicada, puesto que al tener que compatibilizarlo con mi trabajo y mi vida
familiar, en lugar de hacerlo todo de golpe, lo fui haciendo poco a poco,
cuando podía coger un día libre en el trabajo o aprovechando viajes navideños o
de vacaciones de verano. Por eso, la metodología de trabajo en este libro fue
un algo atípica y, en ocasiones, caótica. El proceso de documentación y
escritura iban en paralelo y eso me obligaba a avanzar y retroceder, revisando
el texto continuamente. Al principio, escribía sin mucho orden ni concierto,
guiado principalmente por la intuición. No tenía del todo claro adónde me
dirigía, pero seguía avanzando, como quien camina en medio de la niebla
creyendo divisar a lo lejos una luz que lo guía hacia su destino. Con el
tiempo, encontré el Leimotiv de la historia y las
piezas comenzaron a encajar unas con otras, como en un rompecabezas, hasta que
los contornos de la historia que quería contar quedaron perfectamente
perfilados. A partir de entonces, no hice más que seguir el camino trazado
hasta cerrar el círculo narrativo.
-Miguel Ángel al final lanzas una luz, sobre la trama de esperanza; la esperanza será aquello que nunca se pierde
ni se rompe, ¿no?
-Sin
duda, la utopía es lo que nos impulsa y nos mueve, el horizonte hacia el que
dirigirnos, y la esperanza es la que nos lleva de la mano y nos ayuda a salvar
los obstáculos del camino. Dice el refrán que mientras hay vida hay esperanza,
porque la esperanza es la que nos mantiene vivos; perdida la esperanza no queda
nada, el dejar de existir que es el morir.
-Se escriben muchas novelas sobre la guerra, posguerra….¿se
escribe para superar los peores momentos?
-Se
escribe para superar los peores momentos y los propios miedos, para expulsar
nuestros demonios interiores y sacar a la luz lo mejor de nosotros mismos. Se
escribe por necesidad, casi me atrevería a decir una necesidad visceral, porque
le sale a uno de las entrañas.
-Bueno, explícanos…¿nos puedes decir si es que
estás trabajando en alguna cosa…dar una pista?
-Mientras
hay esperanza hay vida, y mientras hay vida hay escritura, pues no me concibo a
mí mismo sin estar trabajando en alguna cosa... Algunas pistas puedo dar; pero
advierto que el proceso está siendo lento y difícil, y lo que tenga que llegar,
si llega, tardará en ver la luz algunos años. Y poco tendrá que ver con lo
escrito hasta ahora. Mientras la trama de mi primera novela discurre en un periodo de 150 años, el
proyecto en el que estoy trabajando discurre a lo largo de 24 horas. La
estructura y el estilo también será diferentes, con dos planos narrativos en
lugar de uno; pero en el fondo, los fantasmas que mueven los hilos seguirán
siendo los mismos.
20045
En el rostro cercado
por un pañuelo negro.
Miguel Ángel Royo Bordonada
394 páginas
19,00 euros
Mira
En el rostro cercado por un
pañuelo negro narra los
avatares de la saga de los Lafuente, una familia de Moyuela,
localidad situada a medio camino entre Zaragoza y Teruel. Sobre el telón de
fondo del pasado reciente de España, nos adentramos en una historia de odios
fratricidas alimentados por las convulsiones políticas de la época y
acontecimientos trágicos marcados por los hados que amenazan con la locura y la
muerte a los Lafuente.
La narración discurre entre las comarcas de Belchite y del Bajo Martín y las
ciudades de Zaragoza y Barcelona, durante el periodo comprendido entre las
guerras carlistas y los estertores del franquismo. María Lafuente, una mujer
sencilla que se avergüenza al oír las campanas de difunto por los niños de las
cuevas, no se resigna a aceptar para los suyos el tipo de vida al que la
sociedad de la época los supone predestinados. Jerónimo Bordonada,
compañero y aliado de María, llevará este empeño de puertas afuera, uniéndose a
los movimientos sindicales que van cogiendo fuerza en los albores del siglo XX,
al igual que hiciera Francisco Lafuente, el tío de María, dos décadas antes.
Las fuerzas vivas locales tratarán de aprovechar la situación política creada
con la instauración de la dictadura de Primo de Rivera para mantener el statu
quo. Pero nada podrán hacer contra las ansias de libertad y justicia,
contagiadas ya entre sus vecinos, que años después permitirán a los
republicanos hacerse con el bastón de mando municipal.
La guerra civil arrasará con casi todo lo construido en años de lucha y
trabajo, despertando los instintos cainitas, que se extenderán por toda la
geografía española, también entre los Lafuente, y sacando a flote lo mejor y lo
peor de cada cual, al margen de ideologías. Al terminar la guerra, María tendrá
que enfrentarse —en solitario, por el exilio forzoso de Jerónimo— a la
persecución, al público desprecio de su propio hermano y, una vez más, al
funesto sino de la familia, que ni entonces le dará una tregua. Pese a todo,
con la ayuda de personas de bien, que no harán caso del «que dirán», y por
encima de las grandezas y miserias de los personajes que pueblan la novela,
María será capaz de sobreponerse a los golpes del destino y sostener los hilos
de un entramado familiar carcomido por agravios y rencores, devolviéndonos la
esperanza en el ser humano.
Miguel Ángel Royo Bordonada (Zaragoza, 1967) es doctor en
Medicina por la Universidad Autónoma de Madrid y especialista en salud pública.
Inició su andadura literaria en época reciente, recuperando así una inclinación
hacia la escritura que se remonta a la infancia. En 2007 quedó finalista en la
VII edición del Certamen de Narrativa Corta Carmen Martín Gaite con el relato
«La matacía». En el rostro cercado por un
pañuelo negro, la odisea de los Lafuente, una familia corriente cuya
historia también merece la pena ser contada, es su primera novela.
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