Microrrelato
Cuando un
gato pasa por delante tuyo
Cuando un gato pasa por delante de ti,
te mira, manteniéndote la mirada, cierra los ojos y enfila su cola al viento
para seguir elegante y dignamente su caminata es que, definitiva e
inevitablemente, va a alguna parte. Si al día siguiente se acerca y emite y un sonoro y llamativo maullido,
realizando, a la vez, el dibujo de un ocho entre nuestras piernas que recoge la
postura bípeda…es que quiere mostrarnos su amistad. Luego te sigue a la
compra y hasta te acompaña al cajero y
no es que sea capitalista ni mucho menos materialista, es que requiere de tu
atención, cariño…podrá ser uno de los animales que estimen más de la
independencia, pero una cosa no quita de la otra, toda alma requiere de una
sonrisa o de una caricia o de las dos cosas a la vez...De esta manera se
comportaba un gato negro, sin nombre que deambulaba por el pueblo: elegante,
cariñoso, confiado en exceso y tristemente abandonado…su buen aspecto y esmero
así lo delataban. Tenía algo tan especial que mi torpe literatura no se ve con
arrestos de deletrear. Todos los días nuestro gato callejero realizaba, más o
menos, las mismas rutinas que lo llevaron a ganarse muchas amistades y muchos
cariños…seguramente él se volvió lo que un gato callejero nunca debe volverse,
más confiado, lo que probablemente le costó el accidente que, a los pocos días
le llevó a cruzar la laguna de Estigia custodiada por el barquero Caronte. Si
estuviésemos en Egipto o siguiésemos sus costumbres todas y todos los que le
conocimos nos hubiésemos depilado las cejas. Su recuerdo nos hizo abrir una
especie de proyecto de recogida de alimentos y demás para los gatos y perros
abandonados de la protectora. El proyecto sigue y ese espíritu nos hizo decir sí a la recogida y a dar cobijo a un
gatico de cara redonda, ojos orientales, patas cortas, tripa redonda, de un
continuo maullido intermitente imitando a un semáforo que intercambia luces de
colores cada “X“ tiempo y, sí, muy buen dotado, algo así como el caballo de
Espartero—sí, si el General liberal--…el animal llegó la tarde del temporal
Gloria gracias a la caridad de nuestra vecina Milagros que lo rescato entre maullidos y tiritonas. Le pusimos el
nombre de Johnny, pero bien le hubiésemos podido poner el de Juerga porque el
gato se pasa todo el rato haciendo zalamerías como un juerguista, eso sí es un
gato poco elegante, torpe, muy poco dado a la agilidad…..pero todo eso, aún con
una pandemia que no creo nos vuelva mejores, a él le afecta con la bondad…así
que el buenazo es aún más buenazo. Sin lugar a dudas, lo mejor que nos ha
pasado en este controvertido año que los Dioses Egipcios lo mantengan pegado a
nuestros pies muchos años.
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