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Cuando Pío Baroja estuvo en Mirambel

 

 

 

Recreación-Pío-Baroja-y-Mir.jpgEl autor, entre otras, de Zalacaín el aventurero o El árbol de la vida --forma parte de la trilogía Raza-- tenía gran estima por el Maestrazgo turolense y, en concreto de esta ciudad emblemática, Mirambel.

Durante su estancia se inspiró para escribir, La Venta de Mirambel que recientemente ha vuelto a editar Editorial Caro Raggio.

La estancia de Pío Baroja en Mirambel.

Durante esta estancia se inspiró para escribir  después La Venta de Mirambel dentro de la serie de Memorias de un Hombre de Acción.

El escritor vasco fue una de las plumas fundamentales de la Generación del 98 junto con Unamuno, Azorín, Valle-Inclán….

Esta narración guarda ciertas similitudes con el Episodio Nacional de Benito Pérez Galdós dedicó a la Campaña del Masestrazgo desde las guerras carlistas.

Esta generación marcó a la narrativa de finales de siglo XIX y mucho a toda la del siglo XX.

La Editorial Caro Raggio volvió a reeditar este clásico en el 2019.

Mirambel queda exquisitamente retratado y descrito por la pluma de este escritor introvertido y muy generoso en la narrativa.

¿Por qué le impresionó a este escritor tanto este pueblo del maestrazgo turolense?

En el libro Baroja vuelve a incorporar al refugiado político que se recoge y se acoge  desde Mirambel…aunque estos refugiados carlistas levantinos  van a parar a Francia.

Esta tierra históricamente hablando está estrechamente vinculada al carlismo y a las guerras carlistas que azotaron la zona, el General Carlista Cabrera tenía su cuartel general en Cantavieja—capital de Maestrazgo turolense---y vecina de Mirambel.

Aviraneta en esta “nueva aventura” se cita con la bella perla de esta comarca que sorprende, siempre gratamente, pueblo a pueblo…

La naturalidad en las descripciones de los escenarios y personajes, así como en los diálogos nos transportan muy bien a aquella época y nos acerca, sin estruendos, a la tranquila, pero vivaz y traviesa, Mirambel.

Pío-Baroja-2.jpgLa población que inspiró a Baroja ha inspirado a otros creadores, bajo otras miradas e instrumentos creativos.

Pío Baroja miró muy de cerca a uno de los hombres que en aquellos años ejercía de lo que en estos días en política nombramos “fontanero”… este era conocido por su apellido porque, seguramente, que con esto bastaba, Aviraneta. Con él vivió muchas aventuras de esas que reconocía “como de acción” y a éste personaje imagina pegado a Mirambel… en La Venta de Mirambel, la población del Maestrazgo y su ambiente le inspiró profundamente cuando la visitó en una incipiente primavera del 1930… Aviraneta lograba pasar desapercibido lo justo para meter mano a no pocos asuntos de suma importancia…pero tanto Benito Pérez Galdós como Pío Baroja estiraron de este personajes para escribir algunas de sus obras.

Memorias de un Hombre de acción del escritor vasco es una serie de relatos o narraciones noveladas basadas en las andanzas de eso, un hombre de acción como a Aviraneta. De mirada aguda, inquisitiva, severa. De frente amplia y despejada, de porte orgulloso y dominante Aviraneta se quería comer el mundo por la retaguardia observando, oyendo y solamente hablando en el justo momento y allá donde la palabra era valorada y, seguramente, muy bien pagada. Le gustaban los enredos y se dejaba envolver por los chisme…reía de ver y observar como una familia peleaba… para sentencia con una lengua bastante aguda, casi viperina. Aviraneta era hombre de hurgar y de meter las narices en el huerto ajeno para luego querer saber más y eso solo se conseguía, preguntando, indagando y tendiendo como trampas para que otros piquen porque los que pican suelen soltar la lengua y ala, venga, más información d y otra vez a empezar con lo mismo…

Pio en La Venta de Mirambel no solamente retrata bien la ambientación y a la propia población, también a los personajes…sobre todo a los personajes…y a  ese carácter como hierático, casi flemático  y siempre impulsivo….Pío Baroja retrataba mejor la cara oscura de todos nosotros que la cara templada por la bonanza…puede que porque también hurgaba y mucho en el interior de los personajes…no sabía manejar la hipocresía y trascendía , todo eso, en sus narraciones…es honesta y asquerosamente sincero…tan sincero que tiene un punto de agrio todo…nos desnuda para que el lector o lectora nos arrope con la empatía que encontraremos…

El cómo consigue Aviraneta que el señor Montpesar describa a su familia es de sobresaliente alto y eso solamente en la antesala, desde La Venta de Mirambel,  de las aventuras de un hombre de acción…

Pío Baroja describió a Mirambel como: “una aldea, oscura, amurallada, con aire antiguo, casi de la Edad Media. Su muralla amarillenta negruzca, se conserva intacta, sin ninguna brecha y para entrar en el pueblo, es necesario pasar por alguna de sus puertas…”

Queda claro que a los escritores de otras generaciones y tiempos les gusta de describir los lugares primero localizándolos y describiéndolos como si estuviésemos en una clase de geografía. Así describe y habla del territorio que envuelve a Mirambel : “… árido y montañoso; en las inmediaciones se levantan los cabezos de la Sierra Palomita, el alto de Tarayuela, la Sierra Blanca hacia Olocau del Rey, y la Sierra Menadella en el límite de las provincias de Castellón y de Teruel…”

La-venta-de-Mirambel-3.jpgEs fácil imaginarse el carácter de estas gentes del interior del MAESTRAZGO de Teruel que linda con la provincia de Castellón y las respectivas comarcas…de esta manera describe al terreno, después solamente tenemos que ponerle o imaginarse la educación en estos lares, aunque de las excepciones también hay que darles aire. Esto dice: “… La comarca entre Mirambel y Morella, es árida, áspera, desolada, erizada de colinas yermas. Hay grandes cerros de piedra caliza, formaciones de moles rojas y amarillentas como ruinas de inmensos palacios y castillos, de ciudadelas de cíclopes o de gigantes, que a veces fingen detalles que parecen por un momento de construcción humana…”

Creo que Pío Baroja imaginaba a las gentes como al clima: “...El clima es extremado, más frío que caliente; el aire puro y el cielo casi siempre limpio…”

Baroja se acerca con un tiento especial a los moradores de Mirambel desde la calle Mayor…otra vez se fija en algo abstracto y sin vida como una calle para compararlo –desde la lectura—con el alma lectora: “…es triste, pobre, llena de soledad y de silencio. Pasa, muy de tarde en tarde, algún hombre con su caballería o algún carromato; se oye al herrero que da martillazos en su yunque, al albéitar que saca a herrar a los caballos y a los mulos a una esquina o algunos chiquillos que juegan.

Las mujeres, sentadas en los portales o delante de las casas, hilan, hacen calceta o charlan. Algunas, mientras terminan sus faenas, cantan una canción que se oye con frecuencia…”

Fijémonos que describe sin utilizar muchos calificativos. Es directo y va de un lugar a otro como si pasase revista, sin dar respiro con una agilidad dantesca: “Las dos casas oscuras, casi iguales, se yerguen en la plaza, una frente a otra, como desafiándose. Quizá fueron construidas por familias rivales. En tiempo de la primera guerra carlista hubo allí oficinas y empleados y se alojaron personajes importantes.

Son dos casas sombrías, siniestras. Es muy posible que en ellas haya habido duendes, almas en pena y ruido de cadenas. Si no los ha habido es más que por culpa suya por falta de imaginación de los mirambelianos. Las otras casas de la plaza son pequeñas, pobres, de un piso o de dos, con ventanas y balcones sencillos, de hierro o de madera.

Mem-de-un-hombre-acción.jpgEl ayuntamiento se halla cerca de la iglesia, tiene un solo piso y un soportal con arcos grandes a manera de logia. Los mozos juegan allí a la pelota los domingos. La iglesia está bajo la advocación de Santa Margarita y fue quemada casi por completo por las fuerzas carlistas del Serrador, en 1837. (…) Desde lejos, Mirambel, tiene una traza hosca y guerrera, con su muralla negruzca y sus torreones, destacándose en el fondo de los montes amarillentos y grises.

Hay algunas huertas cerca del pueblo a orilla de la rambla de Cantavieja, arroyo escaso en invierno y seco en verano. Un cementerio, con cipreses negros, se destaca en una altura con un calvario; hay, además, una ermita, la del Santo Sepulcro en las inmediaciones, con su espadaña y su esquila. El campo de los alrededores es pobre y despoblado, con algunas pocas masías, muy lejanas unas de otras. Queda claro que también se documenta y contrasta datos de otros escritores o gentes que han dejado testimonio de su paso por Mirambel: “…Al final del siglo don Antonio Ponz, que visitó Mirambel, decía en su Viaje por España: «Su población es de doscientos vecinos, que viven en la villa y en las masías de labor; hay algunas familias de caballeros hacendados; un convento de monjas Agustinas, en cuya iglesia no hay objeto artístico que llame la atención, ni tampoco en la parroquia, fuera de la portada, que es sencilla, con ornato de dos columnas. Hay ermitas y cofradías que, con sus gastos, no dejan de atrasar a los vecinos»…”

Baroja aprovechó su viaje a Mirambel, le sacó todo su jugo..:” Mirambel, en el siglo XIX, apenas aumentó de habitantes; no varió, se quedó inmóvil, paralizado dentro de sus muros de piedra, como un fósil. Los pueblos de altura tienen siempre un aire más aristocrático, más hermético que los pueblos de llano o de las orillas del mar. Mirambel ha seguido siendo pueblo cerrado, hierático, misterioso. Parece un animal muerto dentro de su concha. El convento de las Agustinas, en este pueblo lánguido y triste, da una gran impresión de melancolía, con sus muros blanqueados y sus ventanas cerradas….”

Nos estamos centrando en el primer capítulo de La Venta de  Mirambel por acercarnos más a cómo miró Baroja a esta población del Maestrazgo de Teruel y me paro para volver sobre este amanecer: “… Al salir el sol, Mirambel, brota de la oscuridad de la noche, claro, frío, casi nuevo bajo el cielo azul y el aire claro que parece de cristal; el humo gris de las chimeneas se expira en el cielo transparente. Al ponerse el sol, cuando el Ángelus da sus campanadas tristes, el pueblo parece ruinoso, abandonado, y el humo de las hogueras llena la cañada y enturbia el aire. Mirambel tiene ese crepúsculo de las tierras altas y secas; crepúsculo lleno de magnificencia, en que el día parece morir inundando el cielo de sangre….”

En el segundo capítulo, del que ya no vamos a profundizar tanto, ofreciendo cortados y pegados, consideramos que lo mejor es acercarse a la lectura, pues aquí se centra en describir los alrededores de Mirambel…se nota que a Baroja le debía gustar andar, dar paseos y mirar con esos ojos preguntones, no muy grandes, pero curiosos e inquisitivos…Bordón, Olocau del Rey, La Tolodella, Forcall, Tronchón---aquí me paro porque él se acerca un instante al queso como ya hizo Cervantes en El Quijote--- La Mata, La Cuba, La Iglesuela del Cid, Cantavieja, Mosqueruela…

En el tercer capítulo, se para en el convento de las monjas de la orden de las carmelitas descalzas cuyas celosías han protagonizado las mejores y más inspiradas, así como inspiradoras, imágenes para el recuerdo de esta y desde esta población turolense…las celosías que guardaban las miradas de las monjas, curiosas…las celosías que filtraban los rayos de sol…que proyectan un halo de misterio a la población y a sus moradores…Otra vez, aquí, Pío Baroja demuestra cómo se escriben…desde el origen remontándose, si cabe, a África para contarnos quiénes eran esas monjas, el por qué de su orden…quizás pretendía con todas esas descripciones e indagaciones que nos hiciésemos una idea de ellas y del misterio que encierra a todos los conventos..

Es un hombre de gustos y de libros, se para en la biblioteca, un poco en la cocina y se para en todos los sitios donde la historia se encuentra con el arte.es un hombre que  gusta de mirar, observar, describir, de acercarnos lo que le parece importante y más aún bello…” ….Todas aquellas figuritas tenían una expresión extraordinaria; pero aún eran de mayor expresión dos imágenes esculpidas a los dos extremos del marco: la una de una plañidera y la otra de la donante; la plañidera con hábito de monja y con los ojos bajos parecía estar llorando; la donante era un retrato casi caricaturizado, una vieja con hábito, la nariz larga y un poco roja, los ojos pequeños y el aire grotesco de dueña suspicaz…”

Eugenio-de-Aviraneta.jpgTanto le evoca y le inspira la visita al convento que le dedica a “la vida en éste” otro capítulo, el cuarto. Evocador y solo digno de los escritores que se atreven además de querer o pretender escribir bien. Baroja lo consigue: “…Entre las mujeres llegadas allí equivocadamente, de poco espíritu, de poca imaginación y de poca fe, había sin duda otras de corazón llameante y éstas miraban los muros de la fortaleza ascética con amor, considerándolos no de cárcel horrenda sino más bien de retiro celestial. Para las almas ardientes y fogosas, enardecidas por la fe, vivir en una constante alucinación mística debía constituir una delicia y la celda pobre y fría, el hábito negro y tosco sobre la piel delicada, la disciplina y el cilicio, la tumba abierta y el sudario próximo eran seguramente un manantial de felicidad y de dulzuras místicas. Todo ello se había de dejar pronto como la mariposa abandona su capullo y lo olvida, se tenía que pasar por lo eventual para llegar a lo definitivo, la vida pasajera por la eterna. Ad vitam oeternam* como dice con su solemnidad el latín......”.

 ¿Cómo lo hace lo de describir la vida en un convento?, poco a poco…paso a paso…preguntándose cuestiones e intentando responderlas estación a estación, por ejemplo.

En el quinto capítulo viaja Pío Baroja a otra época en que Los Templarios era como idolatrados o quizás temidos…estuvieron en estos lares y dan de qué hablar y cómo no de qué escribir, así que Baroja pone los puntos sobre las íes…Sigue con el acercamiento a los templarios en el capítulo seis así como edificando parte de la historia de Mirambel al paso de esos caballeros, se conoce que el tema le agrada a nuestro narrador adentrándose en unas curiosas singularidades que entroncan hasta con la masonería…minucioso en la indagación. Sirva los siguientes párrafos a modo de ejemplo de que, además, Baroja se lo pasaba bien: “… Según los masones de la orden moderna de los templarios, que pretender ser continuadores de los antiguos, el Baphomet era la figura panteística y mágica de lo absoluto, el símbolo sagrado de la Naturaleza. La antorcha colocada entre los dos cuernos representaba la inteligencia equilibrante; la cabeza del chivo, cabeza sintética, reunía caracteres del perro, del toro y del asno y simbolizaba la responsabilidad de la materia sola y la expiación, que en los cuerpos debe castigar solamente las faltas corporales.(…) Para nuestros fantásticos ocultistas, los templarios tenían relación no sólo con la secta de los ofitas sino también con la de los maniqueos y de los asesinos…”

Una vez la historia llega a la “época carlista”  Baroja es como si se asentase más…se nota que está más puesto y que “le interesa más el tema”, seguramente porque lo ha “como vivido” de más cerca. Así  describe cómo se configura Mirambel en la guerra carlista: “Como Mirambel guardaba entre sus muros gente tan importante, se consideró necesaria una numerosa guarnición y se establecieron fábricas de pólvora y de fusiles; se construyeron nuevas fortificaciones donde lo permitía el terreno y los antiguos baluartes se rodearon de fosos, empalizadas, parapetos aspillerados y otras obras de defensa… Se temía una sorpresa y un asalto parecido al que realizó el Serrador años antes cuando el pueblo estaba ocupado por los liberales…”. Como podemos ver se describe más minuciosamente porque puede dominar más la información: ” Como el sistema de Cabrera era hacer sus rapiñas fuera de la comarca dominada por sus tropas y como éstas cobraban puntualmente, en Mirambel, durante la guerra reinaba la abundancia y circulaba con profusión el dinero. No toda la gente mirambeliana era entusiasta de Cabrera, y muchos por espíritu regional se indignaban de que el caudillo y sus lugartenientes valencianos y catalanes devastaran con preferencia el antiguo reino de Aragón. Se aseguraba que en las tierras aragonesas se saqueaba constantemente y sin miramientos, en cambio Levante y, sobre todo, la comarca de Tortosa no se tocaba. Se decía que Llagostera se apropiaba de los granos y de los ganados que cogía en sus excursiones por el Bajo Aragón y que los vendía en Tortosa a sus amigos. A don Luis Casadevall (Llagostera) le llamaban la langosta porque devastaba el país por donde pasaban”.

Mirambel.jpgLa historia entre los propios carlistas tiene su intriga…pensamos que aquí es donde Baroja se siente como pez en el agua: “Al comienzo del dominio carlista Mirambel y sus contornos fueron ocupados por los cabecillas aragoneses, luego por Cabrera y sus lugartenientes. Al principio las correrías de los carlistas en el Bajo Aragón, las dirigieron Manuel Carnicer, natural de Alcañiz, y Joaquín Quílez, nacido en Sam-per de Calanda, cerca de Hijar, los dos aragoneses. En esta época había en el campo liberal una gran confusión y las pequeñas partidas rebeldes podían tener grandes éxitos y producir descalabros en las tropas del Gobierno. Quílez anduvo con frecuencia por las inmediaciones de Zorita, el Forcall, la Mata y Mirambel. Quílez tenía más partidarios que Cabrera en el Bajo Aragón, se le consideraba más noble y más humano a pesar de que había cometido también sus tropelías y sus barbaridades….”

Las intrigas en el Bajo Aragón, Maestrazgo de Teruel y más allá…son descritas por Baroja desde La Venta de Mirambel, vale la pena su lectura porque, además, reconocemos geográficamente nuestro territorio. Las inquinas de aquellos días eran más parecidas a las inquinas de hoy de lo que nos pueda parecer, Baroja escribe lo siguiente: “Durante el mando de Cabrera los cabecillas aragoneses Arévalo, Cabañero, Bonet y otros muchos de menor importancia quedaron postergados, olvidados en la parte interior de Aragón. Cabrera favoreció a sus paisanos y hasta el gobierno de Canta-vieja se lo dio a un catalán. Para la maestranza de este pueblo fue nombrado el alavés Echavasti. Los gobernadores de Morella, la plaza más importante ocupada por los carlistas, fueron también catalanes o levantinos, uno de ellos Ramón O'Callaghan, amigo de Cabrera y de origen irlandés. De este O'Callaghan se tenía mala opinión y se decía que se quedaba con todo. El otro, Magín Sola, también gobernador del castillo de Morella, tenía fama de ladrón y se aseguraba que Cabrera había estado muchas veces a punto de fusilarle. De Pedro Beltrán, llamado Peret del Riu, el último de los gobernadores morellanos, se aseguraba que había ordenado una quinta de inútiles y viejos y para licenciarlos había exigido dinero a cada uno. Cabrera no tenía simpatía por los aragoneses. Dos jefes no se rindieron inmediatamente a su ambición de mando y hasta se le pusieron en frente: Carnicer y Quílez, los dos aragoneses; al primero, según el rumor popular, lo denunció el mismo Cabrera cuando iba camino de Navarra; del segundo le libró una bala enemiga. Por contraste, a los valencianos y catalanes, como Llagostera, Forcadell y el Serrador, Cabrera los había dominados enseguida haciéndoles después sus lugartenientes…..”.

Pío-Baroja-6.jpgEl clero tampoco se libra de la mirada inquisitiva y curiosa de un Pío Baroja muy directo: “… el pueblo contó con grandes predicadores que inflamaban el ardor bélico de los carlistas. Los generales y los curas hacían los primeros papeles en la aldea. El párroco de Mirambel, el padre Caballería, mosen Juan, hombre fastuoso y opulento, tuvo grandes éxitos con sus sermones. Al final de la guerra, Caballeria, fue sustituido por el padre Chamorro, que era pequeño e insignificante y tenía una vocecilla agria, y después por el padre Perdices (…) Cuando se marchó el padre Caballería todo el pueblo añoró sus grandes discursos. Sus sermones largos, llenos de apóstrofos y de anécdotas mundanas, entusiasmaban a la gente.(….) se había entendido muy bien con los carlistas y pareció dispuesto a entenderse igualmente con los liberales, quienes después del convenio de Vergara le trasladaron a Teruel. El padre Caballería, al decir de sus rivales de sotana, encendía una vela a Dios y otra al diablo; sabía hacer también ejercicios acrobáticos en la cuerda floja de la política con gran habilidad. Aquí Bajora indaga y se siente más descriptivo, como “más periodista” o “tan periodista como narrador”.

La posada de Mirambel aparece, por primera vez, reconocida de este modo en el noveno capítulo: “….historias curiosas se oían en la tertulia de la posada de Mirambel, en donde durante la guerra iba y venía gente de todas partes. (….)Los relatos de este chamarilero eran casi siempre amenos. Un día se presentó en la tertulia con un librito. Algunos tenían interés histórico y los vendí a un personaje de la Corte, otros los conservo aún. Entre éstos se hallaba un legajo atado con una cinta roja y dentro un grimorio muy pequeño y el libro del conde de Campomanes sobre los templarios. El grimorio es un librito de fórmulas diabólicas para uso de magos y de brujos. La palabra grimorio es francesa, grimmoire, y es una modificación popular de la manera de pronunciar los palurdos la palabra grammaire. Según otros, la voz es de origen italiano y viene de rimario, que quiere decir conjunto de rimas, es decir, diccionario de la rima…”. Que además a Baroja  le gustaba explicarse y dar rienda suelta a habilidades para que no quedasen cabos sueltos es de todos bien conocido.. En algunas cosas recuerda un poco a la pluma de Benito Pérez Galdós con su Episodio Nacional de la Campaña del Maestrazgo.

La venta de Mirambel no deja de ser como un libro de sucesos y de relatos que tienen el denominador común de Mirambel hasta se acerca a contar y relatar minuciosamente un ·suceso romántico en el capítulo X. Mientras que en el capítulo siguiente se afianza, aún más, en “la posada” donde nos encontramos, otra vez, con intrincadas relaciones y líos: “….Blas Escucha era un hombre alto, rojizo, de ojos claros, violento, brutal, que había estado en la cárcel por haber intervenido en riñas solventadas a navajadas y a tiros. Blas era jugador y había puesto muchas veces en peligro el crédito de su casa y lo había salvado con la ayuda de algunos amigos ricos. Durante los primeros años de la guerra Blas Escucha ganó mucho dinero con la posada, que era al mismo tiempo carnicería y tienda de comestibles. Suministró víveres al ejército carlista y cobró fuertes sumas; pero el hombre creía que podía vivir hecho un príncipe y jugar con los oficiales, y perdió todo su capital y se empeñó y se llenó de deudas. Entonces Escucha, según la voz popular, hizo una mala faena, digna de un desalmado como él…”. En sucesivos capítulos van desfilando personajes que se daban cita en la posada por ser los que la manejaban o por ser los que acudían allí como lugar de tertulia, visita, descanso…aparecen: la Blasa, Escucha, Don Cayo, Pitarque…y va describiendo algunas de las cosas que iban transcurriendo. Aquí y durante unos capítulos La venta de Mirambel toma ritmo de auténtica acción contada o vivida, pero siempre descrita con agilidad. Sin estridencias, eso sí lo tiene todo hasta el pasaje que describe el organizar una trampa o el tomarse una venganza.

Aviraneta aparece como el hombre de acción que era y fue para Baroja, entrando como hombre o elefante entrando en una cacharrería en la parte de La Pío Baroja 3.jpgLos Expresidiarios y en la descripción de Los agentes carlistas en Francia.

Es a partir de ese capítulo o mejor dicho desde este capítulo cuando el protagonista de la serie Memorias de un Hombre de Acción se hace con las riendas de La Venta de Mirambel y comparte protagonismo con los demás personajes que pasean por ese lugar de Mirambel desde esta población---como estirando del hilo narrativo—Baroja viaja con Cabrera, por poner un ejemplo, a la última batalla que se libró en Berga y al exilio carlista en Francia y a las negociones, intrigas y “jugadas del fontanero Aviraneta”; también aparece Baldomero Espartero. En estos capítulos de La Venta de Mirambel los diálogos están como por encima de la narración y gozan de una agilidad y naturalidad muy, muy marcada…

Memorias de un Hombre de Acción es una serie de narraciones o título general  escrita por Baroja teniendo como protagonista a Eugenio de Aviraneta que, en realidad es, un antepasado del propio Baroja.

Los entendidos, como intuíamos solamente como meros lectores,  la comparan a Memorias de un Hombre de Acción a Los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós y recogemos estas características y comentarios apuntados en la wikipedia: “Es un ciclo comparable a los 46 Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós y aproximadamente sobre el mismo periodo histórico, aunque el escritor canario escribió algo más del doble de títulos que el escritor vasco. Baroja no sigue un orden cronológico y, aunque se documentó con tanto rigor como el propio Galdós, revolviendo incluso numerosos archivos para encontrar documentación sobre ese pariente lejano de su madre, el conjunto aparece como informe, revuelto y desordenado. Esta documentación se perdió durante la Guerra Civil   cuando su casa en Madrid fue bombardeada”. Algo de historia , si somos curiosos, nos llegará y seguramente nos hará trabajar indagando para saber más, ya que el telón de fondo es parte de la historia Contemporánea de España: “Los acontecimientos que sirven como telón de fondo a los hechos son la Guerra de la Independencia  en 1808, las batallas de fernandinos contra constitucionalistas, de absolutistas contra liberales y de liberales moderados contra liberales exaltados durante el Trienio Liberal  (1820-1823), la invasión de los Cien Hijos de San Luís, la depuración de los militares liberales, la Primera guerra carlista (a las maquinaciones de Aviraneta para acabar con este conflicto dedica el autor cuatro volúmenes: El amor, el dandismo y la intriga, Las figuras de cera, La nave de los locos y Las mascaradas sangrientas), la depuración de los militares carlistas, la regencia de Espartero  , el exilio de la reina María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, el exilio de Espartero y la Revolución de 1854 además de otros incidentes internacionales en Europa, África y América”.

Podríamos afirmar que con Memorias de un Hombre de Acción se consagra la novela histórica en Bajora y desde Baroja porque, recordamos, imprime un ritmo narrativo y un estilo muy suyo, quizás fruto de su carácter inconformista, reservado, incómodo, inclasificable….el hecho es que consagra la novela de acción como otros escritores: Galdós, Valle-Inclán cada uno desde su mirada y perspectiva, pero todos con una determinación más que significativa. Por otra parte, estos escritores y en Baroja La Venta de Mirambel es un ejemplo claro la obra es coral y el manejo y descripción de los personajes es colorida…muchos no son fijos, lo que quiere decir que no tienen porqué aparecer en todas las novelas de Memorias de un hombre de acción…van y vienen o solamente están presentes en una… y aunque nos parece que el narrador es Baroja no es así y recogemos de la wikipedia: “El narrador inicial no es Baroja, sino uno de sus personajes, Shanti Andía, quien, habiendo transcrito las memorias de su tío Juan de Aguirre en el séptimo libro de Las inquietudes de Shanti Andía (1911) encuentra las de un sobrino del guerrillero Pedro de Leguía y las de un amigo y maestro de este, Aviraneta; animado por su tía Úrsula, que le dice: «Publica las memorias como si las hubieras encontrado o como si las hubieras escrito tú», se pone a ello de manera tal que advierte al lector: «Ahora ya casi no sé lo que dicta Aviraneta, lo que escribió Leguía y lo que he añadido yo; los tres formamos una pequeña trinidad, única e indivisible. Los tres hemos colaborado en este libro: Aviraneta, contando su vida; don Pedro Leguía, escribiéndola, y yo, arreglando la obra al gusto moderno, quizá estropeándola».

Mirambel-4.jpgEntre los narradores principales de ese coro de voces narrativas aparece como principal "Pello" Leguía, que es también un compilador. Leonardo Romero Tobar  le asigna cuatro funciones complementarias de menor a mayor importancia que se realizan en los dos planos del narrador y del personaje: Compilador de la biografía del protagonista Aviraneta.  Nexo formal de unión en los principios y finales de novela, entre los diversos relatos que forman la serie.  Protagonista de una de las novelas. Figura antitética y complementaria de la de don Eugenio de Aviraneta.

El propio Aviraneta cuenta parte de sus aventuras en novelas como El escuadrón del brigante, Crónica escandalosa, Desde el principio, hasta el fin... pero también otros personajes, como Pepe Carmona en los pasajes principales de Las furias, o López del Castillo en la mayor parte de Los confidentes audaces. También es el caso de las “memorias” del inglés J. H. Thompson (La ruta del aventurero). En algunas novelas se opera un cambio de narrador (La ruta del aventurero, Los contrastes de la vida, Las furias...) Y la identidad del narrador cambia dentro de la primera persona prestándose a confusión y obligando a veces al lector a hacer un esfuerzo para identificarlo, como ocurre con la historia de “La mano cortada” de Los caminos del mundo. Otras veces, un narrador en tercera persona hace desaparecer la identidad narratoria de Leguía: así ocurre en El aprendiz de conspirador, Las figuras de cera, Humano enigma, La venta de Mirambel, La veleta de Gastizar... de forma que el discurso se transforma en un relato anónimo o, por mejor decir, neutro.

A La nave de los locos (1925) Baroja antepuso un importante prólogo o ensayo donde se defiende de las críticas hacia su forma de novelar vertidas por  José Ortega y Gasset  en El Espectador, buscando la fórmula de una novela abierta y disgregada, como la propia vida. Por demás, la visión de la historia de Baroja es aún más sombría y pesimista que la de Galdós y, según Justo Navarro, "su narración es menos épica que carnavalesca, de suerte que lo monstruoso acaba siendo tan insignificante como lo anodino".

Enumeramos aquí la serie de Memorias de un hombre de acción: El aprendiz de conspirador (1913). El escuadrón del «Brigante» (1913). Los caminos del mundo (1914). Con la pluma y con el sable (1915). Los recursos de la astucia (1915). La ruta del aventurero (1916). Los contrastes de la vida (1920). La veleta de Gastizar (1918). Los caudillos de 1830 (1918). La Isabelina (1919). El sabor de la venganza (1921). Las furias (1921). El amor, el dandysmo y la intriga (1922). Las figuras de cera (1924). La nave de los locos (1925). Las mascaradas sangrientas (1927). Humano enigma (1928). La senda dolorosa (1928). Los confidentes audaces (1930). La venta de Mirambel (1931). Crónica escandalosa (1935). Desde el principio hasta el fin (1935).

Pío Baroja.jpg¿Nos acercamos un poco al escritor Pío Baroja? Este escritor nació en  1872 en San Sebastián, se doctoró en Medicina, pero finalmente dejó esta profesión para dedicarse a la literatura… estableciendo un estilo diferencial, quizás al tener siempre “como cierta visión pesimista” de la vida. También era muy individualista y eso se deja ver en su obra.. Baroja se crió y creció en un ambiente cómodo, burgués y “de pensamiento liberal”. Así se detalla : “…familia  relacionada con el periodismo y los negocios de imprenta(….) Su abuelo paterno del mismo nombre, Pío Baroja, aparte de ayudar a su padre a editar en San Sebastián el periódico El liberal Guipuzcoano 1820-1823) durante el Trienio Liberal, imprimió la Historia de la Revolución francesa de Thiers en doce tomos con traducción del citado Sebastián de Miñano y Bedoya. Él y su hermano Ignacio Ramón  continuaron con el negocio de imprenta y un hijo de este último, Ricardo, tío del novelista, será, con el tiempo, editor y factótum del periódico donostiarra, El Urumea  “.

Su madre, la madre de Pío Baroja, Andrea Carmen Francisca Nessi Goñi, nació en Madrid (1849) y descendía de una familia de la Lombardía italiana, se quedó de muy jovencita huérfana de padre y marcha a San Sebastián a educarse y a vivir con la familia marchó con el abuelo Justo Goñi, y esta rama materna de los Goñi estaba vinculada a la navegación, se ve que esto pudo influir en la narración El Mar que años después dejase Pío Baroja, mostrando que escribía o miraba de escribir sobre lo vivido, escuchado más o menos directamente, un gran narrador testimonial. Su padre José Mauricio Serafín Baroja Zomoza fue un ingeniero de minas que trabajó para el Estado. Quizás de este progenitor recoger la característica de “ser hombre inquieto” porque ya su padre ejerce el periodismo y dado su trabajo iba de lugar a lugar…viajando mucho y desplazando su residencia. Pío fue el tercer hermano de cinco. El mayor murió de joven, el segundo Ricardo fue un destacado pintor de aguafuerte, después vino él y más adelante su hermana Carmen que le acompañaba mucho en sus desplazamientos y viajes y que terminó casándose con el que fuese el editor de Pío, Rafael Caro Raggio…un hijo de este matrimonio fue el que le acompañaba en su estancia en Mirambel. Nació, también un último hermano, César que también falleció a muy corta edad.

Su infancia estuvo marcada por los constantes cambios de residencia debido a la profesión de su padre. Aunque estudia y se gradúa en medicina nunca siente demasiada vinculación con la profesión, al parecer tampoco hace amigos en la época académica y más bien en la facultad de medicina tiene enfrentamientos con alguno de los profesores.

En cuanto puede deja de ejercer la profesión…de hecho la ejerce muy poco y marcha a Madrid , instalándose con su hermano Ricardo que regentaba una panadería…allí empieza a entrar en contacto con el ambiente literario y de tertulias. Destaca también su etapa de viajes y las amistades que le implican en lecturas.

En otros kms, si os parece, trataremos de adentrarnos en sus gustos bibliófilos, influencias como escritor, vinculaciones con pensadores, con otros escritores y con el pensamiento político—que viaja, fruto de su constante inconformismo del anarquismo a ideas más conservadoras--- y en el estilo que le da a su narrativa rasgos muy, muy característicos que le hacen único. También es característico en él su anticlericalismo.

Mirambel 2.jpgDe todo esto solamente destacamos, rescatando de la biografía bibliográfica de la wikipedia , lo siguiente (porque hace referencia al personaje que tan presente está en La Venta de Mirambel, Eugenio de Aviraneta, desde Memorias de un hombre de Acción): “Entre 1913 y 1935 aparecieron los veintidós volúmenes de una larga novela histórica, Memorias de un hombre de acción, basada en la vida de un antepasado suyo, el conspirador y aventurero liberal y masón Eugenio de Aviraneta  (1792-1872), a través del cual refleja los acontecimientos más importantes de la historia española del siglo XIX, desde la Guerra de la Independencia  hasta la regencia de María Cristina, pasando por el turbulento reinado de Fernando VII  Constituye una amplia serie de novelas históricas  comparable a los Episodios nacionales de Benito Pérez Galdós  de y aproximadamente sobre el mismo periodo histórico, aunque el escritor canario escribió casi el doble de novelas que el escritor vasco y Baroja se documentó con tanto rigor como el propio Galdós, aunque su estilo es mucho más impresionista (presenta a sus personajes en una serie de detalles, palabras, reacciones, gustos y preferencias que terminan por caracterizarlos para el lector.  El impresionismo literario fue iniciado en Francia por los hermanos Goncourt, quienes publicaron numerosas novelas de este tipo y fundaron su famosa Revista en  1856 Octave Mirbeau.  Es el mejor ejemplo de la novela impresionista del fin de siglo La obra de Marcel Proust, por su constante tendencia a la evocación y la captación del mundo de los sentidos puede considerarse dentro de esta tendencia. Igualmente el teatro de Chejov, en el que la historia y las motivaciones de los personajes se van revelando fragmentariamente y la trama se divide en varias subtramas, ha sido considerado por algunos críticos dentro de este estilo. Para hablar de estilos nos basta un poco(pero no del todo porque se nos levantan muchas curiosidades) en lo que nos refleja la wikipedia porque  nos cuenta lo que él mismo pensaba del género novelístico. Así reproducimos: “El Baroja narrador creía insuficiente el arte para reflejar lo que a él más le importaba: la verdad de la vida; su reflejo literario, si de veras era sincero, debía despertar la misma insatisfacción que provocaba la propia vida. Por eso, como Miguel de Unamuno, tenía una idea viva y proteica de lo que era la novela: “¿Hay un tipo único de novela? Yo creo que no. La novela, hoy por hoy, es un género multiforme, proteico, en formación, en fermentación; lo abarca todo: el libro filosófico, el libro psicológico, la aventura, la utopía, lo épico; todo absolutamente. Pensar que para tan inmensa variedad puede haber un molde único me parece dar una prueba de doctrinarismo, de dogmatismo. Si la novela fuera un género bien definido, como es un soneto, tendría una técnica también bien definida. (…..) La novela, en general, es como la corriente de la Historia: no tiene ni principio ni fin; empieza y acaba donde se quiera. Algo parecido le ocurría al poema épico. A Don Quijote y a la Odisea, al Romancero o a Pickwick, sus respectivos autores podían lo mismo añadirles que quitarles capítulos. Claro que hay gente hábil que sabe poner diques a esa corriente de la Historia, detenerla y embalsarla y hacer estanques como el del Retiro. A algunos les agrada esa limitación; a otros nos cansa y nos fastidia. (…) Me reprochan [...] que la psicología de Aviraneta y de los demás personajes míos no es clara ni suficiente, ni deja huella. Yo no sé si mis personajes tienen valor o no lo tienen, si se quedan o no en la memoria. Supongo que no, porque habiendo habido tanto novelista célebre en el siglo XIX que no ha llegado a dejar tipos claros y bien definidos, no voy a tener yo la pretensión de conseguir lo que ellos no han logrado…«Prólogo casi doctrinal sobre la novela»”, pero también trataremos, de una manera más ágil y más nuestro acercarnos mucho más al estilo y obra narrativa del escritor vasco.

Su obra: https://es.wikipedia.org/wiki/P%C3%ADo_Baroja#Obras

Volveremos sobre estas tierras, latido de País de Cazarabet e inevitablemente, por activa o pasiva, sobre la figura de Pío Baroja…

 

 

 

 

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