Entérate
Cuando Pío Baroja
estuvo en Mirambel
Durante su estancia se inspiró para
escribir, La Venta de Mirambel que recientemente ha vuelto a editar Editorial
Caro Raggio.
La estancia de Pío Baroja en Mirambel.
Durante esta estancia se inspiró para
escribir después La Venta de Mirambel
dentro de la serie de Memorias de un Hombre de Acción.
El escritor vasco fue una de las
plumas fundamentales de la Generación del 98 junto con Unamuno, Azorín,
Valle-Inclán….
Esta narración guarda ciertas
similitudes con el Episodio Nacional de Benito Pérez Galdós dedicó a la Campaña
del Masestrazgo desde las guerras carlistas.
Esta generación marcó a la narrativa
de finales de siglo XIX y mucho a toda la del siglo XX.
La Editorial Caro Raggio
volvió a reeditar este clásico en el 2019.
Mirambel queda exquisitamente retratado
y descrito por la pluma de este escritor introvertido y muy generoso en la
narrativa.
¿Por qué le impresionó a este
escritor tanto este pueblo del maestrazgo turolense?
En el libro Baroja vuelve a
incorporar al refugiado político que se recoge y se acoge desde Mirambel…aunque estos refugiados
carlistas levantinos van a parar a
Francia.
Esta tierra históricamente hablando
está estrechamente vinculada al carlismo y a las guerras carlistas que azotaron
la zona, el General Carlista Cabrera tenía su cuartel general en
Cantavieja—capital de Maestrazgo turolense---y vecina de Mirambel.
Aviraneta en esta “nueva aventura” se cita con la bella perla de esta comarca que sorprende, siempre gratamente, pueblo a pueblo…
La naturalidad en las descripciones
de los escenarios y personajes, así como en los diálogos nos transportan muy
bien a aquella época y nos acerca, sin estruendos, a la tranquila, pero vivaz y
traviesa, Mirambel.
La población que inspiró a Baroja ha
inspirado a otros creadores, bajo otras miradas e instrumentos creativos.
Memorias de un Hombre de acción del
escritor vasco es una serie de relatos o narraciones noveladas basadas en las andanzas de eso, un hombre de acción como a
Aviraneta. De mirada aguda, inquisitiva, severa. De frente amplia y despejada,
de porte orgulloso y dominante Aviraneta se quería comer el mundo por la
retaguardia observando, oyendo y solamente hablando en el justo momento y allá
donde la palabra era valorada y, seguramente, muy bien pagada. Le gustaban los
enredos y se dejaba envolver por los chisme…reía de ver y observar como una
familia peleaba… para sentencia con una lengua bastante aguda, casi viperina.
Aviraneta era hombre de hurgar y de meter las narices en el huerto ajeno para
luego querer saber más y eso solo se conseguía, preguntando, indagando y
tendiendo como trampas para que otros piquen porque los que pican suelen soltar
la lengua y ala, venga, más información d y otra vez a empezar con lo mismo…
Pio en La Venta de Mirambel no
solamente retrata bien la ambientación y a la propia población, también a los
personajes…sobre todo a los personajes…y a
ese carácter como hierático, casi flemático y siempre impulsivo….Pío Baroja retrataba
mejor la cara oscura de todos nosotros que la cara templada por la bonanza…puede
que porque también hurgaba y mucho en el interior de los personajes…no sabía
manejar la hipocresía y trascendía , todo eso, en sus narraciones…es honesta y
asquerosamente sincero…tan sincero que tiene un punto de agrio todo…nos desnuda
para que el lector o lectora nos arrope con la empatía que encontraremos…
El cómo consigue Aviraneta que el
señor Montpesar describa a su familia es de
sobresaliente alto y eso solamente en la antesala, desde La Venta de
Mirambel, de las aventuras de un hombre
de acción…
Pío Baroja describió a Mirambel como:
“una aldea, oscura, amurallada, con aire antiguo, casi de la Edad Media. Su
muralla amarillenta negruzca, se conserva intacta, sin ninguna brecha y para
entrar en el pueblo, es necesario pasar por alguna de sus puertas…”
Queda claro que a los escritores de
otras generaciones y tiempos les gusta de describir los lugares primero
localizándolos y describiéndolos como si estuviésemos en una clase de
geografía. Así describe y habla del territorio que envuelve a Mirambel : “…
árido y montañoso; en las inmediaciones se levantan los cabezos de la Sierra
Palomita, el alto de Tarayuela, la Sierra Blanca
hacia Olocau del Rey, y la Sierra Menadella
en el límite de las provincias de Castellón y de Teruel…”
Creo que Pío Baroja imaginaba a las
gentes como al clima: “...El clima es extremado, más frío que caliente; el aire
puro y el cielo casi siempre limpio…”
Baroja se acerca con un tiento
especial a los moradores de Mirambel desde la calle Mayor…otra vez se fija en
algo abstracto y sin vida como una calle para compararlo –desde la lectura—con
el alma lectora: “…es triste, pobre, llena de soledad y de silencio. Pasa, muy
de tarde en tarde, algún hombre con su caballería o algún carromato; se oye al
herrero que da martillazos en su yunque, al albéitar que saca a herrar a los
caballos y a los mulos a una esquina o algunos chiquillos que juegan.
Las mujeres, sentadas en los portales
o delante de las casas, hilan, hacen calceta o charlan. Algunas, mientras
terminan sus faenas, cantan una canción que se oye con frecuencia…”
Fijémonos que describe sin utilizar
muchos calificativos. Es directo y va de un lugar a otro como si pasase
revista, sin dar respiro con una agilidad dantesca: “Las dos casas oscuras,
casi iguales, se yerguen en la plaza, una frente a otra, como desafiándose.
Quizá fueron construidas por familias rivales. En tiempo de la primera guerra
carlista hubo allí oficinas y empleados y se alojaron personajes importantes.
Son dos casas sombrías, siniestras.
Es muy posible que en ellas haya habido duendes, almas en pena y ruido de
cadenas. Si no los ha habido es más que por culpa suya por falta de imaginación
de los mirambelianos. Las otras casas de la plaza son
pequeñas, pobres, de un piso o de dos, con ventanas y balcones sencillos, de
hierro o de madera.
El ayuntamiento se halla cerca de la
iglesia, tiene un solo piso y un soportal con arcos grandes a manera de logia.
Los mozos juegan allí a la pelota los domingos. La iglesia está bajo la
advocación de Santa Margarita y fue quemada casi por completo por las fuerzas
carlistas del Serrador, en 1837. (…) Desde lejos, Mirambel, tiene una traza
hosca y guerrera, con su muralla negruzca y sus torreones, destacándose en el
fondo de los montes amarillentos y grises.
Baroja aprovechó su viaje a Mirambel,
le sacó todo su jugo..:” Mirambel, en el siglo XIX,
apenas aumentó de habitantes; no varió, se quedó inmóvil, paralizado dentro de
sus muros de piedra, como un fósil. Los pueblos de altura tienen siempre un
aire más aristocrático, más hermético que los pueblos de llano o de las orillas
del mar. Mirambel ha seguido siendo pueblo cerrado, hierático, misterioso.
Parece un animal muerto dentro de su concha. El convento de las Agustinas, en
este pueblo lánguido y triste, da una gran impresión de melancolía, con sus
muros blanqueados y sus ventanas cerradas….”
Nos estamos centrando en el primer
capítulo de La Venta de Mirambel por
acercarnos más a cómo miró Baroja a esta población del Maestrazgo de Teruel y
me paro para volver sobre este amanecer: “… Al salir el sol, Mirambel, brota de
la oscuridad de la noche, claro, frío, casi nuevo bajo
el cielo azul y el aire claro que parece de cristal; el humo gris de las
chimeneas se expira en el cielo transparente. Al ponerse el sol, cuando el Ángelus
da sus campanadas tristes, el pueblo parece ruinoso, abandonado, y el humo de
las hogueras llena la cañada y enturbia el aire. Mirambel tiene ese crepúsculo
de las tierras altas y secas; crepúsculo lleno de magnificencia, en que el día
parece morir inundando el cielo de sangre….”
En el segundo capítulo, del que ya no
vamos a profundizar tanto, ofreciendo cortados y pegados, consideramos que lo
mejor es acercarse a la lectura, pues aquí se centra en describir los
alrededores de Mirambel…se nota que a Baroja le debía gustar andar, dar paseos
y mirar con esos ojos preguntones, no muy grandes, pero curiosos e
inquisitivos…Bordón, Olocau del Rey, La Tolodella, Forcall,
Tronchón---aquí me paro porque él se acerca un instante al queso como ya hizo
Cervantes en El Quijote--- La Mata, La Cuba, La Iglesuela
del Cid, Cantavieja, Mosqueruela…
En el tercer capítulo, se para en el
convento de las monjas de la orden de las carmelitas descalzas cuyas celosías
han protagonizado las mejores y más inspiradas, así como inspiradoras, imágenes
para el recuerdo de esta y desde esta población turolense…las celosías que
guardaban las miradas de las monjas, curiosas…las celosías que filtraban los
rayos de sol…que proyectan un halo de misterio a la población y a sus
moradores…Otra vez, aquí, Pío Baroja demuestra cómo se escriben…desde el origen
remontándose, si cabe, a África para contarnos quiénes eran esas monjas, el por
qué de su orden…quizás pretendía con todas esas descripciones e indagaciones
que nos hiciésemos una idea de ellas y del misterio que encierra a todos los
conventos..
Tanto le evoca y le inspira la visita
al convento que le dedica a “la vida en éste” otro capítulo, el cuarto.
Evocador y solo digno de los escritores que se atreven además de querer o
pretender escribir bien. Baroja lo consigue: “…Entre las mujeres llegadas allí
equivocadamente, de poco espíritu, de poca imaginación y de poca fe, había sin
duda otras de corazón llameante y éstas miraban los muros de la fortaleza
ascética con amor, considerándolos no de cárcel horrenda sino más bien de
retiro celestial. Para las almas ardientes y fogosas, enardecidas por la fe,
vivir en una constante alucinación mística debía constituir una delicia y la
celda pobre y fría, el hábito negro y tosco sobre la piel delicada, la
disciplina y el cilicio, la tumba abierta y el sudario próximo eran seguramente
un manantial de felicidad y de dulzuras místicas. Todo ello se había de dejar
pronto como la mariposa abandona su capullo y lo olvida, se tenía que pasar por
lo eventual para llegar a lo definitivo, la vida pasajera por la eterna. Ad vitam oeternam* como dice con su
solemnidad el latín......”.
¿Cómo lo hace lo de describir la vida en un
convento?, poco a poco…paso a paso…preguntándose cuestiones e intentando
responderlas estación a estación, por ejemplo.
En el quinto capítulo viaja Pío
Baroja a otra época en que Los Templarios era como idolatrados o quizás
temidos…estuvieron en estos lares y dan de qué hablar y cómo no de qué
escribir, así que Baroja pone los puntos sobre las íes…Sigue con el
acercamiento a los templarios en el capítulo seis así como edificando parte de
la historia de Mirambel al paso de esos caballeros, se conoce que el tema le
agrada a nuestro narrador adentrándose en unas curiosas singularidades que
entroncan hasta con la masonería…minucioso en la indagación. Sirva los
siguientes párrafos a modo de ejemplo de que, además, Baroja se lo pasaba bien:
“… Según los masones de la orden moderna de los templarios, que pretender ser
continuadores de los antiguos, el Baphomet era la
figura panteística y mágica de lo absoluto, el símbolo sagrado de la
Naturaleza. La antorcha colocada entre los dos cuernos representaba la
inteligencia equilibrante; la cabeza del chivo,
cabeza sintética, reunía caracteres del perro, del toro y del asno y
simbolizaba la responsabilidad de la materia sola y la expiación, que en los
cuerpos debe castigar solamente las faltas corporales.(…)
Para nuestros fantásticos ocultistas, los templarios tenían relación no sólo
con la secta de los ofitas sino también con la de los maniqueos y de los
asesinos…”
La historia entre los propios carlistas tiene su intriga…pensamos que aquí es donde Baroja se siente como pez en el agua: “Al comienzo del dominio carlista Mirambel y sus contornos fueron ocupados por los cabecillas aragoneses, luego por Cabrera y sus lugartenientes. Al principio las correrías de los carlistas en el Bajo Aragón, las dirigieron Manuel Carnicer, natural de Alcañiz, y Joaquín Quílez, nacido en Sam-per de Calanda, cerca de Hijar, los dos aragoneses. En esta época había en el campo liberal una gran confusión y las pequeñas partidas rebeldes podían tener grandes éxitos y producir descalabros en las tropas del Gobierno. Quílez anduvo con frecuencia por las inmediaciones de Zorita, el Forcall, la Mata y Mirambel. Quílez tenía más partidarios que Cabrera en el Bajo Aragón, se le consideraba más noble y más humano a pesar de que había cometido también sus tropelías y sus barbaridades….”
Las intrigas en el Bajo Aragón,
Maestrazgo de Teruel y más allá…son descritas por Baroja desde La Venta de
Mirambel, vale la pena su lectura porque, además, reconocemos geográficamente
nuestro territorio. Las inquinas de aquellos días eran más parecidas a las
inquinas de hoy de lo que nos pueda parecer, Baroja escribe lo siguiente: “Durante
el mando de Cabrera los cabecillas aragoneses Arévalo, Cabañero, Bonet y otros
muchos de menor importancia quedaron postergados, olvidados en la parte
interior de Aragón. Cabrera favoreció a sus paisanos y hasta el gobierno de
Canta-vieja se lo dio a un catalán. Para la maestranza de este pueblo fue
nombrado el alavés Echavasti. Los gobernadores de
Morella, la plaza más importante ocupada por los carlistas, fueron también
catalanes o levantinos, uno de ellos Ramón O'Callaghan,
amigo de Cabrera y de origen irlandés. De este O'Callaghan
se tenía mala opinión y se decía que se quedaba con todo. El otro, Magín Sola,
también gobernador del castillo de Morella, tenía fama de ladrón y se aseguraba
que Cabrera había estado muchas veces a punto de fusilarle. De Pedro Beltrán,
llamado Peret del Riu, el
último de los gobernadores morellanos, se aseguraba que había ordenado una
quinta de inútiles y viejos y para licenciarlos había exigido dinero a cada
uno. Cabrera no tenía simpatía por los aragoneses. Dos jefes no se rindieron
inmediatamente a su ambición de mando y hasta se le pusieron en frente: Carnicer y Quílez, los dos
aragoneses; al primero, según el rumor popular, lo denunció el mismo Cabrera
cuando iba camino de Navarra; del segundo le libró una bala enemiga. Por
contraste, a los valencianos y catalanes, como Llagostera,
Forcadell y el Serrador, Cabrera los había dominados enseguida haciéndoles
después sus lugartenientes…..”.
El clero tampoco se libra de la
mirada inquisitiva y curiosa de un Pío Baroja muy directo: “… el pueblo contó
con grandes predicadores que inflamaban el ardor bélico de los carlistas. Los
generales y los curas hacían los primeros papeles en la aldea. El párroco de
Mirambel, el padre Caballería, mosen Juan, hombre
fastuoso y opulento, tuvo grandes éxitos con sus sermones. Al final de la
guerra, Caballeria, fue sustituido por el padre
Chamorro, que era pequeño e insignificante y tenía una vocecilla agria, y
después por el padre Perdices (…) Cuando se marchó el padre Caballería todo el
pueblo añoró sus grandes discursos. Sus sermones largos, llenos de apóstrofos y
de anécdotas mundanas, entusiasmaban a la gente.(….)
se había entendido muy bien con los carlistas y pareció dispuesto a entenderse
igualmente con los liberales, quienes después del convenio de Vergara le
trasladaron a Teruel. El padre Caballería, al decir de sus rivales de sotana,
encendía una vela a Dios y otra al diablo; sabía hacer también ejercicios
acrobáticos en la cuerda floja de la política con gran habilidad. Aquí Bajora indaga y se siente más descriptivo, como “más
periodista” o “tan periodista como narrador”.
La venta de Mirambel no deja de ser
como un libro de sucesos y de relatos que tienen el denominador común de
Mirambel hasta se acerca a contar y relatar minuciosamente un ·suceso romántico
en el capítulo X. Mientras que en el capítulo siguiente se afianza, aún más, en
“la posada” donde nos encontramos, otra vez, con intrincadas relaciones y líos:
“….Blas Escucha era un hombre alto, rojizo, de ojos claros, violento, brutal,
que había estado en la cárcel por haber intervenido en riñas solventadas a navajadas
y a tiros. Blas era jugador y había puesto muchas veces en peligro el crédito
de su casa y lo había salvado con la ayuda de algunos amigos ricos. Durante los
primeros años de la guerra Blas Escucha ganó mucho dinero con la posada, que
era al mismo tiempo carnicería y tienda de comestibles. Suministró víveres al
ejército carlista y cobró fuertes sumas; pero el hombre creía que podía vivir
hecho un príncipe y jugar con los oficiales, y perdió todo su capital y se
empeñó y se llenó de deudas. Entonces Escucha, según la voz popular, hizo una
mala faena, digna de un desalmado como él…”. En sucesivos capítulos van
desfilando personajes que se daban cita en la posada por ser los que la
manejaban o por ser los que acudían allí como lugar de tertulia, visita, descanso…aparecen:
la Blasa, Escucha, Don Cayo, Pitarque…y va
describiendo algunas de las cosas que iban transcurriendo. Aquí y durante unos
capítulos La venta de Mirambel toma ritmo de auténtica acción contada o vivida,
pero siempre descrita con agilidad. Sin estridencias, eso sí lo tiene todo
hasta el pasaje que describe el organizar una trampa o el tomarse una venganza.
Aviraneta aparece como el hombre de acción que era y fue para Baroja, entrando como hombre o elefante entrando en una cacharrería en la parte de La Los Expresidiarios y en la descripción de Los agentes carlistas en Francia.
Es a partir de ese capítulo o mejor
dicho desde este capítulo cuando el protagonista de la serie Memorias de un
Hombre de Acción se hace con las riendas de La Venta de Mirambel y comparte
protagonismo con los demás personajes que pasean por ese lugar de Mirambel
desde esta población---como estirando del hilo narrativo—Baroja viaja con
Cabrera, por poner un ejemplo, a la última batalla que se libró en Berga y al
exilio carlista en Francia y a las negociones, intrigas y “jugadas del
fontanero Aviraneta”; también aparece Baldomero Espartero. En estos capítulos
de La Venta de Mirambel los diálogos están como por encima de la narración y
gozan de una agilidad y naturalidad muy, muy marcada…
Memorias de un Hombre de Acción es
una serie de narraciones o título general
escrita por Baroja teniendo como protagonista a Eugenio de Aviraneta
que, en realidad es, un antepasado del propio Baroja.
Podríamos afirmar que con Memorias de
un Hombre de Acción se consagra la novela histórica en Bajora
y desde Baroja porque, recordamos, imprime un ritmo narrativo y un estilo muy
suyo, quizás fruto de su carácter inconformista, reservado, incómodo,
inclasificable….el hecho es que consagra la novela de acción como otros
escritores: Galdós, Valle-Inclán cada uno desde su mirada y perspectiva, pero
todos con una determinación más que significativa. Por otra parte, estos
escritores y en Baroja La Venta de Mirambel es un ejemplo claro la obra es
coral y el manejo y descripción de los personajes es colorida…muchos no son
fijos, lo que quiere decir que no tienen porqué aparecer en todas las novelas
de Memorias de un hombre de acción…van y vienen o solamente están presentes en
una… y aunque nos parece que el narrador es Baroja no es así y recogemos de la
wikipedia: “El narrador inicial no es Baroja, sino uno de sus personajes, Shanti Andía, quien, habiendo
transcrito las memorias de su tío Juan de Aguirre en el séptimo libro de Las
inquietudes de Shanti Andía
(1911) encuentra las de un sobrino del guerrillero Pedro de Leguía y las de un
amigo y maestro de este, Aviraneta; animado por su tía Úrsula, que le dice:
«Publica las memorias como si las hubieras encontrado o como si las hubieras
escrito tú», se pone a ello de manera tal que advierte al lector: «Ahora ya
casi no sé lo que dicta Aviraneta, lo que escribió Leguía y lo que he añadido
yo; los tres formamos una pequeña trinidad, única e indivisible. Los tres hemos
colaborado en este libro: Aviraneta, contando su vida; don Pedro Leguía,
escribiéndola, y yo, arreglando la obra al gusto moderno, quizá estropeándola».
Entre los narradores principales de
ese coro de voces narrativas aparece como principal "Pello" Leguía,
que es también un compilador. Leonardo Romero Tobar le asigna cuatro funciones complementarias de
menor a mayor importancia que se realizan en los dos planos del narrador y del
personaje: Compilador de la biografía del protagonista Aviraneta. Nexo formal de unión en los principios y
finales de novela, entre los diversos relatos que forman la serie. Protagonista de una de las novelas. Figura
antitética y complementaria de la de don Eugenio de Aviraneta.
El propio Aviraneta cuenta parte de
sus aventuras en novelas como El escuadrón del brigante,
Crónica escandalosa, Desde el principio, hasta el fin... pero
también otros personajes, como Pepe Carmona en los pasajes principales de Las
furias, o López del Castillo en la mayor parte de Los confidentes
audaces. También es el caso de las “memorias” del inglés J. H. Thompson (La
ruta del aventurero). En algunas novelas se opera un cambio de narrador (La
ruta del aventurero, Los contrastes de la vida, Las furias...)
Y la identidad del narrador cambia dentro de la primera persona prestándose a
confusión y obligando a veces al lector a hacer un esfuerzo para identificarlo,
como ocurre con la historia de “La mano cortada” de Los caminos del mundo.
Otras veces, un narrador en tercera persona hace desaparecer la identidad
narratoria de Leguía: así ocurre en El aprendiz de conspirador, Las
figuras de cera, Humano enigma, La venta de Mirambel, La
veleta de Gastizar... de forma que el discurso se
transforma en un relato anónimo o, por mejor decir, neutro.
Enumeramos aquí la serie de Memorias de un hombre de acción: El aprendiz de conspirador (1913). El escuadrón del «Brigante» (1913). Los caminos del mundo (1914). Con la pluma y con el sable (1915). Los recursos de la astucia (1915). La ruta del aventurero (1916). Los contrastes de la vida (1920). La veleta de Gastizar (1918). Los caudillos de 1830 (1918). La Isabelina (1919). El sabor de la venganza (1921). Las furias (1921). El amor, el dandysmo y la intriga (1922). Las figuras de cera (1924). La nave de los locos (1925). Las mascaradas sangrientas (1927). Humano enigma (1928). La senda dolorosa (1928). Los confidentes audaces (1930). La venta de Mirambel (1931). Crónica escandalosa (1935). Desde el principio hasta el fin (1935).
¿Nos acercamos un poco al escritor
Pío Baroja? Este
escritor nació en 1872 en San Sebastián,
se doctoró en Medicina, pero finalmente dejó esta profesión para dedicarse a la
literatura… estableciendo un estilo diferencial, quizás al tener siempre “como
cierta visión pesimista” de la vida. También era muy individualista y eso se
deja ver en su obra.. Baroja se crió y creció en un
ambiente cómodo, burgués y “de pensamiento liberal”. Así se detalla :
“…familia relacionada con el periodismo
y los negocios de imprenta(….) Su abuelo paterno del mismo nombre, Pío Baroja,
aparte de ayudar a su padre a editar en San Sebastián el periódico El liberal
Guipuzcoano 1820-1823) durante el Trienio Liberal, imprimió la Historia de la Revolución francesa de Thiers en doce tomos con traducción del
citado Sebastián de Miñano y Bedoya. Él y su hermano
Ignacio Ramón continuaron con el negocio
de imprenta y un hijo de este último, Ricardo, tío del novelista, será, con el
tiempo, editor y factótum del periódico donostiarra, El Urumea “.
Su infancia estuvo marcada por los
constantes cambios de residencia debido a la profesión de su padre. Aunque
estudia y se gradúa en medicina nunca siente demasiada vinculación con la
profesión, al parecer tampoco hace amigos en la época académica y más bien en
la facultad de medicina tiene enfrentamientos con alguno de los profesores.
En cuanto puede deja de ejercer la
profesión…de hecho la ejerce muy poco y marcha a Madrid , instalándose con su
hermano Ricardo que regentaba una panadería…allí empieza a entrar en contacto
con el ambiente literario y de tertulias. Destaca también su etapa de viajes y
las amistades que le implican en lecturas.
En otros kms,
si os parece, trataremos de adentrarnos en sus gustos bibliófilos, influencias
como escritor, vinculaciones con pensadores, con otros escritores y con el
pensamiento político—que viaja, fruto de su constante inconformismo del
anarquismo a ideas más conservadoras--- y en el estilo que le da a su narrativa
rasgos muy, muy característicos que le hacen único. También es característico
en él su anticlericalismo.
De todo esto solamente destacamos,
rescatando de la biografía bibliográfica de la wikipedia , lo siguiente (porque
hace referencia al personaje que tan presente está en La Venta de Mirambel,
Eugenio de Aviraneta, desde Memorias de un hombre de Acción): “Entre 1913 y
1935 aparecieron los veintidós volúmenes de una larga novela histórica,
Memorias de un hombre de acción, basada en la vida de un antepasado suyo, el conspirador
y aventurero liberal y masón Eugenio de Aviraneta (1792-1872), a través del cual refleja los
acontecimientos más importantes de la historia española del siglo XIX, desde la Guerra de la
Independencia hasta la regencia de María
Cristina, pasando por el turbulento reinado de Fernando VII Constituye una amplia serie de novelas
históricas comparable a los Episodios
nacionales de Benito Pérez Galdós de y
aproximadamente sobre el mismo periodo histórico, aunque el escritor canario
escribió casi el doble de novelas que el escritor vasco y Baroja se documentó
con tanto rigor como el propio Galdós, aunque su estilo es mucho más
impresionista (presenta a sus personajes en una serie de detalles, palabras,
reacciones, gustos y preferencias que terminan por caracterizarlos para el
lector. El impresionismo literario fue
iniciado en Francia por los hermanos Goncourt,
quienes publicaron numerosas novelas de este tipo y fundaron su famosa Revista
en 1856 Octave
Mirbeau. Es el
mejor ejemplo de la novela impresionista del fin de siglo La obra de Marcel
Proust, por su constante tendencia a la evocación y la captación del mundo de
los sentidos puede considerarse dentro de esta tendencia. Igualmente el teatro
de Chejov, en el que la historia y las motivaciones de los personajes se van
revelando fragmentariamente y la trama se divide en varias subtramas,
ha sido considerado por algunos críticos dentro de este estilo. Para hablar de
estilos nos basta un poco(pero no del todo porque se
nos levantan muchas curiosidades) en lo que nos refleja la wikipedia
porque nos cuenta lo que él mismo
pensaba del género novelístico. Así reproducimos: “El Baroja narrador creía
insuficiente el arte para reflejar lo que a él más le importaba: la verdad de
la vida; su reflejo literario, si de veras era sincero, debía despertar la
misma insatisfacción que provocaba la propia vida. Por eso, como Miguel de
Unamuno, tenía una idea viva y proteica de lo que era la novela: “¿Hay un tipo
único de novela? Yo creo que no. La novela, hoy por hoy, es un género
multiforme, proteico, en formación, en fermentación; lo abarca todo: el libro
filosófico, el libro psicológico, la aventura, la utopía, lo épico; todo
absolutamente. Pensar que para tan inmensa variedad puede haber un molde único
me parece dar una prueba de doctrinarismo, de dogmatismo. Si la novela fuera un
género bien definido, como es un soneto, tendría una técnica también bien
definida. (…..) La novela, en general, es como la corriente de la Historia: no
tiene ni principio ni fin; empieza y acaba donde se quiera. Algo parecido le
ocurría al poema épico. A Don Quijote y a la Odisea, al Romancero
o a Pickwick, sus respectivos autores podían
lo mismo añadirles que quitarles capítulos. Claro que hay gente hábil que sabe
poner diques a esa corriente de la Historia, detenerla y embalsarla y hacer
estanques como el del Retiro. A algunos les agrada esa limitación; a otros nos
cansa y nos fastidia. (…) Me reprochan [...] que la psicología de Aviraneta y
de los demás personajes míos no es clara ni
suficiente, ni deja huella. Yo no sé si mis personajes tienen valor o no lo
tienen, si se quedan o no en la memoria. Supongo que no, porque habiendo habido
tanto novelista célebre en el siglo XIX que no ha llegado a dejar tipos claros
y bien definidos, no voy a tener yo la pretensión de conseguir lo que ellos no
han logrado…«Prólogo casi doctrinal sobre la novela»”, pero también trataremos,
de una manera más ágil y más nuestro acercarnos mucho más al estilo y obra
narrativa del escritor vasco.
Su obra: https://es.wikipedia.org/wiki/P%C3%ADo_Baroja#Obras
Volveremos sobre estas tierras, latido de País de Cazarabet e inevitablemente, por activa o pasiva, sobre la figura de Pío Baroja…
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