Bibliotecas y su
papel, biblioteca de papel y de compromiso.(I)
¡Bibliotecas del
mundo, uníos!
A partir de la presente edición del
km39 la sección arte se fusiona y retroalimenta con nuestro patrimonio. Para inaugurar
esta perspectiva renovada nos acercamos a los templos patrimoniales y
guardadores de no pocas obras de arte, las bibliotecas que, de por sí, ya son
toda una obra de arte. Los libros son obras de arte y forman parte del
patrimonio y las obras de arte suelen estar reflejadas en los libros y suelen
descansar en unos templos, denominados bibliotecas…templos sagrados y
demasiadas veces minusvalorados, quizás por tenerlos muy cerca. También nos
queremos acercar a las bibliotecarias y bibliotecarios que, resisten y
persisten al pie del cañón como verdaderos Quijotes, salvaguardando y
transportando a su sanación a no pocos ejemplares de esos que pasan por
demasiadas manos, como si fuesen Caronte remando en la Laguna Estigia.
Que las
bibliotecas son un lugar especial no es ningún secreto…y cuando visitamos estos
diferentes santuarios donde reposan las letras, historias y saberes nos damos
sobrada cuenta…y que las bibliotecarias y bibliotecarios son, a la vez, y a su
manera, también especiales…tampoco es ningún secreto…
Nos gusta
leer y acercarnos a literatura, sea ensayo, novela de ficción o no ficción que
tenga a ver con los libros, las librerías y esos templos tan especiales que son
las bibliotecas y sus guardianas o guardines, las bibliotecarias y bibliotecarios…por
eso nos ha llamado tanto la atención este artículo que rescatamos de nuestros
Conversas con y que queremos compartir con vosotras y vosotros…Las y los
bibliotecarios son personas que han sido parte directa, como los libros,
escritos, historias…de la historia y del compromiso en mayúscula porque los
libros y los diferentes géneros dentro de la literatura son un pleno compromiso
con la libertad…
Bibliotecarias y bibliotecarios infames, de Ediciones Laiovento.
Este verano veía la luz un libro de ensayo, en lengua gallega, que se lee
muy bien desde la editorial Laiovento, se trata de
BIBLIOTECARIAS E BLIBLIOTECARIOS “INFAMES”. Un muy buen libro que nos acerca,
desde la pluma de Francisco Xavier Redondo Abal y con
el prólogo de Manuel Rivas (que ya muy bien escribiese sobre el sufrimiento de
los libros, plumas y escritos en su Los libros arden mal que le publicase
Alfaguara en el 2006) nos acercan a la represión más allá del libro, como
materia, también de aquellos que los cuidan y los facilitan públicamente.
Sobre el
prologuista, Manuel Rivas poco a decir, mejor consultar para salvar dudas: http://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Rivas y si lo que
queréis es acercaros a la obra a la que apuntamos más, mejor clicar a: http://www.alfaguara.com/es/libro/los-libros-arden-mal-3/
Nos llama un poco la atención esto de lo “autos de fe”, así que buceamos
para explicaros de dónde vienen estos actos públicos que se celebraban para
“purgar” pecados. Os acercamos a la definición: http://es.wikipedia.org/wiki/Auto_de_fe
El autor se ha puesto siempre entre la investigación de todos aquellos
comprometidos con la cultura….haciendo del uso de esta algo para alimentar los
ideales de libertad, convivencia…He aquí un trabajo suyo, que también puede
ayudarnos a entender mucho más, el
presente libro que edita Laiovento, http://www.congresovictimasfranquismo.org/wp-content/uploads/2011/12/23.-Xabier-Redondo.-Depuraci%C3%B3n-bibliotecarios.pdf
La historia nos ha dejado, desgraciadamente, otras represalias sobre los
libros: http://es.wikipedia.org/wiki/Quema_de_libros
Puede que éste sea el episodio de quema de libros más conocido, al menos
dentro de la Historia Contemporánea: http://www.dw.de/10-de-mayo-1933-quema-de-libros-por-los-nazis/a-16805510
El Franquismo también dejó sus
particulares y nefastas huellas cuanto a la quema de libros: https://www.meneame.net/story/quema-libros-30-abril-1939-mano-falange
Este trabajo de Ana María Rus es digno de leer: http://www.represura.es/represura_8_febrero_2013_articulo2.html
Fernando Larraz que editó, también como Ana María
Rus(ésta editó La persecución del libro) un libro con
Trea, Letricidio español, nos dejó esta entrevista
muy especial con Cazarabet conversa con: http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/letricidio.htm
Pero esto es lo que nos dice, en realidad, la editorial del libro de
Francisco Xavier Redondo Abal :
“Los enemigos de España fueron condenados al fuego.
Con motivo de lana Fiesta de él Libro se celebró un
auto de fe en el patio de lana Universidad Central, pronunciando él catedrático
Antonio Luna lanas siguientes palabras:
"Para edificar a España una, grande y libre,
condenamos al fuego los libros separatistas, los liberales, los marxistas, los
de lana leyenda negra, los anticatólicos, los de él romanticismo enfermizo, los
pesimistas, los pornográficos,l os de un modernísimo
extravagante, los cursis, los cobardes, los seudocientíficos, los textos malos
y los periódicos chabacanos.
E incluimos en nuestro índice a Sabino Arana, Juan
Jacobo Rousseau, Carlos Marx, Voltaire, Lamartine, Máximo Gorki, Remarque,
Freud y al Heraldo de Madrid"
Periódico Ya (Madrid), 2 de mayo de 1939
"El secreto de la libertad radica en educar las
personas, mientras que el secreto de la tiranía está en mantos ignorantes".
Maximilien Robespierre
(1758-1794)”
El autor:
Se trata de un pontevedrés, licenciado en
geografía e historia por la Universidad de Santiago de Compostela. Trabajó en
el Archivo Histórico Provincial de Pontevedra, en el Municipal de Meaño y en la Biblioteca Pública de Cambados… actualmente
lo hace en la Biblioteca de la Universidad de Santiago de Compostela. Tiene
publicados artículos en diferentes revistas y es autor de libros como: Percorrendo a catástrofe; Botarse o monte; Memorias de Marcelino
Fernández Prada, un alcalde socialista e revolucionario; Alfonso Ortega Prada:
memorias de un socialista perseguido por el fascismo y A memoria dos libros:
incautación, expolio e desfeita da biblioteca de
Santiago Casares Quiroga. En Laiovente ha publicado O
fulgor e as tebras: as bibliotecas na Galizia da II República e a súa destrucción durante a Guerra
Civil; Proceso a unha biblioteca: a persecución de Castelao a través da
incautación da súa biblioteca e O mar e a memoria o
Expediente Armesto.
Cazazabet conversa con Francisco Xavier Redondo Abal:
-Francisco, ¿estamos ante un libro que reivindica la memoria de una
especie de “guardianes de la cultura y las lecturas” que fueron represaliados…?
-Estamos
ante un estudio que sí hace un ejercicio de memoria y al tiempo pretende
reivindicar y reparar los nombres de los perseguidos y los olvidados, de
aquellos que trabajando en bibliotecas, archivos y museos arqueológicos no
hicieron más que procurar el bien común a través de la difusión del libro y de
la cultura en general. Hablamos de hombres y mujeres que trabajaban en
silencio, con profesionalidad, que no buscaban el premio, la fama o la
notoriedad. Tratamos de auténticos patriotas, en el sentido de que perseguían
la solidaridad, la fraternidad, la justicia social, la igualdad de
oportunidades, el conocimiento y progreso de y para todos. Y lo hicieron usando
como herramientas el libro y la enseñanza y aprovechando la oportunidad que por
primera vez en toda nuestra historia les brindaba un Estado, el republicano,
que hizo suyo una cuestión primordial: erradicar el analfabetismo que según el
Censo de 1930 afectaba a casi la mitad de la población española. Aquellos
hombres y mujeres que ponían un orden fértil en las bibliotecas y los archivos
eran, en efecto, los guardianes de la cultura, sí, pero sobre todo eran los
responsables de que aquellas lecturas custodiadas en esos centros pudieran
llegar a todos los sectores de la población, independientemente de su status
social, su género o su lugar de residencia. Aquellos represaliados por defender
la cultura no fueron héroes. Simplemente actuaron y trabajaron en consecuencia
con su profesión: socializaron la lectura porque pensaban que el libro era un
arma invencible de solidaridad y progreso social. En mi ensayo procuro
recuperar aquellos nombres injustamente olvidados. Precisamente comienzo el
estudio recogiendo unas palabras de Teresa Andrés, una bibliotecaria
excepcional que falleció exiliada en París en 1947, y que en un momento dado
pronunció las siguientes palabras: "Nos enterró el olvido. Parecía que no
hablaban de nosotros porque no les dejaban y era, simplemente, que nos habían
olvidado". Pues para que no los olviden escribí este libro.
-Siempre se ha hablado más de otros
colectivos como del de maestros y maestras que, también defendiendo la cultura
desde la enseñanza fueron represaliados…..yo, personalmente, desconocía un poco
más la historia que rodeaba a los bibliotecarios y bibliotecarias…Cuéntanos,¿
el propósito era generar , entre este colectivo, miedo para que no se
atreviesen a tener entre sus estanterías, a facilitar lecturas a las
gentes que resultasen “como
comprometidas para el régimen dictatorial, en este caso, franquista”?
-Los avances
en materia biblioteconómica aparecidos durante la
etapa republicana fueron espectaculares. No sólo se renovaron los viejos fondos
bibliográficos de las bibliotecas sino que se generalizó el acceso a las mismas
y se impulsó el préstamo a domicilio. La depuración de bibliotecarios y
bibliotecarias fue un aviso a navegantes: tras la victoria franquista ya no
había sitio para la innovación y muchos menos para la difusión y propagación
del libro. La censura campó a sus anchas y todos quedaron advertidos de que en
el Nuevo Estado lo prioritario estaba íntimamente ligado al
nacional-catolicismo. Salirse de ese renglón suponía el castigo y el
descrédito. Muchos libros fueron prohibidos, ya por su temática o por quien
fuera su autor. Incluso Platón fue mal visto por las nuevas autoridades que
"conocían" que era el autor de un ejemplar titulado La República. Puede
sonar a broma pero es la triste realidad. Pero, además, hay que señalar que en
la depuración franquista prima un evidente componente ideológico de corte
fascista y represivo. A eso hay que añadir que los sublevados siempre
entendieron la cultura como el paradigma de todos los males que
"amenazaban" a España: las universidades, los ateneos, los
intelectuales, la Institución Libre de Enseñanza, los maestros, los
bibliotecarios... todos conformaban la "anti-España" y todos ellos
debían ser combatidos. Incluso por la fuerza de las armas.
-Creo por lo que he leído que llegaron a crear un régimen de terror en
torno a las lecturas…entonces, ¿cómo se podían educar mentes y “almas” libres?
-En 1910, un
autor llamado Andrés Manjón advirtió que la
Institución Libre de Enseñanza estaba "formando cerebros aptos para la
revolución". Podríamos citar cientos de ejemplos como este para ilustrar
el concepto que aquellos retrógrados tenían de la enseñanza y la cultura. Pero
es fácil entender que, con estos mimbres, el odio hacia todo aquello que
significara librepensamiento, libertad de cátedra, difusión cultural y
creativa, lectura sin censura, etc., suponía el lógico resultado a semejantes
premisas. Cuando en julio de 1936 llegue la tormenta que asolará a España,
muchos edictos, órdenes y disposiciones atenderán a la prohibición, persecución
y censura de ciertos libros y lecturas. Se hablará de "literatura
pornográfica y disolvente" para referirse a Blasco Ibáñez, a Valle-Inclán,
a Voltaire, a Spinoza, a Luzuriaga, a Zweig, a Pérez
Galdós, a Baudelaire, a Freud... Se calificará como "veneno para las
inocentes mentes de nuestra infancia" las lecturas para niños que enviaban
a las escuelas el Patronato de las Misiones Pedagógicas... Se afirmará con
rotundidad la existencia de un "grado de perversión moral y depravación
provocado por la literatura disolvente y pornográfica"... Se animará a la
quema pública de libros, folletos y periódicos "judíos, marxistas y
antiespañoles"... Se fusiló a maestros, se cerraron escuelas, se persiguió
a bibliotecarios... Este era el panorama dominante en aquella España beata y
negra.
-¿Qué repercusiones ha ido teniendo
esto que, creo, va más allá de una
censura, en el transcurso de los años…?
-En primer
lugar, en Galicia, tenemos constatado la quema pública de libros en Ferrol, A
Coruña, Vigo... nada más iniciarse la contienda. Luego llegarán las
incautaciones, expolios y depuraciones de bibliotecas, tanto privadas como
públicas. En el primer caso son bien conocidos los casos de las bibliotecas de
Casares Quiroga en A Coruña o la de Castelao en
Pontevedra. A continuación se crearon las comisiones depuradoras de bibliotecas
públicas por una orden de 16 de septiembre de 1936. Estas tuvieron como radio
de acción los distritos universitarios y, especialmente, los consejos dados por
el sacerdote Pablo Ladrón de Guevara que a principios del siglo XX publicó una
obra titulada Novelistas malos y buenos. Allí se calificaban un buen
número de títulos como sensuales, obscenos, blasfemos, peligrosos, inmorales,
heréticos... Sobran pues los comentarios. Pero el resultado final fue la
privación a varias generaciones del acceso a la cultura general y la
constatación de que España se había convertido en un paisaje lunar en cuanto a
la lectura y la enseñanza.
-¿Cuántos bibliotecarios y
bibliotecarias fueron represaliados y cómo era esa represión?
-En octubre
de 1935 había en España cerca de 300 funcionarios agrupados en el Cuerpo
Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos. No todos ellos
recibieron con entusiasmo la llegada de la Segunda República: algunos provenían
de escalafones muy alejados en el tiempo (incluso de finales del siglo XIX),
mantenían profundas creencias religiosas y profesaban ideas conservadoras.
Representaban, en definitiva, la élite de la profesión y ocuparon los lugares
más altos del escalafón. Otros, las generaciones más jóvenes, tomaron como
suyos los esfuerzos dinamizadores que en el terreno de la cultura adoptaron las
autoridades republicanas. Eran hombres y mujeres de un gran dinamismo, que habían
pasado temporadas formándose en el extranjero, conocían idiomas, creían en la
libertad y en la solidaridad. Aquellos que mostraron simpatía por el régimen
republicano o militaron en partidos políticos de izquierda, sindicatos de
clase, ateneos, escuelas laicas o de librepensamiento... todos ellos pagarán un
altísimo precio cuando se produzca la victoria franquista. Aquellos que no
fueron asesinados o que no optaron por el exilio fueron investigados exhaustivamente,
hasta el último rincón de su existencia. Un juez (que era al tiempo compañero
de profesión) se encargó de sacar a la luz el pasado democrático de decenas de
facultativos. Ese instructor se llamaba Pedro Miguel Gómez del Campillo y desde
1930 era el director del Archivo Histórico Nacional. Allí montó su propio
juzgado de instrucción, en la madrileña calle de Recoletos, entonces
rebautizada como Calvo Sotelo. Gómez del Campillo
investigó hasta la saciedad, contó con la delación de sus compañeros más
conservadores y sugirió castigos de acuerdo a la Ley de 10 de febrero de 1939,
una ley redactada para limpiar de "indeseables y anti-patriotas" al
cuerpo funcionarial. Muchos facultativos fueron
postergados, trasladados a provincias e incluso separados definitivamente de su
profesión. Los bibliotecarios castigados fueron enviados a archivos
provinciales de Hacienda para alejarlos de los libros y sus usuarios. El número
de bibliotecarios y archiveros depurados fue muy elevado pero hay que tener en
cuenta que también fueron investigados los encuadernadores, restauradores,
fotógrafos, auxiliares de bibliotecas... Por no hablar de una figura que apenas
ha sido estudiada: la del maestro-bibliotecario, es decir, el responsable de
las escuelas rurales que recibieron lotes de libros del Ministerio de Instrucción
Pública y Bellas Artes y del Patronato de las Misiones Pedagógicas para crear
pequeñas bibliotecas en aquellos lugares.
-Crear ignorantes o fabricarlos, casi
que estaría mejor dicho ,es algo que se ve que a los gobiernos y gobernantes
les debe de resultar como “rentable”…sobretodo en según en qué coyunturas históricas….lo importante es
crear y fabricar seguidismo, gente que obedezca sin preguntar y está claro que
los libros, muchos de ellos, no animan a ello y los que los facilitan
tampoco…¿De alguna manera, aunque haya libertad de expresión y las formas sean
diferentes, esto se está dando hoy en
día?
-Absolutamente.
Los libros y la lectura, es decir, la enseñanza y la educación, implican que
uno piense por sí mismo, se hace autónomo y sobre todo crítico e independiente.
Quien lee y se instruye desarrolla una mente lógica, evaluadora y, como dije
antes, crítica. Esto supone que esa persona no es fácilmente manipulable y,
además, poco propensa a la sumisión. La lectura fomenta hábitos de discusión,
de contraposición de idearios, de pensar sin tabúes ni prohibiciones, con plena
libertad de elección. En definitiva, la enseñanza crea hombres y mujeres
libres. Crea ciudadanos, no súbditos. La lectura desplaza la superchería y los
dogmas incuestionables, sustituyéndolos por el pensamiento, el razonamiento y
la deducción. Las autoridades de la Segunda República querían erradicar el
analfabetismo (que rondaba el 43% de la población española) para que la gente
asumiera la capacidad de elegir en libertad. Los responsables del Ministerio de
Instrucción Pública sabían que sólo la instrucción, la lectura y la cultura (en
términos amplios) podrían facilitar el asentamiento del régimen republicano y
su sistema democrático de gobierno. Por eso apostaron por las escuelas y por
las bibliotecas, erradicaron la desigualdad existente entre el campo y la
ciudad y llevaron libros y maestros a los lugares más apartados de la geografía
española. Aquellos ministros de Instrucción Pública, como Marcelino Domingo o
Fernando de los Ríos, lo tenían muy claro. José Ignacio Wert
también lo tiene meridianamente claro: destrozar la enseñanza pública, impedir
el acceso a determinados segmentos de la población a la educación a través del
recorte en becas y ayudas y, por último, subvencionar colegios religiosos
representa apostar por una escuela elitista y discriminatoria, dominante y
clasista. Otro tanto podríamos decir del IVA cultural, el segundo más alto de
Europa. El negocio es obvio: todos ellos salen ganando pues siguen manteniendo
en su poder los resortes que facilitan la manipulación, el engaño y el
desconcierto. Sí, ellos son casta.
-¿Cómo ha sido el proceso de
documentación para la escritura de este ensayo y cómo la metodología de
trabajo?
-A través de
diferentes estudios tuve conocimiento de la existencia de los expedientes de
depuración a que fueron sometidos todos los bibliotecarios y archiveros
españoles pues, en realidad, eran funcionarios públicos y como tales fueron
investigados y examinados de acuerdo a la Ley de 10 de febrero de 1939 que
fijaba las normas para la depuración de todos y cada uno de ellos, ya fueran
maestros, diplomáticos, jueces, trabajadores de compañías arrendatarias del
Estado, etc. Esos expedientes se encuentran en el Archivo General de la
Administración de Alcalá de Henares donde todo fueron facilidades para su
consulta y reproducción. El tamaño de la documentación fue tal que decidí
circunscribir en primera instancia el estudio a Galicia. Es decir, elegí a
aquellos facultativos nacidos o ligados íntimamente a Galicia por diferentes
cuestiones. Claro que eso me llevó a citar a muchos otros que nada tenían que
ver con mi tierra. Luego, vas tirando del hilo, una lectura te lleva a otra,
una situación concreta te aconseja indagar en otra cuestión ligada a aquella y
al final compones el trabajo. Para mí fue un recorrido alucinante, por
desconocido. Un descubrimiento continúo. Por lo demás, metodológicamente,
intenté ser riguroso en el manejo de las fuentes y, sobre todo, trabajar
honestamente. Pero desconozco si lo habré conseguido.
-Francisco Xavier: veo que tu
producción como escritor e investigador está ligadísima al mundo de los libros,
las bibliotecas….un mundo donde te mueves como pez en el agua al haber estado
trabajando en archivos, bibliotecas… ¿fue al estar trabajando en estos ámbitos
cuando pensaste en escribir(al encontrarte con la información, aunque tuvieses
que investigar y demás…) de los libros, las bibliotecas y la represión sobre
ellos…?
-En realidad
todo empezó cuando aprobé las oposiciones a la Biblioteca Universitaria de
Santiago de Compostela, en 1993. Había unos temas sobre historia de las
bibliotecas en España y cuestiones relacionadas con la lectura pública a lo
largo de los tiempos. Curiosamente, en la bibliografía que manejabas para
elaborar los temarios siempre había un vacío en el momento de abordar los años
30 y 40 del pasado siglo. O al menos, se pasaba muy de puntillas. Aquellos
paréntesis siempre me llamaron la atención. ¿Existió la lectura socializada
durante la Segunda República? ¿Y los bibliotecarios? ¿Cómo acogieron los
impulsos dados por las autoridades del Ministerio de Instrucción Pública al
libro y la biblioteca? ¿Saludaron con el mismo entusiasmo los esfuerzos en pro
de la lectura pública, de la apertura de las bibliotecas sin discriminaciones?
¿Modificaron los fondos bibliográficos de aquellas bibliotecas obsoletas donde
prevalecía la cuestión religiosa, como interpretaciones de la Biblia,
hagiografías de santos, comentarios a los Testamentos...? Luego, paso a paso,
vas descubriendo las actividades de las Misiones Pedagógicas (con Manuel
Bartolomé de Cossío) y de la Junta de Intercambio y Adquisición de Libros para
Bibliotecas Públicas (con Antonio Zozaya), por
ejemplo, y observas que España caminaba en la buena dirección. Pero, por
desgracia, también descubres que tras el golpe de Estado de julio de 1936 se
hacen normales las quemas públicas de libros, los expolios de bibliotecas
privadas, la censura, la persecución de los bibliotecarios que colaboraron en
la expansión del libro y la lectura.
-Francisco Xavier, también te acercas
a personas, vinculadas al izquierdismo y al republicanismo… ¿es una manera,
sientes tú, de reivindicar su memoria y en conjunto la memoria histórica? Por
cierto, ¿cómo ves o sientes el proceso, reivindicaciones y demás que ha ido
tomando, y evolucionado la Memoria Histórica?
-Por
supuesto que pretendo reivindicar la memoria de los represaliados, de los
inocentes, de los perseguidos. Para ellos (bibliotecarios o no) nunca hubo paz.
La persecución fue implacable, muy lejos del espíritu cristiano de piedad y
reconciliación. El mismo general Franco advertía en mayo de 1939: "No nos
hagamos ilusiones: el espíritu judaico, en alianza con el marxismo, no se
extirpa en un día y aletea en el fondo de muchas conciencias". Sí, al
estudiar a los bibliotecarios depurados pretendo reparar el nombre de los
invisibles, de los que quedaron en la desmemoria y el olvido. Gentes
absolutamente inocentes. ¿La Memoria Histórica? Yo no sé qué es la Memoria
Histórica. Sólo puedo decir que hoy, en España, todavía hay personas que opinan
que cuando alguien busca los restos de su familiar asesinado y enterrado en una
cuneta como un perro, ¡¡¡ese alguien cree que aquel está pensando en las
subvenciones!!! Pues semejante barbaridad fue dicha por todo un señor diputado
del Partido Popular, Rafael Hernando. ¿Es posible mayor impiedad? Hay en España
muchas asociaciones y personas que se mueven con honestidad en el terreno de la
Memoria Histórica. Se producen avances en la reparación de los nombres y
afloran elementos que nos hacen más justos, libres y solidarios. Pero esos
avances acontecen a pesar de los poderes públicos. Eso es muy triste y dice muy
poco a favor de este Estado supuestamente democrático. ¿Cómo entender que
todavía hoy no se condene al franquismo sin paliativos? ¿Cómo es posible que se
califique de "régimen autoritario" a un Estado fascista y criminal
como fue el franquista? ¿Resulta admisible que hoy en día muchas calles y
plazas aún conserven los nombres de los golpistas? ¿Es justo pensar que en 1936
todos fueron iguales y todos en igual medida? No, pero todo ello es fruto del
desconocimiento, de la mitología heredada tras cuarenta años de dictadura. Hay
que seguir avanzando, con rigor y metodología, con honestidad y sin revanchismos.
Pero hay que proseguir en la tarea de reivindicar el pasado, por muy duro que
resulte.
-En qué estás trabajando,
actualmente, amigo Francisco, ¿nos puedes avanzar algo?
-Acabo de
publicar un pequeño trabajo en la revista A Trabe de Ouro
sobre los bibliotecarios que quedaron atrapados en el Madrid republicano en
1936 y que conformaron una auténtica Quinta Columna autónoma. Bibliotecarios
que deseaban la victoria franquista y que, no pudiendo escapar de la capital
del Gobierno republicano, pusieron todos sus esfuerzos en boicotear y torpedear
cuántas órdenes emanaran de las autoridades legítimas en lo que concierne, por
ejemplo, a la salvaguardia del patrimonio histórico, artístico y bibliográfico
amenazado por los saqueos y los bombardeos. Por lo demás, siempre hay miles de
ideas para seguir trabajando que poco a poco van cogiendo sentido, siempre
aparecen asuntos que hacen despertar tu curiosidad. Como escribió Manuel Rivas:
"Vamos profundizando laboriosamente en la estratografía
de la infamia". Ahora mismo estoy trabajando en la edición de las memorias
de un antiguo preso republicano, oriundo de Ferrol y colaborador con la
guerrilla antifranquista a finales de la década de los años 40.
-Este año, se está publicando mucho sobre el tema de los libros y la
represión que han sufrido…sin ir más lejos Trea lo ha hecho con Letricidio Español de Fernando Larraz
y La persecución del libro de Ana María
Rus… ¿te has hecho con sus lecturas?, ¿nos puedes recomendar algo sobre la
cuestión de los libros, libreros, bibliotecarios y bibliotecarias…?
-Conozco los trabajos de Fernando Larraz, por ejemplo El monopolio de la palabra,
publicado en 2009 que estudia la literatura del exilio español durante el
franquismo, así como Una historia transatlántica del libro, del año 2010
sobre la edición en España y Latinoamérica durante la pasada década de los 40.
Tomo nota del Letricidio español (¡y
prometo leerlo!). De Ana Martínez Rus sólo puedo responder con palabras de
admiración. Leí nada más salir a la calle La persecución del libro, un
excelente trabajo que abarca los años 1936 hasta 1951 y donde se estudian
cuestiones como la censura franquista, la destrucción y/o la depuración de
bibliotecas, la producción editorial en la posguerra y, por supuesto la
persecución de los bibliotecarios y archiveros que vieron en la lectura
socializada de la época republicana una esperanza para el progreso y la
justicia social. Martínez Rus documenta sus trabajos con minuciosidad y rigor,
aporta nuevos e interesantes enfoques sobre estas cuestiones y, desde luego,
para mí siempre es un placer consultar sus trabajos como, entre otros, La
política del libro durante la Segunda República o San León Librero.
Sobre la segunda pregunta, puedo deciros que hay infinidad de buenos estudios
relativos al tema en cuestión, ya sea en artículos, ponencias o libros. Autores
como Enrique Pérez Boyero, Mariano Boza, María Cristina Gállego, Inmaculada de
la Fuente, Alicia Alted, Luis García Ejarque, Marta Torres Santo Domingo, Ramón Salaberría, Rosa San Segundo, Romà
Seguí... Yo os recomendaría el libro de un bibliotecario exiliado en 1939, Juan
Vicéns de la Llave, titulado España viva: el
pueblo a la conquista de la cultura. De todos modos, siempre hay que leer a
quienes con sus escritos incitaron al odio contra los libros: Suñer Ordoñez,
Teodoro Rodríguez, José María Pemán, Fernando García Montoto, Rafael Valdés, Antonio Sierra... sólo así
entenderemos el despropósito que llevó a tanta destrucción y, a la postre, a la
dictadura y a la opresión.