Un viaje aragonés de la mano de Miguel Mena
Nos vamos de
viaje con el periodista, escritor y divulgador cultural Miguel Mena.
Lo hacemos
en bicicleta y por Aragón.
Aragón es
una región amplia, casi un rectángulo. Así que los contrastes los encontraremos
yendo del Aragón Oriental al más Occidental y, también, como no viajando desde
el Aragón más del norte al más sureño. Seguramente que esta percepción la habrá
hecho suya o la hizo suya, a su manera, nuestro escritor Miguel Mena que hace
25 años ---se encuentran en la horquilla temporal estos dos años de concepción
del libro como tal en casa--realizaba un viaje desde el Valle fresco y
acicalado de Ordesa hasta una pequeña aldea turolense, una aldea cargada de más
contrastes encerrados, pero a la vez encontrados. El viaje despierta muchas
sensaciones : desde la “sana envidia” por haber tenido el coraje y la
satisfacción de hacer el viaje dos veces en veinticinco años y la sensación de
que tras los pasos de una bicicleta se despiertan en nosotros muchos otros
viajes porque cada uno de nosotros está en esta senda que es la vida con un
propósito(quizás escondido), con una emancipación que quiere ser casi de manera
constante algo más de lo que somos…y si no es
“ser”, será “sentir” desde las sendas y viajes, como el que nos
propone Miguel, eso se siente, se palpa
y se abraza la libertad por la cual vale la pena abrir los ojos, vivir.
Miguel nos
lo propone y nos lo propuso con este libro. Con “Un viaje aragonés”, el
periodista radiofónico Miguel Mena rehace su viaje a bicicleta por la geografía
aragonesa y nos lo muestra desde este libro que editó, esta pasada primavera,
Prensas Universitarias.
Cazarabet conversa
con... Miguel Mena, autor de “Un viaje
aragonés” (Prensas de la Universidad de Zaragoza)
Miguel Mena nos propone desde Prensas
Universitarias de Zaragoza un viaje exquisito en todos los sentidos para sentir
esta tierra, Aragón, que lo tiene todo.
Forma parte de la colección Literatura de Prensas
universitarias de Zaragoza.
La sinopsis de este libro:
Este viaje comienza en agosto de 1991, en el valle
de Ordesa, y finaliza veinticinco años después, en una pequeña aldea de Teruel.
Abarca un recorrido físico y un recorrido emocional, un paisaje de bosques,
páramos y barrancos, un compendio humano y un repaso literario. Hay reflexión,
humor, ternura, melancolía, gozo y el sufrimiento bajo el sol que conocen bien
los ciclistas. De fondo suenan los Ramones y el Dúo Dinámico, Bunbury,
Amaral y Labordeta. Una vista panorámica que empieza con una pincelada naif y
se convierte luego en un cuadro expresionista.
http://puz.unizar.es/detalle/1940/Un+viaje+aragon%E9s-0.html
Miguel Mena:
Es periodista y escritor. Trabaja desde hace treinta
años como locutor en Radio Zaragoza (Cadena SER), ciudad en la que reside desde
el año 1983. Durante un tiempo también fue voz en esta ciudad de las emisoras
40 Principales y Cadena Dial. Actualmente dirige el magazine de fin de semana
"A vivir Aragón". Colaborador habitual en las revistas La Magia de
Viajar, Aragón Rutas, y en el suplemento Artes&Letras del
diario Heraldo de Aragón. Ha publicado novelas, libros de viaje y relatos, de
entre los que cabe destacar títulos como Paisaje del ciclista (1993), Bendita
calamidad (1994), Por las ramas(1995), El escondite inglés (1997), Onda media
(1999), Cambio de marcha (2000), Una nube de periodistas (2001), 1863 pasos
(2005), Días sin tregua (Premio Málaga de Novela 2005), Piedad (2008),Alerta
Bécquer (2011) o Todas las miradas del mundo (2012). En 2006 fue
nombrado Hijo Adoptivo de la ciudad de Zaragoza.
Conócelo más: http://www.miguelmena.com/
Cazarabet conversa con Miguel Mena:
-Estamos
ante “Un viaje” que, en realidad son dos viajes porque uno , el primero,
tuviste el placer de realizarlo, iniciáticamente varios años atrás y el más
reciente hace muy poco, ¿no?; ¿qué te hizo volver sobre este viaje tuyo?; ¿Qué
fue lo que te dio ese resorte de salir del escritorio y volver sobre los pasos
que dejaste atrás….?
- En 1991 atravesé Aragón en bicicleta por pura
casualidad. Tenía una semana de vacaciones, ningún compromiso, total libertad y
una fiebre absoluta por la bicicleta de montaña. Se me ocurrió hacer aquel
viaje, en ningún momento pensé en escribir un libro, pero luego los amigos me
animaron, se publicó “Paisaje del ciclista” y eso es lo que de alguna manera
perpetuó aquellos días y supuso el resorte para querer repetir la experiencia
muchos años después.
-Pero, Miguel, ¿nos puedes comentar
desde dónde sale este libro?, te pregunto sobre el por qué de realizar el mismo
trayecto de viaje que, luego, trasladas al papel en negro sobre blanco…
- Este libro sale de mi curiosidad por observar
el paso el tiempo en los lugares por donde pasé y en mí mismo. Quería revivir
lo mismo, de la misma forma, en la misma época, y comparar el entonces y el
ahora. En suma, reflexionar sobre el paso de los años, sobre lo que cambia y lo
que permanece inmutable, sobre el paisaje, sobre la vida.
-¿Cuánto te ha llevado este Viaje y su
posterior traslación a la escritura?
-El primer
viaje lo hice en ocho días y en el segundo empleé uno menos. En ambos casos,
contarlo me llevó un año de trabajo. Una semana para atravesar Aragón y doce
meses para escribirlo
-Es frecuente ver a dos amigos pasear,
me refiero a un humano y un “perruno”…pero es el perro el que pasea
al humano y no al contrario. Tú que has paseado mucho por estas tierras que
conforman Aragón… ¿te has sentido paseado o paseador?
-He paseado
mucho por Aragón sin más compañía que mi bicicleta. He pasado muchas horas de
soledad por sitios en los que no me cruzaba con nadie. Nunca me he aburrido.
Jamás. Ni un solo instante. He sido paseador de mi bici cuando había que
llanear o subir y he sido gratamente paseado por ella cuando llegaban los
descensos. Y aunque hablo en singular, ya son unas cuantas bicis las que me han
llevado de aquí para allá. Todas las conservo porque viví momentos inolvidables
con ellas y cuando les ha llegado la edad del retiro he sido incapaz de
desprenderme de ellas. Ahora la más joven me sigue llevando por los caminos y
las otras gozan de un merecido descanso en mi casa del pueblo.
-¿Para ti es una necesidad ese silencio
de la tierra y del resto de elementos solamente rota por nuestras andanzas
llenas de curiosidades: exigentes y nada satisfechas(o poco satisfechas)?
-Aprecio el
silencio y lo disfruto, pero no lo considero una necesidad. También me gusta
oír que se rompe con unas campanadas lejanas o con el paso de un rebaño, de un
tractor, incluso de un avión que cruza veloz sin enterarse de la vida al ras
del suelo.
-Pero
es un libro que más que “de viajes” es más de vivencias, de encuentros,
descubrimientos y muchos reencuentros. ¿Lo vives así?, ¿lo sientes así?
-Para mí
viajar no es coger un avión que unas horas después me dejará en Ammán o en
Nueva York. Eso es trasladarse. El viaje es eso que dices: la gente que
encuentras, lo que descubres, las vivencias. Y para ello no hace falta ir muy
lejos, pero sí es necesario tener los ojos y los oídos muy abiertos.
-Cuando decidiste salir a este
reencuentro viajero por Aragón. ¿Qué esperabas?; ¿te has encontrado con alguna
sorpresa?
-Esperaba
disfrutar de la experiencia tanto o más que la primera vez. Sorpresas encontré
pocas porque más o menos ya conocía los cambios que se habían producido en
muchos de los lugares por donde volvería a transitar.
-Es el mismo trazado y las mismas
condiciones, pero tú ¿cómo te encontrabas de ánimos y de
condición física porque los años, nos pasan en balde?
-De ánimo y
de condición física me encontraba bien. Hago bicicleta en plan deportivo, no
precisamente de paseo, todas las semanas del año sin excepción, un mínimo de
dos horas y desde hace más de treinta años. Esto es un usual en muchos
ciclistas que puedes ver cada fin de semana, gente de sesenta y setenta años.
La única condición que había empeorado para mí era mi disponibilidad de tiempo,
ya que por mis circunstancias familiares, con un hijo cien por cien dependiente, la libertad de movimientos se ve muy condicionada durante todo el año
y muy especialmente en verano. De no haber contado con ayuda externa no habría
podido hacer el viaje.
-El viaje lo realizas en verano. Bueno
para ciertas zonas es la mejor zona, pero luego hay mucha gente en las
carreteras conduciendo de vacaciones y también, y en unas zonas más que en
otras, mucho calor….¿Cómo te lo hiciste para
hacerle frente a esto?
-En 1991 lo
hice en agosto porque era cuando tenía unos días de vacaciones. En 2016 lo
repetí en las mismas fechas por una mezcla de honestidad y cabezonería: me
pareció que me engañaba a mí mismo si lo trasladaba a otro mes. Tenía que ser
todo como entonces: mismas condiciones y misma época. Pasé mucho calor. Todos
los días a partir del mediodía el calor era insoportable. Hasta esa hora iba
más o menos bien. Me lo tomé con calma y con litros y litros de agua. Lo
importante era hidratarme bien, pero confieso que pasé algunos malos ratos y
que jamás lo volveré a hacer en agosto.
-¿Cómo fue la planificación para ambos
viajes; qué diferencias debiste de afrontar en uno respecto al otro?
-El primer
viaje apenas lo planifiqué. Tenía un itinerario más o menos pensado que podía
adaptando sobre la marcha. En el segundo todo estuvo más planificado: reservas
de alojamiento, entrenamientos previos, etc. Pero a la hora de la verdad, en un
viaje en bici mandan las piernas y la cabeza, la capacidad de pedalear y de
resistir en los malos momentos.
-Me encanta la portada que juega con
esa dualidad temporal….con ese colorido que da ganas de hacerse un poster…
¿Cómo fue entenderse tan bien con David Guirao?, es
que ha captado muy, muy bien lo que fue y es este viaje…porque los viajes
perduran, mientras perdure nuestra memoria…
-David Guirao me mandó tres bocetos de prueba para darme a elegir la portada
definitiva. No lo dudé ni un minuto: el elegido representaba mejor que ningún otro
el viaje, el paso el tiempo y el tono reflexivo que tiene la segunda parte. Me
encanta esa portada y tener algo ilustrado por David me hace especial ilusión.
-La
música , ¿por qué tiene ese presente tan marcado, tan presente y, a la vez, tan
variado?. Creo que se nota mucho que
trabajas en la radio…
-Fui locutor
de programas musicales durante catorce años y la música no ha dejado de tener
importancia en todos mis programas, sean del tipo que sean. Conservo más de
ocho mil vinilos de los años 60, 70 y 80, y más de dos mil compactdiscs de los años sucesivos. Para mí la música es esencial, también está
presente en algunas de mis novelas, y no podía estar ausente de este viaje.
-Aragón es una amplio territorio
descarado, de mucho carácter; muy variado y lleno de sorpresas…quizás ante esta
ecuación, para despejarla, lo que más nos hace falta es creérnoslo, valorarlo
y, sobretodo, valorarlo…
- Al no ser aragonés de nacimiento, creo que contemplo el territorio
con otra mirada. Una cosa que me sorprendía mucho cuando viajaba por Aragón en
los años 80 y 90 era que muy pocos zaragozanos lo hacían. Yo veía que iban a
sus pueblos de origen y luego como mucho a Jaca, pero el resto del territorio,
de no tener relación con él, no lo frecuentaban. Una de mis obsesiones en los
programas, ya a finales de los 80, era decirles a los zaragozanos que tenían
que viajar por todo el territorio aragonés, no solo por sus pueblos y por el
Pirineo. Que tenían que conocerlo mejor y de paso generar riqueza en él a
través del turismo. Por fortuna, creo que poco a poco se va consiguiendo, pero
aún falta mucho. Es un territorio lleno de sorpresas y
tan vacío que hay que sacarle partido a ese enorme espacio que no existe en
otros lugares de Europa.
-Pero sin conocimiento, las más de las
veces lo que hay es dejadez en la estima y en la emoción que despiertan las
tierras, ¿lo ves así?
-Totalmente
de acuerdo. Esta muy bien viajar al otro extremo del mundo, pero está muy mal
que antes no te hayas preocupado de conocer todos los barrios de tu ciudad,
todas las comarcas de tu provincia, todas las provincias de tu región, etc, etc.
Perderte las cosas que tienes cerca es poco inteligente.