Eleuterio Blasco Ferrer, trayectoria artística de un exiliado
No hay trozo
de tierra en ningún lugar que no tenga a sus personajes singulares o que, de
alguna manera, resaltan o dejan una huella un tanto diferencial….a ver si nos
entendemos, a nuestro humilde parecer: todos somos singulares y a nuestra
manera imprescindibles, pero los hay que más que otros. Cada uno solemos acabar
dejando memoria por aquello que hacemos en el día a día, por nuestras aficiones,
obsesiones, trabajos, pasiones, hitos alcanzados, fracasos (porque la vida está
hecha un poco de todo) e ilusiones o miradas que se plasman con la expresión de
vida que se cruza, a menudo, con el arte. De estos personajes también los hay y
las hay en territorio Cazarabet. Hoy nos acercamos de la mano de Rubén Pérez
Moreno a la figura de Eleuterio Blasco Ferrer, natural de Foz
Calanda, artista excéntrico que acabó sus días en la localidad de Molinos.
Para conocer
trayectorias y latidos como el de Eleuterio Blasco lo mejor que podemos hacer
es acercarnos a su estudioso Rubén Pérez Moreno que escribía un libro sobre
este artista turolense.
Cazarabet conversa
con... Rubén
Pérez Moreno, autor de “Eleuterio Blasco Ferrer (1907-1993). Trayectoria
artística de un exiliado” (Instituto de Estudios Turolenses)
Rubén Pérez Moreno hace un repaso en un libro
minucioso de la trayectoria artística de un exiliado, el artista
turolense de Foz Calanda.
Forma parte de la colección Monografías Turolenses
en su número 12 y el Instituto de Estudios Turolenses pretende con el presente
libro:” La recuperación de los artistas que
pasaron al exilio en la gran diáspora republicana de 1939 está siendo
especialmente costosa. Este libro presenta la trayectoria vital y artística de
uno de los más significativos, Eleuterio Blasco Ferrer, escultor nacido
en Foz-Calanda (Teruel).
El Instituto de Estudios
Turolenses presentó el sábado 24 de marzo, en el ayuntamiento de Molinos, a las
19:00 horas, el libro Eleuterio Blasco Ferrer
(1907-1993). Trayectoria artística de un exiliado, de Rubén Pérez Moreno.
Esta colección tiene otros libros editados:
Rubielos de Mora en la Edad Media de VVAA; Iniciativas campesinas y sistema
social en la montaña turolense con la firma de VVAA; Ester Casanova Nuez
escribió sobre La violencia política en la retaguardia republicana de Teruel
durante la guerra civil; Gustavo Alares López escribió sobre Colonos, peritos y
mayorales. Intervención estatal y transformación agraria en Valmuel y Puigmoreno;
también se ha escrito sobre Las escuelas normales de Teruel (1841-2004). El
empeño por la supervivencia bajo la pluma de VVAA y Rafael Royo Torres escribió
sobre El saurópodo de Peñarroya de Tastavins.
Completan la colección los títulos: Sistema social, estructura agraria y
organización del poder eb el Bajo Aragón en la Edad
Media(Siglos XII y XIV); El envejecimiento y la atención social en el mundo
rural turolense, libro coordinado por Benjamín GarcíaSanz; Juan
José Gárate y
el regeneracionismo aragonés, escrito por María Pilar López Martín; José Ramón
Villanueva Herrero escribía Víctor Pruneda y su destierro en Canarias y ,
finalmente, antes de publicarse éste que tenemos entre manos se publicó Libro
del Linaje de los Marcilla, señores de Escriche.
Cazarabet conversa con Rubén Pérez
Moreno:
-Rubén, ¿de dónde y
por qué surge este libro dedicado a Eleuterio Blasco Ferrer?
-Cuando finalicé la licenciatura de Historia del
Arte en el año 2001 estaba especialmente interesado en el arte comprometido de
la II República y la Guerra Civil, y estuve vinculado a varios proyectos en
torno a Ramón Acín. A la hora elegir el tema para el
trabajo de obtención del Diploma de Estudios Avanzados en la Universidad de
Zaragoza la profesora Concha Lomba serrano me propuso visitar el Museo Molinos
para echar un vistazo a la obra y la documentación que allí existía sobre un
artista llamado Eleuterio Blasco Ferrer que era totalmente desconocido. Y la
sorpresa fue muy grata. Aquel trabajo inicial se convertiría años más tarde,
tras una larga investigación, en una Tesis Doctoral y ahora en un libro.
-¿Qué significa para ti este artista,
nacido en Foz- Calanda?
-Cuando se investiga sobre un tema o un personaje
en este caso, durante mucho tiempo y en profundidad, lo vas haciendo tuyo
progresivamente, vas dando forma a lo que al principio es algo desconocido. Así
que de alguna forma tienes la sensación de que te pertenece, por lo que le
tienes un cariño especial. Pero al margen de ello, desde el punto de vista
meramente histórico artístico no cabe duda de que Blasco forma parte de esa reducida nómina de escultores aragoneses que desde
los años 20 contribuyen a renovar el lenguaje escultórico, y en especial a
través del trabajo con hierro, con gran modernidad.
-Te centras mucho en la trayectoria
artística de un artista exiliado, ¿por qué esa etapa te interesa tanto?.¿Qué absorbió él del exilio y qué le aportó?
-El exilio es una de las más duras consecuencias de
la Guerra Civil y hasta hace relativamente poco tiempo existía un enorme
desconocimiento, especialmente en el plano artístico. Cómo marca el desarraigo,
cómo influye respecto a la trayectoria anterior, los elementos estéticos
comunes, si los hay, el asociacionismo y los instrumentos con los que el exilio
mantuvo si identidad, como la prensa o las exposiciones, son cuestiones
apasionantes que hasta ahora han tenido un difícil encaje en las Historias del
Arte.
-En general, Rubén,
¿lo que te interesa es analizar, estudiar e investigar sobre los
artistas exiliados y su interacción, como artistas y creadores, en la diáspora?
-Efectivamente, los elementos de la sociología del
arte son fundamentales en lo referido a la diáspora, además de las cuestiones
meramente estéticas.
-Pero estamos ante un artista, Blasco
Ferrer, muy inspirado en su tierra de origen y en los materiales que
de esta tierra salen y emanan. ¿Qué nos puedes decir al respecto?
-Su tierra, Aragón, y en concreto el Bajo Aragón y
el Maestrazgo, están vivamente presentes. Primero y ante todo él se considero o
aragonés “de pura cepa” y nadie le ganaba, decía, en “tozudez”. En el plano
artístico la tradición alfarera de su familia en Foz-Calanda marca el inicio del contacto con el barro en su infancia y
primera juventud. También su pasión por la forja es de ese momento. Y
temáticamente lo vemos en esculturas como Cabeza de baturro, Baturro
tocando la guitarra, La mujer de los cántaros, numerosos
dibujos donde las clases populares y sus tareas son destacadas, como los bustos
de su madre Lucía Ferrer, etc.
-Háblanos del proceso de documentación e investigación en torno a este
artista. ¿Cómo ha sido?; trabajo siempre muy arduo, pero, al final, más que
satisfactorio, ¿no?
-Complejo. Primero establecer el Estado de la
cuestión, esto es, qué se había escrito hasta ese momento sobre el artista, la
base desde la que partir. Fundamental ha sido la documentación conservada en
manos de sus sobrinos Joaquín y Emiliano en Barcelona. Centenares de cartas,
recortes de prensa, fotografías, facturas, documentación de carácter personal
muy importante, revistas además de la propia obra. También el legado que se
haya en el Ayuntamiento de molinos, muy relevante. Desde luego trabajo de hemeroteca
para rastrear su actividad expositiva y la valoración de la crítica. Cada
descubrimiento abría nuevas vías donde indagar, otras instituciones, otros
archivos, otras personas con las que contactar. La entrevista personal con
aquellos que lo conocieron fue fundamental, el testimonio oral. Por otro lado
pero interracionado la catalogación de la obra, muy difícil, obras muy dispersas,
vendidas a particulares, que han pasado por muchas manos, en paradero
desconocido, establecer pautas para una cronología a través de la documentación
y las relaciones formales … Muy duro, sí. Pero muy grato darle forma
a toda esa ingente información hasta crear un relato coherente y científico.
Muy feliz de ver el resultado final.
-En ese proceso del que hablábamos,
¿te has encontrado con sorpresas o con datos que te han sorprendido?
-Sin duda. Encontrar, por ejemplo, sus dibujos
realizados el 19 de julio de 1936, al día siguiente de la sublevación en
Barcelona como testimonios de primera mano de lo que estaba sucediendo, extraordinarios;
poder rastrear los pasos en los primeros años tras atravesar la
frontera: el paso por los campos de concentración, sus vivencias en Burdeos
durante la ocupación alemana, las relaciones de solidaridad que mantuvo en ese
periodo con Abel Paz, Mateo Santos, Casanova, Benigno Bejarano, Zurita, o
miembros que reorganizaron la CNT en Francia… apasionante haber podido dar
forma a un periodo tan difícil y oscuro de mera supervivencia.
-Una vez, amigo, reúnes todos los
datos y demás…¿cómo le pones orden?; ¿Cuál o qué
metodología de trabajo sigues o, en concreto, has seguido para este trabajo
presente?
-Es un rompecabezas con piezas extraviadas.
Requiere ir colocando las diferentes piezas que encajan e ir redactando un
discurso con aquellos datos y documentos que lo atestiguan o dan fe de ello.
Primero hay numerosas lagunas que poco a poco con nuevos hallazgos toman
sentido, o permiten una argumentación sólida. En ocasiones hay que rehacer el
hilo conductor o rectificar y cambiar la perspectiva. Además la trayectoria
vital va a la par que la artística, es decir, que la catalogación
progresiva de la obra permitía ir matizando la evolución. Muy complejo.
Particularmente dividí la información en etapas cronológicas que correspondían
a cambios evidentes en su trayectoria artística acompañadas de las obras que
pude datar con seguridad. Poco a poco todo iba tomando músculo, tomando forma,
haciendo y rehaciendo.
-De Eleuterio Blasco Ferrer, ¿con qué característica, desde lo humano,
te quedas? ;¿Lo reflejaba en su trabajo artístico?
-El idealismo, ese poso de gran
sensibilidad que emanan sus personajes, personajes populares, músicos,
mendigos, muchas veces ciegos, harapientos, sus hermosas maternidades…. Hay
humildad, hay cariño, hay identificación con los temas modestos.
-¿Cómo le sentó el exilio como
persona y como artista?, ¿y la vuelta a su país?
-Paradójicamente el éxito de Blasco como escultor
se dio en el exilio parisino y posiblemente su repercusión y trayectoria
hubiera discurrido por otros derroteros si hubiera regresado a España. Pasadas
las penurias y la incertidumbre inicial, París contribuyó a modelar su obra y
consiguió una más que buena integración a pesar de la añoranza de España. Sin
embargo, a su regreso definitivo a finales de 1985 se encontró con el
desconocimiento y el olvido. Un exilio de la memoria al que se unió la
enfermedad y la vejez. El desencanto e incluso cierto resentimiento marcan su
vuelta a España.
-Amigo, ¿nos puedes decir en qué
estás trabajando ahora?
-Son muchos los personajes ligados a las artes
plásticas en el exilio francés que hasta ahora han pasado desapercibidos para
la historiografía artística, algunos de los cuales estuvieron ligados de una u
otra forma a Blasco y que merecen una apuesta en valor. Sobre ellos estoy trabajando,
caso del artista aragonés de EscatrónJosé Clavero, el murciano Alexis Hinsberger, el
valenciano Daniel Sabater o el zaragozano Gregorio Oliván, entre otros, como la
bilbilitana Carmen Osés, amiga de Blasco Ferrer que sin ser
exiliada estuvo profundamente marcada por la guerra. Todos ellos, apenas
conocidos, coincidieron en el espacio y en el tiempo y tienen lazos comunes.