La guerra detritívora contra el planeta
La
despoblación y la salud de nuestro territorio Cazarabet se encuentran.
Cuando
cuidar al territorio, y al planeta, sería combatir la despoblación, pero nos
encontramos en que combatir la despoblación es tener a la gente tensada por y
para el territorio. En resumidas cuentas: lo mejor es no tener a mucha gente en
el territorio para poder hacer del mismo lo que “casi se quiera”. Desde casi
todos los kilómetros hemos apostado por hacer guiños o referencias a cuestiones
que tienen a ver con factores que fomentan la mirada plácida hacia el
territorio, atrayendo a su habitante o la ahuyentan, fomentando la
despoblación. Y esto está en consonancia con las conductas que se convierten en
hábito hacia el territorio porque somos los habitantes, con razonamiento, los
responsables de que el territorio (y el planeta) agonice o pueda tener la
posibilidad de mejorar, aunque solamente sea para estirar la esperanza como un elásttico…
Planeta
tierra, muchos interrogantes, quizás demasiados….para conseguir luchar por su
bienestar.
Vivir en el
planeta tierra: vivir para seguir en el día a día o para hacer del planeta un
lugar habitable y digno para generaciones venideras. Una pregunta firme que,
directa o indirectamente, se la hacen los dos autores de estos dos libros que
les “invitamos” a leer y sobre los que les ofrecemos unos “Conversa con …”. Cada libro
aborda “el tema” de diferente manera, pero relación guardan
y por eso los hemos encuadrado en un mismo km de este presente País de
Cazarabet.
Desde este
rincón que abarcan las fronteras de este País casi imaginario se producen
atentados a la salud ambiental y pública de todos y de todas y en todas las líneas de choque desde el
aire, a las aguas; desde la contaminación, sobreexplotación y saturación de los
suelos a tratarnos como borregos para desilusionarnos y hacer que váyanos
desligándonos de un territorio que, entonces empieza desangrándose en
habitantes y acaba encontrando excusas para abandonarnos en asistencia
básica(la sanidad y los asuntos sociales son los instrumentos preferidos con
los que jugar)…para acabar llenando páginas, programas de radio y de televisión
o no pocos espacios editoriales de cualquier cosa que haga referencia a la
despoblación. El colmo del cinismo inducido y alimentado.
De esta
manera , nos acercamos a manera de consejo que vale tanto en un lugar u otro
del planeta , más o menos cercano a País de Cazarabet a reflexionar sobre muchas
cuestiones a dos libros: La guerra contra el planeta de Antonio Elio Brailovsky para Clave Intelectual y Nosotros los
detritívoros de Manuel Casal Lodeiro para Queimada Ediciones.
Cazarabet
conversa con... Antonio
Elio Brailovsky, autor de “La guerra contra el
planeta. Los grandes desastres ecológicos de la historia (y cómo prevenirlos)”
(Clave Intelectual)
Antonio Elio Brailovsky nos
escribe, desde Clave Intelectual, sobre los grandes desastres ecológicos de la
historia y nos explica cómo prevenirlos. (Se hubiesen podido prevenir o se
pueden todavía prevenir, en la medida de lo posible)
Es un economista, historiador y
ecologista que tiene una de las voces más autorizadas y críticas
desde Argentina donde se caracteriza por no tener pelos en la lengua-- https://www.laizquierdadiario.com/Antonio-Elio-Brailovsky-Estamos-comprometiendo-el-medioambiente-por-cientos-de-miles-de-anos--
Nos encontramos ante un ensayo social, pero con
muchos guiños, constantes, desde y hacia lo ecológico. Un libro que no se nos
hará nada farragoso ni aburrido porque “habla” de hechos que ya conocemos y
porque cuando lo hace lo explica muy llanamente. Bien y con agilidad, sin
remilgos, edulcorantes ni conservantes.
El autor hace una reflexión desde muchas
perspectivas siempre buscando en la educación la fórmula para combatir a los
“destructores del planeta”.
Quizás lo que nos hace falta es establecer una hoja
de ruta de prioridades para prevenir los desastres ecológicos. Concienciarnos, saber hacer una buena criba de
las informaciones que nos llegan para saber qué leemos y educarnos a la vez.
Esto en esta sociedad tan “sobre informada” tienen que ser
prioritario y hay que saber y aprender a apartar el trigo de la paja.
Lo que nos cuenta la sinopsis de este libro desde Clave
Intelectual:
Un repaso necesario y muy original de los
desastres ecológicos acaecidos a lo largo de la historia y cómo aprender de
ellos para prevenir los futuros.
Los desastres ambientales son consecuencia de un
orden social que los hace posibles. En numerosas ocasiones, su prevención
ha sido bloqueada por sectores interesados, cuyo lucro privado fue
infinitamente menor al daño social que causaron sus conductas. Por eso el
tema ambiental es un tema político, y lo es muy especialmente cuando asume una dimensión
trágica. Echarle la culpa a Dios, al Diablo, a la fatalidad o a la naturaleza
ha sido siempre una conducta de encubrimiento por parte de esos sectores.
La historia ambiental es una herramienta de
prevención. Nos ayuda a comprender por qué ocurrieron determinados sucesos y de
qué manera podemos ayudar a evitar su repetición. No es casual la ausencia de
historia ambiental en los contenidos de educación ambiental de índole
conformista, que ponen el acento en las responsabilidades individuales y
esconden los procesos sociales.
Podemos y debemos prevenir los desastres
ambientales. Este libro habla de eso: de grandes desastres que se han producido
a lo largo de la Historia y de las cosas que se puede hacer para que no se
repitan: la Peste negra, el hundimiento de la Ciudad de México, la
desertificación de la Isla de Pascua, el creciente impacto ambiental de la
actividad militar, el huracán Katrina en Nueva Orleans, la
deforestación de la Amazonia; el infierno de Bhopal,
hombres empetrolados, el impacto ambiental del extractivismo, la
gran minería con cianuro, la sojización y la economía
de los transgénicos y el accidente en la central nuclear de Fukushima.
El autor, Elio Brailovsky:
Nacido en Buenos Aires en 1946 y licenciado en Economía Política, Antonio Elio Brailovsky es
profesor titular de las Universidades de Buenos Aires y Belgrano. Como
periodista ha colaborado en la radio y en la prensa, y como escritor ha publicado
numerosos ensayos sobre economía y ecología (por ejemplo, Historias de las
crisis argentinas y Memoria verde), así como obras de teatro y
novelas. Fue finalista del premio La Sonrisa Vertical en su XVII edición
(2013).
Cazarabet conversa con Antonio
Elio Brailovsky:
-Amigo,
Antonio Elio, ¿qué es lo que te ha llevado a escribir este libro?. ¿En
qué momento te lo planteas o te lo planteaste y por qué? -¿Te mueve,
más que nada, el compromiso desde lo social y desde tu vinculación ecologista?
-Hace muchos
años descubrí la fascinación que me producía la cuestión ambiental. Un tema tan
amplio que puede ser abordado simultáneamente por ciencias naturales,
ciencias sociales y las disciplinas artísticas. Lo primero fue la percepción
intelectual de la complejidad. Una forma de pensar y percibir el mundo
integrado y no partido en infinidad de disciplinas aisladas.
El paso siguiente fue conocer y comprender las
injusticias vinculadas con el ambiente. Vengo de la Economía Política y estaba
muy condicionado a pensar (como quiere la sociedad en la que vivimos) que las
únicas cuestiones importantes eran las que podían expresarse en términos de
dinero. Con el ambiente descubrí otras facetas de la
injusticia.
-Bueno es que está todo ello
retroalimentado porque un desastre ecológico afecta a lo social y de qué manera
y al contrario, también, ¿no?. Explícanos, por
favor….
-Han intentado engañarnos con la metáfora de la
Nave Espacial Tierra, en la cual somos todos responsables de lo que
ocurre. Pero, como vimos en la película Titánic, no es lo mismo
viajar en el lujo de los camarotes de primera que allá abajo, muy cerca de la
sentina.
-Pero eres mucho de denunciar e
intentar poner los puntos sobre las íes, ¿verdad? No tienes .como aquí decimos, ”pelos
en la lengua” y esto en este mundo plagado de “pseudodemocracias”
se paga muy caro. ¿Qué nos puedes explicar?-¿En qué rincón del planeta es más
difícil hacer o ejercer el activismo ecológico (sin morir en el intento)(o
muriendo…)?
- En América Latina tenemos los
récords mundiales de asesinato de activistas ambientales, especialmente en
Colombia y Brasil. En Argentina, donde yo vivo, no te matan, pero te cierran
los espacios de comunicación. En mi país me entrevistan con mucha frecuencia en
radios FM locales, periódicos vecinales o boletines de Internet. Nunca en
televisión abierta.
Aquí los subsidios de investigación del sistema
científico se otorgan a los colegas que no miran los daños que hacen los
plaguicidas a la salud humana sino sólo se ocupan de aumentar la producción con
ellos. Y, por supuesto, no esperes un empleo aceptable si te dedicas a estos
temas. Pero uno siempre puede ser docente cobrando un salario
mínimo.
-¿Cómo
ha sido trabajar para Clave Intelectual?.
-El libro se publicó primero en Capital
Intelectual de Argentina y lo reedita Clave Intelectual de España. En ambos
casos me sentí trabajando con amigos. Ellos tampoco tienen pelos en la imprenta
y no les incomoda lo que el autor pueda decir sobre los poderes
establecidos.
-Haces un repaso histórico de las “grandes
catástrofes ecológicas” que han fustigado a nuestro planeta a su salud y a la
nuestra. ¿Cómo ha sido el proceso de estudio, investigación, documentación?
-Mi principal
campo de estudio es la historia ecológica o historia ambiental. Sobre este tema
fui acumulando mucha información a lo largo del tiempo. Las fuentes son las
mismas que las de la historia. Sólo que la mayor parte de los historiadores
atienden a buscar principalmente hechos políticos y a saltearse las cuestiones
ambientales que estuvieran en las fuentes, por considerarlas irrelevantes.
Había que volver a mirar esas fuentes, incluyendo muchas testimoniales (diarios
de viajeros, periodistas, memorias, etc.) habitualmente consideradas como poco
importantes.
-¿Cómo hiciste la elección porque de
catástrofes ecológicas ha habido, y cada vez más, de manera repetitiva y
regular?
-Después se trataba sólo de seleccionar las que
fueran más adecuadas para un libro destinado al público no especializado. Aprendimos
de Herodoto que
la historia tiene que narrar hechos que a las personas les
resuenen.
-¿Hemos establecido una guerra contra
la tierra desde “la trinchera” de los humanos, desde nuestra desmesurada
avaricia y codicia o también desde un “mal mesurado progreso”?
-No
somos los humanos, son los sectores de poder político y económico, de los
cuales los humanos también somos víctimas.
-Pero en “esa guerra” somos presas del
“fuego amigo” o “del fuego cruzado”, ¿verdad?. Enlazando con la
reflexión anterior es que aquello que nos implicará de veras es que lo que le
hemos hecho al planeta o le estemos haciendo, tarde o temprano, nos acabará
jodiendo a todas y a todos los habitantes del planeta y a él mismo, pero es que
el propio planeta se revuelve…
-Lo somos cada vez que creemos que
podemos aceptar los paradigmas de esta sociedad. Quien crea que se puede elevar
indefinidamente el consumo y el despilfarro en un mundo finito terminará
víctima del "fuego amigo".
-Siempre hemos ido teniendo esa tendencia
a ir creando destrucción a nuestro paso, sea cual sea el período histórico en
el que nos hemos ido moviendo, ¿verdad? -¿A partir de qué momento, la
degradación del paso por el planeta del hombre pasa de ser “algo como normal” a
ser algo que empieza a ser un verdadero problema, marcando una degradación
exponencial? ¿Con la revolución industrial?---hace doscientos años—. Ése sí que
es el punto de “no retorno” para la contaminación del planeta que también nos
alcanza y para la masificación en las ciudades, lo que genera más contaminación
porque éstas no estaban preparadas para todo aquello…
-Varía según las sociedades. Todas las
sociedades humanas han tenido que plantearse su relación con el medio natural
que nos soporta. A veces, las respuestas fueron exitosas durante muchos siglos,
como los cultivos andinos en terrazas o las chinampas del valle de México.
Otras veces los grupos humanos tomaron decisiones ambientalmente suicidas, como
las que llevaron a la deforestación de la Isla de Pascua en la época indígena,
o a la salinización de los cultivos bajo riego en la Mesopotamia asiática.
-Hay
aceleraciones con los conflictos bélicos, por ejemplo…con las grandes
migraciones a las ciudades –masificaciones en barrios insalubles y
pobres, de la sobreexplotación de los recursos….Coméntanos, por favor.
-Por supuesto, los conflictos los acentúan,
pero esa violencia es causa y consecuencia. Es probable que la guerra en Siria
hubiera sido mucho menos violenta en ausencia de los procesos de
desertificación que potenciaron la expulsión de población. Agreguemos que las
migraciones masivas no se resuelven con métodos policiales, que lo único que
hacen es aumentar el número de víctimas. Si se desea evitar una migración, hay
que mejorar las condiciones sociales y ambientales en los lugares que expulsan
población. El planeta y sus habitantes no son entidades diferentes: son
la misma cosa.
-Y de la manipulación de los mismos:
empezamos, por poner un ejemplo, encauzando a los ríos y hemos terminado por
cuestionarnos hasta dónde nos meten los transgénicos en la alimentación…
-En Argentina lo resolvieron prohibiendo el
rotulado de transgénicos. Aquí las personas no pueden elegir simplemente porque
no pueden saber qué les dan de comer. Por otra parte, sólo una sociedad muy
enferma puede cultivar sus alimentos utilizando venenos. Nuevamente, la
solución es tapar la realidad: el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria
(INTA) de mi país prohibió a sus profesionales el uso de la palabra "agrotóxico",
como si los agrotóxicosdejaran
de serlo por un funcionario les cambia el nombre.
-El desastre de la explosión en Bophal en
La India, no sé, pero me da que marcó como un antes y un después…Me refiero a
cómo la noticia se ha ido deshilando a lo largo del tiempo desde el accidentes
y porque, creo, levantó conciencia o consciencias…
-Por supuesto, por eso lo sacaron de los programas
de televisión y de las escuelas. El desastre de Bophal muestra que la
sociedad no puede confiar en las empresas sino que tiene que controlarlas. Para
nuestros políticos es la desmentida a las bases de sus discursos.
-Aunque
todo lo que pasa en el “pulmón del planeta”, el Amazonas…no le va muy detrás…….
-La Amazonia es uno de los pulmones del mundo, no
el principal. Eso se debe a que consume todo el oxígeno que produce. El mayor
productor neto de oxígeno es el océano. La contaminación de los mares no afecta
sólo a los peces. Es una amenaza a nuestras fuentes de aire respirable.
-Los procesos de
migración a las grandes urbes, la certificación de las ciudades y masificación
de las ciudades; la mala utilización de las aguas sucias y negras, la
masificación, las guerras…Todo factores que alteran la salud del planeta, pero
también las condiciones sociales de sus habitantes…
-No es casual que
los causantes del daño ambiental y social sean los mismos grupos de poder. Así
como los fabricantes de armamentos descubrieron que destruir el mundo era un
gran negocio, los que fabrican contaminación piensan lo mismo.
-Hablo también de lo social vinculado a
la destrucción del planeta y de sus habitantes cuando, por ejemplo, se
retomaron ciertas prácticas higiénicas para mantener a la mano de obra en unas
condiciones, más o menos saludables, para poder explotarlos en aquellas
industrias dedicadas al textil, al papel, a la construcción….
-Esto comenzó, como siempre, por presión de los
movimientos sociales. Su primer éxito fue la prohibición del fósforo blanco en
la fabricación de cerillas en 1906. A partir de allí se lograron muchos avances
en las condiciones ambientales del trabajo. La respuesta de las grandes
empresas fue la globalización. ¿Por qué tengo que respetar a los seres humanos
en este país si puedo producir con mano de obra esclava en otros
países? Para actuar necesitamos ciudadanos preocupados y con un
nivel de información mucho mayor que el que les quiere dar el sistema
escolar o los medios de comunicación masiva. Si alguien cree que está salvando
el planeta por solamente apagar la luz que no utilice y dividir la basura, es que
lo están engañando.
Cazarabet
conversa con... Manuel Casal Lodeiro, autor
de “Nosotros, los detritívoros” (Queimada)
Manuel Casal Lodeiro para Queimada Ediciones
escribe un ensayo englobado en la Colección: “Espacios para una nueva
economía”.
Con este título Editorial Queimada y el Colectivo
Burbuja, coordinador de esta Editorial, inicia una nueva colección
que trata de afrontar, abordando al ecologismo desde una perspectiva, de
perspectivas, muy actual y actualizada.
Se trata , éste, de un
ensayo que ya desde el Colectivo Burbuja y de la propia editorial
admiten:”…podríamos calificar como ecologismo profundo, en el sentido de que se
trata de una obra representativa de la parte del ecologismo que menos dispuesta
está a hacer concesiones a la dinámica en el que el sistema económico
capitalista ha colocado al ser humano en su relación con la biosfera “.
Para leer este libro hay que tener estómago,
paciencia y “los nervios bien templados”; ya que tiene un “aire
nihilista”…y que se entienda el entrecomillado con toda su dimensión. Es un
libro, un ensayo, que mira tan de cara a la situación que es pesimista…no digo
“peca” porque a nuestro parecer no es así; ya que sentimos la situación como un
“oscuro nubarrón”, espeso y poco dinámico. Esto de la degeneración del planeta
y de su estado va mucho más deprisa de lo que nos explican y los recursos del
mismo, así como el colapso del mismo es tan inminente como inasumible….
Se nota que el autor, Manuel Casal Lodeiro
necesitaba mucho leer componer este texto…y lo necesitaba, lo precisaba desde
la raíz. Lo que aquí reflexiona y dice es agrio, pero alguien tiene que romper
moldes y decirlo, desgranarlo, y como si se tratase de una tarta tirárnosla a
la cara….a ver si más de uno despierta de “cierta” ensoñación a la que el
sistema todavía nos tiene sometidos.
Ya no se trata, tan solo, de una crisis que incumbe
a la salud del planeta….la crisis va más allá y le incumbe o nos incumbe a
nosotros como especie y al reste de especies vivas del planeta…esto,
todo, se hunde y nosotros con él y parte de la responsabilidad del naufragio la
tenemos nosotros, seres excesivamente voraces, carentes de ética para con no
sea su bienestar propio e inmediato.
El planeta necesita, ya, de una repuesta clara y
esmerada, sobretodo ética y un ejercicio de ética que viaje desde el plano político
al social, económico, cultural, de cómo comportarnos y relacionarnos…
Lo que nos dice la editorial. La sinopsis del libro
de Queimada:
Durante muchos años, el poder político y económico
ha desarrollado una cultura del crecimiento continuado basado en las
energías fósiles, cerrando los ojos a algo tan obvio como la limitación física
de esos recursos. Los continuos llamamientos a reconsiderar estos criterios han
sido sistemáticamente desoídos por quienes podían poner freno a su
uso y abuso y ahora nos encontramos muy cerca del punto de no retorno. ¿Nos
enfrentamos al fin de una era como lo hicieron nuestros antepasados en otros
momentos de la historia?.
“Lo que debemos afrontar, por tanto, es que si
nuestra especie ha permitido que su población aumente hasta niveles
insostenibles mediante el consumo irrefrenado del
detritus energético fósil, va a sufrir antes o después el mismo final que
cualquier otra especie con comportamiento de plaga: una drástica caída
(colapso) en su población, una enorme mortandad”.
El autor, Manuel Casal Lodeiro:
Nosotros ya conversamos en su día con este
escritor, pensador y activista…: http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/izquiercolapso.htm
Activista formado académicamente en el ámbito de la
ingeniería informática donde ha desarrollado el grueso de su
experiencia profesional como consultor de proyectos en internet, especialmente
para entidades no lucrativas. Desde la década de 1990 lleva promoviendo
también numerosos proyectos culturales, sociales y políticos,
centrados en 2008 en la difusión social del choque de nuestra civilización
contra los límites biofísicos del planeta y las vías de respuesta posibles. Ha
participado en libros colectivos como Decrecimientos: lo que hay que cambiar en
la vida cotidiana (2010) y 15-M o pobo indignado (2011).
Coordinó la Guía para o descenso enerxético:
preparando unha Galizia pospetróleo (2014)
y ha publicado La izquierda ante el colapso de la civilización industrial:
apuntes para un debate urgente (2016). En 2017 promovió prologó la edición en
castellano de La vía de la simplicidad, de Ted Trainer. Es fundador
y coordinador de 15/15/15-Revista para una nueva civilización. Coordina el
problema de radio Vivimos en un mundo finito y el Instituto Resiliencia,
puesto en marcha por la Asociación Touda.
Cazarabet conversa con Manuel Casal
Lodeiro:
-Manuel,
¿desde dónde te surge esta necesidad, diría imperiosa en ti, de escribir,
Nosotros los detritívoros?
-Bueno, debería aclarar que, en todo caso, ese
necesidad imperiosa se referiría al artículo original, que bajo el título
"Nosotros, os detritívoros" publiqué en gallego en Praza.com en agosto
de 2013. Más adelante surgió la posibilidad de ampliarlo en la revista Ecopolítica,
por invitación de Florent Marcellesi, y luego de
ahí, dada la longitud del artículo, me animé a publicarlo como libro. Es algo
habitual en mis escasos libros: son casi "accidentales", en el
sentido de que la intención inicial puede ser escribir sobre una cuestión que
considero importante hablar, pero sin tener como proyecto publicar un libro.
También pasó, como sabéis, con "La izquierda ante el colapso de la
civilización industrial". En cualquier caso, volviendo al motivo de
vuestra pregunta, sentí la obligación moral de poner encima de la mesa la
cuestión de cuánta gente sería capaz de albergar el planeta una vez
desapareciese la energía "extra" que nos ha proporcionado el petróleo
y el resto de las energías fósiles. Es un tema que surge de mi seguimiento de
la cuestión del Peak Oil y del colapso
civilizatorio desde hace años, y el concepto de "detritívoros", que
tomé prestado del sociólogo ambiental William Catton, me sirvió de potente
cuña para intentar introducirlo, aunque no con demasiado éxito hasta el
momento, pues la cuestión sigue ausente del debate general en la sociedad.
-Necesidad que, a la vez me
da, la vives como una especie de “ejercicio con la ética”, ¿no?..Porque si no
lo hubieses escrito es como si no cumplieses con lo que tu mente en conjunción
con tus ideas y corazón te pide, ¿no?
-Claro, es mi motivación principal para escribir
sobre estos temas. Quiero decir que si uno es consciente de problemas tan
graves como estos (porque hablamos de la muerte prematura, por guerras, falta
de alimento, colapso del Estado, etc. de miles de millones de seres humanos,
posiblemente usted o yo, incluidos, o nuestros hijos y seres más queridos) y ve
que no se está hablando de ellos, que no se conocen o que se comprenden muy
parcialmente, entonces siente la obligación moral de hacer lo que esté en su
mano para activar ese debate, paso imprescindible, para activar una respuesta.
Es mi motivación también tras la creación de la revista 15/15\15 para una nueva
civilización, por ejemplo, al detectar que no existía aún un medio de
comunicación explícitamente dirigido a promover los pasos hacia unas nuevas
civilizaciones que sustituyan a esta que se nos muere, la civilización
industrial, la sociedad del petróleo, del crecimiento continuo, del capitalismo
suicida y homicida.
-Soy pesimista. Creo que esto de la
degeneración socio ecológica del planeta y de nosotros en él, acompañados del
resto de seres va muy deprisa, mucho más deprisa de lo que nos explican y nos
dicen….nos están hurtando la verdad desde arriba y me da que hay parte de la
comunidad científica que se suma de alguna manera. ¿Cómo lo ves?.¿Por
qué?
-Es complicado
señalar un único ritmo del colapso, porque hay múltiples crisis, diversos
factores que se realimentan y que llevan diferentes ritmos incluso en
diferentes puntos del planeta: la crisis ecológica, el cambio climático, la
extinción de especies, la crisis de los cuidados, el colapso de los Estados, la
crisis energética, etc. Pero, sí, en algunos de esos factores el ritmo está
siendo más acelerado de lo previsto, como por ejemplo en el caos (siguiendo al
físico Carlos de Castro prefiero ese término) climático. Sí es cierto que
existe cierta autocensura por ejemplo en ese aspecto, por parte de algunos
científicos que trabajan sobre esta cuestión, algo que ya ha sido denunciado
por ejemplo en España por Ferran Puig Vilar,
pero al final es una lucha un poco inútil porque aunque haya 99 estudios
científicos rigurosos que señalen que la gravedad es alta y la necesidad de
declarar un "estado de emergencia planetario", como reclama Ferran,
clara, la mayoría de la clase política y la élite económica se aferrarán al
único estudio que haya para sembrar la duda y justificar la inacción: y la
inacción es estas cuestiones significa dejar que la inercia nos lleve al
precipicio. Con la cuestión de la variable población, que es el tema de
"Nosotros, los detritívoros", y la variable
consumo, que son las que determinan la capacidad de carga, pasa lo mismo. Y es
que al final, no es un problema que se esté jugando en el campo de la ciencia,
de la razón, sino del mito, de las creencias y de la fe. Y si tienen un clavo
ardiendo al que agarrase, se agarrarán... nos agarraremos como sociedad, antes
que admitir que tenemos que hacer cambios que pueden ser muy incómodos para una
mayoría instalada en el sobreconsumo y la dependencia del binomio
Estado-Mercado Capitalista.
-Y cuando se mete la manta del silencio
por encima es por algo….¿tienen miedo a admitir que hemos ido
demasiado lejos y que ya no hay vuelta atrás?
-Por supuesto.
Lo estamos viendo a diario. Cuando consigues hacerles ver el problema a los
responsables públicos a cualquier nivel (ayuntamiento, comunidad autónoma,
gobierno central o europeo), inmediatamente se activan los diferentes niveles
de barreras de los que hablaba yo en "La izquierda ante el
colapso...". Aunque no tengo tan claro eso de que "ya no hay vuelta
atrás". Sí, hay un freno que aún se puede activar, hay un volante con el
que dar un volantazo y minimizar los daños del
inevitable choque. Ahora debemos y podemos aumentar la resiliencia social,
como reclamaba Dennis Meadows en 2012, cuando constató
públicamente que la sostenibilidad ya no era un objetivo social factible. La
civilización no se sostiene, pero eso no quiere decir que no podamos desandar
ciertos caminos, detenernos y retroceder hasta donde convenga retroceder, en
consumo, en polución, en dietas carnívoras, en hipermobilidad, etc. Hay
muchos aspectos de nuestro modo de vida que se pueden revertir sin causar
necesariamente un trauma social; eso sí, si lo dejamos a la inercia del
sistema, sí que será traumático. O si lo pilotan los que quieran hacer un
decrecimiento insolidario, los que prefieran la opción nazi de guardarse para
sí los recursos a costa de la miseria del resto, entonces será también trágico.
Y es hacia dónde vamos, me temo.
-Estamos
atrapados en el planeta…si todo se va a perder, más pronto de lo que nos
explican y de cualquier manera ¿de qué tienen más miedo de que entremos en
“modo pánico”, en “modo desobediencia” o en algo combinado…?
-No estoy de
acuerdo en que "todo se vaya a perder". Pueden perder mucho aquellos
que más tienen, de acuerdo, y por tanto son los que más miedo tienen al cambio
que proponemos desde el Decrecimiento, desde el Ecofeminismo, el Ecosocialismo,
el Ecologismo Social, la Vía de la Simplicidad, la Permacultura Social,
etc. Por supuesto la posibilidad de la desobediencia está muy presente en sus
agendas. Por eso estamos viendo un aumento de la represión y de los cambios
legislativos haciendo más restringida la protesta en la calle, la creación de
legitimidades paralelas al Estado, los ataques a la Economía social y
solidaria, las denuncias o ataques físicos a activistas en todo el mundo... En
la medida en que logremos encauzar la frustración social y el miedo de una
forma constructiva para ir creando la alternativa a este modelo que se nos
derrumba, habremos evitado los peores escenarios. Hay que recordar siempre lo
que dice Joseph Tainter, el estudioso de los colapsos a lo
largo de la historia: un colapso no tiene por qué ser necesariamente malo para
los pueblos, aunque sí lo sea para las élites.
-Antes ponía como en un interrogante
cínico a algunos científicos porque los informes de algunos políticos dicen
sustentarse o rodearse de “expertos”, pero aparte de estos…también hay
científicos que sostienen que no es tarde, que todavía podemos dar una solución….ya
te digo que soy muy pesimista….Creo, sí, que habrá gente optimista a los que
escucho y con ello hasta intento llenarme de positivismo, pero me es imposible
cuando me siento y lo reflexiono mirándolo todo…¿Tú qué piensas?, ¿Cómo lo
ves?, ¿Qué nos puedes reflexionar al respecto?
-El optimismo
banal, el positivismo pueril, es otra arma cultural del sistema. Tenemos
sociedades muy infantilizadas a las que les resulta tremendamente fácil dejarse
arrastrar por ese tipo de respuesta. Y la clase política no es ajena a ese tipo
de síndromes. Por otro lado, me remito a lo que te decía antes: el futuro de
nuestra especie se juega más en el terreno del mito que de la ciencia. El
movimiento ecologista lleva décadas intentándolo, con los mejores estudios e informes
posibles, con la razón de su mano. Y ha sido inútil, ha fracasado. Es hora de
plantear la lucha en el terreno del mito, de la creencia cultural, sin
abandonar el otro. Es decir, crear contra-mitos. Además, los tiempos de colapso
son tiempos abonados para la espiritualidad y podemos jugar con esa baza a
nuestro favor. Si no, esa ola la acabará cabalgando la religión convencional,
como sucedió en Cuba en el Periodo Especial, como explica Emilio Santiago. Es
un terreno en el que aún estamos a tiempo de activar estrategias creativas y
que vehiculen las emociones de quienes nos negamos a rendirnos, al tiempo que
impidan que esas emociones sean dirigidas hacia el odio a los demás, al "fuck everyone and run",
como dice el grupo de rock progresivo Marillion.
-Hemos llegado “a colapsar” al
planeta…es como empezar a inflar un globo hasta la saciedad, tanta saciedad que
acaba por explotarnos en la cara, ¿verdad?
-No, el planeta
no ha colapsado ni lo va a hacer. Esa es una visión antropocéntrica. En todo
caso colapsará nuestra civilización, o se extinguirá nuestra especie. Bien es
cierto que nos llevaremos parte de la complejidad de Gaia,
de la biosfera, por delante. Pero los principales perjudicados, los que tenemos
más que perder, somos nosotros mismos, no el planeta. Y sí, estamos muy
"inflados", pero de hubris, como decía
William Catton. Nos hace falta modestia, vernos como
parte de un todo, una parte más, ahora mismo convertida en un cáncer para el
resto, pero con posibilidades de auto curarnos. Y si no, el propio macroorganismo, Gaia,
se encargará de eliminarnos. Y no porque sea una
"madre cruel", como decía Hitler, sino porque su prioridad es auto
mantenerse y ahora mismo nosotros hemos dejado de trabajar para ella,
integrados, y nos hemos convertido en sus enemigos. O más bien la civilización
capitalista es su enemiga, como en aquel graffiti en un vídeo
de Serge Tankian:
"Capitalism vs. Nature".
¿De qué lado nos ponemos? Está claro que el capitalismo es desechable al cubo
de basura de la historia, pero si desechamos la naturaleza, moriremos con ella.
-¿Es la principal “culpable” de esta
situación la especie humana?—que permíteme puede tener mucha inteligencia, pero
de poco le sirve porque, a la vez, es víctima de una avaricia que da verdaderos
escalofríos…
-Esta es una
cuestión peliaguda. De hecho hay críticos al mismo concepto de "Antropoceno",
y abogan por llamarlo "Capitaloceno". Es como la distinción que
hacía Catton entre
"Homos colossus" y "Homo sapiens". La
culpa en todo caso la tienen los "Homo colossus", los habitantes
de los países enriquecidos e industrializados, unos con más carga de culpa que
otros, claro (lo podemos medir por las emisiones per cápita, o por la huella
ecológica, por ejemplo). E incluso dentro de cada país no consume y contamina
todo el mundo igual. Así que podríamos zanjar la cuestión en lo que es
indudable: tenemos un sistemas que nos fuerza a crecer y por tanto a consumir
más, a destruir más la biosfera, y a saturar más los sumideros planetarios. Y
ese sistema tiene un nombre: Capitalismo. Claro que con la Revolución
Industrial este sistema dio un paso de gigante en
su capacidad y por tanto nos acercó más rápidamente al colapso, pero el
problema venía de antes. E incluso hay quien lo remonta al Renacimiento, en
tanto que revolución cultural, a la Ilustración. Es más o menos la misma época
histórica. Aunque la separación del equilibrio se podría remontar más atrás
incluso, al surgimiento en paralelo de los Estados, los ejércitos, el dinero y
el patriarcado, hace miles de años, como explica esa magna obra que se acaba de
reeditar: "En la espiral de la energía". Y permíteme también decir
que lo de "inteligentes" está por ver, ya que nos estamos comportando
con el mismo nivel de inteligencia que las levaduras encerradas en una botella
de mosto, que consumen los azúcares hasta agotarlos y morir intoxicadas por sus
propios residuos (el alcohol del mosto convertido por ellas en vino). A ese
nivel estamos ahora mismo, incapaces de ver que estamos acabando los azúcares y
que ya no quedará para todos. Es una de las imágenes que utilizo en los
Detritívoros.
-A corto y medio
plazo, ¿cómo colapsaremos?
-Esto es difícil
de predecir, sobre todo porque el colapso "va por barrios", quiero
decir que llega antes a unos países y dentro de ellos antes a unos sectores que
a otros. Nos puede servir mirar a otros países donde el colapso está más
avanzado como Grecia, o más aún: Siria, Sudán, Yemen... También ser conscientes
de las fases de un colapso social tal como las describió Dmitri Orlov.
Pero basta con mirar a nuestro alrededor para ver ya mismo el colapso en sus
primeras fases: precariedad, desempleo crónico, quiebra de empresas, aumento
del autoritarismo, conflictos internos y externos, guerras por los recursos,
repliegue chauvinista, insolidaridad, huída de la realidad (ciberadicciones y
otras drogas), inseguridad, epidemias de salud mental, crisis aceleradas de
refugiados, zozobras políticas, desmontaje de la protección ambiental y de la
salud... En una fase posterior, no muy alejada en el tiempo veremos
desabastecimientos de energía y de todo tipo de productos, protestas violentas,
huelgas que paralizarán los países, descomposición de los Estados,
militarización, recorte de libertades aún mayor, censura, cierre de servicios
públicos, privatizaciones, expropiaciones, conflictos políticos, secesiones
violentas de territorios... El capitalismo morirá matando, sin duda, y nos
arrastrará a una espiral trágica si no reaccionamos a tiempo y lo abandonamos.
-Y a largo plazo, ¿nos puedes decir
algo?
-Bueno, a largo
plazo espero que las generaciones que vengan tras la nuestra reconstruyan una
vida humana dentro de los límites, con aquello que les dejemos (en buena medida
una herencia envenenada), que lleven a cabo una revolución ética y un cambio de
valores profundo que haga que este error antropológico no se vuelva a repetir.
Eso si conseguimos sobrevivir.
-¿Qué generación empezará a ver
cosas que verdaderamente hacen presumir un colapso inevitable?
-Como he dicho
antes lo estamos ya viendo nosotros. El colapso es inevitable y estamos ya en
sus primeras fases. Aún no es fácil de ver, al menos aquí y ahora, aunque sí en
otros lugares. Lo que pasa es que hay mucha desinformación interesada en parte
e inconsciente, inherente al sistema, por otra parte. Y eso dificulta
enormemente la percepción de lo que sucede. En el retrovisor de la historia
será más fácil de ver para las generaciones que vengan después, y posiblemente
lo interpreten con mucho resentimiento hacia las generaciones que ser cargaron la
civilización y buena parte de la biosfera.
-Bueno, me supongo que ya estamos
viviendo y viendo cosas que forman parte, directa o indirecta, del colapso
final y precipitado…¿nos puedes hablar de ellas?
-Las acabo de
mencionar.
-¿A qué dilemas éticos o morales ya
debe de enfrentarse la especie humana?
-El primero es:
o el capitalismo o la vida, como expresaba antes. Después, si estamos
dispuestos a vivir con menos, para que más personas puedan vivir, o si (la
opción nazi) los sacrificaremos para vivir mejor unos pocos. Como dice
Jorge Riechmann:
el dilema es, o coche eléctrico para unos pocos o bicicletas para todos. Dentro
de este dilema nos encontramos con otros sub-dilemas. ¿Debemos acometer un
control de la natalidad? ¿Cómo hacerlo de una manera humana y no autoritaria?
¿Debemos establecer cuotas de consumo máximo? ¿Cómo mantener los cuidados en
sociedades que ya no cuenten con servicios sociales? ¿Qué hacer con las
personas de más edad que necesiten soporte en el tramo final de sus vidas? ¿Qué
hacer en nuestra relación con otras especies si somos todos parte del mismo
macro organismo y tiramos de la misma capacidad de carga total de la biosfera?
¿Debemos reducir aún más nuestro número para dejar sitio a más especies de
seres vivos? Son temas fundamentales y sobre los cuales deberíamos estar
debatiendo a nivel internacional e interdisciplinar ya, pero me temo que se
acabarán resolviendo por la fuerza de los hechos y muy lejos de cualquier
consenso informado.