El libro negro del consumo y las perversiones del comercio moderno
Cuando
consumir, y más si se trata de las grandes superficies, se trata de una
“actividad de riesgo”.
Consumir es una
de las actividades que realizamos más a menudo y sin darnos cuenta ni
tregua…para algunos se ha convertido en algo convulsivo y para todo, de alguna
manera, en un problema exponencial.
Al menos si
realizamos esta actividad que sea con garantías y con no pocas continuidades
éticas para con nosotros y los que nos acompañan en el día a día. En nuestra
localidad, el epicentro de País de Cazarabet, Mas de las Matas, tenemos la
suerte de tener un buen ramillete de comercios que nos sacian de “lo esencial”
para que no tengamos que desplazarnos de manera continua y continuada; pero aún
así y aunque el comerciante quiera ser lo más honesto…aún así hay y habrá
mecanismo que desde el propio sistema nos hagan caer en no pocas trampas.
Hay webs y
portales digitales que nos alertan de “ciertas maneras” y de muchas “trampas”,
pero ¿cómo reconocerlas?, ¿cómo combatirlas?...bien a eso nos ayudan, como
decíamos, esos portales y webs; algunos documentales, trabajos de investigación
publicados en prensa o que ven la luz en formatos de libros.
De esta
manera hemos llegado a El libro negro del consumo. Engaños, estafas y
perversiones del comercio moderno de Jordi Sabaté que
editó Roca Editorial.
Si os
parece, vamos allá…
Cazarabet
conversa con... Jordi Sabaté, autor de “El libro negro del consumo. Engaños,
estafas y perversiones del comercio moderno” (Roca)
El autor Jordi Sabaté es el
coordinador y periodista que lleva la sección de Consumo Claro de eldiario.es ; periódico
digital , todo un referente en la prensa de hoy, que , de alguna manera, es
coeditor, junto con Roca, de este libro. Además está vinculado con uno de
los portales de
referencia y consulta, Consumer.es, http://www.consumer.es/.
Diariamente en cada momento en que realizamos, cada
una y cada uno de nosotros, la acción de consumir estamos siendo presas de
formas de engaño que van de las estafas, a la artimaña y a todo tipo de
perversiones de las que sospechamos o no….de las que somos, más o menos,
conscientes.
El periodista Jordi Sabaté, que escribe en
eldiario.es todas las semanas una columna que va más allá de lo interesante y
no sumerge en la luz sobre las sombras… nos desvela esos engaños, perversiones
y estafas tan bien pertrechadas, pero, a la vez, tan evidentes que nos pueden
llegar a indignar, pero sobretodo a saber quién es quién y dónde está el engaño, la estafa y la perversión…el entramado preciso en el
que nos envuelven como una araña que luego, libremente y con el silencio “del
respetable poder” , van desgarrándonos de dentro a fuera, pero también a
viceversa.
Deberíamos ser conscientes que estamos sometidos a
una dictadura del consumo y del consumismo que, quizás radique en parte de las
migajas del “gran capitalista” para que “el populacho” se sienta agasajado,
querido y, siempre a la larga, carente de dignidad.
No deben de sentirse por aludidas las empresas,
pero sí el sistema en el que estamos sumergidos, casi atrapados y en el que nos
mantenemos a flote con flotadores que a menudo se deshinchan, yendo a la
búsqueda de otros…Cada vez más las marcas saben más lo que queremos, cómo
somos, lo que necesitamos y lo que soñamos, así que se aprovechan de ello.
Lo que nos dice Editorial Roca sobre este libro:
http://www.rocalibros.com/eldiario.es/catalogo/Jordi+Sabate/El+libro+negro+del+consumo
En un lenguaje sencillo y
accesible, se centra en temas relevantes para la sociedad actual como el
etiquetado alimentario y la cosmética, los fármacos dañinos, las preferentes,
cláusulas suelo y otros casos de la banca.
El libro también aborda el consumo fantasma y
los abusos de determinadas marcas a nivel internacional, que nos crean un falso
sentimiento de estatus, la necesidad del ser humano de sentirse reconocido en
un grupo y cómo las marcas se aprovechan de ello.
El autor, Jordi Sabaté:
Jordi Sabaté es ingeniero técnico agroalimentario y
licenciado en botánica, decidió estudiar periodismo en Madrid en 1994. Durante
los últimos diez años ha coordinado la sección de Nuevas Tecnologías
de Consumer.es, la web de referencia en consumo en España. Actualmente es
responsable de la sección de ConsumoClaro,
en eldiario.es.
https://www.eldiario.es/autores/jordi_sabate/
Enlaces que te pueden ir bien:
https://www.eldiario.es/redaccion/Presentacion-libro-Jordi-Sabate-consumoclaro_6_748285171.html
Enlaces que pueden ir bien:
http://observatorio.escueladealimentacion.es/usuarios/eroski-consumer
Cazarabet conversa con Jordi Sabaté:
-Jordi, ¿por qué te has visto como en
la necesidad, casi imperiosa, de escribir este libro? O, preguntado de otra
manera:¿qué
es lo que te ha llevado a ello?
-La verdad es que libro es el resultado de dos años
de trabajo en colaboración con el diario.es en
el cual hemos tocado muchos temas que yo habría querido desarrollar de una
manera más profunda; ahora bien, el formato del producto no lo permitía. Fue a
través del conocimiento de Enrique y su habilidad como editor, así como la
empatía que tuvimos, como empezamos a comentar la posibilidad de hacer un libro
sobre la sociedad del consumo. El quería un libro más práctico Y yo
quería otro más ensayístico. Empezó ganando mi opción, pero con el tiempo vimos
que mi capacidad para escribir un ensayo en toda regla era insuficiente, por
que se necesita un gran número de lecturas para establecer comparaciones, y eso
es un tiempo que no tenía. Pero en cambio yo sí tenía al alcance gran número de
informaciones sobre los temas que tocábamos, por lo que opte por dar un
marchamo periodístico que confirmase mis tesis ensayísticas. Al final nos
quedamos en un punto intermedio entre el ensayo y los reportajes periodísticos
que ha resultado muy fresco y gratificante, y sobre todo que ha impresionado
mucho a aquellos que los han leído, porque se confesado absolutamente
ignorantes de las materias que se les explican. A lo que yo escribí, donde le
puse mis gotas de vocación literaria, hay que añadir la edición exquisita de
Enrique. El resultado creo que es un libro que se lee fácil aunque es complejo
e impacta mucho. Estoy muy satisfecho.
-¿Consumimos por necesidad o casi por
una manifestación de dejarse llevar por el mercado y las dichosas modas y/o
imitaciones?
-Yo te diría que tenemos la necesidad imperiosa de
dejarnos llevar por las dichosas modas y/o imitaciones, lo que
viene a ser una respuesta híbrida a tu pregunta. Quiero decir que estamos hasta
tal punto abducidos o sobre estimulados por la sociedad de consumo que queremos
infinidad de cosas que son absolutamente innecesarias para nuestra
supervivencia como seres vivos, pero que nos permiten sobrevivir como seres
sociales. Y en cierto modo es así; no podemos descosernos del tiempo en el que
vivimos, tal como diría Ortega y Gasset, y el tiempo en el que vivimos es uno
de consumo enloquecido, de códigos basados en la posición, de consumo
analgésico en el cual nuestra siempre cambiante personalidad, por las siempre
cambiantes circunstancias que nos rodean, precisa de un consumo continuo y
variado para apaciguar la angustia que nos provoca esta falta de consistencia,
está falta de solidez, que es una solidez propia de una sociedad de productores
y que no tiene cabida en la sociedad de especuladores la que vivimos, en la
sociedad líquida que tan bien describe Zigmunt Baumann
-A la hora de consumir, ¿en qué nos
fijamos más…qué nos preocupa más?; aunque, creo que lo que más nos debería de
preocupar es la alimentación o aquello que al adquirir afecta a nuestra salud,
estoy pensando hasta en una gafas de sol, unos auriculares, una crema, jabón,
gel…
-Es difícil responderte a bote pronto, porque cada
uno de los sectores que tocamos en el libro yo creo que son puntales en lo que
refiere a nuestra salud. En el caso de la alimentación es importante fijarse en
que sea sano dentro de los parámetros que nos permite la actual industria,
incluso creo que es un buen campo donde los patrones sociales no nos dominan y
por lo tanto podemos acudir a un cierto grado de soberanía alimentaria
consumiendo productos frescos y de cercanía. Por otro lado, los que vivimos en
las grandes ciudades, y sobre todo los que vivimos en zonas urbanas, deberíamos
ser más conscientes de que somos progresivamente envenenados por las
contaminantes de los automóviles. Y qué decir de los fármacos, un mundo donde
nos aventuramos en una connivencia terrible y descarada entre la profesión
médica y la farmacéutica, tal como me reconocen a mí médicos que han leído mi
libro y que se declaran personalmente avergonzados de ciertas cosas en las que
caen por sistema. Pero volvemos a lo mismo: es el sistema el que atenaza a los
médicos y no les deja obtener otra formación ni otra fuente de progreso que no
sea la industria farmacéutica. Al fin y al cabo, siempre en mis conferencias
señalo que el gran problema no son las marcas ni las empresas, sino el sistema
que en cierto modo nos obliga a todos a someternos a este nivel de perversión.
Y cuando digo sistema, obviamente, digo el sistema capitalista.
-¿Qué opinión te maceren las llamadas y
muy reconocidas “marcas blancas”?. Supongo que habrá de todo…
-Las marcas blancas no son más que la versión
barata de los productos ultra procesados de las grandes marcas y consorcios
alimentarios. En tanto en cuanto sean productos ultra elaborados no me merecen
ninguna opinión buena ni ningún respecto y recomiendo huir de ellos en la
medida de lo posible, que es no siempre lo es. En tanto en cuanto ahorradores,
si no podemos evitar un producto procesado, por supuesto la gran realidad es
que la marca blanca es el mismo producto pero un 30 un 40% más barato, con lo
cual ahorramos dinero adquiriendolas. Pero ya digo, son basura desde
el punto de vista nutricional
-Denuncias aquí, en este papel, como lo
haces en tu columna de eldiario.es ConsumoClaro
las estrategias, engaños y mentiras del sistema, sí estoy de acuerdo, pero a
muchas “grandes tiendas” y sobretodo “grandes cadenas” que se sumergen
interaccionando del todo con lo que este sistema les proporciona como una
partida del Risk¿Qué
nos puedes comentar?
-Ya he dicho que para mí el gran problema es el
sistema, pero desde luego el rol que juegan las grandes corporaciones
alimentarias o de otros campos económicos no es precisamente el de buenos de la
película, si quieres es el de señores feudales fuertes y abusivos, y nosotros
somos los siervos de la Gleva, tal como describía Antonio Baños bien
en su libro Posteconomía. Creo que los consumidores
tenemos una base importante en la presión hacia los políticos para obligarles a
que hagan leyes más justas, más democráticas y más tendentes a acotar los
privilegios de las grandes marcas, que por otro lado cuentan con ejércitos de
abogados a los que pagan cifras multimillonarias para que eviten que se forjen
esas leyes. En esta gran partida de Risk que tú comentas,
los consumidores tenemos mucho que decir.
-No hay ya casi tienda
en pueblo pequeño que sea como los de antaño (por no decir ninguna), todos
forman parte de alguna cadena—aunque no sea de esas “de mucho nombre”. Bien, es
mejor comprar ahí porque además siempre tienen contactos y productos de total
proximidad o de sus huertos—por poner un ejemplo--. Se compra allí porque al
menos sabes que vecinos de tu pueblo se benefician de tu compra, en una mayor o
menor medida, pero de mucho de lo que ofrecen hay casi las mismas dudas,
¿no?…
- Como ya te dicho en el sector de la
alimentación creo que tenemos un buen margen para tener cierta soberanía y
autonomía como consumidores, y la compra de producto fresco de proximidad, y lo
que suele llamarse orgánico, aunque en realidad todo lo que viene una huerta es
orgánico, es una gran baza para tener la seguridad de que estamos
nutricionalmente cubiertos. Para mí no basta con ir a comprar una tienda, por
mucho que sea una tienda digamos de pueblo, donde haya producto fresco; también
es importante que conozcamos ese producto, que tratemos ese género, que sepamos
qué es una cocina y cómo se utiliza, y cómo, sobre todo, se cocinan esos
productos. Recuerdo los primeros años de los movimientos por el software libre
en España cuando decíamos que era fundamental saber programar en Debían, para
entender cómo funcionaba un ordenador, y que era fundamental que los niños
supieran programar en Linux antes de saber utilizar Windows o Mac OS. Pues lo
mismo sucede con la comida; no basta con comprar género fresco: debes de saber
cocinarlo, debes de saber tratarlo, debes de saber sacarle el máximo partido
nutricional. Solo así serás mucho más soberano para evitar que te engañen
cuando llegas una gran superficie o cuando hay leyes que propician que tú o tus
hijos consumáis productos altos en azúcar, lo cual para mí es un veneno metabólico
equivalente al tabaco, y algunos estudios dicen que de mayor poder adictivo que
la cocaína.
-Ciertos establecimientos de esos que
tienen un poco de todo, menos productos alimentarios, a un precio que
enmarañan, ¿resultan” o acabas comprando un poco más barato para comprar dos
veces?
-Yo siempre reivindico que es mejor comprar una
prenda de gran calidad que cinco de calidad mediana o baja; si hiciéramos una
reflexión sobre la ropa, por ejemplo, porque es un sector donde es difícil
salirse de “low-cost”,
que sabemos que es basura; como digo, si hiciéramos una reflexión sobre lo que
gastamos en ropa basura y decidiéramos reinvertir este dinero en ropa y calzado
de calidad seguramente todos vestiríamos de Burberry o de marcas
superiores, porque esos 500 son 1000 € que gastamos estúpidamente al año en
ropa basura podríamos invertirlos en una gabardina de cuatro cientos euros, en
unos zapatos de 200 €, y en un par de jerseys de 150 €, así
como pantalones de calidad que nos durarán 20 años. Pero no lo hacemos, vivimos
seducidos por las marcas basura y parece que nos espantan las marcas de calidad
cuando en realidad podríamos optar a ellas. Eso sí: no variaríamos de vestuario
cada día. En ese sentido es en el que los códigos sociales nos tienen
enganchados, y el que no varía de vestuario cada día está tachado de
innecesario en la sociedad de consumo y, como diría Baumann,
debe ser extirpado o exterminado.
-La otra cosa es que nosotros, como
consumidores, es que todos tenemos nuestros gustos, prejuicios y “puntos
flacos”; la mayoría de ellos alimentados con “las malas artes” que se les
facilitan por todos los entresijos que el sistema les proporciona y así
nos hacen caer, a veces, en el Imperio de las Marcas ¿verdad?; ¿cómo y de qué
manera?-¿Qué implica eso?
-Ya te lo he explicado justo en el punto anterior,
pero para resumirte un poco te diría que en efecto, el sistema conoce muy bien
nuestros puntos flacos y los códigos que se manejan hoy en día en esta sociedad
líquida, y que nos presiona para que no optemos por productos de calidad, que a
ellos les dan un rendimiento menor, y vayamos a los productos basura, que son
de margen mucho más alto. Esto se da tanto en el tema de la ropa y la necesidad
líquida de cambiar continuamente cada día de ropa y de personalidad, en
sintonía con la sociedad en la que vivimos, pero también se da entre el
proletariado, ahora llamado precariado, y entre la
infancia, que son seducidos e intoxicados con azúcares en cantidades industriales,
grasas saturadas y altas dosis de sal, lo cual los convierte auténticos
adictos. Esto por no mencionar los analgésicos opiáceos, los ansiolíticos sin
receta médica, y todo tipo de antiinflamatorios y otras medicinas que realmente
se los introducen bastante a la fuerza. No estoy hablando de las vacunas. Un
tema en el cual estoy a favor de ellas, pero sí podríamos hablar por ejemplo de
casos como el de la meningitis B, donde una vacuna que vale 100 €, y hay que
aplicar cuatro vacunas para inmunizar a un niño, en teoría, tal como reconoce
el ministerio de sanidad sanidad sin
seguridad total, se promociona a base de alertas y miedo para que los padres se
gasten esta cantidad de dinero en una enfermedad con una incidencia de un
0,0013% entre toda la población española, es decir 0,40 casos entre cada
100.000 españoles.
-A ti como consumidor y como periodista
que mantiene su mirada muy puesta en todo esto del consumo, ¿qué es lo
que más te indigna?. ¿Es eso lo que más nos debería
preocupar más a todas y a todos?
-A mí me indignan especialmente dos casos: uno que
nos afecta a nosotros y otro que afecta a Estados Unidos, pero que para el caso
creo que son muy similares. Empezaré por el de Estados Unidos, que es el de los
analgésicos opiáceos, que desde 1996 fueron promocionados sin receta
impunemente a cualquier persona que tuviera el mínimo dolor y que tras un
tratamiento de un mínimo de tres días acababa en un 40% de los casos adicta a
la heroína y terminaba el mercado negro y muriendo muy probablemente de sobredosis.
Sabemos que las muertes por sobredosis en Estados Unidos sumaban cuando yo
estaba haciendo el libro en 2016 unas 350.000, y actualmente ya superan el
medio millón de personas iniciadas a la droga a través de estos analgésicos y
muertos por sobredosis en las calles de las principales ciudades, pero también
de pueblos rurales. Me parece un caso terrible y sangrante de doble moral y de
perversión de la industria farmacéutica. Pero no lo es más que lo que ha
sucedido en Europa con el diesel, un tipo de combustible que se nos ha vendido
como la panacea ecológica, barata y perfecta para el estilo de vida europeo,
pero que realmente es un combustible basura, que quema mal y expulsa la
cantidad de veneno obsceno por los tubos de escape, creando auténticas nubes de
contaminación asesina en nuestras ciudades y núcleos urbanos. Creo que fue el
congreso francés el que exhibió un informe de la Unión Europea donde se
calculaban las muertes a causa directa o indirecta de la contaminación de las
grandes ciudades en 450.000 al año en toda la Unión. Con esta cifra debería
bastar para darnos cuenta de que la promoción del diesel solo tenía como objeto
que se lucraran en ventas las grandes marcas europeas de coches, y sobre todo a
costa de nuestra salud. Creo que ambos casos son muy similares: en Estados
Unidos se nos mata con opiáceos sintéticos y aquí se nos mata con el aire
contaminado de los tubos de escape. Son dos escándalos que deberían llevar a
muchísimas personas a la cárcel y no lo han hecho.
-¿Qué hoja de ruta, así como unos poco
consejos, pero fundamentales, aconsejas para consumir lo mejor posible?; ¿Cómo
podemos formarnos para saber qué consumimos?; ¿lo podemos hacer como adultos
para saber comprar, verdad?, ¿es posible ser autodidacta?; aunque lo perfecto
sería que desde las aulas se nos hubiese enseñado, pero parece que ni
interesaba ni sigue interesando…
-En el libro explico que hay un atisbo de esperanza
en la auto concienciación y en la asunción de una serie de protocolos que nos
permiten tener una cierta soberanía como consumidores: hay que aprender a leer
las etiquetas, hay que re-aprender a cocinar, hay que aprender lo que es
saludable y lo que no en nuestra nutrición; hay que controlar lo que comemos y
lo que no en función del ejercicio que hacemos, hay que intentar buscar
alternativas al consumo de ropa basura, y hay que, subversivamente, empezar a
vestir de maneras menos acordes a los “tips” sociales que nos
tiranizan en las grandes urbes. Por supuesto, yo apuesto por el coche
eléctrico, que siempre será mucho más limpio que el combustible fósil, y hay
ante todo que presionar en la redes sociales y en las asociaciones de
consumidores para que las leyes cambien, para que las leyes avancen, para que
un país como España no sea la vergüenza de Europa en temas de consumo, medio
ambiente, soberanía energética, etc. Todo esto lo podemos hacer todos juntos,
individualmente y por separado. Pero el gran problema es despertar las
conciencias de la gente, que están adormecidas después de 40 años de gobiernos paternalistas.
-¿En qué nos mienten más?; ¿Nos pueden
mentir en el etiquetaje?
-En teoría no nos pueden mentir en el etiquetaje,
al menos no nos deben mentir, pero no algunos casos lo hacen. Yo creo que más que
mentir nos engañan y nos enredan, por eso digo siempre que hay que saber leer
etiquetas y saber denunciarlas, porque los organismos de consumo y las
normativas de consumo están ahí para sancionar a las marcas. Lo que pasa es que
las marcas una multa les sale mucho más barata que el dejar de obtener un
beneficio por engañar, ocultar, lo que llevan los productos que venden
-¿Hay
una delgada línea roja entre el consumo que queremos hacer responsable y el
consumismo o, ya, el consumismo es otra cosa, otra vuelta de tuerca más del
sistema?
-El consumismo no tiene nada que ver con el consumo
responsable, el consumismo es una locura desaforada que quizá en la zona
rurales no es tan evidente, pero en las zonas urbanas es la muestra del estatus
social y de la capacidad, no ya de adquisición, sino de integración en la misma
masa que se mueve de un lado a otro y que cambia continuamente de orientación y
de esencia. El consumismo es la muestra más clara de la decadencia de la
sociedad la que vivimos, y ante ella el consumo responsable tiene que ser la
punta del iceberg de un cambio de concienciación social y personal de cada uno
de nosotros. Debemos sacar el Che Guevara que hay en cada uno de nosotros y
luchar en nuestra propia jungla solitaria, pero a la vez asociarnos con otros
consumidores y tratar de cambiar las normas que sean injustas, no es un tema de
izquierdas y derechas, a los consumidores solo nos une el hecho de ser
consumidores, por decirlo de algún modo. El consumidor es alguien transversal
que tiene unos intereses comunes.
-Cierta culpa va a tener este
capitalismo tan neoliberal en que está inmersa la sociedad…en que unos pocos
comen de unos muchos… ¿Qué nos puedes decir?
-Yo lo que puedo decir es que esta locura híper
consumista, además de ser una enfermedad social, es el último estertor del
sistema económico nacido en el siglo XX y que empezó como auto sostenible en la
sociedad de productores industrial que caracterizaba como emblema el Fordismo,
y que ahora se basa en la extracción de la última gota de poder adquisitivo de
una sociedad cada día más precarizada. Es el capitalismo de carroña, el
capitalismo de las grandes fieras, pero en plena decadencia. Por poner un
ejemplo imaginemos una sabana donde hay grupo de 20 leones que han devorado ya
a los miles de cebras y otros bóvidos que pastan. Los leones son sin duda los
señores, pero pronto se les acabará la comida, y por mucho músculo que tengan
deberán auto consumirse para poder subsistir, siempre con fecha límite.
-Este engaño, gran engaño y estafa
¿cuánto y de qué manera afectan a la salud y me refiero a la salud tanto del
planeta como de nosotros mismos y desde un concepto holístico e integral?
-En toda la entrevista no he comentado el capítulo
dedicado al sector bancario, por lo que luego lo haré aquí: el sector bancario,
con todo el pelotazo de ladrillo, y toda la estafa de las preferentes, y las
acciones de Bankia y otras estafas similares, ha
destrozado el país como no lo hecho en ningún otro del mundo, si exceptúa a
Estados Unidos y a Islandia, que en buena medida se han recuperado, el uno por
muy grande y el otro por muy pequeño. Pero España sigue siendo un país
destrozado tras la crisis de ladrillo, destrozado moralmente, destrozado
anímicamente, destrozado políticamente, destrozado socialmente. Y por supuesto
con la salud rota en un momento en el cual los servicios de salud públicos
están en peligro de extinción. Sucesos como el de Catalunya, o ahora la crisis
institucional que estamos viviendo, así como el despertar de un ultranacionalismo
enconado españolista, reactivo a otro ultranacionalismo enconado
independentista catalán, son una muestra de la inestabilidad emocional que
sufrimos los españoles, que estamos enfadados con nosotros mismos y con la
nación que tenemos, cuando hace 10 años nos queríamos entre las mejores
naciones del mundo. Todo este dolor y toda esta rabia, no sabemos canalizarla y
nos está destrozando. ¿Quien está al final de la cuerda de
todo este desmán? Como ya le dicho al final están las actuaciones de la banca,
que nos destrozaron económicamente. Y estos señores, lejos de estar en la
cárcel, siguen manejando el país, siguen financiando a sujetos tan inquietantes
como el presidente de Ciudadanos o siguen sosteniendo a políticos y partidos
condenados penalmente como es el caso del Partido Popular. Así que la respuesta
es sí: los desmanes de la sociedad de consumo son la muestra de una sociedad
decadente pero a la vez están acelerando la decadencia y la descomposición de
las sociedades occidentales. Quizá sea ya demasiado tarde para salvar los
muebles, o quizá no, todo depende de que reaccionemos a tiempo como sociedad y
como consumidores. Pero permíteme que sea escéptico a este respecto, ya que veo
ignorancia el inmovilismo por doquier. Me viene a la memoria cuando visite Auschwitz,
una fotografía de los presos judíos bajando de los trenes de la muerte y
caminando directos hacia las cámaras de gas sin que los policías del campo,
nazis, tuvieran siquiera que empujarlos: estaban tan machacados
psicológicamente y moralmente que ellos mismos ya sabían cuál era su destino y
no tenían ni la capacidad de rebelarse, como un rebaño de ovejas. En cierto
sentido, los consumidores de Occidente somos así: un rebaño de ovejas que
caminamos lentamente hacia la cámara de gas que supone esta sociedad líquida de
consumo interminable.