Los gatunos cazan tras el cristal
Desde la ventana y el balcón, ahora
impregnados en sol, nuestros gatos contemplan la calle con ojos avispados y
llenos de curiosidad. Ya no están narcotizados por la calefacción y gozan del sol
y de su energía viva y directa. En las ventanas de nuestros vecinos y en los
cableados, todavía residentes, así como debajo de las tejas y demás reposan
gorriones y gozan de la vida y del calor palomas y otros bichos voladores.
Nuestros gatos empiezan a emitir sonidos como si hablasen entre ellos y como si
fuesen más allá, hablando con los bichos voladores. Parece que no quieren que
se les burlen y que en estos momentos, tan delicados como deliciosos, se
mantienen a cierta distancia de todo y de todos… porque en aquel momento su
mundo está en otra parte con los animales voladores de plumaje variado y de
idioma muy cantarín. Parece que quieren cogerlos emitiendo sonidos, parecidos a
gargarismos, desde su garganta. No caben en sí de asombro y hasta se mueven
todos ellos para seguir los vaivenes de nuestros amigos alados como si el mero
hecho de la observación les hiciese pensar en la caza… se ponen a modo cazador,
aunque el cristal le impide cualquier hazaña. Un gorrión tiene el atrevimiento
de posarse en la barandilla de nuestro balcón. ¡¡Qué osadía!! Piensan nuestros
amigos gatunos. Se miran, como perplejos y emiten un sonido que van desde el
asombro a un mundo lleno de interrogantes felinos, muy certeros y agudos. Pero
el día sigue su curso y los amigos alados siguen sus pautas y rutinas; los unos
y los otros saben lo importante que es el día, con sus horas de sol, los unos ,
los alados, se afanan en un ir y venir apresurado desde los nidos y pronto
empiezan a retomar otro reposo o descanso, pero no tan ufano como el del
mediodía ni tan desafiante a los ojos de nuestro gatunos; ahora ,tocada ya la
tarde por el cenit del sol, los pajarillos se ponen como menos burlones y como
más contemplativos. Mientras tanto, a la otra parte del cristal, donde el mundo
de los gatunos es más que presente, oportuno y hasta dominante los dos felinos
aprovechan para adueñarse, sin perder la vista el cristal, de entre los cojines
que han sido objeto de almacenar calor por los rayos intensos, mientras piensan
estrategias para mañana intentar compartir con los amigos alados.
(Fotografía: José Luis Ona)