Eva en los infiernos: cuando las mujeres son víctimas de la ira
Las mujeres siempre han sido objeto de ira, furia, quebrantos, abusos de
todo tipo…cuando no de violencia, violaciones, recibiendo muchas veces la
callada por respuesta. Hoy todos y todas estamos más concienciados y a no dejar
pasar nada, ni un suspiro, pero con los años pasados la mujer debía hacer
frente a un trato más quebrado. Nos hemos querido acercar a las mujeres en
aquellos días, los más difíciles, para recordarles que, aún en la más oscuras
circunstancias, ellas pusieron luz donde solamente había tinieblas porque hubo
un tiempo en que solamente poblaron las tinieblas nuestro día a día.
Estamos ante un libro que nos ha gustado mucho porque es, además,
tratado y desmenuzado desde el rigor, se trata de Eva en los infiernos. Un libro imprescindible desde la pluma del
historiador, investigador y escritor Antonio Peiró
Arroyo que indaga y se adentra en las mujeres asesinadas en Aragón durante la
Guerra Civil y la posguerra. El
libro, editado por Comuniter (Editorial Aragonesa,
afincada en Zaragoza) es un libro encuadrado dentro de la Colección” Es un
decir”. Se trata, pues de un libro
exclusivamente de investigación histórica.
Cazarabet conversa con...
Antonio Peiró Arroyo, autor de “Eva en los infiernos.
Mujeres asesinadas en Aragón durante la Guerra Civil y la posguerra” (Comuniter)
Un libro imprescindible desde la pluma
del historiador, investigador y escritor Antonio Peiró Arroyo que indaga y se adentra en las mujeres
asesinadas en Aragón durante la Guerra Civil y la posguerra.
El libro, editado por Comuniter (editorial aragonesa afincada en Zaragoza) es
un libro encuadrado dentro de la Colección” Es un decir”.
Un libro exclusivamente de
investigación histórica.
Lo que nos explica y nos “dice” Comuniter sobre este libro:
El objeto de este libro es analizar la
represión que tuvo lugar sobre las mujeres en Aragón durante la Guerra Civil y
la primera posguerra, estudiando su forma más violenta: el asesinato. La
incidencia en Aragón de la represión durante esos periodos fue muy superior a
la de los territorios limítrofes. Fue precisamente su situación fronteriza, con
una línea de frente que dividía su territorio de norte a sur, la que motivó que
fuese así, pues para los rebeldes era fundamental evitar que los republicanos
contasen con apoyos en el territorio que ellos controlaban. La proporción de
mujeres entre las personas asesinadas fue también mucho más elevada; los
hombres jóvenes estaban en el frente, pero las mujeres –de cualquier edad–
seguían masivamente en sus casas.
Las zonas donde la represión de los
rebeldes alcanzó mayor intensidad fueron las que resultaban estratégicas para
la defensa del frente aragonés: el cuadrante noroccidental de Aragón (que
comprendía las Cinco Villas y algunas localidades de la Ribera del Ebro, la
Ribera del Gállego y varias localidades de la línea del frente), las cuatro
ciudades más importantes de Aragón y Jaca (que tenía una especial relevancia
simbólica).
El estudio reconstruye parcialmente la
biografía de 594 mujeres asesinadas por los sublevados y de otras 187 que lo
fueron por los republicanos. El análisis de sus profesiones, sus afiliaciones,
su grado de instrucción o las relaciones familiares de las mujeres asesinadas,
y el momento en que se produjeron los asesinatos (la mayor parte correspondió a
la represión «en caliente», que tuvo lugar al inicio de la guerra), permite
establecer perfiles de la represión y comparar los de las mujeres asesinadas
por los sublevados y los de las que lo fueron por los republicanos.
El autor, Antonio Peiró Arroyo:
Es director técnico de Relaciones
Institucionales y Comunicación de la Universidad de Zaragoza, de cuyo equipo de
gobierno formó parte entre 1992 y 2000. Dirige la revista El Ebro y ha sido
redactor-jefe de Andalán y miembro del consejo de
redacción de varias revistas, entre las que destaca Rolde. Forma parte de
la junta directiva del Rolde de Estudios Aragoneses y ha presidido la Fundación
Gaspar Torrente para la Investigación y Desarrollo del Aragonesismo. Ha
recibido los premios de investigación «Joaquín Costa» (1981, en colaboración
con Bizén Pinilla), «Ramón Pignatelli» de la Diputación General de Aragón al mejor
trabajo de investigación sobre el regadío (1987), y el Premio de Ensayo e
Investigación de la Delegación del Gobierno de Aragón, en su III Edición
(2004). Ha publicado una treintena de libros, que pueden agruparse en dos
periodos cronológicos: la Ilustración y el primer tercio del siglo XX y la
Guerra Civil. Entre estos, hay que destacar Nacionalismo y regionalismo en
Aragón (1868-1942) (1981, con Bizén Pinilla), Orígenes del
nacionalismo aragonés (1908-1923) (1996), Historia del aragonesismo (1999,
coordinador), Autonomía y república. El Congreso y el Estatuto de Caspe de 1936
(2007), Miguel Alcubierre. Testimonio de la emigración y el
exilio (2009) y Años de sangre. República, guerra y represión de la UGT en el
campo zaragozano (2011).
Nosotros, ya le entrevistamos cuando editó
¡Evacuad Teruel!: http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/evacuad.htm
Cazarabet conversa con Antonio Peiró Arroyo:
-Amigo, lo primero que me llama la atención
es que inmediatamente después de la introducción te centras en "los
problemas de la investigación". ¿Desde dónde surgen estos problemas?; ¿por
qué?
Hay una cuestión de partida: el escaso
interés de quienes anotaban las muertes de las personas asesinadas (cuando
estas muertes eran anotadas, lo que no ocurría siempre). La primera tarea ha
sido la de reconstruir su relación, lo que no resulta nada fácil.
Cuando se registraban las muertes, la
información era muy deficiente. Cuando hay una descripción la causa de la
muerte, es muy general y genera dudas. Al menos en un caso, nos encontramos que
una mujer que aparece en las relaciones como muerta en Torrero, pero que
realmente lo fue en la plaza de España, a causa de un accidente de circulación.
En ocasiones, se falseaban directamente los datos. Hay mujeres de las que se
dice desconocer su nombre, pero de las que se anota que tenían 19, 33 o 48
años. Decir que una mujer fallecida tiene unos 20 o 50 años es fácil, pero
precisar la edad como se hace en algunos casos es admitir la falsedad del
registro.
Y no pensemos que es mejor la
información sobre las mujeres asesinadas por los republicanos, recogida en la
Causa General: es habitual que haya contradicciones entre lo que decían los
familiares directos y lo que luego escribían quienes recogían la información.
-La represión, ¿desde qué perspectivas
la analizas e investigas? -Claro cada vez son más los problemas con las
fuentes, con los testimonios, entrevistas, documentación—quizás la que fue
recogida anteriormente-
(He suprimido la respuesta a esta
pregunta, porque se aborda en otras posteriores).
-No solo fueron asesinatos, hubo
escarmientos, castigos, prisión... Coméntanos.
Conocemos relativamente bien las formas
de represión que dejaban rastros escritos: los asesinatos y los expedientes de
responsabilidades políticas. Pero la información sobre encarcelamientos es muy
deficiente (no hay documentación para todas las cárceles existentes, y ninguna
sobre las detenciones que en los primeros días se llevaban a cabo en
dependencias municipales o en casas particulares). Cuando hay información, no
sabemos si la causa del encarcelamiento es política o de otro tipo…
Pero, además, había otras formas de
represión que no han dejado registros: las palizas, la ingesta de aceite de
ricino, la discriminación de todo tipo (a la hora de encontrar trabajo o de
recibir una cartilla de racionamiento), las amenazas... Estos tipos de
represión eran comunes a hombres y mujeres. Pero, había formas de represión
específicas de estas últimas. Además de las violaciones (sobre las que apenas
es posible conseguir testimonios) había una forma específica de represión, que
se realizaba de forma semipública: el rapado del pelo. Una acción que no tenía
otro objeto que humillar a las mujeres, privándolas de un atributo que en la
época era una parte visible de su femineidad.
-¿Qué "retrato" tenían las
mujeres represaliadas por los sublevados?
No había un perfil específico, en
contra de lo que pudiera creerse. El abanico de edades va de los 14 a los 80 años. La
realidad contradice la idea generalmente extendida de unas asesinadas muy
jóvenes, adolescentes o madres jóvenes. Muchas de ellas eran mujeres
adultas, frecuentemente con hijos ya mayores y en algunos casos con
nietos. Murieron mujeres de todas las edades, pero si hubiese que retener
una imagen de las mismas, estaría más cercana a las de las adultas, casadas (o
viudas) con hijos.
La proporción de mujeres que sabían
leer y escribir era muy superior al promedio. Se trataba de un grupo de mujeres
más instruidas, que en algunos casos pronunciaban mítines, escribían en prensa
o leían a sus amigas. Esta mayor capacidad para informarse por sí mismas, y
para formar o informar a las demás, las hacía especialmente peligrosas a los
ojos de sus verdugos.
Menos concluyente es el análisis de la
actividad laboral. Aunque entre las mujeres asesinadas había una proporción que
era casi el doble de la media de quienes llevaban a cabo actividades diferentes
a «sus labores», pero esta mayor proporción puede deberse a la mayor calidad de
la documentación utilizada.
-Hubo mujeres asesinadas porque eran
activistas—más o menos a "pie de calle"--, había mujeres de acción.
Directamente o casi directamente pasaban de ejercer estas labores, que las
diferenciaba y definía, en el día a día a la muerte, ¿no? Muchas veces con una
"pantomima de juicio" o sin juicio.
Distingo tres grupos. El primero, el
que denomino «mujeres de acción», es un grupo pequeño, que o bien tenía una
militancia muy intensa en la CNT, había participado –directa o indirectamente–
en acciones armadas o había ejercido un papel importante en la represión contra
las mujeres «nacionales». Precisamente es la gravedad de sus acciones lo que
hace que su actuación pueda ser conocida con relativa precisión, ya que fueron sometidas
consejos de guerra, en los que se les asignaba de oficio un abogado militar, y
donde sus posibilidades de defensa real eran nulas.
Un segundo grupo corresponde a las que
podríamos denominar «activistas», mujeres que llevaban a cabo una serie de prácticas
que los sublevados consideraban especialmente peligrosas: ejercer cargos
públicos, participar en mítines, escribir… Aunque no representaban un peligro
físico para ellos, a medio plazo eran muy peligrosas, ya que podían extender su
influencia y articular la resistencia contra el nuevo régimen. Cualquier mujer
afiliada a un partido u organización era susceptible de formar parte de este
grupo, pero algunas de ellas son figuran destacadas. El caso más conocido es el
de la socialista María Domínguez, la primera alcaldesa que hubo en España
(en Gallur).
-Pero ¿y las asesinadas "por
sustitución"?
Hay otro grupo muy numeroso de
mujeres sin actividad política, que fueron asesinadas cuando los sublevados
iban en busca de sus compañeros, padres o hijos, a quienes no encontraron por
haber huido a la zona republicana, por haberse escondido o, simplemente, por no
encontrarse en su casa en ese momento.
-¿Qué diferenciaba la represión, más dura, de los
sublevados respecto a la que ejercieron los que defendían la República en
cuanto a las mujeres?
No sabría decir si la represión «en
caliente» que llevaron a cabo los sublevados fue más dura que la de los
republicanos, pero la de los sublevados fue continuada en el tiempo. La
represión de los republicanos tuvo una limitación territorial y temporal (hasta
la caída del frente de Aragón en marzo-abril de 1938), pero la de los rebeldes
se pudo prolongar mientras quisieron. Acabo mi estudio en 1946, que es cuando
prácticamente desaparecen los asesinatos, pero otras formas de represión se
prolongaron mucho más en el tiempo
-¿Qué mujeres fueron asesinadas, o qué
prototipo de mujeres, fueron asesinadas por la represión republicana?
Nos encontramos con un problema importante:
dado que casi todas ellas fueron asesinadas en la represión «en caliente» no
hay documentos judiciales, ni –lógicamente– se les abrieron expedientes de
responsabilidades políticas por los vencedores, y ya me he referido a las
contradicciones de la Causa General. Salvo casos excepcionales, para los
vencedores solo interesaba conocer su nombre: lo suficiente para ponerlo en una
placa en un lugar destacado de su pueblo, o dedicarles una calle si habían
tenido un papel significado. Pero ahí se acababa su interés.
Aunque en este caso, también el abanico
de edades es muy amplio (entre 12 y 82 años), las mujeres asesinadas por la
represión republicana están mucho más concentradas en el grupo de entre los 36
y los 60 años, que las asesinadas por los rebeldes; esta es su principal
característica. Había también menos analfabetas y una mayor proporción de
mujeres que realizaban una actividad distinta a la de «sus labores», pero en
ambos casos no es fácil obtener conclusiones definitivas.
-Claro en los lugares donde triunfó la
sublevación... la represión debió de ser diferente a cuando, digamos, se
"fue reconquistando" a los Republicanos... ¿cómo o cuando fue más
cruenta?
Buena parte de los asesinatos tuvieron
lugar «en caliente», en los primeros momentos tras el comienzo de la
guerra, aunque la represión siguió durante mucho más tiempo. Otro momento
importante fue el del derrumbamiento del Frente de Aragón. Si la represión no
fue más intensa tras este es porque al caer el frente abandonó Aragón casi el
30% de su población, y entre quienes lo hicieron se encontraban todas aquellas
personas que habían tenido un papel importante en la gestión de la zona
republicana.
-En un caso u otro, ¿te ha sido difícil
reconstruir los listados o conseguirlos?
He tenido que recurrir a numerosas
fuentes, que en ocasiones son contradictorias. Un problema importante es la
aparición cada vez mayor de relaciones de personas asesinadas, a veces citadas
de forma errónea, o por su apodo o por su relación familiar. Estos errores
llevan a que una misma mujer pueda aparecer varias veces, por lo que ha sido
necesario depurar mucho la información. Luego ha sido necesario trabajar sobre
cuestiones en que la información era contradictoria, como las relacionadas con
la actividad profesional o la edad.
-Ya por último, amigo, háblanos de esa
labor presumimos intensa, pero, a la vez, interesante e enriquecedora que debe
de ser el proceso de documentación, investigación...---te imagino, casi, con un
mapa geográfico y las típicas chinchetas abultadas—
Creo que es conveniente terminar
hablando de lo que ha sido el origen del libro. En un primer momento, me llamó
la atención que las mujeres asesinadas por los rebeldes representasen el 4,8%
del total de personas asesinadas, lo que es tres veces la proporción de
Navarra, cinco la del País Valenciano o doce la de Cataluña. Investigar la
causa de esta elevadísima proporción fue lo que me llevó a iniciar el trabajo,
y para eso fue necesario reconstruir, hasta donde es posible, la biografía de esas
mujeres. No se trata de hacer listados cada vez más largos, sino de explicar
las causas de la represión. Esta fue brutal, pero no irracional.
Parece que hay una explicación: entre
las localidades donde la represión sobre las mujeres alcanzó mayor intensidad
relativa destacan las cuatro ciudades más importantes de Aragón (las tres
capitales y Calatayud), así como otra de especial importancia simbólica (Jaca).
Los territorios donde la represión
alcanzó mayor intensidad eran estratégicos para la defensa del frente aragonés.
Por una parte, estaba una amplia zona que comprendía las Cinco Villas y algunas
localidades de la Ribera del Ebro, la Ribera del Gállego y varias localidades
en la línea del frente. Eran localidades potencialmente muy peligrosas para los
sublevados, ya que si en ellas hubiesen tenido lugar acciones de resistencia
hubiese peligrado la ciudad de Huesca y los republicanos podrían haber avanzado
fácilmente hacia Zaragoza. En esta ciudad, la represión fue más intensa en los
barrios rurales de la margen izquierda de los ríos Gállego y Ebro, que
compartían su posición estratégica con la zona anterior; y en los distritos del
Pilar y Delicias, de composición claramente obrera. Teruel quedó también en la
línea de frente, centrándose la represión en la ciudad y en las localidades
cercanas que contaban con organizaciones obreras.
Así pues, a mayor peligro de
resistencia en la retaguardia, mayor proporción de mujeres asesinadas. Aunque
no ha habido mapa con chinchetas, analizar la posición del frente de Aragón es
fundamental para entender esa mayor intensidad de la represión sobre las
mujeres.
26723
Eva en los
infiernos. Mujeres asesinadas en Aragón durante la Guerra Civil y la posguerra. Antonio Peiró Arroyo
350 páginas 16 x 23 cms.
15,00 euros
Comuniter
El objeto de este libro es analizar la
represión que tuvo lugar sobre las mujeres en Aragón durante la Guerra Civil y
la primera posguerra, estudiando su forma más violenta: el asesinato. La
incidencia en Aragón de la represión durante esos periodos fue muy superior a
la de los territorios limítrofes. Fue precisamente su situación fronteriza, con
una línea de frente que dividía su territorio de norte a sur, la que motivó que
fuese así, pues para los rebeldes era fundamental evitar que los republicanos
contasen con apoyos en el territorio que ellos controlaban. La proporción de
mujeres entre las personas asesinadas fue también mucho más elevada; los
hombres jóvenes estaban en el frente, pero las mujeres –de cualquier edad–
seguían masivamente en sus casas.
Las zonas donde la represión de los rebeldes alcanzó mayor intensidad fueron
las que resultaban estratégicas para la defensa del frente aragonés: el
cuadrante noroccidental de Aragón (que comprendía las Cinco Villas y algunas
localidades de la Ribera del Ebro, la Ribera del Gállego y varias localidades
de la línea del frente), las cuatro ciudades más importantes de Aragón y Jaca
(que tenía una especial relevancia simbólica).
El estudio reconstruye parcialmente la biografía de 594 mujeres asesinadas por
los sublevados y de otras 187 que lo fueron por los republicanos. El análisis
de sus profesiones, sus afiliaciones, su grado de instrucción o las relaciones
familiares de las mujeres asesinadas, y el momento en que se produjeron los asesinatos
(la mayor parte correspondió a la represión «en caliente», que tuvo lugar al
inicio de la guerra), permite establecer perfiles de la represión y comparar
los de las mujeres asesinadas por los sublevados y los de las que lo fueron por
los republicanos.