Rocinante vuelve al camino
La tarde
cae, pero sin permiso porque no necesita permiso para ello. En esta era de las
prohibiciones, todo es igual sin trampas ni cartones, aunque el mundo, a
menudo, parece hecho de mucho cartón y no pocas trampas. Las tarde se alarga y
se muestra elegante y elástica como casi
un chicle y nosotros degustamos del sol y de la vida que éste nos proporciona.
Camino de Los Mansibles a La Escolana,
los rayos de sol se clavan en los ojos y nos crean cierto desasosiego, en la
mirada, porque nos impide ver con claridad y determinación, ya que la luz es demasiado violenta. Los campos que
nos rodean son verdes, algunos más altos que otros que aún son incipientes como
a esta primavera que le ha costado acercarse, pero que, cuando lo ha hecho, lo
ha hecho para quedarse. De una manera muy determinada, casi sin querer ni hacer
ningún ruido.