Microrrelato

Juegos en el cielo e imaginaciones adivinativas en el microrrelato

 

 

artesplasticas(54).jpgAbrí los ojos,  tendida sobre un lecho que olía a cereal recién segado y me encontré con los juegos que dibujaba mi imaginación en la infancia… juegos que no me habían dejado nunca. Animados cuando se movían cambiantes en sus formas y danzas o inanimados si se detenían a contemplarte porque yo estaba, y seguramente un poco aún lo estoy, segura que ellos y ellas te veían , te contemplaban y hasta te curioseaban desde su perspectiva de “hacer un picado” desde ese gran angular.

Tenía unas ganas inmensas de dormirme con aquella bella cara de perfil con los ojos alargados, los labios perfilados y con una cara casi tan relajada como las brisas que los iban desdibujando… hasta una saciedad endiablada porque como un mandala porque  lo que aquí se desdibuja se iba reformando un poco más al sur, al norte o quizás al este o al oeste utilizando, casi, las mismas brumas. Bajo un mismo cielo todos los días se reunían nuestras imaginaciones que abren los pinceles que eran nuestros ojos y contemplaban sus mejores lienzos, los que guardaban a buen reguardo en el corazón, en la memoria locuaz de un día saciado, mimado y casi terco… aunque para todo esto, hay una premisa imprescindible a cumplir... el estar allí, puntual como un reloj  del país por excelencia de los Alpes… ese país en el que una niña fue a soñar y a vivir en una pequeña cabaña desde cuyos prados contemplaba, poco más o menos, los mismos cielos, aunque con sus juegos e imaginaciones.

He aquí, amigos y amigas, una adivinanza que emerge ante nosotros para poner a prueba algo más que un atisbo de nuestra presumible inteligencia y es que nuestra imaginación debería volar entre nuestros razonamientos alimentarla y retroalimentarla en un viaje de ida y vuelta.

 

 

(“Charca”. Josefina Paricio Serrano. Fondo de Artes Plásticas. Museo de Mas de las Matas)