País de Cazarabet
Presión
Sara es asistente social porque,
entre otras cosas, puede o intenta hacer frente a lo que vio hace muchos años,
resarcirse de ellos o recrear lo más parecido a la justicia. Miguel que llegaba
muchos día a clase y se escabullía al fondo porque el profesor de ciencias y
matemáticas, Don Manuel, no paraba de meterse con él. A menudo no podía
aguantar y se orinaba. Don Manuel que tenía dos hijos, el mayor de la edad de
Miguel, se llamaba Rubén y también compartía
aulas con todos y aprobaba porque su padre le iba soplando, delante de
todos, lo que estaba bien y lo que estaba mal en los exámenes… los mismos
exámenes que eran el instrumento para burlarse del resto de alumnos como
Miguel, al que empujaba cuando olía a orina. También insultaba y empujaba hasta
con patadas constantemente a Ana que vestía de rockera
y que llevaba unas mechas con diversos colores, simplemente no se caían bien
los padres y Ana, aunque educadamente, no se callaba.
Don Manuel,
con los años, no pasará a la historia
por enseñar bien los enteros o las ecuaciones, las ciencias naturales,
la física o la química de aquellos años de lejana EGB, simplemente pasará por
ser un perfilado, tildado, esmerado y
cuadriculado gerente del comedor y poco más… menos mal que la clase mantenía el
tipo, incluido su hijo… habían las típicas cosas, algunos “piques”, pero poco
más ; Sara no recordaba demasiados desmanes, ni putadas entre sus compañeros,
pero tomaba buena nota de sus recuerdos amargos para evitar que se sucediesen,
por leves que fuesen .Imagino que, en la actualidad, Don Manuel no es capaz de
sostenerle la mirada ni por un segundo a Miguel, amigo de Rubén con el que se
cruzará más de una vez en el piso de su hijo. Me pregunto si Rubén será capaz de mirar a su padre con respeto,
creo que no, aunque es buena persona y supongo que hasta le habrá perdonado…
Y a ahí
tenemos a Sara tirando de este o de otros, más insignificantes episodios, para
dar a conocer cosas que vio y vivió y hasta calló por vergüenza, ella también
perfila sus valores y trata de engrandecerlo, perfeccionándolos porque,
convivir, todavía no puede convivir con ellos, se terminaron las cenas conmemoratorias de quintas, los
homenajes a los maestros y los encuentros con personas que le recuerdan esos
pequeños y casi insignificantes cabos sueltos, pero que le perturban su propia
obsesión por lo que nunca debió callar… a su manera, purga su “falta” tratando
de hablar con los latidos que palpitan en las aulas… esas aulas de las que
tanto se habla y en las que se busca a valientes.
FOTO: “Cuesta
del Mir”, de Laude Torres (Museo de Mas de las Matas)