País
de Cazarabet
Desde el
confín del Matarraña en Fayón hasta los del País de Cazarabet
Los
confines son tierras o suelen serlo, de alguna manera, de frontera, de encuentros, de lugares que
emergen del olvido y nunca mejor dicho, como en el caso de Fayón, de lugares
que se sumergen bajo las aguas, aunque se mantienen, siempre y de manera
inalterable, en el más digno de los “no olvidos”. Todos los lugares
determinados por los pasos fronterizos y por los confines son parecidos y
guardan similitudes que tienen algo a ver con cierto atisbo de grandeza sutil y
entrañable; puede porque quien nos acerca a ello son plumas como Alberto
Serrano Dolader el autor de En el confín del
Matarraña, el libro en el que en este punto kilométrico 33 se fija el País de
Cazarabet para realizar un paseo , desde un Tras los pasos ,por esta tierra
fronteriza que es el valle del río Matarraña, una joya que no cesa nunca de asombrarnos por mucho que la
visitemos porque más allá de la belleza y de la calidez abrupta del
paisaje está el arraigo de su gente a la
tierra, a su pueblo por muy sumergido que se encuentre, a la magia que se
desprende de sus costumbres escondidas detrás de enigmas encubiertos que nos
levantan todas nuestras curiosidades, las mismas que algún día nos hace volver.
Nunca esto sería del todo posible si personas como Alberto se sumergieran en la
investigación y el estudio para después
tener la generosidad de compartirlo con nosotros con un libro del que vamos
Tras los pasos.
El libro nos viene desde la edición de Rolde
de Estudios Aragoneses y desde la pluma de Alberto Serrano Dolader.
El prólogo del mismo le viene desde la pluma
de José Manuel Guiu Lasheras.
Este libro ha visto la luz gracias al Ayuntamiento de Fayón, la Comarca Bajo Aragón-Caspe, la Institución Fernando
el Católico y el Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de
Aragón.
Forma parte de la colección Bal de Bernera en su nº15.
Se trata de una magnífica
edición de tapa dura con mucha importancia en la imagen, tanto de la que surge
de la ilustración y de la fotografía.
La sinopsis del libro:
En la noche del viernes 17 al
sábado 18 de noviembre de 1967, las aguas del pantano empezaron a subir. En
pocos días, apenas tres, el casco urbano del Fayón histórico desaparecía. Medio
siglo después, a modo de homenaje, Alberto Serrano Dolader
se sumerge en el embrujo de las leyendas de este rincón del bajo Ebro aragonés.
Las páginas de El
confín del Matarraña contribuyen a
rescatar el pasado, no tanto desde la historia, sino desde las historias que se
transmitieron de generación en generación o que se acurrucaron en cronicones de
antaño.
Con el rigor del buen periodismo, sin
concesiones al esoterismo sensacionalista, desfilan por este volumen:
etimologías fantásticas, navegantes oníricos, entes
fantasmales, gestas extraordinarias, fauna fabulosa, rocas singulares, héroes
de cuento y tipos populares. Realidades (imaginadas o no) cuyo interés y
atractivo trasciende a lo puramente local.
Enlaces que pueden ir bien:
https://es.wikipedia.org/wiki/Fay%C3%B3n
https://es.wikipedia.org/wiki/Matarra%C3%B1a
Cazarabet
conversa con Alberto Serrano Dolader:
-Alberto,
amigo, ¿desde dónde surge este libro que mira tan de cerca
a Fayón?
-Desde una doble pasión. En 1974 comencé mi
actividad como periodista; buena parte del ejercicio profesional lo he enfocado
a visitar y conocer lugares poco frecuentados, pero generalmente encantadores,
Fayón entre ellos. Por otra parte, nací en Caspe y siento y quiero a mi
comarca; he vivido décadas fuera, pero con regresos constantes. Además, este
año hace 50 que intereses ajenos impulsaron la
desaparición del Fayón de toda la vida, que quedó sumergido bajo el pantano de Ribarroja.
-¿Qué tiene Fayón
de especial?
-Todos los pueblos, absolutamente todos,
tienen algo especial. Solo hay que tener paciencia para descubrirlo cuando se
viven o se visitan. Y mucho respecto por las gentes. Los lugares, al igual que
las personas, por singulares siempre son únicos. Además, Fayón son dos “fayones”: el de ahora y el que yace bajo las aguas, pero
que pervive en la memoria. Y aún puede descubrirse un tercer Fayón, el que
emigró. Y un cuarto, el que no pudo ser a causa del pantano.
-Pueblo de río,
frontera, que tiene todo para ser objeto de miradas y, por supuesto, de plumas…
-Y de leyendas y misterios. Mi libro “El
confín del Matarraña” intenta sumergirse en ellos. Siempre bajo capa de
seriedad y con el rigor respetuoso de un periodismo que da la mano a la
etnografía. O sea, apartándome del esoterismo barato y mezquino.
-¿Fayón es un
pueblo con dos almas?, lo digo por esa parte inundada y por esa parte sobre
tierra en seco, donde el pueblo sigue latiendo.
-Sí, es lo que le empezaba a comentar. En la
noche del viernes 17 al sábado 18 de noviembre de 1967, las aguas del pantano
comenzaron a subir. En pocos días, apenas tres, el casco urbano del Fayón
histórico desaparecía. Me he querido sumergir bajo las aguas para disfrutar del
embrujo de las leyendas de este rincón del bajo Ebro aragonés. Las páginas de
“El confín del Matarraña” contribuyen a rescatar el pasado, no tanto desde la
historia, sino desde las historias que se transmitieron de generación en
generación o que se acurrucaron en cronicones de antaño.
-Las aguas que lo
inundaron todo ¿qué patrimonio histórico - artístico se llevaron por delante?
-Una de las panorámicas más bellas que pueden
contemplarse en Aragón es la que se descubre desde lo alto del cerro en el que
se asienta la ermita del Pilar. Desde allí se divisa cómo el Matarraña rinde
aguas al Ebro embalsado. En mitad del río, a modo de periscopio, emerge la
torre de la iglesia del antiguo Fayón. Es el único vestigio del casco urbano que
pervive. La ermita de San Jorge y otros contados elementos que se salvaron
tuvieron esa suerte por ser edificios periféricos, diseminados en otros lugares
del término municipal, o en altozanos, como el castillo (que, por cierto,
habría que estudiar arqueológicamente y restaurar).
-Efectivamente,
como indicas, ahí está, mostrándose de forma permanente, la torre de la Iglesia
que asoma entre aguas como reivindicando la memoria.
-Este tramo de la torre de San Juan
Evangelista que emerge entre las aguas ha sido calificado con acierto por mi
colega Marcuello como “la señal más patética, genuina
y acusadora de la dramática muerte del Fayón secular en el otoño de 1967”. ¡La
de historias que laten bajo el patrimonio inundado! Yo la imagino como
periscopio acuático: el pasado saluda al presente. Por cierto, ¿continuará
siendo la morada de Mari Clòquins, ente fabuloso
emparentado con el mismísimo Cocón?
-Amigo,
¿te ha tocado bucear mucho en la documentación y demás para poder escribir este
libro?
-Me gusta y enamora mi profesión. Hablar con
la gente de forma pausada, consultar archivos y rastrear hemerotecas es un
placer. He disfrutado algunos cientos de horas antes de ponerme a redactar la
primera página del libro. Además, nunca doy por concluida la faena, siempre
mantengo abierta una carpeta informática que va engordándose a medida que pasa
el tiempo… ¡Ya tengo recogidas nuevas historias! Esto es como los racimos de
cerezas, afortunadamente.
-¿Qué valor le
das a la imagen y qué peso tiene en este libro? La portada, por no ir muy
lejos, es extraordinaria.
-He trabajado muchas décadas en TVE como para
tener claro que la imagen no es mero adorno, sino elemento informativo y, a
veces, hasta editorial con fuerza de aplaudir o denunciar. Dedico un tercio del
esfuerzo a localizar grabados, fotografías antiguas… o a disparar las nuevas.
-Me he quedado
muy impresionada por esa fuerza que se desprende desde el san Jorge y la lucha
con el dragón. ¿Qué nos puedes comentar?
-En civilizaciones como la sumeria o la de la
antigua china ya serpentean las figuras que identificaríamos como dragones.
Nuestro Sender encuentra antecedentes jorgianos en
relieves egipcios. En la Edad Media san Jorge asciende al peldaño de mito. En
Fayón, la romería anual a la ermita del santo es el hito que marca y remarca el
sentido de comunidad.
-Pero lo
impresionante es cómo hasta de las circunstancias, me atrevería decir tristes,
de inundar el latir de un pueblo, sobreviene otro tipo de vida, la que traen
esa fauna singular, sobre todo escenificada con los siluros y desde la que las
imaginaciones más sutiles empiezan a jugar con ellos hasta disfrazarlos de los
seres más inimaginables. La magia, también presente, en esa lámina de agua que
inunda el antiguo Fayón.
-El Ebro embalsado es, posiblemente, el
escenario en el que ha surgido la última gran leyenda aragonesa referida al
agua: la de los peces monstruo. Las primeras noticias sobre la existencia de
estos animales, de los gigantescos siluros, desataron el nudo de la caja de los
misterios. Se habló de peces con cabezas inmensas, de remolinos que abrían las
aguas como si hubiesen sido rotas por grandes rocas desprendidas del cielo...
Tardaría en transcurrir el tiempo necesario para racionalizar la novedad.
-Desde esta
escenografía haces muchos guiños a posibles leyendas, fábulas, cuentos y
narraciones que, de alguna manera, nos acompañan ya desde Fayón.
-Desde un razonamiento onírico y
despreocupándonos de la verdad histórica, todo invita a suponer que Túbal anduvo por nuestros lares o que, al menos, navegó por
lo que hoy conocemos como bajo Ebro aragonés. Eso ocurrió siglo y medio después
del Diluvio Universal… ¡Figúrate si ha habido tiempo apara cuñar tradiciones
fabulosas!
-Pero
es que parece que invites a que Fayón, con todo lo que conlleva, sea el
epicentro de nuevas imaginaciones llevadas al negro sobre blanco, ¿qué nos
puedes decir?
-La generación de leyendas es una constante.
Cada siglo impone el olvido de algunas de ellas y aviva el nacimiento de
posibles relevos. Nuestros bisnietos considerarán tradiciones de Fayón a
falordias y costumbres que -quizá sin darnos cuenta- estamos forjando hoy.
-Fayón invita a
despertar mucha creatividad y en muchas facetas.
-El ser
humano necesita dejar volar su imaginación, explicarse el mundo desde el mito.
Es una realidad que nos iguala geográficamente e históricamente. Fayón no solo
no es una excepción: ubicado en lugar de frontera, cercano al río y con su
historia reciente, lo tiene todo para avivar la llama de la creatividad fantástica.
-La última ya,
querido Alberto, ¿por qué el Matarraña tiene esa fuerza tan descomunal?
-Porque los habitantes de la comarca han
sabido mimar sus tradiciones y divulgar sus atractivos, apostado por ello como
motor de desarrollo sostenible. No obstante, es indiscutible que los pueblos
del Bajo Matarraña (del “confín” del río) han sido los más olvidados. Colaborar
a reparar esta injusticia es otra de las cosas que me motivo a redactar mi
último libro. Y no faltan materiales para acometer proyectos similares en torno
a Maella, Fabara y Nonaspe, por ejemplo.