País de Cazarabet
La cara del frío
El frío había vuelto de manera
formal, casi imponiéndose en un calendario casi predeterminado a no perder el
rumbo que había dejado de seguir desde hacía unos años. Las boiras del
atardecer se hacían tan espesas que al andar necesitabas un cuchillo para
abrirlas; las boiras se volvían escarcha al depositarse entre algunas ramas,
entre el verde y encima del mismo. Lo que hace unos meses era agua, rocío…ahora
era hielo. Quizás al cabo de unos días no se depositaría ni el rocío porque la
atmósfera estaba sepultada por nubes que contenían el rocío o por vientos
invernales que movían todos los aires del mundo sacudiéndolos con rachas
infernales e histriónicas. Hasta que, de repente, llega un frío quieto, denso
que encarcela los sentidos y notas el frío viajar por la piel, los poros y la
mirada de tus vecinos….y con un poco de tiempo se abre el cielo y del mismo
salen unas pequeñas bolas o briznas de nieve que, con suerte, cuajan…porque la
nieve es caprichosa para embellecernos como el frío lo es para quedarse.