Microrrelato

 

El banquete a Buñuel

 

banquete-interior.jpgCuenta la historia, pero la historia real que un cálido noviembre de 1972 en la templada California, más concretamente en el 9166 de Cordell Drive de Beverly Hills (la residencia de George Cukor), un puñado de directores se citó para realizarle una comida-homenaje a nuestro director más emblemático, al otro lado del Pacífico, Luis Buñuel, el hombre que surcaba Tolocha, entre truenos y rayos en los días de tormenta en Calanda. Directores que eran tan variopintos detrás de la cámara que hubieses podido pintar con ellos, si cada uno de ellos representase un color, un magnífico óleo o una acuarela; los diferentes fotogramas que de aquella reunión surgen y reflejan la unidad frente al calandino testarudo, sordo, surrealista, empecinado y, dicen las malas lenguas (o quizás no tanto) que bastante machista, el cineasta Buñuel. El desafiante director español unificó a aquellos directores que, si bien eran diferentes en sus querencias y maneras de proceder cinematográficas tenían, sin duda, más lazos en común de los que, a priori, parecía. Una de las cosas que les unía era su querencia por Buñuel. El encuentro hizo, además que algunos de estos directores reticentes a ponerse ante las cámaras no tuviesen ningún remilgo a fotografiarse. Así, la historia del cine, gracias a Buñuel, consiguió reunir en unas instantáneas a auténticos maestros y genios del celuloide. A la comida se la bautizó, claro los creadores le ponen un nombre emblemático a todo como, “El Banquete de los genios” (libro, también con el que salió también este evento entre la literatura, editado por Península ,gracias a la pluma de Manuel Hidalgo), pero volvamos a la comida, gentileza de Cukor, allí estaban: Robert Mulligan, William Wyler, George Cukor, Robert Wise, Jean-Claude Carrière, Serge Silberman, Billy Wilder, George Stevens, Luis Buñuel, Alfred Hitchcock y Rouben Mamoulian. En la comida también estuvo el mítico director John Ford que tuvo que marchar antes de tomarse las instantáneas en grupo porque su estado de salud ya era delicado. George Cukor, ya tenía por costumbre alojar muchas comidas, veladas, tertulias al fin y al cabo porque gustaba de hablar de cine, de comentar entre los otros directores, guionistas. En concreto, el anfitrión de Beverly Hills, realizaba una antes de que  lo de los últimos festivales y encuentros, que preceden a los Oscar, eclipsara la agenda de los directores...le gustaba agasajar y, seguramente, sentirse generoso. Todos ellos eran más habladores de lo que parecían detrás de una cámara y a todos les gustaba la buena mesa, un buen vino y seguramente que aquel banquete, como otros muchos de la época, eran de los que resultaban irrespirables por los cigarros, cigarrillos… que enturbiaban algo más que la atmósfera, seguramente que sus cabezas; no entiendo como un excelente banquete, bañado de excelentes vinos puedan enturbiarse antes, después y durante por cigarrillos, cigarros... pero los genios tienen mucho de caóticos, frenéticos y un poco desaliñados. El encuentro cuenta con muchos más guiños y seguramente pequeñas historias, algunas de ellas las iremos desenmarañando, acercándonos a sus personajes…