Historia
Un libro que es necesario
para conocer la otra cara de un colectivo al que teníamos, quizás, demasiado
“dogmatizado”.
Trea Ediciones es una editorial que saca muy buen
material y desde firmas de primer orden especializados, todos y cada uno de
ellos, en lo que van escribiendo y nos van
ofreciendo. Además, las diferentes colecciones siempre están “mimadas “ por los mejores “ojeadores”. En este libro Trea topa con la Iglesia y sí “topa” muy de pleno con
muchas cuestiones que nos implican en la lectura que llevan de la mano tres
investigadores que aquí hacen de coordinadores (Feliciano Montero García,
Antonio César Moreno Cantano, Marisa Tezanos Gandarillas ) sobre qué
papel y cuál fue muy de veras el papel de esa “otra Iglesia” en y durante el
período de la II República y la Guerra Civil…. Nos referimos, y decimos lo de
“otra Iglesia”, cuando pensamos en aquellos que no obedecían y eran seguidores
del dogma diario que les venía desde arriba: el estar totalmente en contra de
los valores republicanos, el “hacer campaña” desde el púlpito, el tomar un
partido muy activo en contra de la República y el posicionarse, muy
descaradamente, contra el Gobierno de la República y a favor de
los alzados desde el día del alzamiento participando más o menos
directamente… muchos de ellos, muy directamente. No eran pocas las sotanas
adornadas con correajes, cartucheras y que sostenían un buen fusil…. Pero los
que “no comulgaban” con todo esto se vieron envueltos en una auténtica madeja y
son los que formaron, y de alguna manera todavía forman, parte, de otra
Iglesia: la que estaba con el pueblo que sufría, la que leía algo más que sus
textos sagrados, la que escuchaba al agnóstico y al ateo, la que compartía en su corazón obrerismo y creencia
religiosa…. a todos ellos la historia les escarmentó, y todavía el presente lo
hace, con la losa del silencio…. ya es hora que empecemos a saber de ello,
pero, sobre todo, que empecemos, de alguna manera y aunque seamos ateos , a
aprender…. porque aprender debemos
aprender siempre y estar dispuestos a ello. Prestemos pues atención a lo que es
una historia que, no por desconocida, deja de ser menos fascinante y digna.
Para llevar a cabo esta abra de investigación y de compromiso con la
historia, Trea se ha puesto muy en la piel de
diferentes sacerdotes, un total de diez: Luis López-Dóriga,
Jerónimo García Gallego, Tomás López Piñán, Juan
García Morales, Matías Usero Torrente, Leocadio Lobo,
Joan Vilar i Costa, Cándido Nogueras, Francisco
González Fernández, Régulo Martínez Sánchez.
El LIBRO, COMO LES EXPLICÁBAMOS ESTÁ COORDINADO POR : Feliciano Montero,
Antonio César Moreno Cantano y Marisa Tezanos, pero cuenta con la colaboración y la investigación
de Encarnación Barranquero, Miguel Ángel Dionisio,
Luis Carlos Gutiérrez Martínez-Conde, Luisa Marco Sola, Enrique Orsi Portalo, José Ramón
Rodríguez Lago,.
Trea ha insertado este libro
Otra Iglesia. Clero disidente durante la Segunda República y la guerra civil
dentro de su sección de Estudios Históricos La Olmeda y dentro de la Colección
Piedras Angulares que tiene en su haber: De Madrid a Roma. La fidelidad del
episcopado en España 1760-1833 de Andoni Artola Renedo;
Cruzados de Franco. Propaganda y diplomacia en tiempos de guerra 1936-1945 de
Antonio César Moreno Cantano (coord.); Hacia 1812
desde el siglo ilustrado de Fernando Durán López (coord.); Los constituyentes
asturianos en las Cortes de Cádiz. Antología de discursos de Ignacio Fernando
Sarasola y Curso de economía política de Álvaro Flórez Estrada.
Lo que nos cuentan desde Trea:
Doblemente olvidados. Doblemente represaliados. Los «curas republicanos»,
los «curas rojos», aquellos sacerdotes que tuvieron la osadía de apoyar la
Segunda República y colaborar con ella, lo pagaron muy caro. Como el resto de
los vencidos, sufrieron la represión política del régimen de Franco: muerte,
cárcel, exilio. Pero también sufrieron la represión eclesiástica: desarraigo,
ostracismo, sanciones canónicas, excomuniones. No en vano se habían erigido en
la prueba viviente de que era posible ser católico y republicano, ser sacerdote
y demócrata, de que la guerra civil no era una cruzada.
Fueron también doblemente olvidados. La historiografía franquista
reivindicó la memoria de los vencedores; la transición marcó el inicio de la
recuperación de la de los vencidos, pero los curas republicanos, salvo contadas
excepciones, siguieron en el olvido. ¿Por qué? Quizás porque recuperar su
historia puede parecer más una labor de detective que de historiador. Los
archivos eclesiásticos españoles, con escasas excepciones, se cierran a cal y
canto cuando se menciona su nombre. Y en los archivos civiles los datos sobre
ellos son fragmentarios y dispersos.
Pese a todo, nosotros creemos que no merecen este olvido y, a pesar de las
dificultades, hemos intentado rescatar la memoria de algunos de estos
sacerdotes que pudieron ser el germen de otra Iglesia, de un catolicismo más
democrático y social.
· Índice
http://www.trea.es/material/descargas/IndOtraIglesia.pdf
· Introducción
http://www.trea.es/material/descargas/IntroOtraIglesia.pdf
Cazarabet conversa con Marisa Tezanos, Luisa
Marco y Luis Gutiérrez
- Por qué un libro que habla, como bien dice el libro, “la Otra Iglesia”
¿Puede que sea por qué sea un factor que desconocemos mucho?
-Pienso
que existe un gran desconocimiento de la historia de la Iglesia en general,
porque se piensa que es una cuestión que sólo interesa a los católicos y a los
curas. Lo considero un error, porque, nos guste o no, la Iglesia ha sido y
sigue siendo una institución con una considerable influencia en la sociedad
española y no podremos entender nuestro pasado ni nuestro presente sin conocer
su historia.
En
cierto modo es lógica esta indiferencia de los españoles hacia la historia de
la Iglesia, porque durante muchos años se ha tratado de una historia
hagiográfica, realizada por católicos y para católicos. Sin embargo, las cosas
están cambiando de un tiempo a esta parte con la incorporación de
investigadores ajenos a la Iglesia y la publicación de estudios más ponderados
y críticos.
A pesar
de ello, siguen primando las investigaciones sobre la jerarquía eclesiástica,
lo que lleva a difundir la imagen de una Iglesia mucho más monolítica sé lo que
en realidad fue en el primer tercio del siglo XX. En las investigaciones sobre
otras organizaciones sociales, como partidos políticos o sindicatos, hace
tiempo que se ha relegado el estudio de los dirigentes para dar prioridad al de
las bases, descubriéndose que, en muchos casos, la mentalidad, ideología y
aspiraciones de unos y otros diferían considerablemente.
En el
caso de la Iglesia queda aún mucho camino por recorrer en este sentido. Dentro
de ella conviven diversos estamentos: la jerarquía, el clero, los católicos
militantes y los católicos no militantes. Sin embargo, el análisis del clero y
del catolicismo seglar no militante, a pesar de tratarse del sector más
numeroso de la Iglesia, ha permanecido ausente o ha ocupado un lugar muy
secundario en las investigaciones realizadas sobre la Iglesia del periodo
republicano. Sería sumamente interesante descubrir cuantas Iglesias existían
bajo la capa de la Iglesia oficial. (Marisa Tezanos)
- ¿Hasta qué punto crees que desconocemos a esa
“otra Iglesia”
-Por lo
que respecta a la “otra Iglesia” sobre la que nosotros investigamos y de la que
hablamos en nuestro libro, la Iglesia republicana, la ignorancia es
prácticamente total. Solamente el clero nacionalista vasco, bien organizado y
que contó con el apoyo del PNV, se ocupó de conservar su memoria y de
documentar la represión de sus miembros. Además contaron con la ventaja añadida
de que siempre existió una relación fluida entre quienes permanecieron en España
y los exiliados en el sur de Francia.
En el
caso de los sacerdotes republicanos del resto de España, no formaron un grupo
cohesionado, sino que se trató de figuras aisladas con escasas relaciones entre
sí y tampoco contaron con el apoyo del poder político. Quienes partieron al
exilio perdieron casi completamente la relación con el interior y los que se
quedaron o fueron asesinados o quedaron aislados y sin apoyos.
Se
trataba de personajes molestos para la Iglesia y para el régimen franquista,
porque su mera existencia ponía en cuestión el carácter religioso de la guerra
civil. Era lógico que desde esas instancias se procurase ocultar su existencia.
Por otro lado, los medios republicanos, después de utilizarlos como
propagandistas de su causa durante la guerra, también los relegaron al olvido.
En muchos casos se convirtieron en seres vergonzantes incluso para sus
parientes, que solían ser de derechas y no querían cargar con el sanbenito de un cura republicano en la familia.
En
consecuencia, su memoria desapareció. A la altura de la transición, para la
historiografía española era como si nunca hubiesen existido. (Marisa Tezanos)
Así es.
Hay que decir que nos encontramos ante una auténtica
laguna historiográfica solventada todavía insuficientemente por estudios
aislados que han ido apareciendo los últimos años. Por supuesto, es, en
parte, atribuible al hecho de que se trata de posturas minoritarias. La Iglesia
católica en su mayoría no colaboró con la II República y apoyó el alzamiento
del bando franquista que condujo a la Guerra Civil (1936-1939). De hecho,
llegó a presentar esta guerra como una “Cruzada por la Cristiandad”.
Sin embargo, y partiendo de la base de que se trata de una minoría
dentro de la institución, el estudio de los sacerdotes que se opusieron a esta
línea de pensamiento es, creemos, necesario. Necesario para comprender en toda
su envergadura un fenómeno tan extremadamente complejo como es la cuestión
religiosa en el primer tercio del siglo XX español.
Lamentablemente, aquellos estudios que tratan de escapar de los
maniqueísmos que todavía estrangulan el análisis de este periodo, como es éste,
se encuentran con enormes dificultades. Dificultades que van desde la falta de
interés de buena parte de la comunidad académica hasta una oposición frontal
desde determinadas posiciones de propia Iglesia católica. Se trata, no
obstante, de reticencias nacidas del desconocimiento, algo más que
comprensible, y que estamos convencidos de que desaparecerán al leer el
libro. (Luisa Marco)
- El poder político mantenía un velo sobre estas historias y, por
supuesto, también la propia Iglesia… ¿Cuándo el velo se empezó a poder mover?
-Efectivamente,
aunque a partir de la transición se comenzó a recuperar la memoria de los
vencidos, casi nadie se ocupó de los curas republicanos no vascos, excepto por
lo que respecta al clero catalán y a algunas personalidades aisladas, como
Basilio Álvarez o Luis López-Dóriga. Pero no se ha
realizado ninguna investigación sistemática sobre el clero republicano en
general. Creo que nuestro equipo de investigación es el primero que se ha
marcado ese objetivo. El problema es que resulta sumamente difícil encontrar
información sobre estos sacerdotes, porque en los archivos civiles los datos
están sumamente dispersos y el acceso a los eclesiásticos es muy complicado.
En los
últimos años la proliferación de investigaciones sobre la represión franquista
a nivel local y provincial y la recogida de datos por parte de las asociaciones
para la recuperación de la memoria histórica están proporcionando una valiosa
información sobre sacerdotes asesinados o represaliados por toda la geografía
española cuya existencia desconocíamos. El problema es que en muchos casos ni
siquiera se conoce su nombre, sólo el lugar en que fueron asesinados, o se
trata de testimonios orales que precisan una verificación documental que por el
momento no nos ha sido posible conseguir. Así pues, aunque últimamente están
apareciendo muchos datos y parece que es un tema que cada vez interesa más, nos
queda aún un gran camino por recorrer. (Marisa Tezanos)
Ha
existido ya no sólo un desinterés por el tema sino, incluso, una voluntad de
ocultación. Si hemos podido acercarnos a las historias de estos sacerdotes ha
sido gracias al empeño de investigadores individuales y de grupos de
investigación como el llamado Catolicismo y laicismo en la España del siglo XX,
adscrito a la Universidad de Alcalá y dirigido por el profesor Feliciano
Montero. Precisamente, es dentro de este proyecto que se ha gestado el libro que
nos ocupa, y que es un paso más en el afán de estudiar de modo sistemático las
trayectorias de estos sacerdotes “disidentes”. Sin
embargo, la relevancia de estos religiosos a los que nos referimos va más allá
de ellos mismos como individualidades. Nos interesa sobre todo el modo en
que representan un diálogo, conflictivo en muchas ocasiones, dentro de la
Iglesia acerca de la forma de entender la religión católica y el papel del
sacerdote ante la sociedad. (Luisa Marco)
- Siempre hubo, y lo hay, de Iglesia disidente… pero por qué no se hacen
oír o por qué de alguna manera lo acallan…
-Bueno,
todas las instituciones, con el tiempo, acaban convirtiéndose en un fin en sí
mismo y quieren seguidores fieles, por lo que intentan neutralizar a los
disidentes. La Iglesia no es una excepción a esta regla. Sin embargo, resulta
muy difícil acallar completamente a la disidencia. Las herejías eran
disidencias y algunas de ellas tuvieron gran difusión y protagonismo en la
historia de la Iglesia.
En los
años 30 hubo disidencia respecto a la postura oficial de la Iglesia tanto por
la derecha como por la izquierda. La disidencia por la derecha fue mejor
tolerada por la jerarquía y tuvo mayor trascendencia pública porque estaba
mejor organizada y contaba con medios de comunicación a través de los cuales
pudo difundir sus ideas. Aunque la Iglesia oficial intentó acallarla no pudo
hacerlo. Y tampoco lo consiguió con la disidencia por la izquierda, prueba de
ello fue el protagonismo internacional que adquirieron los curas que hicieron
propaganda a favor de la causa republicana durante la guerra. Tampoco
consiguieron acallar al clero vasco exiliado, que contaba con medios de comunicación
propios. El problema fue que los curas republicanos del resto de España no
constituyeron un grupo homogéneo y organizado como los vascos, y carecieron de
medios de comunicación propios. Dependían de los medios republicanos para
difundir sus ideas y cuando estos dejaron de interesarse por ellos cayeron en
el olvido. (Luis Gutierrez)
- La mayoría de los miembros de la Iglesia disidente eran curas que
“pisaban la calle”, daban misa todos los días, estaban codo a codo con la
gente, les daban la comunión, escuchaban “sus pecados”, les daban la
extremaunción… o sea que, de alguna manera, compartían su día a día… había
menos de los que estaban en conventos, monasterios o sea en más o menos
clausura. Explícanos.
-Bueno,
esto no es totalmente cierto. En los años 30 las órdenes religiosas masculinas
de clausura eran minoritarias. La mayoría se dedicaban a la enseñanza o a la
beneficencia, por lo que mantenían un amplio contacto con la sociedad. El
problema con el clero regular es que las órdenes religiosas solían enmascarar
el destierro de los disidentes como un traslado a las misiones. Un estudio
reciente sobre los capuchinos pone en evidencia que desde la primera década del
siglo XX los superiores de la orden en las provincias vascas tenían por
costumbre enviar a América a los que se habían significado por su apoyo al
nacionalismo vasco. Y este mismo sistema se utilizó con los disidentes con
motivo de la guerra civil, lo que hace más difícil que en el caso del clero
secular el detectarlos. Salvo que se tenga acceso a los archivos de la orden,
claro, y eso no es fácil.
Un dato
muy interesante es que la mayoría de los jesuitas desterrados o exiliados
fueron a parar a Centroamérica, donde años más tarde tomaría tanta fuerza la
Teología de la Liberación.
Tenemos
constancia de 3 religiosos asesinados: el franciscano Antonio Bombín, el
carmelita León Urtiaga y el claretiano José Otano;
del destierro del jesuita Luis Rodés, del escolapio
Pedro Luis Perea; y del exilio del jesuita Luis Rodés o del mercedario Cortada Escamor.
Y otros más que sería muy largo enumerar aquí. Por tanto, la disidencia entre
el clero regular no fue desdeñable. (Marisa Tezanos)
Por otro
lado, la cercanía con la gente y sus problemas no procedía de la realización de
actos de culto o de impartir sacramentos. Hay que tener en cuenta que en los
años 30 la indiferencia religiosa había alcanzado porcentajes muy altos y que
la inmensa mayoría de los republicanos y de los militantes de los partidos
obreros eran acatólicos, cuando no abiertamente anticlericales. La inmensa
mayoría de los españoles seguía bautizándose, casándose y enterrándose como
católicos, pero más por hábito social que por convicción. Para acercarse al
pueblo los sacerdotes tenían que salir de las iglesias, “pisar la calle” como tú
dices, sintonizar con los problemas que realmente preocupaban a los españoles
de su tiempo. Y el problema fundamental en aquellos tiempos para la mayoría de
ellos era el social, y en algunas zonas de España, como Cataluña o el País
Vasco, también el de la identidad nacional. (Marisa Tezanos)
De ahí
que la mayoría de estos curas disidentes fuesen curas sociales. Esto es, religiosos que recibieron con especial intensidad
las directrices marcadas por la encíclica Rerum Novarum y aceptaron el reto de recuperar para la Iglesia a
una masa social que estaba masivamente alejándose de ella. Una de las líneas de
acción a seguir marcadas por la encíclica, y por el Catolicismo Social en
conjunto, era acercarse a la realidad de la sociedad para poder así hacer
llegar su mensaje. Es por ello que participaron y promovieron iniciativas como
asociaciones y sindicatos de inspiración católica pero centrada en mejorar las
condiciones materiales de las personas. Y ello desde un cambio de enfoque
fundamental: Se trataba de justicia, ya no de caridad. (Luisa Marco)
Pero también la reivindicación nacional, en muchos casos unida a
la de una mayor justicia social, fue un factor determinante para explicar la
adscripción al republicanismo de estos sacerdotes. Si bien, en algunos casos excepcionales,
la evolución hacia la democracia y el republicanismo fue de carácter
exclusivamente intelectual, sin vinculación con la sensibilización ante la
problemática social. Este sería el caso de algunos sacerdotes relacionados con
el mundo universitario, como Tomás Gómez Piñán, uno
de los biografiados en este libro. (Marisa Tezanos)
- ¿Cómo fue la
implicación con el pueblo y en pro de la II República por parte de estos curas
disidentes?
-Es
necesario diferenciar dos periodos: el de la República en paz y el de la
República en guerra. Por lo que se refiere al primero, hubo sacerdotes que se
implicaron abiertamente en la política y se convirtieron en diputados –Basilio
Álvarez, Jerónimo García Gallego y Luis López-Dóriga,
defendiendo en las Cortes la compatibilidad de su filiación republicana con su
condición de sacerdotes; otros pusieron al servicio de la República sus
conocimientos jurídicos dentro de la Comisión Jurídica Asesora, como Tomás
Gómez Piñán y Francisco Romero Otazo;
algunos desarrollaron su actividad como periodistas en diarios republicanos o
escribieron libros que ponían en evidencia su apoyo al régimen, como Juan
García Morales; y los más simplemente siguieron realizando sus funciones sin
adquirir ninguna proyección pública, como Cándido Nogueras, Francisco González,
etc.
La
sublevación militar y la represión posterior nos han permitido conocer la
adscripción republicana de sacerdotes que durante los años anteriores no habían
tenido proyección pública. Durante la guerra algunos sacerdotes se convirtieron
en propagandistas de la causa republicana, tanto en el interior como en el
extranjero, como Leocadio Lobo o José Manuel Gallegos Rocafull;
otros se incorporaron al ejército, como Ambrosio Ayuso o el mercedario Cortada Escamor; algunos trabajaron en organismos republicanos,
como Vilar i Costa, Josep María Llorens o Luis López-Dóriga; y otros, al no poder ganarse la vida con su
actividad habitual, porque el culto católico había sido suprimido, se dedicaron
a la enseñanza.
Otros,
sin embargo, se vieron obligados a exiliarse en los primeros meses de la guerra
porque no encontraron medios para ganarse la vida o porque su vida corría
peligro, a pesar de su apoyo al régimen, debido a la violencia anticlerical
indiscriminada. Este fue el caso de Basilio Álvarez o de Jerónimo García
Gallego.
Posiblemente
la colaboración más relevante de los sacerdotes a la causa republicana durante
la guerra tuvo lugar en el terreno de la propaganda, ya que la constatación de
que había sacerdotes que apoyaban a la República ponía en cuestión el carácter
religioso de la guerra a los ojos de los católicos extranjeros. Por no hablar
de las refutaciones de la tesis de la “Cruzada” defendida por la jerarquía
española, por parte de Gallegos Rocafull, Joan Vilar o José Miguel de Barandiarán.
(Marisa Tezanos)
- ¿Cómo fueron las represalias? ¿Cómo se organizaba y se articuló esa
represión?
-Las represalias que tuvieron que sufrir aquellos sacerdotes que
decidieron apartarse de las decisiones de la jerarquía fueron de dos tipos: religiosas
y políticas.
Por lo que respecta a las de índole religiosa, los sacerdotes
disidentes fueron marginados, desterrados en el caso de los religiosos,
suspendidos en sus funciones e incluso excomulgados. Hay que resaltar que tal
sanción era dramática para alguien que ha elegido como modo de vida el
dedicarse al sacerdocio. (Luisa Marco)
Por otro lado, y a partir del golpe de Estado de 1936, fueron
desacreditados públicamente desde las instancias eclesiásticas para minimizar
el impacto de sus declaraciones en pro de la República. Tras la guerra, algunos
obispos se negaron a admitir el regreso a su diócesis de sacerdotes que se
habían exiliado; otros fueron sancionados con el traslado a parroquias lejanas
e incluso fuera de la propia diócesis (recurrente en el caso vasco), unas veces
por iniciativa de la jerarquía y otras plegándose a las exigencias de las
autoridades franquistas. Y lo más grave de todo fue que en algunos sacerdotes,
como Jeroni Alomar Poquet,
fueron ejecutados sin que su obispo hiciese nada por impedirlo; o con sus
sanciones canónicas, como en el caso de Bernardo Blanco Gaztambide, abrieron
las puertas a su asesinato a manos de los falangistas.
En cuanto a la represión política, estuvo entre la simple multa y
el asesinato, pasando por la cárcel o el destierro. Tenemos constancia del
asesinato de 37 sacerdotes, algunos de ellos simplemente por haber protestado
contra la represión que se llevaba a cabo en la retaguardia y habiendo apoyado
en principio la sublevación militar. La mayoría de estos asesinatos fueron
extrajudiciales, es decir, que no existió un juicio previo y fueron perpetrados
en la mayoría de los casos por grupos de falangistas o requetés. Fueron
encarcelados más de 270 sacerdotes vascos, pero no podemos aún establecer un
computo fiable de encarcelados en el resto de España. Y lo mismo ocurre con el
destierro, que era el destino habitual de los que salían de la cárcel, pero
también podía ser una pena en sí misma. Sabemos que fueron desterrados más de
120 sacerdotes vascos, pero aún no podemos dar una cifra para el clero del
resto de España.
Y tampoco hay que olvidar que el exilio, porque, aunque
inicialmente puede ser una opción personal, cuando se prolonga en el tiempo - por no existir garantías para la integridad
de las personas o por la negativa de las autoridades civiles o eclesiásticas a
permitir el regreso de los exiliados- es una forma de represión, o deriva
directamente de ella. (Marisa Tezanos)
En todos los casos, y debido a la naturaleza sacerdotal de los
sancionados, las penas se decidían e imponían gracias a la colaboración de
autoridades civiles y religiosas. Ambos estamentos compartieron, principalmente
durante la guerra civil y posterior posguerra, la necesidad de actuar contra
estos sacerdotes disidentes. (Luisa Marco)
- ¿Cómo se recuperó o fue recuperándose el clero, después de la guerra?
¿Y después de los Consejos de guerra?
-El
clero vasco, que siempre se mantuvo unido, logró vivir con cierta holgura en el
exilio y los encarcelados contaron siempre con el apoyo del obispo de Vitoria,
Mateo Múgica, que también se hallaba en el exilio. La inmensa mayoría de los
encarcelados recuperó la libertad a principios de los 40 y, poco a poco los
desterrados y los exiliados fueron regresando al País Vasco, aunque algunos no
lo hicieron hasta la transición. Con el apoyo y la orientación de los que
permanecieron en el exilio volvieron a organizarse y participaron desde fechas
muy tempranas en los movimientos de oposición al franquismo, reforzados con la
incorporación de las siguientes generaciones de sacerdotes.
No
ocurrió lo mismo en el resto de España. Quienes se exiliaron llevaron una vida
muy difícil, sobre todo los que permanecieron en Francia. Los encarcelados y
desterrados raramente contaron con el apoyo de sus obispos. El destierro y el
exilio se convirtieron en permanentes. En la mayoría de los casos que
conocemos, la experiencia de la guerra les marcó profundamente y nunca
volvieron a ser los mismos. Continuaron siendo individuos aislados y
difícilmente podían convertirse en ejemplo e inspiración para las siguientes
generaciones de sacerdotes, porque la Iglesia y el régimen se habían encargado
de borra su memoria.
Quizás
en el caso de Cataluña se pudiese rastrear también una cierta continuidad, no
me atrevo a afirmarlo, pero en todo caso sería mucho menos significativa que en
el caso del País Vasco. (Marisa Tezanos)
- Vamos a hacer un poco de historia, un poco de marcha atrás, para
entender más y mejor al libro que tenemos entre nuestras manos: ¿cómo fue el
devenir del clero durante la II República? ¿Y en plena guerra civil?
-Yo creo
que esta pregunta ya la hemos contestado. Si te parece que no es así,
reformúlamela para que entienda que es lo que realmente quieres saber
- He leído este año ASÍ EN LA TIERRA, la experiencia en la Parroquia de
San Carlos Borromeo de Madrid de unos sacerdotes con
el padre Enrique de Castro ante todo, pero también de otros sacerdotes también
ligados a la Iglesia de base ¿Qué piensas de esta experiencia (claro si es que
la conoces)?
-Me
parece que hacen una extraordinaria labor social en una zona de Madrid que
sigue siendo especialmente marginal. Desarrollan una acción pastoral puntera no
centrada en lo ritual, sino en lo profético. El conflicto que se planteó se ha
resuelto de común acuerdo con el arzobispado cambiando la denominación jurídica
de parroquia por el de centro pastoral.
Su
opción por los pobres y su función crítica y comprometida entroncaría con los
planteamientos de la mayor parte de los sacerdotes biografiados en nuestro
libro. (Luis Gutiérrez)
16770
Otra Iglesia. Clero disidente durante la Segunda República y la guerra civil.
Feliciano Montero García, Antonio C. Moreno Cantano,
Marisa Tezanos Gandarillas (coords.)
304 páginas 17 x 24 cms.
25,00 euros
Trea
Doblemente olvidados. Doblemente represaliados.
Los «curas republicanos», los «curas rojos», aquellos sacerdotes que tuvieron
la osadía de apoyar la Segunda República y colaborar con ella, lo pagaron muy
caro. Como el resto de los vencidos, sufrieron la represión política del
régimen de Franco: muerte, cárcel, exilio. Pero también sufrieron la represión
eclesiástica: desarraigo, ostracismo, sanciones canónicas, excomuniones. No en
vano se habían erigido en la prueba viviente de que era posible ser católico y
republicano, ser sacerdote y demócrata, de que la guerra civil no era una
cruzada.
Fueron también doblemente olvidados. La
historiografía franquista reivindicó la memoria de los vencedores; la
transición marcó el inicio de la recuperación de la de los vencidos, pero los
curas republicanos, salvo contadas excepciones, siguieron en el olvido. ¿Por
qué? Quizás porque recuperar su historia puede parecer más una labor de
detective que de historiador. Los archivos eclesiásticos españoles, con escasas
excepciones, se cierran a cal y canto cuando se menciona su nombre. Y en los
archivos civiles los datos sobre ellos son fragmentarios y dispersos.
Pese a todo, nosotros creemos que no merecen este
olvido y, a pesar de las dificultades, hemos intentado rescatar la memoria de
algunos de estos sacerdotes que pudieron ser el germen de otra Iglesia, de un
catolicismo más democrático y social.
· Índice
http://www.trea.es/material/descargas/IndOtraIglesia.pdf
· Introducción
http://www.trea.es/material/descargas/IntroOtraIglesia.pdf
Encarnación Barranquero Texeira es profesora titular del Departamento de Historia Moderna y
Contemporánea de la Universidad de Málaga. Sus líneas de investigación se
centran en la guerra civil, el franquismo y la historia de las mujeres.
Miguel Ángel Dionisio Vivas es profesor de Historia de la Iglesia en los Institutos Superiores de
Estudios Teológicos y Ciencias Religiosas de Toledo. Participa en diversos
proyectos de investigación, trabajando sobre la Iglesia española en el siglo
XX.
Luis Carlos Gutiérrez Martínez-Conde es licenciado en Teología e Historia de la Iglesia por la Universidad
de Comillas y profesor en el Instituto Gerardo Diego de Pozuelo de Alarcón
(Madrid). Especialista de historia actual y de la Iglesia contemporánea.
Luisa Marco Sola es doctora europea en Historia Contemporánea por la Universidad de
Zaragoza. Ha publicado varios libros y diversos artículos sobre el rol jugado
por la Iglesia y el catolicismo hispanos durante la guerra civil.
Feliciano Montero García es catedrático emérito de Historia Contemporánea de la Universidad de
Alcalá. Especialista en historia del catolicismo social, el movimiento católico
y la Acción Católica en el siglo XX.
Antonio César Moreno Cantano es profesor de secundaria. Su investigación y sus publicaciones se
centran en la propaganda extranjera durante la guerra civil y la segunda guerra
mundial.
Enrique Orsi Portalo es licenciado en
Historia. Actualmente cursa el Máster Universitario en la España Contemporánea
en el Contexto Internacional.
José Ramón Rodríguez Lago es doctor en Historia Contemporánea por la Universidad de Santiago de
Compostela. Especialista en el análisis de las ideas y las instituciones
religiosas en las sociedades contemporáneas.
Marisa Tezanos
Gandarillas es licenciada en Historia Contemporánea por la
Universidad Complutense. Su tema de especialización es el clero disidente
durante la Segunda República.