Lunas de verano
Las lunas son, todas y en todas las
estaciones del año, precisas y extraordinarias, pero puede que la buena
temperatura hace que las de verano se puedan disfrutar un poco más ;así que son
como mágicas y más si como este año conviven y convergen con el solsticio de
verano.
La de este
pasado solsticio fue especial porque emergió como muy presencial y nos fue
acompañando, además, durante muchas horas como si quisiese dejar algo más que
una presencia en forma de espionaje. Así, la luna de verano nos acompañó
durante todo el camino desde el pueblo a La Escolana
cuando tan solo se vislumbraba un poco porque la luz del día lucía con
esplendor; cruzamos el barranco de San
Juan y ya se atisbaba más presencial y mientras serpenteamos por encima del
Puente de la FAI ella se mostraba, ya, altiva y desafiante, pero en cuanto
llegamos a Santa Bárbara La nueva, ya estaba toda solemne por encima de la
atalaya de Castellote, mirándonos y atrayendo, de manera imperativa, nuestra
mirada. Era imposible no dirigirnos a ella, mirarla, contemplarla y sentirse
atrapados por ella con una especie de iluminación que nos llegaba desde ella.
Esto hace que nos sintamos
orgullosos de pertenecer al
planeta Tierra. Un planeta azul que nos brinda la posibilidad de visionar el
satélite plateado cada “X” días, pero sintiendo, a la vez, que le debemos mucho
al mismo y por diferentes circunstancias.