Arte

El arte de vivir en masadas (I). La Cerollera

 

Masadas y masoveros de La Cerollera en dos volúmenes.

image001.jpgimage002.jpgUn doble volumen que nos aproxima a cómo era, la vida de los masoveros y las masoveras de en un tiempo y en una época en que, simplemente, se concebía “el arte de vivir” de otra forma…con menos necesidades y menos exigencias.

El libro lo edita la Asociación SERVA de La Cerollera y lo coordina, ayudado por muchos personas que lo hay ayudado, Manuel Casado López.

Los dos volúmenes no son un libro de fichas que describe los diferentes masías o masadas….va por temáticas. Es decir, es un libro temático que empieza con las generalidades, definiciones y todo lo básico sobre las mismas…después sobre la toponimia, la arquitectura, el paisaje geográfico y humano que tuvo y retuvo este término de La Cerollera en torno a las masadas; las incidencias del clima; y en cómo se auto gestionaban y podían vivir económicamente las masías…cómo subsistían, también se analizan las supersticiones y el “mundo mágico” que rodeaban  a los masoveros y masías. (Esto el  primer volumen de este doble volumen)

En el Segundo volumen se sigue la dinámica temática con : las tareas que se desarrollaban en los campos de masías y masadas; cómo era la alimentación de los habitantes en las masadas y masías; cómo desarrollaban los trabajos de género y por qué; las fiestas de las que disfrutaban; cómo llevaban a cabo las relaciones familiares entre unos masoveros y otros; cómo era el día a día de estas gentes que habitan ligares recónditos; qué patrimonio inmaterial atesoraban; cómo recibían y qué tipo de  visitadores ambulantes recibían; cómo fue la relación con el maquis y qué repercusiones tuvo para unos y para otros, sobre todo para los masoveros y masoveras; su forma de vida, una forma de vida tan firme , y digna que aún hoy se mira con cierta añoranza; cómo , por qué y cuándo se fueron abandonando las masías y masadas y cómo es su estado actual, la mayoría, dicho sea de pase, en un deterioro triste; testimonios directos de aquellas gentes que son parte de nuestro patrimonio humano y, por qué no…un orgullo

 

 

Cazarabet conversa con Manuel Casado, coordinador del doble tomo que desde SERVA se ha dedicado a las masadas y masoveros de La Cerollera:

image003.jpg-Amigo, ¿de dónde salió la idea de realizar un libro sobre las Masadas de la Cerollera?

-Un grupo de amigos, con vínculos familiares en La Cerollera y algunos de ellos descendientes de masoveros, nos veíamos con cierta frecuencia y sobre todo durante el verano. Hacíamos andadas conjuntas y nos acercábamos hasta las masadas para movernos por ellas y fotografiar sus dependencias. Nos interesaba este modo de vida y empezamos la investigación. Hacia el 2010 propusimos a La Asociación Serva, en su asamblea general, que fuera la editora del trabajo que estábamos acabando y los socios aprobaron, por mayoría, el proyecto.

-¿Cómo fue el trabajo de documentación, recopilación de todo tipo de datos, entrevistas con masoveros y masoveras…?

-Al principio realicé entrevistas a masoveras y masoveros residentes todavía en La Cerollera y a los hijos de masoveros que se acercaban al pueblo a pasar los periodos vacacionales. Contrastaba sus testimonios y dispuse de una documentación oral de base con la que avanzar en los objetivos marcados. A partir de ahí consulté también en los archivos eclesiásticos, provinciales y municipales. Esta fase fue muy importante pero no tan grata como la anterior. Había que dedicarle mucho más tiempo que compaginaba con otras importantes obligaciones como la familia o el trabajo.

-De lo más edificante, me imagino, debieron ser las conversaciones con masoveros, masoveras…

-Se dice que los masoveros son gente reservada y que hablan muy poco. Desde mi experiencia afirmo que fue todo lo contrario pues se mostraron muy colaboradores y participativos en sus respuestas. En el transcurso de las entrevistas se notaba que los informantes se sentían orgullosos de ser masoveros y sentían el arraigo a este modo de vida a pesar de las dificultades que la mayoría vivió durante el paso del frente en 1938 y los enfrentamientos con la guerrilla y la guardia civil en la posguerra.

-¿Cómo se siente uno cuánto está investigando uno un mundo que está en extinción o sin vida en muchos rincones donde hace un siglo estaba todavía latiendo?

-Me siento afortunado por haber sido uno de los últimos eslabones de contacto entre el mundo masovero y las actuales o fututas generaciones. Éstas tendrán a hijos o descendientes de masoveros para que les cuenten sus recuerdos ya que pocos habrán vivido en una masada.

Me sentía a gusto y buscaba la oportunidad de charrar con estas personas porque servía de nexo de unión para intentar transmitir, a veces con literalidad, cómo eran sus vivencias y sus relaciones sociales en este hábitat disperso. He recibido palabras de agradecimiento de algunos lectores por acercarles la realidad de sus abuelos y padres masoveros de La Cerollera en estos dos volúmenes.

image004.jpg-¿Cómo fue la metodología de trabajo?

-En primer lugar me planteé unos objetivos y  un guion general con los temas a tratar. Desarrollé desde ahí los apartados a ampliar en el trabajo y establecí una prioridad para las entrevistas. Pude hablar con masoveros nonagenarios, con muy buena cabeza, que fueron los primeros en aportar gustosos sus testimonios. Les siguieron otros más jóvenes aunque no pude hablar con todos. Con ello quería dar una cierta uniformidad a la investigación a la vez que respetaba las singularidades de cada masada. De ese “corpus informativo” redacté los contenidos de los diferentes capítulos que conforman los dos volúmenes.

Durante la entrevistas salían también otros temas o aspectos fuera de guion inicial que los anotaba porque enriquecían el trabajo y lo ampliaban para las siguientes entrevistas. El control de los espacios y tiempos de las entrevistas estaba vigilado para evitar interferencias distorsionadoras. Además de las conversaciones el estudio se completó con un trabajo de campo a unas cuantas masadas.

Una vez redactada la información recogida de cada informante se les daba a leer para su visto bueno y su posible corrección o ampliación por ellos u otros miembros familiares con unos plazos de tiempo. Así la información aportada se contrastaba entre todos los informantes.

Tanto la información oral como la recogida de datos en los distintos archivos consultados fueron realizadas siempre con el método y rigor que exige un trabajo de investigación.

-El trabajo de catalogación de masías y demás debió de ser de lo más apasionante: ir por caminos, sendas, llegar a los sitios y encontrarse con la masía derruida o no… ¿qué nos puedes comunicar?

-La toponimia de las masadas ha variado a través de las centurias y cada generación las ha conocido según el nombre; el apellido de sus dueños; de sus medieros (Mas de Andreu, de Bernat, de Lluís, de Pau, de García, de Bayod…); por la ocupación de sus moradores (Mas de la Curandera, de Sastre, de Sogué) u otros.

Unas pocas masadas siguen todavía en pie y la mayoría, con el paso de los años, están arruinadas. La tupida vegetación cubre sus vetustos vestigios y te fuerza a adivinar la organización de sus estructuras.  

Al entrar en algunas todavía se perciben los olores característicos de sus espacios como la cuadra, la bodega, el hogar, el horno o las perchadas (buhardillas).

Aún se conservan en buen estado ejemplares de la arquitectura popular como casetas de piedra seca, abrigos para colmenas, restos de caleras y  carboneras, saleras, azudes, acequias o las viejas bogas de partición en el pinar.

image005.jpg-La Cerollera, con su amplio término te debió emocionar mucho cuando investigaste el mundo de las masías, los masoveros y las masoveros…¿qué siente uno cuándo se acerca a esta gente que vivía en un hábitat rural disperso, pero que era prioritario para mantenerse en aquellos años?

-En el término municipal de La Cerollera se levantaron más de veinticinco masadas de las que en la actualidad son reconocibles unas quince. Compartí con ellos la alegría al contarme las vivencias de su juventud: el trabajo duro del campo, las fiestas, los bureos y también su tristeza cuando se vieron obligados a abandonar su casa y sus tierras que hasta entonces habían sido su medio y modo de vida con una orden de desalojo en agosto de 1947. Algunos masoveros volvieron de nuevo a sus masadas pero la mayoría intentó venderlas y se instalaron en el pueblo o emigraron a otras provincias.

-¿Qué particularidades diferentes presentaban las masadas y masías de La Cerollera en comparación con la de términos o comarcas, más o menos, cercanas…?

-Todas las masadas se adaptaban, tanto en sus elementos constructivos como en el modo de vida de sus moradores, a las peculiaridades de su entorno más cercano. La quebrada morfología del terreno y el extenso pinar eran los principales elementos diferenciadores de las masadas de La Cerollera con respecto a las de otras comarcas y términos de la provincia de Teruel o de provincias limítrofes.

Las personas que las habitaban y los oficios que desarrollaban en ellas también influían y aportaban a cada masada su propio carácter.

-Pero también debieron de presentar hechos convergentes. Cuéntanos.

-El modo de vida de los masoveros era muy similar en todas las masadas. Estaba basado en una estructura familiar muy arraigada con varias generaciones conviviendo en el mismo espacio físico: (abuelos, tíos, padres, hijos). También la agricultura y la ganadería eran la base de su economía y de la que se autoabastecían junto a la explotación de otros recursos.  

Las relaciones afectivas y comerciales entre las diferentes masadas solían ser muy buenas. Se ayudaban en las faenas del campo o en el manejo del ganado, se dejaban los animales de labor o los de corral, colaboraban en la reparación de caminos vecinales conjuntos, facilitaban intercambios de productos, se juntaban para hacer las caleras, carboneras, ir a la sierra a por patatas para la siembra, formar partidas de caza, invitarse a la matacía o a los bureos, romerías, las fiestas patronales y acontecimientos familiares (nacimientos, bodas)…

image006.jpg-Amigo, ¿cómo fue la coordinación de este trabajo porque hay más gente implicada en este libro?

La coordinación con el grupo de colaboradores se hacía mediante correos electrónicos y posteriores puestas en común de los temas en la sede de la asociación con un calendario establecido para corregir, repasar o aportar nuevos datos…

-¿Cuál recuerdas que fue la parte a la que más os costó acercaros para explicarnos lo que fue el particular mundo de las masías y de sus gentes?

-Sin duda el capítulo VI del segundo volumen: Los vínculos familiares entre los masoveros. Recoge los ascendientes desde el siglo XIX y los descendientes hasta la actualidad de dieciocho masadas del término municipal de La Cerollera.

 Hubo que rastrear hoja por hoja todos los tomos disponibles en el registro municipal para anotar datos sobre nacimientos, bodas y defunciones. Con esa información determinar el hereu o la hereva de cada mas y su parentela. 

-Hablemos de las masías….muchas, diría la mayoría se encuentran en ruinas o casi en ruinas… ¿qué sensación tenéis como estudiosos de este tema cuando os encontráis ante este panorama? ¿Qué se podría o debería plantear para reconvertir o darle la vuelta a la moneda?; ¿Hemos hecho tarde para recuperar el patrimonio de las masías?

-Hemos comentado ya el lamentable estado de la mayoría de estos mases pero no hemos hecho tarde. El ejemplo esta en los mases de LLop que fueron derruidos a finales de la década del 2000 y su solar hoy convertido en un elegante edificio de nueva planta destinado a un lujoso hotel rural con encanto.

 En el capítulo XI del segundo volumen hablo del abandono de las masadas y doy algunas posibles alternativas para personas emprendedoras en el apartado que titulo “La ilusión de un futuro. Posibles alternativas de empleo”.

-¿Y el de los masoveros y masoveras…ese patrimonio antropológico de convivencia tan arraigado en ciertas tierras…qué podemos hacer para contar, difundir y dar a conocer la importancia del hábitat rural y de sus habitantes entre las generaciones presentes y futuras?

-La labor continuada de las entidades provinciales, comarcales, asociaciones locales, las revistas especializadas, las divulgativas como la vuestra, los folletos informativos, y las publicaciones en libros o la web sobre estos temas son los pilares básicos para difundir y sensibilizar a cuantas personas han permanecido ajenas, hasta ahora, a este rico patrimonio antropológico.

Hoy el turismo rural en auge ya consigue acercarlas a estos hábitats rurales

image007.jpg-Cuéntanos alguna anécdota o cosa que, durante la elaboración del trabajo o “a posteriori” ,te haya llamado la atención…

-En el proceso de elaboración me llamaron la atención varias contallas que me dijeron los informantes y las inserté en los apartados correspondientes. El día de la presentación del segundo volumen, 20 de agosto de 2014, presencié la siguiente anécdota:

 Un masovero, al ver la foto de portada del libro que tenía en sus manos, hablaba con las caballerías y las llamaba por su nombre. Les decía: “Ay que majos estáis aquí y cuántos ratos, buenos y malos, hemos pasado juntos trabajando”.

Le pregunté si los conocía y me dijo que se llamaban Noble, el más cercano a su dueño, y Bayo el otro. A continuación me relató que un día, después de labrar toda la jornada matinal, pararon a comer. Su dueño, el tío San, gustaba mucho de hacer apuestas. En aquel caso nos apostamos a que yo pasaría por debajo de Noble y si lo conseguía me daría un real. “Pasé sin dificultad pero el otro, Bayo, me soltó una coz que yo no me esperaba. Aún guardo un amargo recuerdo de aquel momento que se alivió al recibir el real prometido”.

-Por último, ¿qué importancia tuvieron y de alguna manera han dejado como retenida las masadas y masías en vuestro territorio?

-Su importancia: Las masadas tienen su importancia por ser una forma de vida centenaria con mucha experiencia a sus espaldas. Se adaptaron al territorio en forma de hábitat disperso y sus moradores vivieron de la explotación sostenible de sus explotaciones agropecuarias y de administrar con respeto los recursos del patrimonio medioambiental.

Las masoveras y masoveros son los artífices de ello porque, durante tantas centurias, conocieron y supieron conservar los ciclos naturales de los animales y vegetales del bosque para transmitir su sabiduría y experiencias de generación en generación.