Presentación
del libro "La cultura del exilio anarcosindicalista español en el sur de
Francia"
PRESENTACIÓN (Alicia Alted)
Este libro lo comenzamos a
esbozar en el año 2003, poco después de que
apareciera la edición en español del libro que había coordinado Lucienne y que se publicó en 1999: L’ exil républicain
espagnol à Toulouse, 1939-1999. El 17 de abril de
2007 fallecía de manera repentina dejando un gran vacío en quienes habíamos
cultivado su amistad.
Lucienne Domergue había nacido en Tirent-Pontejac,
en el departamento de Gers. Sus estudios de español los hizo en la Facultad de
Letras de la Universidad de Toulouse. Ejerció como catedrática de español en
institutos de Rabat y París. Entre 1963 y 1967 residió en Madrid, como
investigadora vinculada a la Casa de Velázquez. En 1969 se doctoró (docteur de 3ème Cycle) con una
tesis sobre Jovellanos à la Société Économique des Amis du Pays de Madrid (1778-1795). Para entonces acababa de
incorporarse como docente a la Universidad de Toulouse-Le Mirail.
En 1973 defendió su tesis de estado (docteur d’ État). El tema: La
censure des livres en Espagne
à la fin de l’ Ancien Régime
(1788-1808).
Sus dos líneas principales de
trabajo se centraron en la España ilustrada y en los anarquistas españoles. Su
primer artículo lo publicó en 1966: “Une censure inédite
de Jovellanos”[1].
Desde entonces se dedicó a estudiar la censura de libros en la España del siglo
XVIII y a pensadores heterodoxos y marginados, así como el rechazo y castigo
que[2]
sufrieron por ser transgresores y avanzados en un país donde el peso de la
tradición contrarreformista era muy fuerte. Como
recordaba Antonio Risco:
“Las aportaciones de Lucienne
Domergue resultan hoy fundamentales para la
comprensión de ciertos elementos estructurales de la Ilustración, y,
singularmente, en el importante capítulo de la censura y la circulación de
libros: Tres calas en la censura
dieciochesca (1981), Censure et Lumières dans l’ Espagne de Charles III (1982), La censure des livres en Espagne
au temps de la Révolution Française (1984), La censure des livres
en Espagne à la fin de l’ Ancien
Régime (1996), obra esta última que, junto con la
más antigua de Marcelin Défourneaux,
un maestro admirado por Lucienne, se ha convertido en
referencia indispensable. Ulteriormente, la sagaz mirada de Lucienne
Domergue pasó de las Luces a la luz y a las sombras
del pintor Goya (Goya. Des délits et des
peines, 2000), en cuyos claroscuros encontró la incitación necesaria para
interesarse por la ‘otra cara’ del Siglo de las Luces, la de las sombras y la
marginalidad”.
De manera paralela, fijo su atención
en los libertarios españoles exiliados en el mediodía de Francia, en especial
en Toulouse y su región. Una parte de sus trabajos sobre anarquismo los
escribió con Marie Laffranque y, en un primer
momento, como se verá después, se dedicaron a La Revista Blanca (1898-1905). Trabajó además la figura literaria
de Federico Urales y toda una serie de cuestiones ligadas a la actividad
cultural de los libertarios en Francia. La mayoría de estos escritos se
mencionan a lo largo del libro.
Su polifacética mirada también se
detuvo en la España más actual, así su interés por la obra de Juan Goytisolo (De Sur a Sur, 1994) o la visión
colectiva propuesta en la publicación Aujourd’hui l’ Espagne (1995), que impulsó como directora del Centro
de Investigaciones sobre la Península Ibérica en los siglos XVIII, XIX y XX
(CRIC). También en otra etapa de su larga trayectoria como docente
universitaria, asumió la dirección del departamento de Estudios Hispánicos e
Hispanoamericanos de la Universidad de Toulouse.
Obra, pues, muy extensa e importante
en el ámbito del hispanismo, merecedora de un estudio en profundidad que
destaque todos aquellos aspectos y preocupaciones siempre latentes y presentes
en su larga trayectoria investigadora.
Como Lucienne
recordaba en alguna ocasión, cuando un grupo de profesores (entre los que se encontraba) estaban
preparando la exposición sobre “La labor cultural de los libertarios españoles
exiliados en Toulouse (1939-1975)”, que se inauguró en la primavera de
1978, se dieron cuenta de que, mientras
en los años cincuenta cursaban sus estudios de español en la Facultad de Letras
de la tolosana calle de Albert Lautmann, los
refugiados españoles que compartían con ellos la misma ciudad, luchaban contra
viento y marea por revivir y mantener sus tradiciones, elemento esencial de su
propia identidad. En realidad, unos y otros seguían caminos paralelos, muy
cercanos geográficamente, pero extraños entre sí. Hubo que esperar a mayo de
1968 para que la gran puerta de roble de la venerable Universidad se abriera
para aquellos españoles.
En la década de 1970, cuando el
exilio empezaba a perder fuerza porque la primera generación estaba
desapareciendo y los hijos se integraban en la sociedad francesa, hispanistas,
historiadores, filósofos y filólogos comenzaron a interesarse por la vida y actividades de
estos grupos de españoles que vivían en
Francia desde 1939. Una de las realizaciones más reseñable que se llevó a cabo
entre profesores y testigos vivos de una historia todavía actuante, fue la
mencionada exposición, patrocinada por el Centre de Promotion
de la Recherche Scientifique
de la Universidad de Toulouse-Le Mirail, y que tuvo
lugar en el vestíbulo de la Biblioteca Interuniversitaria, entre el 25 de abril
y el 12 de mayo de 1978. Es interesante destacar que, en su inauguración, junto
al rector y otros representantes de la Universidad, estuvieron Federica
Montseny y “miembros de la colonia española particularmente activos en el plano
cultural”[3].
Los organizadores de la exposición
fueron Lucienne Domergue,
Marie Laffranque, Jean Cobos y Michel Camprubí. En el texto introductorio al primer panel se
explicaba la razón de ser de la misma:
“Nuestro
equipo pertenece al Seminario de Filosofía en lengua ibérica de la Universidad
de Toulouse-Le Mirail, el cual lleva unos cinco años
estudiando a pensadores heterodoxos y marginados a partir del siglo XVI, y ha
publicado dos volúmenes colectivos sobre el tema. Nuestro subgrupo [en el que
se encontraba Lucienne] escogió los libertarios de
comienzos del siglo XX, concretamente los de La Revista Blanca, primera serie (1898-1905), publicación cultural
libertaria de amplio criterio y difusión fundada por Teresa Mañé
y Juan Montseny. A raíz de dichas investigaciones editamos una antología de la
Revista en catalán y castellano titulada Els anarquistas, educadors del poble[4].
Esa
tradición de educación popular, y el papel relevante desempeñado por la cultura
en los ideales y actividades de los libertarios, los hemos encontrado muy
vivos, al lado nuestro, en Toulouse, entre los exiliados antifranquistas. Al
cabo de casi cuarenta años de exilio, esa labor específica, perdida su vigencia
inicial, empezaba a caer en el olvido entre las nuevas generaciones y cualquier
día el inestimable material correspondiente podía desaparecer. Entonces
pensamos que era justo y necesario impedir la destrucción de tantos documentos
y testimonios históricos, sacarlos a la luz otra vez y presentarlos al público
de hoy (francés y español), recordando la coherencia que tuvieron en la vida
tantas actividades frondosas y diversas, parte imprescindible de la aventura
diaria de los libertarios refugiados en nuestra tierra”.
Los anarcosindicalistas tolosanos
colaboraron de manera entusiasta en esta manifestación que reconocía, por vez
primera, lo que habían pasado y lo que habían hecho para preservarse asimismo
como colectivo, fiel a una historia y a unas tradiciones. Aportaron mucho
material y testimonios. A pesar del declive, el exilio todavía seguía muy vivo
en los inicios de la Transición en España. Desde entonces, Lucienne
continuó sus investigaciones, sola o en colaboración, sobre diversas
expresiones de la cultura libertaria.
Comenzamos a
trabajar juntas en el otoño de 1992, con motivo del primer encuentro que
tuvimos en Toulouse el grupo de investigadores de la UNED y de la Universidad
de Toulouse-Le Mirail que íbamos a realizar un
documental de manera conjunta sobre: Exilios.
Refugiados españoles en el Mediodía de Francia[5].
Tras su finalización, seguimos las
dos investigando en torno a estos temas, participando en reuniones científicas
y recabando material en archivos personales y en otros centros de documentación
de Toulouse. En 1999 apareció el libro colectivo L’exil Republicain espagnol
à Toulouse, 1939-1999, editado por Lucienne Domergue y concebido como el complemento en formato libro
del documental. En 2003 se publicó en español y en coedición UNED y Presses Universitaires du Mirail. Entonces es cuando pensamos que teníamos que dar
forma de libro al material documental, prensa y testimonios orales que
llevábamos reuniendo desde años atrás y que, sólo en parte, habíamos dado a
conocer en congresos, obras colectivas y artículos. Este es, pues, el origen
del libro.
Refiriéndome ahora a mis estudios
previos sobre las manifestaciones culturales de los anarcosindicalistas
españoles exiliados en el Mediodía francés, el primer contacto con ellos fue a
raíz de la realización del documental Exilios
ya mencionado. Lucienne me fue presentando a los
miembros del colectivo que vivían en Toulouse. A principios de la década de
1990 todavía quedaba un número relativamente amplio de exiliados de la primera
generación, que ya han desaparecido.
La cálida acogida que siempre me
dispensaron y el estudio de su trayectoria en la España del primer tercio del
siglo XX, de su exilio y de su forma de pensar; hizo que llegase a sentir una
profunda empatía (que no está reñida con la necesaria objetividad) hacia estos exiliados de los que se tenía una
imagen muy negativa en el país donde había nacido y me había educado. Imagen
que se sigue teniendo, fruto de un desconocimiento e incluso desinterés, en
amplias capas sociales, de nuestra historia contemporánea. De ahí el empeño en
destacar los aspectos positivos del ideario y de la cultura de los
anarcosindicalistas exiliados que, a mi juicio, presentan una gran modernidad y
tienen plena vigencia, en gran medida, hoy en día; aunque sigo pensando que,
como pasa con los republicanos, se siguen arrastrando una serie de tópicos y
tabúes que sólo inciden en lo negativo y conflictivo, provocando así la
incomprensión, cuando no, el rechazo social.
Después de la edición del
documental, volví en distintas ocasiones a Toulouse para recoger material y
continuar mis entrevistas. Para la edición en francés del libro editado por Lucienne Domergue, redacté el
texto “L’ entr’aide espagnole
et franco espagnole”, a partir de indagaciones en el
fondo París del Archivo del Gobierno de la República española en el exilio[6],
y en la parte de los archivos de la Spanish Refugee Aid, desde 1984, Amigos
de los Antiguos Refugiados Españoles, que todavía se encontraban en la sede de
ambas asociaciones en la rue Thionville
de Toulouse, completados con otro material hemerográfico
y bibliográfico.
Con anterioridad, mi interés por el
teatro de los anarquistas, me llevó a presentar un texto en el primer Congreso
Internacional El exilio literario español
de 1939, que tuvo lugar en la Universidad Autónoma de Barcelona, en 1995,
organizado por el Grupo de Estudios del Exilio Literario (GEXEL). Las Actas se
publicaron en 1998 y esto me permitió completar bastante el texto original,
después de pasarme dos semanas en Marsella, en mayo de 1996. La anarquista e
integrante del grupo “Mujeres Libres” Pepita Carpena
y su compañero Juan Moreno, me acogieron en su casa y, así, pude conocer de
primera mano, no sólo muchos aspectos de la forma de vida del colectivo, sino
también profundizar en el tema del teatro, puesto que Pepita Carpena había sido una de las fundadoras y sostenedoras del
Grupo Artístico de Marsella: “Inquietudes”. En el Centre International de Recherches sur l’ Anarchisme
(C.I.R.A.) de esta ciudad, estuve trabajando y recabé bastante material sobre
el tema, en especial los libretos de las obras de teatro. Fruto de esta labor
de investigación fue la monografía “El teatro en los medios libertarios del
exilio en Francia, 1945-
En 1996 apareció el libro: Entre la marginación y el desarrollo:
Mujeres y hombres en la historia. Homenaje a María Carmen García-Nieto.
Carmen fue una mujer y docente ejemplar, que disfruté como profesora en la
Universidad Complutense de Madrid y con quien aprendí a trabajar los
testimonios orales como fuente para la investigación histórica. En este libro
se publicó un texto que había escrito en colaboración con María Gloría Núñez:
“Trayectoria de una anarcosindicalista sevillana hasta 1939: el testimonio de
Maravillas Rodríguez”. En este texto se recoge la entrevista que le había
realizado en Madrid, en febrero de 1995, en el domicilio de Manuel Olmedo;
precedida de un estudio del ambiente familiar de su niñez, formación cultural,
motivaciones para su militancia y su posición como mujer y trabajadora[7].
En el año 2005 publiqué La voz
de los vencidos. El exilio republicano de 1939. En el libro intenté dar una
visión de conjunto de lo que fue el exilio de 1939. Lo escribí sobre la base de
numerosas investigaciones previas recogidas en estudios monográficos, en los
que trabajé con documentación de archivo, prensa y, sobre todo, con testimonios
de los exiliados que llevaba más de quince años recogiendo. En el capítulo 2,
“Francia, ¿tierra de asilo?”, dediqué una parte a la sociología y cultura de
los anarcosindicalistas. Sobre la base de la experiencia adquirida en las
entrevistas y de estudios que se estaban realizando por hispanistas, introduje
el tema de lo que se llama “interlengua”. Es decir,
la mayoría de los exiliados mantuvieron vivos en su vida privada la lengua, el
ambiente, las costumbres de su tierra natal y de su propio ideario que se
reflejaba en un estilo de vida específico. En el aspecto de la lengua, la
primera generación desarrolló un habla peculiar en donde el castellano o el
catalán y un francés que nunca llegaron a dominar, se mezclaban en los niveles
fonéticos, morfosintácticos y semántico, dando lugar a un fenómeno de
transculturación con unas características muy definidas.
Un último estudio sobre el tema, que
quiero mencionar aquí, se recogió en el libro coordinado por el profesor Julián
Casanova: Tierra y Libertad. Cien años de
anarquismo en España (2010). En “El exilio de los anarquistas” intenté
trazar la historia del colectivo, incidiendo en la manera como el grueso de sus
militantes asentados en Francia, trataron de reafirmar sus valores
revolucionarios y su identidad colectiva mediante unas prácticas culturales que
significaban la recuperación de una tradición, y daban sentido a su vida
cotidiana en el forzado exilio, pues a través de ellas manifestaban su rechazo
al fascismo que representaba el régimen de Franco, a la vez que servían para
ayudar a los compañeros presos o en la clandestinidad en el interior.
En este punto quiero recordar a
Floreal Samitier Arroyos, a quien conocí a través de Lucienne. Con él (y con Lucienne
y Benito Bermejo) fui por primera vez a la Rue
Belfort. Le grabamos una extensa entrevista para el documental mencionado y
establecí una buena amistad que se ha truncado con su fallecimiento en
accidente el 25 de septiembre de 2012. Luchador infatigable, voz crítica en
todos los congresos en los que coincidimos a lo largo de estos veinte años,
profundamente escéptico hacia la Historia de los historiadores; fue un ejemplo
de compromiso, coherencia y humanidad. Aunque Lucienne
y yo disentíamos en muchos de sus planteamientos y maneras de interpretar los
hechos (o quizás para ser más exactos, él disentía con respecto a nosotras),
siempre nos ayudó y por encima de diferencias, mantuvimos una buena amistad. La
última vez que estuve en casa de Floreal y de su compañera Gladis Carballeira en Toulouse, fue en julio de 2011. Me
acompañaba Placer Marey-Thibon. Con anterioridad
había mandado a Floreal un ejemplar del citado libro Tierra y Libertad. Parte de la grata velada que pasé allí, Floreal
la aprovechó para comentarme, precisarme, rectificarme ese texto de “El exilio
de los anarquistas”, que emborroné con
todas las notas que tomé. Se lo agradecí porque debo reconocer que sus
puntualizaciones, como siempre, me incitaban a la reflexión, a la par que me
daba cuenta de involuntarios errores.
Tras fallecer Lucienne,
su esposo, el arqueólogo Claude Domergue, y su amiga y compañera de docencia en
la Universidad, Placer Marey-Thibon, hija de
anarcosindicalistas que llegaron Francia en 1939; me apoyaron y animaron a
seguir adelante. Desde febrero de 2007 (la última vez que estuve con Lucienne en Toulouse recogiendo y revisando material para
el libro) hasta abril, Lucienne terminó de redactar,
en borrador, su parte del libro. Poco antes de fallecer, nos habíamos visto en
la Casa de Velázquez, donde solíamos quedar para trabajar cuando venía a
España, y habíamos estado terminado de cerrar el índice y de comentar una serie
de aspectos en relación con lo que había escrito. En mi caso iba mucho más
retrasada. Diversas circunstancias personales
y profesionales me han imposibilitado concluirlo antes.
Considero necesario hacer una
precisión en cuanto a la utilización del término anarcosindicalista en el
título, que no estaba en el original (Los
anarquistas exiliados en Toulouse y la cultura). En mi última visita a
Toulouse, en octubre de este año, me reuní con Placer y Gladis para ver varios
aspectos del libro sobre los que me interesaba muy especialmente conocer la
opinión de ambas, uno de ellos el
título. Fue entonces cuando me insistieron en que, como colectivo, se
consideraban anarcosindicalistas. La verdad es que los términos anarquista,
libertario, anarcosindicalista, se suelen utilizar como sinónimos, pero hay
diferencias significativas de matiz. El anarcosindicalismo es una de las ramas
del anarquismo. Como señalara Rudolf Rocker[8],
es el resultado de la unión entre el anarquismo y la acción sindical revolucionaria.
Así, el anarcosindicalismo se vincula de manera directa al mundo obrero a
través de sindicatos autónomos del poder
político. Por eso, después de hablar con Placer y con Gladis y de pensar
sobre el sentido de esos tres términos, que, no obstante, se utilizan de manera
indistinta en el libro, creo que el vocablo anarcosindicalista caracteriza de
manera más correcta a los militantes del sindicato de la CNT que llegaron a
Francia en el éxodo forzado de 1939. Seguro que Lucienne
hubiera estado también de acuerdo con esta apreciación.
Otro aspecto que también modifiqué,
tras comentarlo con Gladis y Placer, fue el marco geográfico. La actividad
cultural de los anarcosindicalistas en Francia fue muy intensa y extensa, con
dos focos principales, Toulouse y París. La conexión de Toulouse, en cuanto al
desarrollo de las actividades, con otras zonas del sur del país era constante,
pero abordar, además, el núcleo en torno a París era imposible, a fuer de pecar
de excesiva superficialidad. Es necesario otro libro.
Son muchos los compañeros, amigos,
profesores, e investigadores que me han ayudado, de los que he aprendido y que
me han honrado con su amistad. Una gran mayoría de los exiliados
(anarcosindicalistas, socialista, republicanos) que conocí en mis viajes a
Toulouse y a otros lugares del sur de Francia, han fallecido. Son muchos los
recuerdos: en casa de Juan Montiel y su compañera Aurora, con Rosa Laviña y Plácida Aranda cantando la canción “Somos los
rojos refugiados…”, que recogimos en un
segundo documental que hicimos aprovechando el banco de imagen grabado[9];
en las casas de Rosa y Plácida viendo fotos de las “jiras” a Aymare, de los paseos con Antonio Soriano que nos mostraba
los “lugares de memoria” de Toulouse, de las largas conversaciones con Blanca y
el combativo Navarro “el zapatero” en su casa, hoy sede del Centro Tolosano de
Documentación sobre el Exilio Español, mis conversaciones con María Batet en rue Thionville…
En Marsella con Pepita Carpena, en Beziers con Sara Berenguer y Jesús Guillén… Esta evocación
podría ser muy extensa y, aunque faltan ya muchos, gracias infinitas a todos.
Regresando al “hoy”, mi
agradecimiento de nuevo a Claude Domergue, a Placer Marey-Thibon y a Gladis Carballeira;
al igual que a Suno Navarro y a su hermano Helios, a
Ángel Carballeira, a Sylvie
Call Fidan, a Manuel Aznar Soler…
En un nivel más personal, a mi hijo
Juan Ramón y a mi marido Roger. Sin la colaboración directa de Roger en esta
última fase de redacción, me hubiera sido imposible concluirlo.
He procurado ser fiel a lo que dejó
escrito Lucienne, que he imbricado con mi texto
porque las dos queríamos que fuera un “único” libro. Los errores que pueda
haber, sin embargo, son de mi absoluta responsabilidad.
Madrid,
noviembre de 2012
[1] En Melanges de La Casa de Velázquez, II, 1966, pp.311-331.
[2] In Memoriam de Lucienne Domergue. Cuadernos de Estudios del Siglo XVIII (Instituto Feijoo de Estudios del siglo XVIII, Universidad de Oviedo), número 16 correspondiente al año 2006.
[3] La documentación sobre la exposición la consulté gracias a la ayuda de Claude Domergue.
[4] Barcelona, Curial, 1977.
[5] Integraban el grupo por parte francesa: Jean Pierre Amalric, Pierre Laborie, Antonio Risco y Lucienne Domergue. Por parte española: Santos Juliá, Benito Bermejo y Alicia Alted. El documental se editó por la UNED en 1994 (duración de 52 minutos) en formato vídeo VHS y BETA, en doble versión en español (VHS) y subtitulado en francés (PAL). Iba acompañado de una “Guía de comprensión” (189 pp.) en la que se detallaba el proceso de preproducción, producción y posproducción, y se incluían algunos textos que facilitaban la comprensión del mismo. Se grabaron en el transcurso de dos años cerca de 100 entrevistas y el banco de imagen que se recogió tenía una duración de 50 horas. Se conserva en el Centro de Medios Audiovisuales de la UNED y el documental puede verse en www.uned.es, entrando en CanalUNED
[6] Depositado en la Fundación Universitaria Española, en Madrid
[7] Conocí a Manuel y a Maravillas a través de Floreal Samitier. Con posterioridad hice también una extensa entrevista a Manuel Olmedo. La referencia del libro: Madrid, Ediciones Orto / Instituto de Investigaciones Feministas de la UCM.
[8] Véase: Anarcosindicalismo: teoría y práctica. Madrid, Fundación Anselmo Lorenzo, 2009, 187 pp. En línea, se puede descargar en http://bibliotecapopularcarabanchel.blogspot.com.es/2012/10/anarcosindcalismo-teori... (En especial los capítulos referidos a los objetivos y los métodos del anarcosindicalismo)
[9] Refugiados españoles en el mediodía de Francia: Éxodo, acogida, campos. Guión de A. ALTED y B. BERMEJO. (Duración: 43 minutos). Madrid, UNED, 1997. Se acompaña de una Guía de comprensión (55 pp.). El documental puede verse en www.uned.es, entrando en CanalUNED