Jueves,
10 de enero de 2008
DIARIO
DE TERUEL
1947: El año
del maquis turolense (I)
JOSE RAMON VILLANUEVA HERRERO
En la
recuperación de la memoria histórica antifranquista, un capítulo importante fue
el de la lucha guerrillera, el maquis, el cual tuvo su máxima actividad durante
los años 1946-1947, especialmente en nuestras tierras turolenses. Eduardo Pons Prades en su libro Guerrillas españolas no duda en destacar que, la provincia
de Teruel, “fue sin lugar a dudas, una de las más guerrilleras de España. Tanto
por la existencia de bases principales en todas sus zonas montañosas sin
excepción como por la importancia de sus partidas y también por la duración del
enfrentamiento guerrillas-fuerzas del orden” (p. 111).
En efecto, partiendo de sus bases de operaciones en el Maestrazgo, Cuencas
Mineras y Montes Universales, diversas partidas guerrilleras actuaron a lo
largo de toda la provincia. Este fue el caso de, entre otros, de Espartaco,
una partida libertaria mandada por Modesto, un minero de Armillas, de la cual dependían otros
grupos como los de El Zagal (un joven anarquista de Escucha), El Macho (Justiniano
García) y El
Chaval (Pedro Acosta), ambos libertarios y naturales de Utrillas, o el grupo de guerrilleros socialistas al mando
de El
Soriano. Otros dirigentes guerrilleros fueron Rabós
y Petrol (José Ramia Ciprés),
ambos de Aguaviva, Paco el Serrano (Francisco Serrano Iranzo)
y su compañera La
Pastora (Teresa Plá), los dos de
Castellote, El Pinchol (Florencio Guillén), natural de Gúdar, Jalisco, Pepito el de Mosqueruela, el turolense Delicado
o el grupo del anarquista alcañizano Paco Antolín. Cuando en 1947, momento
álgido de la actividad del maquis en Aragón, la Agrupación Guerrillera de
Levante y Aragón (AGLA), bajo dirección del PCE, destacará la figura de Ricardo
(Pelegrín Pérez), posiblemente el mejor dirigente del
maquis de cuantos actuaron en tierras turolenses.
La importancia del maquis en nuestra provincia nos la ofrecen los mismos datos
oficiales. Según éstos, durante estos años se produjeron en las tierras
turolenses las siguientes acciones: refriegas con las fuerzas del orden (73),
muertos en la población civil (43), secuestros (27), sabotajes (57), golpes
económicos (302), guerrilleros muertos (105), guerrilleros heridos (32),
guerrilleros presos (67), guerrilleros entregados (10), enlaces de la guerrilla
detenidos (812), fuerzas del orden muertos (12) y fuerzas del orden heridos
(32). Como vemos, destaca el importante número de turolenses detenidos por
colaborar con el maquis, así como los golpes económicos, a los que habría que
añadir las multas a los delatores y confidentes de la policía. Entre los
muertos, además de los maquis caídos, hay que añadir la ejecución de, además de
algunos torturadores o confidentes policiales, a autoridades franquistas
locales tales como los alcaldes de Villar del Cobo, El Cuervo, Tramacastiel o los casos del cabo de la Guardia Civil y el
médico de Mas de las Matas. Estas acciones sólo sirvieron para desatar una
violentísima represión, la cual, bajo el mandato del general Pizarro,
caracterizó a la lucha antiguerrillera en las tierras turolenses.
Las principales acciones del maquis ocurridas durante 1947 fueron la voladura y
descarrilamiento del ferrocarril Central de Aragón entre Barracas y Rubielos (7 mayo), asalto al tren pagador en Caudé (julio), ataque a dos camiones de la Guardia Civil
que se dirigían desde Tragacete a Teruel (3 diciembre) el cual ocasionó 12
muertos u varios heridos y una brutal represalia posterior, o la ocupación de
algunos pueblos como Sarrión, Foz
Calanda o La Cerollera. En
este último caso, ocurrido en una fecha tan simbólica para la dictadura como
era el 18 de julio de 1947, el pueblo fue ocupado por un grupo de guerrilleros
que se presentaron como miembros del Ejército de la República. Acto seguido, se
ordenó que, en el término de 10 minutos, se personase un vecino de cada casa en
la plaza en donde, ante una pancarta en la que podía leerse “Campesinos: los
guerrilleros de Levante te protegen”, se procedió a la quema de los retratos de
Franco y José Antonio y a izar la bandera tricolor en el Ayuntamiento.
Posteriormente, se homenajeó en el cementerio a varios maquis muertos: tras
cantar el Himno
del Guerrillero y disparar salvas de honor, los combatientes
volvieron al monte no sin antes dar la mano al alcalde y al juez de paz.
La actividad guerrillera no sólo se dejaba notar en el monte, en las masías y
en los pequeños pueblos serranos, sino que también se extendía a poblaciones
más grandes como era el caso de Alcañiz. En la ciudad bajoaragonesa,
en donde existían núcleos clandestino (y activos) de la CNT, la Alianza
Nacional de Fuerzas Democráticas (ANFD) y de Juventudes Socialistas (JSE), se
tiene constancia que en vísperas del 18 de julio se colgaron banderitas
republicanas y el grupo La Monegal, tapadera de la CNT
local, actuaba como enlace de la guerrilla de la zona. De hecho la
desarticulación de la CNT, ANFD y JSE alcañizanas en agosto de 1947, al poco de
ser nombrado gobernador civil de Teruel el general Pizarro, dio lugar a varios
asesinatos en Civán, y más tarde en Monroyo, así como a la desarticulación de 3 campamentos
guerrilleros, entre ellos, el ya citado de La Cebollera.
Si bien es cierto que 1947 fue el momento álgido de la guerrilla antifranquista
en la provincia de Teruel, también es cierto que la llegada del general Pizarro
y la implacable represión desatada por éste contra el maquis y sus apoyos,
produjo un cambio radical de la situación, tema éste al que nos referiremos en
otro artículo.
Viernes,
11 de enero de 2008
Pizarro y el maquis turolense (y II)
Ante el creciente auge de la actividad guerrillera
antifranquista en la provincia de Teruel, el régimen designó el 28 de julio de
1947 al general Manuel Pizarro Cenjor gobernador
civil de la misma. Pizarro llegó a Teruel con el mandato expreso de Franco de
sofocar el movimiento guerrillero, al igual que ya había hecho antes en las
provincias de León y Granada. De este modo, Pizarro asumió plenos poderes
civiles y militares ya que, además de Gobernador Civil y Jefe Provincial del
Movimiento, cargo que ocupó hasta 1954, era también Jefe de la V Región de la
Guardia Civil.
Manuel Pizarro, estrecho colaborador del Franco, razón por la cual se
vanagloriaba de ser de los pocos que podían llamar con familiaridad (y en su
presencia) Paco al dictador, tuvo un carácter duro, autoritario e implacable.
Recuerdo que me contaron como, en cierta ocasión,
Pizarro ordenó a un funcionario de un municipio de la sierra de Cucalón que se
comiese en su presencia un ejemplar del Boletín Oficial de la Provincia dado
que el general-gobernador le reprochaba haber incumplido una de sus
disposiciones en él publicadas.
Pero mucho mas duro fue Pizarro en la lucha contra el
maquis. Unos meses antes de su nombramiento como Gobernador de Teruel, el
régimen había aprobado el Decreto-Ley de Represión del Bandidaje y del
Terrorismo (18-IV-1947). Recordemos también que una Circular de la Dirección
General de Seguridad (11-III-1947) prohibía expresamente utilizar el término de
“guerrilla” o “guerrillero”, ordenando que se emplease el de “bandolerismo” o
“bandolero”. Estas circunstancias van a ser utilizadas por Pizarro para,
investido de plenos poderes, y tras militarizar todo el territorio provincial
considerándolo “zona de guerra”, iniciar lo que Mercedes Yusta
define como “una guerra personal contra el maquis”, a los que el general
llamaba despectivamente “forajidos”.
Pizarro que, en su “cruzada” particular contó con el apoyo de numerosos
contingentes de la Guardia Civil, y, también de la Policía Armada, voluntarios
de Falange y somatenistas, intentó controlar los refugios naturales de la
guerrilla, esto es, las serranías. Para ello, ordenó el desalojo de todas las
masías para así cortar el apoyo y los suministros al maquis, utilizó nuevas
tácticas de contraguerrilla (guardias disfrazados de maquis que roban y
torturan indiscriminadamente) y de “tierra quemada” (quema de cosechas) para
así minar los apoyos civiles al maquis. Igualmente, bajo su mandato se vivió
una situación de auténtico terror entre la población sospechosa de simpatizar
con la guerrilla utilizando métodos de enorme dureza: las palizas, los
fusilamientos simulados para lograr confesiones, el envenenamiento de víveres o
la implacable aplicación de represalias y de la fatídica “ley de fugas”, fueron
frecuentes. Además, como testigos mudos de tanto sufrimiento, ahí quedaron
nuevas fosas comunes, como las existentes en Alcalá de la Selva, Mora, Monroyo, Civán y otros lugares de
triste recuerdo.
La ofensiva de Pizarro se inició el 9 de agosto de 1947 con el ataque, mediante
un bombardeo con morteros y el posterior incendio del pinar en que se
refugiaban, del campamento guerrillero de La Cerollera,
en el que tenía su base de operaciones el Sector 17 del AGLA al mando de Angel Fuertes (Antonio). Unos meses más tarde, el 18 de
diciembre, la Guardia Civil asaltó el campamento del maquis en Monte Camarracho, cercano a Cabra de Mora y, dos días después, el
objetivo fue el campamento-escuela del Sector 11 del AGLA de monte Rodeno,
situado en el término de Valdecuenca.
Aunque en 1948 tuvo lugar la llamada “ofensiva de primavera” del AGLA, ésta se
hallaba muy debilitada por la acción represiva de Pizarro. No obstante, el
maquis mantuvo una cierta actividad hasta finales de 1949, fecha en la cual
murió cerca de Alcañiz Pelegrín Pérez (Ricardo),
máximo responsable del AGLA, y el 7 de noviembre era asaltado el importante
campamento de Santa Cruz de Moya, localidad conquense convertida en la
actualidad en un auténtico memorial de la lucha guerrillera antifranquista.
Nuestra provincia de Teruel, que tanto sufrió durante la guerra civil, así como
con la represión de posguerra y el período del maquis, donde la huella del
general-gobernador Pizarro quedó marcada a sangre y fuego, tiene todavía una
deuda pendiente con todos aquellos tenaces combatientes antifranquistas, con
aquellos guerrilleros, unos conocidos, otros anónimos, con todos los enlaces
civiles que, en circunstancias bien difíciles apoyaron su lucha por intentar
abrir nuevos horizontes de libertad y de progreso social para España. En este
sentido, además de iniciativas personales, familiares y asociativas, resulta
importante destacar el marco legal que, pese a sus limitaciones en otros
aspectos, abre la nueva Ley de la Memoria Histórica. También es justo destacar
algunas iniciativas de instituciones municipales, comarcales o autonómicas para
recuperar con dignidad esta página de nuestra historia turolense. En este
sentido, diversas actuaciones del Programa Amarga Memoria del Gobierno de
Aragón han asumido este deber cívico y moral y han abierto horizontes nuevos en
lo referente al compromiso institucional con este amargo capítulo de nuestra
historia colectiva que durante tanto tiempo pretendió ocultarnos (o
tergiversar) la derecha sociológica y política.