MAS DE
LAS MATAS, 1938: UN EPISODIO DE LUCHA ACORAZADA EN LA GUERRA DE ESPAÑA
Juan
José Oña Fernández
Un documento de gran
valor firmado por el comisario de la Brigada de Carros blindados del Ejército
Popular ofrece sucintamente las vicisitudes de un enfrentamiento entre elementos
acorazados (concretamente los que actualmente se conocen como carros ligeros y
vehículos de exploración) de los ejércitos
en conflicto. Es uno de los pocos combates registrados de las fuerzas
acorazadas republicanas (además con éxito) en una situación típica de retardamiento del arrollador avance nacional del 38. El
Bajo Aragón (Alcorisa, Mas de las Matas y Aguaviva), fue el escenario de los
sucesos; marzo, el marco temporal; los hombres de la 4ª división de Navarra y
del Grupo de Carros de la Legión frente a los gubernamentales de la 47 división
y del 3er. Batallón de la citada Brigada de Blindados, los protagonistas (1).
EL ENTORNO BÉLICO
Tras la resolución de
la batalla de Teruel en las primeras semanas de de 1938, 300 kilómetros de
Aragón servirían de línea de partida a una ofensiva global nacional contra tres
ejércitos populares: el del Este (desplegado desde la frontera a Vivel del
Río); Maniobra (Vivel-Alfambra) y Levante (Alfambra-Cuenca), estos dos últimos
quebrantados tras los combates de la capital turolense.
En la zona del Bajo
Aragón, el Ejército de Maniobra (coronel Leopoldo Menéndez López), dentro del
cual se encontraba el XXII Cuerpo que mandaba Ibarrola, unidad en la que
participaron los vehículos objeto de este artículo, recibió el choque del
Cuerpo de Galicia (CEG) que, dirigido por el general Aranda y con la 4ª Navarra
en vanguardia, dirigió su ataque sobre el itinerario Vivel del Río-Montalbán-Alcorisa-Calanda,
una ruta intrincada y montañosa. Su primer objetivo: alcanzar el río Guadalope;
el segundo: Morella.
PRIMERA FASE: SE INICIA EL ATAQUE
El 3 de marzo, mientras el jefe de la sección de
inteligencia del Ejército de Maniobra suponía que “el enemigo continuará a la defensiva en todo el Bajo Aragón”, no
obstante conocer la existencia de varias unidades nacionales desplegadas (entre
varias acorazadas) en el eje
Zaragoza-Teruel, el CEG ya se preparaba para activar la gran ofensiva y su 4ª
división iniciaba los movimientos de aproximación a la base de partida, que
culminó dos días después situando el cuartel general en Torre los Negros y las
fuerzas en la zona de Vivel, Fonferrada, carretera de
Tarragona y Venta del Diablo,
Las jornadas del 6 y 7 transcurrieron
sin novedad aunque la del 8 comenzó con un temprano pero ineficaz bombardeo
de la aviación gubernamental sobre la zona
de concentración. A las 19 horas,
aprovechando el atardecer, la 4ª ocupaba
su nueva base (zona de los arroyos Valdeberna, la
Tejera, Valdeamargo) y trasladaba el cuartel general
a Vivel del Río Martín, localidad donde se situó también la Plana Mayor del
segundo grupo del Batallón de Carros de la Legión más las 5ª (“negrillos”) y 6ª
(“rusos”) compañías. Mientras, y
simultáneamente al parte del Ejército del Este que informaba de la pérdida de
Fuendetodos tras un ataque nacional en el que intervinieron 20 “tanques”, la
inteligencia republicana recapacitaba ahora sobre la existencia en esa
población de 8000 italianos “con
propósitos de ataque”, deduciendo la continuación del avance “con las mismas características que en
jornadas anteriores y apoyado constantemente por enorme masa de aviación y
artillería, así como con tanques”.
Lo que había parecido un simple choque local o una rectificación de
líneas se transformaba en la generalización de una gran batalla.
El día 9 rompía la 4ª de Navarra su
frente, tomaba las zonas de Coronas y Armillas no obstante fallar “totalmente
las transmisiones”, capturaba 67 prisioneros (uno de ellos teniente) y sufría
las bajas de un alférez y cuatro de tropa muertos y un alférez y 58 de tropa
heridos; un disparo antitanque alcanzó a un “negrillo”. Por la noche y la
madrugada del 10 aguantó dos reacciones adversarias: la 1ª brigada frenó la de
tres populares a las que contestó “briosamente cogiendo al enemigo numerosos
prisioneros”; la 3ª brigada también los golpeó observando “muchas bajas” y “poco
después sufrió otro violento contraataque con tanques rusos...comportándose
ésta brillantemente al rechazar el ataque y apoderarse de 2 de los carros”. En
este día 10 Vivel había sufrido a su amanecer “fuerte cañoneo” artillero y las
bajas republicanas contabilizadas fueron 25 más
90 prisioneros pertenecientes en su mayoría (incluido un capitán) a la
94 brigada (34 división) y a la 146 y
132 (30ª). En cuanto a material, la Navarra se apoderó de esos dos tanques, un
tractor, una ambulancia y mucho armamento; a cambio sufrió un teniente médico
del 6º San Marcial y 16 de tropa muertos, y un capitán, un teniente, un alférez
y 81 de tropa heridos. Montalbán estaba próximo.
Ante el extenso empuje
nacional, el Ejército de Maniobra redujo su frente, situó su PC en Alcorisa y preveyó, también el 10,
contener una ruptura que pueda producirse llevando como eje la carretera de Vivel-Montalbán-Alcorisa y realizar
un contraataque conjunto que,
protagonizado por el XXI Cuerpo, diera al flanco de la penetración del CTV
italiano en la dirección Rudilla-Huesa-Cortes de Aragón, al norte de la
progresión de la 4ª de Navarra.
Al día siguiente, 11, el XXII Cuerpo
situaba su PC en la casilla de peones de Mata
de los Olmos y a la Navarra se afectó
la 5ª compañía de carros ligeros de la Legión, con la que continuó su ataque
tomando Hoz Vieja, Alcaine y Obón,
advirtiendo que “el enemigo, sorprendido por la maniobra y batido por la
artillería divisionaria huía en grandes masas al este y sudeste”. Los populares
tuvieron al menos 100 bajas más la pérdida de 61 prisioneros de las brigadas
mixtas 68,132 y 146 (todas de la 30ª división), 94 (34ª división) y de la 21ª
compañía de Zapadores
El 12, “reinando el absoluto vacío en
el campo de batalla”, la división nacional pasó el río Martín por Alcaine y estableció una cabeza de puente sin trabar
combate con las fuerzas adversarias, no obstante lo cual hizo 40 prisioneros y
tomó una pieza anticarro; los carros legionarios se situaban en la zona entre
Montalbán-Utrillas. Tal era la situación que el XXII Cuerpo apremió a su jefe
de tanques marchar a Crivillén con el fin de apoyar a
sus defensores: era de urgentísima necesidad la salida inmediata.
Este pueblo, Mata de los Olmos y
Gargallo fueron los objetivos marcados para la Navarra una vez que el 13,
también con “resistencia escasa”, tomase Estercuel,
Torre de las Arcas y prisioneros de las brigadas mixtas 63 y 68 (34 división) y
27 (28ª). La presión nacional en todo el frente forzó a que el Ejército de
Maniobra retrasase su PC en la carretera Mas de las Matas-Alcorisa y que el del
XXII Cuerpo lo hiciera a esta segunda localidad, donde se situaban los
depósitos de Intendencia y combustible. El crucial sector Calanda-Andorra,
puerta de entrada a la zona minera de Teruel y el Maestrazgo, centraba los
esfuerzos de los contendientes.
En ese momento, las fuerzas acorazadas
en el XXII, cuya base y mando de carros se situaba en Aguaviva, la integraban
la primera compañía del tercer batallón de la Brigada de Blindados y la T26 del
regimiento BT-5 (8 vehículos operativos). A las 7 horas se activó ésta tras
haber recibido orden de posicionar dos vehículos en Cañizar para cooperar con
un batallón de infantería en la defensa del pueblo, apoyando a estas fuerzas en las reacciones ofensivas que realice y en
misiones de ataque; otros dos en la carretera Calanda-Andorra batiendo
fuerzas enemigas a infiltrarse en Calanda y los cuatro restantes en la Alcorisa-Andorra para batir las fuerzas enemigas que proceden del
segundo de dicho puntos.
En esta ruta, el Estado Mayor del
Cuerpo de Galicia reconocería que el “núcleo de la extrema vanguardia” (120
hombres) sufrió 10 bajas en su tropiezo contra resistencia gubernamental en el
río Alcochaza: era el sector de la 47ª división (Durán),
quien había dado parte a las 11’30 horas del día 14, bajo el cuarto vuelo de la
aviación nacional en lo poco que se llevaba de jornada, del fuego artillero
adverso (intensa preparación) recibido por su 69 brigada desde las 7’45
hasta las 9’15 horas, localizada en las alturas al este de la carretera Alcorisa-
Andorra (kilómetros 2 y 4). La respuesta popular apuntó a una masía situada en
el número 8, lo que obligó al despliegue a ambas cunetas de una compañía
nacional motorizada sobre 15 camiones. Concluía informando que el par de
tanques afectos a su división sondeaba hacia Calanda, donde ya había entrado la
4ª compañía de carros legionaria durante la madrugada capturando dos T26. En
esa carretera se habían asentado unidades de la italiana Littorio.
Al acabar las operaciones, la 4ª de
Navarra, a pesar de que el “enemigo ha opuesto fuerte resistencia”, conseguía
situar sus unidades entre Crivillén, Mata de los
Olmos, Estercuel y Allorza
a costa de las muertes del capitán Luis Pouza Soto
(3º batallón de Melilla) y siete de tropa, y las heridas del teniente Antonio
de Oriol Urquijo (Flandes), tres alféreces (Flandes y
Bailén) y 36 de tropa. Hizo 23 prisioneros de las brigadas 74 (19 división), 94
(34 división) y, por vez primera, de la citada 69 además de zapadores de Obras
y fortificación.
Con dos agrupaciones para alcanzar
Ejulve y La Torrasa desde la carretera de Tarragona, la
4ª y la 83ª divisiones cruzaban el 15 de
marzo la carretera Montalbán-Alcorisa ocupando Mata de los Olmos y
Gargallo. Significativo era que en este
pueblo, al 5º Tabor de Regulares no le fue “posible clasificar el numeroso
material todas clases” cogido a los populares “por la rapidez del avance”.
Cuatro muertos y seis heridos de tropa fueron las bajas divisionarias, que
capturó 23 prisioneros de las 49, 69, 92 y 94 brigadas mixtas (34, 47 y 70
divisiones). Mientras, Montalbán era tomado por la unidad acorazada afecta,
averiándose el T26 “F”.
La situación era muy delicada para el
Ejército de Maniobra. Su boletín de información reconocía que los nacionales han conseguido ocupar Mas de los Olmos y
lomas de la Pedriza en dirección Ejulve y Cripena, e infiltrarse entre Berge y Molinos con el
propósito de envolver Alcorisa y Ejulve, adivinando las intenciones del
CEG, que se marcó extender la línea hasta tomar estas dos últimas localidades. Con
la asunción del ensanche tras la ocupación de Montalbán y Alcañiz, los
republicanos reorganizaban el frente sobre dos centros de resistencia:
Aliaga-Ejulve para el XXI Cuerpo, y Alcorisa-Mas de las Matas y Aguaviva para
el XXII. Esta unidad debería impedir la penetración posterior por la Ginebrosa y
atender eventualmente a la procedente desde Calanda y Castelseras
contra Torrecilla-La Codoñera y Torrevelilla,
sector del que luego se responsabilizaría la 11 división (Líster).
Además se activaban dos destacamentos motorizados situados en Aguaviva
(XXII CE) y Villarluengo (XXI CE y al sur de aquél),
compuestos cada uno por un binomio de carros blindados, tres tanques en
plataformas sobre camión, una compañía de infantes reforzada y una sección de
dos piezas contracarro que mandarían jefes jóvenes,
audaces y de prestigio con personal seleccionado y a ser posible voluntario. Sus
misiones serían efectuar acciones
retardadoras y reconocimientos, proporcionar seguridad en grandes intervalos y
frentes (hasta 3 y 4 kilómetros), ocupar
o cubrir puntos críticos y zonas vacías, vigilar destrucciones y elevar la
moral de los infantes defensores.
El 16 fue un día de relativa paralización
bélica en el cual los de la Navarra se dedicaron a consolidar sus posiciones. A
la vez que el parte gubernamental subrayaba el rechazo de la tentativa de
envolvimiento de Alcorisa, el coronel
Menéndez decidió, estableciendo esos centras de resistencia y montados los
destacamentos motorizados, atacar con dos masas independientes el frente norte
de la penetración nacional. Como resultado, la zona de Ejulve y el 6º batallón
de San Marcial y el Tabor se convirtieron en el marco de los esfuerzos de los infantes
y 6 u 8 tanques del XXI Cuerpo apoyados por “intenso fuego de cañón sobre las
posiciones que dominan dicho pueblo”, si
bien resultaron “batidos por fuego de ametralladora y artillería”. Las
bajas nacionales contabilizadas se redujeron a un alférez muerto del Tabor
contra un número indeterminado de prisioneros pertenecientes a la 32 brigada
mixta (70ª división) republicana.
.La toma de Alcorisa
El cuartel general de la 4ª se trasladó
desde Josa a Más de los Olmos y recibió la orden de ocupar Alcorisa y el primer
kilómetro de la vía que la comunicaba con Mas de las Matas. Contaría con los
carros legionarios establecidos en Castel de Cabra (ahora
y ya hasta fin de marzo encuadrada en la Plana Mayor, la 5ª compañía y la 1ª
sección de la 6ª) y fuerte apoyo aéreo de reconocimiento, táctico (en especial
las cadenas) y de bombardeo, que se haría sentir sobre el XXII Cuerpo pues su actuación fue ininterrumpida bombardeando y
ametrallando nuestras líneas. A esta
unidad se incorporó (14’30 horas del día anterior) la primera compañía del
tercer batallón de la Brigada de Blindados.
Hacia las 8 de la
mañana del 17 la inteligencia del Ejército de Maniobra observó una gran cantidad de tanques y cañones al
parecer en avituallamiento y organizando una columna motorizada que piensa
atacar dirección Alcorisa. Esta apreciación era acertada: la 4ª lanzó sus tres brigadas (la
primera al sur y la segunda al norte del eje de la carretera de Montalbán, que canalizaría
a la tercera), hacia las posiciones populares tratando de envolverlas. Así, el batallón Melilla (primera brigada)
ocupó sin resistencia las alturas del sur y cortó a las 15 horas con dos
batallones de Flandes la carretera Alcorisa-Mas de las Matas por su tercer
kilómetro. El C de las Navas (2ª brigada) conquistó las posiciones del noroeste
a las 9’45 y se establecía seis horas
después sobre el ángulo de las vías asfaltadas a Calanda y Andorra. Simultáneamente
la tercera brigada se dirigió contra el pueblo: el batallón San Quintín, tras tomar
San Cristóbal, dominante de la localidad, sostuvo “fuerte tiroteo con el
enemigo al que obliga a huir”, y el batallón La Victoria arrebató Alcorisa a un
defensor gubernamental “que opone fuerte resistencia”. Eran guardias de Asalto,
según Armiñán “piquillo o resto del ejército destruido que sabe hacer fuego,
pero que al presentir se les cierra el horizonte, abandonan sus puesto”.
La operación forzó a
los populares a abandonar el núcleo urbano y a replegarse hacia las alturas que
franqueaban la carretera a Mas de las Matas (kilómetro 5) y las que ya se
encontraban al lado este de la carretera a Calanda. En otras palabras, habían
perdido el control de las bifurcaciones de las salidas de Alcorisa y quedaban
encajonados en el triángulo delimitado por las rutas que comunicaban esas tres
poblaciones dejando sin destruir, inexplicablemente, los depósitos de
Intendencia. El parte gubernamental justificaba que la intensidad de los ataques enemigos obligó a nuestras fuerzas a
evacuar Caspe y Alcorisa.
Estos combates
involucraron a los acorazados del XXII Cuerpo. Durante la madrugada, la
compañía de blindados desplegó sobre las rutas asfaltadas con la misión de impedir a toda costa la penetración del
enemigo (un carro en el kilómetro 219 de carretera Alcorisa-Calanda, otro
en el 4 de la Alcorisa-Andorra y dos más en el 213 Alcorisa-Montalbán). También
sobre esta vía se situaron al menos dos T26, a los que se referiría Armiñán en
su crónica diciendo que “quieren asustar un poco...no se les hace mucho caso y
el Mando ordena la maniobra que nos dará el pueblo”.
La retirada de Alcorisa activó a los
blindados. Así, cuando ya no quedaban fuerzas
leales, un par de T26 solicitó el
apoyo de la pareja que cubría la carretera de Montalbán para que les guiasen
hacia el puente que comunicaba la localidad y Más de las Matas con el fin de
incorporarse al PC de la gran unidad. Si embargo, otros cuatro carros de
combate habían quedado aislados y sin apoyo de infantería en zona abandonada
(ya enemiga para ellos), por lo que el Cuerpo montó un dispositivo de auxilio
en el que los blindados asumieron el protagonismo. Al llegar ruedas y cadenas al
citado puente, se ordenó a los vehículos jalonadores
la vuelta hacia Alcorisa para contactar con dos T26 materialmente copados. Sobre la marcha localizaron a fuerzas
nacionales con una bandera monárquica y
abrieron intenso fuego de máquinas, logrando
romper el cerco y enlazar con el otro binomio de tanques que también se
encontraba en situación difícil. Según el comisario de la Brigada, se causaron al enemigo muchas bajas haciendo
desaparecer a la primera ráfaga la bandera enemiga y el grupo que la portaban;
tal pánico cogieron los soldados enemigos a los Carros que no se atrevían a
salir de las cunetas de la carretera. Sin embargo, la 4ª sólo reconocería
un alférez herido del batallón de la Victoria y tres muertos y dos heridos de
tropa.
Una vez recuperados
esos cuatro tanques y avisados de que iba a ser volado el puente, los blindados
lo repasaron y se situaron en vanguardia de los infantes gubernamentales
(kilómetro 5 de la ruta a Mas), momento en el que fue herido de bala en el
hombro el conductor Lucrecio de Pradas
mientras cerraba la puerta de su vehículo. La obra fue destruida parcialmente y
no impidió el paso de las tropas atacantes. Diría Armiñán que “se ha volado sin
pericia, de modo que el mordisco de la dinamita sólo arrancó un trozo; pasan
los camiones y los hombres en riada incontenible”.
Los jefes de las 49 y 69 brigadas
mixtas tuvieron cálidos elogios para
nuestra fuerza, manifestando que las únicas bajas hechas al enemigo fueron
producidas por nuestros carros, felicitándonos a la vez por haber protegido con
moral y serenidad el repliegue de nuestra infantería. Por contra, el parte
de operaciones de la Navarra exponía haber batido “al numeroso enemigo constituido
por la 15 brigada internacional y otra brigada enemiga con siete carros que
huyeron hacia Mas de las Matas desconcertados por la maniobra”.
Este papel de la compañía de blindados
se enmarcó en la caída de Ejulve y de las proximidades de Berge y cotas de
Molinos (sector del XXI CE). 123 fueron los prisioneros procedentes de las
citadas brigadas 32 (70 división); 49 y 69 (47 división), 79 y 146 (30
división); 94 (34 división); 116 (25
división); 123 (27 división); 127 (25 división); 3º regimiento de caballería
(XXICE) y guardias de asalto, lo que daba idea de la magnitud y heterogeneidad
de fuerzas republicanas que se oponían al avance. Con esta acción “el único
entrante de la línea nacional se ha igualado y ya toda ella desde Caspe es una
gran curva firme y fija sostenida por los mesetones
naturales y los cauces del río. Inconmovible línea recta. Inatacable”, para
Armiñán.
INTERVALO DE RECUPERACIÓN (18 AL 22 DE MARZO)
La jornada del viernes 18
se resolvió con fuego artillero gubernamental y la ocupación nacional de Berge,
sufriendo la Navarra dos muertos y cuatro heridos de tropa y recibiendo siete
soldados “pasados” de las brigadas 69, 116, 127 y 146. Al día siguiente, dado
el esfuerzo sostenido desde el 9, las operaciones se paralizaron con el fin de
reorganizarse, tiempo que aprovecharon los populares para hacer lo mismo. De
hecho, se extendía a las divisiones 3, 11, 25 y 45 la organización de grupos
motorizados ordenada el 15. La logística se trasladó a Zorita.
El intervalo hasta el
23 fue relativamente tranquilo; en Alcorisa, “la División que supo aniquilar al
mejor Ejército de Prieto, descansa”, escribiría Armiñán, y el relevo a las
fuerzas de tierra lo tomó la aviación. Así, el 20, coincidiendo con la llegada de
la compañía de carros ligeros legionaria (12 vehículos) a la localidad, una
aeronave nacional cometió el error de dejar caer “una bomba de pequeño tamaño”
causando dos heridos al 1º batallón de Flandes. Durante su madrugada se
retiraron dos de los tres tanques que defendían la posición del 194 batallón de
la 49 brigada mixta, a la derecha de la carretera y enlazando con la 69
republicana, y quedó uno a la altura del kilómetro 5 (zona del Caballo) como
protección.
En estas jornadas, el CEG planificó el
desarrollo de las siguientes acciones ofensivas que habrían de llevarle a
Morella. Su orden general tenía como fin batir y destruir las fuerzas enemigas
situadas al este del río Guadalope para alcanzar la costa y separar a Cataluña
del resto del territorio republicano. Lo seguían integrando las divisiones 4,
82, 83, 84 y 108 más el “grupo mixto de carros cañón y de Infantería”. En un
primer movimiento el Cuerpo fijaría el centro y norte gubernamental para
avanzar por el sur a Zorita del Maestrazgo y Monroyo,
y contactar con el CTV en Valderrobles. El segundo acto
consistiría en dirigirse a Forcall con el fin de
Morella.
En la acción, la 4ª de Navarra se
situaría en primer escalón en una zona que tenía como límites Calanda-Fórnoles-Beceite (para el CTV) y el eje de marcha
(la línea Alcorisa-Mas de las Matas-Aguaviva-Forcall-Morella),
colateral a la 83ª. También en dos fases ejecutaría su progresión: en la
primera ocuparía El Campillo (al sudoeste de la Ginebrosa)-Cotma-Aguaviva-Mas de las Matas salvando el Guadalope; en
la segunda, alcanzaría los objetivos finales. La idea de maniobra se basaba en
combinar las direcciones de avance para envolver por el norte y nordeste las diversas
posiciones, teniendo en cuenta la encajonada carretera Mas de las
Matas-Calanda, la accesible Mas de las Matas-Alcorisa y las imponentes alturas
del triángulo que formaban esos tres núcleos urbanos.
En la tarde del 21 la referida aviación
nacional se mostraría muy activa después de que el sector divisionario, y en
concreto Alcorisa, recibiera fuego artillero republicano causando dos heridos
al 5º tabor. La carretera Más-Aguaviva (este pueblo por dos veces, a las 16 y
16’45 horas), fue visitada por 9 Heinkel y 5
trimotores (posiblemente Junkers) aunque incluso
algún parte republicano aumentó la cantidad a 21 aparatos. Mientras, las
divisiones 83 y 108 relevaban a las
segunda y terceras brigadas de la 4ª; 13 fueron los desertores gubernamentales.
El Estado Mayor del
Ejército de Maniobra, que calificaba de estabilizada la situación, entendía que
la ofensiva nacional avanza muy
lentamente a pesar de su formidable preparación artillera por la tenaz
resistencia de las fuerzas propias que se defienden admirablemente. Un
ejemplo era que varios ataques con
tanques al pueblo de Torrevelilla han sido rechazados
totalmente durante el día de hoy por las fuerzas de la 31 brigada (2).
Para quebrar el dispositivo adversario,
el coronel Menéndez proyectó un contraataque global protagonizado por las
divisiones 3ª y 11ª. Por ello ordenó al jefe del 1º batallón T26, responsable
de las unidades acorazadas del Cuerpo de Ejército Independiente (cinco
compañías de T26, una de BT5 y la compañía especial de Blindados), la
concentración nocturna entre los kilómetros 133 a 135 de la carretera
Alcañiz-Morella para lanzarse sobre la primera población; al XXI CE, tras
simular gran movimiento, cortar la carretera Montalbán-Olmos, y al XXII Cuerpo
(norte de aquél), cuyo PC retrasó a Mas de las Matas, interceptar las
comunicaciones entre Montalbán y Calanda por Alcorisa (ya puesto de mando de la
Navarra y que según un evadido nacional del
regimiento “Zaragoza” nº 30 estaba repleta
de gente y moros). Este XXII, mediante la idea general de maniobra de atacar con audacia, rapidez y sorpresa,
lo efectuaría con las fuerzas en reserva de las unidades en primera línea (un
batallón de las 220, 49 y 69 brigadas) apoyadas por los tres T26 de que aún
disponía más la batería antitanques de la 47 división.
En el lado opuesto, para ese día 21 la
Navarra recibió de su unidad superior la directriz de, coordinadamente con el
CTV, avanzar a partir de las zonas del río Alchochaza
y carreteras de Alcorisa-Andorra-Mas de las Matas hasta Monroyo,
localidad base para la segunda fase de la gran maniobra. El ataque se haría sin
más preparación que el apoyo de la
artillería divisionaria, puesto que parece que todas las obras de fortificación
enemigas carecen de abrigos y alambradas. A su norte irían el referido CTV
y la 15ª división, con objetivo Torrevelilla y Fónroles; la 83ª al sur, con Zorita como punto de mira.
En su realización, la tercera brigada
progresaría sensiblemente paralela a la carretera de Calanda (dirección
oeste-este) a través la sierra Cantera del Pinar (vértice Costado a vértice
Morrón, éste sobre el Guadalope), dominando el barranco de las minas de carbón
(ladera sur) y el valle de Foz de Calanda (ladera norte); debería llegar hasta
la Ginebrosa, de nuevo sobrepasando otras alturas dominantes (vértice Costado).
La primera brigada, desde ese barranco de las minas (Mas del Turulet) se lanzaría en dirección suroeste para cruzar la
confluencia de aquel río con el Bergantes y alcanzar las cotas Campillo-Cotma, al sur de la Ginebrosa, en dirección hacia la sierra
de Valbora, alturas que controlarían todo el campo
abierto de Aguaviva y el valle a Zorita. La segunda brigada seguiría a ésta,
descendería en sentido sensiblemente sur y ocuparía las poblaciones; recibiría
el apoyo de las piezas antitanque que se emplazarían al este de Mas y luego de
Aguaviva una vez ocupadas por los fusileros. La compañía de carros legionaria
partiría desde el primer kilómetro de la carretera a Mas para, en dos tiempos,
ejecutar su acción: en el primero secundaría la toma de las cotas dominantes
(zona del Caballo) por los infantes; conseguida, progresarían los acorazados y
les cubrirían hasta Aguaviva. Los ingenieros realizarían trabajos de desviación
de la ruta a esta población para salvar el puente volado y marcharían con los carros
facilitándoles su paso.
Las tropas populares a las que se
enfrentaría este conjunto de fuerzas (nueve batallones en tres direcciones más
los consiguientes apoyos de fuego y de trabajo) se encontraban, según la
Navarra, débiles, con la moral menguada y escasa capacidad combativa; estaban
integradas por reclutas de las quintas del 37, 38 y 39.
El 22, último de los cuatro días de
relativa calma, la artillería republicana volvió a tomar como objetivo Alcorisa
matando a un alférez del batallón de las Navas e hiriendo a un regular del 5º
tabor. Hasta la fecha, los carros blindados no habían acusado novedades si bien
fueron ametrallados en varias ocasiones por aeroplanos contrarios a los que
respondieron con fuego de las máquinas vehiculares, consiguiendo hacerles elevarse a considerable altura.
LA SEGUNDA FASE (23-31 DE MARZO)
El 23 de marzo la Navarra reinició la ofensiva
bajo protección aérea: cinco aparatos bombardearon Aguaviva a las 12’30, donde
el XXII CE había establecido su depósito avanzado de material. Siguiendo la
orden marcada por Menéndez, los republicanos contraatacaron a las alturas que
protegían Alcorisa desde el kilómetro 7 de la carretera Mas de las Matas, a
pesar de lo cual la 1ª brigada nacional “rechazó al numeroso enemigo, lo
persiguió y lo arrojó de la cota 770, que ocupó”. Por su parte, la Navarra hizo
lo propio, de lo que expondría el XXII
Cuerpo: El enemigo fuertemente apoyado
por su artillería y aviación ha atacado en el día de hoy en varias direcciones
por la zona de acción del CE. Las fuerzas propias (47 división) ante la
formidable presión enemiga han efectuado un pequeño repliegue quedando situadas
unos 1000 metros a retaguardia de la línea primitiva. Al finalizar la jornada los nacionales habían
tomado, “después de oponer el enemigo una tenaz resistencia debido a las
numerosas armas automáticas que tenía emplazadas”, algunas cotas del triángulo
Alcorisa -Calanda-Mas de las Matas, situación que forzó el atraso de los
puestos de mando de esta unidad y del Ejército de Maniobra a la última
localidad y Morella.
A cambio de 15
prisioneros, la 4ª contabilizó 158 bajas: cuatro muertos entre los oficiales
(el comandante Antonio Esteban Palero, del 5º tabor y tres alféreces del Bailén
y Flandes) y dos heridos (el teniente coronel jefe de la primera brigada
Francisco Hidalgo de Cisneros y el kaid Abselam B. Amad del tabor). Entre la tropa, 20 muertos y
132 heridos.
Paralizada la reacción popular, no se
frenó la inercia nacional, que continuó el 24. La Navarra y su unidad acorazada
(la inteligencia republicana hablaba de 13 carros), se activó a las 6’40,
siendo perceptibles para el XXII Cuerpo las tres líneas de dirección
proyectadas desde Alcorisa.
En primer lugar, la zona de Valdelamata fue tomada por los tres batallones del Flandes
(primera brigada) contra la que actuaron ofensivamente cinco blindados de la
primera compañía hasta media mañana, momento en el cual se incrementó el
esfuerzo nacional desencadenando un
fuerte ataque con todas clases de armas, empleando con gran profusión los
antitanques y la aviación. Cooperaron con, al menos, cuatro T26 procedentes
de la Ginebrosa tras haber recibido su jefe una orden del XXII Cuerpo a las
11’30 para ocupar posiciones en la carretera Alcorisa-Mas de las Matas. Según el boletín nacional, este “enemigo contraataca fuertemente
apoyado por numerosas armas automáticas, 13 tanques e intenso fuego de artillería
antitanque, siendo brillantemente rechazado con muchísimas bajas”, en especial
por el 2º batallón.
La 2ª brigada de la Navarra controló la
carretera Alcorisa-Zaragoza y sobre las 11 horas fue “constantemente
hostilizada” por los artilleros republicanos, “continuando a pesar de ello”. La
3ª brigada tomó los vértices Costado y Morrón (cordel de la cantera del Pinar)
también después de “vencer la tenaz resistencia opuesta por el enemigo desde el
primer momento”. El ataque nacional duró hasta las 17’30, operando sin descanso
contra él los vehículos de la compañía blindada, ahora ya en número de ocho, y portándose todo el personal excelentemente,
siendo sañudamente tiroteados por anti-tanques y artillería enemiga.
Muestra fue que los vehículos consumieron 8000 disparos resultando dos averiados
e inoperativos por la combinación de metralla, disparos contracarros
y de fusilería que impactaron en las ruedas. Al atardecer los blindados fueron
a reponer y repostar munición y combustible a su base y por la noche volvieron
a prestar servicios.
La división nacional lamentó cuatro
oficiales muertos (un teniente y un alférez provisionales de los batallones del
Flandes y dos más del 4º de Bailén); cuatro sargentos muertos y nueve heridos,
y 10 soldados muertos y 79 heridos. Por su parte los republicanos, según los
partes de esa unidad, tuvieron 50 muertos (entre ellos un capitán) y 39
prisioneros, capturándoseles 59 fusiles.
Para el día siguiente, tras un
bombardeo aéreo de la carretera entre esas dos poblaciones y otras comunicaciones, la 4ª debería ocupar
definitivamente las alturas del triángulo, pasar el río y lanzarse sobre Más de
las Matas y Aguaviva. La reacción de Menéndez fue proyectar un nuevo
contraataque al flanco pero el XXII Cuerpo objetó su cooperación pues tras la
sucesión de combates sólo disponía de un batallón de reserva.
. El choque
Este fue el día clave
del encuentro acorazado. Los actores fueron, por un lado, la 5ª más la primera
sección de la 6ª compañía de carros ligeros de la Agrupación de Carros de La
Legión (12 o 13 vehículos); por otro, la referida primera compañía del 3º
batallón de la Brigada de Blindados en colaboración con la compañía de tanques
T26.
A las 7 de la mañana del 25, tal y como
un evadido nacional había informado a la inteligencia republicana en la
medianoche anterior, la Navarra reactivó su ataque sobre la carretera Alcorisa-Mas
de las Matas, en principio “sin
cooperación de aviación ni tanques” según el boletín del XXII CE.
Previamente este cuerpo había destacado varios blindados en la carretera Aguaviva-Zorita, de lo que daba parte su jefe a las
10’50.
La 2ª brigada formó dos agrupaciones:
la primera, integrada por los batallones de Sicilia y 4º de Bailén; la segunda
por su 3º y Las Navas, que tomarían la localidad. En su cabeza avanzó la unidad
legionaria carrista (tanquetas enemigas, precedidas por un oruga Wicker
que fue nuestro) y, maniobrando, amenazó los flancos del despliegue de los
blindados populares que estuvieron a
punto de ser copados. Las tripulaciones de estos contactaron con las de los
T26, a quienes aconsejaron tirar sobre el Vickers
nacional, que venía en cabeza. El resultado: este carro de combate y dos tanquetas (negrillos) quedaron
destrozados paralizándose momentáneamente el ímpetu ofensivo si bien la segunda
agrupación consiguió vencer la resistencia opuesta por los “tanques y
artillería” republicanos, ocupando Las Navas el pueblo a las 12’15 y el de
Bailén las pequeñas alturas circundantes. Los acorazados defensores consiguieron
replegarse cómodamente hasta la salida hacia Aguaviva y repasar el puente que
comunica ésta población y Mas antes de ser volado.
Mientras tanto, el Guadalope, obstáculo
y objetivo general de esta segunda fase de la ofensiva del Cuerpo de Galicia,
fue cruzado por los sectores previstos en la orden divisionaria. El 4º batallón
del San Quintín (tercera brigada) tras
haber emprendido la marcha a las 9 horas desde el Vértice Costado lo salvó por
una fábrica de luz, alcanzó con “gran oportunidad y rapidez la margen izquierda”,
sorprendió a su adversario “que a su huida y desconcertado atraviesa el río
desordenadamente siendo acosado por la segunda compañía con nutrido fuego”; lo
persiguió y le ocasionó “numerosas bajas” tras cogerle “entre dos fuegos”.
Simultáneamente la primera brigada, “venciendo
la desesperada resistencia que hace el enemigo con profusión de armas
automáticas, se lanza sobre él entablando combate hasta hacerle huir” y
atravesó la confluencia del Guadalope con el Bergantes frente a El Chorrador, “donde nuevamente el enemigo intenta oponerse al
avance de nuestras tropas siendo valientemente rechazado”. Sus batallones B de
Melilla, en reserva, y el tercero del Flandes pasaron a la caída de la tarde,
cortaron la carretera de Aguaviva a Ginebrosa y tomaron Vértice Cotma a las 22 horas, donde frenaron “valientemente” a
fuerzas de caballería popular.
Para Armiñán, “los rojos
se retiran protegidos por ocho tanques y muchos de ellos se aplastan, en espera
de la dulce mano que los haga prisioneros”; según la Navarra “el enemigo en
grandes masas huyó por el valle durante nuestro avance a Mas de las Matas”.
En resumen, al final de la jornada la
división había cumplido con el objetivo previsto quebrando sobremanera el
dispositivo popular, de nuevo acompañada por un eficaz apoyo aéreo que durante
la tarde no cejó en machacar y que hizo manifestar al boletín de información
republicano: se ha repetido con mucha
insistencia...consiguiendo acentuar la desmoralización de la gente. Además de entrar en esa población salvó el
obstáculo fluvial bajo un cañoneo republicano que “tiró intensamente durante
toda la jornada” (acción que haría
expresar al Ejército de Maniobra que la
artillería ha actuado mucho y bien); limpió y dominó todo el triángulo de
comunicaciones y alcanzó la línea establecida por la Cotienda,
El Chorrador, Campillo y Catma,
a caballo de la carretera Ginebrosa-Aguaviva, quedando esta localidad “bajo nuestro fuego”.
Entre 27 y 31 fueron
los prisioneros (brigadas 49, carabineros y zapadores). Además, también los
cuatro pilotos y el mecánico tripulantes de tres aparatos Caudrón-escuela
que aterrizaron en el aeródromo de Más de las Matas entre, seguramente, una
mezcla de sorpresa, expectación y regocijo de las fuerzas de la 83ª división
nacional (colateral al sur del avance de la Navarra). Heraldo de Aragón resaltaría: “tres aviones rojos cayeron en
nuestro poder porque aterrizaron, creyéndole todavía suyo, en el aeródromo,
recién ocupado”. Además, se observó la caída de cuatro aviones gubernamentales
por la zona de Costellura.
Las bajas nacionales fueron de un
alférez del batallón C de Las Navas, un sargento del Flandes y cuatro soldados
muertos (dos en el Flandes y dos en el de Melilla); tres sargentos y nueve
soldados heridos en esas dos unidades y dos más en Sanidad junto a 30 bajas
indeterminadas entre los batallones de Sicilia y Bailén. Respecto al encuentro
acorazado, el diario de operaciones registró “un duelo entre nuestros tanques
con los del enemigo” que “con su fuego nos ha inutilizado tres”, si bien con
posterioridad calificaría la actuación de la 5ª compañía legionaria de
“brillante”. El alférez Martín, posiblemente al mando de la sección pesada,
murió (3). Por parte de los blindados republicanos, el conductor Gaspar
Murillo fue herido por ametrallamiento aéreo de su vehículo, que incendió la
rueda y parte del motor.
Al finalizar la que
hubo de ser una jornada extrema, y durante la noche, el resto de la primera
compañía blindada (sólo quedaban tres carros operativos) se posicionó en las
cercanías de Aguaviva. No obstante su repliegue, habían frenado por breve
espacio la caída de Mas de las Matas.
. La toma de Aguaviva
Continuó la 4ª su empuje el 26 de marzo
lanzándose hacia Aguaviva con la agrupación Las Navas-3º de Bailén de la
segunda brigada. La compañía popular de blindados (seis carros), que tenía la
misión de impedir a toda costa la
penetración del enemigo, se situó en forma de medio arco desplegando dos
vehículos en ese pueblo sobre una loma dominante de Mas de las Matas, otro en
la carretera hacia La Ginebrosa y tres en la de Zorita; cooperaba de nuevo con
un indeterminado número de T-26. En el transcurso del ataque, la pareja de
blindados en las cercanías de Aguaviva observó anormalidades en su retaguardia
y ambos se volvieron hacia ella percatándose de un intento de copamiento
protagonizado por varias compañías de
infantes y orugas nacionales que,
según el boletín de la Navarra, en “un maravilloso movimiento combinado” habían
rebasado la localidad por el sur tomando su ermita para cortar la salida hacia
Zorita. Los vehículos populares, sin perder
la serenidad, hicieron alto y
abrieron nutrido fuego causando muchas
bajas vistas y obligándoles a retirarse desordenadamente, tiempo que
aprovecharían para abandonar la posición y escapar del acoso al pueblo que pasó,
a las 11 horas, con “gran decisión y rapidez” a manos de los atacantes.
Siguió la progresión nacional por el
sur hasta dar con el Bergantes. Los tres blindados localizados en la carretera
a Zorita, con una táctica de operación
admirable, consiguieron paralizarla aguantando una verdadera lluvia de obuses y antitanques. Un vehículo recibió
un impacto que mató al conductor Alejandro del Castillo e hirió al teniente
Ernesto Doural Campos, quien consiguió salir y ser
recogido por el del teniente Facundo Dorado. El tirador Agustín Merchán quedó
dentro para recuperar el armamento pero, de nuevo, su blindado resultó blanco
de otro proyectil contracarro, explotando la munición
de dotación. Mostrando un valor rayando
en la temeridad, Merchán recogió la documentación y la pistola del
conductor muerto e insistió en quitar la ametralladora de la torreta, logrando
replegarse a pie hasta la base de su sección. Y todo esto mientras el Bergantes
era atravesado por la 4ª “bajo el intenso y mortífero fuego de la artillería enemiga”.
A media noche el citado teniente Dorado con los conductores Antonio Mayer
Domingo y Antonio San Segundo más el referido tirador Merchán, todos
voluntarios y con la protección de un vehículo de apoyo, recuperaron el carro y
el cadáver del conductor, ya en terreno de dominio nacional.
Este suceso se enmarcó, además de en
dicho cruce del río, en la posesión por la Navarra de las alturas de la sierra
de Valbora “en
brillante e impetuoso empuje...venciendo fuerte resistencia”, contra la que los
acorazados gubernamentales alcanzaron protagonismo pues los “tanques hacen con sus fuegos dificilísimo el avance de nuestros
soldados”. En este esfuerzo, los carristas
legionarios capturaron uno de los T26 combatientes a cambio de sufrir la avería
de otro del mismo tipo. Al finalizar la jornada la 4ª Navarra no databa ninguna
baja de oficial aunque sí cinco de tropa. Un piloto de He-51, el teniente
Aragón, fue derribado en La Salada; pertenecía a la cadena 1-G-2 al mando del
comandante Muñoz (“El Corto”).
A las 1130 del 27 de marzo el Ejército
de Maniobra ordenó la incorporación al XXII Cuerpo de la 3ª compañía especial de blindados, que pudo ser la
que relevó con siete vehículos a la agotada 1ª, que pasó a retaguardia para
reponerse. Esta nueva unidad prestó vigilancia y por la tarde una de sus
secciones combatió junto a infantes, resultando heridos el teniente Nicolás, el
sargento Navarro y el conductor Manuel Ortega, sufriendo el carro pequeñas
averías; por la noche, los incorporados continuaron en seguridad. Según el
parte oficial republicano, la aviación propia (18 aparatos) había atacado a
mediodía las concentraciones nacionales en la carretera Alcorisa-Aguaviva-Mas
de las Matas; en esta población cayeron 40 bombas sin consecuencias para la 5ª
compañía legionaria mientras realizaba instrucción en la que, ahora, tenían
como base.
Desde este momento las direcciones de
ataque de la 4ª encontraron aún más decidida resistencia. La primera brigada
debería atravesar el macizo Canaletas y caer sobre Monroyo
por el sur; la segunda, desde Aguaviva, tomar La Cerollera,
seguir el camino a Torre de Arcas y ascender al macizo de la Rambleta; la tercera, dirigirse hacia Mas de la Cero-Cap de Llop para llegar a Monroyo por el noreste.
Ésta, al iniciar su maniobra, abandonó
la posición el Collado (tomada el día anterior), vacío que inmediatamente
aprovecharon los populares para recuperarla manifestando su intención de cubrir
los huecos dejados por los nacionales en su avance, presionando así el eje de
penetración. Ello obligó a la Navarra, por un lado, a mantener en el Campillo y
Catma las fuerzas guarnecedoras de la 1ª brigada, que
fueron batidas “intensamente con artillería emplazada a lo largo de la
carretera Aguaviva-Zorita”; por otro, a operar mediante una “progresión lenta
teniendo que avanzar por infiltración”, dificultad a la que se añadió la
naturaleza del terreno para la 3ª
brigada, forzada a dar “múltiples rodeos y detenciones, despeñándose el ganado
y viéndose privado de él algunos batallones”.
Al finalizar la jornada, en las citadas
alturas de Catma y Campillo la 1ª brigada era
relevada por fuerzas de la 84 división,
la 2ª se establecía en Ranbleta y Mas Nou y la 3ª alcanzaba
varias cotas teniendo tres muertos y 22 heridos y capturando 91 prisioneros
(brigadas 49 y 69 de la 47 división; 57 de la 41ª, 31 de la 3ª, 209 de la 46ª y
118 de la 25ª) más un cañón de 105. En La
Ginebrosa la Navarra establecía su cuartel general.
. ÚLTIMOS COMPASES
Más resuelta aún se manifestó la
defensa republicana en la jornada del 28 pues a la orografía se unió un “enemigo
de capacidad combativa elevada que aprovechó bien las dificultades del terreno,
haciendo en él una defensa escalonada a base de armas automáticas”. Los
populares frustraron el avance hacia La Cerrollara,
que daba directamente a la carretera Alcañiz-Morella, si bien perdieron las
cotas de Monagrel y Toscanas (primer tercio de la
ruta a Zorita). 14 muertos y 81 heridos de tropa más cuatro oficiales, también
heridos, fue el balance nacional. Paralelamente se había producido otro combate
acorazado de importancia protagonizado por la 4ª compañía legionaria unida a la
2ª sección de la 6ª (afecta a la primera
división Navarra) contra cuatro T26 populares. El resultado: dos de estos fuera
de combate y otro más abandonado.
En la jornada siguiente
el conjunto de alturas Monagrel-Toscanas, zona del ala
derecha divisionaria, “sufrió durante
todo el día violentos ataques que fueron sangrientamente rechazados pero que
impidieron toda progresión”; procedían de la 79 brigada mixta (21 división). En
el ala izquierda el defensor “siguió tan aferrado al terreno que favorece su
acción como en el día de ayer”, aunque los de la 4ª arrebataron varias cotas sobre el camino Cerollera-Masadas, “habiendo sido preciso desalojarlos de
su emplazamiento donde dejó numerosos cadáveres con granadas de mano y al arma
blanca”. El resultado fue, entre los oficiales, las muertes del comandante
habilitado del 5º batallón de la Victoria, Fernando Panguelo,
un teniente y un alférez, y las heridas a otros tres alféreces. Mientras, en la zona de Maella
la 4ª compañía de carros legionaria contaba un T26 perforado por un antitanque.
El último día de marzo
el Ejército de Maniobra, perdida la zona protagonista del choque de este
artículo y amenazado el nudo de esa localidad castellonense, comunicaba en su
orden 42: Se combate intensamente en todo
el frente del CE V y parte del XXII, acentuándose actualmente la presión
enemiga en dirección Alcorisa-Aguaviva-Monroyo y Alcorisa-Morella.
El desesperado pero también más duro aguante popular, ya patente a lo largo de
las últimas jornadas, aunque impidió a la 4ª Navarra alcanzar el vértice Sierra
por “la presión del enemigo cada vez en aumento apoyado por tanques”, no evitó que
tomara el Lobatera (carretera de Monroyo).
El esfuerzo republicano no remitía desde Zorita contra el flanco derecho del
avance, intentando “desalojarnos de nuestras posiciones de La Toscana y Monacrel desarrollando ataques con fuerza renovada que
hacen penosa la situación de las tropas que la ocupan”. A pesar de todo, la
Navarra mantuvo su actitud ofensiva: hizo 98 prisioneros, entre ellos al jefe
(un comandante profesional de Caballería) del cuartel general de la 58 brigada
mixta de la 41 división popular y, además, recogió 300 cadáveres gubernamentales,
consecuencia de los combates del día anterior. A cambio contó un alférez y 14
de tropa muertos y el capitán Fernández Expósito más 37 soldados heridos. En cuanto a vehículos acorazados, entre este
30 de marzo y el primero de abril los del Grupo de carros de la Legión se
apoderarían de tres T26. “Cerca de
Zorita –escribiría Armiñán - se han liberado una fábrica de tejidos, otras de
electricidad y de papel. Entramos en las profundidades de la montaña, al mismo
tiempo que un tanque nacional lleva por delante otro que ha capturado. El
general les detiene, felicita al alférez cazador y entrega a los conquistadores
quinientas pesetas”. Y resumiría: “la
guerra ha sido tan intensa como en los días pasados y el avance semejante”.
A MODO DE CONCLUSIONES
.Enseñanzas tácticas
El fundamento de la ofensiva nacional
en Aragón durante el 38 abría el protagonismo a las formaciones acorazadas,
mecanizadas y de caballería que exigían el apoyo de núcleos artilleros móviles
y rápidos en su actuación, una logística suficiente, contínua
y extensa, y una permanente y detallada cooperación con la aviación. El
dinamismo, clave del éxito, iba a precisar penetraciones profundas y desarticuladoras con cierta despreocupación de los flancos
más la esquiva y desbordamientos de frentes estrechos que, densamente ocupados
y organizados en profundidad, impidiesen la transformación de la lucha en un
desgastador combate estático. Esta concepción y ese espíritu ambicioso logrará
fructificar y, por lo tanto, resolver decisivamente la batalla.
El enfrentamiento se atuvo a una
constante iniciativa de ese bando, que supo acumular fuerzas y mantener un
dominio absoluto del aire articulado sobre una eficaz cooperación aero-terrestre (excepción del algún fallo que terminó en
experiencia desagradable). Actitud de aguante y esporádica aparición de la
aviación propia, descoordinada con el esfuerzo de las tropas (ejemplo inaudito
es la captura de los cuatro aparatos escuela que aterrizaron en pleno momento
crítico de la pérdida de Mas de las Matas), fue la respuesta popular. Estas
disposiciones conllevaron, para los nacionales, atacar mediante una detallada
planificación previa jalonada por la consecución diaria de los objetivos; no
perder la libertad de acción y mantener una fuerte voluntad de vencer. Frenar y contraatacar aspirando a quebrar ese
espíritu y ganar tiempo pero sin proyección estratégica ulterior, fue el del
Ejército de Maniobra.
El Cuerpo de Galicia avanzaba con dos
grandes unidades en primera línea y una tercera en segunda, adecuando su
progresión con las colaterales de otros grandes cuerpos. A su vez, la 4ª de
Navarra se dirigía con una brigada por el centro para atravesar y posesionarse
del objetivo principal flanqueada por las otras dos, que tomaban las alturas
dominantes y cortaban las vías de comunicación a retaguardia de aquél. En la
planificación se contemplaba así mismo el descenso, cruce de los obstáculos
fluviales y subsiguiente toma de las orillas opuestas donde establecer una
cabeza de puente reteniendo las cotas circundantes. Esto, en la práctica,
resultó sencillo dada la rapidez y efectividad en la ejecución, lo que provocó
al descolocamiento de los defensores populares.
Por su parte, el de Maniobra organizaba
su frente en torno a los dos centros de resistencia creados el 15 de marzo y en
responsabilidad de los XXI y XXII cuerpos que, lógicamente, basaron su acción
sobre la modelación del terreno y la capacidad de respuesta inmediata, potente
y proyectiva. Esta dependía de los recursos en medios y personal (la división más desgastada se consideraría
reserva y, a la vez, una de sus brigadas constituiría la de Ejercito), más la
combinación y eficacia de los fuegos artilleros y la actuación de los
destacamentos motorizados.
En el plano táctico del
ataque nacional se pueden apreciar unos puntos comunes. Así, el acercamiento
hacia las zonas de espera se realizaba con discreción y aprovechando la oscuridad,
tal y como se ordenaba por el CEG: “Las unidades realizarán la marcha
preferentemente de noche y se dispondrán en la zona de concentración en la
forma más diseminada y disimulada posible, procurando para facilidad del
abastecimiento y despliegue queden no muy alejadas de carreteras o pistas
automóviles”.
Los ataques se
iniciaban al amanecer y raramente duraban más de la medianoche. En ellos se
consideraba fundamental la señalización de las posiciones ocupadas y de las
avanzadas de las unidades en combate, sobre todo atendiendo a la cooperación
aérea: “Se recuerda la necesidad imperiosa de jalonar cuidadosamente la situación
de las fuerzas de primera línea al presentarse la Aviación propia. Se cuidará
de señalar con Banderas Nacionales las posiciones que se vayan ocupando”. Una
de estas unidades con bandera fue la rechazada por los carros blindados
gubernamentales.
Para los republicanos,
la clave de la resistencia ante los esfuerzos enemigos consistía en superar la
preparación artillera. La serenidad ante la metralla conducía a frenarlo con
facilidad, dado el intrincado terreno, y a mantenerse dispuestos para activar
una sucesión de contraataques eficaces y mermadores con los que, previniendo
las pérdidas de posiciones, obstaculizar el momento crítico consiguiente: la
consolidación adversaria en ellas. Decía una orden del Ejército de Maniobra del
21 de marzo:
La experiencia ha demostrado que la parte difícil en los ataques
enemigos es resistir su preparación artillera. Este debe conseguirse en un
terreno sin reorganizar, como el nuestro actual, con una diseminación máxima
sin perder el enlace entre las unidades pequeñas. En esas condiciones la acción
de la artillería y la aviación será casi nula y la infantería enemiga
fácilmente rechazada sobre todo si el ataque lo realiza sin tanques como en el
día de hoy. Al respecto, un parte del jefe del XXII Cuerpo al coronel Menéndez comunicaba
(11’30 horas del 14 de marzo): Las
fuerzas se han replegado durante la preparación, volviendo a ocupar las posiciones
una vez terminada ésta. Ha habido bastante fuego de fusilería y fusil
ametrallador.
En general, las obras defensivas se
basaban en líneas de trincheras en zonas clave (conjunto de alturas, puntos
críticos y vías de comunicación) y
obstrucciones. Deberían establecerse junto a destrucciones en zona dispersa para evitar atraer los fuegos de Artillería,
acompañadas del mayor número de defensas
accesorias encaminadas a impedir y retrasar la marcha de elementos motorizados.
Para ello trabajarán todos los batallones
de Zapadores y Obras y Fortificaciones y dos quintos de la Infantería,
perfeccionándose sin interrupción.
Según el Boletín de Información de la
4ª de Navarra correspondiente al 22 de marzo, los principales trabajos
populares se localizaban en torno a La Ginebrosa y Morella. Por ejemplo, en
aquella existía un conjunto atrincherado de casi dos kilómetros y a caballo
sobre la carretera que presentaba “fuerte alambrada” y nidos de ametralladora
“con perfecto dominio sobre el terreno”. Morella comprendía “bastantes obras de
fortificación” que formaban un sistema de “blokaus” conectado
con “numerosos emplazamientos para artillería de pequeño y mediano calibre, al
igual que con muchos nidos de ametralladoras enfilados sobre la carretera a
Alcañiz”; además, cortaba el paso y enlazaba varias zonas minadas.
Sobre los contraataques, el segundo eje
de la disposición combativa del Ejército de Maniobra, continuaba aquella
directriz: Ha de ser norma general de los
Jefes de pequeñas unidades (batallón y
compañía) recuperar por propia iniciativa las posiciones que pierdan realizando
contraataques decididos y rápidos sin dar tiempo a que el enemigo se reorganice
en las mismas. Por ejemplo, los jefes de la 47 división y 220 brigada mixta
recibían una orden el 24 de intentar con
las reservas golpes de mano antes del amanecer para recuperar el Vértice
Costado y Morrón respectivamente. En cuanto a su concepción, el Estado Mayor
del XXII Cuerpo prevenía el 21 de ese mes:
Se recuerda la necesidad de evitar los ataques frontales, realizándolos
siempre que sea posible de flanco o de
revés por desbordamiento.
Respecto a la
utilización de las Armas, la infantería fue considerada como núcleo ejecutor
por los dos contendientes a la cual se subordinaba todo el esfuerzo colectivo.
La artillería se demostró fundamental (las diversas órdenes le dedican buen
espacio), advirtiéndose un uso eficaz por ambos bandos; a notar las acciones
antitanques en sus usos principales (varios carros blindados dieron cuenta de
ello) o secundarios como refuerzo (de ello hablan los partes nacionales). Sobre
el trabajo de ingenieros, si los republicanos se enfocan a obstaculizar y proteger,
los nacionales se dedican a desembarazar, levantar, desviar y adecuar rutas e,
importante aplicación, a apoyar el progreso de los carros.
.El empleo de las fuerzas acorazadas
A lo largo de esta
serie de combates, observando la actuación de las unidades acorazadas
(rueda/cadena) culminada en el choque de Mas de las Matas, es patente también
la subordinación en su empleo a la acción de la infantería en los ejércitos
enfrentados; las distintas órdenes remiten a un apartado especial las misiones
asignadas a los vehículos, siempre en beneficio de aquella. Además los distintos elementos acorazados se diseminaban:
hay una compañía reforzada (determinada como grupo) en el Cuerpo de Galicia
que, eso sí, suele combatir reunida; y hay una considerable cantidad en el
Ejército de Maniobra, también distribuido por compañías que, así mismo, tal y
como hablan los partes nacionales, en algunos episodios parecen actuar reunidas
(ocho a trece vehículos) y combinadas (carros de combate junto a carros
blindados).
La orientación táctica es diferente en
cada uno de los dos bandos, condicionada por la disposición general en el combate y el
factor terreno. El ejército nacional
mantiene desde un principio un ímpetu ofensivo limitado principalmente por lo
geográfico; secundariamente por la calidad de las tropas enemigas (desde luego
superiores en actitud luchadora a sus compañeras del medio Aragón). Por lo
tanto, los vehículos se utilizarán en tareas dinámicas: un ejemplo es que antes
del inicio de la gran ofensiva, el Cuerpo de Ejército de Galicia indicaba al
grupo de carros afecto, con base en Armillas, que tras subir y ocupar una
posición enemiga, avanzara en lo posible por un camino para “ejercer su acción
de flanco por el fuego y aplastamiento”.
El de Maniobra, resuelto a contener y
quebrar al adversario mediante contraataques, utilizará sus acorazados como
último freno aprovechando su armamento y movilidad. En esta misión son los
carros blindados los que alcanzan, calladamente, el protagonismo (cabe suponer
que como elementos finales de la resistencia y actuando pegados a las vías de
comunicación). Además se les da a todos los vehículos un gran valor como
revulsivo moral, tal y como se pretende en la organización de los destacamentos
motorizados, creados con urgencia pero con acierto al asumir el mando
republicano el ágil tipo de combate que estaba marcando el nacional (principalmente
en la zona del medio Aragón-Cataluña, el eje del Ebro).
La instauración de estas unidades
supone la confirmación de un cambio de mentalidad en la doctrina acorazada
popular pues se recurre a la explotación lógica de las características
(movilidad, potencia de fuego y protección) de fuerzas pequeñas y equilibradas
para realizar acciones propias de la Caballería mecanizada, y cuyas entidades
correspondían a las patrullas de esta Arma. Por todo ello hay que destacar la
implantación de los referidos “destacamentos” en el ejército gubernamental, si
bien apenas novedosa pues ya en 1927 el Reglamento Táctico de Caballería (referencia
para los dos bandos en guerra pero con las modificaciones que la experiencia
demostraba), trataba de la cooperación de los “auto-ametralladoras-cañón” con
los carros de combate. Dicho texto prefería sobradamente a los primeros y les
asignaba misiones de enlace; servicios de descubierta y seguridad; intervención
rápida y eficaz sobre los puntos débiles y los flancos del enemigo; acoso
mediante la persecución y, durante la retirada, ejecución de contraataques
rápidos para sostener “hasta el ultimo momento la posición de repliegue”.
Los dos únicos reparos observables en
los citados destacamentos son, por un lado, la nula atención a la protección
aérea y a un mínimo apoyo de fuego indirecto y rápido (morteros); por otro, la
desconexión táctica con escalones superiores pues los batallones de carros no
actúan como tales sino como generadores de unidades elementales (raramente de
entidad superior a la compañía) en beneficio del mando o de los infantes, sin
planificar reacciones de mayor entidad y, en consecuencia, careciendo de relevancia
resolutiva al no explotar el choque en masa.
Durante el mes de mayo del 38, la
capacidad ofensiva de los carros populares sólo es atendida en una orden que
los relega, en virtud de la orografía, a una misión de mero apoyo móvil de
fuego. Así, en el contraataque entre Berge y Molinos, teniendo en cuenta que la artillería no podrá apoyar los movimientos
por la distancia excesiva a que se encuentra y que las características del
terreno dificultarán los movimientos de los tanques, se señala la conveniencia
de que estos se empleen como artillería de acompañamiento inmediata. Por eso preveía el XXII Cuerpo, al insistir a
los infantes en el cuidado de los flancos, su utilización como plataformas de
fuego protegidas y móviles hasta que el
terreno se encuentre organizado para la defensa. Esta orientación no sería
exclusiva de los republicanos pues también en los nacionales se dio ese uso,
tal y como se ordenó a la misma 5ª compañía de carros ligeros protagonista de
este artículo en el fracasado ataque a Villavieja (Castellón, julio de 1938).
.Los carros blindados
Respecto a su personal,
demostró una cualificación óptima fruto de una formación adecuada ligada a la
práctica bélica. Especializado en los distintos puestos del vehículo, participa
en combates terminantes durante prolongados periodos de choque, siempre en
vanguardia o en contacto con su enemigo, y se activa para diversas misiones
(reconocimiento, retardamiento, enlace, protección y
la oficial y constante de impedir a toda
costa la penetración). Destacan, en el episodio del rescate del blindado
tocado, la voluntariedad de los participantes, los dos tenientes jefes de
vehículo implicados y, desde luego, la impresionante actitud del tirador.
Las tripulaciones protagonistas
de la 1ª compañía citadas por el comisario estaban compuestas por el teniente
Ernesto Doural Campo y su conductor Alejandro del
Castillo; el teniente Facundo Dorado Sánchez y los conductores Antonio Mayer,
Antonio San Segundo y Gaspar Murillo más el tirador Agustín Merchán. En la tercera
compañía lo fueron el teniente Nicolás, el sargento Navarro y el conductor
Manuel Ortega.
El teniente Doural había confirmado su empleo para campaña en “Carros
de Combate” por el tiempo de duración de la misma, en el diario oficial del 7
de agosto de 1938 y con antigüedad del 29 de septiembre del año anterior, mes
en que aparecía como soldado en la plantilla de la segunda compañía del tercer
batallón de la Brigada de Blindados, localizada en Caspe. El teniente Dorado,
en ese mismo mes y lugar, era sargento en la tercera; en ella, un compañero
suyo era el sargento Emilio Navarro Bernabeu, donde
continuaba durante los sucesos del 38.
Respecto al personal desmontado,
evadidos se dieron en los dos bandos aunque en mayor proporción en el republicano,
al igual que ocurrió con en el número de prisioneros y de bajas; así,
reconocería el XXII Cuerpo los muchos
desertores de nuestras filas en promedio hasta el momento de dos diarios.
Para intentar paliar lo concerniente a esta cuestión junto a la disciplina y la
voluntad de combatir, el coronel Menéndez ordenaba: los Jefes de los Cuerpos de Ejercito adoptarán medidas rigurosas para
impedir cualquier flaqueza de las tropas.
No faltaron desde luego los episodios
de valor, resaltados especialmente por los partes nacionales. Una muestra del
sacrificio en este ejército fueron las no pocas bajas ocurridas entre jefes y
oficiales superiores, las rutinarias de oficiales subalternos (tenientes,
alféreces) y de sargentos y, evidentemente, las de su tropa. Actitudes heroicas
entre ésta serían publicadas en las órdenes generales.
Por parte popular, la moral mermada de
los infantes, en contínua actitud defensiva pareja a
la ejecución de duros y sangrientos contraataques, no empañaba las indirectas
alusiones en los partes de la Navarra a sus logradas resistencias y reacciones
en ciertos episodios, si bien se aprecian algunas acciones negativas que, más
que derrotistas, son producto de la descoordinación subsiguiente a éxitos
tácticos nacionales como el rápido cruce del Guadalope y el posterior
envolvimiento de su otra orilla. Dirá Armiñán tras los combates de Mas de las
Matas: “La operación de ayer logró romper el frente, y hoy corremos detrás de
ellos, porque hoy sí es verdad que “chaquetean”.
Nada de esta desazón y debilidad momentánea
se advierte, sin embargo, en las tripulaciones blindadas, cuyo principal motivo
pudiera deberse a su voluntariedad y a la confianza en el vehículo y, quizás,
al estímulo de sentirse soldado diferenciado. No se olvide que para el mando
republicano los destacamentos motorizados exigían audacia e iniciativa, valores
que relacionaba directamente con la juventud, y que además esperaba sirvieran
de ejemplo y de revulsivo moral para la infantería. Caso a estudiar sería el
número de T26 abandonados sin apenas señales de esfuerzo combativo.
En cuanto al vehículo (más
que probable el UNL) es apreciable su vulnerabilidad al fuego de fusil
(disparos en las ruedas) aunque parece encajar con cierta probabilidad de
supervivencia los impactos de amas contracarro.
Sobre la experiencia
bélica es observable la confusión de frentes (no obstante ser la zona en
conflicto bien caracterizada) y la acción nocturna para la recuperación de vehículos
averiados y de personal. También la cooperación con los carros T26 (demostrando
así lo acertado de la simbiosis entre estos dos medios); la aparente falta de
transmisiones vehiculares; la eficacia de las baterías antitanques y la
necesidad de la logística de mantenimiento y reparación (las bases de carros se
ubicaban muy próximas a los PC de las grandes unidades). Por último, el
constante temor gubernamental al envolvimiento y cortes de salidas efectuados por
la infantería nacional, fruto, desde luego, de los numerosos episodios
populares que se desprenden de lucha sin apoyo de tropas propias y
exclusivamente con los medios acorazados. Por eso, cualquier descoordinación,
avería o desorientación en el escenario de la batalla condicionaba sobremanera
la supervivencia del vehículo y de su tripulación.
Es posible concluir que la participación
de estos blindados se enmarcase dentro de la efectuada por los ya referidos
destacamentos motorizados, en todo momento bajo la omnipresente aviación
adversaria, que relevó muchas veces a una artillería imposibilitada, en no
pocos casos, de seguir la progresión de la Navarra bien por la rapidez de las
vanguardias bien por el condicionante terreno: “ha sido la aviación la que ha
la ha suplido para apoyar el avance...los bombarderos llegaban donde las del
15, los “rayos”, a la altura y esos
cazas, unas veces ametrallando y otras en límite del azul” escribiría Armiñán.
No obstante parece inefectiva como cazacarros, a
pesar del ametrallamiento directo sufrido por un carro blindado o de que este
testigo valorase “un ataque de carros rusos que han retrocedido ante la tenaz
persecución de los pájaros”.
EL CAMPO DE BATALLA
La quebrada y
espectacular zona del Bajo Aragón preside y determina hoy el paso por su tierra
del solitario viajero (como en su día lo hizo con el soldado), perdido entre
cerros y sierras rotas, pedregosas o cubiertas de verde matorral, arbolado de
montaña, olivares o, simplemente, la nada. Lo trabajado por el agricultor
inspira sensación de presencia humana y los ríos, álito
de vida, y las carreteras, guías en la marcha, sirven de referencia dentro de
la sensación de soledad que logran romper un tanto los pueblos de color tierra;
bien en alturas bien alargados sobre ellas, constituyen auténticos puntos de
reposo. Poco ha cambiado la natura de la comarca desde el 38 si bien, lógicamente,
han mejorado los accesos y en general, las condiciones de vida.
En aquella época el
análisis nacional de la viabilidad de las rutas decía que la carretera desde
Alcorisa a Aguaviva, de tercer orden, poseía curvas algo pronunciadas y
notables desniveles, quedando entre terreno lateral fuertemente ondulado y en
parte cultivado. La accesible colina
llamada Cuesta del Caballo entre Alcorisa y Mas de las Matas, que dominaba el
oeste el valle del Guadalope, estaba cubierta de olivos. Conectada a esta
carretera había por entonces numerosos caminos secundarios que, como los de Castellote
y Las Cuevas de Cañart, eran de trazado difícil y
accidentado.
La carretera de Aguaviva a Zorita se
desenvolvía en un llano delimitado por montaña, con extensas franjas de bosque
y curvas peligrosas. La de Zorita a Morella
superaba fuertes desniveles, con pendientes acentuadas y era dominada
desde relieves accidentados y cubiertos de bosque.
Dos puentes destacaban
sobre un conjunto de obras pequeñas: uno sobre el Guadalope de tres arcadas de
18 metros de luz por 4, 40 de altura; otro, el de Zorita, con numerosas arcadas
sobre el río Bergantes. El resto de obras provocaban interrupciones de cierta
importancia como los puentes suspendidos a notable altura sobre el fondo de los
barrancos.
Pocas señales a pie de
camino quedan de lo sucedido aunque no pocas deberían encontrarse husmeando por
los riscos, crestas y montes pegados a la vía que une Mas de las Matas con
Calanda (zona de La Ginebrosa-El Chorrador) y donde
los de la Navarra afirmaban la existencia de un par de kilómetros de trinchera
con blocaos. Monumentos recordatorios de los vencedores (ya sin placas
identificativas) se encuentran en la carretera Alcorisa-Mas de las Matas (una
cruz al arcén izquierdo y muy próximo a la última población); otro, tipo
monolito, a la entrada de Aguaviva desde la Ginebrosa, en un promontorio donde
hay una antena repetidora; uno más en Foz de Calanda (también un pequeño
monolito aunque de matiz religioso).
Fundamental en los
combates, dado lo difícil de los pasos por el abrupto terreno, eran los
puentes. Identificables son, por estar en uso y desde luego mejorados, el de
Alcorisa a Andorra sobre el río Alchozasa
(posiblemente el que volaron los populares una vez pasaron los T26 que
jalonaron los blindados en su retirada), desde el que además se vislumbra la
vía férrea abandonada con las pintorescas estaciones de Andorra y Alcorisa; y
el de Mas de las Matas a Aguaviva, pegado al primer pueblo. Otro es el que
desde esta segunda localidad salva el Bergantes para llegar a La Ginebrosa, y
que aún mantiene varios escudos del régimen del general Franco y uno de la
Falange.
Entre los ya no utilizables por haberse
abandonado destaca el que unía Alcorisa con Mas de las Matas, en el kilómetro 3
y objetivo del envolvimiento nacional al primer pueblo. Desde luego, encajonado
entre las alturas de Valdemata y Comenchas
se significaba como vital para dominar la larga pero fácil caída hacia Mas. Este
y su zona circundante fue el sector donde los populares pretendieron frenar el
ataque a ese pueblo situando orugas y blindados además de intentar volarlo
infructuosamente, tal y como databan Armiñán y la Navarra: los ingenieros
habilitaron un paso alternativo para los acorazados legionarios. La antigua
carretera hace curva en ascenso y se rompe bruscamente en el kilómetro 5 por el
socavamiento del moderno asfalto. Cruzado, es comprensible que desde la zona de
Mas de las Matas, y sobre todo desde los cerros ente esta población y Aguaviva
(Galderes y Zocs), los
defensores atisbasen y localizasen fácilmente y con antelación el movimiento y
despliegue ofensivo nacional: cañones contracarro,
artillería y acorazados gubernamentales estarían pendientes, con buen campo de
tiro, de la aproximación ofensiva.
A falta de huellas el
instinto suple el resto. Bien comprensible es la global maniobra de la Navarra
y así mismo las vicisitudes de los blindados populares, aferrados a pie de
carretera o camino con el temor a verse copados (y desde alturas para ellos
insuperables), por las compañías de infantes de las brigadas envolventes de los
principales objetivos: ejemplo, las lomas dominantes de Aguaviva sobre Mas de
las Matas.
Con un poco de tiempo el curioso puede
acercarse a Torrevelilla desde Calanda y asumir lo
dificilísimo del avance italiano a dicha localidad pues la aproximación queda
totalmente encajonada en montaña y es susceptible de permanente emboscada, tiro
a quemarropa y obstáculo infranqueable para los acorazados: lógicamente cayeron
varios vehículos legionarios. Del mismo modo, sumado a una imponente
espectacularidad, es el valle a Zorita, desde donde tanto tiró la artillería
republicana contra las posiciones que iban tomando paulatinamente los
nacionales en la sierra de Valbora para caer a la
carretera de Alcañiz-Morella. Así mismo es deducible el aprovechamiento del
terreno para la maniobra acorazada y, en definitiva, el dominio de las líneas
de comunicación, aunque más difícil es explicarse cómo la defensa no fue aún
más férrea y extrema. Desde esta óptica, la vías Alcorisa a Andorra y Calanda,
la citada caída a Mas de las Matas con todo el espacio abierto al norte (zona
de Mansibles) y al sur de la carretera (posible
localización del aérodromo), junto al ensanchamiento
entre Aguaviva y las cotas que protegen La Ginebrosa, centran el interés pues
ofertan posibilidades al movimiento rápido y desbordante, como así se desprende
de los distintos episodios ocurridos. En las primeras carreteras es fácil
ubicar las posiciones de vigilancia y espera de los blindados y T26 populares;
en la zona abierta de Mas-Aguaviva, las acciones de fuego de estos contra la 5ª
acorazada legionaria. Intuible es el protagonismo contracarro y artillero frente a las evoluciones de los
adversarios y hasta las averías de los vehículos (causa de no pocos abandonos
de carro) (4).
En fin, si de por sí es
motivadora, impactante y aleccionadora la búsqueda de la experiencia histórica
humana en el marco del sufrimiento que ocasiona una guerra, ésta se adorna, en
el caso presente, con el entorno natural de la zona de conflicto. Y aún más si
en Foz de Calanda uno se encuentra con Laureano, un sufrido zagal de 90 años,
sargento del batallón Konsomol y combatiente en Zuera
y Pandols. Y recio como pocos con muchas menos
primaveras.
FUENTES
Variadas han sido éstas
si bien se concentran la mayoría en las documentaciones nacional y roja del
Archivo Histórico Militar de Ávila,: son los legajos referentes a órdenes
generales y de operaciones, y boletines
de información del Cuerpo de Ejército de Galicia y 4ª división de Navarra,
Ejército de Maniobra, XXII Cuerpo de Ejército, 47ª división popular y,
especialmente, el 1014 del armario 68, carpeta 12, documento 2 titulado Brigada
de Carros Blindados, “Operaciones de Alcorisa-Calandas”;
“El comisario al Sr. Comisario del XXII Cuerpo de Ejército” con fecha de 29 de
marzo de 1938.
Los historiales de la
compañía de carros legionaria se resumen en Heráldica e Historiales del
Ejército, tomo VI, Infantería, Madrid, Servicio Histórico Militar, 1984.
Para las tripulaciones de los carros populares hay que acudir a los listados de
pagaduría depositados en el Archivo Histórico Nacional, sección Guerra Civil, de
Salamanca, serie Político-Social Aragón, Brigada de Carros blindados.
En cuanto al apoyo hemerográfico,
se basa en Heraldo de Aragón de marzo
de 1938 y la “Cronología de la Aviación Militar española” en Revista de Aeronáutica y Astronáutica
(nº 721, marzo 2003). A estos fondos
complementan los partes de guerra de los dos ejércitos.
Interesante como
descriptor de la zona del Bajo Aragón marco de los sucesos resulta Bajo el
cielo de Levante: la ruta del Cuerpo de Ejército de Galicia de Luis de
Armiñán, Madrid, Ediciones Españolas (sin fecha), resumen del conjunto de
artículos que aparecieron publicados en el ya citado Heraldo de Aragón.
NOTAS
(1). A lo
largo del texto se advertirá la diversidad de denominaciones para los carros de
combate. A excepción de la propia de “acorazados”, se han respetado las
originales y que confirman que, por entonces, en los dos bandos, el elemento
acorazado era aún una máquina todavía en experimentación. Los populares fueron
los que con más profusión emplearon la palabra “tanque” si bien a los blindados
los llamaban “carros”. No obstante es muy variada la terminología que se
observa: tanquetas, carros de asalto, carros-cañón, orugas, de protección o
acompañamiento en ambos bandos. De igual modo ocurre con los cañones contracarro, más extensamente calificados como
“antitanques”. Las órdenes generales nacionales hablan con más homogeneidad de carros
de combate mientras que las del Ejército de Maniobra mezclan por igual ese
término con el más profuso de “tanque”.
Con intención de
respetar la percepción histórica, se ha pretendido hacer de los textos
originales elementos claves e integrados en la descripción de lo sucedido por
lo cual, para no hacer extensísimo el apartado de las citas, se han puesto en
cursiva los procedentes del ejército popular y entre comillas los del nacional.
(2). En
efecto, el 21 y el 22 la 11 división popular soportó a la infantería nacional,
que atacaba intensamente apoyada con
tanques ese pueblo y los kilómetros 6 y 8 de la carretera a Calanda; a
última hora de la tarde del 22 el boletín del Ejército de Maniobra hablaba de
un nuevo rechazo de los carros enemigos consiguiendo incendiar uno enemigo y averiarse otro.
(3). Cuerpo de Ejército de
Navarra, 4ª división. EM. Castellón, 18
de julio de 1938. El general Jefe de la División al General Jefe del Cuerpo
Ejército de Galicia:
“Excmo. Sr: ...en contestación a su
telegrama postal de fecha 14, que durante el tiempo que la 5ª compañía de
Carros afecta al Cuerpo de Ejército, estuvo agregada a esta División, actuó
siempre con honor, destacándose su comportamiento el día 25 de Marzo de la
ocupación de Mas de las Matas, en que actuó brillantemente”.
(4). De
hecho, un mes más tarde (el 22 de abril), un carro blindado de la tercera
compañía quedó completamente destrozado
en el kilómetro 224 de la carretera Zaragoza-Castellón, según informaba el
teniente coronel jefe de la primera brigada en que se encuadraba, Julio Parra,
al excelentísimo señor general jefe de
los ejércitos de la zona no catalana. El vehículo fue recuperado por una
grúa evitando su captura.