Cazarabet conversa con... Fernando
Zorrilla, coordinador del libro y del proyecto “Tierra de Centenarias” (Comarca
del Bajo Aragón)
Las oliveras que
pueblan el Bajo Aragón, majestuosos y suntuosas se dejan contemplar en un libro
editado por la Comarca del Bajo Aragón.
Cazarabet
conversa con Fernando Zorrilla:
-Amigo Fernando,
¿qué es Tierra de Centenarias… porque es algo más que estos preciosos y
majestuosos árboles de cientos de años que nos proporcionan el “oro líquido” y
que además se entretejen entre la belleza, cierta extrañeza, desafío,
templanza…?
-Tierra de Centenarias es un homenaje a la
Olivera, como símbolo identitario de la Comarca del Bajo Aragón que desde hace
siglos forma parte de la idiosincrasia de este territorio y de sus gentes...
-Los olivos del Bajo Aragón, ¿qué
significan para su gente, sobre todo para aquellas y aquellos que los trabajan?
-El olivar ha sido, y es, un sustento esencial
en la economía de muchas familias del Bajo Aragón Histórico, una pieza
fundamental en torno a la que se ha desarrollado nuestra sociedad rural
-El Bajo Aragón, ¿desde cuándo es
tierra de estos olivos tan majestuosos?
-Sería presuntuoso por mi parte datar el
origen de los primeros olivos en estas tierras, aunque los estudios llevados a
cabo por acreditados arqueólogos aseguran que ya en época romana se prensaba y
almacenaba aceite en asentamientos como la Loma del regadío en Urrea de Gaén o El Palao de Alcañiz
-De todas formas, a nuestro alrededor
todos los territorios vecinos con tierras han empezado a reivindicar esos
verdaderos patrimonios naturales…
-Es cierto que cada vez más territorios se
suman al reconocimiento y al respeto a un árbol que tanto nos ha aportado a lo
largo de la historia, aunque cada uno lo hace de diferente manera. Tenemos
ejemplos como Olearum, AEMO y Olivares vivos,
asociaciones ligadas a Andalucía cuya finalidad busca la defensa del olivo y su
patrimonio. Algo parecido ocurre con la Taula del Sénia que ha catalogado
decenas de grandes ejemplares. En Aragón el proyecto Apadrina un olivo en Oliete y las comarcas de Belchite, Moncayo y Somontano
también tratan de promocionar las virtudes de sus aceites. Tierra de
Centenarias, ha tratado de aportar un reconocimiento a la figura de la Olivera
como árbol, relacionándolo con el extenso patrimonio oleícola y especialmente a
través de la catalogación de sus grandes y escasos ejemplares.
- Pero son algo más que “patrimonio
natural”, son también memoria y patrimonio del trabajo…
-Claro que sí, por ello en la publicación
hemos querido reconocer esas otras facetas que son inseparables de la figura
del árbol como tal
-Fernando,
explícanos cuál fue la génesis de este libro…cómo se pensó, se fue gestando y
fue tomando forma…
-A lo largo de estos últimos treinta años he
tenido la posibilidad de editar numerosas publicaciones, bien en solitario bien
rodeándome de valiosos colaboradores, y casi todas ellas relacionadas con el
medio ambiente aragonés. La semilla y embrión de este proyecto tiene su origen
en 1995 precisamente con la publicación de una de estas publicaciones. Fue entonces
cuando tuve la oportunidad de coordinar y publicar el libro “Árboles Singulares
del Bajo Aragón Histórico” con un amplio grupo de colaboradores. En esa
publicación ya se citaban algunos ejemplares de grandes oliveras, algunas de
las cuales ya han desaparecido. Quedó pendiente entonces el realizar un
apartado exclusivo para el olivo ya que sabíamos que la riqueza de ejemplares
en este territorio es extensa, y finalmente, 25 años después, tuve la ocasión
de presentar un proyecto que aprobó y apoyó el grupo Leader, Oliveras
Centenarias, que englobaba varias actuaciones en defensa de estos grandes
ejemplares y que ha tenido su continuidad con el actual proyecto Tierra de
Centenarias.
-Estaba más que claro que queríais que
la fotografía, la ilustración tuviese un lugar muy protagonista, ¿verdad?
-Sin lugar a dudas. Las publicaciones en las
que he venido participando siempre han tenido un componente divulgativo. La
imagen siempre facilita la ameneidad, dando un
enfoque más atractivo a su consulta y lectura.
-¿Qué edades tienen
estas oliveras centenarias? ¿cuál es la que más edad tiene y cómo se determina?
-Este es un tema un tanto polémico, y por ello
hemos querido que quienes nos trasladaran sus conclusiones fueran los expertos
en endrocronología ya que conocen bien la forma de
datar la edad de los árboles. Lo que ocurre es que en el caso de las grandes y
viejas oliveras esto es bastante más complicado por la propia fisonomía del sus
troncos deformados, huecos y enrevesados. Es por ello que se ha utilizado la
combinación de varias técnicas, desde el C14, a la barrena de Pressler y fundamentalmente, a la elaboración de un patrón
mediante la toma de numerosas muestras y datos, que han conseguido establecer
una aproximación de la edad de estas oliveras seleccionadas. Las conclusiones
obtenidas nos indican que la mayor parte de las oliveras catalogadas tienen
entre 600 y 800 años de edad, aunque existen casos muy concretos que sobrepasan
el milenio.
-Pero claro, no todos los olivos son
de la misma variedad… ¿cuál predomina aquí? ¿por qué?
-Aunque no era uno de los principales datos a
obtener, el hecho de comprobar como muchos de los grandes ejemplares no se
correspondía con la variedad empeltre, nos hizo estudiar más a fondo este tema.
Y aunque el empeltre, por motivos históricos, esta omnipresente en todo el Bajo
Aragón, ha resultado interesante comprobar la existencia de otras variedades
tradicionales. Algunas de ellas las hemos identificado mediante el análisis
genético que se ha llevado a cabo en la Universidad de Córdoba. Es el caso de
la Manzanella del Mezquín,
variedad “bautizada” para esta zona, ya que estaba sin catalogar en el banco de
germoplasma de esa Universidad. Otras denominaciones recopiladas tienen que ver
con variedades tradicionales y antiguas: morcal, basta, mixonera,
mansanella, cerullal, roya,
farga, rebuxenca, negrilla,
bordizo...y por supuesto la
empeltre.
-¿Qué localidades
del Bajo Aragón esconden estos tesoros gigantescos?
-Desde el punto de vista de la existencia de
grandes ejemplares destacan municipios como Berge, La
Ginebrosa, Las Parras, Belmonte o La Codoñera. Otros municipios son también muy
interesantes como Torrevelilla, Aguaviva, Alcorisa…
Generalmente donde ha llegado más tarde la transformación agrícola y donde ha
existido una presión menor es donde más se han conservado estos grandes
ejemplares.
-Se han
establecido rutas, ¿qué nos puedes decir? ¿qué destacarías de las mismas?
-Las rutas diseñadas para la comarca del Bajo
Aragón han intentado promocionar diferentes aspectos del patrimonio olivarero
bajo la figura de alguna de las grandes oliveras catalogadas y con la intención
de complementarse con otros aspectos. Son cuatro las rutas establecidas. La ruta
de la Olivera de Cervera se desarrolla por el término de Belmonte de San
José y une el conjunto singular de las oliveras del Clot con la visita a la
primera olivera declarada en Aragón como árbol singular, la olivera de Cervera. En el caso de la ruta de la Manzanella, se visitan varios ejemplares de esta
variedad en las localidades de La Codoñera y Torrevelilla,
donde podemos visitar la sala dedicada al olivo en el museo local. La ruta
de las almazaras realiza un recorrido por los antiguos molinos de Jaganta, Aguaviva y La Cañada de Verich,
visitando estos oleoespacios. La ruta se completa con
la visita a las impresionantes oliveras del Mas de Conesa, en el término de Las
Parras. Por último, Entre cabeceros y oliveras, recorre gran parte del
término municipal de Berge, alternando la visita de
la espectacular Olivera de Romero y otras, con los grandes ejemplares de chopos
cabeceros. Todas las rutas están planificadas en poblaciones que en ningún caso
superan los 500 habitantes y poseen menos recursos turísticos.
-Bien, ¿qué es lo que os ha
sorprendido más al poneros a trabajar sobre estas tierras centenarias…de
oliveras centenarias…porque, aunque seamos vecinos del Bajo Aragón a veces
desconocemos nuestros grandes rincones para conocer sin embargo los que se
encuentran a muchos kilómetros---sin desmerecer a ninguno---¿
-Sí, para mí no ha sido nada nuevo visitar
esos rincones cercanos a los que les he dado siempre la importancia que creo
que se merecen. Ahora, motivado por la pandemia, parece que se ha convertido en
una moda más, que nos ha hecho descubrir o redescubrir el patrimonio local más
cercano, pero no por ello menos importante. Ha resultado sorprendente para
numerosos vecinos de las localidades en donde se encuentran estos grandes
ejemplares, el conocer de su existencia.
-¿Cómo ha sido la
experiencia con la Comarca del Bajo Aragón en la edición y elaboración de este
libro?
-Lo cierto es que la Comarca, por diferentes
vicisitudes, es un espacio que conozco bien y no es esta la primera ocasión en
que colaboro con esta institución. Como siempre, ha sido un placer poder
trabajar con su técnico de patrimonio con el que me une una excelente relación
personal desde hace años y por otra parte, tengo que reconocer que ha resultado
gratificante recibir el encargo para desarrollar esta publicación y la actual
exposición itinerante que se llevará a todos los pueblos de la comarca, así
como el apoyo y la confianza mostrada desde la presidencia y la consejería de
patrimonio en la apuesta por llevar adelante este proyecto tan nuestro, tan
bajoaragonés.
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)