Cazarabet conversa con... Consuelo
Roy Pueyo, autora de “Simón Tapia Colman (1906-1993): una vida al servicio de
la música” (Prensas de la Universidad de Zaragoza)
Consuelo Roy
Pueyo desde Prensas de la Universidad de Zaragoza analiza la figura de este
músico cuya contribución a la cultura en el exilio o desde el exilio
republicano español en México es “gigante”…
Lo que nos
explica el libro: El libro aporta una investigación inédita sobre el músico
español Simón Tapia Colman, exiliado en México tras el devenir de nuestra
Guerra Civil. Reputado compositor, desarrolló su carrera en múltiples facetas y
trabajó denodadamente por la mejora de la cultura musical mexicana. La obra
muestra una mirada distinta de la contienda española y sus consecuencias,
incrementa el conocimiento sobre el exilio republicano y ofrece datos
exclusivos acerca de Simón Tapia Colman y las dos patrias donde se desenvolvió.
Simón Tapia
Colman: no estaría de más informaros en la Wikipedia:
https://es.wikipedia.org/wiki/Sim%C3%B3n_Tapia_Colman
https://dbe.rah.es/biografias/36935/simon-tapia-colman
La autora,
Consuelo Roy Pueyo (Huesca, 1961). Pianista, docente e investigadora. Doctora cum
laude en Educación por la Universidad de Zaragoza y licenciada en Piano
(con Premio Extraordinario), Música de Cámara y Pedagogía Musical. Su pasión
por descubrir tesoros ocultos la lleva a sumergirse en el legado documental y
compositivo de nuestra cultura sonora. De ahí dimanan ponencias, publicaciones,
conciertos y el registro de cinco discos como miembro del Trío Salduie, uno de ellos con la primera grabación en España de
la integral de la obra de cámara con piano de Simón Tapia Colman. Durante tres
décadas ha transmitido sus conocimientos ejerciendo como profesora titular de
Piano en el Conservatorio Profesional de Música de Zaragoza.
Cazarabet conversa con Consuelo Roy
Pueyo:
-Consuelo, lo primero de todo, ¿quién fue Simón Tapia
Colman?
-Simón Tapia
Colman fue un gran músico aragonés y una gran persona. La sólida formación como
músico le permitió desenvolverse en múltiples facetas: fue violinista,
compositor, director de coro y orquesta, pedagogo, investigador, escritor,
articulista, crítico musical, filósofo… Como persona siempre se condujo con
rectitud y honestidad, lo cual es mucho decir. En definitiva, fue una figura
altamente seductora que hace que el libro sea electrizante y se lea con
curiosidad y avidez, según me han confesado algunos lectores.
-¿Por qué una figura tan importante de nuestra música
es tan desconocida en el mundo de la cultura?
-Porque debido
a la guerra civil española tuvo que expatriarse a México y allí se perdió su
huella durante muchos años. Pero eso no solo ocurrió con Simón Tapia Colman,
sino también con la mayoría de artistas e intelectuales que optaron por el
exilio tras la contienda. Durante la dictadura era normal que el propio régimen
los silenciase, ya que habían sido disidentes con él, pero han pasado casi 50
años y el trabajo de gran parte de ellos ha quedado en una especie de limbo del
que hay que rescatarlo cuanto antes. Son un eslabón perdido en la historia de
la música española que hay que engarzar con urgencia con el resto de la cadena
para no dejar ningún cabo suelto. Se están haciendo importantes esfuerzos tanto
en España como en México para sacar a la luz sus nombres a través de artículos,
congresos, grabaciones… Pero hay que seguir en el empeño hasta que se conozcan
y ocupen el lugar que les fue usurpado.
-Consuelo,
¿qué te lleva a acercarte a la vida de uno de los músicos más destacados
del siglo pasado?
-Me
enteré de la existencia de Simón Tapia Colman de manera fortuita. Fue en 2007 a
través de la prensa. Nunca antes había oído hablar de él y me pareció una
figura muy interesante, amén de que sentí algo de vergüenza por mi
desconocimiento. Empecé a hacer averiguaciones para tratar de conseguir su
música con el fin de tocarla con el Trío Salduie,
agrupación de la cual soy pianista. Contacté con la pianista hispano-mexicana
Eva Alcázar, sobrina de Simón, quien me facilitó la partitura de un trío que él
había compuesto. Y ahí empezó mi acercamiento a su vida y a su obra. Desde ese
momento sentí que merecía ser rescatado y reconocido, y me afané en ello sin
saber realmente adónde iba a llegar. Y cuanto más he profundizado en su
estudio, más segura estoy de haber hecho lo correcto. Todas las horas
invertidas, que han sido cientos, como puedes imaginar, han merecido la pena.
-¿Qué te ha llamado la atención de Tapia Colman como
músico?, no sé, quizás algunas características que tuviese éste y que no
tuviese otro....
-Fundamentalmente
su versatilidad y maestría en todos los campos que abordó, así como su
compromiso y honestidad con la música. Como he señalado antes, fue un magnífico
violinista y un excelente compositor, pero también destacó como director (de
orquesta y coros), pedagogo, investigador, escritor, crítico musical,
conferenciante… Sus conocimientos y su capacidad de trabajo le permitieron
desarrollar múltiples tareas, y en todas ellas dejó constancia de su buen
hacer. Supo adaptarse a las circunstancias que le rodearon y demostró arte y
oficio en el conjunto de ellas. No todos los músicos gozan de esas cualidades.
-Y como persona, porque me da que era un humanista de
pies a cabeza, además de ser muy, muy comprometido…
-Desde
niño sintió inclinación por la filosofía, disciplina que le acompañó a lo largo
de toda su existencia. Leyó a filósofos de diferentes épocas y tendencias, y de
todos extrajo aquello que supusiera una mejora para el ser humano. También se
nutrió de las ideas de pedagogos, psicólogos, sociólogos e incluso políticos, y
aplicó sus conocimientos a su vida y a su actividad profesional siempre que
estuvieran en consonancia con ese modo de proceder. Eso le llevó a ser
consecuente con sus pensamientos y sus actos, dando ejemplo de ello hasta en
los momentos más encarnizados de la guerra.
-Tapia
Colman es uno de los artistas exiliados en México que vive de manera diferente
y diferencial, ¿verdad?
Ya en el
buque que le transportaba a México se prometió a sí mismo integrarse en la
nueva patria y honrarla con su trabajo. Y lo cumplió. Jamás se lamentó por lo
perdido y siempre dio gracias por la hospitalidad y los dones recibidos. La
nostalgia por España nunca le impidió valorar lo que la nueva patria le brindó.
Se comportó en todo momento como un mexicano más y se condujo como tal al
margen de los círculos que crearon otros exiliados. Tuvo vínculos esporádicos
con ellos, pero nunca se ciñó exclusivamente a esos ambientes. También es
verdad que, desde su llegada, fue acogido por un sector muy granado de la
sociedad mexicana. Pero él supo estar a la altura y se ganó el cariño y el
respeto de quienes le habían abierto su puerta.
-¿Qué lo caracterizaba como compositor?, quizás tú como pianista lo ves y
lo percibes de otra manera, ¿no?; ¿qué nos puedes decir?
-Como
compositor lo caracterizaban su vasta formación musical, adquirida desde muy
jovencito, y su profundo conocimiento de los recursos compositivos,
instrumentales y orquestales. Eso le permitió hacer uso de todo ello de una
manera realmente eficaz y no quedarse anclado estilísticamente. Con el paso del
tiempo evolucionó desde una estética nacionalista, en la línea de Manuel de
Falla, hasta la vanguardia, creando un lenguaje propio para expresarse y
llegando a inventar un nuevo sistema compositivo que él denominó “núcleos”.
-¿Cómo crees que le afectó su paso por el campo de
concentración en el que digamos fue “el primer exilio”?
Cuando
Simón cruzó la frontera con Francia tras la derrota de su batallón, creyó que
sus problemas habían terminado. Pero estaba muy equivocado. Los dos campos de
concentración en los que estuvo internado fueron una experiencia durísima para
él, comparable con el infierno, según sus propias palabras. Pero supo resistir,
sobrevivir al trato inhumano y superar el horror vivido en ambos. Incluso llegó
a formar una pequeña orquesta con la que daba recitales. Estoy segura de que
nunca perdió la esperanza de su liberación y de que mantuvo sereno su
pensamiento y su espíritu hasta lograrlo. Y, una vez alcanzadas las costas
mexicanas, nunca más habló de ello.
-¿Crees que su vinculación a la CNT y a
la FAI lo “impuso” como derrotado entre los derrotados?
-Simón fue un activista en pro de la defensa de sus
ideales desde su juventud, y no
solo con el pensamiento sino desde la acción. Estuvo siempre en primera línea,
participando activamente tanto en los movimientos y huelgas a los que asistía
como en el frente de batalla. Fue una pieza importante dentro de la CNT y de la
FAI, y sabía que estaba en el ojo de mira de sus oponentes. De hecho, en una
ocasión tomaron represalias contra uno de sus hermanos ante la imposibilidad de
detenerle a él, siendo encarcelado durante cuatro meses.
-Ya en el exilio destaca mucho como compositor y me
llama mucho la atención esa aproximación que, como músico y compositor, tiene a
las culturas precolombinas con la música, ¿qué nos puedes decir?
-Una de
las facetas de Simón Tapia Colman dentro del campo de la música fue la de
investigador. Mostró gran interés por la música tradicional mexicana en general
y por los ritmos y melodías del período prehispánico en particular. Pero su
interés no se limitaba a la recopilación y al estudio de todo ello. Su
finalidad era preservar ese patrimonio y llevarlo a todos los rincones de la
patria. Para ello utilizó dos vías: por una parte, las transcripciones y
arreglos que él mismo realizaba para los coros que dirigía y que programaba en
todos sus conciertos; por otra, la creación de nuevas obras, como fue el caso
del Trío Prehispánico, que compuso
haciendo uso del acervo musical anterior a la llegada de los españoles a México
y que fue interpretado por las más importantes agrupaciones camerísticas.
-¿Cómo lo hace para sumergirse y fusionarse en ellas?
-Como
decía antes, a través de un conocimiento profundo de la cultura indígena
mexicana y de la aplicación directa de sus manifestaciones musicales en sus
creaciones y a través de la práctica coral. Viajó por todo México, inclusive
los más recónditos lugares, y se empapó de cuanto encontró a su paso.
-Dedicas
una parte del libro a la reforma para las enseñanzas de música que pretendió
llevar a cabo en México. ¿Qué supuso y qué repercusiones tuvo?
-Tapia
Colman conocía profundamente el país y valoraba sus fortalezas, pero también
era consciente de sus debilidades. En su opinión, el pueblo mexicano tenía
graves deficiencias en la cultura en general y en la música en particular. Por
eso ideó un ambicioso y detallado proyecto de reforma para las enseñanzas de
música que englobaba, por una parte, a todo el sistema educativo general desde
el jardín de infancia hasta la universidad. Por otro, se proponía mejorar y
dignificar la enseñanza profesional de la música y, por añadidura, de los
músicos, poco valorados en ese momento en México. Quería que su proyecto
tuviera repercusión en la sociedad y pretendía elevar el nivel cultural de
todos los estratos sociales mediante la música. Lástima que el propio sistema,
por causas ajenas a él en la mayoría de los casos, impidiera que la reforma se
llevara a cabo en su totalidad. Pero algunos logros sí fueron posibles.
-Del exilio en México, ¿con quién entabló una
relación con más intercambio Simón Tapia?; ¿y desde lo puramente humano?
-En el
terreno profesional Simón trazó su propio camino y, como decía antes, no entró
a formar parte de los círculos que crearon otros exiliados. Es cierto que tuvo
amistad con algunos de ellos, y pongo como ejemplo a Adolfo Salazar, Rodolfo
Halffter, Jesús Bal y Gay u Otto Mayer Sierra,
mencionados en sus conversaciones y escritos, pero sin profundizar en sus
relaciones. Lo que sí hizo fue entablar colaboraciones con artistas mexicanos
de diferentes disciplinas, como ocurrió con la escritora Margarita López
Portillo, a cuyos versos puso música en Los
días de la voz, o el poeta y
dramaturgo Fernando Sánchez Mayáns, autor de la letra
de su Himno de la Cruz Roja
Internacional.
Desde el
punto de vista humano, salvo el pequeñísimo puñado de amigos forjado en uno de
los campos de concentración y algún familiar que también había huido de España,
con quienes mantuvo lazos fraternales duraderos, la relación con otros
exiliados no aparece documentada en su extenso legado. Simón se integró en la
sociedad que lo acogió y es allí donde encontró a la que sería su familia y a
sus amistades más cercanas. Se casó con una mexicana y formó una familia de
ocho hijos. La familia de su esposa, mucho antes de su matrimonio, le introdujo
en los círculos que frecuentaba y en ellos comenzó a desenvolverse, aunque,
como es natural, con el tiempo los amplió.
-Consuelo,
¿por qué no volvió Simón Tapia a España?
-Me
atrevería a decir que no tuvo necesidad de ello. En México se realizó
plenamente a nivel personal y profesional, y se sintió muy a gusto en la patria
que le abrió las puertas a la libertad. Regresó a España en tres ocasiones,
pero fueron viajes breves que tenían un objetivo determinado. En ninguno de sus
escritos se atisba siquiera la idea de una vuelta a la tierra que le vio nacer.
De hecho, eligió México para morir.
-Sus hijos, algunos también continuaron vinculados a
la música como instrumentistas y cantantes. ¿Les fue bien por esta parte?
-Sus
hijos recibieron formación musical, pero me consta que solo tres de ellos se
dedicaron a esta disciplina artística de manera profesional. Y no todos en el
campo de la música clásica. Miguel Ángel, el hijo mayor de Simón, sí siguió los
pasos de su padre. Fue director de orquesta y de coros, cantante y pedagogo,
con proyección internacional. Sylvia, cuyo nombre artístico era “Prisma”, fue
una reconocida cantante de música popular que llegó a ganar el Festival de la
OTI en el año 1986. Rafael, por su parte, fue el vocalista y director del grupo
“Cadillac Rosa”, una exitosa banda que se mantuvo en activo durante 14 años. No
cabe duda de que hicieron carrera dentro del mundo de la música.
-Amiga, ¿cómo
ha sido el proceso de investigación, documentación, estudio en torno a Simón
Tapia para escribir esta biografía tan especializada?
-Fue un
proceso largo y realmente costoso. Conseguir todo el material me llevó varios
años de búsqueda, incluidos viajes a varias ciudades españolas, así como
Ámsterdam y Ciudad de México, donde se encontraba la mayor parte de la
documentación y la más relevante. Durante mi estancia en México pude
entrevistar a personas que conocieron a Simón. Además, su familia me facilitó
cuanto había en su poder y gracias también a las nuevas tecnologías pude
disponer de otra parte del legado del músico. Luego vino la ordenación,
clasificación y estudio profundo de todo ello. Logré reunir unos cuantos
cientos de documentos (manuscritos, partituras, textos de toda índole –la mayor
parte inéditos-, libros, artículos de prensa, grabaciones, entrevistas,
correspondencia…) y en mis sesiones de trabajo hacía uso de varios de ellos
simultáneamente para cotejar los datos, lo que suponía largas horas enfrente
del ordenador para no perder el hilo de cuanto llevaba en la cabeza. Pero ha
merecido la pena el esfuerzo realizado.
-¿Y cómo ha sido tu metodología de trabajo?
-La base
del libro está en mi tesis doctoral. Por ello, mi metodología de trabajo fue
científica y totalmente rigurosa a lo largo de todo el proceso de
investigación, adoptando para ello el método histórico-biográfico,
esencialmente descriptivo, a través del análisis de documentos, dentro del
marco que ofrece una investigación cualitativa. Pero a la hora de redactar el
libro, he reescrito la tesis descargándola de todos los academicismos y de
cuanto pudiera hacer de él un libro pesado o apto solo para especialistas. He
procurado que su ritmo fuera ligero y que, a pesar de la enorme información que
contiene, resultara atractivo y fácil de leer. Como aparecen tantos nombres en
él, yo diría que es un libro “coral” cuyas voces he tratado de armonizar.
-¿Hasta qué punto una pianista como tú se siente
próxima a la creatividad del violinista que fue Simón Tapia?
-Por
nuestra profesión, los músicos tenemos que ser creativos, bien sea para “crear”
nuevas obras o para “recrear” las que han escrito los compositores mediante la
interpretación de las mismas. Así que digamos que todos jugamos en la misma
liga, aunque en diferentes departamentos. Simón Tapia Colman, en su faceta de
violinista, daría vida a las obras escritas por otros músicos, igual que yo
hago al tocar las suyas. Cuando nos enfrentamos a una partitura tenemos que
tratar de meternos en la piel del compositor y de aprehender los símbolos que
están ahí escritos. Eso hace que nos sumerjamos de lleno en el pensamiento y en
las circunstancias que rodearon al músico y a la obra, por lo que la cercanía,
como puedes imaginar, es total.
-Amiga
Consuelo, para finalizar, ¿qué va a encontrar el lector en el libro?
-Pues va
a encontrar el relato de una vida apasionante e inspiradora en lo personal y en
lo profesional. También va a tener la visión de la guerra civil española y
algunas de sus consecuencias desde la óptica del protagonista, tratada con el
distanciamiento que da el tiempo y sin ningún tipo de rencor. Va a poder
engarzar uno de los eslabones perdidos de la cultura musical española, tan
necesarios de ser recuperados. Asimismo, va a observar un lienzo muy especial,
que es el retrato de Simón Tapia Colman pintado a través de su propia mirada y
desde la de quienes le conocieron, algo muy poco frecuente en una monografía. Y
va a descubrir a un personaje de gran nobleza, muy vitalista, tremendamente
optimista y con un enorme sentido del humor. Todo ello salpicado de jugosas
anécdotas y algún que otro chascarrillo que dejará al lector con un buen sabor
de boca.
Presentación del libro en el Aula Magna del Paraninfo
(Zaragoza, 3 de noviembre)
De izquierda a derecha): Consuelo Roy, Antón Castro (periodista), Pedro
Rújula (director de Prensas de la Universidad de Zaragoza),
Eva Alcázar (pianista hispano-mexicana y sobrina de Simón Tapia
Colman) y Juan Ramón Soler (profesor de la Universidad de Zaragoza).
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)