Cazarabet conversa con... Luis Monferrer-Catalán, autor de “Los
mensajes del fuego. Trilogía ‘Montañeses de Peñagolosa’ (III)” (BubbleBooks)
Nos acercamos
a la trilogía Montañeses de Peñagolosa
Lo hacemos
desde su tercer tomo “Los mensajes del fuego”.
La trilogía
viene desde la pluma de Luis Monferrer -Catalán y es editado por la editorial Bubble
Books.
La sinopsis
de la trilogía:
La primera parte de la trilogía es
La cuerda de la historia.
Con este
volumen —y con la trilogía entera— queremos mostrar el devenir histórico, el
nervio moral y la dureza esencial de la que están hechas las vidas de los
montañeses de Peñagolosa —una gente esforzada viviendo en un territorio
agreste, tanto tiempo abandonado de la mano de Dios y de los hombres. El mundo
sabe poco de las historias y las andanzas de estos montañeses; pero como sucede
en tantos otros lugares, las odiseas de sus vidas también constituyen una
materia literaria sensacional, más valiosa que el oro o los diamantes.
A la vez,
también queremos destacar los hitos esenciales de su historia colectiva, para
que sus propios habitantes, y los descendientes, puedan comprenderse mejor a
ellos mismos, siendo una comunidad castellanohablante, con una personalidad
singular, enclavada en la frontera oeste de la Comunidad Valenciana. Desde
antiguo, sus habitantes han colaborado lealmente en la construcción de nuestra
prosperidad colectiva, y siempre fueron a defender nuestra nación donde fue
menester. Sin embargo, en el siglo XX, la recia cuerda de la historia, que a
tantos hombres y mujeres unió siempre, se adelgazó peligrosamente cuando sus
habitantes quedaron diezmados a causa de la emigración.
Las páginas
de este volumen contienen un variado ramo de flores, tan hermosas como
delicadas —pues eso son las historias y las peripecias aquí recogidas—. A
través de ellas, los lectores podrán apreciar una imagen novedosa y desconocida
que estas historias configuran todas juntas, como si fuera un mosaico de la
vida de estos pueblos xérrat (montañeses).
Y ésta es, ciertamente, una tarea muy primordial que nunca se había llevado a
cabo en la literatura española hasta ahora.
Índice
Fustes de columnas .
Presentación
.
1. Prolegómenos .
1.1. Sobre
cuerdas y gentes .
1.2. Yo, Dolores,…
1.3. Las raices de los arboles .
1.4. En el corazon de la montana .
1.5. Leyendo icebergs .
2. Paisajes
de Peñagolosa .
2.1.
Atrapados en la boira.
2.2. Al principio fueron las aguas
.
2.3. El pico de Penagolosa .
2.4. El barranco el Carbo .
2.5. El puente de Cedraman . .
2.6. La rocha
la Cadena .
2.7. Frio, viento y arabogas,
nieve y hielo . .
3. La cuerda
de la Historia .
3.1. Mirando
a través de la boira .
3.2. El
palacio de Sayyid Abu Zayd
en Argelita .
3.3. Torrebuceit [en Torrejoncillo del Rey (Cuenca)] .
3.4. La frontera noroeste de Shaq al-Andalus y sus castillos (s. xiii) .
3.5. Ibn Al-Abbar, un alfaquí descendiente de Ünda .
3.6. El
señorío de la Tinença d’Alcalatén
(1233) .
3.7. Los
refundadores de Villahermosa (1242) .
3.8. La
baronía de Arenós (ca. 1245) .
3.9. Las
cartas pueblas de Pulchravista (Vistabella) y de Al-Zenata .
3.10. Las
cartas pueblas para población hispanomusulmana: el caso de Tales
.
3.11. Fernan Ximénez de Arenós, con los
almogávares en Bizancio (1302) .
3.12.
Habitantes del Castillo de Villamalefa y de
Villahermosa (ss. xiv-xv) .
3.13. D.
Alfonso de Aragón, duque de Gandía y señor de la baronía de Arenós,
en el
Compromiso de Caspe (1412) .
3.14. El
ducado de Villahermosa (1476) .
4. Aquí,
nuestra tierra, y nuestro mundo .
4.1. El
Territorio de los Xérrat o Xúrrat
(montañeses) .
4.2. Las venas del territorio .
4.3. Largos dedos de piedra .
4.4. Pequenos paraisos terrenales .
4.5. La Ruta
de la Seda en los pueblos montañeses .
4.6. El Camino de los Nevateros .
4.7. Los
condes de Aranda y sus señoríos de Castellón (s. xv-XVIII) .
4.8. La
expulsión de los moriscos castellonenses (1609) .
4.9. La Real
Fábrica de Loza del conde de Aranda en Alcora .
4.10. El
ducado de Híjar y sus señoríos de Castellón (s. xviii-XIX) .
4.11. El fin
del antiguo régimen para los montañeses de Peñagolosa .
5. Un siglo
de guerras carlistas (xix) .
5.1. El nacimiento del mundo moderno
.
5.2. Fray
Asencio Nebot: El líder guerrillero que plantó cara a las tropas
de Napoleón
(1810-13) .
5.3. Una
bofetada que valió un reino, y… tres guerras civiles .
.
5.4. Lucena,
o el valor de la libertad .
5.5. Galería
de retratos (Algunos
lideres de partidas carlistas) .
5.6. El
intento carlista de matar a los habitantes de Cortes .
5.7. La matanza de Villahermosa (1838) .
5.8. Otra vez
los carlistas en Cortes, 35 años después .
5.9. La
derrota de los carlistas en Cortes y Villahermosa (1874) .
5.10. Tras el
fin de la Tercera Guerra Carlista (Hambre, miedo, exilio
y
deportaciones) .
5.11. Dos
bandoleros carlistas .
5.12.
Montañeses en la Guerra de Cuba (1895-1898) .
5.13. El tio Ricardo, soldado en la Guerra de Cuba (1976) .
6. Tirando de
la lengua: ‘el Mijarense’ .
6.1. Los
nombres de la gente .
6.2. Las
antiguas palabras .
6.3. Los topónimos .
6.4. El
presbítero don Andrés Monzó Nogués, estudioso de El Mijarense .
6.5. El Mijarense (El habla de los montañeses castellonenses del
Alto Mijares
y del Alto
Palancia) .
7. Bibliografía .
La segunda parte, Historias de
desolación y muerte .
Las historias
de este volumen están inspiradas en hechos, poco conocidos, acaecidos a los
montañeses de los pueblos y lugares de Peñagolosa. Puede decirse que este
volumen contiene un eco literario de pasadas violencias del siglo XX. A veces,
sus páginas contienen tanta carga de amargura y desolación que hubiera sido
preferible no tener que escribirlas nunca. La desolación es lo que queda más
repetidamente pintado en las páginas de este volumen, pues es lo que más
perplejidad nos produce cuando aflora la parte más enigmática y desconcertante
de la condición humana. Asimismo, por sus páginas también se pasea libremente
la Muerte, jugando a la cluca con sus guiños, y
llamando caprichosamente a unos y a otros con el índice. Y es que, en nuestra
nación, durante demasiado tiempo, muchas voces estuvieron dispuestas a entonar
ese irracional cántico fúnebre de ‘¡Viva la Muerte de nuestros compatriotas ‘enemigos’!’,
sin ningún asomo de piedad.
Índice
Yo, Dolores .
El espejo
junto al camino (Introducción) .
1. Estampas y
aguafuertes de los montañeses del siglo xx .
1.1. Enterrando muertos en Marruecos (1921) .
1.2. Aguafuertes de la Guerra Civil (1936-1939) .
1.3. Nueva Rusia (1936-38) .
1.4. Solidaridad (1937) .
1.5. ‘Teme a tu proχimo…’
(1936-38) .
1.6. Una garrafica d’aguardiente (1936-38) .
1.7. ‘Diles si qui’en que
los pasemos al otro la’u…’ (1938) .
1.8. Campos de ababoles en mayo (1938) .
1.9. En el fragor de la batalla de Levante (Entre el 23 de abril y julio de
1938) .
1.10. El veneno de las palabras (jun. 1938) .
1.11. En el frente de Lucena (1938) .
1.12. !Viva la revolucion! (1936-1938) .
1.13. ‘Por las calles fluia
el miedo como rafagas de viento…’ (1938-1940) .
1.14. Las lagrimas que
derramaron sus ojos… (1938-40) .
1.15. Tiempos revueltos (1939) .
1.16. Un carrete de hilo (1939) .
1.17. Dona Soledad .
1.18. ‘No hay ‘tutia’ (.Que hemos hecho pa’ merecer
esto?) .
1.19. Ante El Paredon de Espana .
1.20. ‘La marea de la vida t’arrastra
‘ande quiere’ (ca. 1950) .
2. La odisea
de Silvano Benages, hasta hallar la calma en las brumas
de Albión .
3. Viaje
onírico al mundo de los muertos (Epílogo) .
Bibliografía
.
La tercera parte de la trilogía es
Los mensajes del fuego.
Este tercer
volumen de la trilogía recrea situaciones y vivencias acaecidas en el siglo XX
a los montañeses de Peñagolosa. Son historias de gente, a veces anónima, que
nunca antes habían sido recogidas en las páginas de la literatura canónica
española. Y éste es un punto esencial que las define. En ellas se da voz a
distintos componentes de un grupo humano de ‘olvidados’; pues, hasta ahora,
prácticamente ningún escritor los había puesto nunca en el centro de sus
historias. En ellas, el fuego aparece de diversas maneras, enviando secretos
mensajes sobre lo que se proponen hacer, o lo que aguarda a los personajes en
sus pequeñas odiseas, adquiriendo así una variada gama de valores, como
corresponde a los múltiples escenarios donde se desarrolla la acción de cada
una de ellas. Asimismo, un buen número de historias aborda lances acaecidos
entre los montañeses y los maquis —visitantes enigmáticos llegados en la
década de 1940, hasta comienzos de la década de 1950—. Su presencia en los
montes de Peñagolosa causó gran inquietud y consternación a los habitantes de
este territorio, , pues para muchos fue origen de
múltiples incidentes y violencias, de miedo, riesgo de muerte, robos,
detenciones, castigos, sentencias de cárcel, y emigraciones y abandonos de sus
hogares… En definitiva, este volumen –y toda la trilogía— tratan de temas
bastante desconocidos para el público en general, cosa que –así lo creemos–,
aún acrecienta más la originalidad e interés de estas obras, y convierte a toda
la trilogía en una publicación realmente novedosa.
Índice
Yo, Dolores…
Fuego y humo
(Introducción) .
1. Los
mensajes del fuego (sobre los montañeses de Peñagolosa del siglo xx) .
1.1. La mula
de Troya (ca. 1910) .
1.2.
Ciudadanos bienhechores (1927) .
1.3. ‘El
Curro’ .
1.4.
Venganzas de los vencedores .
1.5. Al estraperlo .
1.6. La
lengua de las hogueras (ca.
1944) .
1.7. El tio Trinitario .
1.8. El
badajo de la campana .
1.9. Entre
dos fuegos .
1.10. La
huida de Romualdo .
1.11. El tren
en llamas (1946) .
1.12. En la
Central Electrica de Puertomingalvo (1947) .
1.13.
Hortensia… (1948) .
1.14. El cantaro roto (1951) .
1.15. El
destierro de Dona Maria .
1.16. ‘La
Pirenaica’ .
1.17.‘Vamos a
hacer las paces…’ .
1.18. En la
‘Batalla del Barro’ (Valencia, oct. 1957) .
1.19. Las
medallas de los heroes .
1.20. Soldado
en la soledad de las dunas del Sahara (1966) .
2. El largo
sueño de un pueblo bajo las aguas .
3. Cantata
para un niño de Olba .
Material
utilizado para documentación .
El autor:
Luis Monferrer-Catalán [Villahermosa (Castellón), 1954]
se licenció en Filología Inglesa (Univ. de Barcelona, 1980), y se doctoró en
1991 con la tesis titulada: La producción intelectual de los exiliados
españoles en Gran Bretaña (1936-1977). Ha sido Catedrático de Inglés en
Institutos de Barcelona, y Profesor Asociado de Inglés
en la Facultad de Odontología (Bellvitge, Barcelona).
Ha
investigado el legado del exilio republicano en Gran Bretaña. Es coautor de La
voz de los náufragos. [La narrativa republicana de 1936-39] (De la Torre,
1997), y autor de Odisea en Albión. [Los exiliados republicanos en Gran
Bretaña] (De la Torre, 2007).
Ha editado
escritos de varios exiliados, como Joaquín Pérez Navarro: Yo luché por la
revolución social del pueblo español (1999) —edic.
inglesa: One Man's War in Spain: Trickery, Treachery and Thievery (Christie Books, 2013)—; de Luis Portillo,
Fragmentos de un mosaico roto. [Narrativa breve y otros escritos de un
republicano español, exiliado y muerto en Inglaterra] (Renacimiento, 2021) y
los escritos de colaboración con los programas de la BBC del poeta exiliado catalán
Domènec Perramon (inédito). Ha colaborado asimismo en el
Diccionario bio-bibliográfico del exilio de 1939, (4 vols.) (Renacimiento,
2017), y ha presentado diversas comunicaciones y ponencias en congresos sobre
el exilio de 1939. Es asimismo autor del volumen titulado Reflexiones en
tiempos convulsos (2022).
A
Villahermosa ha dedicado varios volúmenes, como Villahermosa: historia de un
pueblo de frontera entre Valencia y Aragón (2007), Villahermosa: una mirada al
fin de una época (2010), o Brasas entre la ceniza. [Literatura popular de
tradición oral de Villahermosa] (2017). También ha escrito narrativa y cuentos,
como la trilogía Montañeses de Peñagolosa (2023) y ha presentado comunicaciones
en congresos sobre aspectos culturales y lingüísticos del Alto Mijares
(Castellón).
Actualmente
investiga sobre aspectos del legado colonial español. Entre otras obras, ha
preparado, junto con M.ª Dolores Martín, la reedición de este poemario titulado
Romancero Saharauí, de Julio Martín Alcántara, y
trabaja en la producción de obra literaria propia.
Cazarabet
conversa con Luis Monferrer-Catalán:
— En primer lugar,
destaquemos que el pasado mes de agosto de 2023 se terminó el trabajo de
publicación de la trilogía, titulada genéricamente ‘Montañeses de Peñagolosa’.
¿Qué títulos la componen? ¿Puedes presentar brevemente cada uno de los libros?
—
Efectivamente, así fue: preparamos la edición entre febrero y agosto (hicimos
muchas revisiones del texto). El primer volumen se titula La cuerda de la
historia; el segundo, Historias de desolación y muerte; y el
tercero, Los mensajes del fuego.
En el primero realizo una revisión histórica de los hitos culturales e
históricos más relevantes acaecidos en el Alto Mijares y Peñagolosa —que es un
territorio de frontera entre Valencia y Aragón—, desde la prehistoria hasta el
final del siglo XIX. El contenido de los otros dos volúmenes se circunscribe al
siglo XX.
—
¿Por qué una trilogía? Eso es mucho trabajo…
—
Pues porque al final fue mucha la información reunida durante el proceso de
documentación. (Y… aún queda más material para otros volúmenes futuros…). Toda
esa información no se podía incluir en un solo volumen, claro... El trabajo sí
que ha sido ingente, de años, pero cuando ya has publicado otros libros antes,
todo es más fácil y te vuelves más eficaz en la redacción y manejo de la
información. Antes ya publiqué otra trilogía: Villahermosa: una mirada al
fin de una época [1][1],
que ya fue un primer intento de ir adentrándome en el conocimiento de la
historia cultural de los habitantes de estos pueblos montañeses.
—
¿Cuándo empezaste a trabajar en ‘Montañeses…’?
—
En realidad ya hace muchos años que he estado leyendo e investigando sobre
cuestiones relacionadas con la cultura de los pueblos del Alto Mijares y
Peñagolosa —desde 1976 o así—; pero a este proyecto concreto de la trilogía me
dediqué mucho desde 2018, y especialmente por el tiempo aquel de la pandemia
del Covid-19, hasta agosto de 2023.
—
Temáticamente, tú dedicas estos volúmenes a ámbitos muy diferentes, pero
relacionados con un tronco en común: el espacio geográfico (el lugar) y el
factor humano. ¿Cuál es el contenido central de dicha trilogía?
—
La trilogía entera trata de aspectos relacionados con la historia y la
experiencia vital de la gente de los pueblos de los alrededores de Peñagolosa.
Precisando más, son los habitantes de esos pueblos de la frontera, tanto del
oeste de Castellón, como del este de Teruel —habitantes de pueblos turolenses
como Puertomingalvo, Olba, o de los alrededores de
los ríos Villahermosa y Mijares, es decir de la comarca del Alto Mijares
castellonense, y también de otros pueblos de la vertiente este y sureste de
Peñagolosa, como Vistabella, Lucena, Useras, Alcora,
Argelita, etc.
—
¿Podría decirse que es una trilogía muy homogénea?
—
‘Entre los tres volúmenes hay diferencias de orientación. El primero es más de
carácter histórico. En él explico los momentos clave del devenir histórico de
los pueblos del Alto Mijares —a través de su pertenencia primero a los
almohades, luego a la baronía de Arenós y la
posterior al ducado de Villahermosa—, que dan como resultado una personalidad
cultural diferenciada dentro de la actual Comunidad Valenciana; aunque también
contiene historias de ficción. Los otros dos volúmenes se centran en el siglo
XX y son obras de ficción literaria, aunque se apoyan mucho en información
histórica obtenida sobre la experiencia humana de gente procedente de los
pueblos alrededor de Peñagolosa.
—
Además de haber nacido en Villahermosa —ese hermoso pueblo montañés de
Castellón—, ¿qué otras razones te han empujado a escribir esta trilogía
dedicada a la gente y a la historia de los pueblos alrededor de Peñagolosa’?
—
En mi juventud veía que la gente de estos pueblos era muy diferente de la que
uno se encontraba en Castellón y en otros pueblos de La Plana: hablaba de
manera diferente, tenía unas prácticas culturales diferentes —sorprendentes a
veces, como la pasión por el toro embolado, por las jotas…— Era también un
grupo humano castellanohablante, a veces despreciado por la gente de los
pueblos valencianohablantes de la costa, y motejados sus habitantes con
un término de larga tradición xenófoba —‘los churros’—, que en realidad nadie
sabía explicar qué quería decir...
Y
cuando ya empezaba a estudiar en la universidad en 1975 y visitaba estos
pueblos blancos, de clara impronta cultural musulmana, veía que no había libros
describiendo su trayectoria histórica, ni explicando esas características que
lo singularizaban. Nadie sabía nada. Eso me provocaba frustración. Tampoco
había bibliografía accesible de divulgación para entender la trayectoria a lo
largo del tiempo de este grupo humano singular que habitaba en los pueblos de
la frontera castellonense con Teruel, en lo que ahora se ha designado como la
comarca del Alto Mijares…
Así
que, de esas carencias previas fueron surgiendo los objetivos que había que
alcanzar: llegar a conocer los rasgos esenciales y la trayectoria histórica de
esas gentes, que incluso tenían una lengua singular, llena de arabismos —el Mijarense la etiquetó algún investigador—. Y, como he
dicho antes, ya llevo muchos años dándoles vueltas a todas estas cosas.
En
definitiva, quería escribir una obra para entendernos a nosotros mismos, a
nuestra historia, a nuestra trayectoria cultural y a nuestro devenir histórico;
y para que todos los descendientes de estos pueblos, y sus futuros
descendientes puedan comprenderse a ellos mismos. Esto lo he intentado con el
primer volumen, de carácter más histórico. Los otros dos volúmenes se centran
en dos hechos clave del siglo XX, de los que conseguí más información, por ser
más recientes, como fueron la Guerra Civil y la llegada de los maquis a
la zona.
—
¿Por qué ese título de ‘Montañeses de Peñagolosa’ dado a la trilogía?
—
Pues porque al reparar en él me pareció el más adecuado; es la mejor definición
que podía encontrar para esta obra. Si bien se mira, le viene como anillo al
dedo. Después de muchos años de investigación, he podido saber que, en
Marraquech (Marruecos), aún designan como xérrat
o xúrrat a los habitantes de la cordillera del
Atlas —xérrat es una palabra beréber traída
aquí por los hispanomusulmanes, que quiere decir ‘los montañeses’, ‘los
habitantes de la montaña’.
Y
ahí está ya explicado todo el misterio de esa vieja expresión que a lo largo de
los siglos estuvo en la intención xenófoba de los musulmanes y de los
valencianos hacia los habitantes de la zona montañosa del interior de la
Comunidad Valenciana. Sí; históricamente se trata de una población xérrat —palabra que es simplemente es un
gentilicio de origen beréber, que ha perdurado en esta zona desde que aún
vivían aquí los hispanomusulmanes—. Y, en realidad, a mí me ha dado el mejor
título posible que yo pudiera imaginar, pues, desde antiguo, eso ha sido su
población: ‘gente de los pueblos de la montaña’, ‘montañeses’ —y,
según los antiguos musulmanes, xérrat o xúrrat (que para cualquier hablante de árabe significa
lo mismo).
En
cuanto a la mención del pico de Peñagolosa, pues tampoco tiene ningún misterio.
En mi infancia, si no estaba boirado (nublado), todos
los días veíamos Peñagolosa allá en la distancia, estático, como la afilada
proa de un barco naufragando, o como un dios sentado mirando pasar los eones de
tiempo. Pero yo también veía que el pico era una referencia para muchas cosas
para mucha gente. Luego vi que esa referencia aún era mucho mayor. Gente de
muchos pueblos de los alrededores también lo tenían como referencia para el día
a día de sus vidas —para anticipar el tiempo de nieve o de frío, o el buen o
mal tiempo—. Y es por eso que parecía adquirir una especie de referencia
mágica, que se ha ido conservando con el paso del tiempo.
—
¿Qué características tienen en común la gente de estos pueblos a los que tú
identificas como ‘montañeses de Peñagolosa’?
—
Pues son varias las características comunes, o compartidas que les proporcionan
una personalidad singular y una unidad de pertenencia cultural —una identidad—:
son xérrat: viven en un territorio muy
montañoso, áspero y duro (con abundante nieve en invierno), culturalmente
cerrado hasta hace pocas décadas, pues sólo tuvo carreteras en el siglo XX;
tienen una economía de subsistencia, agrícola y ganadera (ovino y ahora porcino);
la pasión por el toro embolado y por la jota; el aprovechamiento minucioso del agua
para los pequeños regadíos; son hablantes castellano-aragoneses (no todos); en
muchas facetas de la vida diaria se nota la impronta cultural de los
hispanomusulmanes o moriscos que vivieron en la zona hasta la expulsión de 1609
—en el habla, en el propio vocabulario y en las exclamaciones automatizadas
(Ojalá… si Dios quiere… o ‘nos dé Dios…’), y en los pueblos y casas blancas,
jalbegadas con cal, con detalles de azulete en las ventanas (propios de los
pueblos otomanos del Mediterráneo)—; en la pastelería (tortas, buñuelos con
miel, pastizos…) Podríamos mencionar aún más…
— Amigo Luis, en
toda la trilogía bien se ve un denominador común, que es el ‘factor humano’
…con esos diálogos que todos reconocemos enseguida como muy cercanos, sobre
todo los que nos hemos criado en pueblos…
— Sí. Eso lo he hecho,
lo he elegido muy conscientemente. En los diálogos he hecho un esfuerzo
importante por recoger el estilo y la manera de hablar popular de la gente,
como forma de dar autenticidad a todo el proyecto, sin ponerles filtros de
corrección lingüística. Sí. Eso es algo que se ve repetidamente en múltiples
escritores de muy diversos países: de la literatura norteamericana, o en
autores de todos los países de la Common Wealth que escriben en inglés… —no olvides que yo he
trabajado como catedrático de lengua inglesa en Institutos de Bachillerato y
por eso he llegado a su conocimiento—. Incluir ese aspecto de una fuerte
oralidad, imitando la lengua hablada, no es deficiencia o descuido. En esto
sigo una tradición que ya recorrieron muchos otros autores españoles y de otros
países que me precedieron en el tiempo.
—
Pero criarse en estos pueblos en torno a la montaña de Peñagolosa —de esos que,
sí o sí, en invierno se quedan aislados muchas veces por grandes nevadas—, eso
es ‘otra cosa’, ¿no? Por esta y otras circunstancias apuntadas, ¿crees que las
gentes de estos pueblos tienen y retienen en su carácter algo especial…?
—
Sin duda los seres humanos somos moldeados por el paisaje que nos rodea —el
factor ambiental pesa más que el genético en nuestras vidas—. Recuerdo mi
infancia en Villahermosa, cuando había grandes nevadas que duraban varios días,
y hacía tanto frío que teníamos que permanecer encerrados en casa, junto al
fuego, sin poder salir a la calle o ir a la escuela. Desde entonces no me
entusiasma la nieve; no tengo buen recuerdo de ella. Hacía mucho frío.
Lo
que he visto en estos pueblos, lo que recuerdo es que la gente siempre vivió
con lo justo, con mucha precariedad; siempre ha tenido que soportar mucha
dureza ambiental para vivir: y el frío o el calor extremos, la nieve, el
viento…, trabajos físicos extenuantes… Eso deja una impronta en la
personalidad, refuerza la dureza y la resistencia del carácter para poder
sobrevivir a las adversidades diarias; sus habitantes siempre han sido gente
resistente, diligente, muy esforzada —y en estas décadas del cambio de siglo,
también veo que muchos mayores han alcanzado una longevidad casi centenaria.
En
todo caso, esa gente —que creo que nadie había tratado antes ampliamente en
obras literarias— ha sido la que yo he querido llevar al centro de estas
historias; recogiendo sus recuerdos, su visión de las cosas, sus odiseas
individuales, su modo singular de hablar y su bagaje lingüístico. Creo que ha
valido mucho la pena hacer este esfuerzo. Yo estoy muy satisfecho de haber
podido completar este proyecto literario y con el resultado final.
—
¿Crees tú que estos montañeses son gente como más dura, o con ‘un nervio
especial’ dado por las circunstancias en las que han vivido siempre?
—
No sé cuánto más o menos, pues eso no se puede medir; pero sí que creo que ese
estilo de vida al que les obligan (y sobre todo les obligaban en el pasado) sus
circunstancias, ha dejado una impronta en su carácter. Y, cuando eso se produce
a lo largo de siglos, pues aún es más acentuado.
Sí
que puedo decir que, en mi juventud, yo oía a gente de la generación de mis
abuelos que decían ellos mismos, hablando por metáfora sobre otros amigos y
conocidos, ‘que eran de [madera de] carrasca’ (muy duros y resistentes). Ellos
se sentían o se veían a sí mismos como hechos de la madera más recia que hay:
la de carrasca (encina).
—A
primera vista quizás pudiera pensarse que se trata de libros con un contenido
etnográfico. Sin embargo, si bien son unos libros que te acercan a esas
tierras, a sus gentes, a su manera de vivir y a su historia, lo haces de manera
muy literaria, con esos diálogos llenos de realismo, con esos planteamientos
que podrían pasar por testimoniales y novelados…
—
Lo que tú describes es la manera como se singulariza mi trabajo. Son obras de ‘ficción
literaria’, aunque hay, sí, una fuerte base histórica en el proceso de
documentación para poder escribir cualquier capítulo; pero a la vez me libero
de la necesidad de la precisión extrema en el uso de los datos históricos,
dejándome campo libre para el vuelo libre en la ficción literaria. No hay que
olvidar que una obra literaria puede ser algo perfectamente serio. El principal
valor de la creación literaria radica en que, mediante la palabra, podemos
realizar retratos morales insuperables de personas y de periodos históricos,
que no se pueden hacer de ninguna otra manera. Y a eso es a lo que me he
dedicado con esta trilogía.
—
¿Tu manera de hacernos llegar estas historias tiene algo del estilo de Benito
Pérez Galdós, o me lo parece a mí?
—
Puede tenerlo, aunque no he tomado particularmente a Galdós como modelo. En
este sentido, mis referentes han sido más bien escritores británicos,
norteamericanos y de países de la Common Wealth, como George Orwell, Mark Twain, Scott
Fitzgerald, la escritora chicana Sandra Cisneros y otros más, con cuyas obras
he estado más en contacto debido a mi trabajo. De la literatura española me
encanta el estilo literario de Manuel Chaves Nogales, o el de Vicente Soto, un
exiliado republicano valenciano, muerto en Inglaterra.
—
Un trasfondo de violencia y cierto resquemor están muy presentes en varias
historias. ¿Puede suceder que en los pueblos y en las comunidades pequeñas
esto destaque más que en los grandes núcleos de población?
—
El escritor alemán Goethe decía que no hay que ir a mirar a ninguna parte para
encontrar la violencia, pues está dentro de nuestra propia cabeza. En los
pueblos puede haber violencia, y en las ciudades también. Quizás al tener que
convivir con mayor proximidad o contacto visual con algunas personas puede
hacer recordar más tiempo algunos hechos… Sí que es posible que el mayor
anonimato que proporcionan las ciudades más grandes favorezca que se pueda
olvidar más rápido antiguos agravios al perder de vista a los autores.
—
Enlazando con la pregunta anterior, ¿puede ser ese el precio a pagar por vivir
con mayor tranquilidad —o con la relativa tranquilidad que da un pueblo
pequeño—?
—
Posiblemente. Dice el refrán que ‘ojos que no ven, corazón que no llora’. En el
caso de incidentes violentos, agresiones, etc. en las pequeñas comunidades hay
más posibilidades de volver a cruzarte con los autores, de manera que eso te
lleva a volver a recordar, a revivir antiguos hechos, y por lo tanto a no poder
olvidarlos, y a que su recuerdo perdure más en el tiempo.
—
Para la gente de muchos pueblos de la provincia de Castellón, el pico de
Peñagolosa es algo más que una simple montaña famosa o destacada –la más alta
de Castellón y la segunda más alta de la Comunidad Valenciana—. En esta
trilogía parece que se le rinde un homenaje especial. ¿Qué significa para
ti?
—
En realidad, al hablar del pico de Peñagolosa, algunas personas parece que
tienden a magnificarlo o a mitificarlo, y enseguida se les llena la boca de
palabras grandilocuentes. Pero no hace falta ensalzar a Peñagolosa ni
mitificarlo más. No ha sido ésta mi pretensión en esta obra. Con esta obra
simplemente hago una invitación a admirar su belleza singular. Es lo que es:
una montaña prominente con hermosos paisajes a su alrededor, que a la vez
constituyen el decorado o el escenario donde se desarrollan las historias
incluidas en estos volúmenes.
Lo
que yo he querido decir con el título es que esta trilogía trata de gente
situada en ese escenario geográfico donde esa montaña ha actuado como un
decorado o un punto de referencia en la vida de mucha gente. Para los
habitantes de un circuito de quizás más de 50 kilómetros a la redonda, este
pico siempre ha sido un referente obvio —pues frecuentemente se preocupaban por
mirar para saber si Peñagolosa estaba nevado o no, si estaba despejado o no, si
lo cubrían boiras o nubes, si allende su cumbre había manchas rojas en el cielo
del crepúsculo… Todos esos indicios les daban información sobre el tiempo que
iba a hacer en los siguientes días… Por eso era y es importante para muchos.
—
¿Cómo crees que la gente de estos pueblos y aldeas más cercanas a sus faldas
considera al pico y la zona de Peñagolosa?
—
Al menos en el pasado, me parece que para bastante gente tenía sobre todo una
idea de ser un lugar mágico-religioso, donde los individuos se sentían como más
cerca de la divinidad. Sucede también que, desde la antigüedad, los lugares
elevados siempre fueron considerados lugares mágicos —y Peñagolosa tiene ese
algo de ‘lugar mágico’ para quizás muchas personas—. No se excluye que en sus
bosques y cimas los antepasados prerromanos rezaron al dios céltico Lug (o Lugh). En esa zona
fácilmente se mezcla la belleza paisajística y el sentimiento religioso íntimo
de mucha gente. Yo incluso diría que es una religiosidad popular muy antigua y
genuina, donde se crea la situación para que entren en juego los pactos
secretos, hechos a conciencia, entre los individuos y la divinidad (con la
fórmula ‘Si salgo con bien de esta hora (= si me ayudas), yo haré X’). Baste
recordar las sucesivas peregrinaciones anuales a la iglesia de San Juan, y las
infinitas ofrendas que los feligreses han entregado desde siempre en la iglesia
del santo para cumplir secretas promesas o pactos hechos con la divinidad en
momentos de zozobra vital.
—
En las páginas de esta trilogía consigues que los personajes se hagan con la
narrativa y que enganchen enseguida al lector… En el binomio
escenario-personajes ¿están éstos por encima de todo y llevan la trama como si
fuese un ‘juego de trileros’?
—
Yo he tardado muchos años en lanzarme a la creación literaria, hasta que me
sentí cómodo con la creación de los personajes y con la elaboración de sus
diálogos. Los personajes son el centro de las historias. Con esta trilogía ya
he entrado a tumba abierta a la creación literaria. Para su organización he
creado un personaje de ficción, lo más alejado posible de mí —y eso es Lola,
una mujer coordinadora de las entrevistas—, y he dejado que ella y el resto
personajes tomaran su propio espacio y tuvieran su propia voz. Lo más
sorprendente es que, en todas las historias, los personajes enseguida
demandaban una voz propia, y autonomía de acción. Así, yo me sentía cómodo,
pues a través de unos personajes podía expresar puntualmente lo que yo pienso;
y por boca de otros, lo contrario de lo que yo pienso, o contradecir a
cualquier otro.
Sin
embargo, el modo de hablar de los personajes, aparentemente descuidado y
copiando el estilo popular, en realidad encierra mucho trabajo y gran
artificio.
—
Estas tierras de los alrededores de Peñagolosa ¿qué tienen de particular por
ser ‘tierras fronterizas’ entre Valencia y Aragón? ¿Crees que la frontera les
da un carácter especial?
—
El aspecto central que cabe destacar aquí es que estas tierras de la frontera
conforman el escenario natural donde se sitúan los personajes de mis historias
—alter egos de gente real muchos e
ellos— y desarrollan su acción individual o colectiva. Por otra parte,
anteriormente ya hemos dicho que el medio siempre condiciona o amolda al hombre
que vive en él.
En
segundo lugar, lo que quería destacar es que siendo las fronteras decisiones
totalmente artificiales y/o arbitrarias, en realidad por debajo de la frontera
existe un continuum que unifica y da continuidad a los paisajes, tierras y
gentes a uno y otro lado de esa frontera artificial.
Los
habitantes de frontera son como más mestizos; tienen un pie cultural en cada
lado. ¿Les da la frontera un carácter especial a estos pueblos? Esto ya es más
difícil de precisar. En realidad, les da un carácter contradictorio. El
territorio es un continuum geográfico y cultural, pero a la vez no lo es, pues
está cortado o dividido por una frontera artificial y por la pertenencia
administrativa a dos provincias distintas, y a dos ámbitos lingüísticos
diferentes… Y al revés: formando parte de dos entidades administrativas
diferentes, en la realidad geográfica, y en la trayectoria cultural,
lingüística e histórica hay una gran similitud… Pura contradicción…
—
En algún momento —o en más de uno— de la historia, antes de la globalización,
¿crees que la gente de estos pueblos se ha podido sentir ‘como abandonada’?
¿Ellos cómo lo exteriorizan?
—
Por ser un territorio tan agreste, sólo a principios del siglo XX se hicieron
unas carreteras mínimas —peligrosísimas—. Muchos de estos pueblos también
dispusieron siempre de unos servicios médicos muy precarios, de escuelas pobres
y mal dotadas, de tiendas pequeñas, de poca información de prensa…
Sí,
quizás hubo gente que, por comparación, del análisis racional de las
situaciones pudiera sacar esta conclusión, o tener un sentimiento íntimo de
abandono, de que en esos rincones del mundo se hacía muy poco por fomentar su
bienestar, cuando la situación de otros ciudadanos era sustancialmente mejor en
otras regiones y ciudades. Desde luego, motivos había muchos para sentirse
‘como abandonados’.
—
¿Estos pueblos y estas gentes vivían y viven en un constante viaje Homérico?
—
Probablemente, en su sencillez y cordialidad habituales, nadie de los
habitantes de este territorio admitiría tener ninguna heroicidad en el tipo de
vida que habitualmente se han visto obligados a llevar, sino que manifestaría
ser lo habitual y común que todo el mundo hacía. La precariedad y la dureza
existencial han sido las coordenadas sobre las que se han sostenido las vidas
de la inmensa mayoría de la población.
Pero
creo que son los ojos, la mirada de quienes pueden comparar más lo visto en
unos y otros lugares con lo que sucedía en estos pueblos, quienes más pueden
levantar la voz para valorar y destacar el mérito que ha tenido y tiene la vida
de la gente tal como se ha desarrollado en estos pueblos montañeses.
Entendiendo
que homérico aquí quiere decir ‘esforzado’ o ‘heroico’; y, en una valoración
muy subjetiva, yo me atrevería a decir que sí, que la vida de mucha gente ha
sido como un viaje homérico, aunque muchos de ellos no fueran nada conscientes
de ello. Pero por eso he querido destacar y poner en valor este aspecto con
estas historias.
—
Constato que el peso de la historia en los tres volúmenes de la trilogía es muy
trascendental… Hay muchas historias duras, de supervivencia, de miedos,
silencios, revanchas… Además, se ve que hay mucho trabajo previo de
documentación e investigación, ¿cómo ha sido ese proceso?
—
Pues ha sido como en todos los grandes proyectos humanos. Detrás de ellos
siempre hay muchísimas horas de trabajo que nadie ve. Pero, en realidad, eso
forma parte del proceso creador: primero hay que documentarse todo lo posible,
con lecturas de todo tipo de documentos, y con entrevistas a muy diversas
personas. Pero recuérdese que antes (entre 2007-2017) yo ya había publicado
otra trilogía sobre Villahermosa —y eso ya facilita las cosas.
Así,
poco a poco se llega a estar en condiciones para empezar la construcción del
texto; y luego hay que pulirlo y corregirlo y cambiarlo muchas veces, hasta
conseguir una prosa suave, fluida, donde prácticamente sólo se perciba el
interés de la historia, y el lector ya no perciba para nada la mano del autor…
—
Asimismo, en esta trilogía me da claramente la impresión de que el testimonio
oral juega un papel muy, muy primordial como base de tus historias. ¿Qué puedes
comentarnos al respecto?
—
Sí, como lingüista y profesor de inglés de profesión, el modo singular como
habla cada persona siempre ha sido algo me ha interesado mucho, y a lo que he
prestado mucho oído y atención. Trasladado todo ese bagaje de información y
experiencia al ámbito de la creación literaria, sin duda no hay mejor manera de
individualizar a un personaje que a través de su habla. Los personajes hablan y
actúan, y estos dos aspectos son los que los definen.
Para
la primera trilogía de Villahermosa, ya entrevisté a muchas personas; de
algunas aún guardaba las grabaciones. Quería trasladar al ámbito de la
literatura su visión personal de cómo habían sido ciertas cosas en determinados
momentos —y eso resulta que era un punto de vista que nadie había llevado nunca
a la literatura en esta parte del mundo.
Además,
también fue muy consciente mi opción por mantener una fuerte oralidad,
especialmente en el segundo y en el tercer volumen de la trilogía. Quería
trasladar a la ficción el bagaje lingüístico de diversos personajes reales que
yo había conocido y que me han inspirado.
—
Amigo Luis, al emprender la escritura de esta trilogía para acercarnos al
conocimiento de las gentes y pueblos de las faldas del Peñagolosa, ¿en qué
viaje propio, lleno de recuerdos y de testimonios, te has visto sumergido…?
—porque lo tuyo también se puede decir que ha sido un viaje homérico…
—
Pues podría decirse que, con esta trilogía, y otras obras publicadas, mi viaje
ha ido en varias direcciones. La primera hacia un mayor conocimiento de la
trayectoria histórica y de los hitos más destacados en el devenir de la
población de esta zona de la frontera entre Valencia y Aragón —que es una
población singular, castellanohablante, pero con impronta aragonesa, valenciana
y de los moriscos, dentro del actual territorio de la Comunidad Valenciana—. A
la vez, también he llevado al centro de la acción literaria como actores
principales o sujetos activos de la ficción a un grupo humano que ha estado un
tanto olvidado a lo largo de los siglos, que hasta ahora no había sido llevado
a la literatura.
En
segundo lugar, con mi escritura he querido contribuir a fijar para futuros
interesados unos hechos y unas vivencias de gente humilde, que de otro modo se
hubieran perdido. Mediante este trabajo, en el futuro será posible su
conocimiento a otras generaciones.
En
tercer lugar, este viaje también me ha llevado al Arte —con mayúscula—, a una
creación artístico-literaria libérrima, que es donde el ser humano halla
felicidad.
Toda
esta actividad, también me ha llevado a un mayor conocimiento de la condición
humana —lo cual tampoco es una cuestión menor.
—
¿Y qué metodología de trabajo has seguido, teniendo en cuenta que es una
trilogía, una obra que estructuras en tres partes?
—
Lo de ser una trilogía fue la consecuencia de reunir mucho material, y que no
se podía incluir en un único volumen. Pero también reuní tanto material porque
quería tener una visión global de cómo había sido la evolución histórica de
este grupo humano tratado en la obra a lo largo de 2.500 o 3.000 años, hasta
llegar al siglo XX.
Cuando
ya lo tienes bastante por la mano, el proceso creativo es cuestión de seguir o
de aplicar muy disciplinadamente un método organizativo. Tienes una idea
original, un tema o materia sobre la que quieres escribir algo, y empiezas
escribiendo las primeras líneas de lo que serán las partes o capítulos del
índice —que luego irás ampliando y modificando mil veces—. Empiezas a leer lo
que encuentras sobre el tema, y en una libreta, a mano, empiezas a hacer
ejercicios de brainstorming anotando lo que
sabes o se te ocurre sobre cada uno de los bloques que información o capítulos
que vas creando en tu índice. Y poco a poco vas expandiendo ese material,
creando secciones y precisando más.
Hay
que recordar los buenos consejos de los clásicos. Los romanos decían que un
libro / una historia debe enseñar algo nuevo al lector, deleitarle
y conmoverle. Espero que los lectores consideren que mis historias
cumplen plenamente estas tres condiciones.
También
es importante decidir al principio quién va a ser el personaje que cuenta la
historia, y con qué registro lingüístico hablará (si culto, popular, informal,
argot, violento, educado…) porque es como poner una cámara en sus manos, y toda
la película se verá desde su perspectiva y con el color que le pongamos en el
filtro lingüístico.
Luego, poco a
poco, en tu cabeza se van relacionando unos temas con otros, y van ampliándose.
Después te das cuenta de que algunos aspectos rompen la coherencia lógica de la
historia, así que hay que cambiarlos de lugar, o eliminarlos, o introducir
otras cosas para dar coherencia a la organización global y para que no haya
contradicciones.
Y cuando ya
alcanzas el tamaño de capítulo que pretendes, entonces llega la hora de pulir
el texto de la historia, y corregir la estructura sintáctica de las oraciones,
o seleccionar el mejor adjetivo o el verbo más preciso, de cortar oraciones
largas con puntos o con comas, hasta conseguir una fluidez en el texto, que a
veces es el resultado de corregirlo una y otra vez, y cinco, diez o quince o
más veces si hace falta, hasta que lo das por bueno y dices: ‘yo no lo puedo
mejorar más’.
—
Bien, Luis, pues hemos llegado al final de esta entrevista. Me ha gustado mucho
poder mantener esta conversación contigo.
—
Muy bien, gracias. Agradezco tu cordialidad. Para mí también ha sido un placer
poder dar satisfacción a tu curiosidad e interés por mi trabajo respondiendo a
tus preguntas, para que se entienda mejor cuál era el alcance y los objetivos
que he pretendido conseguir con esta trilogía sobre los ‘Montañeses de
Peñagolosa’.
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)
[1][1] Dicha trilogía se compone de los siguientes títulos: 1) Villahermosa: Historia de un pueblo de frontera entre Valencia y Aragón (Ayuntamiento de Villahermosa, 2007); Villahermosa: una mirada al fin de una época (Ayuntamiento de Villahermosa, 2010); y 3) Brasas entre la ceniza (Literatura popular de tradición oral de Villahermosa) (La Moca, 2017). Existe asimismo otro volumen aún no publicado, titulado: Las palabras de un pueblo (Diccionario del habla de Villahermosa entre 1950 -1975) —inédito—.