Cazarabet conversa con... Eduardo Romero, autor de “¿Cómo
va a ser la montaña un dios?”
(Pepitas de Calabaza)
Eduardo Romero escribe,
desde una ficción muy real y realista, cómo es la realidad del trabajo dentro
de las montañas que se encuentran muy alejadas, geográficamente hablando, pero
cercanas en otros términos y perspectivas…
Edita esta
exquisita, valiente y delicada narrativa Pepitas de Calabaza.
Paco Cerdà se ha convertido en toda una autoridad a escuchar y
más en según qué tipo de narrativa, la que va de lo social a la de la tierra y
a los que la pueblan, los humanos despoblados, muchas veces, de lo más esencial
y declara lo siguiente de este libro y de su autor: “Los libros de Eduardo
Romero son un género único: comprometidos, humanos, desde el margen. Es un
alquimista de la literatura de lo real. Ahora iba a por carbón y ha sacado oro.
Una gran historia»
Como dicen desde
la editorial: «Y es que la razón occidental se ríe de las creencias de indios y
negros. ¿Cómo va a ser la montaña un dios? Hagámosle un agujero y saquemos ese
puto carbón».
La sinopsis:
¿Cómo va a ser la
montaña un dios? es un viaje de ida y vuelta por dos universos separados
por miles de kilómetros, pero interconectados por varios hilos: el carbón y la
minería, el capital y su logística portuaria, la migración y el exilio. Eduardo
Romero traza un puente entre Asturias y Colombia, y nos hace partícipes de una
historia real —maravillosamente contada— en la que el «azar global» conecta el
destino común de los de abajo.
El autor, Eduardo
Romero: Eduardo Romero ha publicado dos libros en esta casa. Autobiografía de
Manuel Martínez (2019) es una asombrosa crónica
de esa generación de inadaptados sociales a los que la democracia española solo
les dio a elegir entre la cárcel o el manicomio. Y En
mar abierto (2021) es la historia coral de un vecindario
atravesado por las fronteras. Además, Eduardo ha escrito numerosos libros
dedicados a la crítica de la política migratoria, entre ellos: Quién
invade a quién. Del colonialismo al II Plan África (2011) y Un deseo
apasionado de trabajo más barato y servicial. Migraciones, fronteras y
capitalismo (2010). También es autor del relato Naiyiria (2016),
ilustrado por Amelia Celaya, y del librito en torno a la pandemia La nueva
normalidad (2021).
Cazarabet
conversa con Eduardo Romero:
-Eduardo, cuando leí el título del
libro y su sinopsis…me pregunté por qué le habías puesto el título como
preguntándote si la montaña, en realidad, era un Dios y me pregunté: ¿será
porque dentro de la montaña nos podemos encontrar con verdaderos sustentos para
la humanidad…otra cosa es cómo los explotemos y cómo se explota a las manos que
extraen estos recursos de la montaña para nosotros… -¿Qué
te ha hecho escribir este libro?
-El origen del
libro está en un viaje a Colombia que me pilló por sorpresa en otoño de 2017.
Yo no tenía en mis planes visitar este país, pero recibí una invitación de la
Universidad Nacional en Bogotá para participar en un seminario sobre
migraciones. Al saber de mi viaje, algunas personas vinculadas a un programa
asturiano que da refugio temporal a líderes sociales amenazados en Colombia me
sugirieron que visitara las minas a cielo abierto de carbón de los
departamentos de La Guajira y el Cesar. Colectivos como Soldepaz
Pachakuti y el propio Programa de acogida llevaban
tiempo denunciando que ese carbón entraba en Asturias a través del puerto de El
Musel, a pesar del escaparate de economía verde que
estaba dibujando la Unión Europea. Así que, en origen, el proyecto era visitar
las minas y escribir un artículo sobre el asunto. Sin embargo, la investigación
se me fue de las manos. Mi vinculación con Colombia, con las personas exiliadas
y también con otras migrantes colombianas que no encajaban en la categoría del
“exilio político” se fue agrandando a medida que acumulaba material sobre el
tema de las minas. Además, ese material crecía a través de otras fuentes:
algunas tenían que ver con otros escenarios que había visitado en Colombia (el
puerto de Buenaventura, los barrios del sur de Bogotá); otras estaban
vinculadas a la propia cuenca asturiana, en la que la extracción de carbón
estaba en trance de desaparición. No tardé en caer en la cuenta de que, para
contar el asunto de la entrada de carbón colombiano en Asturias, necesitaba
ampliar la mirada e insertar ese hecho concreto dentro de una especie de juego
de espejos entre Asturias y Colombia. Sus dos minerías frente a frente, pero
también sus puertos, o las conexiones que las propias gentes exiliadas o
migrantes establecían entre un lugar y otro.
-Se
puede decir, amigo Eduardo que ante todo y sobre todo estamos ante un ensayo
que vuelve a ponernos, como humanos dentro de la sociedad, en un brete, como en
un interrogante…como preguntándonos cómo hemos podido consentir, cómo
consentimos la explotación de nuestros entornos y de nosotros mismos en todos
los sentidos…
-El libro puede
verse, por momentos, como un ensayo; pero también algunos de sus pasajes
podrían interpretarse como un reportaje, otros como parte de una novela. No es,
en todo caso, un libro “de tesis”. Presenta toda una galería de escenarios y de
personajes, pero su lectura es abierta, no conduce a unas conclusiones “de
autor”, afortunadamente. Trata de radiografiar un mundo —el del capitalismo
fósil— y también sus grietas, las resistencias frente a ese universo. La
intención es hacerlo a través de la literatura, evocando más que sentando
cátedra.
-No he leído tu anterior libro (Autobiografía
de Manuel Martínez), editado también por Pepitas de Calabaza, pero por lo que
veo sigues como un hilo conductor el dar a conocer historias de los que perdían
seguro, sí o sí…como si jugasen o se la jugasen en una ruleta rusa sabiendo
que, de alguna manera, su destino, por desgracia, estaba, como está,
sellado…-Como la de los migrantes a los que también haces protagonistas de
incursiones literarias tuyas(esos que dejan su vida en el agua con salitre o en
las vallas, muros…) …¿qué te impulsa a escribir estas historias tan cercanas,
como rozando de lleno, la realidad social?
-Es cierto que
las tres “novelas” que he escrito están protagonizadas por migrantes, presos,
refugiados. También lo es que al menos mi intención ha sido siempre presentar a
los personajes alejados de una visión victimizadora.
Todos ellos y todas ellas aparecen en las novelas tratando de abrir espacios de
autonomía frente a la dominación que sufren. Algunas veces lo logran. Por otra
parte, mis novelas, y especialmente esta última, están protagonizadas también
por avaros propietarios de viviendas, policías, estirpes patronales, etc. Ojalá
haya logrado evitar la simplificación esencializadora
de ambos polos de personajes, que, cuando se da, implica la muerte de la
literatura.
-¿Por qué eliges estos escenarios tan
desprotegidos o más bien , tan codiciados por el hombre?, en este caso, me
refiero a las minas de Colombia, Asturias…
-Efectivamente, para
contar esta pequeña historia del carbón, y a través de ella la historia
“universal” del capitalismo fósil, un elemento central de la racionalidad de
los grandes empresarios del ramo es la codicia. Creo que no he utilizado esa
palabra en el libro, pero entronca con ella la caracterización del capitalismo
como un sistema que no se pone límites y que considera a la naturaleza, a todo
el planeta, como un objeto y como algo externo a sí mismo. En el libro cito a
un directivo del mundo de las materias primas que afirma: “Nosotros, los
operadores de materias primas, somos adictos”. Marc Rich,
el magnate del petróleo, decía: “Cada dólar que consigo es como el primero”.
Esa dinámica
adictiva y acumulativa es propia de la sociedad industrial. El fosilismo permitió su crecimiento hasta una escala
gigantesca. Para ello, entre otras cosas, fue necesario extender la minería por
todo el planeta y producir lugares tan distópicos como los narrados en el
libro.
-Recorres
miles de kilómetros, pero con un escenario en común, la montaña (la montaña de
montañas) … esas montañas, por sus entornos y demás son diferentes, pero hay
muchas cosas que rodean a las minas que son comunes, coméntanos por favor…
Después
están los escenarios humanos que también tienen características comunes
verdad…aunque estén a miles de kilómetros quienes trabajan las tierras son los
mismos (los mismos perfiles humanos, las mismas miradas de incertidumbre, los
mismos esfuerzos contenidos, casi las mismas manos…), ¿verdad?
Quizás varíen, un poco, como decíamos,
las montañas por las latitudes, características geológicas, geográficas y
demás…pero también varían y se diferencian los hombres que extraen de ellas sus
minerales, tierras y tierras raras que aportan bienes materiales a nuestra
sociedad (la mayoría de las veces saturándola por el tema de la obsolescencia)
una vez son transformados… ¿qué nos une y qué nos separa, humana y socialmente
hablando de Asturias a Colombia?
-El libro
pretende llevar a cabo un juego de espejos entre Asturias y Colombia, pero no
se trata de una comparación explícita. Más bien confío en que la lectura lleve
a pensar en las confluencias y también en las diferencias entre un puerto y una
mina a uno y a otro lado del océano. Todo el mundo, a uno y otro lado, que
trabaja o vive cerca de las minas respira el mismo polvo de carbón. Los barrios
adyacentes al puerto del Musel y los habitantes de
Buenaventura sufren la contaminación de los camiones que entran y salen del
puerto continuamente, así como todas las emisiones provocadas por el manejo de
los llamados graneles sucios. Los muelleros y los estibadores, a uno y otro
lado, tienen conflictos laborales y organizan sus luchas. Sus mocos son
igualmente negros cuando estiban el carbón. Las comunidades afrocolombianas de
Buenaventura, las comunidades wayúu que sufren el
paso del tren minero y la Plataforma contra la contaminación de Xixón tienen en común que todas ellas sufren la
contaminación industrial y que organizan resistencias contra la misma. Ahora
bien, las minas a cielo abierto colombianas son de una escala y de un impacto
ecológico tan bestial que son incomparables con las minas asturianas. Tampoco
lo es la violencia contra la disidencia que se lleva a cabo en Colombia. La
desposesión y sus métodos en un país del llamado Tercer Mundo es mucho más
directa y brutal. La minería se implanta también en la “periferia” de formas
mucho más desatadas. Pensar en lo común y en lo diferente, y con ello en las
relaciones a escala internacional propias de la civilización industrial, forma
parte del juego de espejos que propone el libro.
-¿Contar historias de lo que pasa en realidad en
este mundo tan desvalijado, tan desaliñado, se hace mejor, desde esa
crónica-narrativa que tanto se hermana con la literatura ….. es la mejor manera
que has encontrado para contar ciertas historias?, preguntado que otra forma:
¿es el estilo que escoges para contar historias o el estilo te escoge a ti?
…porque, quizás de otra manera te sería a ti, como narrador, demasiado duro..-Porque la narrativa da para mucho si se sabe utilizar
bien y se utiliza bien, ¿no? y si un@ se siente bien con este estilo que viaja
hacia la crónica, ¿es así o hay que ir más allá y sentir lo que se escribe
desde dentro como un latido… y quizás sea una manera de que much@s
lector@s se acerquen más que nunca a la realidad que
nos salpica…
-Las tres
“novelas” que he escrito tienen en común esa voz narrativa cercana a la
crónica. En el caso del libro sobre Manuel Martínez es una voz diferente porque
habla durante todo el libro en primera persona, y por tanto hay una estructura
sencilla: cuenta su vida por orden cronológico. Tanto en En
mar abierto como en ¿Cómo va a ser la montaña un dios? He
necesitado, por una parte, contar la historia a través de una voz coral. Muchos
personajes van constituyendo una especie de personaje colectivo que cuenta la
historia. Por otra parte, me ha resultado apropiado mezclar un registro más
“novelesco” (los personajes, sus peripecias vitales, sus detalles) con un
registro más ensayístico o de crónica que favorecía —pienso— la
contextualización de esas peripecias. Esta voz es más frecuente en este último
trabajo que en En mar abierto, necesité
recurrir a ella en más ocasiones, pienso que la historia que quería contar lo
requería. La cuestión es si esa “ensalada” de registros le funciona a quien lea
el libro. No me corresponde a mí decirlo.
-Aquí tenemos muchos ejemplos de
plumas contemporáneas que tiran y no poco de esa manera de acercarnos a las
historias más humanas, más sociales…
-Sí, entre las
que más me han influido a la hora de hacer este libro podría nombrar al
sociólogo colombiano Alfredo Molano, a la escritora bielorrusa Svetlana Aleksiévich o al gran John Berger.
-Amigo,
¿cómo ha sido el proceso de documentación, lectura de libros y demás para la
elaboración de este libro?; ¿y la metodología de trabajo?
-Decidí escribir
al final del libro un apartado que he titulado “Fuentes orales, bibliografía,
agradecimientos” en el que se hace un recorrido por el proceso de elaboración
del libro. En él se pueden rastrear mis encuentros en la cuenca minera o en los
barrios adyacentes al Musel con muchos de los y las
protagonistas del libro. También mi itinerario por Colombia. Además, aparecen
muchas referencias librescas, y algunas películas también, que me fueron útiles.
No todas ellas son referencias sobre el “tema”, también incluyo influencias en
cuanto a voz narrativa.
-¿Cómo te ha ido trabajar con Pepitas de
Calabaza, ahora en estos momentos, nos puedes dar una pista de lo que estás
trabajando?
-Los compañeros
de Pepitas son, además, amigos, trabajamos muy a gusto en común. Confío en
abordar nuevos proyectos con ellos, pero este último libro ha salido hace
apenas tres meses y me estoy centrando en compartirlo mediante presentaciones,
grupos de lectura, etc. Aún no ha llegado el momento de un nuevo proyecto.
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)