Cazarabet conversa con... Carlos
Tundidor Diaus, autor de “El agua: cuando por Santa Bárbara truena (Oro
líquido)” (Anteo)
Carlos Tundidor
estudia al agua, ese “oro líquido”.
El agua: cuando
por Santa Bárbara truena. Es el nuevo libro de investigación de Carlos Tundidor
que nos acerca al uso de usos del agua, “ese oro líquido” como ello menciona.
Un libro que gira
alrededor del agua como elemento líquido imprescindible para tantas cosas en la
vida…al que el propio autor califica como “el oro líquido” en unos tiempos en
los que escasea y es elemento de confrontación como ya hacía tiempo, por
cierto, que algunas voces predecían.
El autor ya ha
estado con nosotros en otras conversaciones:
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/esperareaquehayasmuerto.htm
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/carlostundidor.htm
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/meloussa.htm
Lo que nos
encontraremos en este informe de investigación en torno al agua:
Es un
estudio sobre los recursos de este bien insustituible, sus aprovechamientos y
despilfarros. Trata de ser una humilde herramienta para que la necesaria
planificación de todo lo anterior. Que los recursos y los acuíferos equilibren
de manera sostenible, teniendo en cuenta las disminuciones que, con el cambio
climático, tendremos que admitir, todos los gastos de este bien público y
universal: gastos vía agua de boca, de riego, industrial y la más determinante,
la destinada a los regadíos agrícolas.
El libro
sale a la luz en un año particularmente seco. Sequía que los y las ciudadanas
soportamos, pero que en el momento que llueva tenderemos a que se nos olvide
como la importancia de la sanidad pública en la pandemia o la de una banca
pública para evitar atropellos o la de una compañía pública energética para que
la transición del modelo contaminante al sostenible se hiciera racionalmente y
beneficiando a la inmensa mayoría.
En un país
seco, uno de los más secos de Europa, despilfarramos el agua de manera alarmante.
Y, lo que es peor, sin mecanismos que planifiquen su uso desde lo público,
exclusivamente desde lo público. Las dos variables que se abordan aquí, el
gasto insostenible del agua y la necesaria reforestación del país para
enfrentarnos a uno de los mayores problemas que tenemos encima: el cambio
climático, prueban que son urgentes medidas desde la Administración central.
Unas medidas que den la seguridad de que este bien será usado de manera
racional, pensando, solo, en el bienestar de todos y no se pueda convertir,
como está en estos momentos, en un bien que pudiera ser de compra-venta y, por
lo tanto, diferencial para el menos tiene.
Las medidas
han de ser urgentes, proporcionales, universales, inteligentes, que premien el
ahorro y que igualen, en el peor de los casos, el haber (recursos de lluvia) y el debe (todos los consumos). Medidas que no esquilmen los
acuíferos, todo lo contrario, que los regeneren y los llenen. Los acuíferos de
hoy son las reservas de nuestros descendientes y el único instrumento de la
bio-diversidad.
De lo
contrario, el panorama apocalíptico que ilustra la espléndida portada y que
ahonda, todavía más esa terrorífica posibilidad futura, el relato con el que se
finaliza no será ficción a medio plazo sino la más profunda y espantosa
realidad.
El autor, Carlos
Tundidor:
Carlos Tundidor Diaus, Ingeniero Químico, profesionalmente ejerce como
director gerente de una empresa de Ingeniería fundada en 1976.
Los escritos
aparecen editorialmente en 2010. Ediciones Certeza le publica su primer libro,
una colección de relatos cortos editada bajo el título “Susurros al viento”. A ese volumen le seguirá otro, también de
novelas breves, con el nombre de “El
pueblo que no sabía reír”.
Su primera novela
se publica en 2012, la misma editorial le publica “7 días de Gloria”, novela de corte social ambientada en Madrid.
Posteriormente
aparecerán: “10 Historias bajo el
felpudo”, libro de relatos, un ensayo novelado sobre seis de los mejores
poetas republicanos, “Cuando las bestias
se disfrazan de hombres”. En 2016, en la colección Cantela,
publica “Banderines de enganche”,
colección de relatos sobre marginación. Ese año publica “Madruga con rabia el Horizonte”, su primer poemario.
Antes de
finalizar el mismo año, Editorial Comuniter le publica su segunda novela, “El viejecito de los zapatos rojos y otros
cuentos inmorales”.
En enero de 2018
publica nuevo libro, esta vez es de artículos: “Dos años alrededor de Facebook”. Su penúltimo libro publicado,
presentado en abril, en el Teatro Principal, es una colección de diez novelas
breves articuladas en torno al agua: “La
salvaje mirada del agua”.
En diciembre de
2018, Mira Ediciones publica su libro: “Esperaré
a que hayas muerto”. Una amplia novela en la que, rozando el género negro,
nos lleva por los últimos 40 años de nuestra historia persiguiendo a unos ex -
policías de la BPS franquista.
En marzo de 2020
presenta su último libro: “Permiso,
giramos a la izquierda” un libro profusamente ilustrado de 600 páginas con
260 artículos sobre temas de actualidad y temas sociales. Editorial Anteo.
En 2020 también
ha publicado un pequeño libro sobre la Despoblación en España y otro sobre un
espectáculo montado en 2019 y titulado “1939”.
Ha participado en
antologías diversas publicadas con otros autores: “Salou en la memoria”; “Palabras contadas”; “Un día de fiesta”;
“Plazuelas para el sosiego”; “Fondeadero de sueños”; “La quintaesencia de
Albada”; “Terra Vacua” y algunos otros.
Pertenece a la
Asociación Aragonesa de Escritores, fundador de la Asociación Cultural Albada,
socio de Amigos del Libro, director un tiempo de la colección “Relatos” de
Editorial Comuniter, coordinador de un Certamen de Relatos Cortos que va por su
octava edición, cuyo lema es “Tierra
Vacía” y que quiere poner voz, palabra y espacio a un problema estructural,
quizá el mayor que podamos tener en esta península: la despoblación. Animador
de numerosos eventos culturales y literarios.
Cazarabet
conversa con Carlos Tundidor Diaus:
-Carlos, lo primero, antes de entrar
en la cuestión que nos ocupa este cuaderno reflexivo es preguntarte el porqué
de la colección que dedicas a temas que levantan en ti y en gran parte de la
sociedad motivo de preocupación, cavilación y reflexión…
−Hace unos
años hice un trabajo sobre las dos Españas, la “Llena” y la “Vaciada”. Lo edité
para ayudar a que se reflexionara sobre los problemas, muy distintos pero
importantes, que tenían estos dos tipos de modelos demográficos. La idea era
que se debatiera. Luego, al hilo del ochenta aniversario del término de la
guerra originada por el golpe de estado militar y del espectáculo montado en el
salón de actos del Museo de Historia del que fui coordinador, salió el segundo
número. Burla, burlando, que diría Lope, al poco coordiné un acto de homenaje
al 80º aniversario de la muerte-asesinato de Miguel Hernández, publicando el
tercer libro con formato parecido y la coletilla de “cuadernos para el debate”.
A los pocos meses, “Ucrania, una verdad falseada”, con tres ediciones en la calle,
aunque sean cortas, pondría el dígito cuatro en algo que parecía colección. “El
agua. Cuando por Santa Bárbara truena”, es el quinto. Está en marcha el número
seis dedicado al homenaje a Gloria Fuertes que coordino y que será el 29 de
noviembre en el salón de actos del Museo de Historia. Todavía existe un número
siete a un tercio de gas.
-Reflexiones
en torno a temas actuales, pero muy variados, coméntanos…aunque en un mundo tan
conectado y globalizado, de alguna manera, todo está integrado y debe analizarse
como “un todo” desde un punto de vista holístico y en ósmosis constante, ¿cómo
lo ves?
−Un mundo
interrelacionado tan profundamente que lo que ocurre en las antípodas se deja
notar a veinte mil kilómetros de distancia, no puede ser estanco a temas que,
aunque parezcan alejados, son cruciales. La guerra en Ucrania, de la OTAN
contra la Federación Rusa, afecta a Europa, pero, también, a China, India o
Brasil. El agua, bien escaso por excelencia, no solo afecta a los países con
falta de ella, también a los que, aparentemente, tienen exceso. El cambio
climático, directamente relacionado con el agua, afecta a Estados Unidos tanto
como a los países del Sahel. Es verdad que, de manera distinta, con mayor o
menor agresividad, pero son problemas mundiales que hay que tratar con esa
ósmosis en la mochila.
-¿Reflexionas mejor dejándolo plasmado por
escrito y compartiéndolo?;¿por qué?
−Me gusta
debatir. La palabra es uno de los grandes avances, quizá el mayor de nuestro
progreso como especie. Pero me gusta escribir y poder plasmar, de manera
serena, sin prisas, sin agobios o sin “respuestas”, sobre algunos aspectos que
considero importantes; me gustan desarrollarlos cuando creo poder aportar algo.
Debatir de manera oral es más inmediato, más impactante incluso, reflexionar
por escrito es más pausado, menos “mitinero”. Pero, al poner negro sobre
blanco, se reflexiona algo más y algo mejor.
-¿Nos puedes hablar un poco del porqué
de estos cuadernos y sus contenidos porque no tienen un hilo conductor claro
salvo el que los escribe, sus inquietudes y manera de pensar que creo sí que se
deja entrever… qué nos puedes decir?
−Cierto. No
hay un hilo conductor como pueda ser un tema concreto. El cuaderno sobre el
agua tiene que ver con los problemas de las dos Españas de las que hablaba en
el primero. En ellos, hasta el momento, hablo de temas con los que me siento
identificado o, por lo menos, con cierta acumulación de datos reflexionados: la
cultura, la muerte, los golpes fascistas en el mundo, el futuro demográfico,
particularmente en España, la geopolítica… son temas que, aparentemente, están
poco cohesionados, pero que, en mí fuero interno, los veo como el ovillo
revuelto del que tiras de un hilo y se mueve todo. Temas que me han interesado
y que quiero hacer partícipes a más personal.
-¿Qué te hace dedicarle el cuaderno nº5 a la
problemática en torno al agua con la escasez de la misma, la mala gestión de
este recurso desde todas las instancias, el malgastarla y la poca
concienciación social…?
−Quizá la
rabia al ver que solo nos acordamos, y poco, de Santa Bárbara cuando truena. De
ahí el título. Pero que, cuando llueva un poco y se arreglen algo los pantanos,
volverá la indiferencia general, la del individuo normal, los que integramos el
99,9% de la sociedad y nos olvidaremos de los agobios. Esa indiferencia actual
significa dejar, íntegramente, en manos de políticos que muchas veces no son
los más aconsejables ni los menos corruptos, para una planificación de un bien
esencial. Planificación que, en estos momentos, no existe para nada en España.
Ni para bien ni para mal. La inconexa gestión apunta que gastamos más de lo que
tenemos y lo gastamos mal.
-El
agua puede que sea el bien más preciado dentro de la naturaleza, pero, además
de maltratarla con los contaminantes que la especie humana genera, también se
la malgasta…¿cómo revertir estas dinámicas o ya hemos
hecho tarde y tan solo podemos poner parches?
−Tan
preciado y escaso que algunas de las próximas guerras, si es que al género
humano le dan tiempo, serán por causa del agua. A mi juicio, la sociedad debe
de concienciarse de que el agua es un bien público. Nunca privado. Después, que
es vital, necesaria una urgente planificación del uso, del gasto. Para ello, en
España, se necesita una Mesa nacional en la que estén científicos, técnicos,
demógrafos y climatólogos. Además de políticos que hayan acordado el tema del
agua como un asunto de estado. Esta Mesa debe de tener alcance nacional, con
una autoridad suficiente y con decisiones con alcance nacional, por encima de
autonomías o de cuencas hidrográficas. Mesa que determine el Haber (el agua de
que disponemos) y el Debe (el agua que debemos gastar
y de qué manera). Mesa que debería planificar los aportes necesarios a nuestros
acuíferos, los fuertes Knox de nuestras reservas, las necesarias
reforestaciones, el reciclado del agua para riego y otros usos, las crucial
disminución de contaminantes, fosfatos y nitratos, en los regadíos, la
supresión de excesos en el riego −todavía se riega a manta y por
aspersión dilapidando el agua, en vez de por goteo− o el regadío de
ciertos productos marcados, por completo, por los beneficios de las grandes
empresas y multinacionales y no por el bienestar general. Hay suficiente agua
si se planifica y se rige esta planificación por el interés general y el bien
de toda la sociedad y no por la de una pequeña parte, como es actualmente, en
la que el agua solo ejerce de sangre necesaria para poder ganar dinero, cuantos
más beneficios, mejor, de unos pocos millonarios.
-¿Qué políticas de gestión del agua se han demostrado
un fracaso total? ¿y qué políticas deberían haberse tomado y no se han llevado
a cabo por miedo a molestar al poder o a generar un rechazo social por no “ser
popular”?
−La política
de pantanos debe de darse por terminada. Si la cuenca de un río tiene un número
de litros de agua que aporta y reparte entre riegos, acuíferos y caudales
ecológicos, porque hagamos dos, tres, veinte agujeros, veinte pantanos, el
aporte será el mismo. Solo se conseguirá que esos tropecientos pantanos estén
más vacíos. Con el añadido de que el 5% del agua residual en un pantano no es
apta, son lodos. La realidad, tozuda, nos dice que el nivel de embalsado,
58.000 Hm3 al cien por cien, de nuestros 3.500 pantanos, grandes y pequeños,
casi nunca ha sobrepasado el 50/60% de su capacidad. Por muchos agujeros que
hagamos en una cuenca determinada, en líneas generales no pasaremos de tener,
en vez de un pantano medio vacío, dos pantanos a un cuarto de capacidad. Salvo
unidades muy puntuales y excepcionales, la política de pantanos debería darse
por finiquitada. Lo que priva, ahora, lo urgente e inteligente son políticas de
ahorro, de reciclado, de gestión pública y rentable del agua. Duele, escocerá a
los grandes inversores alimenticios que ven el agua como motor de sus negocios,
haya o no haya, pero es el objetivo que deben impulsar las políticas del agua
actuales.
-En un país que depende tanto del
turismo y que, a la vez paralelamente, vive en sequía, ¿cómo se debe de
afrontar?
−Evidentemente,
con una buena gestión pública del agua. Creemos que el agua de boca se ve como
problema mayor del que, razonadamente, es. En estos momentos, el consumo de
agua por persona y día es de 133 litros. Y este consumo va bajando de manera
racional y sin perjudicar la calidad de vida de la sociedad. El consumo de agua
de boca en el país es como nueve veces menos que el gran gasto de agua: los
regadíos. Afrontado el gasto global de manera racional, sostenible y pensando
en las generaciones futuras y no en el “detrás de mí, el diluvio”, no hay problema
en absoluto de compatibilizar el ocio, el turismo, con el agua en España.
-Lo
malo es si muchas de ellas—me refiero a las políticas del agua-- ya se
adoptaron sabiendo que serían un fracaso, pero como que les dio igual con tal
de hacer negocio con el agua. Negocio y/o una utilización bestial de ella para
la agricultura, la ganadería, las diferentes industrias…
−Claro. Las
políticas que se han adaptado en los últimos sesenta años, quizá más, en
España, han sido las que han dictado los que hacen negocio con este elemento.
Los lobbies que presionan para que haya más agua, sea como sea, con más
pantanos o con más pinchazos a los acuíferos. Si no se frena esta especulación
del agua la privatización de esta, que ya está en los cerebros de algunos de nuestros
políticos, pesebristas de las grandes fortunas, será un fatal hecho en las
generaciones próximas. El agua no la malgastan los agricultores, la derrochan
aquellos financieros, fondos de inversión, grandes empresas agrícolas,
industrias multinacionales alimentarias, bien de producción o bien de
comercialización, que presionan hacia la producción y que consideran, hoy, la
industria alimentaria como un negocio en el que deben primar los beneficios. Y
muchos, cuantos más, mucho mejor. Esto nunca será compatible con el bienestar
general. Lo vemos con fenómenos de acaparamiento de productos y de oligopolios
con determinados productos alimentarios. El aceite de girasol acaparado y
puesto a la venta por las grandes comercializadoras mundiales con beneficios monstruosos
o el aceite de oliva a precios mucho mayores en los supermercados españoles que
los mismos aceites españoles exportados a Europa. La prueba del nueve de la
especulación pura y dura por el beneficio desmesurado.
-¿Qué suponen las políticas de pantanos en la
España?, pantanos que se sitúan en general , además en la España muy seca y
,por ende, en la más despoblada…
− A mi
juicio, la política de pantanos fue, independientemente de la inoportunidad de
algunos de ellos y de su desmedida concentración en zonas determinadas,
acertada. España es un país seco, árido, con pluviometría irregular y, para más
inri, con fuertes estiajes y cauces torrenciales a causa de su relieve
accidentado. Nada que ver con la Europa central o la del norte. Pluviométrica e
hidrográficamente, más parecidos a Italia o Grecia, aunque con la salvedad de
menor precipitación media que, por ejemplo, en Italia. Es obvio que se debe
acopiar agua en el invierno y primavera para el resto del año. Pero esa
política ya ha tocado techo hace tiempo. La actuación de Mularroya,
obra faraónica y arriesgada por sus posibles consecuencias, echar agua a un
agujero procedente del agua embalsada en otro y de otro río −el Jalón y
el pantano de la Tranquera− es algo estúpido que solo se entiende en función
de los intereses de unos pocos propietarios, la mayor parte empresas, para
disponer de agua en yermos y cultivar frutales de regadío. Agua a disponer en
las inmediaciones de La Almunia, Épila, Ricla, en
detrimento del agua del Jalón y la Tranquera. Lo inteligente y práctico, ahora,
es olvidarse de pantanos absurdos que, tres de cada cuatro años, estarán medio
vacíos, y planificar el gasto, el ahorro, la gestión. Eso fricciona con
intereses privados, con aquellos que solo quieren beneficios, pero nunca con
los intereses públicos, con los de la inmensa mayoría.
-Despoblación, por cierto, que tiene a
ver con todos los abusos territoriales, paisajísticos, sociales y económicos
para una población que vive una política de destierro intencionado con el abandono
versus ignorancia institucional con las políticas de embalses que fueron
afectando a zonas que ante los proyectos, obligados o no, fueron viendo cómo
iban perdiendo ciudadanos y ciudadanas y para qué…porque se pueden entender
algunos proyectos de embalses, pero embalses para que las hidroeléctricas se
enriquezcan…ya me dirás….
−Claro. La
inmensa mayoría de pantanos se hicieron en la dictadura. Época en la que las
cosas, buenas o malas, se hacían a golpe de dictador. Una buena cantidad de
pantanos se podrían haber hecho con unas justas compensaciones, con la
inyección de ayudas para que la industrialización de esa zona, pueblo, comarca,
compensara los infinitos perjuicios y no se produjeran abandonos en masa de
población y de posibilidades. En esa época, las grandes empresas energéticas,
empresas en las que tenían acciones una buena parte de beneficiados
industriales de la dictadura, fueron las que expropiaron, mandaron, forzaron y
se forraron. Hoy, algo más de la tercera parte del agua embalsada en pantanos,
unos 20.000 Hm3 de los 58.000 Hm3 posibles, son aguas que están embalsadas,
prioritariamente, para producción de energía hidráulica. La forma de diseñar,
ejecutar, obligar, pantanos, con el artículo primero y único de “ordeno y
mando” fue brutal, antieconómica y dictatorial. Unos lodos convertidos, con el
paso del tiempo, en barros profundos y difícilmente asumibles.
-¿Se pueden entender algunas de las formas de
regar los campos ante tiempos de sequía ya profunda, crónica y severa?
−En
absoluto. Todavía hoy, en Aragón, más de la tercera parte del agua empleada en
riegos es “a manta”. Y un 60% del resto, por aspersión que, tampoco, es de lo
más rentable en gestión. Sin querer repetir, falta la Mesa o Plataforma que
planifique todo lo relacionado con el agua en España. Mesa que direccione en el
buen camino, un camino de gestión pública al cien por cien, el gasto de este
bien irrenunciable, vital y escaso.
-¿Cómo “lees” que buena parte de la producción
cerealista se riegue; o que en una de las zonas más secas de Aragón como son
los Monegros se produzca arroz que es un producto, un cereal, que necesita de
mucha agua?
−De parecida
manera que si leyera que han puesto una enorme superficie comercial de
congeladores y frigoríficos en el Ártico o que en Sáhara alguien intentara
vender al por mayor, abrigos. Que podamos disponer de agua no faculta a nadie,
tampoco a nosotros, derrocharla. Y eso es lo que hacemos produciendo arroz en
Monegros o cultivando maíz a mansalva en los secarrales gracias a las presiones
de empresas como “Riegos del Alto Aragón”, auténticos lobbies de presión para
sacar agua, más agua, toda el agua posible para, luego, cosechar arroz o maíz o
alfalfa.
-¿No deberíamos adaptarnos a los
terrenos, sus idiosincrasias otros condicionantes para intentar cultivar unos
alimentos y no otros conforme las características y demás…sabiendo, además, las
condiciones climatológicas que ya hace años se han puesto encima de la mesa…
−Voy a
contestar poniendo un ejemplo de los que hoy, las empresas alimentarias que
están detrás, hacen; por ejemplo, con los olivares. De todos es sabido que el
olivo es uno de los árboles prototipo del mediterráneo, árbol de secano por
excelencia. En estos momentos, hay más de 800.000 Ha. de olivar en régimen de
regadío. Cierto que, con más agua, da más olivas. Pero ¿qué pasa si un año, o
dos, a un olivo acostumbrado a recibir agua extra, no se le riega por falta de
ella como en este año? Sencillo, el árbol, como todo ser vivo, se amolda a las
nuevas condiciones y, cuando falta esa agua extra, da, entonces, menor cantidad
de aceitunas que cuando estaba en régimen de secano al completo. Ocurre que el
árbol da mucha menor producción o, incluso, se seca parcialmente. Pero, en esos
quehaceres está la ambición de las grandes empresas de olivares, que no los
olivareros de Jaén, para ganar más dinero. Y eso que ocurre con el olivar, está
ocurriendo con el almendro, con la vid o con los frutales. Es bueno regar, pero
no en todo, a todo, sobre todo y en cualquier momento.
-Ya
hace años que leía que las guerras y las crisis humanitarias ---como las crisis
migratorias-- como las presentes y las que, por desgracia, nos esperan en el
futuro serían por el agua, la sobrepoblación, por la búsqueda de recursos
escasos, pero necesarios para las nuevas tecnologías versus tierras raras… ¿qué
nos puedes decir?
− Si nos
empeñamos en mantener el agua como un bien económico, como elemento generador
de pingues beneficios para pocos en vez de considerarlo, exclusivamente, como
un elemento de gestión pública, veremos pronto ese tipo de conflictos. Ya los
hay larvados. Sin ir más lejos, el agua del río Jordán y sus acuíferos son ya
fuente de roces, mucho más que leves, entre Jordania e Israel. El modo en que
Israel está gestionando el agua de la región logrará que Jordania, más tarde o
temprano, pase de las palabras a los hechos. En nuestro país, la “guerra” del
agua está larvada con los actuales trasvases del Tajo. Agua que, muchas veces,
ni siquiera sirve para regar cosechas, sino que se emplea para campos de golf o
piscinas.
-Particularmente,
en este país, como no andamos sobrados de agua, siempre se ha hecho servir al
agua como elemento “agitador” de las masas y me temo que seguirá siendo así
porque en torno a los partidarios y detractores de los trasvases—y también de
la proliferación de embalses- -, por ejemplo, hay más política de baja
intensidad que carece de argumentos y argumentarios, ¿qué nos puedes decir?
−Sin querer,
está medio respondido por el texto anterior. Demonizar algo al cien por cien es
de muy difícil sostenimiento. En algún momento concreto y puntual, el fenómeno
del trasvase entre cuencas puede, o ha podido, ser beneficioso. Pero estas
posibilidades se deben tomar entre algodones. Los trasvases entre cuencas, en
general, difícilmente pueden ser buenos, beneficiosos para las dos cuencas. Una
perderá. Mucho menos se deben de pedir para regar campos de golf, piscinas o
más invernaderos. Y, en todo caso, solo deberían plantearse por una Mesa
nacional que planificara sobre el uso y el gasto del agua, siempre de uso
público, y con una segunda condición: que, realmente, sobrara el agua en la
cuenca cedente y no hipotecara, en absoluto, el progreso ganadero, agrícola o
industrial de la cuenca aparentemente excedente. Eso, en España, hoy día, es
prácticamente imposible. Y hay que decirlo no por el argumento del artículo 33,
sino con los argumentos propios de considerar al agua como un bien común,
público y que pertenece a todas las generaciones, a las presentes y a las
futuras. Por lo tanto, su gestión ha de ser sostenible.
-De
todos modos, lo de los trasvases siempre me ha parecido que es pan para hoy y
hambre para mañana, pero es una salida que no pocos partidos políticos tienen
en cartera y son de los recolectan votos---a veces no sé o no entiendo lo que
votan algunos conciudadanos—. ¿Qué reflexión nos puedes hacer?
−Si lo que
queremos es un país equilibrado, el agua de las cuencas debe priorizarse para
ellas mismas. Para impulsar un equilibrio que, a la postre, dará un país más
rico, con menos desigualdades conflictivas. Al contrario, si lo que algunos
quieren es un país con toda la población en unas zonas determinadas,
sobrepobladas, con densidades que llevan a marginalidad, a una desigualdad tan
alarmante como antieconómica, motivo de conflicto, a enfermedades crónicas que
hablan de ansiedad, depresión, soledad, esquizofrenia. A sociedades con índices
brutales delictivos, de inseguridad, de paro…, esos trasvases −que solo
piden los que fían en que el agua sea un elemento meramente económico, de
ganancias parciales a costa de desencuentros y de pérdidas en otros lugares−
son la mejor pócima para este panorama desesperanzador, para la fractura al
completo del país que, un día u otro, se daría a causa de todos esos factores.
-Lo
que me hace preguntarte un “aparte”; peligroso es cuando una sociedad entra a
votar más por emociones y emotividades que por “razones”, programa e ideas que
se tienen y retienen?
−Eso es
caldo de cultivo del fascismo. No hay más que repasar la historia reciente,
también la del siglo XIX, para darnos cuenta que, cíclicamente, las pasiones y
emociones han sido manipuladas hábilmente para conducirnos al “paso de la oca”.
Se necesita una crisis, unos medios informativos que mientan y falseen, una
concentración de las fortunas, el pesebrismo de los políticos y la
desinformación y la apatía del ciudadano. Todo eso, junto, es estremecedor. En
Europa, en España, se están dando las condiciones para que los partidos
fascistas, los que la prensa blanquea y los llama de extrema derecha, mientan y
mientan, revuelvan las bilis con el bulo de los inmigrantes −ayer fueron
los judíos− y dando las condiciones para una involución represiva y
dictatorial.
-¿Cómo se pueden justificar las políticas de
trasvases?
−Con argumentos,
en este momento y en las condiciones actuales del agro español, es muy difícil,
por no decir que imposible. Tan solo pueden apelar al hígado, a cuestiones
falsas o falseadas como por ejemplo que falta agua en tal sitio cuando lo que
ocultan es que la necesitan algunas gentes, empresas alimentarias,
multinacionales, enormes comercializadoras, grupos de presión, para hacer más
negocio al margen del bienestar público.
-Este
trabajo cuánto te ha llevado porque el trabajo de investigación, documentación
y demás es muy importante… ¿no?;¿cómo te lo has hecho con la metodología de
trabajo?
−Varios
meses con la mira puesta en estas páginas. Desde febrero hasta agosto. Las
primeras piedras las tomé de un trabajo hecho sobre las dos Españas, la Llena y
la Vaciada. Después, fui localizando datos, dándoles forma, encasillándolos,
ordenándolos para comprender el enorme, a la par que brutal y deshumanizado,
negocio privado que mueve el agua. Al final, creo que he llegado a entender el
significado de este bien escaso para aquellos que intentan sacar beneficios
empresariales de todo. El agua, para estos fondos de inversión, más o menos
buitres, para estas empresas alimentarias que no son agricultores, sino
empresas agrícolas, para multinacionales que deciden sobre el pan y el hambre
mundial, para esos supermillonarios que, en la trastienda o en la sombra,
deciden −lo intentan− el destino del mundo sin importarles otra
cosa que no sea ganar, ganar, ganar más y más dinero, el agua es un medio, solo
un medio, para más ganancias y más dinero. Y como es solo un medio, como una
máquina mejorada, lo que les interesa es explotarlo dejando de lado la
contaminación, el agotamiento de cuencas, el de acuíferos, el pan del día de
mañana que, con su camino, será hambre para la mayoría. Lo que les importa es
más agua, sea de donde sea, para conseguir más y mejores beneficios. He
intentado, eso sí, que el trabajo sea didáctico, tenga un orden, se complemente
con otras cuestiones como la aridez, el cambio climático que ya no es futurible,
la reforestación, el ciclo del agua, el del nitrógeno y el del carbono para
mejor comprensión por un lector medio. Incluso, he añadido un cuento, una
historia que ojalá sea de ficción al completo y nunca se pueda dar algo
parecido en parte alguna de la Tierra.
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)