Cazarabet conversa con...
Eduardo Escobar Martínez, autor de “53 cigüeñas. Valcardera en
1936. Miguel Antonio Escobar. El socialismo navarro en la II República”
(Pamiela)
La sinopsis de
este libro: El 23 de agosto de 1936 salieron de la cárcel
de Pamplona cincuenta y tres presos republicanos con la esperanza de ser
canjeados por presos del bando nacional, según lo afirmado la víspera por el
carlista Benito Santesteban. Pero fueron trasladados
al corral de Valcardera donde fueron asesinados. Todos menos uno, Honorino
Arteta, que consiguió escapar y relatar después lo ocurrido. En 2014 se
celebraba en Valcardera el homenaje anual a las víctimas. El orador detuvo su
discurso por la irrupción de una bandada de cigüeñas que pasaron volando por encima
de los congregados. Una de las asistentes tomó la instantánea de las aves con
el cielo de fondo, con un dato sorprendente, pues en la fotografía se contaban
cincuenta y dos cigüeñas, seguidas a corta distancia por la
número cincuenta y tres.
El autor, Eduardo
Escobar Martínez: Miguel Antonio Escobar Pérez forma
ya parte de la historia de Navarra, del socialismo en la II República y de la
cruel represión sufrida, sin que existiera frente de guerra. Como tantos otros
protagonistas del tiempo turbulento que les tocó vivir, ha permanecido durante
muchos años en el olvido, en el silencio impuesto por los vencedores y en la
inercia callada de la generación que les siguió.
En
este libro, su nieto rescata para la Memoria y para el recuerdo de su familia
la figura del abuelo, mediante las fuentes disponibles y los documentos
inéditos que su hijo Eduardo Escobar Zarategui
encontró y guardó de una forma algo rocambolesca. En él se reflejan el ambiente
de la época, los datos familiares y personales, la trayectoria política,
sindical y periodística de Miguel y las consecuencias que su fusilamiento y
desaparición han tenido para las siguientes generaciones.
Miraros
este enlace, es muy interesante:
Cazarabet
conversa con Eduardo Escobar Martínez:
-Amigo Eduardo, ¿qué te hizo escribir
este libro? ¿es tu vínculo familiar con uno de los asesinados, tu abuelo Miguel
Antonio Escobar?
-Escribí el libro porque algo tenía que
hacer con la documentación de la que mi padre me hizo depositario. Era una
labor latente que recibió un empujón cuando me entrevisté con Angel Garcia-Sanz Marcotegui y Ana González Gil (el orden es por cuestiones
jerárquicas de maestro y alumna). Me los presentó el bueno de Iñaki Beaumont,
que me localizó a través de la red buscando descendientes de represaliados en
Pamplona, especialmente de la Rochapea. Ellos me
animaron y empecé a escribir.
En el libro
explico las razones para hacerlo: era el depositario de una información, faltan
por salir a la luz microhistorias y documentos y yo tenía un poco de ambos, es
una obligación social transmitir lo que nos ha sido legado y lo que hemos
vivido...
Pero la razón más
importante -también lo digo- es que pienso en mi joven abuelo, joven porque
murió con 34 años, más joven que el más joven de mis hijos, en un trágico
momento de soledad. He pretendido llenarlo, gritarle desde aquí que no
estaba solo, que sus descendientes son buena gente, importantes profesionales y
gente humilde -de todo hay- que están repartidos por el mundo y hoy le gritamos
que estamos aquí, que somos su estirpe y le queremos. Quisieron borrarlo del
mundo y consiguieron multiplicar su sangre.
-¿Se hablaba de tu abuelo en tu casa, lo
recuerdas de pequeño?-¿Cómo recuerdas que se te hablase, por primera vez, o te enterases, de los sucesos acontecidos en
Valcardera ,Navarra el 23 de agosto del 36?
-De mi abuelo no
se hablaba porque mi padre nos ocultó la ideología del suyo y la triste forma
en que terminó su vida. En mi caso, el mayor de sus nietos, no supe nada
hasta después de acabar la especialidad, cuando un compañero de profesión me
regaló "Los Culpables" Después, cuando mi padre estaba ingresado en
el hospital y fui a atenderle, me dijo donde estaban los documentos que sustrajo
de los locales de Falange en Pamplona. A los nueve años, un cuñado de mi abuela
le hizo ingresar en las juventudes carlistas porque peligraba la vida de ella.
Franco las convirtió en falangistas y mi padre fue "el niño del rancho que
raptan los indios" Acabó siendo indio.
Me traspasó la
propiedad de esos documentos ocultos en una carpeta bajo el título de
"Campeonato de pelota" para despistar cualquier importuna curiosidad.
Allí estuvieron toda su vida mientras convivía con miembros del bando que
asesinó a su padre.
"Los vi allí
y se me cayó el alma a los pies"
Se los llevó, los
guardó, los escondió y me los legó.
-¿Cuándo decides el acercarte a estos 52
ejecutados y a Honorino Arteta que consiguió salvar la vida?
-Desde que leí el libro de Galo Vierge me sentí muy cerca de ellos. Lo estuve de verdad
cuando contacté con la AFFNA36—Asociación de Familiares de Fusilados de Navarra--
gracias a la intercesión de Iñaki Beaumont. Me afilié y participé en los actos
de conmemoración en Valcardera y en Pamplona, en el solar donde estuvo la
cárcel. Tuve que decir unas palabras hace dos años en Pamplona y el 23 de
agosto del pasado en Valcardera. En los dos casos no pude terminar porque me
pudo la emoción. En Pamplona estaba conmigo uno de mis hermanos, profesor de la
Universidad de Alcalá, que terminó de leer lo que llevaba escrito. El último
verano en Valcardera acabé abruptamente mi pequeño discurso, esta vez sin
papel de por medio.
-¿El silencio asoló las casas de estos
ajusticiados?, ¿y en el caso de Honorino?
-Majuelo titula
la biografía de Ricardo Zabalza "la generación del sufrimiento" La
siguiente, la que nos precedió, fue la del silencio. El silencio dominó toda la
sociedad, los dos bandos. Ha correspondido a nuestra generación reivindicar la
Memoria. El caso de Galo Vierge fue una excepción,
que permitió trasmitir los trágicos sucesos de Valcardera por la versión
directa de Honorino.
-No
me quiero imaginar cómo debieron de ser las horas finales de esos 53
hombres...todos pensando que iban a salvarse y a ser “cambiados” por otros
hombres del otro bando, pero llegan al corral de Valcardera y son asesinados,
crueldad máxima...
-Los fusilaron de diez en diez, atados
por parejas, y Honorino consiguió soltarse y correr. Con alguna herida de bala
en las piernas consiguió subir a un árbol y ocultarse en la oscuridad. Las
primeras versiones de lo ocurrido no fueron muy precisas. Él mismo aclaró que
le costó como tres meses atravesar la frontera con Francia. Combatió en el lado
republicano y pasó muchas penurias posteriormente, pero sobrevivió a la guerra.
-¿Era este suceso como un secreto, vergonzante
,cruel, no sé si poder catalogar de traidor, tapado más que otros por cómo
aconteció ? ¿se sabe por qué se determina primero un “canje” y después todo se
desmorona?
--Cuando salen de la cárcel ya se hacen una
idea de que no se va a tratar de un canje por la forma de tratarles, por el
aspecto de los que les escoltan, por el ambiente... Cuando llegan a Valcardera
no hay ninguna duda: encuentran falangistas y requetés y entre ellos, gente muy
conocida por sus atrocidades. Saben que van a morir. Empiezan a confesarles, se
llevan a los primeros, se oyen los disparos, los falangistas apremian, los
requetés y los curas insisten en dar la confesión... Ya no hay dudas.
-El
preso que consiguió escapar Honorino Arteta, la pregunta es un poco delicada y
no querría herir los sentimientos de nadie, pero a menudo los que se salvan de
una experiencia así sienten el síndrome del superviviente y llegan a sentirse
culpables por haber sobrevivido a cualquier tragedia, incluso una de este
calibre... ¿cómo debió ser?
-Honorino sufrió
el síndrome del superviviente y vivió su tragedia de forma muy dramática.
Después lo contó a compañeros en el frente y, por medio de uno de ellos, llegó
su testimonio. En Pamplona se dijo que habían escapado. En realidad, solo fue
él, pero eso dejó esperanzas para algunas familias. Entre ellas, a la mía. Mi
tío Miguel pasó a Francia ocho años después, con dieciséis, con la esperanza de
encontrar a su padre. No pudo. Vivió en el exilio de Toulouse y conoció a la
familia Zabalza, la de Ricardo, y para ellos siempre fue "el niño",
incluso cuando llegó a abuelo. Volvió con premura cuando murió mi abuela, su
madre, con 48 años. Fue apresado por socialista. Mi padre le sacó de la cárcel.
Gracias a
Honorino todos supieron qué pasó. Aunque cruel, el conocimiento de la verdad
sirvió de consuelo. Es peor la incertidumbre. Todos nos alegramos y todos
agradecemos a Honorino su coraje y su testimonio.
-Conocía
y sabía, bueno sé por otras lecturas testimoniales e investigaciones, que desde
Navarra la represión siempre fue muy, muy brutal...¿por qué?, ¿acaso fue porque
el alzamiento tuvo éxito total desde un primer momento con una respuesta
resistente casi testimonial , pillando a
los republicanos, izquierdistas de todos los colores, sindicalistas, con el pie
cambiado..?; ¿confiaba una parte de la población de que la otra nunca sería
capaz de "regirarse" con tanta brutalidad?,
pero en las guerras sale lo peor, y también lo mejor, de las personas, ¿no?
-Navarra no conoció la guerra, no
conoció los frentes de batalla. Fue una zona de retaguardia. La brutalidad se
explica por varias razones: la primera es que fue provocada, ordenada,
defendida y auspiciada por la autoridad. Mola fue quien la ordenó. En las
guerras sale lo peor de la gente y hubo bestias desalmadas que con ese amparo
dieron rienda suelta a su rencor y a sus ambiciones. Se saldaron rivalidades,
rencillas, envidias y ganas de apropiarse de lo ajeno. Brutos como el chato de Berbinzana, Apesteguía, y las
escuadras del Águila campaban a sus anchas y debían demostrar ser más feroces
que los más feroces.
-Lo peor ya lo hemos visto. ¿Qué fue
lo mejor o qué lo está siendo...como resucitar de entre cunetas, lugares que
siguen siendo una incógnita a los que nunca volvieron a casa...recordarlos,
guardarles cumplida memoria...?
-Asociaciones
como la AFFNA36 y hasta departamentos institucionales investigan las
desapariciones, buscan en las cunetas y siguen pistas por pequeñas que sean.
Continuamente conocemos de casos que van siendo aclarados. Los de Valcardera,
desgraciadamente, no.
-¿Qué retrato como en común podríamos hacer de
los 53 de Valcardera?
-Los 53 de
Valcardera constituían una masa heterogénea de presos de la cárcel de Pamplona.
En común podían tener el ser personas en las que no cabía duda su filiación
republicana. Entre ellos había gente muy conocida, como los hermanos Cayuela,
abogados, uno ex-presidente de Osasuna, o Miguel, que
fue secretario general de la Federación Socialista, director del semanario o
miembro del Comité Nacional de la FETT. Todos ellos eran ciudadanos conocidos y
reconocidos al paso de la comitiva que los conducía a la muerte y la gente los
vio pasar porque las calles estaban llenas para festejar el día de Ntra. Sra.
la Mayor y la procesión posterior.
-Amigo,
¿cómo fue reconstruir, hombre a hombre, estas 52 historias más una...?,porque
es algo más que reconstruir la historia hacia atrás, es algo más que
documentarte, investigar, entrevistarte...
-El material que
me sirvió de base fue la documentación que mi padre tomó sin permiso de los
locales de Falange. Se fue enriqueciendo con informaciones de fuentes diversas:
las que me aportó Ana González Gil después de hurgar en censos, procesos
judiciales, etc... Me sirvieron los artículos digitalizados de
¡¡Trabajadores!!, las hemerotecas, tesis doctorales, el BOE, información
solicitada a Instituciones Penitenciarias y las publicaciones previas de la
Memoria, que en Navarra ya son muy numerosas.
-Las
entrevistas orales, con personas directas o indirectas a aquellos días y
acontecimientos, deben de ayudar, ¿verdad? Y las entrevistas pueden hacerse
como si uno hablase en una conversación y así nadie se siente tan intimidado,
¿no?
-No he contado
con aportaciones directas de supervivientes de la época, solo con retazos de
recuerdos escuchados en casa en muy raras ocasiones y el testimonio de la única
hermana superviviente de mi padre, de su cuñada y esposa de su hermano Miguel,
y la memoria de unos primos a los que su madre contó algunas de las historias que
vienen reflejadas en el libro.
-¿Qué ha sido lo más fácil y los más difícil
para la construcción de este libro y la reconstrucción del relato?
-Fue fácil
ponerme a escribir y acabar el primer borrador. Fue muy rápido. Lo difícil vino
después: recortar, corregir, matizar, dar muchas vueltas a un texto que ha
cambiado mucho desde aquel primer borrador. Me resultó particularmente difícil
considerar la posición de mi padre, un emboscado en el mundo de los vencedores,
hijo de un rojo fusilado, que nunca nos contó nada, pero acabó dándome la pista
para que lo supiera todo. Digo en el libro que no le perdono porque no había
nada que perdonar, pero sí que he llegado a comprenderle, colocándome en su
lugar. Fue difícil tragar el dolor, la pena, por mi abuelo, por mi abuela, por
mis tíos y por mi padre, que fue un niño que se quedó sin padre con nueve años
y sufrió las penurias de la guerra y posguerra y, supongo, una lucha interior
terrible entre su conciencia y la adopción de su forma de vida.
-Una
vez recopilado todo, ¿cómo es ponerle orden a todo?; ¿cómo ha sido tu
metodología de trabajo?
-No ha sido
difícil ordenar el trabajo porque el libro consta de partes muy diferenciadas:
breve historia de la familia, la vida política y sindical del abuelo, su faceta
de periodista, los trágicos sucesos de su apresamiento y muerte, qué pasó con
los que se quedaron y sus descendientes, y la parte documental donde transcribo
los documentos, escaneados, muchos mecanografiados para que se puedan entender
los manuscritos y con pies explicativos sobre el destino de las personas que
los firmaban.
-Este
libro creo que ante todo con esa historia tan bonita como entrañable de las
cigüeñas el día del homenaje—a mí, personalmente, me erizó la piel--- habrá
sido toda una experiencia personal, dura, casi catártica, ¿no?;¿cómo la has ido
asimilando?...
-Miembros de la
AFFNA36 me contaron qué pasó en 2014 con las cigüeñas. Cuando confirmé el
suceso y tuve la prueba documental de la fotografía de Hedy
Herrero, no tuve más remedio que cambiar el título original -Tuyo y de la
causa- que era la fórmula habitual de despedida entre camaradas en las
epístolas conservadas.
-Lo
que querías, me da, es rendirles, a los 53, un homenaje, lo has conseguido con
creces y ese era el objetivo principal del libro, ¿no?
-Pensé que mi abuelo merecía su
homenaje, que todo me había conducido a ser el responsable de proporcionárselo,
pero también me crucé con las historias de los compañeros que le rodearon,
algunos tan entrañables y después tan notables como Julia Álvarez y Ricardo
Zabalza. La altura política, pero sobre todo moral, de esas personas me obligó
a algo más que una mención. Y los 52 que le acompañaron a Valcardera
compusieron en nuestra memoria un grupo inseparable, quedaron hermanados para
siempre. No puede y no quise separarles. No sé si lo he conseguido. Sí ha sido
mi intención centrarme en mi abuelo, pero no descuidar la memoria de los que le
rodearon.
-¿Es este un
ejercicio por y en pro de la MEMORIA HISTÓRICA, no?, pero cree que es visto
así...
-No tengo mucho
que añadir a las razones que he expuesto al principio sobre la necesidad de
recordar y dejar constancia de ese recuerdo para los que nos siguen. La
Historia se desdibuja con el tiempo, pero lo que esté en nuestra mano debe
permanecer firme tal como lo hemos visto o tal como nos lo han contado antes de
que no quede nadie más para secundar nuestra iniciativa.
-¿Cómo ha sido trabajar con Pamiela?
-Lo de Pamiela no
se puede creer: el trato desde el minuto uno, su comprensión, su asistencia, su
colaboración, su apoyo y ahora su amistad. Son gente generosa como es difícil
encontrar. Estoy muy orgulloso de pertenecer a su grupo de escritores y este es
un título que no me lo arrogo gratuitamente: me lo concedieron ellos, me
lo manifestó Txema Aranaz, que ha sido mi editor, y no hay derecho de autor que
pueda igualar eso. (No sé si es correcto decirlo, pero ya que lo menciono creo
que debo aclarar que lo que supongo será una cantidad exigua en ese concepto
será donado íntegramente a la AFFNA36)
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)