Cazarabet conversa con...   Pedro Ciria, autor de “18 de julio” (Doce Robles)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pedro Ciria novela la historia del golpe militar del 36.

Un libro de Doce Robles que ya tiene varias ediciones...

Un libro que cuenta una realidad, la del alzamiento, de manera ficcionada.

La historia que nos cuenta el libro: Viernes 17 de julio. A Zaragoza llega la noticia de un golpe militar gestado en África que amenaza con extenderse por todo el país. Las miradas se clavan en la plaza de Aragón: en una esquina se asienta el poder militar, el edificio de Capitanía, con el viejo general Miguel Cabanellas a la cabeza; enfrente, el poder civil, con un gobernador, Ángel Vera, que se atiene a las órdenes desde Madrid y se niega a repartir armas a los defensores de la República. En las calles, los fascistas toman posiciones. Son horas decisivas. La incertidumbre es mortal. Si no se actúa con rapidez, el golpe de estado triunfará.

18 de julio, del escritor e historiador Pedro Ciria, es la primera novela que explica con minucioso detalle y notable tensión las dramáticas 36 horas que convirtieron a una ciudad tranquila como Zaragoza en un polvorín.

Y en el ojo de la tormenta, un joven periodista de El Noticiero y una estudiante de Medicina van a desempeñar un arriesgado papel.

El autor, Pedro Ciria: Nacido en Zaragoza en 1979, Pedro Ciria es doctor en Historia, especialista en el primer tercio del siglo XX. En 2012 publicó El sueño de ser grandes. Historia del nacimiento del fútbol en Zaragoza (1903-1936), fruto de su tesis doctoral, y en 2016 la novela Legionarios, el Maño, su primera obra de ficción. Ha desarrollado una amplia labor en torno a diversas facetas de la divulgación histórica a través de cursos, conferencias y exposiciones. Ejerció durante años de periodista deportivo y en la actualidad es jefe de Estudios de la Universidad de la Experiencia, en Zaragoza.

 

 

 

 

Cazarabet conversa con Pedro Ciria:

-Amigo Pedro, ¿qué te ha llevado a escribir esta obra narrativa en la que, de alguna manera, le pones ficción a la realidad del alzamiento en el 18 de julio del 36?

-Existen ríos de tinta sobre la guerra civil en Aragón, conocemos muchos aspectos, protagonistas, batallas y detalles. Sin embargo, las horas en las que se produce el golpe, especialmente en la capital, apenas ocupan unas pocas líneas en los libros. Meter al lector en la piel de un ciudadano cualquiera de a pie en tal vez las horas más decisivas de nuestra historia, era un reto muy atractivo.

-¿Es muy difícil esto de poner ficción a la no-ficción...es como mantener un equilibrio entre la realidad y la ficción?

-Ese difícil equilibrio es la clave para que una novela histórica funcione como tal y no parezca una monografía de historia o, por el contrario, un relato fantástico. Es necesario que ambas capas se entremezclen, pero actuando siempre con honestidad hacia los sucesos y protagonistas reales.

-Y escribir una novela sobre el alzamiento es siempre, no sé si por la proximidad, las consecuencias del mismo y demás muy, muy delicada... ¿no?

-La definición es muy buena: una novela sobre el alzamiento. Ni es una novela de militares, ni de guerras, ni de políticas. Es una novela de aragoneses enfrentados al abismo de la historia; esa es la esencia y el hilo conductor. Puede ser delicada por la proximidad de unos hechos tan trascendentales, pero las generaciones han cambiado mucho. Ahora los jóvenes ven la España del 36 como algo lejanísimo, tanto como la de los reyes católicos y eso es bueno en muchos aspectos; el principal de ellos es que están libres de prejuicios.

-¿Qué es para ti, amigo,  la narración y más cuando tiene esta potencialidad de la historia que, sí o sí, pasó?

-En “18 de julio” la narración es la herramienta para hacer ver al lector que lo que le pasó a Willy o Nita, aragoneses normales, con vidas normales, trabajos normales, preocupaciones normales, podría pasarle a cualquiera. La narración sirve para que al lector se le ponga la piel de gallina metiéndose en los zapatos de aquellos que pisaron nuestra tierra antes y la historia los atropelló aun creyéndose a salvo.

-Háblanos de las consecuencias más o menos inmediatas...

-En el caso de este episodio histórico las consecuencias son obvias y todavía duelen, todavía están incluso en el debate político. Somos conocedores, en menor o mayor medida, con más o menos prejuicios, con más o menos reflexión, de las consecuencias del 18 de julio: cruenta guerra civil y dictadura. En este libro el objetivo es cerrar los ojos a esas consecuencias y abrirlos al hora a hora, minuto a minuto, de un día y dos noches.

-¿Qué querías destacar y resaltar de aquel día del alzamiento el 18 de julio?

-Transmitir incertidumbre. Los sucesos de ese caluroso fin de semana de julio son un antes y un después en nuestra historia como país. Es una bisagra, ya nada volverá a ser igual. Lo sabemos desde la distancia, pero las personas normales que estaban allí, en cualquier pueblo, en cualquier ciudad, no tenían la más remota idea. Esa es la clave, el lector conoce el final de la historia, pero los protagonistas no.

-En tus creaciones ¿qué papel quieres darles a los personajes?; porque la tiene y mucho, ¿no?; quizás un poco por detrás de lo que pasó y aconteció que es lo que arrastra a las decisiones de los personajes y a su camino a raíz del alzamiento, ¿verdad?  

-No hay historia sin personas. A menudo los relatos se centran en grandes políticos o militares que llevan el timón de la historia con mayúsculas, hacen girar el mundo y deciden sobre las vidas de millones de súbditos. Pero el siglo XX es el siglo de las masas, son origen y consecuencia de todo lo que sucede, es imprescindible ponerle rostro a la multitud. Ante el 18 de julio hay rostros que se arrastran y rostros que arrostran. Eso queda muy claro en la novela.

-¿Y el escenario, en este caso Zaragoza, y todo lo que desde ella se abraza—me refiero al resto de territorios influenciados por la capital--...?

-El escenario es una parte esencial del libro. Un personaje más al que llegaremos a conocer y, tras leer “18 de julio”, pasear por sus calles ya no volverá a ser igual. Leemos libros ambientados de Nueva York, Londres, París o Madrid, pero parece que nos da rubor que un pueblo o ciudad aragonesa sea protagonista, parece que solo sea de interés para lo que son de esa población, y eso es un error bastante provinciano, en el peor sentido de la palabra.

-Amigo Pedro, siempre parece que el papel de la trama, en este caso el alzamiento y la guerra civil que se levantó a raíz de la misma, siempre es el eje sobre el que gira todo lo demás y en este caso o en el caso de estas novelas históricas más, ¿no te parece?

-Es el telón de fondo para el lector, pero debo insistir en un hecho que no se puede perder de vista: el 18 de julio de 1936 no hay ninguna guerra y la inmensa mayoría de los aragoneses, de los españoles, no podía intuir que la pudiera haber. Esa es la perspectiva para cualquiera inicie el libro y, si no la tiene, el objetivo de la trama es hacérselo ver.

-Aunque la interrelación entre personajes y trama es tan fuerte que interaccionan de una manera crucial y creo que este es el caso, ¿no?; ¿qué nos puedes comentar?...

-Carecemos de muchos datos históricos, contrastados y demostrables de los sucesos de esas horas, por lo que la vida de los personajes de ficción será la llave para entrar en despachos, presenciar conversaciones o protagonizar decisiones que sabemos que tuvieron que producirse, pero no dejaron huellas. La ficción permite, siempre que se haga de forma honesta, completar el puzle.

-Cabanellas y los militares, que secundan el alzamiento, ganan la partida y partir de ahí qué...

-Lo que ocurre a partir del triunfo del golpe en Zaragoza es ya harina de otro costal que muy decididamente queda fuera de “18 de julio”. Zaragoza y Sevilla son las únicas capitales de lo que hoy conocemos como comunidades autónomas, donde triunfa la sublevación; eso es esencial para el devenir posterior, pero lo importante aquí es conocer el porqué.

-¿Cómo consigues "dibujar y retratar" tan bien  a los personajes...?; mucha documentación, ¿no?, pero ese proceso de estudio, investigación e investigación es ,creo, más fácil con los hechos, en este caso históricos sobre los que desembarca la trama, aunque lo veo más difícil en los personajes;¿qué nos puedes decir?

-La labor de documentación previa debe ser larga y minuciosa para no caer en anacronismos ni errores de bulto. La proyección de ese estudio en la novela debe estar presente tanto en el escenario y los sucesos como en los personajes que lo hacen vivo. Mi empeño en este libro ha sido demostrar que aquellos aragoneses eran como nosotros y que lo que les pasó, podría habernos pasado a nosotros, que nadie estaba libre de que la historia lo engullera. Cuando te cuentan algo, es fácil olvidar un concepto, pero jamás olvidarás una emoción: ahí está el valor de la novela histórica.

-¿Cuál y cómo es el papel que le otorgas al escenario, en este caso Zaragoza,  en el que se pasean los personajes y se desarrolla la trama?

-Tiene un papel tan relevante como el de cualquier otro protagonista. La ciudad está viva, acoge y rechaza, ayuda e impide, enmarca y expulsa. A petición de los lectores, solicitaré que en la tercera edición se incluya un pequeño plano de la ciudad. Hoy, cuando el turismo histórico vive cierto auge, cabría perfectamente una especie de “ruta guiada de la sublevación”.

-Y, ¿cómo ha sido el día a día de trabajo, tu metodología de trabajo para construir este libro de la narrativa novelada sobre un hecho?

-La constancia es la clave: dormir poco y trabajar mucho. En Aragón, la inmensa mayoría de los escritores somos aficionados, no vivimos de la literatura sino de nuestros trabajos, debemos atender a nuestras familias y tener la vida de cualquier ciudadano, solo que añadiéndole el robo de horas para escribir y todo lo que ello conlleva. Por eso las comparaciones no son justas.

-Este trabajo, ¿te ha abierto la mente y la curiosidad a indagar más sobre algunos de los aspectos tratados en el mismo?; ¿nos puedes hablar de trabajos en los que estás sumergido ahora?

-En lo que resta de año 36, Aragón vive unos acontecimientos casi únicos en la historia de la humanidad. La cristalización de la utopía revolucionaria en la zona oriental creo que se merece toda nuestra atención y tiene entidad suficiente para protagonizar un relato muy potente.

 

 

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