La
Librería de El Sueño Igualitario
La Catarata Editorial es una editorial de
compromiso desde la raíz, por eso no hay semana que no se nos sorprende
,gratamente, con alguna de sus iniciativas editoriales. Hace unos días lo hizo
con un libro de Memoria Histórica; así desde la pluma de José Antonio Vidal
Castaño ha lanzado Exiliados
republicanos en Septfonds(1933). El prólogo se lo escribe Nicolás Sánchez
Albornoz y es todo un sentido homenaje, algo escrito con cariño al autor del
libro y a los republicanos españoles, todos, en cualquier campo…..allí
abandonados a su suerte.
Cazarabet conversa con
José Antonio Vidal Castaño:
-¿Por qué un libro, dedicado a Septfonds, después del que publicó en la colección Memoria Viva en 2006? ¿Es que
se trata de una reedición con nuevas aportaciones, además de nuevas revisiones
sobre el material anteriormente publicado?
-El libro: Campo de Septfonds.
Republicanos españoles en Judes, fue mi
aportación a aquella colección, que se planteaba llenar un vacío de memoria
histórica con cierta urgencia. Consideré entonces que el tema no estaba, para
mí, agotado. A lo largo de los años siguientes le fui dando vueltas al asunto.
Me planteé volver al mismo para tratar de completar algunos aspectos, corregir
otros e introducir nuevos enfoques. El año pasado, tras la aparición de mi
libro, El sargento Fabra.
Historia y mito de un militar republicano (1904-1970), aproveché la
oportunidad que me brindaba mi editorial, Libros de la Catarata, para abordar
durante un intenso verano la preparación de lo que es ya un nuevo libro: Exiliados republicanos en Septfonds (1939),
que apareció en librerías el pasado 24 de septiembre, y ha sido presentado en
Madrid y Valencia, y a partir del próximo año en Barcelona, Girona y otras
ciudades…
-Háblanos
un poco de esas nuevas aportaciones y del trabajo en torno a las mismas.
-La primera de ellas me la sugiere tu pregunta anterior. El libro actual
no está sólo pendiente del campo de Septfonds, del campo de concentración
situado en el sudoeste de Francia (relativamente cerca de Montauban,
donde está enterrado Manuel Azaña), y de las condiciones de vida y muerte que
afectaban a sus “internados”, sino que, sin dejar estos aspectos, se sitúa el
acento narrativo en algunos de los protagonistas que lo habitaron y sufrieron.
En este libro cobran mayor relevancia los refugiados, los sujetos del
infortunio.
Una de las
novedades, puede que la esencial, es este cambio de enfoque. El libro anterior
se centraba más en aspectos físicos y de situación, propios de la
“concentración”, en las metodologías usadas por las autoridades francesas y sus
fuerzas represivas para, usando el título de una obra de Michel Foucault,
‘vigilar y castigar’ a los miles de combatientes republicanos españoles que,
por diversos puntos de la frontera, irrumpieron en Francia, tras sufrir una
amarga derrota, acabaron en este campo. Exiliados
republicanos en Septfonds, como indica su título da prioridad a los
sufrientes.
-Se
trataba de soldados voluntarios o no, y de sus oficiales, que arrastraban
consigo una fuerte desmoralización y ofrecían un aspecto lamentable. De sus
avatares, que incluyen tiempos de guerra, derrota y exilio en 1939 y otros se
ocupa este trabajo, situado en el contexto de la historia europea del siglo XX.
-El nuevo punto de vista se detiene en unos cuantos de sus protagonistas
tomados como ejemplos de aquellas vicisitudes, y los sigue, desde las batallas
que fueron librando a lo largo de interminables meses de guerra, hasta su
ingreso en los campos de concentración galos, en este caso, en el de Judes en
Septfonds que llegó a albergar cerca de 15.000 refugiados en sus inicios... El
libro se centra en un grupo de cuatro pintores-decoradores que se hicieron
pasar por trabajadores manuales, y en tres exiliados en concreto: el soldado
raso Broseta Domingo, el pintor ¾uno de los anteriores¾ y ex
oficial Salvador Soria, y el militante comunista y también ex oficial del
Ejército Popular de la República, Juan Marín. Invito a los lectores, a través
de su presencia, a seguir detenidamente estas historias, mejor
“microhistorias”, como las ha llamado el profesor Justo Serna, para comprender
no solo los aspectos políticos y sociales que implica el exilio republicano
español (todo exilio es político por definición) sino también, y en este caso
con cierta preferencia, humanos, que se les plantearon a todos y cada uno de
ellos. Historias tristes y desoladoras, es cierto, pero también llenas de
esperanza por la forma en que fueron capaces de mantener sus ideales pese a
todas las adversidades.
Seguimos la trayectoria de unos combatientes que tomaron el camino del
retorno, por diversas causas, como se explica en cada una de sus historias
particulares. Un camino que no era fácil y no gozaba de buena prensa. Las
razones están expuestas en cada caso. No se ha escogido estos personajes por
capricho, sino por proximidad y conocimiento personal; accesibilidad, en suma,
a los materiales con los que he reconstruido una parte de sus vidas.
-Volvamos al exilio republicano ¿Qué es lo que
te hace acercarte al particular mundo de este colectivo desde tus
investigaciones y estudios?
-Se dice, en ocasiones, que los historiadores (también se dice de los
escritores, etcétera) no se implican suficientemente en lo que escriben. No es
mi caso. Me interesé por el tema del exilio porque yo mismo lo padecí durante
un corto tiempo; y precisamente en el Mediodía de Francia, el año 1975 y poco
más. En el caso concreto del interés por Septfonds, una visita a la tumba del
ex presidente Azaña, a la que me condujo un colega francés, acabó por llevarme
hasta esta localidad, atraído por la existencia de un “cementerio español”,
donde reposaban ¾me
contaron¾ decenas de republicanos
españoles, muertos a consecuencia de enfermedades ocasionadas por epidemias,
falta de higiene, condiciones insalubres, etc. Todo eso está en el libro.
Recomiendo detenerse en el capítulo: “Los jinetes del Apocalipsis en Septfonds”
que se inicia con una cita bíblica.
Era necesario, y sigue siéndolo, que las nuevas generaciones de españoles
conozcan la ignominia con la que fueron tratados sus antepasados en la “dulce
Francia”, por un gobierno timorato (Daladier) que no
tardaría en ser barrido por la invasión de los ejércitos del III Reich. No les fue mejor a los “habitantes” de este campo de
concentración, cuando pasó a manos de las autoridades pro-nazis de Vichy bajo
la presidencia del mariscal Pétain, antiguo héroe de Francia, aunque mi libro
actual se limita, fundamentalmente, al año 1939.
En el conjunto de mis estudios y trabajos el exilio ocupa, y ocupará, un
lugar privilegiado, por las razones expuestas y por tratarse de un escenario
que desborda los límites de la visión hispanocéntrica
con la que se sigue escribiendo buena parte de nuestra historia más reciente.
He creído interesante plantear lo sucedido en este campo, desde esa visión que
busca ubicarse en el contexto de la violencia europea de entreguerras…
-¿Cómo fue
el exilio español, el exilio de los republicanos españoles? ¿Qué había detrás de las alambradas de los
campos franceses? Francia, no nos hizo nunca, ni antes ni después de la Guerra
Civil, ningún favor….mucho presumir de los valores de la República: de la
igualdad, de la fraternidad, y de la libertad….qué nos puedes decir al
respecto; qué sientes mirando al pasado y al comportamiento de este país muy en
particular?
-La primera anomalía era la propia existencia de alambradas. Más que una
acogida entre ciudadanos iguales y republicanos, se trató de una medida
político-sanitaria por la que un Estado en crisis, con su propia moral “a la
baja”, trató de aislar y “concentrar” a unas multitudes que fueron, en algunos
momentos, motejadas de “sucias, molestas ¾e incluso¾, peligrosas”. Este era el punto de vista de las
autoridades políticas y militares que construyeron a toda prisa o
“acondicionaron” campos que llamaron “de internamiento”, donde encerraron, tras
clasificarlos, a más de 450.000 españoles en situación total de indefensión.
Sin embargo, existen multitud de ejemplos de actuaciones plenamente solidarias
de los ciudadanos franceses con respecto a los refugiados españoles,
prestándoles toda la ayuda posible en aquellas difíciles circunstancias;
proporcionándoles, más adelante, alimento, trabajo y medios materiales para
subsistir.
En el caso de Septfonds, esos
ejemplos quedaron patentes desde el día de su llegada, durante su estancia en
el campo, y después, por la integración de algunos de los refugiados en la
propia población, y por el reconocimiento posterior a su padecimiento, que se
hace patente por la existencia de potentes ‘lugares de la memoria’, como es el
‘Cementerio de los Españoles’…
De no haber existido esa colaboración, hubiese sido imposible el
espíritu común de resistencia, como resalta Nicolás Sánchez-Albornoz en su
prólogo. “… ¿cómo se concibe la fraternidad forjada pocos años después codo con
codo contra el invasor nazi…?”
-A muchos,
después de los campos de concentración franceses, les esperó algo peor: los
campos de concentración y de la muerte alemanes….¿qué nos puedes comentar?
-Es un tema tratado ya por varios historiadores. Es sabido que a muchos
de los españoles que volvieron, la dictadura de Franco los encerró de nuevo en
campos de concentración, similares o peores que los franceses. Véanse, por
ejemplo, la utilización del sanatorio de Porta Coeli,
en las cercanías de Valencia, o del viejo campo de Castuera
en Badajoz. Y ello por no citar las cárceles, seguimientos, interrogatorios y
vejaciones de todo tipo. En el caso de los “refugiados” republicanos que se
quedaron en Francia, unos 10.000 ¾considerados
apátridas por Serrano Suñer que fue consultado al efecto¾ fueron deportados al campo de Mauthausen, donde
muchos de ellos perdieron la vida. Es curioso, fue un ex deportado de este
campo, que había pasado previamente por el campo de Judes, el superviviente Cesáreo
Bustos, el que potenció la reconstrucción y el aspecto actual del Cementerio de
los Españoles en Septfonds.
-¿Cómo fue
el retorno del exilio?
-Algunos, como es el caso del soldado Broseta
Domingo, dramático, pues volvió por fuerza mayor para morir entre los suyos. En
otros casos, la vuelta se produjo al cabo de unos años, y tuvo consecuencias
diversas, en algunos casos, inesperadas. Por ejemplo, el pintor Soria, que
retornó en los años cincuenta, ya convertido en un pintor de cierto éxito, tuvo
dificultades, pero logró salir adelante e incluso triunfar en su nueva
profesión; el ex oficial Juan Marín, no dejó nunca, tampoco tras su vuelta a
España, de mantener sus ideas y luchar por los medios posibles por sus
aspiraciones democráticas y republicanas. Todos soportaron, como mínimo, la
exclusión social y el tiempo de silencio que se vivía en España.
15006
Exiliados
republicanos en Septfonds (1939). José Antonio Vidal Castaño. Prólogo de Nicolás Sánchez-Albornoz
160 páginas 13,5 x 21 cms.
17,00 euros
La Catarata
La retirada, más allá de la
frontera francesa, de buena parte del ejército republicano español en 1939,
tras la caída de Cataluña, se vio secundada por miles de civiles. Cerca de
400.000 personas protagonizaron un éxodo masivo. Los exiliados esperaban vivir
como refugiados políticos, pero, sin embargo, fueron encerrados en campos de
concentración. ¿Cómo y por qué las autoridades civiles y militares de la
República francesa dispusieron su “internamiento”? ¿Cómo reaccionaron sus
ciudadanos? ¿Qué papel desempeñó el gobierno de Franco? ¿Qué fue de los
vencidos? Este libro desvela las condiciones de vida y muerte en el campo de Judes en Septfonds, adonde fueron a parar cerca de 15.000
combatientes, clasificados como trabajadores manuales, y reconstruye, además,
las vidas de algunos de aquellos soldados que emprendieron el difícil camino
del retorno.
El prólogo a este libro es de Nicolás Sánchez-Albornoz, vamos a saber un
poco más de él:
Nicolás Sánchez Albornoz y Aboín, nacido
en Madrid en 1926, es un historiador y profesor universitario español. Hijo del
historiador Claudio Sánchez Albornoz, que se había exiliado tras la Guerra
Civil. Nicolás permaneció en Madrid y participó, siendo estudiante, en un
intento de reconstrucción clandestina de la FUE. Fue detenido y condenado en
1947 por la dictadura franquista a trabajos forzados. Escapó en 1948 junto a
Manuel Lamana del Valle de los Caídos con la ayuda
del antropólogo Paco Benet, la escritora Barbara Probst Solomon y Barbara Mailer. Permaneció exiliado en Argentina durante
décadas y desarrolló allí gran parte de su carrera. Desde 1991 es miembro
correspondiente de la Real Academia de la Historia de Madrid.[1]Fue
director del Instituto Cervantes (1991-1996).Actualmente reside en Madrid.
Es doctor en Historia
Contemporánea y licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación por la
Universidad de Valencia. Profesor de Geografía e Historia, con más de 38 años
de servicios en la enseñanza pública. Sus líneas de investigación se centran en
los aspectos políticos y militares de la Segunda República, la guerra civil, el
exilio español de 1939 y la resistencia antifranquista, temas sobre los que ha
publicado numerosos trabajos: La memoria reprimida. Historias orales del
maquis (2004), Campo de Septfonds. Republicanos españoles en Judes (2006) y El sargento Fabra.
Historia y mito de un militar republicano (1904-1970) (2012). Es premio de
relatos Noche del Terror de Rentería y finalista del
premio internacional de cuentos Max Aub.
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