La
Librería de El Sueño Igualitario
Prensas Universitarias de Zaragoza ha
editado recientemente, dentro de su colección "Sagardiana.
Estudios feministas", este libro que analiza cómo luchó la mujer en el día
a día de la Zaragoza en la que todavía retumbaba la guerra, la de la posguerra….
La introducción nos acerca a las
resistencias civiles, a la agencia individual y al empoderamiento colectivo;
también nos ayudará a cómo entender todas las fuentes documentales que utiliza
la autora, así como la cartografía… por último esta primera parte del libro se
acerca a la legislación progresista republicana y a la irrupción del franquismo.
En el primero capítulo la autora
investiga la represión económica y expropiación legal en Zaragoza, así
como los perfiles de la transgresión y
agencia para escamotear la persecución política….y es por eso que analiza la
Zaragoza, en su dimensión provincial, frente al golpe de Estado; también entra
a investigar la Comisión de Incautaciones y la LRP, principios jurídicos y
organización. Después trata la especificidad de la aplicación LRP sobre las
mujeres en la transgresión en la República y la retaguardia. También investiga
los efectos sobre la población femenina represaliada y, como último, en este
primer capítulo el empoderamiento a la hora de afrontar las sanciones.
En el segundo capítulo, la autora
analiza la represión indirecta y la dignidad de las viudas de la identidad
otorgada a la subversión de la misma, para ello se acerca al Apéndice Foral
aragonés y su utilización por parte de las viudas, la apelación al preámbulo de
la LRP, la reivindicación del duelo frente a la negación del luto político, la
denuncia de los saqueos y el abuso de poder por parte de las autoridades
franquistas y los recursos de alzada al Tribunal Nacional.
En el tercer capítulo, la autora retrata
el período de la rehabilitación de la cotidianidad, mediante la supervivencia,
el trabajo o la mismísima picaresca. Así analiza más pausadamente los
siguientes aspectos: la difícil cotidianidad de los días sin pan y también sin
lumbre; la conciencia femenina y reclamación del patrimonio; el empleo
doméstico y la emigración interior; la picaresca para combatir el hambre y sus
efectos legales; el fenómeno del estraperlo y los pequeños hurtos y la
precarización, agencia y justicia ordinaria.
La joven autora, Irene Murillo, es licenciada en Historia por la Universidad de
Zaragoza, realizando, además, diversos intercambios académicos con la Università di Pisa de Italia y con la Hopkins University de Estados Unidos. Es miembro, desde el 2008, del grupo de investigación
“La actuación del Tribunal de Responsabilidades Políticas en Aragón”( del
programa Amarga Memoria del Gobierno de Aragón). Becaria de Formación del
Personal Investigador, actualmente en fase de contrato con la Universidad de
Zaragoza. La investigación que aquí se presenta fue seleccionada por la
Comisión de Publicaciones del Seminario Interdisciplinar de Estudios de la
Mujer (SIEM) en el año2011; además de coordinadora de las Jornadas Feministas
Re-Generando.
http://unizar.academia.edu/IreneMurilloAced
¿Por qué un libro sobre la Zaragoza de posguerra con todo lo que esto
conlleva y la lucha de la mujer, con sus estrategias, para sobrevivir….?
Por dos motivos principales. El
primero, que a casi 40 años de que la historia dejara de ser un coto privado de
intelectuales afines al régimen, e incluso con todos los libros que se han
escrito sobre la Guerra Civil y el Franquismo, seguimos teniendo lagunas de
conocimiento importantes. Por ejemplo, la que a mí más me preocupa, escuchar la
voz de los protagonistas y las protagonistas de la historia e intentar
analizarles en movimiento, como sujetos activos de los periodos en los que les
tocó vivir… Cómo hicieron frente al panorama que se presentaba tras la Guerra
quienes sobrevivieron y debieron reconstruir un mundo, su mundo, que había
quedado en buena parte arrasado. Cómo las personas anónimas, en este caso
mujeres, reaccionaron ante un régimen de falta de derechos y libertades.
¿Protestaron abiertamente, lo hicieron de manera velada, respondieron al modelo
de género del franquismo, trabajaron a pesar de las restricciones, plantaron
cara al discurso público del régimen, se ayudaron entre ellas…? Un segundo
motivo era, conectado con este primero, acabar con algunas limitaciones o
señuelos mentales que me parece que arrastramos a la hora de observar a las
víctimas del franquismo como personas pasivas, únicamente receptoras de
represión, como personas sin recursos para lidiar con la situación de falta de
derechos. Me parece que la historia desde abajo, la historia comprometida, y
más desde una perspectiva feminista, debe hacer hincapié en que incluso las
personas más subalternizadas, perseguidas y sometidas
a control, elaboraron estrategias de negociación, supervivencia o resistencia
para combatir la represión a la que eran sometidas.
Irene, ¿cómo era la Zaragoza de posguerra?. Sitúanos en la ciudad en la
que despliegas tu estudio e investigación sobre las estrategias que tuvo que
idear la mujer para poder “flotar”
Aquí hay que distinguir dos
cuestiones: cómo hicieron las mujeres para sobrevivir materialmente, y para
sobrevivir éticamente. Ambas están trabajadas en el libro y me parecen igual de
importantes. De una parte, al referirnos al ámbito material, más económico,
encontramos grandes contrastes entre las mujeres del ámbito rural y del urbano.
No significó lo mismo sobrevivir en el campo, donde se dependía de la tierra:
bien del huerto, la recolección y el ganado, bien de la economía de trueque y de
escamotear la ley de montes, de caza o pesca, así como “haciendo faenas”; que
sobrevivir en la ciudad, donde la mujer tuvo que emplearse en el sector
servicios de un modo más que precarizado y encontrar grietas por las que
colarse, como el mercado negro o los pequeños hurtos. En uno y otro caso, las
mujeres de campo y de ciudad dependieron de estrategias desarrolladas por ellas
mismas para escamotear determinadas restricciones y controles y tener cierta
autonomía económica. Por otra parte, tenemos una supervivencia ética que
implica defenderse de acusaciones vertidas sobre ellas, crear redes de
solidaridad con otras mujeres en situaciones similares, denunciar la violencia
que se había cometido en nombre del Nuevo Estado, defender la dignidad de sus
muertos, sus familias y la suya propia, etc.
¿Era más difícil para una mujer, tal como era la sociedad en aquellos
días vivir la posguerra?
Esta pregunta tiene fácil respuesta.
Era más difícil vivir para algunas mujeres que para otras. Como lo es hoy. No
hay un sujeto único mujer. Hay mujeres diferentes con circunstancias vitales
diversas, en los años 40 y en el siglo XXI. Para las mujeres de este libro,
gente común que formaba parte del colectivo vencido así como del subalternizado económicamente (trabajadoras solteras,
emigrantes, madre solas) la posguerra fue muy dura. Además ellas estuvieron
sometidas a un control mayor que los hombres: al control del Estado y del dogma
franquista, y al control del varón dentro de la familia. Fuera cual fuera el
ámbito, el modelo dictaba que cumpliera órdenes y se limitara a seguir los
dictados que otros imponían sobre ella…
Hablas, en tu libro-investigación y mucho de la represión y de cómo se
tuvo que sobrevivir….¿qué nos puedes contar?
La investigación, de hecho, surgió
gracias a haber formado parte de otra investigación colectiva, de la que forman
parte Julián Casanova y Ángela Cenarro como director
y coordinadora y Nacho Moreno, Estefanía Langarita y
yo misma como investigadores, y de la cual esperamos tener pronto los resultados
en papel. Este trabajo colectivo se basaba precisamente en analizar,
cuantitativa y cualitativamente, la represión ejercida por el Tribunal de
Responsabilidades Políticas, órgano ejecutor de la Ley de Responsabilidades
Políticas de 1939, sobre la población aragonesa. Este Tribunal aplicó medidas
que consideramos violencia económica contra el colectivo vencido, medidas que
venían ya ensayándose en los territorios tomados por el ejército insurgente
desde 1937 con las Comisiones provinciales de incautación. El primer capítulo
del libro analiza esta violencia económica en forma de incautaciones, multas,
embargos y subastas, pero también inhabilitaciones y destierros, sobre aquellas
mujeres que fueron expedientadas por la Ley en la provincia de Zaragoza. Ante
esta violencia, las mujeres lo que hicieron fue de un lado desobedecer, y de
otro negociar, las condiciones de la Ley, para salir lo más indemnes posible de
ella.
¿Cómo se intentó incentivar el empoderamiento entre las mujeres
represaliadas o que habían vivido la represión más o menos directamente (bien
ellas , directamente, sus familiares, amigos…)?
No se intentó incentivar... y tampoco
se había incentivado previamente por parte de los sectores más revolucionarios
de la izquierda (ahí está el caso de Mujeres Libres). A las mujeres, cuando nos
autoproclamamos sujetos de derechos, de emancipación y de autonomía, se nos
intenta cortar las alas rápidamente. Sólo hay que ver y leer el desprestigio
mediático hacia el término feminismo hoy en día, cuando está bien masticadito
el discurso bien pensante de que ya todos somos iguales y no hay estructuras de
dominación hacia las mujeres… Si cuando escribo esto, en 2013, a la mujer que
se autodenomina y lucha como feminista se la considera una afrenta a la “igualdad”
y se le regalan todo tipo de insultos, sornas y descréditos hacia su
compromiso, es fácil poder entender la transgresión de las mujeres que se
defendían a sí mismas en los años 30 o 40. Lo que tocaba entonces era ser
abnegada sirviente. El empoderamiento de las mujeres surgió de ellas mismas y
del ejemplo positivo tomado de otras mujeres fuertes. Y esto se ve claramente
en el ámbito de las cartas escritas a las autoridades para denunciar los
asesinatos de sus maridos en el pueblo: existieron pueblos en los que varias
mujeres escribieron cartas similares a los tribunales exponiendo hechos bien
distintos a los que aparecían en la versión oficial. Es fácil comprobar las
redes de mutualidad horizontal que existieron en la escritura de estas cartas…
además, apoyadas posteriormente por vecinos y vecinas que firmaban dando su
apoyo a la versión de estas mujeres.
En el libro nos pones en situación de cómo Zaragoza vivió el golpe de
Estado, ¿cómo fue? , ¿y el papel de la mujer?
Las mujeres de izquierdas participaron
de manera inmediata, sobre todo las que tenían un compromiso de militancia
previo con alguna organización sindical, en las huelgas de varios sectores
municipales que se echaron a la calle contra la militarada. En un segundo
momento y puesto que la ciudad cayó muy pronto en manos del control de Cabanellas, las mujeres, entre otras cosas, organizaron
redes de fuga para huir y pasarse a zona republicana. Aunque estas experiencias
no tuvieron cabida en el libro (lo he escrito en otros artículos), el papel de
personas como Quiteria Serrano, Victoria Gracia,
Juana Isás y otras tantas cuyos nombres desconocemos…
fue decisivo para servir de enlaces de desertores y topos en la guerra. Muchas
de ellas fueron fusiladas bien temprano: Margarita Navascués,
Selena Casas, Simona Blasco... Las que sobrevivieron hicieron grandes labores
de enlace en la posguerra y algunas estuvieron presas por esta causa.
¿Cómo les
afectó a las mujeres el tema de las incautaciones y la Ley de las
Responsabilidades Políticas?
Les afectó directa e indirectamente.
Directamente, fueron 1.044 las represaliadas por la
LRP en Aragón: recordemos que en el libro sólo se habla de las 645 zaragozanas,
pero hubo también 159 turolenses y 240 oscenses. Estas mujeres fueron sometidas
a incautaciones de bienes muebles e inmuebles, se les impusieron multas
económicas y se les embargó el patrimonio cuando no pagaron las multas. De
ellas se habla en el primer capítulo del libro, analizando cuáles fueron las
causas de esta represión, no sólo política, en el sentido en que solemos
entender la política como militantes de partidos y sindicatos, sino también una
represión cultural, laboral y de género que se unió al castigo económico.
Indirectamente como familiares de personas represaliadas…
Dedicas un punto, el primero, del segundo capítulo a la represión
económica indirecta. ¿Cómo era, cómo fue?
Pues fue tremenda. Una Ley como la de
responsabilidades políticas, que no detenía el proceso ni ante la ausencia ni
ante la muerte de la persona represaliada (siendo más del 90% hombres
represaliados, y sólo el 23% se hallaba en sus localidades de vecindad al ser
llamados a testificar), recayó sobre las familias que debían hacer frente al
proceso punitivo. A este fenómeno por el cual era la familia, en la mayor parte
de los casos liderada por mujeres, la que debía hacerse cargo del castigo
económico, le he llamado represión indirecta. No eran ellas las destinatarias
del proceso, pero acabaron siendo ellas las que le hicieron frente.
Las viudas, ¿cómo fue su particular lucha?
Tortuosa, pero llena de dignidad.
Resulta curioso porque habitualmente se suele hablar de que la protesta por la
memoria oficial del régimen y la reclamación de las muertes de republicanos
fusilados comenzó a hacerse pública durante la Transición, pero ya desde bien
temprano las viudas de republicanos fueron muy vehementes a la hora de condenar
a los cuerpos y agentes de la violencia, con nombres y apellidos, y en
recriminar a las autoridades nacionales el modo en que estaban construyendo un
relato parcial de los muertos, hipervisibilizando a
unos e invisibilizando a otros.
Fueron tiempos, aquellos, de abuso de poder por parte de las autoridades
franquista ¿ con qué experiencias te has encontrado que te hayan llamado la
atención para hacer frente a éstos?
Pues ante todo con cartas que
denuncian estos abusos y que condenan a las autoridades locales, o que
protestan ante el modo en que se ha creado la Ley, o que desvelan cómo eran los
consejos de guerra o las actuaciones de, por ejemplo, el auditor de guerra Ramiro
Fernández de la Mora, quien se ensañó particularmente con la población
aragonesa al añadir ceros a las multas.
En el tercer capítulo, como si se tratase del caminar de una película…las
cosas parecen encauzarse para la mujer en la posguerra zaragozana: primero la
toma de conciencia, valorar lo que eran y las reclamaciones. ¿ Aún con eso
debían de ser muy valientes, cómo se lo hacían?
¡Espero que no parezca que es un
relato teleológico, como si estas mujeres fueran hacia mejor en la posguerra!
Es una división más bien temática… la toma de conciencia de algunas de ellas
venía de antes, de la República, o incluso de las luchas que había llevado a
término sus madres durante la dictadura de Primo de Rivera. Al fin y al cabo,
de una u otra manera siempre habían tenido razones para protestar. Lo que sí es
cierto es que defiendo que en muchas ocasiones es del sujeto doliente, del
sujeto damnificado, de la experiencia de la subyugación, de la que nace el
sujeto ético y político… y de ahí defenderse y contestar al poder en sus
diversas manifestaciones. Y sí, pienso que demostraron un gran coraje que no
siempre ha sido valorado desde los conceptos tradicionales de “heroicidad” o
“resistencia”.
La mujer encontró trabajo en el empleo doméstico, pero no libertad porque
muchos /as familias que les empleaban eran los que regentaban el poder y , las
mujeres empleadas domésticas, tuvieron, seguro, que morderse la lengua….¿qué
nos puedes decir , según lo que has ido investigando?
La mujer encontró trabajo en ámbitos
tan divididos sexualmente como el empleo doméstico, el hospedaje, la cocina, la
moda o la prostitución. Y sí, completamente de acuerdo, seguro que se mordieron
la lengua muchas veces, como se la muerden ahora las trabajadoras domésticas (la
mayoría inmigrantes) en casas de familias de clase media. Este empleo no ha
desaparecido, y las diferencias de clase y género que lo soportan tampoco. En la Zaragoza de los años 40, ser
trabajadora doméstica significaba tener habilidad en muchos campos y solventar
todos ellos dentro de una unidad familiar extraña, la del contratante… y además
la propia. El salario era mísero, la disponibilidad requerida completa y la
sumisión a la familia contratante, en muchos casos, total (aunque también se
crearon relaciones interclasistas que permearon, de modo que la familia
contratante ayudaba a la trabajadora doméstica en una especie de caridad que,
obviamente, mantenía las estructuras económicas y de fidelidad al patrón ). Se
calcula que la inversión de tiempo era de aproximadamente 10 horas diarias, e
incluía fines de semana. Es preciso señalar que en buena medida, este empleo
significaba un tránsito temporal de las mujeres de clases populares, que
reunían así unos dineros para luego casarse. Como bien dices, libertad poca
encontró la mujer, pero el trabajo (el doméstico, y otros) sí fue una
estrategia de autonomización de la mujer, que
disponía así de un salario.
Cuéntanos alguna cosilla que te haya llamado especialmente la atención en
las cuestiones de la picaresca para sobrevivir y del estraperlo….todo un mundo
para la mujer, sobretodo el segundo fenómeno, ¿no?
El estraperlo está difícil de
investigar en Aragón porque las fuentes documentales de la Fiscalías
provinciales de tasas, que deberían estar en los archivos de gobernación, no
están. Los datos que aparecen en el libro sobre el mercado negro son bastante
parciales, alguna pista, pero poco más. Se sabe más a través de la historia
oral. Algo que me haya llamada la atención es el arte de hacerse invisible a los
ojos del otro… por ejemplo en un caso en que, ante la presión extrema del
patrón, la empleada doméstica utilizó chantajes para conseguir la devolución de
la cartilla de racionamiento que le daba acceso a su propio abastecimiento.
Irene, ¿cuánto te costó llevar a cabo este trabajo y con qué dificultades
te encontraste?
Pues el texto lleva escrito 3 años… y
me costó elaborarlo cosa de otros dos, entre consulta de fondos, lecturas
secundarias y redacción. Fue producto de un trabajo de DEA (Diploma de Estudios
Avanzados); de lo que hoy sería un TFM (Trabajo Fin de Máster). Dificultades
las propias de toda investigación: una misma, los plazos, el perfeccionismo… Y
luego el tema de los archivos no catalogados, como el del Gobierno Civil, y de
los archivos de muy difícil consulta, como el militar.
Creo que todas las mujeres nos sentimos orgullosas de serlo , desde que
nacimos, pero ¿tú te sientes más orgullosa desde la realización de este trabajo?
Como diría Simone
de Beauvoir, “no se nace mujer, se llega a serlo”,
refiriéndose a que el género es una construcción cultural, social e histórica
que nos hacen aprender desde bien pequeñas. Lo que creo es que cada una
elegimos el tipo de mujer que queremos ser, y esa elección es algo diario que
conlleva renovación. Yo lo que sí siento es orgullo feminista, porque veo cómo
el feminismo no sólo me emancipa personalmente, sino que emancipa a mi
alrededor, como en círculos concéntricos conectados muy interesantes que acaban
cobrando autonomía. En este sentido y conectando con la pregunta, estoy muy
contenta de haber sido la médium de esas voces que se hallaban escondidas en
las fuentes documentales… seré la autora del libro, pero las historias que
están dentro tienen protagonistas con otros nombres propios. Es necesario comprender
que, con todas las limitaciones y dentro del rígido modelo de mujer que impuso
el franquismo, las mujeres que aparecen en el libro supieron, bajo
circunstancias vitales adversas, y con el juego amañado, aprender a desafiar
ciertas normas o a habitar roles de por sí poco o nada emancipadores (como es
el caso de las viudas) desde posiciones autonomizadoras.
En ese sentido, tanto hombres como mujeres podemos y debemos aprender a jugar
las cartas que se nos reparten y a desobedecer ante las muchas estructuras de
poder, entre ellas la de género, que se ciernen sobre nosotras y nosotros de
maneras a veces imperceptibles, a veces tremendamente perceptibles.
14367
En defensa de mi
hogar y mi pan: Estrategias femeninas de resistencia civil y cotidiana en la
Zaragoza de posguerra, 1936-1945. Irene Murillo Aced
218 páginas 15 x 22 cms.
20,00 euros
Prensas Universitarias Zaragoza
Escondidas entre las medidas de control político, social, sexual y moral del
régimen de Franco se encuentran las voces de mujeres anónimas de la posguerra
zaragozana. Aunque buena parte de ellas fueron víctimas de la represión
ejercida por la Ley de Responsabilidades Políticas, la justicia ordinaria o la
jurisdicción militar, sus voces no han sido arrasadas. Al contrario, sus
habilidades para defenderse, protestar, liderar procesos de duelo y
reconstrucción de sus hogares, o para presentarse como sujetos de derechos y
agenciarse los recursos para salir adelante, sugieren una lectura diferente.
Este libro recupera sus experiencias como agentes de la memoria en la
posguerra, así como sus negociaciones del discurso público y sus resistencias
no violentas para la supervivencia ética, cultural y material.
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