Cazarabet conversa con... Daniel Lanero Táboas, editor de “El disputado voto de los labriegos.
Cambio, conflicto y continuidad política en la España rural (1968-1986)”
(Comares)
Daniel Lanero
guarda cuidado de la edición de este libro en el que participan muchas firmas
especializadas que piensan, investigan, estudia y reflexionan sobre “el voto”
en las zonas rurales del estado Español entre 1968-1986.
Se trata de
un libro que indaga y mira el cambio, el conflicto y la o no continuidad
política desde o tomando el pulso a la sociedad rural entre …el
estudio empieza a finales de los 60 y termina en la primera legislatura
socialista, la de 1986 con el “felipismo” en auge…
Aquello que
nos cuenta la sinopsis del libro:
Este libro
explora el mundo rural español durante el tardofranquismo, la Transición y los
primeros años de la democracia, adentrándose en la década de 1980. Lo hace
atendiendo a la España rural en toda su complejidad, demostrando que ese mundo
rural, si bien fuertemente conectado con la intensa movilización social y
política que caracterizó estas décadas, era políticamente autónomo y realizó
sus propias aportaciones al proceso de democratización de la vida política del
país.
La diversidad y el número de conflictos (productivos, fiscales o
medioambientales) que atraviesan el agro durante estas décadas, los nuevos
actores sociales que participan en ellos, sus discursos y formas de protesta,
dan testimonio de una movilización política que va más allá de las fronteras
entre dictadura y democracia y es síntoma del malestar provocado por el
profundísimo cambio demográfico, socioeconómico y cultural impuesto al campo
español por las políticas de “modernización” durante la segunda mitad del siglo
XX.
Sin embargo, la conflictividad social no debe oscurecer el hecho de que en
otras muchas zonas agrarias del país la Transición se hizo dentro de las
coordenadas de desmovilización y apatía políticas en las que el franquismo
había socializado a la población; fue protagonizada por viejas y nuevas elites
clientelares en proceso de adaptación e implicó una notable continuidad
institucional en ayuntamientos y diputaciones, así como una enconada lucha
política por ocupar una nueva esfera de poder -la autonómica- y por apropiarse
de nuevas identidades regionales. La atención a esta otra cara de la Transición
rural, más cercana a la mirada amarga y resignada de Miguel Delibes en su
novela El disputado voto del señor Cayo (1978), junto con la penetración en el
estudio de la década de 1980, son probablemente dos de las aportaciones más
originales de esta obra colectiva.
El
“cuidador de esta edición”, Daniel Lanero:
Es
Investigador del Programa Ramón y Cajal adscrito al Grupo de Investigación
HISTAGRA y al Departamento de Historia de la Universidade
de Santiago de Compostela. Entre sus líneas de investigación prioritarias se
encuentran la Historia Social, la Historia Comparada de los Fascismos y la
Historia Agraria, con una especial atención al Franquismo, al Estado Novo y a
la Transición a la democracia en España y Portugal. Ha sido investigador
visitante, entre otros centros, en la London School
of Economics and Political Science; el King’s College London o la University of
Maryland. Es autor y editor de numerosas publicaciones, tanto en el ámbito
español como internacional, entre las cuales: Por surcos y calles. Movilización
social e identidades en Galicia y País Vasco (1968 – 1980) (2013); Fascismo y
políticas agrarias: nuevos enfoques en un marco comparativo (2011); Historia dun ermo asociativo. Labregos, sindicatos verticais e
políticas agrarias en Galicia baixo o franquismo
(2011).
La
producción del autor : https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=2181358
Cazarabet conversa con Daniel Lanero Táboas:
-Daniel, amigo, ¿qué os llevó a escribir y reflexionar
en torno al voto en la España rural? .¿Qué fue lo que finalmente os llevó a
escribir este interesante libro, muy interesante de diferentes plumas y
escritores?; .Bien guardar cuidado de una edición así tiene su trabajo…¿cómo te
ha ido?; ¿cómo fue el encontrar las plumas y ”acertar” con los temas
que les correspondían a cada uno de ellos?; ¿cómo ha ido la relación entre las diferentes
plumas y con los editores de Comares?
-Hola. En realidad nuestro libro quiere
precisamente ir más allá de una visión de la política en el mundo rural ligada
únicamente a los procesos electorales, una visión simplificadora que con
frecuencia se encuentra todavía en los medios de comunicación. Hemos querido
acercarnos a la política en el mundo rural en un sentido amplio, es decir, a
las prácticas y relaciones políticas y a la experiencia cotidiana de lo
político. El libro reivindica de hecho la autonomía (no subordinación) política
del mundo rural español del final del franquismo, la transición y los primeros
años de la democracia. Esa autonomía no significa aislamiento, sino
interactuación con el proceso global de cambio social que se estaba dando en el
país, y muy especialmente con otras manifestaciones de conflictividad social.
El libro es el resultado de síntesis de
un proyecto de investigación financiado por el MINECO (el antiguo Ministerio de
Economía y Competitividad). Coordinar tanto el proyecto como editar el libro ha
sido para mí un placer. En general, los autores/as son jóvenes
investigadores/as, algunos/as con una trayectoria asentada y otros/as, más
jóvenes aún, que están haciendo cosas realmente interesantes y contribuyendo a
la renovación historiográfica de los estudios sobre el final del franquismo, la
transición y nuestra “Historia del Tiempo presente”. Por parte de la editora, Comares, todo han
sido facilidades, empezando por su entusiasmo respecto del tema y su total
compromiso con el proyecto de libro. Creo que han entendido desde el principio
el renovado interés social e histórico por el mundo rural al que asistimos
desde hace unos pocos años.
-¿Tantas diferencias, amigo, hay entre “el voto rural”
respecto al que se deposita en las ciudades, más o menos grandes?, ¿desde dónde
surgen esas diferencias?, ¿por qué?- Quizás, preguntado de otra manera: No son,
para nada, iguales las mentalidades entre las sociedades rurales y las que
forman parte del ecosistema urbana, pero ¿desde qué perspectiva afecta todo
ello al voto?
-No creo que la diferencia esté tanto en
el voto o en los procesos electorales. De hecho, nuestra posición parte de
relativizar la importancia de los procesos de la democracia formal (como son
por ejemplo las elecciones). La diferencia está más bien en la vivencia y la
práctica de lo político, así como en el tipo de relaciones políticas que se
tejen en los entornos rurales. No estamos de acuerdo con la sistemática
proyección de las ideas de “atraso” y “conservadurismo” políticos sobre el
mundo rural. En realidad, diversos capítulos del libro (sobre el surgimiento de
un “ecologismo popular”, la relación entre movimiento jornalero y ecologismo o
entre el movimiento pacifista y la preservación de la naturaleza y de los modos
de vida rurales, entre otros) evidencian el papel activo de la España rural en
la movilización social en sentido democratizador que se dio en el país desde
finales de la década de 1960 y que llegó con bastante vitalidad hasta finales
de la década de 1980. Ello no quita que no hayamos detectado continuidades con
el franquismo en los comportamientos políticos de la población rural: apatía y
rechazo de la política democrática, desmovilización, proliferación de prácticas
y comportamientos clientelares, perpetuación y creación de nuevas redes
caciquiles, etc. En esto consiste la complejidad a la que hacemos mención, en
la posibilidad de que en espacios más o menos reducidos de ese mundo rural, se
dieran comportamientos políticos muy contrastados. Este nos parece un rasgo muy
interesante de los veinte años que
analizamos.
-Sí siguiendo a lo que Comares nos aproxima desde la sinopsis,
este libro es como el ensayo, las investigaciones que pueden acompañar, y muy
bien, a la novela de Miguel Delibes. El disputado voto del señor Cayo, ¿cómo lo ves?; ¿qué nos
puedes reflexionar?, teniendo en cuenta que Miguel Delibes captaba muy bien,
sobremanera, a la España rural, a la ruralidad…¿Qué crees que significó para aquellos
años de la transición este libro del vallisoletano escritor?.Es
hoy, todavía, eso sí, un referente… ¿cómo lo veis?
-El título de nuestro libro: El disputado voto de los labriegos. Cambio,
conflicto y continuidad política en la España rural (1968 – 1986), es un
juego de palabras y una pequeña “broma intelectual” con la novela de Miguel
Delibes. El disputado voto del Señor Cayo
es una novela de “revelación”, de “transformación”, la que experimenta el
protagonista de la misma, Víctor, al conocer al Señor Cayo y su forma de vida,
casi ancestral en el relato, en el campo. Para mí es una novela de “duelo”, de
pérdida por un mundo (con sus saberes, costumbres y tradiciones, hoy se diría
su “patrimonio inmaterial”) que ya no es, o que está desapareciendo sin remedio
a causa del intenso éxodo rural de las décadas de 1960 y 1970. Particularmente
no me encanta, por tópica, la visión resignada, amarga y a veces brutal (como
en Los santos inocentes) que sobre el
mundo rural transmiten esas obras de Delibes. Sin embargo, creo que tampoco la
podemos dejar plenamente de lado, en especial para entender la España rural que
“crean” la posguerra y el franquismo. Con todo, me resulta muy interesante que
un intelectual de su talla se parase a reflexionar sobre el “impacto” de la
reintroducción de la competencia electoral en el mundo rural de los 70. Ahora
bien, esa era sólo una parte (la menos dinámica) del mundo rural del momento.
Tengo, por otra parte, un buen recuerdo de la película homónima de Antonio
Giménez Rico, de 1986.
-¿Cómo era esa España en la que arranca vuestro
estudio, nos referimos, claro, a la España rural..?. La España
Rural en el tardofranquismo, primera época de la transición, eran
mucho menos uniformes, respecto a la urbana que ahora,
¿no?. Trato de explicarme, en los tiempos, presentes
de la globalización, --además de “otros factores” –a las personas del medio
rural les es más fácil desarrollar cierta ósmosis con todo;¿cómo afecta o puede
afectar al voto?-Lo que no quiere decir que ése sea tanto o más manipulable,
¿es así?.
-Era una España sometida (desde fuera) a
un proceso de transformación socioeconómica, en el sentido de “modernización”
imperativa tan característico del desarrollismo,
muy brusco, profundo y acelerado. Un mundo rural que estaba experimentando la
emigración masiva de su población joven a las principales ciudades del país y a
Centroeuropa - un proceso de cambio demográfico que está en la base del
posterior envejecimiento y desagrarización del mundo
rural -; un mundo rural en el que la agricultura “tradicional” estaba dando
paso a una agricultura y ganadería industriales que ya apuntaban hacia la
posterior especialización regional en monocultivos. Un mundo rural en el que el
proceso de modernización estaba exigiendo la conversión de los campesinos en
agricultores profesionales/empresarios agrarios, un proceso asociado a la
creciente importancia del sector agroalimentario. En lo cultural, los medios de
comunicación de masas, en particular la TV, sí que contribuyeron a la
proliferación de unos valores urbanos hegemónicos y a una cierta
homogeneización cultural. Sin embargo, hay que tener cierto cuidado con esto,
porque las identidades rurales (campesinas) han demostrado hasta hoy una gran
capacidad de adaptación y resiliencia. Todos estos
cambios estructurales contribuyen a explicar las tensiones que ese mundo rural
estaba experimentando y contribuyen, de paso, a explicar la reactivación (o la
intensificación) del conflicto social y de la movilización rural. No creemos
que sea fácil establecer una correlación directa entre esta situación de crisis
(cambio) estructural y los comportamientos electorales. En este caso se hace
necesario ir a estudios microhistóricos, como varios
de los que se presentan en la obra sobre Valladolid o las provincias del sur de
Galicia.
Con frecuencia se asocian en exclusiva
las prácticas de clientelismo político y su frecuente deriva corrupta a la
gestión de recursos públicos en el ámbito rural. La gestión del urbanismo, de
determinados servicios, o la asignación de concursos y contratos son ejemplos
también claros de la administración clientelar de recursos públicos en las
ciudades, tal y como hemos visto hasta la saciedad en los últimos años. La
cuestión está, en mi opinión, más en las prácticas inadecuadas (muchas veces
delictivas) de manejo de los recursos públicos y no tanto en el binomio
rural/urbano.
-¿Cómo eran los pueblos de la España Rural que vivieron el
tardofranquismo?. ¿Había diferentes Españas Rurales
dentro del propio concepto de “la España Rurales”?
-En nuestra opinión sí y precisamente esa
“complejidad” del mundo rural entre el final del franquismo y la consolidación
de la democracia es uno de los aspectos en los que hemos puesto nuestro foco interpretativo
en el libro. Hay un gran contraste entre la visión melancólica y pesimista de
Delibes (incluido el diálogo de la novela con el que abrimos la introducción) y
la imagen que hemos escogido para la portada: una concentración en un pueblo de
León contra la instalación de una central nuclear. En general, nos parece que
cualquier lector/a que se acerque al libro va a poder percibir con claridad esa
complejidad. En cierto modo, hacer más compleja y rica la mirada sobre un
objeto de estudio que no ha sido prioritario para la historiografía española
sobre el periodo era una de nuestras intenciones con esta obra colectiva.
-¿La España Rural es una España que sufre de”
complejidades”….?-¿Estas “complejidades” le alejan de sus propósitos; háblanos
un poco de ellas por favor…?
-Creo que esta cuestión ha quedado más o
menos aclarada en las respuestas previas…
-Pero lógicamente en “lo rural” había, también”
descontento, háblanos del mismo, por favor…-¿El descontento o algunos
descontentos, se empezaban a vislumbrar bajo una conciencia menos de
superproducciones y explotaciones para ir más a mirar al ecologismo?
-Básicamente, se pueden identificar tres
tipos principales de conflictos (“descontentos”) en la España rural de la
época, algunos de los cuales han tenido continuidad hasta el presente: la
protesta fiscal (hoy mucho menos intensa); el conflicto productivo derivado del
bajo precio de compra de las producciones agrarias por parte de la industria
agroalimentaria y de los intermediarios (un tema de actualidad permanente tanto
en España como en la UE) y, finalmente, el conflicto medioambiental… Creo que
la mirada ecologista desde el interior del mundo rural aún no estaba tan
decantada o definida como en la actualidad. En la época que analizamos se
encontraba en fase de emergencia o (también) de transición entre una
reivindicación socio ambiental y otra propiamente ecologista, pero esto ha dado
lugar a importantes debates y controversias. En todo caso, gran parte de los
problemas ambientales del mundo rural actual tienen, sin lugar a duda, su
origen en la política agraria y de abandono del territorio puesta en práctica
por el franquismo.
-La dictadura, ¿qué miedo tenía del hecho de poner “urnas al
campo?; imagino que las mismas de que la gente decida, tenga un ventanuco de
pensamiento, reflexión, decisión”, ¿no?, aunque de llegue a la convergencia de
que es en el entorno rural donde “se mantenía” más “cierto nervio”
al movimiento, a la Dictadura…
-El objetivo de la dictadura con respecto
a la población rural fue su desmovilización política. A este respecto, tanto la
represión ejercida durante la guerra civil y la posguerra como el control de la
mano de obra agrícola a través de los propietarios, las fuerzas del orden y los
sindicatos verticales, fueron los instrumentos utilizados. Durante la
transición y los primeros años de la democracia asistimos, en muchas comarcas
rurales a un intento de adaptación de las estructuras y redes clientelares
franquistas (en buena medida renovadas con personas jóvenes) a través del
control - clientelar- de las “nuevas” instituciones políticas: ayuntamientos,
diputaciones provinciales y administración autonómica. Sin embargo, aunque
algunos dirigentes históricos de la UCD han insistido en la importancia del
campo para explicar su éxito político y su “control” de la situación, esto no
siempre se consiguió.
Por otra parte, no compartimos esa idea
que identifica al mundo rural con un reducto de los valores del franquismo
porque acaba por ser, de hecho, una reproducción de la imagen que el propio
franquismo proyectó sobre el mundo rural español. También hubo reductos
franquistas en las ciudades, o entre sectores e instituciones como el
empresariado, el ejército, la iglesia o la judicatura. Lo que probablemente sea
cierto es que el ejercicio del “control social” en los ámbitos rurales fue más
sencillo que los urbanos.
-¿Cómo intentaba interactuar o fagocitar la
Dictadura a la España Rural? Y más que nada a la España Rural que
“se le escapaba” porque se rebelaba como se rebelaban otros muchos ciudadanos y
ciudadanas de otros lugares…?
-En este sentido es innegable que la
dictadura estaba bastante más preocupada por la oposición política y la
conflictividad social en las ciudades por su potencial desestabilizador. Sin
embargo, de la posguerra a la transición, la represión y el control
sociopolítico estuvieron siempre presentes en los pueblos, tal vez de un modo
algo menos opresivo en las décadas finales de la dictadura, en relación con el
propio proceso de cambio demográfico de los pueblos y con la reducción del
volumen de mano de obra asalariada en ellos. Hacia el final del franquismo y
durante la transición se observa un mayor interés de las instituciones locales
del Régimen por recuperar cierta legitimidad poniéndose al frente (o tratando de
representar) los intereses de comunidades rurales afectadas por diversas
cuestiones. Con poco o ningún éxito.
-A veces da la impresión que mucha población rural se ha
adaptado al compás de todo, pero quizás no en todo, o sí… ¿cómo lo veis?;
-A este respecto, hay que tener en cuenta
la profundidad y los efectos del proceso ortodoxo o normativo de
“modernización” (económica) que, impulsado por las élites políticas nacionales
y las instituciones internacionales, experimentó España en la segunda mitad del
siglo XX. Más que una adaptación (que también) ha sido una rendición sin
condiciones o con muy escasas posibilidades de resistencia. El movimiento
contrario ha sido el redescubrimiento (muchas veces idealizado y un tanto naif)
del mundo rural por parte de ciertos sectores de la población urbana imbuidos
de los valores culturales pos materiales. En todo caso, lo que nos parece más
llamativo, es la desconexión social y cultural entre los problemas de las
poblaciones rurales y urbanas en las últimas décadas. Cuando analizamos los
conflictos sociales de los años 70 y 80 vemos una profunda colaboración e
interactuación entre movimientos y activistas rurales y urbanos. La
colaboración entre movimiento jornalero y ecologista en Andalucía en aquellos
años o entre pacifistas y paisanos en contra de la instalación de un campo de
tiro en La Mancha (asuntos ambos abordados en el libro) son buenos ejemplos. A
finales de los 80 y sobre todo a partir de los 90 parece haberse producido una
segregación (quizás por una especie de “crisis terminal” del mundo rural) que
en los últimos años y como respuesta a la crisis económica actual, parece que
se está revirtiendo. El interés por el mundo rural y sus posibilidades y
modelos alternativos es un asunto de plena actualidad. En este sentido, nuestro
libro pretende ser también una contribución a explicar cómo hemos llegado hasta
aquí.
-¿La España Rural, desde la perspectiva del voto, tiene más de
“sustentada” o de que la “han vaciado” para poder hacer de ella lo que
convenga, pero a ritmo con lo cual estos dos conceptos se encuentran….?
-La España rural de hoy es en parte una
España “subvencionada” sobre todo por dos motivos: el envejecimiento de su
población, que hace que el principal componente de la renta de muchos hogares
rurales sean las pensiones y otras prestaciones sociales y, por otra parte, en
menor medida, por la dirección que en determinados momentos ha tomado la
Política Agraria Común (PAC), en relación con la limitación de la producción
agraria a causa de los excedentes.
Cuando se acercan las elecciones, los
partidos políticos vuelven de manera más intensa su mirada hacia los habitantes
del mundo rural y sus líderes se suben a tractores o visitan granjas lecheras y
plantas de procesado de hortalizas. Tal vez sea por la sobrerrepresentación en
escaños que nuestro sistema electoral otorga a provincias rurales con baja
densidad demográfica. Este interés por parte de la “política estatal” me parece
bastante coyuntural… Por otra parte, todas las opciones políticas de derecha
(de las más moderadas a las más extremas) intentan “conectar” con el mundo
rural a través de la exaltación de unos supuestos valores en los que aún
subyace, en mi opinión, la interpretación españolista (franquista) de la España
rural como última depositaria de las esencias de la nación española. Por su
parte, las opciones políticas progresistas tienen dificultades para encontrar
un discurso que las aproxime de una manera novedosa o no meramente
productivista a los ciudadanos y ciudadanas del mundo rural.
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