La
Librería de El Sueño Igualitario
Luis Zaragoza
escribe para Cátedra editorial, en la colección Signo e Imagen, sobre la historia de las radios clandestinas.
Su tesis dio lugar a
un libro anterior Radio Pirenaica,
un excelente libro sobre la voz radiofónica que mantuvo la libertad en las
ondas…
El libro desvela
los entresijos de las radios, aquellas “casi sin voz”, en ocho décadas de
revoluciones, mensajes cruzados, informaciones sin censura, de contra
revoluciones, de sentimientos de toda clase, de informaciones censuradas.
Lo que nos dice la
editorial del libro:
En este libro hay
ocho décadas de revoluciones y contrarrevoluciones, de luchas por la
independencia, de guerras civiles, de resistencias a dictaduras. En este libro
hay ocho décadas de mensajes cruzados, de verdades ocultas y de mentiras
evidentes, de informaciones sin censura y de manipulaciones descaradas. En este
libro hay ocho décadas de intuiciones geniales, de operaciones tan costosas
como inútiles, de gritos desesperados y de discursos monótonos, de rabia y de
ironía, de esperanza, de triunfos y decepciones... En este libro hay ocho
décadas de radio.
Cazarabet
conversa con Luis Zaragoza:
- Es un libro de la historia contemporánea de las
radios clandestinas, pero, a la vez, es un libro que habla de la historia de la
radio, ¿no?
- Podríamos decir
que sí, en tanto la radio clandestina forma parte de la historia de la radio,
pero diría más bien que habla de la relación entre radio e historia. Desde que
la radio nació como medio de comunicación de masas hace casi un siglo, siempre
ha estado ahí, en nuestra vida cotidiana y en los acontecimientos más
excepcionales, para los grupos más poderosos y para los más oprimidos. Ha
reflejado las transformaciones sociales, pero también ha contribuido a ellas, y
ha sido testigo de la historia, pero también protagonista. Por las
circunstancias en las que surgen, por los objetivos que persiguen, por su
naturaleza misma, las radios clandestinas me parecen una faceta apasionante de
esa relación entre la radio y la historia. Por otra parte, es evidente que la
evolución de la radio (en el aspecto técnico y en el de los contenidos) ha
influido en las emisiones clandestinas que se han lanzado en cada época y en
cada país.
-
Luis, ¿qué es una radio clandestina y en qué se diferencia, si es que hay
diferencias, con una radio pirata?
- Radios
clandestinas, piratas y libres son conceptos que a veces se confunden. Todos
los que se han acercado a estos géneros han dado sus propias definiciones, que
coinciden en muchas cosas, pero que también tienen diferencias interesantes.
Para mí, hay dos rasgos que definen a las emisiones clandestinas. El primero es
el de los grupos que las ponen en marcha: son grupos políticos perseguidos,
ilegalizados en un territorio determinado y que, por lo tanto, tienen que
actuar en la clandestinidad, al no poder hacerlo a la luz pública. El segundo
es su carácter político: son portavoces de grupos políticos, sus órganos de
expresión, de información y de propaganda, y se emplean como instrumentos de
una lucha para acabar con los regímenes de opresión. Suele asociarse a las
radios clandestinas también el rasgo de la ilegalidad. Desde luego, las
emisoras dedicadas por completo a la radiodifusión clandestina no tienen una
licencia de emisión, pero también considero emisiones clandestinas los espacios
que se ceden desde emisoras legales (desde el extranjero, se entiende) a los
grupos clandestinos. En cualquier caso, esos rasgos nos permiten diferenciar a
las radios clandestinas de las piratas y las libres. Las piratas son emisoras
también ilegales, pero no tienen una finalidad política, sino económica: las
crean personas con ánimo de lucro y suelen imitar a las radiofórmulas
comerciales. Las radios libres son igualmente ilegales (en muchos casos a pesar
suyo), su finalidad es más amplia (política, pero también social o incluso de
entretenimiento), y las ponen en marcha asociaciones de muy diverso tipo que no
están perseguidos en un territorio concreto (en unos casos buscan ser radios de
proximidad a la ciudadanía, en otros reflejar los puntos de vista de esas
asociaciones cuando no los ven suficientemente reflejados en los medios
generalistas).
-
¿Con qué controversias se encuentran estas radios, me refiero a las
clandestinas?
- Bueno, han
variado mucho en el tiempo y el espacio. Está claro que siempre se ven
envueltas en controversias con los regímenes contra los que luchan. Para las
dictaduras, o para los gobiernos coloniales, o para un bando enemigo en una
guerra, un grupo clandestino es hostil y peligroso porque trata de minar su
autoridad, así que tratan de neutralizarlo y también a sus instrumentos de
comunicación. Pero hay una controversia interesante y hasta cierto punto común
más allá de las épocas y de los países: la de la verdad o la objetividad. Los
regímenes de opresión acusan a las radios clandestinas de tendenciosas, de
exagerada, de mentirosas... A su vez, las radios clandestinas se presentan
siempre como las emisoras de la verdad frente a la mentira de la propaganda y
la manipulación de los Gobiernos. Por supuesto, cualquier régimen que coarta o
suprime la libertad de expresión de quienes piensan diferente está dispuesto a
ocultar los hechos que no le convengan. Pero no podemos caer en el maniqueísmo
de oponer a la mentira de esos regímenes la verdad de las radios clandestinas.
Como decía antes, no son neutrales, sino órganos de información y propaganda de
determinados grupos, con unos objetivos y una visión de la realidad muy
concretos. Ha habido radios clandestinas que han manipulado también
conscientemente, por razones ideológicas o incluso por razones tácticas (para
despistar al enemigo en una guerra, por ejemplo). Ha habido otras que han
intentado hacer un esfuerzo sincero de ofrecer una información exacta, pero no
lo han conseguido por distintas circunstancias: porque en situaciones de
conflictos bélicos o de especial represión es difícil contrastar las
informaciones, o porque las fuentes que las facilitan están sesgadas... Y, en
otros muchos casos, las radios clandestinas han aportado informaciones que han
desmentido rotundamente los Gobiernos, y que otras fuentes y la propia historia
se han encargado de confirmar.
- Pero aunque haberlas las hay... hoy en día son
muchos los que participan y gozan de poder hacer radio siendo estas emisoras
"como legales"... Y eso es positivo porque la radio tiene algo de
especial. ¿Qué nos puedes decir?- Otras cosas son las radios libres: ¿qué nos
puedes decir sobre ellas? Hay bastantes en nuestro Estado, sobre todo en las
grandes ciudades: ¿qué tienen en común?
- Comparten con las
emisoras clandestinas la ilegalidad (con los matices que explicaba antes). Pero
su finalidad es mucho más variada: puede ser política, pero también social o
incluso de entretenimiento. Y las ponen en marcha grupos que no están
perseguidos, que no tienen que actuar en la clandestinidad. Se ponen en marcha
por distintos motivos: porque esos grupos no ven suficientemente reflejados sus
puntos de vista en los medios de comunicación generalistas, o porque no
encuentran el tipo de programación que les parece más adecuado, o porque
quieren convertirse en medios de proximidad que den voz a los que habitualmente
no pueden hablar en los grandes medios. Estas emisoras son ilegales a veces por
convicción (sus promotores piensan que el derecho a emitir es anterior y
superior a la regulación del espectro radioeléctrico en la que se escudan los
Gobiernos para no dar licencias), pero la gran mayoría lo son por necesidad
(porque en España, como en otros muchos países, no está regulada la existencia
de emisoras para el llamado "tercer sector", emisoras también
conocidas como comunitarias, que no sean públicas ni privadas comerciales).
-
¿Qué protagonismo tuvieron o están teniendo estas emisoras clandestinas?
- Han existido en
épocas, países y contextos muy distintos. En algunas ocasiones, su presencia ha
sido meramente testimonial, han dado cuenta en el aire de que existía una
situación de injusticia, de opresión... En otros casos, su influencia ha ido
mucho más allá, y han estado muy ligadas a la evolución política de los países.
Eso ha sido así en muchos casos en los que han triunfado revoluciones o guerras
de liberación, por ejemplo. Muy pocos libros sobre la guerra de Argelia
obviarán la importancia de La Voz de Argelia Libre y Combatiente, o muy pocos
libros sobre la revolución cubana dejarán de mencionar a Radio Rebelde. En
cuanto a la situación actual, por suerte la radio sigue siendo un medio muy
vivo, y por desgracia sigue habiendo opresión política en muchas zonas del
mundo, que además suelen coincidir con territorios de escaso desarrollo
económico. En esos sitios, la radio en general (en su función informativa y de
servicio público) sigue siendo muy importante, y la radio clandestina también
sigue siendo un instrumento válido de movilización, de propaganda, de
información... No hay más que pensar en el papel que distintas pequeñas emisoras
han desempeñado en Siria desde el estallido de esa revolución que se transformó
en guerra civil y luego en guerra de todos contra todos.
-
Radio Pirenaica es un caso especial de radio clandestina con más éxito que
fracaso... ¿O quedamos en tablas? Porque el derrocamiento del régimen no lo
consiguió, pero al mantenerse durante más de treinta y cinco años...
- Claro, depende de
dónde pongamos el enfoque. Ese tiempo de permanencia continuada (salvo
interrupciones motivadas por circunstancias excepcionales) es a la vez el éxito
y el fracaso de la emisora. Es un éxito, porque la convierte en la decana de
las radios clandestinas. Demuestra una fuerza de voluntad por parte de la
dirección del PCE y de su personal, y un apoyo por parte de la URSS primero y
de Rumania después, que no fueron nada frecuentes. Pero es un fracaso, porque
significa que durante todo ese tiempo fue necesaria, es decir, que el partido
no pudo acabar con la dictadura y, cuando finalmente llegó la democracia, no
fue como el PCE pensaba, ni mucho menos.
-
Viajó muy paralela, esta emisora, a la dictadura, pero al no conseguir segarla
se convirtió en una especie de comparsa peligrosa, que molestaba, pero poco
más... ¿Es así?
- Bueno, yo no
diría eso. Es verdad que no consiguió su objetivo último, que fue derrocar la
dictadura según los planes del PCE, pero contribuyó a algunos éxitos parciales
que sí tuvo el Partido o las organizaciones que se
fueron creando en torno a él. Hablar de Radio Pirenaica como comparsa del
franquismo es cuando menos raro, teniendo en cuenta que era su antagonista (o
el instrumento de su antagonista, para ser más precisos). Y sí fue peligrosa
para el régimen, en tanto que canal de información alternativa y de denuncia de
la represión. Esos éxitos parciales hay que apuntarlos en el haber de la
emisora.
- En otros lares, sí que las radios clandestinas
con menos vida han sido parte activa y decisiva del derrocamiento de algún
régimen, por ejemplo hubo mucha proliferación de estas emisoras durante la II
Guerra Mundial que fueron experimentales, pero decisivas a su manera.
Cuéntanos.
- Se dice que la
Segunda Guerra Mundial fue la guerra de la radio por excelencia. Ya había
habido otros conflictos, como la Guerra Civil Española, en los que se vio su
poder informativo y propagandístico. Pero en la guerra mundial la radio se
empleó a gran escala en todos sus usos posibles: para informar, para
adoctrinar, para desmoralizar, para entretener, para advertir, para engañar...
Hubo emisoras oficiales, hubo emisoras clandestinas, hubo emisoras de
propaganda negra... Lo curioso es que los mayores éxitos de la propaganda nazi
coincidieron con sus mayores éxitos militares, y a partir de 1943 son las
radios aliadas las que empiezan a conseguir logros importantes, al compás de
sus ejércitos.
-
¿Nos puedes hablar del concepto de emisoras negras?
- Las radios negras
dicen ser lo que no son. Su función, por tanto, es engañar a la audiencia, confundirla.
Normalmente las crean los Estados (por ejemplo, a través de los servicios de
inteligencia) para desestabilizar a la oposición clandestina, o al bando
contrario en caso de conflictos. A veces aparecen como portavoces de una
determinada facción, que acusa a la dirección del movimiento clandestino de
haber traicionado los ideales que le dieron vida (una facción que lo más
probable es que no exista). Otras suplantan directamente a las radios
clandestinas reales, emitiendo en sus mismas frecuencias o en otras muy
próximas y reproduciendo incluso algunas de sus sintonías e indicativos. Lo más
efectivo es que la suplantación no se note, es decir, no exagerar demasiado los
argumentos y los discursos, sino introducir las desviaciones de forma sutil; es
decir, respetar la ideología general de la emisión clandestina, pero incorporar
mensajes que siempre sospechas en la audiencia, o que desmoralicen, o que
resulten demasiado radicales, o que inciten a movilizaciones condenadas al
fracaso de antemano e incluso imprudentes... La Segunda Guerra Mundial fue un
campo magnífico de experimentación también de este género, con éxitos
espectaculares, pero siguió vivo durante la Guerra Fría.
-
En Asia y en África para conseguir deshacerse del poder de los colonos los que
querían independizarse también hacen uso de estas emisoras clandestinas,
cuéntanos cómo les fue en términos generales.
- Hay algunos
ejemplos de éxito notable, como el papel de las radios clandestinas en el
nacimiento de Israel en 1948 o en la independencia de Argelia en 1962. En otros casos, su
importancia fue más secundaria. Pero en general la radio fue una aliada de los
movimientos independentistas, porque ya desde los años treinta existieron
países que estaban interesados en promover su causa. Fue el caso, por ejemplo,
de la Italia fascista, que pretendía expandirse por el Mediterráneo a costa de
los imperios francés e inglés. A medida que algunos países iban accediendo a la
independencia, aumentaban los puntos de apoyo para los movimientos que seguían
luchando. La independencia de África, sobre todo de la subsahariana, coincidió
con una eclosión de las radios clandestinas a partir de la mitad de los años
sesenta, porque la independencia acabó con algunos problemas, pero trajo otros
nuevos: dictaduras, golpes militares, guerras civiles, movimientos de secesión
en los países ya independientes...
-
Las radios revolucionarias, por ejemplo Radio Rebelde en Cuba, ¿Qué supuso?
- Radio Rebelde es
el prototipo de emisora revolucionaria. Lo fue a partir de 1959 no sólo en
América, sino en el Tercer Mundo en general, allí donde se intentó un
movimiento de tipo foquista o guevarista. Es sin duda
uno de los ejemplos de relación más estrecha entre radio e historia. Tuvo una
audiencia altísima en Cuba pese a la represión de la dictadura de Batista, y
distintas emisoras del continente redifundían sus
emisiones en directo o en diferido. No llegó a pasar un año desde que se creó
(en febrero de 1958) hasta la victoria de los revolucionarios (enero de 1959).
En ese corto tiempo sirvió, primero, para que la estrategia y la dirección de
la montaña se impusiera a las del llano en el Movimiento Revolucionario 26 de
Julio. Sirvió también para aumentar la leyenda de Fidel Castro gracias a sus
indudables dotes de orador. Y acompañó todas las vicisitudes de los combates,
desde la resistencia a la ofensiva general de la dictadura hasta las conquistas
de los guerrilleros que culminaron con la toma del poder. En el manual que
escribió poco después, el Che Guevara elogió la importancia de la radio en la
relación entre el foco y las masas. Y ese manual trataron de ponerlo en
práctica distintos movimientos.
-
Pero también las ha habido contrarrevolucionarias, que trabajaban en contra de
una revolución ciudadana y a favor, por ejemplo, de la CIA, como Radio
Liberación en Guatemala. ¿Qué nos puedes decir?
- Radio Liberación
es el contraejemplo de Radio Rebelde, precisamente. Se creó como instrumento de
guerra psicológica para desestabilizar el Gobierno de Jacobo Arbenz en 1954. Decía ser portavoz de un Movimiento
Libertador Guatemalteco, que en la práctica sólo existía sobre el papel. Pero
su objetivo se consiguió. Se aterrorizó a buena parte de la población y sobre
todo se influyó en la moral del Ejército, la única organización verdaderamente
decisiva en la Guatemala de ese momento. Después, los agentes de la CIA
encargados de toda la operación encubierta para derrocar a Arbenz
atribuyeron a Radio Liberación una importancia incluso desmesurada, hasta el
punto de que se convirtió en el prototipo de emisora contrarrevolucionaria que
la CIA intentó imitar en los años siguientes en diferentes situaciones. Una de
ellas fue Radio Swan, en Cuba, que debería haber servido
como cobertura para la invasión de Bahía de Cochinos en 1961, pero en ese caso
la CIA fracasó por completo, porque no se tuvo en cuenta toda una serie de
factores políticos, sociales y también radiofónicos, que diferenciaban a Cuba
de Guatemala pese a su cercanía geográfica y pese a los pocos años
transcurridos. Esto demuestra lo que decíamos antes: las mismas estrategias
trasplantadas a situaciones diferentes producen resultados completamente
distintos, también en la radio.
-
¿Cuál es el presente de las radios clandestinas?
- Pudiera parecer
que las radios clandestinas no tienen ya sentido, si sólo miramos lo que nos
pilla más cerca. Sin embargo, la realidad es que las emisiones clandestinas son
un género vivo. Ahí está, por ejemplo, lo que ocurre en Siria, donde distintas
emisoras de FM desde que estalló la guerra civil han intentado transmitir la
voz de la oposición en condiciones dificilísimas. La radio clandestina surgió
como género a comienzos de los años treinta cuando concurrieron una
circunstancia política (la existencia de regímenes de opresión) y una
circunstancia técnica (la perspectiva de impacto en la audiencia). Por
desgracia sigue habiendo regímenes de opresión en muchos lugares del mundo y
por suerte la radio sigue muy viva como medio de masas. Por eso, también sigue
vigente la radio clandestina. Se transforma, se diversifica, cambia, pero sigue
viva.
-
Me temo que como el mundo socialmente y en otros muchos conceptos y
problemáticas, como puede ser la medioambiental, va mal, las radios
clandestinas en un futuro al menos no menguarán... ¿Cómo lo ves?
- Bueno, como
decíamos al principio, para que exista una emisión clandestina debe haber un
objetivo político y sobre todo un grupo oprimido en un territorio que debe
actuar en la clandestinidad. La radio de denuncia social o medioambiental, en
la medida en que esas denuncias las hagan movimientos que no sean clandestinos,
no podría considerarse dentro de este género. Es cierto, desde luego, que
muchas radios clandestinas en los últimos años no las ponen en marcha grupos
políticos concretos con un programa determinado, sino organizaciones de la
sociedad civil, con programas basados ante todo en la defensa de los derechos
humanos y de la libertad de expresión. Son organizaciones que no buscan tanto
tomar el poder, sustituir a un régimen por otro, como conseguir que se abran
espacios de libertad y participación para la sociedad. Pero, en tanto en cuanto
estos grupos actúan en condiciones de opresión, son perseguidos y deben
realizar su labor en la clandestinidad (o fluctuando entre la tolerancia y la
clandestinidad), esos objetivos adquieren un carácter político. En definitiva,
y enlazando con lo que decía en la pregunta anterior, la radio clandestina
tiene futuro mientras haya alguien que quiera transmitir algo y mientras haya
alguien que necesite oírlo (mientras haya emisores y receptores que quieran
asumir los riesgos de serlo en tales condiciones). De algún modo podemos decir
que es un mal menor: mientras exista la opresión, por lo menos que haya alguien
dispuesto a denunciarla y alguien dispuesto a escuchar esa denuncia y a trabajar
para cambiar la realidad.
24753
Voces en las sombras.
Una historia de las radios clandestinas. Luis Zaragoza
439 páginas
22.00 euros
Cátedra
En este libro hay ocho décadas
de revoluciones y contrarrevoluciones, de luchas por la independencia, de
guerras civiles, de resistencias a dictaduras. En este libro hay ocho décadas
de mensajes cruzados, de verdades ocultas y de mentiras evidentes, de
informaciones sin censura y de manipulaciones descaradas. En este libro hay ocho
décadas de intuiciones geniales, de operaciones tan costosas como inútiles, de
gritos desesperados y de discursos monótonos, de rabia y de ironía, de
esperanza, de triunfos y decepciones... En este libro hay ocho décadas de
radio.
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