La
Librería de El Sueño Igualitario
Ediciones
Volapük publica una novela, pura narrativa generosa, de Javi Caballero que nos
acerca a dos maneras de vivir la idea libertaria desde las vivencias, los
pensares y el día a día de dos personajes, cada uno de ellos encuadrado en una
época diferente…en un tiempo diferente, pero que convergen en mucho más de lo
que pueda parecer en un principio.
Viento,
que es el título de la novela, es una novela compuesta de narraciones, como de
varios relatos compuestos y recompuestos, dando un resultado muy condensado y
cerrado. Es una novela que, para nada, a no ser por las estrategias y las
maquinarias de marketing( a menudo negativas y
manipuladoras) debería pasar desapercibida.
Una obra
que debería ser de obligada lectura para valorar lo bien que se defienden
muchos narradores, de esos que son como desconocidos, pero que albergan algo
especial y mágico en la manera de describir situaciones y retratar, como pincel
en mano, a los personajes.
Un libro
sublime y especial. Una lectura que puede venir muy bien en la ápoca veraniega
cuando uno/a necesita de unas buenas lecturas para alojar el tiempo de
descanso.
El autor,
demuestra que un mundo, también en la literatura, compuesto de cositas
pequeñas, casi microscópicas…son las que esconden las historias más magnas.
Lo que
nos explica Volapük del libro:
Viento es el
encuentro entre dos luchadores libertarios de distintas épocas a partir de una
casual coincidencia.
Alejandro, el
Tuerto, vencido en la Guerra Civil Española,
huido y guerrillero, recorre un extenso periplo vital en constante pelea por la
supervivencia y la dignidad. Maquis, campos de concentración, exilio… pero
también, profundas vivencias marcadas por la amistad, el amor, la fraternidad,
la entrega, el desengaño, la traición y el desgarro.
Diego, un joven consciente del engaño que pretende el Sistema para el pueblo y
que ha mostrado su verdadera cara en los últimos años de crisis. Contra lo que
luchará participando en movimientos sociales y ensayando esas transformaciones
deseadas en su día a día, en sus relaciones, prácticas y sueños.
Su encuentro une la continuidad que quebró el franquismo y los siguientes años
de duda democrática y ambos lucharán juntos por dignificar la memoria de
aquellos que se dejaron sus vidas o parte de ellas en la lucha antifascista.
Viento es
una novela compuesta por un puzle de escenas bien encajadas y tratadas con
rigor histórico lo que nos invita a tirar del hilo de alguno de los momentos
expuestos en la obra. Con un estilo propio marcado el autor consigue elevar la
emoción, la reflexión social y vital, sin abandonar ciertos juegos literarios y
una suerte de realismo mágico que inunda la obra con delicada sutileza.
Completa la obra un apéndice necesario, los Cuentos antifascistas, concebidos
por una compañera guerrillera del protagonista que servían para mecer a sus
hijas en las frías noches, al paso de su partida del maquis por las sierras
ibéricas, y que han sido rescatados después de más de setenta años de olvido.
Javi Caballero
Nació en Guadalajara hace treinta y seis años, y ha vivido siempre por aquí,
salvo los cinco últimos años (durante dos y medio habitó en una aldea en la
Sierra Norte de la provincia, y durante los otros dos y medio decidió cambiarla
por Argentina; diferentes concepciones de un mismo aprendizaje). Creció
silencioso y optimista, y cuando caviló que la solución para ciertas miserias
pasaba, seguro, por el conocimiento y la conciencia, decidió proyectar su
sombra de sensaciones por los pentagramas posibles y crear otras realidades
alternativas.
Se ha ganado la vida así como jardinero, obrero fabril, portero de edificio,
bibliotecario, auxiliar geriátrico, educador de calle y terapeuta infatigable.
Estudió psicología, y ejerce dicha profesión igualmente en el papel de sus
cuadernos que en su entorno próximo. Tiene fe en el mar, en las montañas, en la
gente, en los bichos y en las cositas que brotan del barro. Hace algunos años,
cuando era todavía un escritor joven, consiguió publicar varias obras y también
ganó algunos concursos. En Argentina terminó su primera novela, Viento, y sin
querer, a través de un diario febril que escribía su perra, ultimó la segunda.
Cuenta con algunos libros inéditos de poesía, narrativa y teatro. Es un loco de
los microrrelatos y de la poética libre. Todos sus
escritos contienen un trasfondo social que va más allá de la simple denuncia.
Cree en la rehumanización a través de la creatividad y la igualdad como única
forma de libertad.
Alrededor
de este escritor:
http://fernandocolorines.blogspot.com.es/
Cazarabet
conversa con Javi Caballero:
-Javi, aunque
la novela comienza como con una especie de tristeza por la ejecución, pero
también por alguna de las reflexiones que pueda tener el lector sobre las
citas…esta es una novela, una narración escrita desde el optimismo, ¿no?
-Sí, es un hilo que conduce toda la
historia, a pesar de las tragedias que también cuenta.
-Porque,¿ tú no te rindes a lo que parece que es evidente que el
planeta está como vencido ?
-Asumo mucho de sus males, igualmente
como propios, pero al bucear en la historia reciente y pasada uno se da cuenta
que la evolución humana es positiva, aunque haya días que por las noticias o
las vivencias personales me lleven a dudar de este hecho.
-Y con los
habitantes humanos del planeta; ¿con ellos también mantienes la misma fe que
con la tierra, el aire, el mar…?
-Por su puesto. Creo que los habitantes
humanos del planeta sólo necesitan luz, es decir educación y libertad para
poder alcanzar un equilibrio con su entorno.
-¿Viento es
una historia de historias; es Viento, una especie de recolección de
aires? ¿Y esos aires están vinculados con los ideales, o “ el conjunto de esa fe” que nunca ,parece que el ser
humano, pueda dejar atrás?
-Sin ninguna duda Viento está vinculado
con unos ideales, mis propios ideales, que comparto con muchos compañeros y
compañeras, y en esencia con ese conjunto personas que quieren mejorar no sólo
individualmente sino colectivamente.
-Concibes tú
la vida si no tuvieses una especie de “fe” en algo, por ejemplo en que el ser
humano deje de ser tan destructivo con la naturaleza, él mismo….
-Es importante mantener esa fe en algo, porque
las creencias nos definen y nos acercan. Ese algo para mí es otro mundo
posible, y la única forma que conozco para lograrlo es actuando en cada faceta
de mi vida, con la gente que me rodea, en el trabajo, plasmando en mis
relaciones, en mis sueños y proyectos dicha lucha.
-La idea, el
ideario libertario, ha ido evolucionando a los largo de los años, pero siempre
está agarrado a algunas cosas esenciales, como de una pureza cristalina… ¿Nos
puedes comentar?
-No estoy de acuerdo con esa pureza
cristalina. Los aspectos teóricos del anarquismo pueden parecer muy puros, pero
en realidad ningún producto de la conciencia lo es, así como ningún otro valor,
porque todo proceso ofrece contradicciones e incoherencias. Con todo, pienso
que el ideario libertario se acerca más a la verdadera naturaleza del ser
humano. Soy de la opinión que, por naturaleza, todo ser humano es en esencia
anarquista. Son las autoridades externas e internas quienes le encadenan en el
miedo o el vacío o le hacen detentar el poder y la violencia contra otros.
-¿Cómo se te
ocurrieron los personajes, las historias sobre las que compones la narrativa,
la historia de la novela? ¿Y la trama?
-La novela está dedicada a mis abuelos.
Podría decirse que fueron ellos el nudo de inspiración de la novela, con sus
historias y sus enseñanzas. Algunos personajes nacieron en la historia a través
de ellos, otros forman parte de mí o de otras personas que conozco o conocí en
su día. Mi abuelo Joaquín fue miliciano y soldado en la Guerra Civil, y vivió
muchos años el exilio. El me contó desde bien pequeño cómo fue para él todo
aquello. Era una persona dulce, valiente, con una memoria prodigiosa. Cuando
murió con noventa y siete años decidí que la mejor forma de homenajearle era
compartir sus experiencias. Luego pude conocer muchas otras memorias como la
suya. Durante cuatro años estuve documentándome, y viajé a algunos de los
lugares que encierran la trama, para empaparme. Podría decirse que Viento es un
conjunto de memorias sublimes. Algunos personajes, por tanto, tienen una base
de realidad, y otros muchos representan lo que mi propia creatividad traduce
como la realidad.
-¿Qué
construiste, primero, en tu mente? Me refiero, pensaste, primero, en las
tramas, en los personajes o cómo fue…?
-Pensé primero en la trama. Los
personajes representan muchísimas personas reales que como ya he dicho, fueron
o son una parte trascendente de mi vida, o que conocí bien directamente o
indirectamente en la construcción del libro. La trama tenía que traer el pasado
al presente y de ahí se me ocurrió generar una estructura oportuna para
lograrlo. Espero haberlo conseguido un poco, aunque es difícil fabricar una
máquina del tiempo.
-Muchas veces
cuando uno escribe sobre personajes…aún sin querer se mete entre su piel, en
él, en ellos…empática de una manera especial y pone como rasgos suyos en ellos
¿cómo ha sido esto en esta novela?
-Un absoluto. Y no solamente rasgos
míos, sino de muchas personas con las que hoy en día comparto mi tiempo y mi
cariño, en positivo, o con las que no tengo nada que ver, en negativo. Yo estoy
en algunos de mis personajes, al igual que mi madre y mis amigos, pero también
están en ellos otras muchas personas.
-Un vencido
en una guerra, no tiene por qué convertirse en un “escarmentado de la vida” ni
en una persona que solo busque venganza…puede convertir esa derrota en algo, en
una herramienta por la que trabajar en el futuro, ¿no?
-Por supuesto, aunque a veces,
tristemente, sí que sucede así.
Cualquier guerra genera unas secuelas sociales e individuales muy
difíciles de manejar. La cuestión es la diferencia que existe entre luchar por
un buen motivo o por uno oscuro. Si se lucha por trabajo, educación y libertad,
aunque te venzan, te puedes sentir no tan vencido, y actuar en consecuencia.
-De todas
formas la dignidad y el desengaño sí que parecen que son denominadores comunes,
entro los vencidos…
-Es a lo que me refería con no sentirse
tan vencido. Luchar por la libertad en cada faceta de la vida, en nuestras
relaciones personales, en el trabajo, en nuestro entorno prójimo, mejorando y
aprendiendo como personas, nos proporciona dignidad y convicción. Claro que
también hay desengaño, entre aquellos vencidos, y entre nosotros, porque
también lo somos. Otra cosa es rendirse. Creo que ni aquellos vencidos, que
lucharon por sus ideales, ni nosotros,
que somos su herencia, nos hemos rendido jamás.
-Pero me
atrevería a decir entre los que albergan la idea libertario de este mismo
siglo…
-Tienen la responsabilidad de
transformar esta herencia y ampliarla para los que vienen. El ideal libertario
tiene que inundar de nuevo cada estrato de la sociedad, porque brotó
originalmente de allí.
-Por eso, quizás, esta empatía que se
cruza, de repente, con el lector ¿no?
-Así es. A nivel de nuestros
sentimientos somos todos iguales. En ellos están todas las luchas del pasado el
presente y el futuro. Las certezas y las utopías.
-Para ser un
amante del microrrelato te ha quedado una novela con
mucho cuerpo. Eso sí, se nota que está compuesta de mundo, narraciones que se
componen y recomponen y que de pequeños trozos se hace “un todo” excelente.
¿Qué nos puedes comentar?
-Este ha sido el proyecto literario más
complicado que he realizado, por diferentes razones. Al inicio, mi mayor
preocupación fue que tuviera una base histórica firme. No quise hablar de
personas reales por respeto, aunque sí que creé personajes en los que se
proyectaban. Luego al comenzar a escribir la historia en sí, me di cuenta que
estaba encadenado emocionalmente en muchos aspectos de mi vida. La situación
social y la de mi propia familia generaban en mí sentimientos adversos
imposibles de sujetar. Por ello, con los últimos ahorros de mi pensión de
desempleo decidí viajar a Argentina a probar suerte. Quería escribir la novela
allá, a la sombra de algunos de los escritores que más admiro, exiliarme, y
cambiar aquellos sentimientos adversos en energía. Encontré trabajo en un
centro de humanos especiales. Trabajaba ocho horas con los chicos y un perro, y
otras ocho en la novela. Fue duro y genial a la vez. Me sentía por primera vez
en mi vida un escritor. Y crecí mucho en toda aquella experiencia.
-Aunque, tiene
mucho tu manera de manejar la prosa de acercamiento a la “prosa poética”, ¿no?
…
-En la época de la universidad publiqué
mi primer libro de poemas. El editor de aquel libro, me dijo que tenía una
forma de escribir poesía muy cercana a la prosa. Creo que nunca he sabido
separar bien las dos formas, y que dicho acercamiento es, al menos en mí,
natural. Soy igual de adicto a la prosa que a la poesía.
-¿Cómo ha
sido trabajar con Volapük y su gente?; ¿Sabías de ellos, de sus inquietudes
editores y te ofreciste con tu obra? ¿Cómo te has sentido?
-Justo antes de viajar a Argentina supe
de la editorial porque un amigo publicó un libro de relatos con ellos, y conocí
a Sergio por él. Desde el primer momento le pareció interesante la historia y
acordamos mantener el contacto. Puntualmente me ayudó a resolver dudas en
cuestiones históricas y me orientó para contactar con algunos compañeros. Bien
es cierto que una vez que terminé la novela empezó el peor de los trabajos:
corregirla. Cuando regresé a España Sergio y yo volvimos a vernos. Hablamos de
la posibilidad de publicarlo. Me dio su opinión. Yo me ofrecí para hacerlo con
ellos, pues desde creí el principio que debía ser así. Me dejo llevar casi siempre por las señales,
y la onda de la editorial y de Sergio siempre ha sido conmigo la mejor. Estoy
feliz con el resultado.
-Javier
sabemos, por lo que leemos y nos hemos acercado a ti, que eres un trabajador
del tipo hormiguita, ¿nos puedes dar alguna pista sobre lo que estés trabajando
ahora?
-En
Argentina, además de esta novela, escribí un diario desde la perspectiva de mi
perra. Dos años y medio de historias cotidianas de un inmigrante como tantos
otros que existen. Estoy corrigiendo este libro para presentarlo a algún
concurso, y espero poder publicarlo pronto. Ando liado igualmente en el
presente escribiendo un libro de poemas y uno de relatos. Y sobre todo comenzando
a escribir una nueva novela, una historia que me traje “del lado de allá”, y
que amalgama hoy por hoy mi fuerza creativa y mi ilusión como escritor.
Actualmente trabajo en un plan de empleo en el Ayuntamiento de El Ordial que me permite malvivir y bienvivir a la vez, es
decir tirar para adelante otro cacho, vivir en el sitio que quiero, preparar un
proyecto social junto con otros compañeros y compañeras para repoblar la zona y
ganarnos la vida dignamente, y escribir y soñar también.
23449
Viento. Javi Caballero
548 páginas 16 x 24 cms.
18,00 euros
Volapük
Viento es el encuentro entre dos luchadores
libertarios de distintas épocas a partir de una casual coincidencia.
Alejandro, el Tuerto, vencido en la Guerra Civil Española, huido y guerrillero,
recorre un extenso periplo vital en constante pelea por la supervivencia y la
dignidad. Maquis, campos de concentración, exilio… pero también, profundas
vivencias marcadas por la amistad, el amor, la fraternidad, la entrega, el
desengaño, la traición y el desgarro.
Diego, un joven consciente del engaño que pretende el Sistema para el pueblo y
que ha mostrado su verdadera cara en los últimos años de crisis. Contra lo que
luchará participando en movimientos sociales y ensayando esas transformaciones
deseadas en su día a día, en sus relaciones, prácticas y sueños.
Su encuentro une la continuidad que quebró el franquismo y los siguientes años
de duda democrática y ambos lucharán juntos por dignificar la memoria de
aquellos que se dejaron sus vidas o parte de ellas en la lucha antifascista.
Viento es una novela compuesta por un puzle de escenas bien encajadas y
tratadas con rigor histórico lo que nos invita a tirar del hilo de alguno de
los momentos expuestos en la obra. Con un estilo propio marcado el autor
consigue elevar la emoción, la reflexión social y vital, sin abandonar ciertos
juegos literarios y una suerte de realismo mágico que inunda la obra con
delicada sutileza.
Completa la obra un apéndice necesario, los Cuentos antifascistas, concebidos
por una compañera guerrillera del protagonista que servían para mecer a sus
hijas en las frías noches, al paso de su partida del maquis por las sierras
ibéricas, y que han sido rescatados después de más de setenta años de olvido.
Javi Caballero
Nació en Guadalajara hace treinta y seis años, y ha vivido siempre por aquí,
salvo los cinco últimos años (durante dos y medio habitó en una aldea en la
Sierra Norte de la provincia, y durante los otros dos y medio decidió cambiarla
por Argentina; diferentes concepciones de un mismo aprendizaje). Creció
silencioso y optimista, y cuando caviló que la solución para ciertas miserias
pasaba, seguro, por el conocimiento y la conciencia, decidió proyectar su
sombra de sensaciones por los pentagramas posibles y crear otras realidades
alternativas.
Se ha ganado la vida así como jardinero, obrero fabril, portero de edificio,
bibliotecario, auxiliar geriátrico, educador de calle y terapeuta infatigable.
Estudió psicología, y ejerce dicha profesión igualmente en el papel de sus
cuadernos que en su entorno próximo. Tiene fe en el mar, en las montañas, en la
gente, en los bichos y en las cositas que brotan del barro. Hace algunos años,
cuando era todavía un escritor joven, consiguió publicar varias obras y también
ganó algunos concursos. En Argentina terminó su primera novela, Viento, y sin
querer, a través de un diario febril que escribía su perra, ultimó la segunda.
Cuenta con algunos libros inéditos de poesía, narrativa y teatro. Es un loco de
los microrrelatos y de la poética libre. Todos sus
escritos contienen un trasfondo social que va más allá de la simple denuncia.
Cree en la rehumanización a través de la creatividad y la igualdad como única
forma de libertad.
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