Cazarabet conversa con... Antonio Penadés, autor de “Viaje a la Grecia clásica. Del monte Athos a
Termópilas” (Almuzara)
Desde
Ediciones Almuzara y en su colección Sotavento, Antonio Penadés
realiza un viaje a lo que fue y es de alguna manera esa Grecia clásica, desde
el monte Athos a Termópilas.
El prólogo se
lo realiza Pedro Olalla.
Aquello que
nos explica el libro, su sinopsis:
En la
primavera de 480 a.C., el rey persa Jerjes encabezaba el mayor ejército
terrestre jamás reunido hasta entonces. Acababa de cruzar el Helesponto y, una
vez en Europa, se disponía a recorrer las regiones de Tracia y Macedonia con el
apoyo de su impresionante flota. Jerjes pretendía vengar las afrentas que los
atenienses infligieron a su padre, el rey Darío, y además deseaba incorporar
los territorios griegos a su inmenso imperio asiático. Pronto llegaría a
Esparta la noticia de que la flota de Jerjes había atravesado el istmo de Athos, al norte de Grecia, mediante la excavación de un
canal de 2 kilómetros de longitud. Semejante exhibición de fuerza hizo que el
rey espartano Leónidas decidiera entregar su vida y la de su guardia personal
para retener al ejército invasor en el paso de las Termópilas, la puerta
natural de entrada a Grecia central.
En este libro, tal y como hizo en Tras las huellas de Heródoto (Almuzara, 2015)
tras su periplo por Asia Menor, Antonio Penadés sigue
el itinerario del ejército de Jerjes y narra de un modo vivaz su paso por Alexandrópolis, Dorisco, Abdera, Kavala, isla de Tasos, Filipos,
Drama, Anfípolis, Estagira,
canal de Jerjes, Ouranópolis, Olinto, Potidea, Casandra, Tesalónica, Pella, Goumenissa,
Idomeni, Edessa, Naoussa, Vergina, Díon y monte Olimpo. Un viaje en solitario que alcanza
momentos muy intensos, sobre todo en la frontera de Idomeni
y en el monasterio de Iviron, en la península
teocrática de Athos, donde los monjes ortodoxos viven
igual que en plena época bizantina.
El recorrido culmina en las Termópilas, donde se dio uno de los pasajes más
épicos de la historia de Occidente. Allí finaliza esta inmersión en la
Antigüedad griega, inmejorable vía para intentar acceder a la condición humana,
y se dibuja el marcado contraste entre la vanidad del rey persa Jerjes y el
orgullo del espartano Leónidas.
"El viajero-escritor se revela como un erudito que maneja con soltura los
datos históricos y también el mundo mítico. La narración de la batalla de las
Termópilas no solo derrocha rigor histórico sino que deja vislumbrar el talento
literario de Antonio Penadés". ALICIA
GARCÍA-HERRERA
"Un viaje desde el presente al pasado, un viaje que sucede con tan solo
girar una página pero que es capaz de sembrar en nosotros el afán de aventura,
la necesidad de volar tan lejos como podamos para impulsarnos hacia nuestras
raíces más hondas, en busca del conocimiento y de la verdad".
El autor,
Antonio Penadés: Antonio Penadés
Chust (Valencia, 1970) es historiador, periodista y
abogado. Coautor de «Cinco miradas sobre la novela histórica» (Evohé). Autor de la novela «El hombre de Esparta» (Edhasa), de los ensayos «El declive de Atenas» (RBA) y «La
gesta de las Termópilas» (Gredos) y de la crónica de viajes «Tras las huellas
de Heródoto» (Almuzara). Desde 2005 dirige el curso de Narrativa del Museo L’Iber. Premio Hislibris de honor
2012. Colaborador del diario El País y de las revistas Historia National Geographic y Descubrir
el Arte. Preside Acción Cívica (accion-civica.org), entidad de la sociedad
civil dedicada a la lucha contra la corrupción política y a la defensa de las
humanidades. www.antoniopenades.es
https://www.antoniopenades.es/?page_id=2
Recientemente se ha reeditado "Tras las huellas de
Heródoto", que es la primera parte de "Viaje a la Grecia
clásica"
Cazarabet conversa
con Antonio Penadés:
-Antonio, ¿cuáles son las razones que te han llevado a escribir este
libro?
-La
razón principal es Heródoto, un autor clásico que me obsesiona desde que,
siendo un adolescente, descubrí su obra. Cuanto más profundizo en ella, más
matices y más sabiduría descubro en sus palabras ya que sólo él es capaz de
ofrecer tantos prismas diferentes al ejercer, siempre magistralmente, como
historiador, como reportero, como estudioso de la naturaleza humana, como
geógrafo, como filósofo e incluso como precursor del género novelesco. Es un
caso único e irrepetible. Un día decidí preparar una mochila y marcharme a
Turquía y a Grecia en busca de su rastro desde la necesidad de conocer la
ciudad donde Heródoto nació y de recorrer las regiones donde dejó impresas sus
huellas más profundas. Quería pisar el mismo suelo donde creció y donde se
conformó su personalidad, además de intentar rastrear qué queda hoy en día de
su figura y de los planteamientos que plasmó en su obra. De ahí surgió “Tras
las huellas de Heródoto”.
-¿Libro que quiere
rendir homenaje a la cultura helena? ¿Podemos considerarlo, a la vez, como un
libro de divulgación?
-Sí,
“Tras las huellas de Heródoto” y “Viaje a la Grecia clásica” tratan de divulgar
las excelencias de la civilización griega antigua, y para abordar este proyecto opté por la crónica de viajes, un género que
siempre me ha cautivado. Permite al lector acceder a la esencia de un lugar
mientras que para el autor supone una vía muy válida para dar salida a la
amalgama de imágenes y recuerdos almacenados en su interior. El cronista de
viajes convierte su diario personal en un libro susceptible de ser leído por
cualquiera, lo que en cierto modo implica una suerte de desnudamiento público.
-Las intenciones a
la hora de escribir este libro, ¿cuáles eran…entretener despertando o
removiendo esa curiosidad casi innata en el ser humano?
-Tiene
esa doble intención. Al adentrarnos en la civilización griega antigua comienzan
a desplegarse una a una sus vertientes, todas ellas estrechamente relacionadas
con el pensamiento y el progreso humano, y podemos comprobar cómo las
principales disciplinas del conocimiento alcanzaron la excelencia veinticinco
siglos atrás, en plena época clásica: la política, la literatura, el urbanismo,
la filosofía, el teatro, el deporte, la física, la medicina, la ingeniería, la
artesanía, la pintura, la escultura y la arquitectura, el derecho, la
navegación marítima, las estrategias bélicas… El asombro, esa misma curiosidad
que movía a Heródoto, es el motor que permite ir hilando una materia con otra.
-Amigo, dinos o
enuméranos algunas de las cosas por las que sí o sí somos herederos de la
Grecia Clásica… ¿Algunas de ellas forman parte de nuestro comportamiento y
conducta porque forma parte de la cultura, maneras de hacer está más claro—o al
menos , así lo veo yo..--?
-A
Grecia le debemos todo: nuestra individualidad, el lenguaje, la capacidad de
abstracción, las principales ideas que rigen nuestra realidad, las
instituciones que nos alejan del caos, la literatura –todos y cada uno de los géneros
literarios-, el arte, la estética, la concepción armónica, la visión del mundo,
la posibilidad de alejarnos –o no- de los dioses de la mano de la filosofía, la
ciencia y la tecnología. Sin conocer nuestros cimientos estaríamos desprovistos
de nuestro principal referente, más necesario que nunca en estos tiempos de
incertidumbre.
-Que te realice el prólogo el especialista en Grecia y el helenista
Pedro Olalla es todo un “lujo”, ¿no?, ¿qué ha significado para ti; qué nos
puedes reflexionar?
-Su
prólogo es magnífico. Descubrí a Olalla hace unos 20 años a través de su “Atlas
mitológico de Grecia”, una verdadera joya. Luego lo conocí personalmente y le
acompañé en presentaciones en el Museo L’Iber de
Valencia de su “Historia menor de Grecia” y
de “Grecia en el aire”, en la que describe su lúcida teoría de la
oligarquía encubierta. Olalla es socio destacado de Acción Cívica, y desde esta
asociación organizamos una proyección en el teatro Talía de su documental
“Grecia en el aire” que cerramos con una tertulia y que fue un éxito de
público. Es un gran escritor y un hombre de una gran sensatez.
-Es un libro,
también, quizás, sobretodo de viaje…de
un viaje, el tuyo, rehaciendo el viaje de Jerjes…¿qué
“te dice” este rey persa, sucesor de Darío I y que se las vio en las Termópilas
con la testarudez y el tesón del espartano, Leónidas…?
-Uno
de los principales temas del libro, expuesto en su parte final, es el de la
contraposición entre orgullo y vanidad. El orgullo es lícito, una energía
interior que puede ayudar a acometer empresas virtuosas. El rey Leónidas de
Esparta se guio por el orgullo y por el sentido del deber, salvando así, él y
sus subordinados, a Grecia entera. Jerjes, sin embargo, es un hombre vanidoso
(además de inseguro e irascible) que convierte su expedición en un desfile
militar, de modo que, al alcanzar las Termópilas, ya han llegado los vientos
del noreste –las Helespónticas- que a finales de agosto traen grandes
tormentas. No es momento ya de invadir las ciudades griegas, y lo paga con la
pérdida de la mitad de su flota en el cabo Artemisio.
-Esparta a la sazón
“muy a la greña” de Atenas…..rivalidades que duraron años y años cargadas de
recelos y en la que unos pasaban por ser la fuerza bruta—en referencia a los
Espartanos—y los otros como “los ilustrados”—los atenienses---, aunque tampoco
era así…..es de suponer que de cabezas ilustradas las había en todas partes y
de fuerza bruta, también….
-Sí,
todo era más complejo de como se suele presentar. Por ejemplo, hubo filoespartanos en Atenas y en las ciudades que pertenecían
a la liga délica. Un caso paradigmático sería
Jenofonte o el voluble Alcibíades. Al desatarse la guerra del Peloponeso,
muchos partidarios de la oligarquía protagonizaron algunas de las peores
atrocidades entre vecinos, dando lugar, como
siempre ocurre en las guerras civiles, a episodios muy lamentables.
-Hoy en día, amigo Antonio se habla mucho, de juegos y de equilibrios
o de guerras en torno al tablero geopolítico, pero, de alguna manera eso
también puede transportarse a esos años atrás, ¿no?
-Heródoto
fue el primer historiador porque fue el primero que habló de causas y de
efectos para explicar los acontecimientos del pasado. Inauguró el ejercicio de
la empatía, que es la capacidad de ponerse en la mente del otro, tratando de
acercarse a las ideas, motivaciones y razones del bando rival. Por este motivo,
la honestidad de Heródoto es siempre un bálsamo contra la polarización en las
sociedades y contra la falta de entendimiento.
-Antonio, al margen
de algunas lecturas en mis tiempos de estudiante…la manera en que más he
aprendido de culturas como la persa, mesopotámica, egipcia, griega ,romana es
mediante las novelas…la novela histórica bien escrita que es la que, de veras,
entretiene, siempre que esté bien supervisada y bien tratada, es una de las
mejores maneras de acercarse a la historia y cultura…¿qué nos puedes decir?.
-Sí,
yo mismo comencé en el género de novela histórica con El hombre de Esparta (Edhasa). Siendo un
híbrido entre ficción y hechos reales, ensamblándose en un solo texto el arte
de la literatura y una ciencia humana como es la Historia, este género
novelesco debe hacerse con oficio y con honestidad. Dos autores actuales muy
destacados son Sebastián Roa y Santiago Posteguillo.
-Pero este libro no
es una novela….es la narración—casi como una crónica--, tras las huellas de un
viaje, el tuyo, paralelo tomando a ciertos intérpretes de la historia Jerjes,
Leónidas y a lugares,
acontecimientos…otra manera, tan sutil como entretenida, de acercarnos a la
historia, ¿verdad?
-Esos
personajes me sirven bien para pasar de lo particular a lo general, que es lo
que interesa a la literatura, y en ese sentido las posibilidades que ofrece el
ensayo son inmensas. Ortega y Gasset decía en sus «Meditaciones del Quijote»
que el ensayo es la ciencia despojada de la prueba explícita y que, en él, las
ideas no pretenden ser recibidas por el lector como verdades sino que se
ofrecen como posibles maneras nuevas de mirar las cosas, invitando al lector a
que las ensaye por sí mismo. Es bien sabido que todos tenemos una parte
racional y otra sensible. A través de fuentes antiguas y ensayos científicos se
realiza una aproximación a Grecia antigua, a nuestros orígenes como individuos
y como sociedad, por medio de la razón. Y ahora, a través de estos viajes he
buscado la combinación de ambas zonas cerebrales. La conmoción que surge al
pisar el mismo suelo en el que Heródoto vivió y en el que, según su
descripción, estuvieron y lucharon los persas y los griegos que les plantaron
cara, es el mejor condimento para crear una narración más rica. A la vez, uno
se conoce mejor a sí mismo y descubre a fondo dos países, Turquía y Grecia
actual, que reúnen una belleza desbordante.
-Hablando como hablamos de lecturas ,de libros y de divulgadores ,---como
Pedro Olalla el especialista en helenismo que te escribe el prólogo-- te
nombraré que desde hace años me puse con el escritor Amin
Maalouf y ha sido imposible dejarlo—como ejemplo de
persona, escritor ,revestido de analista y divulgador que me ha acercado a las
culturas y pueblos en lo que podríamos nombrar “arco mediterráneo”….y a la
mitología y a la filosofía, entre otros, me ha acercado muy amenamente la
escritora Irene Vallejo---autora de La leyenda de las mareas mansas (2015), El
silbido del arquero---, el escritor Raül Garrigassait
—autor entre muchos escritos de Els fundadors. Una història d´ambició clàssics i poder
editado por Ara Llibres– o Antoni Janer
Torrens,--- autor de Mitologia
per a profans, editado por l´Abadia
de Montserrat ----con ellos he aprendido y aprendo mucho porque en estos días
en los que desde la política se ha negado la divulgación de conocimientos—desde
la docencia-- que emanaban desde el pensamiento, la filosofía esto no deja de ser agua en tiempo se sequía…¿qué nos
puedes decir?
-Que
tienes muy buen gusto. Y puedo añadir que Irene Vallejo, ganadora de la primera
edición del premio Acción Cívica, tiene una mente portentosa.
-¿Qué pasa cuando
se menosprecia o se menos valora esas áreas de conocimiento que ponen las bases
a que sepamos pensar, nos preguntemos cosas y nos volvamos aquello que somos
seres curiosos?—pero a los que hay que espolear con la curiosidad--
-Me
preocupa la agresión que el saber humanista sufre desde hace muchos años. Y en
Acción Cívica (accion-civica.org) nos estamos ocupando de ello en la medida de
nuestras posibilidades. Nos duele ver cómo cada plan de enseñanza arrincona un
poco más las disciplinas que contribuyen a la amplitud de miras y a la
formación del criterio propio de nuestros jóvenes: la Filosofía, la Historia,
la Literatura, el Griego y el Latín, la Historia del
arte, la Ética, el Teatro y la Cultura clásica. Una formación humanística
sólida constituye la base de toda sociedad justa. Si los antiguos atenienses
crearon la democracia y mantuvieron vivo aquel audaz sistema durante dos siglos
fue gracias a la participación directa de sus ciudadanos en los asuntos de la
comunidad, a la responsabilidad individual por las decisiones adoptadas y a la
generalización de una educación completa —Paideia—.
Nosotros, miembros de esta compleja sociedad de la abundancia y de la
incertidumbre ante los grandes desafíos tecnológicos y medioambientales, de
ningún modo debemos dar la espalda a esos principios fundamentales.
-Siguiendo un poco
con las preguntas anteriores:¿qué nos puedes reflexionar acerca de esta especie
de auge desde la literatura divulgativa que nos aproxima, a la vez, a culturas,
mitos, leyendas, historia, personajes que son parte de la raíz de nuestro
pensamiento, cultura…?.¿Te sientes parte de “esa especie de club”?
-Es
muy enriquecedor ser capaz de trasladar tu pasión a un colectivo amplio de
personas, y para ello creo que es fundamental dar con el punto de vista
correcto y con una forma sencilla y eficaz de transmitir. En ese sentido, me
gusta ser un historiador capaz de acercar al gran público algunos momentos
clave de nuestro pasado.
-¿Cómo ha
sido querido amigo la tarea de tareas de documentación en torno a este viaje
literario a la Grecia Antigua que es algo más que un viaje en sí… seguramente
muy trabajosa, pero, normalmente encuentra, en su resultado final recompensa…?¿ qué nos puedes contar?...porque no hay que dejar de
pensar que es un viaje en el mundo o por dentro del mundo de la filosofía y del
pensamiento…¿es así?
-Aunque
toda crónica viajera que se precie incluye reflexiones personales, para este
proyecto no me servía la fórmula tradicional del género. El objeto del trayecto
no consistía en la mera visita de unas ciudades y de unos recintos
arqueológicos sino que, por encima de todo, quería aproximarme a Heródoto para
profundizar en su figura y en su obra. En determinados pasajes empleo los
patrones del género del ensayo, y así, según las necesidades del texto, recurro
a la literatura o al tratado de no-ficción. He podido constatar que al combinar
la literatura, la historia y la afición por viajar se producen resultados
sorprendentes y que, por tanto, cada una de estas materias constituye una
magnífica vía para descubrir las demás. Cuando el viajero recorre el escenario
de un libro que antes ha disfrutado cobran vida elementos que permanecen
inertes para los demás; y si es capaz de hermanar el conocimiento de la
historia con aquello que va descubriendo, entonces se desatan todas las
sinergias y el viaje alcanza la excelencia. Ahí es donde uno encuentra la
recompensa.
-Y luego, ¿cómo es
ponerle orden a todo?; ¿cómo es la metodología de trabajo?
-Durante
el viaje, dedico el final de cada jornada a escribir un diario en el que plasmo
las impresiones íntimas, los rasgos de las personas con las que he
interaccionado, los topónimos, los nombres de las tabernas… Al regresar a casa,
ese diario es, junto a las fotos hechas en los sitios arqueológicos, el eje
sobre el que edifico cada uno de los libros.
-¿Cómo ha sido
trabajar con Almuzara Ediciones conocidos porque abrazan mucho el tratar temas
históricos que se remontan hasta la historia de las civilizaciones clásicas?
Todo
es profesionalidad y buen hacer en Manuel Pimentel, Javier Ortega y todo el
equipo de Almuzara.
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