La
Librería de El Sueño Igualitario
Julián Casanova pone, recreando su mirada de
estudio e investigación, con pluma y su
analítica reflexiva sobre la Revolución Rusa de 1917.
Crítica saca uno de los libros que pone más
luz sobre este acontecimiento histórico que marcó un antes y un después no tan
solo en la historia de Rusia, también en la historia mundial.
Se edita este libro en el año del Centenario
de esta Revolución.
Lo que nos dice la editorial sobre el libro:
Se cumplen cien años
de las revoluciones de Rusia de 1917. No hay explicaciones simples para los
grandes acontecimientos, y lo ocurrido en Rusia en 1917 pertenece a esa categoría, con un enorme impacto en todas las esferas
de la vida de sus ciudadanos. Ningún aspecto de
su sociedad, economía, política
o cultura quedó intacto. La dinastia Románov desapareció
de la noche a la mañana. Unos meses después, los bolcheviques tomaron el poder, en el
cambio más súbito
y amenazante que conoció la historia del siglo xx. Ahí reside la
relevancia de esa doble revolución, de febrero
y de octubre de 1917, que sucesivamente derribó al régimen
zarista y al gobierno provisional de Alexander Kérensky:
en uno de los países más
grandes del mundo, el poder pasó en un periodo muy corto de tiempo de una
autocracia tradicional a las revoluciones marxistas. El capitalismo y el
mercado desaparecieron e instituciones básicas
e históricas como la familia o la religión sufrieron una profunda transformación.
El Estado que salió de la revolución
bolchevique, y de su triunfo en la guerra civil posterior, desa
ó a aquel mundo dominado por los imperios occidentales, al capitalismo y,
muy pronto, también a otro nuevo actor, al fascismo.
La historiografía
reciente, enriquecida por decenas de estudios locales, la microhistoria y la
apertura de archivos, subraya que los acontecimientos en Rusia formaron parte
de un «continuum of crisis», de un proceso de crisis constante. Ese es el reto,
fascinante y complicado a la vez, de captar y sintetizar, en apenas doscientas páginas, las decenas de miles, imprescindibles, que
se han escrito por diferentes especialistas.
El autor, Julián Casanova:Catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad
de Zaragoza. Es autor, entre otros trabajos, de Anarquismo
y revolución en la sociedad rural aragonesa, 1936-1938 Siglo
XXI, Madrid, 1985; edición en Critica, 2006) La
historia social y los historiadores (Crítica, 1991 y edición
ampliada de bolsillo en 2003), De la calle al
frente. El anarcosindicalismo en España, 1931-1939 (Crítica,
1997, publicado en inglés, en Routledge, Londres y
Nueva y York, 2004)), La Iglesia de
Franco (Temas de Hoy, Madrid, 2001; edición de bolsillo con
notas en Crítica, 2005), República y
guerra civil, Crítica/Marcial Pons, Barcelona, 2007
(publicación en inglés en Cambridge University Press, 2010), e Historia
de España en el siglo XX, y Breve
historia de España en el siglo XX con Carlos Gil Andrés (Ariel,
Barcelona, 2009 y 2012; próxima publicación en inglés en Cambridge University Press). Sus últimos
libros son Europa contra Europa, 1914-1945 (Crítica,
Barcelona, 2011) y A Short History of the Spanish Civil War,
(I.B. Tauris, Londres, 2012).
Julián Casanova ha sido profesor visitante en
prestigiosas universidades británicas, estadounidenses y latinoamericanas y es
miembro del consejo de redacción de varias revistas científicas (entre ellas, Historia Social, Cuadernos de Historia de
España –Buenos Aires- y The Internacional Journal
of Iberian Studies).Colaborador
habitual de la páginas de opinión de El País, en el año 2006 seleccionó y
presentó para TVE ocho programas de documentales rodados y realizados durante
la guerra civil española con el título de “La guerra filmada” (editado por
Filmoteca Española, Ministerio de Cultura, 2009).
Enlaces que pueden ir bien:
https://www.youtube.com/watch?v=3UvqdukBRTM
https://www.youtube.com/watch?v=jV7_dyRQepY
https://www.youtube.com/watch?v=yZl2B_-TkyA
http://www.documaniatv.com/historia/la-revolucion-rusa-en-color-video_6426ba2fe.html
Cazarabet conversa con Julián Casanova:
-Julián,
supongo que para un historiador mirar, contemplar, reflexionar e investigar
sobre la Revolución Rusa es algo más que apasionante, en realidad ¿qué
significa para ti y qué te hizo plantearte el escribir este libro?-Supongo,
enlazando con la pregunta anterior, que escribir sobre este largo e
importantísimo episodio histórico que es la Revolución Rusa marcó tanto un
antes y un después que para algunos estudiosos e investigadores es algo
imprescindible de hacer, ¿no?, explícanos.-Porque, ¿hasta qué punto marcó la
Revolución de Octubre el destino, ya no tan solo de Rusia sino de toda la Humanidad y desde qué
perspectivas?
-Hace seis años que, durante el primer
cuatrimestre del curso académico, doy clases en la Central European University de Budapest, una universidad de postgrado en
inglés. He impartido allí varios años una asignatura sobre guerras civiles y
revoluciones en el siglo XX en perspectiva comparada. Inicié una investigación
sobre las revoluciones de 1917 en Rusia, la guerra mundial que le precedió y la
guerra civil que siguió a la conquista del poder por los bolcheviques. Me
interesaba mucho el contraste entre los viejos relatos, soviéticos y liberales,
y los nuevos que comenzaron a surgir sobre todo desde el fin de la Unión
Soviética, en 1991, y la apertura de nuevos archivos. Con la investigación en
marcha, descubrí que los más novedoso estaba en como
una nueva historiografía había incoroporado a actores
hasta entonces poco importantes para los estudios clásicos: las mujeres, el
campesinado y los pueblos no rusos. Así que con todos esos mimbres decidí
escribir una síntesis de doscientas páginas, en la línea de lo que ya hice en Europa
contra Europa, una aproximación a esa serie de revoluciones superpuestas
que hubo en Rusia desde 1914 a 1921 y que tuvieron un impacto decisivo en el
siglo XX.
-Explicas, en el
libro que: “no hay explicaciones simples para los grandes acontecimientos” y
aquí está el historiador que intenta deshacer los nudos que deja la historia y
es que la Revolución Rusa es una revolución que tiene dentro diferentes
revoluciones dentro de ella misma; algo parecido a las muñecas rusas, las matriuskas.
¿Qué nos puedes reflexionar? Porque aquí sí que parece que había, de sobras,
motivos para levantarse. La Rusia de 1917 vivía en un total servilismo, la de
unos muchos debajo de unos pocos que les chupaban el trabajo y el día a día?
-La mayoría de los
historiadores que he seguido para elaborar mi libro subrayan el proceso de
crisis constante, en varias fases, entre 1914 y 1921, en una narración que
comienza con el inicio de la Primera Guerra Mundial y finaliza con las últimas
batallas de la guerra civil rusa y el establecimiento de la Unión Soviética.
La Primera
Guerra Mundial, según Vladimir P. Buldakov,
“desacralizó el poder de la Monarquía y al mismo tiempo sacralizó la
violencia”. Con la caída del zar y la revolución de febrero, todos los
controles y restricciones éticas fueron derribados. A partir de ese momento, en
un contexto de creciente anarquía, guerra civil y quiebra económica, se abrió
un período, muy inestable, de búsqueda de un nuevo orden político y social.
Desde febrero de 1917, Rusia pasó, a una velocidad de vértigo, por una etapa
liberal, otra socialista moderada, después más radical, hasta que Lenin y los
bolcheviques convirtieron lo que era una revolución por el poder de los
soviets, con un amplio apoyo popular, en la dictadura de un partido.
En síntesis, puede decirse que hubo dos
revoluciones en Rusia en 1917. La primera, en febrero, significó la destrucción
del viejo orden, de la autocracia zarista y la creación de los soviets como
expresión del poder de las masas. La segunda revolución, la de octubre, se
plasmó inicialmente en la democracia directa sin compromisos con las clases
propietarias y en la inmediata ejecución del programa popular sobre la tierra,
la paz y el control obrero de las industrias.
-Además,
hacer una revolución que se solapó de lleno con la Gran Guerra lo que vincula a
la primera en una especie de debate muy fuerte; me refiero a que ya hay
suficiente dolor con una guerra como para que se abran muchos frentes. ..
- ¿Hubiera podido evitar Rusia la revolución,
de no haberse producido la Primera
Guerra Mundial? Es una cuestión imposible de responder. Lo que sabemos es que
la guerra actuó de catalizadora, empeoró los problemas ya existentes y añadió
otros insalvables.
La magnitud de las cifras de reclutados y los problemas que esa movilización
provocó, están, según la mayoría de los especialistas, en la raíz de la
revolución y de sus consecuencias. Entre 1914 y comienzos de 1918, cuando los
bolcheviques, tras la conquista del poder, firmaron la paz con Alemania en
Brest-Litovsk, Rusia movilizó alrededor de quince
millones y medio de hombres, un número que excedía la capacidad de despliegue y
de armamento y de suministros necesarios. Las pérdidas totales se elevaron a
más de siete millones: más de tres millones de muertos o desaparecidos sin
dejar rastro, y cuatro millones de heridos, muchos de ellos mutilados de
gravedad.
La guerra agravó las profundas divisiones en
la sociedad rusa y, durante ella, el ejército se convirtió en un grupo ingente
de revolucionarios, cuyo malestar y convulsión no podían separarse de la
agitación violenta que sacudía a la sociedad. La crisis cambió de rebelión a
revolución cuando los soldados se pusieron al lado de los trabajadores y de las
mujeres que protestaban contra la escasez de alimentos y cuando los miembros de
la oposición moderada abandonaron la autocracia para formar nuevos órganos de
poder.
-Había dos Rusias, como en casi todos los conflictos, que estallan en
forma de revolución: dos focos irreconciliables
y demasiado quebrados .Era una sociedad sin permeabilidad y eso cuando
se quiebra, llevando a la lucha, sin
tregua y hasta que uno sucumbe, ¿no?-Bien, avisada estaba la estampa de la
historia dado que en 1905 ya hubo un intento de levantarle las alfombras a la
monarquía autoritaria…
-Durante las décadas finales del siglo XIX y
los primeros años del XX, el gran imperio ruso experimentó fuertes tensiones
entre la reforma y la reacción, la tradición y la modernidad, que salieron con
fuerza a la luz en momentos decisivos, puntos de inflexión en la conciencia
social –como durante la hambruna de 1891, la revolución frustrada de 1905 y la
Primera Guerra Mundial-, traumas acumulados hasta el estallido de febrero de
1917.
Eran las dos Rusias,
a las que se había referido Aleksandr Herzen (1812-1870), la oficial y la campesina, la de los
terratenientes, jerarquía eclesiástica y burocracia imperial, frente a la gran
masa de población, analfabeta y empobrecida.
La autocracia ya no servía para gobernar un
imperio tan grande y complejo, pero Nicolás II se aferró al poder absoluto en
vez de ensanchar su base política. Tuvo la oportunidad en 1905, tras ahogar en
sangre el intento revolucionario, pero no lo hizo.
La quiebra de ese sistema no llegó, sin
embargo, por la subversión o los disturbios sociales, por los conflictos
internos, sino por acontecimientos externos, la
rivalidad imperial que Rusia mantenía con Alemania y Austria-Hungría. La Primera Guerra Mundial
fue la gran prueba de la que el zarismo ya no saldría vivo.
-¿Qué
lugar ocupaban, para los que pensaron la Revolución Rusa, esos burgueses que
desempeñaban profesiones como la medicina, el magisterio o trabajos un poco más
cualificados en algunas industrias?; ¿y cómo eran las relaciones con otros
estratos sociales, si es que las había porque me da que era muy difícil? -Pero
si el campesinado era el siervo de esta sociedad tan bipolar, frente a la
aristocracia y a una Realeza a la que le debía rendir pleitesía como en época
feudal. En las ciudades y en los pocos, pero incipientes, núcleos industriales,
los trabajadores de aquí no les iban a la zaga , en sus condiciones, respecto a
los campesinos, ¿cómo lo ves?-Además, amigo,
se daban otros ingredientes que sazonaron bien a la olla en la que se
coció la Revolución Rusa bolchevique: la represión del régimen zarista, la
falta de libertad—en todas sus representaciones—y la falta de representación
que podrían tener y no tenían los ciudadanos y ciudadanas, explícanos. -¿Qué papel
juegan aquí esta oposición concienciada y con formación, conocida como “intelligentsia” que supo apartarse de la Rusia Oficial y,
supongo, también de esa burguesía que se encontraba como más acomodada y que
debía entonar aquello de” ande yo caliente…”?; ¿pero aquí hubo una evolución
desde el pensamiento teórico de
estos a lo que se precisaba a lo que
debía ser “como más práctico?
-Desde los años finales del siglo XIX, Rusia
experimentó un notable crecimiento industrial, con promedios de 7-8 por ciento
anual en la década de los noventa, impulsado por el Estado y dependiente del
capital extranjero, que se notó especialmente en los sectores textil,
metalúrgico, minero y en la explotación de los recursos naturales.
Pero ese crecimiento mostraba también muchos límites. Una buena parte de las
personas clasificadas como trabajadores lo hacían a tiempo parcial en las
empresas textiles o en el ferrocarril, en las épocas en que no se les
necesitaba en el campo, y sólo en la minería y en las industrias metalúrgicas y
de construcción de maquinaria había una clase obrera propiamente dicha,
cualificada y contratada a tiempo completo. En total, incluyendo a aquellos
ocupados entre la agricultura y la industria, no había más de tres millones de
trabajadores industriales, apenas un dos por ciento de la población, aunque
estaban concentrados en unas pocas regiones y eso les iba a conceder en el
momento de la crisis final del régimen una influencia política más allá de su
peso cuantitativo. La clase media, de profesionales y comerciantes, tampoco
destacaba por su número, alrededor de un millón de personas.
No existía, por lo tanto, ni una poderosa
burguesía industrial ni una clase media que pudiera constituir la base social
para una democracia liberal. Pero tampoco un proletariado industrial que
pudiera articular, a través de sindicatos y partidos políticos, una alternativa
revolucionaria al régimen autocrático.
Rusia era una sociedad campesina. Los campesinos veían al Estado como una
estructura de poder malévola y ajena que sólo les cobraba impuestos y reclutaba
a los más jóvenes para la guerra, sin ofrecerles nada a cambio. La comuna, la
comunidad de las aldeas, era el centro de su mundo y los campesinos permanecían
aislados del resto de la sociedad, no integrados en la estructura política,
cultural y legal del sistema zarista, y distantes tanto del orden social
conservador como de la oposición radical. Su única lealtad era hacia el
distante zar, a quien veían, con una devoción que apenas había cambiado durante
el siglo XIX, como un ser superior, más allá del mal que encarnaban los
terratenientes opresores y los recaudadores de impuestos
Sin embargo, al mismo tiempo, la represión, la ausencia de instituciones
representativas y de libertades generaron la aparición y desarrollo de una
oposición radical al sistema zarista dispuesta a derrocarlo por diferentes
medios. Esa oposición estaba compuesta fundamentalmente por intelectuales, las
elites educadas, lo que en ruso se llamó intelligentsia, estudiantes,
escritores, profesionales, una especie de
subcultura al margen de la Rusia oficial, que intentaban explotar
cualquier rastro de descontento popular para conquistar el poder. Una minoría
radical de esa intelligentsia
llevó sus críticas más allá de su disidencia intelectual y se comprometió en el
derrocamiento del sistema zarista. Fueron ellos quienes establecieron una
tradición de ideas, propaganda y agitación revolucionarias, antes de que, con
el cambio de siglo, todo eso se plasmara en la creación de diferentes partidos
socialistas que dominaron después el escenario político en 1917.
-El
zar no era conocido por ser muy ágil en
tomar decisiones y en saber llevar bien
según qué gestiones (creo que tampoco fueron nada oportunas sus gestiones en
torno a la guerra Ruso Japonesa, además esta gente suele tener la tendencia de
rodearse bastante mal…), pero cuando se dice, se afirma y tú mismo llegas a la
conclusión de que el zar gestionó nefastamente este asunto desde el plano
internacional al nacional y viceversa. Como estudioso e investigador,¿ en qué te basas?
- El zar Nicolás II demostró escasas
dotes de cómo gobernar a un país que
tenía un ingente campesinado aislado de la estructura política que él presidía
y donde estaba emergiendo un movimiento revolucionario que su policía, famosa
por la utilización de métodos violentos, no podía suprimir pese a la represión.
Aunque Nicolás llegó al trono en un momento de modernización y cambio, la elite
gobernante procedía predominantemente de la aristocracia terrateniente
tradicional. El zar elegía a los ministros y altos funcionarios, que le tenían
que informar directa e individualmente a él, y no existía un gobierno, un
consejo de ministros, como grupo coherente de políticos y ejecutores de sus
políticas. Era un sistema patrimonial y el mismo Nicolás lo describió con una
metáfora más ilustrativa que la mejor definición: “Yo concibo a Rusia como un
latifundio en el que el propietario es el Zar, el administrador la nobleza, y
los trabajadores son los campesinos”.
Nicolás II creía que era zar por derecho
divino, un enviado de Dios para preservar los principios de la autocracia,
basada al mismo tiempo en la lealtad y buena voluntad de sus súbditos. “Hemos
sido puestos en el trono por Dios”, le escribió a la zarina, “y debemos
mantenerlo intacto para entregarlo así a nuestro hijo”.
Era una autocracia ejercida por el zar a
través del ejército, la policía y la burocracia, con apoyos todavía importantes
entre una nobleza terrateniente que perdía gradualmente poder, y legitimada por
la Iglesia ortodoxa rusa, la iglesia oficial de la monarquía que representaba
nominalmente a casi tres cuartos de la población. Cuando todo eso comenzó a
"desacralizarse", con los desastres ocasionados por la Primera Guerra
Mundial, surgió una crisis de autoridad sin precedentes, que acabó en quiebra
absoluta en febrero de 1917.
-Y si encima se
colapsa la administración y el hambre se vuelve una pandemia cada día más
aguda, las condiciones humanas son espantosas y se descuidan sostenes de un
Estado como suele ser el Ejército por las condiciones en las que viven…entonces
la burbuja termina por estallar y esos siervos, trabajadores industriales,
intelectuales o indignados pasan de tragar a estallar en cadena, ¿es así, fue
así?
-Frente a esa autocracia anquilosada y las propuestas
para reformar el sistema desde arriba, lo que aparecieron fueron conflictos
irreparables causados por la larga guerra y los serios trastornos que ocasionó
en la economía, en la producción y transporte de los recursos necesarios y,
sobre todo, en la escasez de productos de primera necesidad para millones de
soldados en el frente y la población en general en la retaguardia.
Ante la escasez de comida, las autoridades
introdujeron racionamientos. Todos los informes policiales advertían de que los
sufrimientos causados por las derrotas a los soldados, a sus familias y a los
refugiados estaban empeorando las condiciones de vida de las clases bajas a
niveles sin precedentes, provocando desorden social y protestas de “madres
exhaustas tras permanecer de pie en las largas colas” para alimentar a sus
niños enfermos y hambrientos.
En el frente de guerra, y en los cuarteles
militares de la cercana retaguardia, la disciplina de las tropas se
desmoronaba. Los soldados, la mayoría jóvenes campesinos, se negaban a combatir
y rechazaban la autoridad de sus oficiales, a quienes veían ahora como enemigos
de clase, representantes de los terratenientes. La crisis de subsistencias se
combinaba con una crisis de autoridad. Las cartas que los soldados escribían
desde el frente a sus familiares reflejaban ese cansancio de la guerra y el
malestar con los superiores.
-¿En
Rusia se hizo esa “típica” revolución del campesino en armas?; ¿Cómo va
asumiendo el campesinado el cambio hacia “un nuevo Estado”, cómo un trueque?;
pero el alimento tensa situaciones entre los campesinos y los bolcheviques,
¿no?
-En el proceso de consolidación de la
revolución con la guerra civil contra el ejército Blanco, todo lo que había
caracterizado a la revolución de octubre –participación activa de un movimiento
popular motivado por el programa de paz, tierra y todo el poder para los
soviets- se acabó. Los bolcheviques alcanzaron el poder absoluto e incontestado
entre 1920 y 1922, porque, en una situación como aquella de desorganización, el
más fuerte fue el menos débil y ese fue su gran logro y ventaja.
No es extraño que las primeras y más fuertes
resistencias procedieran de los campesinos, quienes sufrieron los efectos de
las requisas de grano, después de que el Gobierno bolchevique estableciera el
monopolio de su distribución en la primavera de 1918. Pese a la aparición de un
importante mercado negro, los campesinos protestaron por las requisas por el
simple motivo que, a cambio de entregar el grano, ellos no recibían
prácticamente nada. Lo percibieron como un robo e iniciaron miles de pequeños
actos de resistencia cotidiana frente a los pelotones de requisas.
-Lenin , aparece
casi entre bambalinas, claro era la única manera que tenía de aparecer, pero
creo que aquello que mejor podría definirle era que sabía lo que hacía, era muy
inteligente, oportunista, ágil en sus decisiones y determinante…sabía lo que
quería e iba a por ello con una sagacidad muy propia de sus mascotas preferidas
los gatos. ¿Lo ves tú también un poco así?
-La importancia de Lenin en todo este proceso
de revoluciones superpuestas está fuera de duda. Su visión centralista del
Estado revolucionario y su búsqueda del poder por encima de cualquier otro
objetivo, su idea de ganar a la población y movilizarla, le condujeron, cuando
eso no fue posible de forma “natural”, a fortalecer los mecanismos policiales y
de coerción, a establecer un Estado con un solo partido y a reprimir a las
formas más moderadas de democracia socialista. Tras el atentado del 30 de
agosto de 1918, el culto a Lenin se propagó como la pólvora. En un panfleto
elaborado por Zinoviev se le llamó “líder por la
gracia de Dios” y su culto recordaba en muchos aspectos al que se había
profesado al divino zar. Lenin era ahora el “zar del pueblo” y la propaganda, y
muchos historiadores que se la creyeron, le desvincularon de la parte más
oscura de esa historia, la implantación del terror, como se haría después con
otros célebres dictadores de la Europa del siglo XX.
-¿Mantuvieron los
bolcheviques como un poco aposta y alargándola la guerra contra “los Blancos”
en detrimento y para escarmiento de los que miraban y soñaban en todas las
dimensiones de la palabra libertad?
-La guerra civil ayudó a los bolcheviques a
retener el poder al establecer una clara opción
entre apoyar a ellos y a la revolución o a los Blancos y la
contrarrevolución. Muchos de sus oponentes fueron forzados a abandonar la
resistencia y ayudar a la victoria bolchevique como el menor de dos males. La
reaparición de importantes y numerosas protestas populares cuando la amenaza de
los Blancos se iba alejando en 1920 y comienzos de 1921, en forma de revueltas
campesinas y protestas obreras por el deterioro de las condiciones de vida y el
aumento del paro, así lo confirma. La guerra contra los Blancos fue la “cubierta
protectora” que permitió a los bolcheviques aplastar muchas de las aspiraciones
y libertades populares “en nombre de la necesidad militar y política”.
-Finalmente,
amigo, ¿por qué sostienes, desde tu reflexión,
que fue más una “dictadura de la
burocracia” que una dictadura del proletariado?
-Para controlar la sociedad, el partido
bolchevique fortaleció el Estado y promovió un aumento espectacular de la
burocracia en los años que siguieron a la revolución. Desde 1917 a 1921, el
número de empleados del gobierno se cuadruplicó, desde 576.000 a 2,4 millones.
Los burócratas fueron, en palabras de Figes, “la base
social” del régimen bolchevique, que más que una dictadura del proletariado fue
“una dictadura de la burocracia”. Y aunque Lenin se refirió a la burocratización
como un legado del zarismo, en 1921 la burocracia era diez veces más numerosa que en el estado
zarista. Además de promover a trabajadores de las fábricas, lo que permitía a
los bolcheviques alardear del origen obrero de sus militantes de base, se
extendió sobre todo en la sociedad rural, con los campesinos acudiendo en
aluvión a engrosar las filas del partido. Desde 1917 a 1921, casi un millón y
medio de personas se incorporaron al partido, y dos tercios procedían del mundo
rural o tenían un pasado campesino. Afiliarse al partido se convirtió en una
forma segura de promocionar y ascender en la burocracia soviética.
25279
La venganza de
los siervos. Rusia 1917.
Julián Casanova
232 páginas 5,5 x 23 cms.
18.90 euros
Crítica
Se cumplen cien años de las revoluciones de Rusia de 1917. No hay explicaciones
simples para los grandes acontecimientos, y lo ocurrido en Rusia en 1917
pertenece a esa categoría, con un enorme
impacto en todas las esferas de la vida de sus ciudadanos. Ningún
aspecto de su sociedad, economía, política o cultura quedó intacto. La dinastía Románov desapareció de la noche a la mañana.
Unos meses después, los bolcheviques tomaron el
poder, en el cambio más súbito
y amenazante que conoció la historia del sigloxx. Ahí reside la
relevancia de esa doble revolución, de febrero
y de octubre de 1917, que sucesivamente derribó al régimen
zarista y al gobierno provisional de Alexander Kérensky:
en uno de los países más
grandes del mundo, el poder pasó en un periodo muy corto de tiempo de una
autocracia tradicional a las revoluciones marxistas. El capitalismo y el
mercado desaparecieron e instituciones básicas
e históricas como la familia o la religión sufrieron una profunda transformación.
El Estado que salió de la revolución
bolchevique, y de su triunfo en la guerra civil posterior, desa
ó a aquel mundo dominado por los imperios occidentales, al capitalismo y,
muy pronto, también a otro nuevo actor, al
fascismo.
La historiografía reciente, enriquecida por
decenas de estudios locales, la microhistoria y la apertura de archivos,
subraya que los acontecimientos en Rusia formaron parte de un «continuum of
crisis», de un proceso de crisis constante. Ese es el reto, fascinante y
complicado a la vez, de captar y sintetizar, en apenas doscientas páginas, las decenas de miles, imprescindibles, que
se han escrito por diferentes especialistas.
Leer fragmento:
Julián Casanova, es catedrático de Historia
Contemporánea en la Universidad de Zaragoza. Es autor, entre otros trabajos, de Anarquismo
y revolución en la sociedad rural aragonesa, 1936-1938 Siglo XXI,
Madrid, 1985; edición en Critica, 2006) La historia social y los
historiadores (Crítica, 1991 y edición ampliada de bolsillo en 2003), De
la calle al frente. El anarcosindicalismo en España, 1931-1939
(Crítica, 1997, publicado en inglés, en Routledge,
Londres y Nueva y York, 2004)), La Iglesia de Franco (Temas
de Hoy, Madrid, 2001; edición de bolsillo con notas en Crítica, 2005), República
y guerra civil, Crítica/Marcial Pons, Barcelona, 2007 (publicación en
inglés en Cambridge University Press,
2010), e Historia de España en el siglo XX, y Breve
historia de España en el siglo XX con Carlos Gil Andrés (Ariel,
Barcelona, 2009 y 2012; próxima publicación en inglés en Cambridge University Press). Sus últimos
libros son Europa contra Europa, 1914-1945 (Crítica,
Barcelona, 2011) y A Short History of the Spanish Civil War, (I.B. Tauris,
Londres, 2012).
Julián Casanova ha sido profesor visitante en prestigiosas
universidades británicas, estadounidenses y latinoamericanas y es miembro del
consejo de redacción de varias revistas científicas (entre ellas, Historia
Social, Cuadernos de Historia de España –Buenos Aires- y The Internacional Journal
of Iberian Studies). Colaborador
habitual de la páginas de opinión de El País, en el año 2006 seleccionó y
presentó para TVE ocho programas de documentales rodados y realizados durante
la guerra civil española con el título de “La guerra filmada” (editado por
Filmoteca Española, Ministerio de Cultura, 2009).
_____________________________________________________________________
Cazarabet
c/ Santa Lucía, 53
44564 - Mas de las Matas (Teruel)
Tlfs. 978849970 - 686110069