La
Librería de El Sueño Igualitario
Mariano Velasco vuelve con un libro comprometido, "Diario
de un ecologista".
En formato novela nos acerca a sus ilusiones como “ciudadano
de un planeta llamado tierra”.
Lo que nos dice la editorial Círculo Rojo:
No todas las cosas tienen solución. Y ni tan siquiera tienen
por qué tenerla: ¡Esa no es la cuestión! La cuestión consiste en actuar como si
las cosas tuviesen solución. Y esta es la única manera de mantener a la sociedad
en un permanente estado de cambio que facilite el avance hacia el progreso y la
evolución. Máxima, esta, en la que creo firmemente. Así como en aquella otra de
pensar que todo impulso de actuación, cualquiera que sea su índole, terminará
por germinar si la semilla se siembra en el terreno adecuado. Y serán esos
nuevos retoños los que a su vez seguirán actuando como si las cosas tuvieran
solución. He aquí la razón de volver a escribir y realizar esta nueva
publicación sobre ese «viejo tema» de la sobreexplotación de los acuíferos
manchegos y la tragedia ecológica sobrevenida a colación. Algo que desde luego
pensaba que nunca más volvería a hacer: ¡Está visto que en la vida nunca
existen absolutos finales, por mucho que uno busque o pretenda esa intención!.
El autor, Mariano Velasco Lizcano:
El autor, se presenta a sí mismo:”Vine al mundo en Alcázar de San Juan, el año en que los
soviéticos acabaron con el alzamiento popular en Hungría, y en el mes en que se
inauguraron los Juegos Olímpicos de Melbourne, los primeros de la historia que
se celebraban en el hemisferio Sur. Sin duda en este lugar de La Mancha, en vez
del calor que reinaría allí, haría mucho más frío y quizá lloviera y tronara
para hacer honor a Santa Bárbara, patrona que se corresponde con el día en que
nací. La verdad, no fue un mal año.
Pero desde luego debieron de pasar muchas lluvias y muchos fríos hasta que
sentí la llamada que me permitió escribir algo razonable por primera vez. Fue
un artículo de opinión que publicó la prensa local y que aún hoy, todo hay que
decirlo, me sonroja leer. Porque la verdad es que en aquel entonces lo que yo
quería era escribir novelas y cuentos, y en el intento, lo que son las cosas,
varios de ellos merecieron el reconocimiento de algún galardón. Y así pasó el
tiempo hasta que un buen día desperté a la contemplación del Medio que me
rodeaba, lo que me llevó directo hasta el mundo de la investigación. Como
correlato llegó la Universidad, la licenciatura, y una Tesis doctoral que
alcanzó el I Premio de Investigación a Tesis Doctorales del Consejo Económico y
Social de Castilla La Mancha en el año 2002.
Otro
libro suyo, también de Círculo Rojo:
“Colores y silencios”; Recordar el tiempo pasado nunca es un
ejercicio banal, pues en él se encuentran implícitas todas aquellas lecciones
—magistrales o no— que la vida nos enseñó; conformándonos con ello hasta
hacernos ser como somos en el momento actual. Pero si además aquel pasado tuvo
que vivirse en un ambiente humilde y rural —benévolo calificativo para tanta
carencia—, la cosa toma más «inri» porque entonces su valor pasa a tomar un
carácter como de recuerdo testimonial.
Porque todos aquellos que fuimos parte de
aquella generación «puente» que sufrió el rigor de tener que hacer lo que
ordenaban los cánones, que tuvimos que realizar una transición política sin
conocer el oficio y sin vocación, y todo ello con el único afán de lograr un
modelo de sociedad libre y mejor; todos ellos, repito, pese a todo y con
nuestras carencias, aciertos y errores, fuimos los que forjamos este modelo
político y social que hoy tanto necesita cambiar: ¡Cambiar para mejorar!
No parece un mal bagaje. Ni mejor, ni peor que
el anterior, sólo es el que pudimos o supimos labrar. Lo que no se puede
cuestionar es que aún proviniendo de una sociedad humilde y rural, y pese a
todas las penurias, luchamos con la esperanza y la ilusión de que las podríamos
superar, de que habría un futuro mejor y de que seríamos nosotros mismos los
que lo tendríamos que forjar.
Otro libro, también en Círculo Rojo
La Mancha
Húmeda de cenagal a Reserva de la Biosfera
El día 17 de febrero de 1981, el director general de
la UNESCO ratificó en París la decisión de declarar como reserva de la biosfera
a los humedales manchegos bajo la denominación de «Reserva de la Biosfera de la
Mancha Húmeda». Se trataba de una superficie de unas 25.000 hectáreas de zonas
inundables; encharcadas de forma permanente en algunos casos, y de forma
semipermanente —en virtud de las condiciones climatológicas— en los demás;
constituyendo, precisamente, esta variación hídrica, su mayor peculiaridad.
Pero apenas cinco años después, alrededor de 20.000 hectáreas de las originales
zonas húmedas habían desaparecido o estaban en trance de desaparecer.
A la altura de 1985, la situación era tan dramática que incluso el
propio Comité Español del Programa MaB se planteó la
posibilidad de retirar el título de Reserva de la Biosfera a la Mancha Húmeda,
dado el rápido y profundo proceso de degradación que se había detectado tan
sólo en los cinco primeros años después de de su declaración.
Desde entonces hasta el momento actual, la historia de la Reserva de la
Biosfera de la Mancha Húmeda ha sido la historia del recorrido y la lucha de
algunos hombres y ONG que, creyendo firmemente en los valores ecológicos, sociales
y humanos de la Reserva, han luchado y trabajado hasta conseguir hacer viable
su permanencia y consolidación.
Sobre el siguiente libro, Mancha Roja, ya mantuvimos
una conversación con el autor que nos enriqueció…Aquí tienes el Cazarabet conversa con: http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/mancharoja.htm
Mancha Roja. República y Guerra Civil en
La Mancha de Ciudad Real (1931-1939)
La
Mancha ciudadrealeña fue territorio legal republicano hasta que aconteció la
abolición del Régimen como consecuencia del resultado final de la Guerra Civil.
También, durante el conflicto bélico fue siempre zona de retaguardia, sin que
llegara a asentarse en ella ningún frente militar. Pero no por eso dejo de
sufrir la violencia y el terror revolucionario incontrolado que se desató en
los primeros momentos del conflicto, con sus secuelas de incendios, saqueos, persecuciones
y asesinatos. Lo que a la par propiciaría una terrible venganza posterior,
materializada en forma de depuraciones y juicios sumarísimos que acabaron en
largas condenas penales, cuando no en penas de muerte irremisiblemente
ejecutadas frente al paredón.
“Mancha Roja” pretende rememorar aquellos sucesos desde una perspectiva
sociológica de investigación, quizá porque el autor entiende que el amor a la
tierra se forja con el dolor del pasado, que no es fácil de olvidar, y con el
gozo presente de buscar la verdad… Aunque sólo sea “la verdad” parcial a la que
éste mismo haya podido llegar a través del análisis global realizado y de su
inmanente conclusión.
Cazarabet conversa con Mariano Velasco
Lizcano:
-Mariano, entre otras
cosas eres amante de la naturaleza y escritor ¿Uno nace ecologista o se hace a
raíz de ese amor que le inspira la naturaleza?
-En mi caso particular una cosa ha
conllevado la otra y viceversa. Quiero decir que soy un amante convencido de la
naturaleza (con especial predilección por aquella más inmediata que me rodea)
porque escribo, y escribo porque un buen día —dichoso día— descubrí que toda mi
vida había estado rodeado de un entorno natural privilegiado, que éste me había
pasado desapercibido, y que sólo cuando estaba a punto de perderse y
desaparecer tomé conciencia de su singularidad. Escribir para denunciar fue mi
reacción.
Así que pienso que uno no nace, sino
que llega a ser ecologista —entendido esto como mera toma de conciencia y de
participación activa en defensa del medio natural—, a raíz de un conocimiento
(descubrimiento más bien) del medio que lo rodea, de sus características y
problemática, y de la decisión personal de adoptar actitudes tendentes a
corregir la situación, al menos en su fase inicial. Luego se puede profundizar mucho
más hasta llegar al ecologismo ideológico —como visión del mundo o ideología
política—, pero esa es ya una fase muy avanzada que no todos los defensores de
la naturaleza llegan a conocer y practicar, fundamentalmente porque es muy
radical.
-La
defensa de los humedales te ha llevado a estimar más tu tierra y sus gentes
¿Qué tesoros nos hemos perdido?
-Hablar del medio ambiente en la Mancha
es hablar, necesariamente, de su patrimonio natural vinculado al agua —a la
superficial y a aquella otra que no se ve, la subterránea, pero que en la
Mancha constituye la razón ecológica primordial—. Me refiero a lo que hoy
conocemos bajo la denominación de «Mancha Húmeda», un conjunto de humedales
—endorreicos, kársticos, de inundación y asociados a los cauces de los ríos—
tan peculiar que fue declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO casi desde
los primeros momentos de consolidación de esta figura internacional.
Se trataba, en origen, de algo más de
veinticinco mil hectáreas de zonas encharcadas que hoy se encuentran reducidas
a poco más de seis mil. Entre ellas, parajes tan emblemáticos y conocidos como
las Tablas de Daimiel o las Lagunas de Ruidera. Pero junto a estos, otros muchos complejos
palustres, saladares esteparios, que albergan una flora y una fauna
especialmente peculiar e interesante —Pedro Muñoz, Manjavacas,
Alcázar de San Juan, Quero, Villafranca de los
Caballeros, y tantos otros—; lugares manchegos que acogen estas maravillosas y
desconocidas lagunas, auténticos laboratorios bio-ecológicos,
sede de interesantísimos yacimientos arqueológicos, y depósitos naturales de la
propia historia y etnografía manchega que ahora empezamos a conocer y valorar.
Todos esos serían los «tesoros» que nos
estábamos perdiendo.
Nuestro patrimonio natural corre
verdadero peligro a manos y a merced de no pocos «tiburones» que sólo ven
parcelas, campos de golf, ladrillo, especulación y «jugar» con el suelo
¿Podremos algún día revertir esto?... Con todo lo que ha caído, con todos los
escarmientos que hemos visto, con todas las viviendas que hay deshabitadas
¡Creo que si no nos apañamos un poco volveremos a entrar en bucle!
-¿El hombre es bueno
o malo por naturaleza? ¿Santo Tomás, Hobbes, Locke, o Rousseau? Dos visiones diferentes de la vida a las
que corresponderían diferentes y contrapuestas respuestas: ¿alcanzaremos algún
día la justicia universal?
-Creo que esta pregunta merecería una
respuesta elaborada y profunda que quizá exceda el contexto de esta entrevista
personal. Aunque es cierto, y a nadie se nos escapa, que existen esos
«tiburones medioambientales». Pero también existen en el medio urbano; y
actuando sobre los sectores económicos, políticos y financieros, y en todos
aquellos en los que exista la posibilidad de que se lucren unos pocos a cambio
de la «sangre» de los demás.
No sé si algún día esto se podrá
revertir —aunque la historia parece decir que no—. Afortunadamente soy de los
que pienso que no todas las cosas tienen solución. Y que tampoco tienen por qué
tenerla. Lo importante es actuar como si tuvieran solución. Es así como se
cambian algunas cosas y se consigue poco a poco un mundo mejor.
-Por
qué ser ecologista es una conducta, una manera de vivir y de mirar a la vida
por encima de cualquier otra ¿Qué nos puedes decir?
-Deberíamos matizar claramente el término «ecologista» antes de responder,
porque en muchas ocasiones éste se suele emplear de forma difusa para referirse
o aplicárselo a cualquier persona que mantiene en su vida posturas o actitudes
tendentes a una mera conservación o
defensa de la naturaleza como condición irrenunciable para alcanzar el
bienestar.
La realidad, empero, es que dentro de
este arco —defensa de la naturaleza— caben muy distintas convicciones o
posiciones. Desde los naturalistas y/o conservacionistas, hasta los
medioambientalistas, entendidos estos últimos como aquellos que adoptan
actitudes firmes y participativas, con mayor o menor grado de radicalidad, en
defensa de la naturaleza. Y es en este ámbito en el que cabría situar a la mayoría
de los que participan y son miembros de las ONG y movimientos de defensa de la
naturaleza.
Ecologista, pues, en estricto sentido,
sólo es aquel que profesa el ecologismo en su verdadera dimensión. Esto es, el
que mantiene ideas y valores que cuestionan el estatus y el modo de vida
actual, y se mueven en la idea concreta de quererlo cambiar. Su punto de
partida data de considerar el mundo y sus recursos como elementos finitos. Por
tanto discrepan de todo posicionamiento y toda ideología que fije el bienestar
en un continuo crecimiento sin final. Es decir, ecologista es aquel que ha
adoptado el ecologismo como ideología política, que en su desarrollo y
potenciación empeña sus esfuerzos, y que no duda en que llevarlos a cabo
implica una transformación absoluta del modo de vida occidental. En términos
políticos, pues, un ecologista es un revolucionario del siglo XXI, algo que en
su estado puro es muy difícil de encontrar.
-¿Deberíamos
plantearnos con mucha más seriedad «enseñar» el amor que deberíamos tener y
retener para con la naturaleza desde la educación más básica?
-Tengo la convicción absoluta de que
nunca se logra «convencer» a nadie de nada, que todo el mundo tiene sus razones
para hacer aquello que hace. Lo que significa que el conjunto de actuaciones
que desarrolla cada cual siempre encuentran su fundamento en una razón de ser
particular, y que casi nunca, o muy difícilmente, se puede cambiar. Por eso,
quizá, no sea muy partidario de eso que llamamos «enseñar» a amar la
naturaleza, entendido como una especie de obligación que debe considerarse
buena per se y como tal.
Creo que sólo se defiende con pasión
aquello que se ama de verdad. Y para amar mucho y bien es preciso conocer. Por
eso entiendo que la verdadera labor educativa (en lo medioambiental) pasa por
transmitir y divulgar conocimiento adecuado. Y para ello no hay mejor
herramienta que la historia: transmitir y enseñar la historia que ha conformado
la esencia actual de cada lugar, y hacerlo desde una visión holística en toda
su multiplicidad. Es así como se despierta una verdadera pasión por lo
medioambiental. Al menos así fue en mi caso particular.
-Mariano,
¿qué es lo que pretendes con este libro?
-Justo lo que acabo de responderte en la
pregunta anterior: transmitir información y conocimiento sobre un problema
ambiental (el problema de la sobreexplotación de las aguas subterráneas
manchegas) y de la destrucción ecológica que ello ocasionó. Y hacerlo a través
de la historia, aunque en este caso se trate de historia muy localista y
demasiado actual. Lo que ocurre es que el género literario utilizado —el
diario— permite una mayor profundización al elaborarse como personal,
incidiendo en múltiples aspectos (política, literatura, cronología social, y
hasta sentimientos de carácter personal) que aún en estos momentos no estoy
convencido de que tengan un verdadero valor testimonial. Aunque… ¡Hecho está!;
y eso ya no admite vuelta atrás.
-No
todas las cosas, como bien dices, tienen solución, pero hay que luchar por
encontrarlas, ¿no?
También, de alguna manera, ya hemos
respondido a esta pregunta en otra anterior. No todas las cosas tienen por qué
tener solución, pero hay que actuar como si la tuvieran. Ello conforma
perspectivas idealistas, afán de lucha y superación, y a la vez siempre suponen
un poso de buen hacer en beneficio del conjunto social. Y esta es la actitud
capaz de transformar las cosas. Personalmente nada me parece más demoledor que
contemplar una juventud apática, desmoralizada y sin valores. Eso es un cáncer
para nuestro futuro personal y social.
-Mariano, has escrito sobre varios temas: la Guerra Civil en
la Mancha, el medio rural… mimando siempre el entorno, la naturaleza y mucho
más. Tu mirada, la de escritor, es incisiva y va hurgando poco a poco… Pero
explícanos ¿Cómo son tus procesos de investigación y la metodología de trabajo?
-Todo comienza con la concreción en mi
mente del tema sobre el que considero que tengo que escribir. Y no es ésta una
tarea fácil, precisamente. A veces pasa mucho tiempo, incluso meses, sin que
surja la idea. Luego, de forma casi siempre espontánea y normalmente fruto de
cualquier nimiedad cotidiana (una noticia, un titular, una lectura, un
comentario, una determinada contemplación…) la idea toma forma y así queda
nítido el asunto que centrará mi próxima dedicación.
Definido por tanto el tema y/o el
problema a tratar o investigar, el proceso ya es bastante rutinario:
contextualización del momento histórico —normalmente requiere la compilación y
lectura de muy abundante bibliografía y el uso y acceso a las hemerotecas y
archivos que sea menester—. Después, la elaboración de un primer o primeros
capítulos que intentarán dar a conocer los antecedentes históricos —lo que
fuimos—, aquellos que de alguna manera llegaron a conformar el presente
temático o el problema que vamos a tratar —ello permite entender y disculpar lo
que somos o hemos llegado a ser—. Luego me centro profundamente en el
desarrollo y exposición del tema en cuestión —el nudo literario, por así
decir—, para al final elaborar un desenlace que en los asuntos de investigación
vienen a fijar mi criterio y propuesta personal —se trata de realizar
propuestas para encaminar lo que pretendemos ser.
Concretado y realizado el primer manuscrito,
suelo ser muy riguroso con los procesos de corrección y revisión (fechas,
hechos históricos, usos y costumbres etnográficas…) y muy crítico con el uso de
la ortografía. Superados estos procesos, doy por concluida la obra, que sin
embargo en muy pocas ocasiones suelo someter al juicio crítico de otra externa
opinión.
-Este libro es un
diario, una muestra de un tramo de tu vida que nos acerca a lo mejor, pero
también nos pone miedo el pensar lo que podemos perder ¿Qué es aquello que más
miedo te pone en el cuerpo en lo concerniente a nuestro medio ambiente?
-Diario
de un ecologista recoge mis vivencias
personales entre los años 1991 y 1993; el «descubrimiento» de una tragedia
ecológica de enorme dimensión que estaba aconteciendo en mi tierra, ante nuestros
ojos, y que no éramos capaces de ver, justificada siempre por aquel «cajón de
sastre» del supuesto progreso y desarrollo al que por cualquier medio queríamos
acceder.
Yo descubrí mi tierra —la Mancha— como
fruto de aquella tragedia, y ello me condujo en lo personal hasta alcanzar una
licenciatura y un doctorado universitario sólo porque lo consideraba premisa
indispensable para poder comprender. Al menos así me lo parecía a mí. Fueron
muchos años los que tuve que dedicar a ese empeño, porque fue tardía mi
formación —comencé los estudios universitarios con treinta y tres años—, cuando
ya las cargas laborales y familiares eran la tarea primordial a superar. Pero a
cambio descubrí mi tierra y mis gentes, el medio que me rodeaba y su
problemática, y ello colmó con largueza toda esa dedicación. Porque fue todo
eso lo que me convirtió en escritor, que era el sueño que siempre deseé. Y lo
alcancé como fruto y constatación de una debacle ecológica que por entonces, en
España, no tenía parangón ¡Parecía que no existía futuro para estos lares!
Pero pasaron los años, y el trabajo de
muchos y la capacidad de razonamiento y tolerancia consiguieron que los que un
día fuimos enemigos con saña, años después llegáramos a alcanzar el
entendimiento y la comprensión. Y las cosas empezaron a mejorar, poco a poco. Y
aunque aún hoy no hemos alcanzado la
solución definitiva, se ha mejorado mucho y ahora conocemos el camino por el
que debemos andar. De modo que no tengo miedos en las cuestiones
medioambientales, porque sé, positivamente, que todo es cuestión de ponerse a
resolver los problemas y creer «a pies
juntillas» que las cosas pueden tener solución… ¡aunque no las tengan en
realidad!
-Desde
que escribiste el Diario, hasta que
lo «desempolvaste» y ha visto la luz ¿cómo ha evolucionado la salud de tu
entorno natural?
-Como ya adelantaba en la pregunta
anterior, la debacle ecológica que acontecía en la Mancha Húmeda ha mejorado
mucho su situación. Está diagnosticado el problema —una sobreexplotación de las
aguas subterráneas para ser utilizadas con fines de regadío agrícola—; se ha
elaborado un plan de consenso social e institucional —el Plan Especial del Alto
Guadiana— para afrontar el problema, y se ha modificado parte del sistema
agrario para adaptarlo a la situación. Por otro lado, las instituciones han
promovido múltiples figuras administrativas de protección sobre los humedales
manchegos.
En el momento actual hemos avanzado
enormemente sobre el punto de partida inicial, aunque ello no significa que los
problemas estén resueltos, pero sí que avanzamos en la buena dirección. Fruto
de ello, y con la generosa colaboración de la madre naturaleza, este año de
2015, los Ojos han vuelto a manar y el río Guadiana, después de treinta años de
sequía, ha vuelto a nacer a través de sus Ojos, esto es, allí donde era lo
natural.
-¿Crees
que la ciudadanía está cada día más concienciada de estos problemas? Y una vez
concienciados ¿Estamos dispuestos a «perder» para ganar, aunque parece que esto
no se entienda?
-No, no creo que exista una mayor
concienciación por estos temas, ni que nadie esté dispuesto a perder nada de su
nivel de vida personal en aras de
solucionar estos problemas ¿Para qué?, si al final parece que siempre habrá una
nueva tecnología disponible para poderlo arreglar… En fin…
-¿Estamos
preparados y qué herramientas tenemos que utilizar, ya y ahora, para hacer algo
por salvar nuestra «Gaia»?
-Mi consideración personal pasa por
considerar que la cuestión medioambiental es un tema de interiorización como un
valor personal más. Y cuando esto se logra, las personas actúan con arreglo a
esa convicción personal. Son actitudes individuales que pasan por intentar
cambiarse a uno mismo primero en lugar de intentar cambiar a los demás. Y
actuar después en consonancia con esa posición
¡Creo que sólo la suma de muchos miles de actitudes individuales
constituye la única posibilidad que nos ayudara a cambiar! ¡Cambiar para
mejorar!... Al menos eso pienso.
18801
Diario de un ecologista. Mariano Velasco Lizcano
172 páginas 15 x 21 cms.
15.00 euros
Círculo Rojo
No todas las cosas tienen solución. Y ni tan
siquiera tienen por qué tenerla: ¡Esa no es la cuestión! La cuestión consiste
en actuar como si las cosas tuviesen solución. Y esta es la única manera de
mantener a la sociedad en un permanente estado de cambio que facilite el avance
hacia el progreso y la evolución. Máxima, esta, en la que creo firmemente. Así
como en aquella otra de pensar que todo impulso de actuación, cualquiera que
sea su índole, terminará por germinar si la semilla se siembra en el terreno
adecuado. Y serán esos nuevos retoños los que a su vez seguirán actuando como
si las cosas tuvieran solución. He aquí la razón de volver a escribir y
realizar esta nueva publicación sobre ese «viejo tema» de la sobreexplotación
de los acuíferos manchegos y la tragedia ecológica sobrevenida a colación. Algo
que desde luego pensaba que nunca más volvería a hacer: ¡Está visto que en la
vida nunca existen absolutos finales, por mucho que uno busque o pretenda esa
intención!
Mariano Velasco Lizcano
Vine al mundo en Alcázar de San Juan, el año en que los soviéticos acabaron con
el alzamiento popular en Hungría, y en el mes en que se inauguraron los Juegos
Olímpicos de Melbourne, los primeros de la historia que se celebraban en el
hemisferio Sur. Sin duda en este lugar de La Mancha, en vez del calor que
reinaría allí, haría mucho más frío y quizá lloviera y tronara para hacer honor
a Santa Bárbara, patrona que se corresponde con el día en que nací. La verdad,
no fue un mal año.
Pero desde luego debieron de pasar muchas lluvias y muchos fríos hasta que
sentí la llamada que me permitió escribir algo razonable por primera vez. Fue
un artículo de opinión que publicó la prensa local y que aún hoy, todo hay que
decirlo, me sonroja leer. Porque la verdad es que en aquel entonces lo que yo
quería era escribir novelas y cuentos, y en el intento, lo que son las cosas,
varios de ellos merecieron el reconocimiento de algún galardón. Y así pasó el
tiempo hasta que un buen día desperté a la contemplación del Medio que me
rodeaba, lo que me llevó directo hasta el mundo de la investigación. Como
correlato llegó la Universidad, la licenciatura, y una Tesis doctoral que
alcanzó el I Premio de Investigación a Tesis Doctorales del Consejo Económico y
Social de Castilla La Mancha en el año 2002.
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