La
Librería de El Sueño Igualitario
Carolina León nos acerca al mundo particular a
todo lo que hay en ese punto de la intersección entre la política y los
cuidados.
El libro viene de la mano editora de una de
las editoriales que edita con mejor gusto y que mejores prestaciones nos ofrece
desde el compromiso, Pepitas de Calabaza…
La sinopsis del libro:
La revolución es una cosa muy complicada, es
verdad, pero más complicado aún es enfocar qué retaguardias concretas sostienen
la revolución, qué cuidados habilitan o qué política es capaz de trascender en
las vidas de quienes la producen, cuando se cuida a otros. O, desde otro punto
de vista, qué demonios pasa con esas retaguardias cuando todo parece en calma.
Un día se juntaron, a ver si se entendían, dos grupos de ideas aparentemente
separadas: política, militancia, activismo, organización, que iban por un lado,
y reproducción, vida, cuidados, afectos, sostenimiento, que venían por otro. Y
tenían cosas que decirse. Sobre todo tenían cosas que preguntarse. ¿Esto de la
política es para cualquiera, de verdad? ¿Dónde están los cuidados cuando se los
necesita? ¿Bajo qué condiciones, quién sostiene la política? ¿Se puede, por
tanto, priorizar todo aquello que siempre ha estado en segundo plano? La ola de
movilizaciones que llegó a partir del 15m sirvió para poner al trasluz las
condiciones de reproducción de la política en la calle y en otro tipo de
espacios. Y a partir de ahí surgió este libro, que indaga en las intersecciones
entre política y cuidados.
A medio camino entre la crónica, la escritura
autobiográfica y la reflexión política y social, este necesario libro indaga
—por medio de algunas experiencias, personales y colectivas, que funcionan como
metáforas abiertas— en todas esas cuestiones para ponerlas, por fin, sobre la
mesa.
La autora, Carolina León:
Periodista titulada en
Ciencias de la Imagen y el Sonido por la Universidad de Sevilla, se fue a Chile
y volvió a Madrid. Ha colaborado en medios como Calle 20, Qué Leer,Notodo.com, el suplemento Cultura/s de La Vanguardia, Periodismo
Humano y Marie Claire; codirigió el programa de
radio sobre libros ¿Quieres hacer el favor de leer esto, por favor? durante cuatro años;
colaboró en el libro colectivo CT o la cultura de la transición (Debolsillo,
2012); ejerce crítica literaria en Estado Crítico; y escribe sobre
cualquier cosa en su blog Carolink Fingers. Hoy es orgullosa librera en Traficantes de sueños
Degustemos un poco el libro:
...] Hay, objetivamente, una
vanguardia discursiva y otro montón de experiencias al otro lado. En las largas
conversaciones que dieron lugar a este libro, lo que emergió de facto es que la
perspectiva de los cuidados puede no tener literatura, que tratarlos obliga a
atender a un millón de pequeños problemas privados, pero también que esos
cuidados demandan hacerse públicos. En el trayecto, quizá he encontrado la
grieta. Y ha sido en ese lugar llamado escritura, en el que lo privado
colisiona con lo público, en el que tuve que seleccionar entre infinidad de
detalles preguntándome qué debía y qué no debía contarse, donde creí comprender
que las experiencias personales e intrascendentes pueden, definitivamente,
transformarse en algo mucho más amplio. Esa escritura es la que me ha hecho
encontrar el verdadero parentesco entre la política y los cuidados. [...]
Cazarabet
conversa con Carolina León:
-Amiga Carolina, ¿En qué pensabas o te has ido
inspirando para escribir este libro?
-Este libro es fruto de mis propias
experiencias, anclada en la ciudad de Madrid en los últimos años, especialmente
después del 15 de mayo de 2011, volcada y relacionada con los movimientos y
activismos que se ponen en marcha para contrarrestar los efectos de la crisis o
protestar contra los recortes. Pensaba en la potencia que se despliega cuando
personas distintas, y muchas, se ponen al mismo nivel, se reconocen y generan
política, y pensaba en la necesidad intrínseca de los cuidados que todos
tenemos, así como los procesos activistas.
Es fruto de un cruce de aprendizajes sobre la
potencia de la política en primera persona (la de la participación y la
organización entre “iguales”) y de diversas preguntas en torno a la
“reproducción de la vida”, concepto que trabajan pensadoras feministas; nace de
mirar lo que sucedía cuando confrontaba ese concepto, el de “reproducción”, con
la política. Todo es susceptible de ser cuidado. La política y los activismos
también.
-Carolina, siempre hay cuestiones o como “cabos sueltos” dentro de “lo
social” sobre los que hay que estar muy, muy al tanto, ¿no?
-Normalmente entendemos lo “social” a partir
de un modelo de humano que se basta a sí mismo, autónomo y autosuficiente, y
eso es una falacia venida desde la Ilustración hasta nosotros. Desde esa
perspectiva, todo lo “social” sería una lectura desde las “diferencias” con ese
modelo falso. Por eso se tratan las vulnerabilidades particulares de las
personas “distintas” (como discapacidad, infancia o vejez) como “fallas”,
defectos concretos del individuo. Esas personas tienen efectivamente unas
necesidades particulares de cuidados, pero tal como lo he enfocado, todos
necesitamos cuidados en nuestro día a día. Todos dependemos en alguna manera.
Si mirásemos a la cuestión social de ese modo, no se tratarían las dependencias
como una cuestión aparte de la que se tienen que encargar otros, la institución
o el Estado, o las personas que viven con ellos, habitualmente mujeres
cuidadoras. Quizá se podría extender la idea de corresponsabilidad. Y, en las
batallas recientes, tan atravesadas por la reproducción de la vida (que surgen
de los ataques a la supervivencia, los recortes de servicios sociales, la
precariedad, la vivienda o la sanidad), esa realidad se ha puesto en evidencia.
Siempre hay cabos sueltos o… todos somos cabos sueltos.
-Puede que de ahí el título porque hay cuestiones, demasiadas me temo,
que están siempre en el “campo de batalla” y, por tanto nosotros debemos estar,
siempre, prestando mucha atención, estando atentas y atentas en esas trincheras
que calificas de “permanentes”. ¿Cómo lo ves?
-Hay una política “visible”, la que se
entiende por política habitualmente, la de los “profesionales”, que es la
vanguardia de la tribuna pública, del discurso, la portavocía,
el liderazgo o la movilización. Y hay una política “invisible”, que es la que
encontré interrelacionando los conceptos de política y cuidados: en el
compromiso con el otro, en la activación del ser político que cada uno y una
es, y esa política se ejerce todos los días en todo tipo de espacios. Por eso,
en el recorrido, pude fijarme en ejemplos de comunidades de convivencia como
proyecto político, en la posibilidad de “cuidar” los procesos de movimiento, y
también en la acción de médicos, cuidadores en residencias de ancianos o madres
de acogida. La “trinchera” de los cuidados es escondida, invisible, desprestigiada,
pero necesaria cada día, y por eso me ha dado por llamarla permanente.
-Se trata éste de un libro que es el reflejo de una crónica social con
en la que tú tienes mucha parte como de punto en común desde el compromiso,
¿no?
-Claro, el libro es el resultado de ser
testigo, de vivir parte de esto en el centro del vendaval, y de preguntar a
muchas otras personas, como parte de mi oficio de periodista y de querer darle
escritura a estas vivencias. No sé en verdad si se puede escribir crónica sin
estar en el centro del vendaval. La mirada es un tema para cualquier cronista o
documentalista. Dónde se sitúa la mirada, qué enfoca… La mirada permuta,
modifica, selecciona. Asumí esa mirada que es mi cámara particular y mi centro
de interpretación, pero intenté asomarme a las experiencias de muchos otros y
otras desde una igualdad que he pretendido que sea honesta. Sí, tenía un filtro
en la mirada, pero he escuchado a los demás persiguiendo estos temas y
bajándome de mis teorías para poder conjugar sus palabras con mis intuiciones.
Es cierto, a menudo utilizo mis historias personales, pero sólo para que
reverberen en otros. Y porque creo en verdad que las historias personales (mías
o ajenas) son metáforas abiertas para que se introduzcan las experiencias de
otros tantos miles.
-Porque el periodismo debe ser un oficio que debe
instalarse siempre en la trinchera, ¿es así? para contar lo que acontece lo más
cerca posible, de la manera más objetiva y acercándose a quienes no tienen voz
o tienen menos posibilidad de hacerse oír, ¿lo ves así?.
-Ojalá pudiera decir que el periodismo es eso.
Pero sí, algunos cronistas del presente, que se embarcan en la no-ficción
literaria, suelen estar bastante atentos a esas voces desatendidas a las que
los micrófonos de los grandes medios jamás les llegan. En ese sentido, en el
proceso de escribir este libro, mis sujetos parecen personas sin biografías
importantes ni interesantes, nada heroicas de hecho. En este proceso, ha sido
intencional buscar y dar voz a historias personales y colectivas que no tienen
categoría épica ni narrativa trascendente: pero eso es porque los cuidados
(¿quién cuida, por qué, cómo?) suelen estar provistos por personas más o menos
invisibles y poco valoradas. Absolutamente intencional esa búsqueda.
-Has viajado y has colaborado en diferentes medios:¿en
qué nos puedes decir o explicar que se diferencia la manera de ejercer o
entender el oficio de periodista aquí de otros lugares como, por ejemplo, Chile
o apenas hay hechos diferenciales?
-Realmente no puedo contestar esta pregunta,
mi vida en Chile fue la de una mujer joven que se enamora y se casa y tiene
hijos y trabajé para empresas de comunicación online y desarrollo web, no en la
prensa. Y de eso hace ¡más de quince años!
Pero en toda Latinoamérica hay cronistas de
altura, en grandes revistas del medio, a muchos los he estado leyendo este
tiempo… Creo que incluso los de aquí hemos estado aprendiendo mucho de los de
allí.
-También has colaborado en diferentes medios, ¿cómo ha sido esa
experiencia y qué te ha aportado?
-Llevo desde los 16 años trabajando en el
periodismo, aunque me he tenido que ganar la vida con otro montón de trabajos.
Luego, los últimos quince años, he colaborado con muchos medios en el contexto
del periodismo cultural. Entrevistando a autores, leyendo libros, criticando
obras de teatro o exposiciones…. Lo que aprendí en ese tiempo creo que fue la
escucha. Y con ese aprendizaje me fui a escuchar a los sujetos con los que
podía interlocutar este tema de las intersecciones de
la política y los cuidados.
-¿Te desengañas tanto de los políticos como de algunos medios?; porque
no cualquiera tiene cualidades de hacer o desempeñar cargos o programas
políticos, pero lo que cada día parece más claro es que tampoco cualquiera
puede “meterse” a contar lo que pasa. ¿Cómo lo ves?
-Bueno, no todo el mundo puede hacer de todo,
simplemente por aptitudes o por intereses. Pero tanto los “medios” como la
política “clásica” como el “empleo” o la “empresa” están organizados en torno a
la lógica de que el cuidado o las necesidades personales, físicas, materiales y
afectivas se proveen y sanan en otra parte. Narrar, hacer política o ser un
líder de lo que sea se hace mientras se invisibiliza
quién o quiénes lo sostienen a uno, en cuento a las carencias que todo
individuo tiene, de amor, de sustento, de todo! No me
desengaño de nada, el mundo está mal organizado. Por eso el feminismo ha venido
a subvertirlo todo.
-Porque, ¿qué hace falta , hoy por hoy, para
intentar ser un periodista decente y con eso no quiero decir “estrella” ni de
los más conocidos---no sé si me explico--?.
-El problema puede darse cuando la escritura
(el periodismo en mi caso) es la fuente de sustento para la vida. Vender las
aptitudes propias te hace entrar en lógicas de servidumbre. Yo también las he
vivido y aceptado. Muchas veces tienes que hacer cosas y escribir cosas para
ganar un salario. La escritura tiene que ser libre. Es muy difícil encontrar
ese lugar, y hay que contar ese lugar: cuando otro te sostiene, cuando tienes el
tiempo liberado o el discurso liberado (por tener el salario provisto en otro
lado) hay que contarlo, y cuando no lo tienes también.
Yo he podido terminar este libro gracias a
tener el salario en otro lado y gracias a que otras personas me han ayudado a cuidar
lo que me tocaba.
-Es que parece que hoy para que a uno se le considere tiene que hacer
periodismo sabiendo de todo, llenándose la boca de todo y por todo…yendo a
todas las tertulias que pueda, aunque sean infames y no aporten nada al debate
y a la reflexión…¿Qué nos puedes decir?
-Quizá este tiempo nuestro está hecho de
“labrarse una marca personal”, en oficios como el periodismo es bastante
marcado. Es como si hubiese que estar opinando veinticuatro horas por siete
días a la semana… más allá de las tertulias televisivas, las redes son algo
así. Los periodistas o los cronistas o los intelectuales tienen una
responsabilidad grande en intentar dar algo de forma a un mundo informe. Mi
experiencia como periodista es bastante marginal, no he participado en grandes
medios y he escrito todo lo que he podido al margen de estos (a veces “en
estos”), y he defendido la libertad de mi escritura, aunque esté equivocada,
hasta poder confeccionar este libro y lo que venga.
-Esto que algunos han llamado crisis; particularmente lo veo más como
una estafa bien organizada….ha dado lugar a cambios y nuevas irrupciones en lo
político, pero quizás “tirando” demasiado de la calle y de movimientos
ciudadanos como el 15M. ¿Es que no hay más o no se da para más?; entonces, a veces,
voy a ser muy crítica de qué sirve tanto politólogo, politólogas y personajes
que se las dan de profesores de universidad constantemente como si eso fuese la
panacea…
-Pffff… No sé… Son
personajes interesantes, y supongo que estar cinco años en ciencias políticas
da buenos argumentos, pero no sueltan amarras… Mi sensación con estos
personajes que copan buena parte del discurso público es que piensan desde una
altanería que no permite llegar a los que somos nadie. La abstracción y la
teorización sobre el “pueblo”, la “democracia” o la “patria” hay que
aterrizarla con lo que nos pasa en el día a día. Lo que sucedió hace seis años
en el 15M no lo ha podido analizar nadie con todos sus ángulos, que son muchos,
y mucho menos se sabe resucitar. Yo creo que esa politología está muy lejos de
las vidas de la gente y no sabe conectar con ello. Yo tampoco sé hacerlo. Sólo
me puse a mirar en algunas experiencias sobre quién cuida la política o quién
cuida a los que hacen política o cómo se puede cuidar desde la política.
Pero si falta movilización o nervio político
no me parece descabellado pensar que no hay condiciones materiales para ello:
es decir, estamos lejos de las condiciones de una revolución, pero muy cascados
para estar militando. Se espera que nos estemos organizando, pero nadie quiere
mirar de verdad a quién organiza nuestra vida, nuestros cuidados…
-Ahora, ¿cómo va siendo tu trabajo como librera en
Traficantes de Sueños porque el trabajo de librero, también implica cierta
dosis –mucha diría yo--de compromiso?
-Es un lugar excelente -pequeño, invisible,
cotidiano- para hacer política, si lo que te interesa es el libro como material
de transformación crítica. Llevo dos años en la librería, he aprendido una
barbaridad, pero conjuga lo que necesito como lectora de literatura y como
persona en el mundo, con necesidad de aprendizaje, de intercambio, del debate
que puede surgir de cualquier texto.
-Porque yo soy de las que pienso que desde cualquier trabajo, oficio,
ocupación o vocación se debe ejercer el compromiso constante
como ciudadanos, ¿qué piensas?
-Desde cualquier lugar, por supuesto, se puede
ejercer un compromiso y cualquier individuo se puede sentir afectado y
responder políticamente por circunstancias que lo muevan… No sólo desde
ocupaciones o profesiones. En el foco del libro unas que me parecen
fundamentalmente comprometidas son las personas que cuidan, ya sea con o sin
remuneración (como empleo o como asignación). Hay mil maneras de estar activo
en el mundo y comprometido, y no implican apuntarse a ongs.
Incluso en el entorno cercano se pueden trabajar cambios importantes.
-Pero desde tus diferentes experiencias y desde lo que estás
aprendiendo, en el día a día, ¿Cómo debemos ejercer ese constante compromiso
desde nuestra particular trinchera permanente?
-Creo en verdad que lo hacemos todos y todas,
ese compromiso con el otro, aunque no se llame político. Algunos ayudan a
vecinos mayores, otros tienen sus padres enfermos, otros se involucran con los
migrantes o con víctimas de violencia… No está en mi mano dar recetas ni
consignas. Pero el mundo va a ser infinitamente mejor si dejamos de
considerarnos gente que no depende de nada ni de nadie, si enfocamos y
visibilizamos esos vínculos que nos unen unos a otros. Hay mil maneras de
trabajar esos vínculos en entornos de barrio, de pueblo o de colectivo,
saliéndose de la lógica individualista. Lo que he contado es lo que he visto,
está por todas partes, y por eso parece que son trincheras permanentes. ¡Muchas
gracias!.
25721
Trincheras
permanentes. Intersecciones entre política y cuidados. Carolina León
192 páginas 14,5 x 21 cms.
16.50 euros
Pepitas de Calabaza
La
revolución es una cosa muy complicada, es verdad, pero más complicado aún es
enfocar qué retaguardias concretas sostienen la revolución, qué cuidados
habilitan o qué política es capaz de trascender en las vidas de quienes la
producen, cuando se cuida a otros. O, desde otro punto de vista, qué demonios
pasa con esas retaguardias cuando todo parece en calma. Un día se juntaron, a
ver si se entendían, dos grupos de ideas aparentemente separadas: política,
militancia, activismo, organización, que iban por un lado, y reproducción,
vida, cuidados, afectos, sostenimiento, que venían por otro. Y tenían cosas que
decirse. Sobre todo tenían cosas que preguntarse. ¿Esto de la política es para
cualquiera, de verdad? ¿Dónde están los cuidados cuando se los necesita? ¿Bajo
qué condiciones, quién sostiene la política? ¿Se puede, por tanto, priorizar
todo aquello que siempre ha estado en segundo plano? La ola de movilizaciones
que llegó a partir del 15m sirvió para poner al trasluz las condiciones de
reproducción de la política en la calle y en otro tipo de espacios. Y a partir
de ahí surgió este libro, que indaga en las intersecciones entre política y
cuidados.
A medio camino entre la crónica, la escritura autobiográfica y la reflexión
política y social, este necesario libro indaga —por medio de algunas
experiencias, personales y colectivas, que funcionan como metáforas abiertas—
en todas esas cuestiones para ponerlas, por fin, sobre la mesa.
[...] Hay, objetivamente, una vanguardia discursiva y otro montón de
experiencias al otro lado. En las largas conversaciones que dieron lugar a este
libro, lo que emergió de facto es que la perspectiva de los cuidados puede no
tener literatura, que tratarlos obliga a atender a un millón de pequeños
problemas privados, pero también que esos cuidados demandan hacerse públicos.
En el trayecto, quizá he encontrado la grieta. Y ha sido en ese lugar llamado
escritura, en el que lo privado colisiona con lo público, en el que tuve que
seleccionar entre infinidad de detalles preguntándome qué debía y qué no debía
contarse, donde creí comprender que las experiencias personales e
intrascendentes pueden, definitivamente, transformarse en algo mucho más
amplio. Esa escritura es la que me ha hecho encontrar el verdadero parentesco
entre la política y los cuidados. [...]
Primeras páginas: http://www.pepitas.net/sites/default/files/libros/primeras_paginas/Trincherasprimeras.pdf
Carolina León
Periodista titulada en Ciencias de la Imagen y el Sonido por la Universidad de
Sevilla, se fue a Chile y volvió a Madrid. Ha colaborado en medios como Calle
20, Qué Leer, Notodo.com, el suplemento Cultura/s de La Vanguardia,
Periodismo Humano y Marie Claire; codirigió el programa de radio sobre
libros ¿Quieres hacer el favor de leer esto, por favor? durante cuatro años;
colaboró en el libro colectivo CT o la cultura de la transición (Debolsillo, 2012); ejerce crítica literaria en Estado
Crítico; y escribe sobre cualquier cosa en su blog Carolink
Fingers. Hoy es orgullosa librera en Traficantes de
sueños.
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