La Librería de Cazarabet

20150810103601245698.jpgCazarabet conversa con...   Sagrario Ramírez Martínez, autor de "Desde las tierras altas" (Mira)
 

 

 

 

Aquello que nos explica la propia autora para Mira editorial y que comparte con todos los lectores:

 

«Lector amable, si te has fijado en este libro, debo decirte que, acaso, no sea yo la única autora de este relato de relatos emparentados.

Sí, torturé el teclado de mi vetusto ordenador, pero los chismes, sueños y chafarderías de estas tierras me los contaron los pedregales y sus cantos berruecos, me los soplaron bajito a la orella las ramas del bosque, en la espera atenta al paso furtivo del jabalí por la hojarasca. Agucé mi alcahuetería y pesqué retazos de charlas en bares de pueblo —olor de café requemado y pacharán—. Rebusqué en libracos viejos y, entrometida, imaginé otros finales, porque sus personajes me lo pedían a gritos y tenía que darles nueva vida en el papel, aunque la página en blanco dé más miedo que una ladera de nieve avalanchosa.

Si aún quieres leerlo, conocerás a un profe de Secundaria, enamoradizo sin suerte que en una noche mágica cruzará su vida con la sombra del Tigre del Maestrazgo y con el amor. Porque esta tierra dura y despoblada abunda en seres solitarios: ese “cura y su penitencia”, aficionado al buen trago, o “El otro Galahad”, juguete roto, que debe ajustar cuentas con el pasado. Verás tipos como tus compadres de la cuadrilla o los parientes del pueblo. Aquí no hay superhéroes, salvo que sea heroicidad querer ser feliz desafiando moralidades, hasta en un infernal lugar pequeño y escrutador de vidas ajenas: “Una broma y nada más”. Como broma sea que las cursis novelas rosas se encarnen en una Jane Eyre del Maestrazgo. Te podrás asomar al abismo de una de esas fosas de la vergüenza: "Ella quería rosas". Y mucho más.

Porque esta extraña tierra de Aragón, con su geografía loca de cordilleras, estepas, desiertos y sierras de guerrilleros, que ha creado individuos geniales, tiene mucho que contar. He unido con un hilo invisible las altas tierras del Bajo Aragón y las cumbres del Pirineo, aprovechando la inmovilidad forzosa que me "regaló" una mala caída en el glaciar del Aneto; es el precio que me tocó pagar después de tantos años de hacer la cabra por esos riscos, pero no hay mal que por bien no venga. Salud».


Sagrario Ramírez Martínez (1955) decidió vivir en Jaca, en pleno Pirineo aragonés, por ser lugar privilegiado para su afición a la práctica de actividades de montaña. Licenciada en Filología Románica por la Universidad Complutense de Madrid, ha sido profesora de instituto durante más de treinta años y se declara acérrima defensora de la enseñanza pública. En 2015 alcanzó la ansiada jubilación, aunque reconoce que echará en falta a los chavales y algunos de los buenos ratos de clase.

El gusto por la escritura, la lectura y los viajes están en el origen de sus textos. Ha publicado en diferentes revistas de alpinismo y aventura: Grandes EspaciosEl Mundo de los PirineosMayencos..., donde refleja experiencias vividas en montañas de España, Irán, Pakistán, Alpes franceses, italianos y suizos, Andes y Mongolia, entre otras. Colaboró en el libro que conmemora la expedición conjunta al Karakorum del Club Pirineísta Mayencos y del Grupo Militar de Alta Montaña (EMMOE), De Oroel al Gasherbrum II (Videar, 2006). Con la Comarca del Alto Gállego inició la colección Retazos y Semblanzas, con el libro Sabina, memorias entretejidas, al que siguieron la participación en Voluntarios y En tierra extraña. Relatos de emigración. Ha publicado en las obras colectivas Cuentos que llevó el cartero y De botellas y naúfragos con el
Taller de Creación Literaria Fuentetaja de Madrid. En la editorial Pirineum se han editado dos relatos en los libros Orosia, mujeres de sol a sol y Pirineos, país de cuento. Colaboró también en el monográfico Maestras(Prames). Con la novela Cumbres bochornosas (Barrabés) dio un paso más en el proceso de creación con una parodia de la llamada «literatura alpina». Recibió el Segundo Premio en el Primer Certamen Palabra de Mujer, con vocado por el Instituto Aragonés de la Mujer, así como el Tercer Premio en el V Concurso de Relato Breve Villa de Binéfar (2001). Con Relatos de pasos perdidos (Mira, 2008) inició una entrañable relación que siguió con la participación en el volumen Relatos para el número 100 y la antología Desde las tierras altas



Cazarabet conversa con Sagrario Ramírez:

sagrarioramirez.jpg-Amiga, como casi cualquiera de tus libros Desde las tierras altas, de Mira Editores, es un libro que rinde homenaje al Pirineo ¿no es así?; ¿qué es lo que te atrae tanto de estas tierras como escritora?—ya sabemos que eres amante de la montaña, de sus paseos…etc.—

-“Desde la Tierras Altas” tiene como personaje recurrente al paisaje, en efecto, pero no sólo al del Pirineo, ya que los diez primeros relatos - son quince en total - se ambientan en unas tierras de un Teruel no exactamente geográficas, de localización en mapas, en las que el paisaje del Maestrazgo surge en numerosas ocasiones. El Pirineo también aparece al final, desde luego; paisaje y paisanaje, anterior y actual: pisteros de las estaciones de esquí o “quinquilaires” de los caminos del tiempo en el que no había coches. Ya lo dicen los físicos cuánticos, que el tiempo no existe, o al menos no es algo cerrado: fluye y nos influye.

¿Qué me atrae de las tierras altas, venteadas, heladas o abrasadas, a veces francamente incómodas, cuando no peligrosas a secas? Pues la altura, las montañas… “porque están ahí”. Me gustan los lugares algo salvajes, los silencios minerales, esos donde el planeta muestra sus huesos, también soy una enamorada de los desiertos, de las estepas. Hace algunos meses realicé un viaje inolvidable por Mongolia y ¡qué paz! No te imaginas cómo se ensancha el ánimo en esos altiplanos. ¡Vamos! Que si me regalan un crucero en megabarco (en velerico pequeño ya sería otra cosa) o estancia en urbanización hortero-playera me dan un disgusto.

-Como profesora de Instituto y dada tu dilatada experiencia en la docencia, ¿puedes afirmar que la naturaleza es la mejor aula para la mayoría de los alumnos? ¿Valdría la pena mirar la docencia desde otras perspectivas y prismas, más allá de las aulas?

-“Hasta las aulas valen a veces para aprender”, pero la naturaleza es la mejor y como nos la estamos cargando estúpidamente, así nos va. Aunque el famoso discurso del Jefe Seattle no sea del todo auténtico, cuando dice que la Tierra no es nuestra, que nos la han prestado los nietos, dice una gran verdad. ¿Docencia de la buena? Tu pregunta necesitaría kilómetros de respuesta y, además, me tocas la fibra sensible. Resulta que los maestros somos fundamentales, pero cada día estamos menos valorados y peor pagados. Los profes tenemos una competencia durísima con el mundo exterior: tecnologías mal empleadas, familiares no siempre receptivos, crisis grave de valores… Y, curiosamente, cada día se cargan más las espaldas del docente, no ya en número de alumnos o de horas de clase, que también. Se nos exige una responsabilidad tremenda, que acaba pasando factura. En los últimos cursos ha habido ocasiones en las que más que profe de literatura me he sentido confesora, psicóloga, tita de los críos. Hay mucho chaval falto de cariño y, por desgracia, muchos más sobrados de malcrianza a modo de compensación por parte de unos padres que, también ellos, muchas veces, están superados por la situación. No sé si te he respondido, la preguntita tuya es que se las trae…

-Dicen que detrás de cada  relato, de cada novela…hay mucho de ti…por lo que he leído puede que así sea porque reflejas y te miras en mundos y experiencias con los que te has encontrado en tu vida profesional, pero también en tu devenir como lectora, amante de la montaña, persona normal y corriente…¿qué nos puedes decir?

-Bueno… lo de ser persona normal y corriente… tengo mis serias dudas. Eso habría que preguntarlo a mis conocidos. ¿Qué dejes parte de tu ADN en la escritura? Es inevitable, porque aunque no se quiera tenemos el desván del “coco” lleno de imágenes, recuerdos y sensaciones. Igual que aquellos pintores que usaban modelos reales para representar a dioses, santos  o villanos en sus telas, así ocurre que para ese personaje “X” te lo representas con la cara de “Y” o el carácter de “Z”… Y, sí, a veces hay un pelín de malignidad, vamos, que se le pueden “ajustar las cuentas” a algo a alguien de nuestro pasado ¡Todos tenemos un pasado! Pero en mi caso procuro ser amable, gentil y cortés. No se trata de llegar a los extremos de Dante que coloca a sus peores enemigos en lo peor del Infierno, cuando aún vivían. O, siguiendo con el ejemplo de la pintura, no hacer como Artemisia Gentileschi, que se pinta a sí misma como Judith degollando con fruición a un Holofernes con la cara del canalla que abusó de ella.

La lectura es fundamental, sin paliativos, tuve la suerte de aprender a leer muy chica, mi abuela me enseñó en casa, por gusto, antes de ir al cole. Por la calle, los carteles; en el Metro, las estaciones… no puedo recordar el tiempo en que no sabía leer y hasta ahora –cruzo los dedos- me pasa como a Montaigne, que sus penas y preocupaciones siempre lograron alivio con un buen rato de lectura.

Como fuente de inspiración, “Desde las Tierras Altas”, de alguna manera, tiene su punto de arranque en “La campaña del Maestrazgo” de B. P. Galdós. El primer relato, “Sonata para voces solas”, es un mínimo homenaje a ese genial autor, que cada día me gusta más, por cierto. El salvajismo de aquella guerra de fanáticos, unido a ciertas “leyendas familiares”, provenientes de Morella, donde se afincaba la rama carlistona de mis antepasados, me dieron la idea del cuento inicial. Los siguientes se van relacionando con el primero más o menos, se intercalan, se cambia el punto de vista del narrador. La cosa es no aburrir al lector.

-Le escribes desde el Pirineo, en Jaca, a Teruel… ¿cómo ves a esta tierra; cómo la sientes; cómo “la has sufrido” como escritora, pero supongo, también, como lectora?

-Debo confesar que no conozco Teruel tanto como quisiera. Y pienso corregir el fallo. Paradójicamente cuando vivía en Madrid desde el centro se llegaba más a todos los rincones magníficos de esta desgracia de país nuestro llamado España y, al afincarme en el Pirineo, parece que Teruel se alejó mucho. La primera impresión fue memorable: un viaje épico hacia Albarracín por la Muela de San Juan, con nieve en modo siberiano y un pobre Citrôen Dyane 6 que casi muere en el intento… Me gustó. Me conmueve de este altiplano de España el afán por sobrevivir. Conozco los despoblados del Pirineo: Sobrepuerto, La Guarguera… historias muy tristes de gente que tuvo que marchar o la echaron de malas maneras. Hay aquí problemas, muchos, no lo niego. Pero cerca de esos despoblados hay un montón de vida: estaciones de esquí; que, nos gusten o no, dan trabajo y población a las cabeceras de estos valles. Hay ciudades con mucho movimiento –Jaca, Sabiñánigo, Monzón, Barbastro o Benasque, por ejemplo- y unas comunicaciones muy mejoradas  respecto a lo que viví aquí en los primeros años ’80. ¿Cómo lo tenéis por allá? ¿En ese Maestrazgo, en las Cuencas Mineras? Si nos vemos en persona, prefiero que seáis vosotros los que respondáis a la pregunta.

-Evidentemente que hay diferencias entre las gentes del Pirineo con respecto a las de Teruel, pero también convergencias ¿Qué nos puedes comentar al respecto?

-Francamente, no me atrevo a responder a fondo esta pregunta, porque no quisiera caer en errores por desconocimiento o frivolidad. Los que viniendo de la ciudad elegimos vivir en un  pueblo no siempre fuimos bien comprendidos, no ya por los amigos de la ciudad, también los vecinos de estos valles a comienzos de los ’80 alzaban un poco incrédulos las cejas al oír que estábamos aquí por gusto. En aquellos años el que podía salía huyendo. En la actualidad se está invirtiendo esa tendencia… ¿Qué pueden tener en común los montañeses del norte y del sur de Aragón? Acaso una fuerte relación de amor-odio con su tierra. En sus genes hay recuerdos de mucha penuria, pero a la vez quieren a su tierra, no es para menos. Yo, en general, soy optimista. Pienso que con buenas comunicaciones y nuevas formas de entender el trabajo, valorando todo cuanto se relacione con la naturaleza como una gran fuente de empleo y bienestar, estas tierras tienen futuro. Los locos que dicen que acabaremos viviendo en megalópolis… eso… están locos.

El Bajo Aragón tiene su propia parte alta, geográficamente hablando: sierras, barrancos, valles, planicies, terrenos intrincados…lugares donde era fácil esconderse y distraerse y tú vas y los unes con las cumbres más altas del Pirineo…Pensar, encontrar y plasmar esa especie de trama con la tierra que te acoge, el Pirineo y Jaca, en concreto, es muy importante, pero aún más es como elegante ¿cómo lo has logrado?

-Bueno, yo no sé si lo he logrado. Eso que lo digan los lectores. Pero es que las montañas se parecen mucho y los montañeses más. Será la altura que condiciona el modo de vida, el mundo mágico de bosques, peñas  y barrancos. En general el montañés es un tipo sufrido y, a primera vista algo esquivo, pero es falsa esa impresión. Como todas las gentes que viven en lugares extremos saben de la importancia de la ayuda mutua y la hospitalidad para sobrevivir. Te puedo contar un detalle curioso: hace unos años complete la Transpirenaica por la Alta Ruta, desde el Cantábrico al Mediterráneo, “cabalgando” a un lado y otro de la muga fronteriza. Bueno, pues a lo largo de la cadena pirenaica me iba encontrado con conocidos de conocidos, con parientes de tal y cual, con gente amable que no dudaba en echarte una mano porque para eso eras “de casa”, del Pirineo. Si el mundo es un pañuelo, estas montañas son un confeti. Imagino que algo parecido ocurre en vuestras impresionantes sierras.

-Cuándo escribes, creo, lo haces, también, pensando en tus alumnos…yo creo que una profesora nunca deja de hacerlo… ¿cuánto peso ha tenido en el presente relato esto?

-Pues como ya te dije en lo de lo personal a la hora de escribir, algo de mi vida profesional aparece, después de todo son relatos de corte, en general, realista y del tiempo presente. No marcho hasta la Prehistoria, ni vuelo a las colonias exteriores de Alfa Centauri. ¿Pensar en los alumnos? Si te soy sincera, sólo lo justo e imprescindible… en estos por lo menos. Sí aparece por ahí algún que otro docente despistado o despistada… pero ninguno es real. Son hijos todos de mi calenturienta imaginación… Mejor lo dejo así ¿Vale?

-¿Por qué defines esta tierra de Teruel como “extraña”?...Todas las tierras un poco alejadas, de nuestro día a día, son un poco “extrañas” ¿no? y más a los ojos de un narrador, de una contadora de historias, en manos de una pluma que escribe para la creación escrita…

-Es extraña por su grandioso paisaje, por sus “páramos de asceta”, porque en un continente hiperurbanizado como es nuestro entorno europeo es un lujo encontrar naturaleza en estado puro. Por su carácter de tierra de frontera… No sé, por todo un cúmulo de sensaciones que me produce el subir desde Levante: estropicios urbanísticos y playas hormigonadas y encontrar ese paisaje de Cantavieja, esa Comala de aquí, donde te puede salir el mismo Cabrera a la vuelta de la esquina. También te digo que sensaciones parecidas las he tenido al recorrer las zonas menos masificadas de la Sierra de Gredos, por ejemplo; lo dicho, que tenemos un país, España, lleno de lugares maravillosos… Aunque nos siga pasando como a los paisanos del Cid: “Qué buenos vasallos, si oviésemos buenos señores”. Pero es lo que hay… o lo que votamos… o lo que votan.

-¿Qué aporta Desde las Tierra Altas, desde la colección Sueños de Tinta de Editorial Mira, al mundo creativo, desde lo literario, en Aragón?

-Aporta la visión del mundo rural desde los que viven por y para este mundo. No es la del visitante de fin de semana, que no tiene más remedio que volver a la ciudad, o que maldito lo que le apetece vivir en el campo, ese lugar por donde las gallinas se pasean crudas. La valoración literaria, de nuevo, no soy yo la persona más indicada para hacerla. ¿Que lo pasé muy bien escribiéndolo? Sí. ¿Qué lo hice como mejor supe a mi corto entender? También. El resto… ya no depende de mí. El libro, una vez en la calle, igual que los hijos, ha de seguir su propio camino.

-Quizás este viaje desde el Pirineo de Teruel, ese glaciar del Aneto, y las tierras altas del Bajo Aragón esté como “preñado” de cierta “leyenda perenne” y es que Aragón es de las tierras más susceptibles de estar, de manera imperecedera, tocada por el calificativo de “tierra de leyendas”. ¿Qué nos puedes comentar?

-Es innegable que lejos de las grandes ciudades se ha mantenido un sustrato de elementos mágicos, más o menos camuflados. Viejas tradiciones de origen celta, por ejemplo, perviven en el culto al fuego, a ciertas piedras, a ciertos árboles, fuentes o cuevas… No lejos de ermitas o lugares santos donde ¡Oh, casualidad! Siempre se apareció muy oportunamente algún santo, santa o incuso divinidades de mayor rango. Y no sólo en el Pirineo. Bajo la capa de racionalismo civilizado siguen enredando duendes y fuerzas de la tierra ¿Será romanticismo trasnochado? Acaso. Pero lo cierto es que ese corpus de lo mágico o legendario ha servido durante siglos para entender el mundo y para aguantar en él a tantas generaciones que dudo mucho se pueda borrar de un plumazo. Los mitos, como el paisaje, han de ser conservados y transmitidos, como otro bien cultural. Eso sí ¡Mucho cuidado! Entendiendo que son eso MITOS, que nunca pueden servir como excusa para “fantasías animadas de ayer y de hoy” que justifiquen absurdos nacionalerismos o políticas de campanario. Creo que aquí me explico clarito, ¿verdad?

 

 

 

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Desde las tierras altas. Sagrario Ramírez Martínez
152 páginas       15 x 23 cms.
14,00 euros
Mira



«Lector amable, si te has fijado en este libro, debo decirte que, acaso, no sea yo la única autora de este relato de relatos emparentados.

Sí, torturé el teclado de mi vetusto ordenador, pero los chismes, sueños y chafarderías de estas tierras me los contaron los pedregales y sus cantos berruecos, me los soplaron bajito a la orella las ramas del bosque, en la espera atenta al paso furtivo del jabalí por la hojarasca. Agucé mi alcahuetería y pesqué retazos de charlas en bares de pueblo —olor de café requemado y pacharán—. Rebusqué en libracos viejos y, entrometida, imaginé otros finales, porque sus personajes me lo pedían a gritos y tenía que darles nueva vida en el papel, aunque la página en blanco dé más miedo que una ladera de nieve avalanchosa.

Si aún quieres leerlo, conocerás a un profe de Secundaria, enamoradizo sin suerte que en una noche mágica cruzará su vida con la sombra del Tigre del Maestrazgo y con el amor. Porque esta tierra dura y despoblada abunda en seres solitarios: ese “cura y su penitencia”, aficionado al buen trago, o “El otro Galahad”, juguete roto, que debe ajustar cuentas con el pasado. Verás tipos como tus compadres de la cuadrilla o los parientes del pueblo. Aquí no hay superhéroes, salvo que sea heroicidad querer ser feliz desafiando moralidades, hasta en un infernal lugar pequeño y escrutador de vidas ajenas: “Una broma y nada más”. Como broma sea que las cursis novelas rosas se encarnen en una Jane Eyre del Maestrazgo. Te podrás asomar al abismo de una de esas fosas de la vergüenza: "Ella quería rosas". Y mucho más.

Porque esta extraña tierra de Aragón, con su geografía loca de cordilleras, estepas, desiertos y sierras de guerrilleros, que ha creado individuos geniales, tiene mucho que contar. He unido con un hilo invisible las altas tierras del Bajo Aragón y las cumbres del Pirineo, aprovechando la inmovilidad forzosa que me "regaló" una mala caída en el glaciar del Aneto; es el precio que me tocó pagar después de tantos años de hacer la cabra por esos riscos, pero no hay mal que por bien no venga. Salud».

Sagrario Ramírez


Sagrario Ramírez Martínez (1955) decidió vivir en Jaca, en pleno Pirineo aragonés, por ser lugar privilegiado para su afición a la práctica de actividades de montaña. Licenciada en Filología Románica por la Universidad Complutense de Madrid, ha sido profesora de instituto durante más de treinta años y se declara acérrima defensora de la enseñanza pública. En 2015 alcanzó la ansiada jubilación, aunque reconoce que echará en falta a los chavales y algunos de los buenos ratos de clase.

El gusto por la escritura, la lectura y los viajes están en el origen de sus textos. Ha publicado en diferentes revistas de alpinismo y aventura: Grandes Espacios, El Mundo de los Pirineos, Mayencos..., donde refleja experiencias vividas en montañas de España, Irán, Pakistán, Alpes franceses, italianos y suizos, Andes y Mongolia, entre otras. Colaboró en el libro que conmemora la expedición conjunta al Karakorum del Club Pirineísta Mayencos y del Grupo Militar de Alta Montaña (EMMOE), De Oroel al Gasherbrum II (Videar, 2006). Con la Comarca del Alto Gállego inició la colección Retazos y Semblanzas, con el libro Sabina, memorias entretejidas, al que siguieron la participación en Voluntarios y En tierra extraña. Relatos de emigración. Ha publicado en las obras colectivas Cuentos que llevó el cartero y De botellas y naúfragos con el Taller de Creación Literaria Fuentetaja de Madrid. En la editorial Pirineum se han editado dos relatos en los libros Orosia, mujeres de sol a sol y Pirineos, país de cuento. Colaboró también en el monográfico Maestras (Prames). Con la novela Cumbres bochornosas (Barrabés) dio un paso más en el proceso de creación con una parodia de la llamada «literatura alpina». Recibió el Segundo Premio en el Primer Certamen Palabra de Mujer, con vocado por el Instituto Aragonés de la Mujer, así como el Tercer Premio en el V Concurso de Relato Breve Villa de Binéfar (2001). Con Relatos de pasos perdidos (Mira, 2008) inició una entrañable relación que siguió con la participación en el volumen Relatos para el número 100 y la antología Desde las tierras altas.

 

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