La
Librería de Cazarabet
Cazarabet conversa con... Sagrario
Ramírez Martínez, autor de "Desde
las tierras altas" (Mira)
Aquello que nos explica la propia
autora para Mira editorial y que comparte con todos los lectores:
«Lector amable, si
te has fijado en este libro, debo decirte que, acaso, no sea yo la única autora
de este relato de relatos
emparentados.
Sí, torturé el teclado de mi vetusto ordenador,
pero los chismes, sueños y chafarderías de estas tierras me los
contaron los pedregales y sus cantos berruecos, me los soplaron bajito a la orella las
ramas del bosque, en la espera atenta al paso furtivo del jabalí por la
hojarasca. Agucé mi alcahuetería y pesqué retazos de charlas en bares de pueblo
—olor de café requemado y pacharán—. Rebusqué en libracos viejos y,
entrometida, imaginé otros finales, porque sus personajes me lo pedían a gritos
y tenía que darles nueva vida en el papel, aunque la página en blanco dé más
miedo que una ladera de nieve avalanchosa.
Si aún quieres leerlo, conocerás a un profe de
Secundaria, enamoradizo sin suerte que en una noche mágica cruzará su vida con
la sombra del Tigre del Maestrazgo y con el amor. Porque esta tierra dura y
despoblada abunda en seres solitarios: ese “cura y su penitencia”, aficionado
al buen trago, o “El otro Galahad”, juguete roto, que debe ajustar cuentas con
el pasado. Verás tipos como tus compadres de la cuadrilla o los parientes del
pueblo. Aquí no hay superhéroes, salvo que sea heroicidad querer ser feliz desafiando
moralidades, hasta en un infernal lugar pequeño y escrutador de vidas ajenas:
“Una broma y nada más”. Como broma sea que las cursis novelas rosas se encarnen
en una Jane Eyre del Maestrazgo. Te podrás asomar al abismo de una de esas
fosas de la vergüenza: "Ella quería rosas". Y mucho más.
Porque esta extraña tierra de Aragón, con su
geografía loca de cordilleras, estepas, desiertos y sierras de guerrilleros,
que ha creado individuos geniales, tiene mucho que contar. He unido con un hilo
invisible las altas tierras del Bajo Aragón y las cumbres del Pirineo,
aprovechando la inmovilidad forzosa que me "regaló" una mala caída en
el glaciar del Aneto; es el precio que me tocó pagar después de tantos años de
hacer la cabra por esos riscos, pero no hay mal que por bien no venga. Salud».
Sagrario Ramírez Martínez (1955) decidió vivir en Jaca, en pleno Pirineo aragonés, por ser
lugar privilegiado para su afición a la práctica de actividades de montaña.
Licenciada en Filología Románica por la Universidad Complutense de Madrid, ha
sido profesora de instituto durante más de treinta años y se declara acérrima
defensora de la enseñanza pública. En 2015 alcanzó la ansiada jubilación,
aunque reconoce que echará en falta a los chavales y algunos de los buenos ratos
de clase.
El gusto por la escritura, la lectura y los viajes están en el origen de sus
textos. Ha publicado en diferentes revistas de alpinismo y aventura: Grandes
Espacios, El Mundo de los Pirineos, Mayencos...,
donde refleja experiencias vividas en montañas de España, Irán, Pakistán, Alpes
franceses, italianos y suizos, Andes y Mongolia, entre otras. Colaboró en el
libro que conmemora la expedición conjunta al Karakorum del Club Pirineísta
Mayencos y del Grupo Militar de Alta Montaña (EMMOE), De Oroel al
Gasherbrum II (Videar, 2006). Con la Comarca del Alto Gállego inició
la colección Retazos y Semblanzas, con el libro Sabina, memorias
entretejidas, al que siguieron la participación en Voluntarios y En
tierra extraña. Relatos de emigración. Ha publicado en las obras
colectivas Cuentos que llevó el cartero y De botellas
y naúfragos con el Taller de Creación Literaria Fuentetaja de
Madrid. En la editorial Pirineum se han editado dos relatos en los libros Orosia,
mujeres de sol a sol y Pirineos, país de cuento. Colaboró
también en el monográfico Maestras(Prames). Con la novela Cumbres
bochornosas (Barrabés) dio un paso más en el proceso de creación con
una parodia de la llamada «literatura alpina». Recibió el Segundo Premio en el
Primer Certamen Palabra de Mujer, con vocado por el Instituto Aragonés de la
Mujer, así como el Tercer Premio en el V Concurso de Relato Breve Villa de
Binéfar (2001). Con Relatos de pasos perdidos (Mira,
2008) inició una entrañable relación que siguió con la participación en el
volumen Relatos para el número 100 y la
antología Desde las tierras altas
Cazarabet conversa con Sagrario
Ramírez:
-Amiga, como casi cualquiera de tus libros Desde las tierras
altas, de Mira Editores, es un libro que rinde homenaje al Pirineo ¿no es así?;
¿qué es lo que te atrae tanto de estas tierras como escritora?—ya sabemos que
eres amante de la montaña, de sus paseos…etc.—
-“Desde la Tierras Altas” tiene como personaje
recurrente al paisaje, en efecto, pero no sólo al del Pirineo, ya que los diez
primeros relatos - son quince en total - se ambientan en unas tierras de un
Teruel no exactamente geográficas, de localización en mapas, en las que el
paisaje del Maestrazgo surge en numerosas ocasiones. El Pirineo también aparece
al final, desde luego; paisaje y paisanaje, anterior y actual: pisteros de las
estaciones de esquí o “quinquilaires” de los caminos del tiempo en el que no
había coches. Ya lo dicen los físicos cuánticos, que el tiempo no existe, o al
menos no es algo cerrado: fluye y nos influye.
¿Qué me
atrae de las tierras altas, venteadas, heladas o abrasadas, a veces francamente
incómodas, cuando no peligrosas a secas? Pues la altura, las montañas… “porque están ahí”. Me gustan los
lugares algo salvajes, los silencios minerales, esos donde el planeta muestra
sus huesos, también soy una enamorada de los desiertos, de las estepas. Hace
algunos meses realicé un viaje inolvidable por Mongolia y ¡qué paz! No te
imaginas cómo se ensancha el ánimo en esos altiplanos. ¡Vamos! Que si me
regalan un crucero en megabarco (en
velerico pequeño ya sería otra cosa) o estancia en urbanización hortero-playera
me dan un disgusto.
-Como profesora de Instituto y dada tu dilatada experiencia
en la docencia, ¿puedes afirmar que la naturaleza es la mejor aula para la
mayoría de los alumnos? ¿Valdría la pena mirar la docencia desde otras
perspectivas y prismas, más allá de las aulas?
-“Hasta las aulas valen a veces para aprender”, pero la
naturaleza es la mejor y como nos la estamos cargando estúpidamente, así nos
va. Aunque el famoso discurso del Jefe Seattle no sea del todo auténtico,
cuando dice que la Tierra no es nuestra, que nos la han prestado los nietos,
dice una gran verdad. ¿Docencia de la buena? Tu pregunta necesitaría kilómetros
de respuesta y, además, me tocas la fibra sensible. Resulta que los maestros
somos fundamentales, pero cada día estamos menos valorados y peor pagados. Los
profes tenemos una competencia durísima con el mundo exterior: tecnologías mal
empleadas, familiares no siempre receptivos, crisis grave de valores… Y,
curiosamente, cada día se cargan más las espaldas del docente, no ya en número
de alumnos o de horas de clase, que también. Se nos exige una responsabilidad
tremenda, que acaba pasando factura. En los últimos cursos ha habido ocasiones
en las que más que profe de literatura me he sentido confesora, psicóloga, tita
de los críos. Hay mucho chaval falto de cariño y, por desgracia, muchos más
sobrados de malcrianza a modo de compensación por parte de unos padres que,
también ellos, muchas veces, están superados por la situación. No sé si te he
respondido, la preguntita tuya es que se las trae…
-Dicen que detrás de cada
relato, de cada novela…hay mucho de ti…por lo que he leído puede que así
sea porque reflejas y te miras en mundos y experiencias con los que te has
encontrado en tu vida profesional, pero también en tu devenir como lectora,
amante de la montaña, persona normal y corriente…¿qué nos puedes decir?
-Bueno…
lo de ser persona normal y corriente… tengo mis serias dudas. Eso habría que
preguntarlo a mis conocidos. ¿Qué dejes parte de tu ADN en la escritura? Es
inevitable, porque aunque no se quiera tenemos el desván del “coco” lleno de
imágenes, recuerdos y sensaciones. Igual que aquellos pintores que usaban
modelos reales para representar a dioses, santos o villanos en sus telas, así ocurre que para
ese personaje “X” te lo representas con la cara de “Y” o el carácter de “Z”… Y,
sí, a veces hay un pelín de malignidad, vamos, que se le pueden “ajustar las
cuentas” a algo a alguien de nuestro pasado ¡Todos tenemos un pasado! Pero en
mi caso procuro ser amable, gentil y cortés. No se trata de llegar a los
extremos de Dante que coloca a sus peores enemigos en lo peor del Infierno,
cuando aún vivían. O, siguiendo con el ejemplo de la pintura, no hacer como
Artemisia Gentileschi, que se pinta a sí misma como Judith degollando con fruición
a un Holofernes con la cara del canalla que abusó de ella.
La
lectura es fundamental, sin paliativos, tuve la suerte de aprender a leer muy
chica, mi abuela me enseñó en casa, por gusto, antes de ir al cole. Por la
calle, los carteles; en el Metro, las estaciones… no puedo recordar el tiempo
en que no sabía leer y hasta ahora –cruzo los dedos- me pasa como a Montaigne,
que sus penas y preocupaciones siempre lograron alivio con un buen rato de
lectura.
Como
fuente de inspiración, “Desde las Tierras Altas”, de alguna manera, tiene su
punto de arranque en “La campaña del Maestrazgo” de B. P. Galdós. El primer
relato, “Sonata para voces solas”, es un mínimo homenaje a ese genial autor,
que cada día me gusta más, por cierto. El salvajismo de aquella guerra de
fanáticos, unido a ciertas “leyendas familiares”, provenientes de Morella,
donde se afincaba la rama carlistona de mis antepasados, me dieron la idea del
cuento inicial. Los siguientes se van relacionando con el primero más o menos,
se intercalan, se cambia el punto de vista del narrador. La cosa es no aburrir
al lector.
-Le escribes desde el Pirineo, en Jaca, a Teruel… ¿cómo ves
a esta tierra; cómo la sientes; cómo “la has sufrido” como escritora, pero
supongo, también, como lectora?
-Debo
confesar que no conozco Teruel tanto como quisiera. Y pienso corregir el fallo.
Paradójicamente cuando vivía en Madrid desde el centro se llegaba más a todos
los rincones magníficos de esta desgracia de país nuestro llamado España y, al
afincarme en el Pirineo, parece que Teruel se alejó mucho. La primera impresión
fue memorable: un viaje épico hacia Albarracín por la Muela de San Juan, con
nieve en modo siberiano y un pobre Citrôen Dyane 6 que casi muere en el
intento… Me gustó. Me conmueve de este altiplano de España el afán por
sobrevivir. Conozco los despoblados del Pirineo: Sobrepuerto, La Guarguera…
historias muy tristes de gente que tuvo que marchar o la echaron de malas
maneras. Hay aquí problemas, muchos, no lo niego. Pero cerca de esos
despoblados hay un montón de vida: estaciones de esquí; que, nos gusten o no,
dan trabajo y población a las cabeceras de estos valles. Hay ciudades con mucho
movimiento –Jaca, Sabiñánigo, Monzón, Barbastro o Benasque, por ejemplo- y unas
comunicaciones muy mejoradas respecto a
lo que viví aquí en los primeros años ’80. ¿Cómo lo tenéis por allá? ¿En ese
Maestrazgo, en las Cuencas Mineras? Si nos vemos en persona, prefiero que seáis
vosotros los que respondáis a la pregunta.
-Evidentemente que hay diferencias entre las gentes del
Pirineo con respecto a las de Teruel, pero también convergencias ¿Qué nos
puedes comentar al respecto?
-Francamente,
no me atrevo a responder a fondo esta pregunta, porque no quisiera caer en errores
por desconocimiento o frivolidad. Los que viniendo de la ciudad elegimos vivir
en un pueblo no siempre fuimos bien
comprendidos, no ya por los amigos de la ciudad, también los vecinos de estos
valles a comienzos de los ’80 alzaban un poco incrédulos las cejas al oír que
estábamos aquí por gusto. En aquellos años el que podía salía huyendo. En la
actualidad se está invirtiendo esa tendencia… ¿Qué pueden tener en común los
montañeses del norte y del sur de Aragón? Acaso una fuerte relación de amor-odio
con su tierra. En sus genes hay recuerdos de mucha penuria, pero a la vez
quieren a su tierra, no es para menos. Yo, en general, soy optimista. Pienso
que con buenas comunicaciones y nuevas formas de entender el trabajo, valorando
todo cuanto se relacione con la naturaleza como una gran fuente de empleo y
bienestar, estas tierras tienen futuro. Los locos que dicen que acabaremos
viviendo en megalópolis… eso… están locos.
El Bajo Aragón tiene su propia parte alta, geográficamente
hablando: sierras, barrancos, valles, planicies, terrenos intrincados…lugares
donde era fácil esconderse y distraerse y tú vas y los unes con las cumbres más
altas del Pirineo…Pensar, encontrar y plasmar esa especie de trama con la
tierra que te acoge, el Pirineo y Jaca, en concreto, es muy importante, pero
aún más es como elegante ¿cómo lo has logrado?
-Bueno,
yo no sé si lo he logrado. Eso que lo digan los lectores. Pero es que las
montañas se parecen mucho y los montañeses más. Será la altura que condiciona
el modo de vida, el mundo mágico de bosques, peñas y barrancos. En general el montañés es un
tipo sufrido y, a primera vista algo esquivo, pero es falsa esa impresión. Como
todas las gentes que viven en lugares extremos saben de la importancia de la
ayuda mutua y la hospitalidad para sobrevivir. Te puedo contar un detalle
curioso: hace unos años complete la Transpirenaica por la Alta Ruta, desde el
Cantábrico al Mediterráneo, “cabalgando” a un lado y otro de la muga
fronteriza. Bueno, pues a lo largo de la cadena pirenaica me iba encontrado con
conocidos de conocidos, con parientes de tal y cual, con gente amable que no
dudaba en echarte una mano porque para eso eras “de casa”, del Pirineo. Si el
mundo es un pañuelo, estas montañas son un confeti. Imagino que algo parecido ocurre
en vuestras impresionantes sierras.
-Cuándo escribes, creo, lo haces, también, pensando en tus
alumnos…yo creo que una profesora nunca deja de hacerlo… ¿cuánto peso ha tenido
en el presente relato esto?
-Pues
como ya te dije en lo de lo personal a la hora de escribir, algo de mi vida
profesional aparece, después de todo son relatos de corte, en general, realista
y del tiempo presente. No marcho hasta la Prehistoria, ni vuelo a las colonias
exteriores de Alfa Centauri. ¿Pensar en los alumnos? Si te soy sincera, sólo lo
justo e imprescindible… en estos por lo menos. Sí aparece por ahí algún que
otro docente despistado o despistada… pero ninguno es real. Son hijos todos de
mi calenturienta imaginación… Mejor lo dejo así ¿Vale?
-¿Por qué defines esta tierra de Teruel como
“extraña”?...Todas las tierras un poco alejadas, de nuestro día a día, son un
poco “extrañas” ¿no? y más a los ojos de un narrador, de una contadora de
historias, en manos de una pluma que escribe para la creación escrita…
-Es
extraña por su grandioso paisaje, por sus “páramos
de asceta”, porque en un continente hiperurbanizado como es nuestro entorno
europeo es un lujo encontrar naturaleza en estado puro. Por su carácter de
tierra de frontera… No sé, por todo un cúmulo de sensaciones que me produce el
subir desde Levante: estropicios urbanísticos y playas hormigonadas y encontrar
ese paisaje de Cantavieja, esa Comala
de aquí, donde te puede salir el mismo Cabrera a la vuelta de la esquina.
También te digo que sensaciones parecidas las he tenido al recorrer las zonas
menos masificadas de la Sierra de Gredos, por ejemplo; lo dicho, que tenemos un
país, España, lleno de lugares maravillosos… Aunque nos siga pasando como a los
paisanos del Cid: “Qué buenos vasallos,
si oviésemos buenos señores”. Pero es lo que hay… o lo que votamos… o lo
que votan.
-¿Qué aporta Desde las Tierra Altas, desde la colección
Sueños de Tinta de Editorial Mira, al mundo creativo, desde lo literario, en
Aragón?
-Aporta
la visión del mundo rural desde los que viven por y para este mundo. No es la
del visitante de fin de semana, que no tiene más remedio que volver a la
ciudad, o que maldito lo que le apetece vivir en el campo, ese lugar por donde
las gallinas se pasean crudas. La valoración literaria, de nuevo, no soy yo la
persona más indicada para hacerla. ¿Que lo pasé muy bien escribiéndolo? Sí.
¿Qué lo hice como mejor supe a mi corto entender? También. El resto… ya no
depende de mí. El libro, una vez en la calle, igual que los hijos, ha de seguir
su propio camino.
-Quizás este viaje desde el Pirineo de Teruel, ese glaciar
del Aneto, y las tierras altas del Bajo Aragón esté como “preñado” de cierta
“leyenda perenne” y es que Aragón es de las tierras más susceptibles de estar,
de manera imperecedera, tocada por el calificativo de “tierra de leyendas”.
¿Qué nos puedes comentar?
-Es
innegable que lejos de las grandes ciudades se ha mantenido un sustrato de
elementos mágicos, más o menos camuflados. Viejas tradiciones de origen celta, por
ejemplo, perviven en el culto al fuego, a ciertas piedras, a ciertos árboles,
fuentes o cuevas… No lejos de ermitas o lugares santos donde ¡Oh, casualidad!
Siempre se apareció muy oportunamente algún santo, santa o incuso divinidades
de mayor rango. Y no sólo en el Pirineo. Bajo la capa de racionalismo
civilizado siguen enredando duendes y fuerzas de la tierra ¿Será romanticismo
trasnochado? Acaso. Pero lo cierto es que ese corpus de lo mágico o legendario ha servido durante siglos para
entender el mundo y para aguantar en él a tantas generaciones que dudo mucho se
pueda borrar de un plumazo. Los mitos, como el paisaje, han de ser conservados
y transmitidos, como otro bien cultural. Eso sí ¡Mucho cuidado! Entendiendo que
son eso MITOS, que nunca pueden servir como excusa para “fantasías animadas de ayer y de hoy” que justifiquen absurdos
nacionalerismos o políticas de campanario. Creo que aquí me explico clarito,
¿verdad?
21589
Desde las tierras
altas. Sagrario
Ramírez Martínez
152 páginas 15 x 23 cms.
14,00 euros
Mira
«Lector amable, si te has
fijado en este libro, debo decirte que, acaso, no sea yo la única autora de
este relato de relatos emparentados.
Sí, torturé el teclado de mi vetusto ordenador, pero los chismes, sueños y
chafarderías de estas tierras me los contaron los pedregales y sus cantos
berruecos, me los soplaron bajito a la orella las ramas del bosque, en la
espera atenta al paso furtivo del jabalí por la hojarasca. Agucé mi
alcahuetería y pesqué retazos de charlas en bares de pueblo —olor de café
requemado y pacharán—. Rebusqué en libracos viejos y, entrometida, imaginé
otros finales, porque sus personajes me lo pedían a gritos y tenía que darles
nueva vida en el papel, aunque la página en blanco dé más miedo que una ladera
de nieve avalanchosa.
Si aún quieres leerlo, conocerás a un profe de Secundaria, enamoradizo sin
suerte que en una noche mágica cruzará su vida con la sombra del Tigre del
Maestrazgo y con el amor. Porque esta tierra dura y despoblada abunda en seres
solitarios: ese “cura y su penitencia”, aficionado al buen trago, o “El otro
Galahad”, juguete roto, que debe ajustar cuentas con el pasado. Verás tipos
como tus compadres de la cuadrilla o los parientes del pueblo. Aquí no hay
superhéroes, salvo que sea heroicidad querer ser feliz desafiando moralidades,
hasta en un infernal lugar pequeño y escrutador de vidas ajenas: “Una broma y
nada más”. Como broma sea que las cursis novelas rosas se encarnen en una Jane
Eyre del Maestrazgo. Te podrás asomar al abismo de una de esas fosas de la
vergüenza: "Ella quería rosas". Y mucho más.
Porque esta extraña tierra de Aragón, con su geografía loca de cordilleras,
estepas, desiertos y sierras de guerrilleros, que ha creado individuos
geniales, tiene mucho que contar. He unido con un hilo invisible las altas
tierras del Bajo Aragón y las cumbres del Pirineo, aprovechando la inmovilidad
forzosa que me "regaló" una mala caída en el glaciar del Aneto; es el
precio que me tocó pagar después de tantos años de hacer la cabra por esos riscos,
pero no hay mal que por bien no venga. Salud».
Sagrario Ramírez
Sagrario Ramírez Martínez (1955) decidió vivir en Jaca, en pleno Pirineo
aragonés, por ser lugar privilegiado para su afición a la práctica de
actividades de montaña. Licenciada en Filología Románica por la Universidad
Complutense de Madrid, ha sido profesora de instituto durante más de treinta
años y se declara acérrima defensora de la enseñanza pública. En 2015 alcanzó
la ansiada jubilación, aunque reconoce que echará en falta a los chavales y
algunos de los buenos ratos de clase.
El gusto por la escritura, la lectura y los viajes están en el origen de sus
textos. Ha publicado en diferentes revistas de alpinismo y aventura: Grandes
Espacios, El Mundo de los Pirineos, Mayencos..., donde refleja
experiencias vividas en montañas de España, Irán, Pakistán, Alpes franceses,
italianos y suizos, Andes y Mongolia, entre otras. Colaboró en el libro que
conmemora la expedición conjunta al Karakorum del Club Pirineísta Mayencos y
del Grupo Militar de Alta Montaña (EMMOE), De Oroel al Gasherbrum II (Videar,
2006). Con la Comarca del Alto Gállego inició la colección Retazos y
Semblanzas, con el libro Sabina, memorias entretejidas, al que siguieron
la participación en Voluntarios y En tierra extraña. Relatos de emigración.
Ha publicado en las obras colectivas Cuentos que llevó el cartero y
De botellas y naúfragos con el Taller de Creación Literaria Fuentetaja de
Madrid. En la editorial Pirineum se han editado dos relatos en los libros Orosia,
mujeres de sol a sol y Pirineos, país de cuento. Colaboró también en
el monográfico Maestras (Prames). Con la novela Cumbres bochornosas (Barrabés)
dio un paso más en el proceso de creación con una parodia de la llamada
«literatura alpina». Recibió el Segundo Premio en el Primer Certamen Palabra de
Mujer, con vocado por el Instituto Aragonés de la Mujer, así como el Tercer
Premio en el V Concurso de Relato Breve Villa de Binéfar (2001). Con Relatos
de pasos perdidos (Mira, 2008) inició una entrañable relación que siguió
con la participación en el volumen Relatos para el número 100 y la
antología Desde las tierras altas.
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