La
Librería de El Sueño Igualitario
Mario Flores Martínez indaga en este ensayo
sobre lo peor de lo peor del holocausto en este libro editado por Siníndice Editorial.
Lo que nos dice Siníndice
sobre el libro:
Refleja las vivencias
que experimenta el viajero actual y las reflexiones que en él se suscitan al
visitar el famoso campo de exterminio y los barrios de Cracovia y Varsovia que
en su día fueron los guetos judíos. Aquellos escenarios de la infamia laten hoy
con fuerza en la mirada de cualquiera que se acerque al marco donde aconteció
la persecución y exterminio del pueblo judío hace solo unas décadas. El período
de 1933 a 1945 contextualiza la obra aunque su contenido excede en mucho ese
espacio temporal y ese contexto histórico del Holocausto para adentrarse en
otras cuestiones: ¿podríamos cualquiera de nosotros convertirnos en un nazi si
se dieran ciertas circunstancias?, ¿podría la obediencia ciega a la autoridad
convertir a alguien como usted en un ser despiadado? Esta y otras preguntas
encuentran respuesta en estas páginas, como también se da cuenta de los
testimonios de los descendientes de los jerarcas nazis y de muchos
sobrevivientes y herederos de los mismos. ¿Pudieron los sobrevivientes del
Holocausto sentir culpa precisamente por haberse salvado? Contrariamente a lo
que se pudiera pensar, muchos de ellos, efectivamente, cargaron con el peso de
la culpa. Las razones que la Psicología ofrece para explicarlo se encuentran
entre estas páginas, porque esta ciencia, como se comprobará, tiene mucho que
decir sobre todo esto. Héroes y villanos, víctimas y victimarios, se dan cita
en este libro. Sus retratos aparecen nítidos y dan al lector idea cercana del
paisaje humano que compusieron todos ellos en uno de los episodios más
despreciables de la historia del ser humano. Mirar a los ojos del Holocausto 72
años después es un ejercicio que todos debiéramos hacer. Aquí tiene un buen
argumento para iniciar esa tarea.
El autor, Mario Flores
Martínez:
Psicólogo, escritor y
columnista de ABC, Mario Flores nos presenta su cuarta obra tras publicar tres
libros con anterioridad (Diccionario Progre- Ed. Jirones de Azul,
Sevilla, 2009; Lucena vista con gafas- Ed. Ática books, Lucena , 2010; No
soporto las silla -Crónica acelerada de una sociedad desquiciada,
Excma. Diputación de Córdoba, Córdoba, 2012).
Antes que nada vamos a
dejar claro qué es un sumidero, así que buscamos las definiciones:
Conducto o canal por donde se sumen las aguas.
Es un tipo de dolina circular que
actúa como desagüe natural para el agua de lluvia o para corrientes
superficiales como ríos o arroyos. Generalmente se forma en suelos de piedra
caliza, donde se filtra agua ligeramente ácida que poco a poco carcome el
subsuelo hasta que se forma una cueva subterránea y el agua que se sigue
filtrando provoca el derrumbe del techo de dichas cuevas hasta que se forma un
sumidero. Los sumideros alimentan el caudal de ríos subterráneos que
a su vez suelen alimentar acuíferos que son importantes fuentes de
agua, tanto para los humanos como para ciertos hábitats.
En algunos casos, un tollo puede
confundirse con un sumidero aunque, en el primer caso, la hondonada que forma
el tollo no contiene indicios visibles como sumidero por estar el hundimiento
en rocas muy permeables, en las que se infiltran las aguas de lluvia muy
rápidamente.
En algunas zonas del mundo los sumideros se
han utilizado o utilizan como vertederos, cosa que afecta la
calidad del agua subterránea, y por lo tanto, la de los acuíferos. A otros los
han sellado con cemento u otro material para así poder construir sobre ellos,
lo que puede afectar el caudal subterráneo. Incluso, al ser desagües naturales,
el obstruirlos puede traer consecuencias superficiales desastrosas como, por
ejemplo, inundaciones.
Leyendo esto me hago
una idea para qué fueron construidos los campos de exterminio nazis…
LOS SUMIDEROS DEL
HOMBRE. LIBRO DE VIAJE: AUSCHWITZ, LOS GUETOS Y OTRAS REFLEXIONES es un
libro que nace desde el viaje físico que el autor realiza a Polonia para
adentrarse en los escenarios del Holocausto, pero que pronto torna a libro
histórico conteniendo relato de hechos, retazos biográficos de las víctimas y
los victimarios, así como algunas intrahistorias que se sucedieron en aquellos
años.
El libro de viaje que
describe cómo aparecen hoy lo que fueran los guetos o el campo de exterminio de
Auschwitz dan paso rápidamente a las reflexiones que sobre aquella negra página
de la historia hace el autor. La tesis que este sostiene en su obra afirma que
los nazis, contrariamente a lo que se piensa, culminaron su propósito: borrar
la cultura judía de Europa.
Hay otros aspectos que
contiene Los sumideros del hombre
que van desde la explicación que la Psicología ofrece al nazismo hasta los
testimonios que los descendientes de los jerarcas nazis ofrecen en la
actualidad.
Todo lo contenido en
la obra nos permite una aproximación poliédrica al fenómeno del Holocausto y
nos aporta muchos ángulos desde los que contemplarlo.
Cazarabet conversa con Mario Flores Martínez:
-La
primera pregunta es casi tan necesaria como indispensable, ¿qué sentiste la primera
vez que visitaste, pisaste y respiraste lo que fueron los guetos de Cracovia,
Varsovia…?
-Visitar los
barrios que en su día fueron los guetos de Cracovia y Varsovia es una
experiencia que detiene el alma. El momento en el que uno mira cara a cara a
esa parte de la historia observando sus edificios, sus calles, sus recodos y
sus rincones es ese en el que la cabeza se inunda de una sucesión de imágenes
de gente sufriendo, de familias separadas, de sangre en los adoquines, de
recuas de seres despojados de su dignidad. A modo de flash-back todas esas
escenas asaltan el espíritu y uno siente que el tiempo se detiene y que la
respiración se entrecorta; aunque la conmiseración, como bálsamo, anide dentro
de uno. Esto es patente en el gueto de Podgorze, en Cracovia,
que existe tal cual era aquellos años. En Varsovia, por ser una ciudad de nueva
construcción, es la mente la que trabaja a través de la imaginación pero esta
es capaz de evocar todo lo acontecido y hacer aflorar sentimientos de tristeza
entremezclados con la rabia.
- ¿Qué te inspiró
o qué te empujó a escribir este ensayo?
-Hace años que vengo estudiando el período del
Holocausto, un asunto que siempre me ha interesado por cuanto representa el
epítome de la capacidad del ser humano para hacer el mal. Confrontar mis
conocimientos previos con la realidad palpable de los guetos y el campo de
exterminio hizo surgir en mí la llama del proyecto. Pero, sobre todo, los
paseos con Dora, una ilustradísima guía polaca con quien compartí emociones,
impresiones y reflexiones, me hicieron decidirme, allí mismo, a escribir el
libro. Ella coincidió conmigo cuando le trasmití la idea de que aquellos
barrios de Cracovia eran unos “barrios no resueltos”. El espíritu judío, su
cultura, sus tradiciones, ...quedaron borradas y aún
hoy todo lo hebreo permanece en el ostracismo, en la postergación, en el
silencio...y eso tenía que contarlo.
-Le das un título
muy elocuente “los sumideros del hombre”, ¿por qué?; ¿por qué la humanidad tocó
fondo con esto?
-Ciertamente la humanidad tocó fondo con el
Holocausto. Y todos aquellos valores que tienen que ver con la dignidad, la
conmiseración, la empatía, la igualdad, el respeto, el amor,...se fueron por el
sumidero, ese agujero a través del cual se sumergen las cosas sin que nadie sepa
bien a dónde van. Esos lugares, los guetos y los campos de exterminio,
constituyen hoy un testimonio palpable de aquellos agujeros por el que todos
los valores humanos desaparecieron. “Los sumideros”, por tanto, se convierten
en la metáfora perfecta del lugar por donde se desvaneció el hombre, su
dignidad y su proyecto de divinidad.
-El pueblo judío, desde hace muchísimos
años ha sido un pueblo castigado, expulsado, represaliado y no hay que salir de
España para saber de ello. Aquí se les expulsó y por ejemplo en Rusia vivieron
varios pogromos... ¿Por qué este pueblo es víctima de todo esto?
-Del mismo modo que las personas necesitan a
veces señalar a un chivo expiatorio para
purgar la propia culpa, así los pueblos han necesitado de algunos colectivos sobre
los que proyectar los “pecados”, las faltas o la mala conciencia. El pueblo
judío ha sido desde la antigüedad el elegido para ello. Con sus defectos y sus
virtudes, los hebreos (por cierto un colectivo bastante heterogéneo) han sido
estigmatizados con multitud de infamias que lo han dejado marcado como el
pueblo culpable de muchas de las desdichas de la humanidad. La mayoría de estas
insidias se han basado históricamente sobre supersticiones, infundios, bulos y
exageraciones pero han servido al fin de poner en otros lo que no se quiere ver
en uno mismo. Y ello ha pasado a formar parte del imaginario colectivo
histórico de la humanidad, lo que ha resultado fatal para el pueblo judío.
-La
pregunta se me hace inevitable, no lo puedo remediar. ¿Cómo un pueblo que ha
sufrido lo que ha sufrido, lo inimaginable…puede, hoy por hoy, causar, también
tanto dolor al pueblo Palestino?
-Tal vez la
reivindicación que los judíos hacen de algunos territorios tenga que ver,
precisamente, con ese sufrimiento atroz que han experimentado a lo largo de su
historia. De algún modo la necesidad de volver a su tierra de origen (lo que
hoy es discutido y motivo de fuertes desencuentros) está relacionada con el
fuerte deseo de encontrar de una vez el “descanso” y para ello deben mostrarse
rígidos en sus posicionamientos políticos y territoriales, actitud esta que
lleva en ocasiones a situaciones muy difíciles para sus vecinos palestinos.
Parece una consecuencia inevitable. Creo, en cualquier caso, que el diálogo, la
cesión y el respeto al derecho, al orden internacional y a los derechos humanos
debieran prevalecer en ambas partes.
-Si la razón del
nazismo o aquello que querían, sobre la llamada “cuestión judía” era deshacerse
del pueblo judío, ¿por qué optaron por los guetos, campos de exterminio algo
tan inhumano y bestial y no por la expulsión---también es inhumano, pero
después de leer, ver documentales y oír algunos testimonios queda lejos de cómo
se les dejó morir exterminados en los guettos y
campos de exterminio—del pueblo judío?
-Aunque suene frívolo, la razón que movió a
los nazis a optar por los guetos y el exterminio fue puramente una cuestión de
logística. Hasta la conferencia de Wannsee el 20
enero de 1942, en que se decidió adoptar la Solución final como marco para el
exterminio físico de los judíos, se habían considerado otras posibilidades. Una
de las más destacadas fue llevar a cabo la deportación de los judíos europeos a
Madagascar, instaurar allí un macrogueto donde el
pueblo hebreo fuera confinado alejado de Europa. Esta posibilidad se desestimó
porque operativamente era harto complicada. Por ello se optó por el exterminio:
resultaba más fácil dejar morir por inanición y enfermedades a los judíos en
los guetos o transportarlos hasta los campos de exterminio para que muriesen
gaseados o por cualquiera de las múltiples causas que se daban en los campos
(enfermedades, agotamiento, palizas, fusilamientos, ahorcamientos,...).
Adicionalmente la industria del III Reich encontraría en la mano de obra
gratuita de cientos de miles de judíos una poderosa fuente de crecimiento
económico y de posibilidades ingentes para la industria bélica.
-En la novela Las benévolas de Jonathan Littell se narra cómo los alemanes yendo avanzando hacia el
este y tomando pueblos, ciudades y aldeas iban matando a pro rusos, comunistas,
socialistas y judíos y de cómo eso afectó e iba afectando a las tropas
alemanas. No podían soportar matar de primera mano a tanta gente, tener que
enterrarlos o ordenar que otros lo hicieran,
quemarlos; en parte por eso se idearon los furgones que gaseaban y otras formas
y maneras…
-Así fue. En un cínico alarde de humanitarismo quisieron evitar que los
soldados encargados de ejecutar esta fechorías, y que constituían los llamados Einsatzgruppen (grupos operativos), sufrieran el
estrés que les reportaba tener que fusilar a destajo a seres humanos (día y
noche), rematarlos en las fosas, disparar a mujeres, ancianos y niños o prender
fuego a iglesias o graneros donde previamente habían encerrado a cientos de
personas. Para ello muchos de los soldados debían recurrir con frecuencia a la
ingesta importante de alcohol. Además de
eliminar a la población judía los Einsatzgruppen
tenían la encomienda de no hacer prisioneros y liquidar a todos aquellos
miembros del partido comunista que fueran apresados (funcionarios, militantes,
comisarios, judíos al servicio del partido,...). Fue la llamada “Orden de los
Comisarios” de junio de 1941, fecha en la que se iniciaba la Operación Barbarroja que dio pie a la invasión de Rusia. El campo de Chelmno
fue el lugar donde se empezó a experimentar con la posibilidad de gasear a los
prisioneros con monóxido de carbono en la parte de traseras de camiones
cerrados herméticamente. Al ser lenta esa muerte se comenzó a probar con Zyklon-B, sustancia que posteriormente sería la utilizada
en exclusividad en las cámaras de gas al ser más rápida y eficaz. Se podía
terminar de ese modo con miles de personas a la vez y el procedimiento era más
impersonal, más aséptico y evitaba la intervención directa de los soldados.
Recordemos, además, que las tareas más desagradables del gaseamiento
eran llevadas a cabo por los sonderkommandos (prisioneros judíos) evitando de ese modo
que los soldados de la SS tuvieran
que acometer tan repulsivo quehacer.
-Hasta
que hubo la reunión para abordar “la cuestión judía” en Wannsee.
¿Qué nos puedes comentar?
-La reunión del lago Wannsee,
en las afueras de Berlín (recordemos, enero de 1942), vino a constituir el
“acto canónico” por el que, de la mano de Adolf Eichmann,
se decidía hacer de la Solución Final el desenlace de la existencia de los
judíos en Europa: su exterminio total. Pero mucho antes de aquella reunión el
III Reich había promulgado multitud de leyes, órdenes y normas que, de facto, convertían a los judíos en
seres sub-humanos carentes de derechos, de dignidad y de ciudadanía. Podemos
traer aquí ahora la “Ley para la Protección de la Sangre y el Honor Alemanes”
promulgada por el ministerio del interior alemán en 1935, en virtud de la cual
quedaban prohibidos los matrimonios de alemanes con judíos o las relaciones
sexuales entre ellos. Era esta una manera de preservar la pureza de sangre
aria. Otra de las promulgadas fue la “Ley de Ciudadanía del III Reich”, también
en 1935, ley por la que solo quienes tenían sangre alemana podían ser
considerados ciudadanos y gozar de los derechos y privilegios que tal condición
les confería. Pero a estas dos grandes leyes se le sumaron -ya desde 1933 en
que Hitler accede al poder- toda una serie de disposiciones particulares que,
por ejemplo, prohibían a los judíos usar el tranvía, entrar a ciertos
establecimientos (cines, teatros,...), comprar en los comercios a ciertas
horas, deambular por las aceras, poseer aparatos de radio o bicicletas,
sentarse en los bancos públicos, tener una mascota y otras tantas y tantas
medidas que hacían de la vida de los semitas un verdadero suplicio.La
persecución de los judíos, de este modo, empezó a producir algunas víctimas
mortales fruto del acoso al que eran sometidos y en noviembre de 1938 fue
cuando se produjo la Noche de los Cristales Rotos, pogromo que dio resultado la
primera gran matanza de judíos por parte de los nazis (en torno a 100 muertos),
el secuestro y deportación de miles de
ellos a campos de concentración, el destrozo de comercios judíos y la quema de
sinagogas. Y también antes de Wannsee se habían
constituido ya los guetos (Cracovia, Varsovia, Lublin, Lodz,...)
provocando la muerte de miles y miles de hebreos que habían sido allí
confinados. Como vemos la reunión del lago Wannsee
solo vino a adoptar la decisión mayestática de la exterminación total del
pueblo judío pero desde muchos años atrás (ya desde 1933) la persecución y
muerte de los hebreos fue un hecho cotidiano.
-¿Se quiso
exterminar al pueblo judío haciéndoles trabajar hasta la última gota de sudor?
-El exterminio de los judíos fue un objetivo
claro para los nazis, sobre todo a partir de 1938. Antes, ya hemos visto, se
había considerado la posibilidad de deportarlos a Madagascar e incluso a
Siberia. Pero habiendo optado finalmente por la desaparición del pueblo judío,
los alemanes comenzaron a idear formas de terminar con ellos. Una de ellas fue,
efectivamente, el empleo de la mano de obra esclava en aquellos trabajos
relacionados con las infraestructuras del país y, sobre todo, con la industria
bélica alemana. Con ese empleo abusivo de los trabajadores se conseguía un
doble propósito: en primer lugar se crecía económicamente y la producción de
bienes para la guerra quedaba aseguraba, pero en segundo lugar, y dadas las
condiciones de extenuación en que los trabajadores debían desarrollar su
trabajo (infraalimentados, trabajando hasta 18 horas,
no existiendo medidas higiénico-sanitarias algunas,...) se producía la muerte
de muchos de ellos, bajas que eran reemplazadas por mano de obra esclava nueva
que abrían y cerraban un nuevo ciclo.El trabajo hasta
la extenuación y muerte fue, efectivamente, un método más de hacer desaparecer
a los judíos de Europa.
-Se ha escrito
mucho sobre si los ciudadanos y ciudadanas de Alemania eran sabedores de los
que les acontecía a los judíos y judías. ¿Tú qué piensas al respecto?, porque
vamos a ver desde la subida de Hitler al poder—o aún antes—se sabía del odio
que el Partido Nacionalsocialista sentía hacia los judíos y era sabido por
todos de cómo se les iba arrinconando. Es muy difícil, además esconder toda la “ingeniería”
del horror habiendo tantos implicados en ello…
-Lógicamente las
medidas, disposiciones y leyes que empezaron a promulgarse desde el principio
eran conocidas por todos los alemanes. El verdadero logro del III Reich fue
hacer creer a millones de ciudadanos que los judíos eran responsables de la
situación en que quedó Alemania al final de la I Guerra Mundial y que se vio
plasmada en el Tratado de Versalles (1919). De hecho también fueron capaces de
convencerlos de que ellos habían sido los culpables de que Alemania perdiera la
guerra (Mito de la puñalada por la espalda). Todo ello, unido a la crisis
económica, a los gobiernos endebles que se sucedieron durante la república de
Weimar y al importante desempleo existente produjo que los alemanes miraran con
odio a los semitas y aceptaran de buen grado las leyes, normas y disposiciones
que se promulgaban contra ellos. Muchos millones de alemanes abrazaron el
nazismo y por esa razón aplaudían dichas medidas. Obviamente existía un
porcentaje minoritario de la población que se mostraba en desacuerdo con las
mismas y que, de hecho, mantenían relaciones matrimoniales, comerciales o
sociales con los judíos. Eran pocos los que elevaban la voz en gesto de
desacuerdo. Hay que decir que, a partir de las deportaciones de los semitas
hacia el este para ser eliminados en los campos de exterminio, la población
alemana pudo permanecer un tanto ajena a esta aniquilación masiva. Es
importante recordar que los campos de exterminio se encontraban todos en
Polonia y que, por esa razón, los alemanes podían desconocer el destino final
de los judíos que desde Alemania viajaban hacia el este. En cualquier caso
también hay que tener en cuenta que dentro de la propia Alemania existieron
campos de concentración (que no de exterminio aunque también allí se produjeran
muertes masivas) y la población alemana debía conocer esta circunstancia,
circunstancia ante la que no se elevaron muchas voces de protesta, si acaso el
obispo de Münster (declarado antinazi)
y algunas otras voces provenientes de la Iglesia Católica y de la Protestante. Los alemanes, de algún modo, dejaron
hacer y no se mostraron particularmente beligerantes con las medidas que el
nazismo, en su alocada carrera, iba adoptando.
-Bien, es verdad,
que los campos se encontraban muy esparcidos, pero hay que tener en cuenta que
todos los grandes campos tenían sus sub campos y que, además, estaban los “stalags” y no tan solo, ni mucho menos, solamente por suelo
alemán ya que algunos de los campos que más vidas se llevaron por delante se
encontraban en otros países como Polonia, Austria, otros países del Este…
-De hecho, como queda dicho, los campos de
exterminio, concebidos y construidos con la misión ex profeso de aniquilar a los judíos (también a los gitanos,
homosexuales, antisociales, enemigos políticos y otros) se encontraban todos en
Polonia: Sobibor, Majdanek,
Treblinka, Belzec,
Auschwitz-Birkenau y Chelmno.
Es cierto que por toda Europa se ubicaron campos de trabajo o de concentración,
y que allí se produjeron también miles y miles muertos, aunque la razón de los
óbitos en estos últimos no era mediante gaseamiento o
ejecuciones masivas sino por enfermedad, agotamiento, frío u otras razones
(ente las que, sí, también estaban las ejecuciones disciplinarias).Existió una
tupida red de campos y subcampos por toda Europa
(Alemania, Austria, Bélgica, Rumania, Italia, Croacia,...), lugares de
explotación y, subsidiariamente, de muerte, pero donde se produjo la matanza
industrial diseñada con meticulosidad fue en los antedichos campos polacos.
-También se ha
hablado mucho de que los judíos ante la barbarie y la maquinaria amedrentadora
de los nazis y aliados…se “dejaron hacer y conducir”. Esto no es, ni por asomo,
así, ¿verdad?
-La actitud de
los judíos aquellos años estuvo determinada por el clima de antisemitismo que
se fue instalando cada vez más en Alemania y en el resto de Europa. Los judíos
vivían acosados en el día a día por las leyes y normas que se iban promulgando,
por las actitudes de rechazo de sus conciudadanos y por la cada vez más
agresiva maquinaria nazi. Los judíos de Europa albergaban la
esperanza de que pronto Inglaterra y Francia
pararían los pies a Hitler y, de ese modo, las
cosas volverían a su cauce. Por esa razón adoptaron una cierta actitud pasiva y
no se organizó ninguna resistencia si
exceptuamos, eso sí, el alzamiento del gueto de Varsovia y la resistencia que
opusieron grupos de partisanos integrados por muchos judíos. Pero la mayor
parte de la población hebrea se mantuvo expectante e inactiva. Podemos
destacar, como ya se ha mencionado, el alzamiento del gueto de Varsovia como
episodio organizado casi único durante aquellos años. Dicho alzamiento,
protagonizado por Mordechai Anielewizc
y un grupo de unos pocos cientos seguidores entre el 19 de abril y el 16 de
mayo de 1943, fue un valeroso acontecimiento ante el que el ejército alemán
mostró su sorpresa y tuvo que emplearse a fondo. La rebelión en los campos, por otra parte, fue casi inexistente,
si exceptuamos la fuga organizada de Sobibor en la
que 300 prisioneros lograron escapar (aunque 200 fueron capturados o abatidos)
o la voladura de la cámara de gas número IV en Birkenau
a cargo de los sonderkommandos que habían organizado
un alzamiento. El acoso salvaje, la
desmedida superioridad de las fuerzas nazis, el fuerte clima de antisemitismo,
la persecución despiadada y otros factores importantes determinaron en los
judíos una especie de “indefensión aprendida”, fenómeno psicológico que explica
la inhibición y el estado depresivo de las personas cuando han intentado
soluciones a un problema pero ninguna consigue éxito. Tal vez esto explique el
inmovilismo que ofrecieron los judíos aquellos años.
-Si los guettos, stalags, campos de
exterminio eran y fueron un horror que no creo que nos podamos imaginar porque
cada vez que leemos testimonios o los oímos nos horrorizamos y sorprendemos
hasta la arcada, ¿qué decir de los trenes que los llevaban hasta allí?
-El asunto de los
trenes merece un capítulo aparte en la historia del Holocausto. El transporte
de los judíos desde todos los puntos de Europa hasta los campos de exterminio
se producía en unas circunstancias atroces. Baste decir que el mismo se
producía en vagones habilitados para el ganado y que en los habitáculos de los
mismos se hacinaban hasta 100 personas excediendo en mucho su capacidad. Los
trenes de la muerte, que así se llamaban, constaban de aproximadamente 50
vagones y el viaje hasta el destino podía durar varios
días. Siendo tan larga la duración debemos imaginar las insufribles condiciones
en las que aproximadamente cuatro millones de personas fueron deportadas: la
mayoría de los judíos tenían que viajar de pie apoyándose los unos en los
otros, sin prácticamente aire que respirar, con un solo cubo de agua para todo
el vagón y con otro cubo comunitario donde hacer sus necesidades. El frío en
invierno y el calor en verano se hacían insoportables. Muchos de ellos morían en el
viaje y el resto de “viajeros” debían convivir con los cadáveres hasta la
llegada al punto de destino. La desesperación llevaba muchas veces a la locura. Se cuentan casos en los que el pelo de
muchas personas se tornaba completamente cano durante el viaje fruto del estrés
extremo que experimentaban. Sumémosle
a estas condiciones físicas las condiciones psicológicas de millones de
personas que viajaban con destino desconocido, sin norte ni orientación
algunos y bajo un estado absoluto de incertidumbre con respecto a su
futuro. A la llegada de los trenes
los judíos tenían que enfrentarse con una realidad desconocida caracterizada
por guardias SS fuertemente armados, perros ladrando en actitud hostil,
cadáveres que se desalojaban de todos los vagones y mandos nazis vociferantes
las más de las veces (otras veces se mostraban exquisitamente educados para no
provocar el amotinamiento). A partir de ahí la tragedia continuaba
bajo otra modalidad: la cámara de gas o los trabajos forzados hasta la muerte.
-Los judíos o
pueblos como los gitanos de Hungría fueron arrinconados y trasladados hasta los
últimos momentos de la contienda, cruzando Europa con los últimos trenes hacia
los campos de exterminio; ¿qué sabían éstos de lo que les esperaba?
-Alrededor de 400 000 judíos húngaros y 4 000
gitanos de esa misma nacionalidad fueron deportados al campo de Auschwitz-Birkenau entre mayo y junio de 1944. Ellos fueron el último
gran contingente que acogió el campo. Como la mayoría de personas deportadas a
los campos de exterminio, los húngaros eran desconocedores del destino que allí
les esperaba. La idea más extendida entre ellos (y la que propagaban los nazis)
era que partían hacia algún lugar del este de Europa donde serían reasentados
en campos de trabajo. De algún modo albergaban la esperanza de que iban a
trabajar y de que, aunque las condiciones en las que lo harían no serían las
mejores, podrían, al menos, mejorar la situación en la que se encontraban en
sus lugares de origen. El destino final era desconocido hasta el mismo momento
de sentir el gas letal en las cámaras de la muerte ya que hasta allí accedían
bajo el engaño de que tomarían una ducha para su desinfectación.
De hecho, antes de penetrar en la cámara de gas, se instaban a los judíos a que
doblasen su ropa y recordaran el número que se les asignaba a su pila de
enseres para ser más tarde recogida. Todo ello se hacía con la intención
neutralizar cualquier intento de sublevación. Así se había hecho desde el
principio. Los que no eran gaseados pasaban a los barracones del campo para
emplearse en trabajos forzados. Muchos de ellos eran conocedores de que su
final estaba más o próximo. Hay una
célebre frase de un prisionero que ilustra a las claras esto último: “De Auschwitz solo podremos salir a través
de la chimenea”
-¿Crees que estos
lugares que vivieron el exterminio hoy han sabido mirar hacia lo que fueron de
manera más honrada; no sé que han sabido dar una mejor lectura de lo que pasó y
por qué pasó?
-Los años
siguientes al Holocausto fueron los años de los héroes y de los vencedores pero
los sobrevivientes del mismo no tuvieron la consideración justa que habrían
merecido. Durante muchos años después de la finalización de la II Guerra
Mundial, sobre todo en Alemania, se mantuvo un silencio culposo. No se hablaba
sobre el tema; quienes en su momento miraron para otro lado seguían haciendo lo
mismo entonces, no hubo rendición de cuentas,... Ni siquiera los hijos de los
perpetradores pidieron demasiadas explicaciones (siempre con excepciones,
claro); hubo una generación silenciosa que pasaba de puntillas por aquello. No fue hasta la década de los 80 del
siglo XX cuando los nietos de aquella generación de alemanes que encubrieron o
miraron para otro lado empezaron a pedir explicaciones. Se produjo entonces un
boom de publicaciones, de historiadores que se dedicaron a la investigación, de
gobiernos que pidieron perdón y de erección de memoriales, monumentos, placas y
todo tipo de actos conmemorativos. Cabe recordar aquí lo que se dio en llamar
la Genuflexión de Varsovia cuando el canciller alemán Billy Brandt
se arrodilló espontáneamente ante el monumento a las víctimas del Alzamiento de
Varsovia (1944) en una visita de estado celebrado en diciembre de 1971. Su
propósito fue humillarse y pedir perdón por lo acontecido. Desde entonces la cuestión del Holocausto ha sido mirada por el
pueblo alemán desde una mayor compasión, empatía y conmiseración. Hay que
resaltar que el nazismo es hoy una ideología prohibida en Alemania y
severamente castigada por la ley. Pero
los alemanes aún deben profundizar más en ello, aprender de lo acontecido y no
permitir el afloramiento de partidos e ideologías de corte totalitario.
-Pero me da que
los pueblos y las naciones están como condenadas a caer en los mismos errores.
Así, creo que Europa está cayendo en roles que recuerdan ciertas conductas que
se dieron hace unos años…hay países que han tomado derivas ante las recién
catástrofes humanitarias de refugiados que sacuden las estructuras de “lo
humano”. ¿Qué nos puedes reflexionar?
-El problema del ser humano -y de los pueblos
que conforma- es que es capaz de aprender de las experiencias recientes y
rectificar los errores, pero dichas rectificaciones y aprendizajes se van
haciendo cada vez más débiles según el tiempo las va dejando atrás. Es como si
el efecto de la vacuna se mantuviera vigoroso durante mucho tiempo pero, pasado
el mismo, perdiera su eficacia. Nuestro mundo actual difiere de aquel que se
agitaba en los años 30 y 40 del siglo XX en conflictos internacionales en los
que Alemania tuvo mucha responsabilidad. Pero hay algo que no ha cambiado
sustancialmente y es la lentitud de reflejos que los diferentes países europeos
muestran ante los conflictos de otros países o ante las amenazas que puedan
tener en ciernes. Esa torpeza en su actuación, ese no saber bien qué hacer con
los problemas, esa inseguridad en el proceder ha permitido, permite y -mucho me
temo- permitirá que los mismos no se resuelvan felizmente. La crisis de los
refugiados, sin ir más lejos, es un asunto que debiera requerir de la pericia,
de la seriedad y del rigor que hoy no se tiene. Y el asunto del terrorismo yihadista, una nueva forma de totalitarismo que nos
amenaza, tampoco está siendo bien gestionado. Es triste concluir de este modo
pero, ciertamente, “el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la
misma piedra”.
26032
Los sumideros del
hombre. Libro de Viaje: Auschwitz, los guetos y otras reflexiones. Mario Flores Martínez
278 páginas
22.00 euros
Siníndice
LOS SUMIDEROS DEL
HOMBRE. LIBRO DE VIAJE: AUSCHWITZ, LOS GUETOS Y OTRAS REFLEXIONES refleja las
vivencias que experimenta el viajero actual y las reflexiones que en él se
suscitan al visitar el famoso campo de exterminio y los barrios de Cracovia y
Varsovia que en su día fueron los guetos judíos. Aquellos escenarios de la
infamia laten hoy con fuerza en la mirada de cualquiera que se acerque al marco
donde aconteció la persecución y exterminio del pueblo judío hace solo unas
décadas.
El período de 1933 a 1945 contextualiza la obra aunque su contenido excede en
mucho ese espacio temporal y ese contexto histórico del Holocausto para
adentrarse en otras cuestiones: ¿podríamos cualquiera de nosotros convertirnos
en un nazi si se dieran ciertas circunstancias?, ¿podría la obediencia ciega a
la autoridad convertir a alguien como usted en un ser despiadado? Esta y otras
preguntas encuentran respuesta en estas páginas, como también se da cuenta de
los testimonios de los descendientes de los jerarcas nazis y de muchos
sobrevivientes y herederos de los mismos. ¿Pudieron los sobrevivientes del
Holocausto sentir culpa precisamente por haberse salvado? Contrariamente a lo
que se pudiera pensar, muchos de ellos, efectivamente, cargaron con el peso de
la culpa. Las razones que la Psicología ofrece para explicarlo se encuentran
entre estas páginas, porque esta ciencia, como se comprobará, tiene mucho que
decir sobre todo esto.
Héroes y villanos, víctimas y victimarios, se dan cita en este libro. Sus
retratos aparecen nítidos y dan al lector idea cercana del paisaje humano que
compusieron todos ellos en uno de los episodios más despreciables de la
historia del ser humano.
Mirar a los ojos del Holocausto 72 años después es un ejercicio que todos
debiéramos hacer. Aquí tiene un buen argumento para iniciar esa tarea.
Mario Flores Martínez (1969, Lucena-Córdoba)
Psicólogo, escritor y columnista de ABC, Mario Flores nos presenta su cuarta
obra tras publicar tres libros con anterioridad (Diccionario Progre- Ed.
Jirones de Azul, Sevilla, 2009; Lucena vista con gafas- Ed. Ática books, Lucena, 2010; No soporto las silla -Crónica
acelerada de una sociedad desquiciada, Excma. Diputación de Córdoba, Córdoba,
2012).
LOS SUMIDEROS DEL HOMBRE. LIBRO DE VIAJE: AUSCHWITZ, LOS GUETOS Y OTRAS
REFLEXIONES es un libro que nace desde el viaje físico que el autor realiza a
Polonia para adentrarse en los escenarios del Holocausto, pero que pronto torna
a libro histórico conteniendo relato de hechos, retazos biográficos de las
víctimas y los victimarios, así como algunas intrahistorias que se sucedieron
en aquellos años.
El libro de viaje que describe cómo aparecen hoy lo que fueran los guetos o el
campo de exterminio de Auschwitz dan paso rápidamente a las reflexiones que
sobre aquella negra página de la historia hace el autor. La tesis que este
sostiene en su obra afirma que los nazis, contrariamente a lo que se piensa,
culminaron su propósito: borrar la cultura judía de Europa.
Hay otros aspectos que contiene LOS SUMIDEROS DEL HOMBRE que van desde la
explicación que la Psicología ofrece al nazismo hasta los testimonios que los
descendientes de los jerarcas nazis ofrecen en la actualidad.
Todo lo contenido en la obra nos permite una aproximación poliédrica al
fenómeno del Holocausto y nos aporta muchos ángulos desde los que contemplarlo.
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