Cazarabet conversa con... Miguel Ángel Ortega, autor de “¿Sosteni...
qué? Sosteniblidad (o el
reto de transformar la mente humana)” (Mandala)
Editorial Mandala
edita este libro que explica claramente qué es y qué comporta la sostenibilidad
desde la pluma del especialista Miguel Ángel Ortega.
Lo hace el autor preguntándose sobre
el reto de transformar la mente humana.
Lo que nos dice la sinopsis de este
libro:
"El mismo título de esta obra es
toda una declaración de principios: de qué tipo de sostenibilidad hablamos si
queremos seguir aumentando nuestra prosperidad material. ¿Es sostenible que los
7.600 millones de humanos podamos elevar nuestro nivel de vida sin enfermar
irreversiblemente nuestro planeta? El autor, economista y ecologista activo
como presidente y fundador de la Asociación Reforesta, demuestra con gran
cantidad de datos y un razonamiento impecable la imposibilidad de finalizar el
siglo XXI mejor que lo empezamos, si no cambiamos radicalmente nuestra forma de
pensar y de actuar. Y no es solo una cuestión de sensibilidad ambiental o de
ética natural. Se trata de sobrevivir o desaparecer. Lo auténticamente
innovador y pionero de esta obra es haber introducido en el análisis del cambio
climático, la deforestación, la contaminación atmosférica y alimentaria, el
desenfreno consumista y un largo etcétera, la necesidad de una transformación
interior radical. Elevar nuestro nivel de conciencia nos abre la posibilidad de
cerrar un ciclo histórico de 300.000 años, basado en la competitividad y el
conflicto, e inaugurar una nueva etapa en la evolución de nuestra especie,
marcada por la cooperación y el compartir. No es buenismo
ilusorio. Tras plantear los interrogantes imprescindibles, esta obra propone
alternativas y acciones concretas. A cada cual, la responsabilidad de pasar a
la acción."
El autor, Miguel Ángel Ortega: comenzó
su andadura ecologista a los 13 años recogiendo firmas contra la matanza de
bebés foca. En su adolescencia y temprana juventud mantuvo un intenso activismo
en defensa de la naturaleza. Poco antes de licenciarse en Ciencias Económicas
fundó Reforesta, ONG dedicada a la educación ambiental y la protección del
entorno natural, que todos los años planta miles de árboles y realiza
actividades medioambientales en las que participan cientos de personas.
La experiencia de la paternidad
acentuó aún más su necesidad de entender el origen de los problemas humanos y
de atisbar su solución. Este libro, fruto de décadas de investigación y acción,
es el resultado de ese empeño.
El autor dedicará un 25% de sus
ingresos por este libro a un proyecto de la Asociación Reforesta para la
recuperación de un espacio afectado por la desertificación en la Comunidad de
Madrid. Escanea el código para obtener más información.
www.reforesta.es
Cazarabet conversa con Miguel Ángel Ortega:
-Amigo Miguel Ángel, ¿qué es aquello que te ha
hecho investigar sobre la
sostenibilidad? O preguntado de otra forma ¿qué te ha llevado a escribir este
libro?
-Cuéntanos ¿cómo
te han influenciado los años integrado en diferentes ONGs
para con la divulgación, “la denuncia” mediante los libros…?
-Como persona esa
experiencia te hace y te moldea, supongo, de manera más que significativa,
¿verdad?
-Comenzaste muy
joven en el activismo… fruto de tantos años de experiencia, ¿qué nos puedes reflexionar
en torno a “ese activismo”; cómo lo ves en perspectiva?
-Es muy fácil
hablar ahora como con todo, pero ¿qué cambiarías si pudieses y qué nunca
cambiarías?
-Se diría que se
veía venir que de la forma en que convivimos con el mundo…éste dejaría de ser
sostenible, verdad? ¿qué nos puedes comentar?
-¿A quién va
destinado el libro…quién crees que pueda interesarse o con quién pensabas
mientras lo escribías? ¿Pensabas en un tipo de lector o lectora en especial a
la hora de escribir este libro… va destinado a un
perfil en especial?
-¿De qué forma
explicas sobre la sostenibilidad; cómo la abordas, desde qué miradas y
perspectivas?
-Divides el libro
en 4 partes… en la primera das a conocer, como bien dices, “el lío en el que
estamos metidos….lío que es más que un nudo gordiano, ¿no?; ¿qué principales
cosas debemos conocer o saber de entrada para afrontar “este lío”…?
Dentro de 30 años habrá 2000 millones
de personas más en nuestro planeta. Un planeta que pierde habitabilidad por la
crisis ambiental. Sin embargo, como es justo y comprensible, las personas que
viven en países emergentes y en vías de desarrollo consumen más y más a medida
que mejora su situación económica. Se apuesta todo a la ganancia de eficiencia
y a planteamientos correctos, como las energías renovables y la economía
circular. Pero esto no va a ser suficiente porque la historia demuestra que las
ganancias de eficiencia a menudo resultan en un aumento de la producción total.
Es lo que se conoce como “efecto rebote”. Las energías renovables y otras industrias
avanzadas dependen de minerales estratégicos, escasos y mal distribuidos. La
caída de la producción agrícola en amplias áreas del planeta como consecuencia
del calentamiento global y la consiguiente merma en la disponibilidad de agua y
alimentos forzarán la migración. Todo esto acarreará tensiones geopolíticas que
pueden hacer que, salvo que demos un giro de 180º a nuestras prioridades, lo
peor del calentamiento global no sean sus efectos directos, sino los
indirectos, es decir, nuestra reacción ante los mismos. Dentro de esas
reacciones posibles está la guerra. El gasto militar no deja de crecer año tras
año. Eso es síntoma de que nuestros dirigentes no descartan el uso de la fuerza
para solucionar conflictos.
-Luego, en la segunda parte afrontas el reto
de hacernos entender bien la situación, conociéndola para que cambiemos y en
eso se sobreentiende que tiene que haber una concienciación porque sin ella no
habría voluntad para el cambio…
Explico que seguimos aplicando en
nuestra sociedad las dos leyes fundamentales de la naturaleza: la del más
fuerte y la del máximo rendimiento con el mínimo esfuerzo. Eso es un error. En
la naturaleza funciona, pero en nuestra especie no porque, evidentemente, es
distinta de las demás.
La forma en que vemos el mundo es la
proyección de cómo funciona nuestro cerebro, el cual podría haber aprendido a
funcionar de otro modo. Podemos estar muy convencidos de que las cosas son como
las entendemos y, sin embargo, resultar que la realidad se aparta mucho de
nuestra interpretación. Una educación que nos hiciera ser más conscientes de
las limitaciones de nuestro cerebro nos facilitaría ser más humildes, menos
intransigentes y más abiertos de mente. También nos ayudaría a desapegarnos del
consumismo y de absurdas rutinas perjudiciales para el medio ambiente que, sin
embargo, nos parecen esenciales en nuestra vida, así como a conocer cuáles son
las pulsiones de fondo que nos mueven.
En esta parte entro en materias como
el origen de nuestros comportamientos violentos, el peso del inconsciente y la
influencia de la genética y de la epigenética.
Estas cuestiones son definitorias de nuestra naturaleza y esenciales
para nuestro autoconocimiento y para superar los vacíos, miedos, dependencias y
apegos que alimentan el consumismo y el conflicto.
Se complementa con ellas la
investigación sobre el desarrollo moral y sobre la evolución de la conciencia,
que apuntan a que en las etapas más avanzadas del potencial humano el modo de
percibir el Yo facilita la superación
del conflicto y la construcción de la paz. Fomentar la reflexión sobre estos
temas podría darnos una perspectiva amplia desde la que ver a nuestra estirpe
siguiendo un camino que le lleva hacia la adquisición de nuevas capacidades,
pero no a través de la biotecnología o, al menos, no solo a través de ella,
sino mediante el despliegue de su potencial natural, que es el que le conecta
con su origen, con el Ser.
-En la tercera
parte explicas el fuerte potencial de cambio que tenemos y retenemos nosotros,
pero ¿nos lo creemos?, ¿sabemos cómo llevar a cabo ese convencimiento de que hay
que cambiar?, ¿o falla el propio convencimiento?
En general, no sabemos que llevamos
ese potencial, porque una buena parte de nuestra vida la vivimos en “modo
lucha”. Nos falta ese tiempo para la calma y la introspección. Cuando la mente
se aquieta estamos más lúcidos y positivos. Pero estamos en la sociedad del
ruido, tanto exterior como mental. Nuestro cerebro no deja de procesar
información. Como ha demostrado la ciencia, la mayor parte de esa información
se procesa de modo inconsciente, y se puede activar en cualquier momento dando
lugar a cosas buenas o malas, como prejuicios y todo tipo de barreras mentales.
No somos libres, ya que esa
información almacenada de modo inconsciente condiciona nuestro comportamiento.
Lo saben bien quienes se dedican a la publicidad, al marketing político o a
hacer algoritmos para captar nuestra atención en internet. Ganamos libre
albedrío a medida que la consciencia le come terreno al subconsciente. De esto
llevan hablando sabios de diferentes culturas desde hace miles de años. Y ahora
la ciencia lo está ratificando. Nos hace falta un “golpe de conciencia”, como
cuando a un niño alterado le repites las cosas, sigue a lo suyo de un lado para
otro y le tienes que poner las manos en los hombros para pararle, hacer que te
mire, asegurarte de que te escucha, decirle algo y hacer que te lo repita para
cerciorarte de que ha entendido y lo va a retener.
En esta parte hablo de la naturaleza
de la Información como razón última de todo, subyacente a la materia y a
la energía. Expongo experiencias reales de Deep Mind, que es la división de inteligencia artificial de
Google, así como otras del Pentágono, Facebook o Neuralink,
la empresa de Elon Musk.
Recojo opiniones de científicos como Seth Lloyd, del
Instituto de Tecnología de Massachusetts. Mi intención es unirme a quienes
advierten de que la información crea por si sola más información si se le da el
soporte adecuado, sea éste artificial o biológico; e incluso existe la
probabilidad de que la inteligencia artificial llegue a adquirir conciencia.
Por ello debemos ser conscientes de la necesidad de que la investigación en
biotecnología esté democráticamente supervisada ya que, de lo contrario, vamos
a añadir un problema más, puesto que aparecerán castas de seres humanos
mejorados que podrán abusar de quienes no tengan dinero para pagar su propia
mejora y la de sus descendientes.
Como contrapunto positivo a estos
riesgos y como alternativa a algunas de las concepciones y creencias que forman
nuestra actual cosmovisión (que la tenemos, aunque no seamos conscientes de
ella) planteo postulados amparados por el conocimiento científico, que
considero que deberíamos asumir para ser capaces de transformarnos nosotros y
poder transformar nuestro mundo.
-¿Por qué no
cambiamos…por pura comodidad, por egoísmo o se aplica aquello de:”ande yo
caliente…”?
Sin embargo, es posible que la toma de
conciencia de esta situación lleve a la parálisis y a evadir la realidad
actuando como si el problema no existiera. Es un panorama demasiado abrumador.
La mayoría de nosotros obtenemos nuestro bienestar económico participando de un
modelo de producción y consumo que es destructivo. Lograr parar esta enorme
inercia económica y cambiar el rumbo es tremendamente difícil, ya que el
desafío es global, y en la respuesta deben implicarse todos los países,
especialmente los más grandes y ricos. Es un contexto que desborda al ciudadano
medio.
Por otra parte, el mensaje proambiental es incómodo, ya que nos dice que tenemos que
cambiar nuestros hábitos. Y eso es algo que cuesta mucho. Por tanto, este
mensaje queda arrinconado entre los otros muchos que recibimos y que le ganan
en “amabilidad”. Aquí, desde luego, sí que entra en juego la comodidad. A ello
le acompaña también el consumismo y el gusto por el lujo y la buena vida,
cuando ésta se entiende como disfrutar de un elevado poder adquisitivo que da
acceso a una amplia y buena vivienda, a un gran coche, a viajar mucho en avión,
a renovar constantemente el fondo de armario o a comprar mucho de muchas cosas.
Ante ese contexto, a nivel personal
solo cabe la respuesta ética y empática. Ética en el sentido de comprometerse con
el cambio de la propia conducta para hacerla más sostenible, sin esperar a que
los demás muevan ficha. E incluso comprometerse a desempeñar algún grado de
activismo social. Sin embargo, la experiencia me dice que muchas personas
consideran absurdo asumir esfuerzos o sacrificios que no son obligatorios. Para
ellas vale el “o lo hacemos todos, o yo no lo hago”.
La respuesta empática parece tener que
ver con el grado de desarrollo psicológico de la persona. El nivel de empatía
que necesitamos y al que podemos aspirar es muy elevado, ya que no se dirige a
personas concretas que conozcamos, sino al conjunto de la humanidad, presente y
futura, y también a la Vida en sí, a la Vida en la Tierra. Nuestro potencial
incluye capacidades que pueden desplegarse menos o más, o no llegar a
desplegarse. Entre ellas está la empatía, inhibida en los psicópatas y
tremendamente desarrollada en algunas personas. Investigaciones sobre el
desarrollo social y psicológico han llegado a la conclusión de que, si el
contexto es adecuado, la empatía se despliega de modo natural, como si
estuviéramos programados para vivir empáticamente, siendo capaces de apreciar
más a los demás seres humanos y al conjunto de seres sintientes. La persona
empática está más a gusto y conectada a la Vida, o al Todo. Tiene menos vacío
que llenar y es menos consumista. Según algunos estudios que cito en el libro,
a su vez citados por Jeremy Rifkin
en su libro “La civilización empática”, el apego al consumo está relacionado
con un determinado tipo de educación y de carencias afectivas. En definitiva,
quien tiene más vacío que llenar es más propenso a consumir más y a darle más
importancia a la posición social.
-La cuarta parte
ya se adentra en la transición….¿en esta parte con qué
principales escollos nos encontraremos?
El gasto militar está desbocado, si
bien son un puñado de países, entre los que destaca con mucho EE.UU, quienes lo
efectúan. Sin embargo, no estamos siendo capaces de financiar la transición
ecológica.
La propia forma en que medimos el PIB
refleja nuestros valores. Es absurdo. Por ejemplo, la actividad económica
dirigida a arreglar o paliar el impacto ambiental (como descontaminar suelos,
depurar aguas residuales o restaurar un espacio afectado por la minería)
computa positivamente a efectos de PIB. Es decir, si estropeamos pero dedicamos
algo de dinero a intentar arreglar el estropicio (aunque nunca nada vuelva a
ser como era), ¡nos consideramos más ricos! Los gestores de carteras de valores
están muy bien pagados. La sociedad (o sea, nosotros) acepta que sea así porque
salvan carteras de valores. Médicos, enfermeros o bomberos salvan vidas, pero hemos
determinado que su trabajo no vale lo mismo que el de un bróker y, por tanto,
cobran menos. El PIB podría crecer si cambiáramos la valoración que hacemos de
los distintos bienes y servicios, dando menos valor a lo material. Porque no
podemos mantener el incremento que la ONU prevé en la extracción de materiales.
O cambiamos de indicador, o cambiamos el modo de valorarlo, porque el
crecimiento del PIB no debe seguir vinculado al crecimiento del consumo de
recursos físicos.
-¿Podemos optar a un mundo, una convivencia
con el planeta y con todos sus habitantes que sea verdaderamente sostenible?
-Por supuesto que sí, siempre y cuando
compitamos menos y compartamos más, sustituyamos el énfasis en la competencia
por el énfasis en la cooperación y la búsqueda del bien común.
-Háblanos de la
documentación, estudio y demás tareas llevadas a cabo para que este trabajo tan
divulgativo como reivindicativo y educativo vea la luz…
Comencé a practicar meditación en
2006. Esto añadió una capa más a mi equipaje de intereses. Creo que fue
crucial, ya que acentuó mi afán de saber más sobre la naturaleza humana, porque
en la meditación uno se percibe a sí mismo de otro modo, y eso acrecentó mi
curiosidad.
Creo que la tendencia a hacerme
preguntas un tanto existenciales, la experiencia de la meditación, haber
estudiado economía y seguir interesado en esta materia, mi pasión por la
naturaleza, mi afición por la historia, así como la experiencia en mi activismo
social y, por supuesto, en el resto de ámbitos de la vida, tenían que llevar
necesariamente a esta forma de ver el mundo que he plasmado en el libro.
-¿Y cómo trabajas?.Háblanos de la metodología de trabajo, por favor…
En realidad, la idea de escribir el
libro nació en 2015. Ese año redacté las primeras páginas. No pude proseguir
porque la crisis económica anterior había dejado muy malparada a Reforesta, la
ONG que fundé. Tuvimos que reinventarnos y aprovechar los buenos años que
siguieron a la crisis. No retomé el libro hasta que pude ampliar la plantilla
de la ONG y descargarme un poco del trabajo. Pero lo que sí hice desde 2015 fue
ir guardando páginas de internet y referencias que me sirvieran de fuente de
información para el libro.
-¿Nos puedes
avanzar, amigo, un poco aquello en lo que estás trabajando en estos momentos…?
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