La Librería de El Sueño Igualitario

Sin-título-1.jpgCazarabet conversa con...   Fernando Galván, editor del libro “Con los reflectores sobre una España en guerra” (Amarú) de Katharine Atholl   

 

 

 

 

 

Un libro de Katharine Atholl sobre la guerra en España entre sus conciudadanos…

Llega a nosotros gracias a la colección Armas y Letras de Amarú Ediciones y al cuidado editorial de Fernando Galván.

Se trata y nos encontramos ante la tercera edición de un libro (salieron las dos primeras ediciones en 1938 con notable éxito) que no cuenta las experiencias de una corresponsal al uso… Atholl narra, cuenta, contrasta, busca testimonios y comentarios sobre lo acontecido en la Guerra de España, sobre lo que la desencadenó y lo hace, lo hizo, de forma minuciosa. La Atholl era miembro de la aristocracia, pero no le dolieron prendas en nada ni por nada.

Lo que nos cuenta el libro, la sinopsis:

"Con los reflectores sobre una España en guerra", al contrario que otros muchos libros sobre la Guerra Civil, no es solo el relato de las experiencias que vivió su autora durante una corta visita realizada a España en abril de 1937, como parte de una delegación parlamentaria británica. Aunque sin duda ese viaje a Madrid, Barcelona y Valencia la puso en contacto con la realidad de la República y la Guerra Civil, la duquesa de Atholl se documentó extensamente durante al más de un año, escribiendo un riguroso trabajo histórico sobre la situación de España. Su propósito era explicar a sus lectores británicos los orígenes del conflicto español y oponerse a la peligrosa posición defendida por el gobierno británico, entre otros, de no intervenir en esa guerra, a pesar de la participación alemana e italiana a favor de los militares que se habían alzado en armas contra el gobierno legítimo de España. Para ello comienza por remontarse a la caída de la Monarquía, narrando con cierto detalle las vicisitudes de la República y los diferentes movimientos políticos que fueron conformando una época convulsa, llena también de grandes expectativas e ilusiones. Aporta muchos datos de historiadores, sociólogos, periodistas, viajeros y residentes ingleses, norteamericanos y europeos, contrastando las opiniones y juicios de unos y otros, en busca siempre de la objetividad. El libro se publicó dos veces en junio de 1938, con gran éxito. Durante el verano de 1938 preparó una tercera edición, corregida, ampliada y más actualizada, que vio la luz en septiembre. Pronto se tradujo también al francés y holandés. Esta es la primera vez que se traduce al español, incorporándose un amplio estudio introductorio y varios centenares de notas que aportan información sobre su autora, las circunstancias que rodearon su elaboración, así como las fuentes utilizadas.

 

 

Cazarabet conversa con Fernando Galván:

68c00fc299e9de3315a6bc55fb1de432.jpg-Fernando, ¿cómo ha sido acercarse y aproximarse a la figura de Katharine Atholl como canal transmisor de aquello que acontecía en España?

-Esta es una autora sobre la que apenas se conocían algunas referencias en la bibliografía publicada en España, a pesar de que su libro, Searchlight on Spain (Con los reflectores sobre una España en guerra), fue un gran éxito de ventas en Inglaterra y en buena parte de Europa en 1938, cuando se publicó. En ese año se publicaron tres ediciones en inglés (dos en junio y una en septiembre) y una traducción francesa y otra holandesa. Sin embargo, dado lo avanzado de la guerra, y los derroteros que tomaba para el bando de la República, no hubo edición en español, ni en 1938 ni por supuesto después de finalizada la guerra. Creo que es un libro que convenía sacar del olvido, por el importante testimonio que presenta sobre el desarrollo de la contienda, sus orígenes, y las implicaciones internacionales del conflicto. Además, es una obra que destaca por su abundante documentación, a pesar de las obvias dificultades de tener acceso a ella durante la propia guerra.
-Tengo la sensación que era una de esas mujeres que no se dejó nunca intimidar por nada ni por nadie…

-Sin duda, Katharine Atholl fue una mujer muy independiente, acostumbrada a actuar según su conciencia y sus convicciones. Aunque fue diputada del Partido Conservador británico en Westminster, y claramente de tendencia conservadora (se mostró contraria al voto femenino y al propio movimiento feminista, y por supuesto a la izquierda, y en especial al comunismo soviético), la duquesa de Atholl no tuvo reparos, al conocer las verdaderas dimensiones y la realidad de la guerra civil española, en oponerse a la sublevación de Franco (a pesar de que muchos de sus correligionarios apoyaron a Franco en Inglaterra) y defender a la República. Las razones están simplemente en su independencia, en actuar en función no de dictados políticos, sino en coherencia con su análisis de la realidad y de lo que ella entendía que era justo y más conveniente también para su país y para Europa. Se rebeló contra los dirigentes de su partido, y en especial contra el Primer Ministro Neville Chamberlain, y como consecuencia de ello fue apartada de la actividad parlamentaria y perdió su escaño... Ella sabía que se arriesgaba a eso cuando decidió hacer frente a la política hipócrita de la "no intervención" defendida por su partido, pero lo hizo, en todo caso, por fidelidad a sus principios y por honestidad consigo misma.
-Es un libro, muy poco típico del corresponsal o cronista, ¿no?. Tiene más que ver con un estudio de investigación sobre el conflicto; el porqué de la guerra; la guerra, sus consecuencias…pero hay mucho trasfondo como mucha historia. Coméntanos, por  favor.

-Sí, es así, efectivamente. En general, muchos de los libros escritos sobre la guerra española son testimonios personales de las vivencias de sus autores, que suelen contar lo que vieron y cómo experimentaron la guerra durante alguna visita o en el periodo en que prestaron sus servicios en el frente. No así este libro. Aunque Katharine Atholl visitó España en abril de 1937 y conoció el Madrid que sobrevivía a duras penas bajo los bombardeos alemanes e italianos, así como Valencia y Barcelona, y se entrevistó con varias personalidades, como el general Miaja, la Pasionaria, o Companys, su libro no es una crónica de esa visita, que hizo con otras dos parlamentarias y una tercera compañera activista. Habría que decir que lo que vivió en España condujo a Atholl a interesarse por el conflicto, sus causas y sus implicaciones no solo para España sino para el resto de Europa y del mundo. Y, de ese modo, leyó todo lo que pudo (en inglés y francés sobre todo) sobre la decadencia de la Monarquía en los años veinte, el advenimiento de la República, las condiciones socio-económicas y culturales de los españoles... y analizó, a través de la prensa internacional y la española, el desarrollo de la República hasta el alzamiento militar de julio de 1936. Naturalmente, Atholl, hija de un historiador, fue muy sensible a la situación europea del momento, y le preocupaba no solo la extensión del bolchevismo por Europa, sino también el ascenso del fascismo, y especialmente del nazismo en Alemania, así como en Italia y Portugal, y en otros países de Europa oriental. Para ella, en el análisis que hace en su libro, la guerra española no era solo un conflicto interno, sino un preludio claro de lo que vendría después de 1939, es decir, un intento de las potencias fascistas por controlar el flanco más occidental de Europa. Por eso da muchísimos detalles en su obra sobre la intervención militar de Alemania e Italia (con datos, cifras y fechas exactas, según testigos imparciales), con el fin último de advertir a ingleses y franceses especialmente de que la política de "no intervención" que ejercían, impidiendo armar al gobierno de la República, estaba favoreciendo descaradamente a Franco, y con ello estaban haciendo un flaco favor a la causa de la independencia y del futuro de sus países ante la inminente y previsible hegemonía alemana.

fernando-galvan-es-el-nuevo-rector-de-la-universidad-de-alcala-tras-imponerse-a-manuel-peinado-en-la-segunda-vuelta-de-las-elecciones.jpg-¿Cómo le pesó, si es que le pesó, el hecho de ser duquesa?; Era de descendencia escocesa, pero unionista ¿cómo crees que le influyó esto a la hora de venir a España y narrar lo que sucedió aquí?

-Efectivamente descendía de la nobleza escocesa, y se casó asimismo con un noble escocés; y así es, como decía antes, su adhesión política era al Partido Conservador británico, que incluía en sus filas a los escoceses partidarios de la unión con Gran Bretaña. Su marido --que fue oficial en algunas de las guerras coloniales, como en Egipto o en Sudáfrica-- era muy cercano al rey inglés, y el matrimonio vivió buena parte de su vida en Londres, aunque solían pasar también largos periodos en Escocia. Sin duda, los Atholl eran unos escoceses de toda la vida, con intereses agropecuarios y sentimentales en su región de origen, pero de ninguna manera se veían a sí mismos como nacionalistas. Todo lo contrario: a pesar de celebrar las fiestas regionales y vestir los trajes tradicionales, eran absolutamente británicos y defensores a ultranza del Imperio. En realidad, la visita de la duquesa a España se inscribe en su deseo de conocer mejor determinadas zonas de Europa para poder desempeñar de modo más adecuado su responsabilidad como parlamentaria en Westminster. De hecho, el viaje se organizó como una visita de tres diputadas (de distintos partidos), que fueron invitadas por el gobierno republicano. Pocas semanas antes de visitar España, la duquesa de Atholl había realizado también un viaje a Yugoslavia, Rumanía y Checoslovaquia, para familiarizarse asimismo con los movimientos emergentes en esa zona de Europa oriental, y ahí pudo percibir muy de cerca el ascenso del nazismo. No hubo, por tanto, un interés personal especial en su viaje a España. Podríamos decir que formó parte de sus obligaciones como parlamentaria consciente, que deseaba estar bien informada de lo que ocurría entonces en un territorio en guerra en el que los británicos tenían intereses (comerciales, por supuesto, pero también políticos y geo-estratégicos).

-Para una mujer como esta que se hizo un lugar en el panorama político-social en círculos influyentes de Gran Bretaña, tocando e influyendo en temas como  en la educación, ¿cómo crees que se enfrentó, partiendo del caso de que era una mujer muy luchadora, sí, pero en un mundo confeccionado y pensado para y por los hombres?

-La personalidad de la duquesa era muy paradójica: era luchadora, sí, e independiente, como he explicado. Pero también muy conservadora. Como Secretaria de Estado de Educación en uno de los gobiernos conservadores, defendía mejoras en el sistema educativo, por supuesto, pero desde una óptica nada progresista, en especial en lo que se refería a las mujeres. Para ella el papel de la mujer era esencial en la sociedad y en la educación, debido a que, como esposa y madre, debía desempeñar una responsabilidad grande en la extensión de la cultura, la educación y la salud entre los niños, por ejemplo. Defendía, por ejemplo, que las mujeres intervinieran en la política local, interesándose por el funcionamiento de las escuelas de su barrio o ciudad, que dedicaran parte de su tiempo a actividades de extensión cultural y sanitaria de la población. Pero no creía que la mujer tuviera que ocupar puestos públicos, sino más bien que había de estar supeditada a la esfera doméstica, donde las tareas que podía llevar a cabo eran muy influyentes... Lo paradójico es que ella no cumplió con ese esquema tradicional, pues ni tuvo hijos ni renunció a una carrera política, presentándose varias veces como candidata al Parlamento, siendo elegida en más de una ocasión; e incluso, cuando fue abandonada por los suyos, por no aceptar la línea oficial del partido, tampoco renunció a su vida pública: siguió liderando comités de ayuda a los refugiados republicanos españoles en Inglaterra, o prestando socorro a los polacos durante y después de la II Guerra Mundial, y escribiendo y publicando sus opiniones abiertamente. Quizá podamos entender su conservadurismo como consecuencia de una educación muy tradicional, sin duda victoriana, y en un ambiente muy elitista; mientras que su actividad pública respondió probablemente a los retos éticos y morales que hubo de afrontar en los años treinta y cuarenta especialmente, cuando el mundo atravesó momentos de gran conflicto social y político.

-Una parlamentaria, ¿cómo la definirías como tal?, se dice que heredó el sillón de parlamentario de su marido cosa que no era ni la primera ni sería la última vez…

-Sí, la circunscripción por la que consiguió su escaño en Escocia era la del duque de Atholl, e indudablemente su marido, y los amigos conservadores de este, influyeron en convencerla para que se presentara por primera vez a las elecciones. Pero lo cierto también es que, una vez ocupó su escaño en el Parlamento de Westminster, Katharine Atholl fue haciéndose cada vez más independiente, para disgusto de su marido, que por supuesto no compartía las posiciones políticas de su esposa. Cuenta Arthur Koestler, por ejemplo, que en una ocasión en que visitó a la duquesa en su casa de Londres, antes de que ella le recibiera se le presentó de repente el duque y lo increpó de malos modos por estar "metiéndole ideas equivocadas" a su mujer. Lo sorprendente, y admirable, es que Katharine, a pesar de su educación y de su extracción social, hiciera caso omiso de esos prejuicios de clase y se alineara con los republicanos en el caso de España. Pero también es cierto --y esto se refleja en su libro-- que en la duquesa había un espíritu imperialista claro y decidido. Para ella, que Franco ganara la guerra supondría un riesgo para el libre tránsito comercial y militar británico por el Mediterráneo camino de la India. A propósito, escribió incluso un librito oponiéndose a la concesión de independencia a la India... Por eso digo que es un personaje paradójico.

fernando-galvan.jpg-Viene aquí a escribir, describir y contarles a los británicos qué pasaba en España en la guerra; llega como duquesa y aquí  acaban poniéndole el “mote” de la “Duquesa roja”. Coméntanos.

-En realidad el mote de "Duquesa roja" se lo ponen en Inglaterra, cuando regresa y comienza a escribir cartas a los periódicos y a hacer intervenciones parlamentarias en contra de la política de "no intervención" y de Franco; y naturalmente, sobre todo a raíz de su libro y del gran impacto que tiene en la opinión pública. De hecho, la estancia de Katharine Atholl en España no llega apenas a quince días. Pero ese corto periodo de tiempo y lo que ve en las tres ciudades que visita despiertan en ella un interés tal que, a partir de ese momento, como decía antes, se documenta de forma prácticamente exhaustiva, y durante el resto de la guerra sigue el conflicto día a día. Que una personalidad del Partido Conservador como ella interviniera en el Parlamento y en la prensa defendiendo posiciones contrarias al "lobby" de Franco en Londres, encabezado por el duque de Alba, hacía mucho daño a la causa de los sublevados, por lo que una serie de escritores y periodistas conservadores, así como políticos de su propio partido, comenzaron a señalarla como una "roja peligrosa", haciendo chanzas asimismo del duque de Atholl, al que compadecían, de forma muy machista, por tener que convivir en casa con una mujer como ella. Lo curioso es que, si bien Katharine se granjeó la antipatía de sus colegas conservadores, aun no abandonando ella el partido, la apoyaron en sus declaraciones públicas miembros destacados del laborismo y de los liberales. De hecho, cuando en diciembre de 1938 se celebraron elecciones parciales en su distrito escocés, el Partido Conservador decidió presentar a otro candidato; y Katharine Atholl concurrió como independiente, recibiendo el apoyo de laboristas y liberales, y hasta del escritor Gerald Brenan, que conocía bien España y por eso simpatizaba con el libro de la duquesa. Por eso hizo campaña con ella... Pero no ganó.

-Siempre del lado de los más desvalidos. De los niños, mujeres, de los que padecían de los bombardeos de la Luftwaffe

-Sí, sin duda. Uno de los testimonios más dramáticos y sobrecogedores de su libro es la descripción de la destrucción de Guernica por parte de la aviación alemana. Aunque ella no la vivió in situ, se documentó ampliamente y se ocupó de desmentir, con abundantes datos e informes, la visión negacionista y distorsionada de Franco. Los ataques contra Madrid o las brutales agresiones en el País Vasco y en Cantabria, además de los célebres episodios de Badajoz y de Málaga y Almería, ponen de manifiesto su decidido compromiso humano con los más desvalidos. Uno de sus compromisos más firmes en Inglaterra fue el establecimiento y dirección de comités de ayuda a los refugiados españoles en suelo británico, como el de los niños vascos que tuvieron que ser evacuados de Bilbao, separándolos de sus familias. De ello hay abundantes evidencias en este libro.

-¿Cómo crees que se sentía ante el “veto” del resto de países como la Gran Bretaña, Estados Unidos, y demás países democráticos ante la II República?

-Furiosa, lisa y llanamente. A la cuestión de la "no intervención" de las potencias occidentales dedica varios capítulos, muchas páginas, en este libro. Denuncia asimismo, tanto en el libro como en cartas a los periódicos y en intervenciones en el Parlamento, durante 1937 y 1938, las mentiras y medias verdades que contaban Chamberlain y sus ministros para justificar la inacción de Gran Bretaña (y de Francia, o de Estados Unidos), frente a la flagrante intervención, con miles de hombres y numeroso armamento, de Alemania e Italia. Se ocupa de citar a testigos, a periodistas, a políticos... que dan cuenta de la intervención germano-italiana, poniendo así de manifiesto la injusticia que se estaba cometiendo con la República, a la que no podía llegar el armamento necesario para defenderse. En esos momentos  comprendemos verdaderamente que, para la duquesa, la guerra de España no era simplemente un enfrentamiento ideológico entre fascismo y comunismo, como muchos querían hacer ver a la opinión pública británica, sino un conflicto injusto en el que una parte --la que legítimamente había ganado el poder, tras unas elecciones libres-- era atacada y masacrada por otra parte fuertemente apoyada por dos potencias extranjeras con ambiciones hegemónicas. Y que eso estuviera ocurriendo porque "su" gobierno, el de su partido, el que ella tenía el compromiso electoral de apoyar en el Parlamento, estuviera negándose a ver la realidad y a apoyar a la República, la ponía absolutamente furiosa. Esta es una de las partes más interesantes, y más apasionadas, del libro.

-Cuando, a la vez, éstos (me refiero a los Estados y a las grandes fortunas, corporaciones e intereses)  hacían negocio con el lado franquista, si no directa, o indirectamente; cada vez hay más investigaciones que avalan esto, pero en aquellos días en los que los parlamentarios y parlamentarias se conocían  y mucho…y ella no debía de ser  del todo ignorante ante el comportamiento de otros parlamentarios tan influyentes e incisivos como Churchill (sin ir más lejos)? 

 -Claro, eso es efectivamente así. Por ello algunos de los capítulos del libro, y especialmente el último, están escritos, de forma muy inteligente, con esos lectores potenciales en mente. Katharine Atholl quería también convencer a sus compatriotas más ricos, a los hombres de los grandes negocios y corporaciones, de que les convenía más un triunfo de la República que de Franco. Los argumentos eran incontestables: el peligro revolucionario en el lado republicano había desaparecido prácticamente después de mayo de 1937 (tras los sucesos de Barcelona), el gobierno de Negrín nada tenía que ver con el de Largo Caballero, los anarquistas y comunistas ya habían aceptado las normas de una "república burguesa", las leyes que promulgaba la República a partir de 1937 y 1938 protegían y garantizaban los intereses comerciales extranjeros... Mientras que el riesgo de que ganara Franco estaba claro: él lógicamente se debía en primer lugar a sus aliados alemanes e italianos, y los primeros eran claramente adversarios de los ingleses. Lo que sucedía con una empresa británica en territorio de Franco, como la Río Tinto, por ejemplo, es usado por la duquesa para alertar a sus compatriotas sobre la rapiña a que estaba sometiendo el gobierno de Franco los intereses británicos, obligando a los directivos de la compañía a cobrar en pesetas "nacionales", una moneda cuyo valor de cambio en libras esterlinas controlaba también Franco (y que era evidentemente perjudicial para los ingleses)... Es decir, Katharine Atholl no era, por supuesto, ignorante de los intereses económicos, y tampoco de los estratégicos. De ahí su insistencia en tratar de persuadir a sus lectores de que el triunfo de Franco podría ser letal para los intereses del Imperio Británico, porque controlaría el Estrecho de Gibraltar, y con ello el comercio con las colonias británicas en Asia. En una palabra, la duquesa era muy consciente de que los apoyos que recibían unos y otros respondían a intereses económicos y de estrategia geopolítica de los que intentó, con datos y testimonios diversos, avisar a la opinión pública de su país, para conseguir que sus políticos cambiaran su orientación favorable a Franco... pero no lo consiguió.

rector-uah-alcala_de_henares-universidad-fernando_galvan_EDIIMA20131023_0612_4.jpg-¿Cómo fue “el viaje”, el tránsito, las vivencias de la Atholl por la guerra de España?

-Como dije antes, fue un viaje rápido, de apenas unos días en Madrid, y otros tantos en Valencia y Barcelona, donde estuvo siempre cuidada y bien acompañada. Dentro de las circunstancias de la guerra, puede describirse incluso como un viaje cómodo a pesar de los bombardeos de Madrid, porque al formar parte de una delegación oficial del Parlamento británico, la duquesa y las señoras que la acompañaban recibieron todo tipo de atenciones por parte de las autoridades republicanas con quienes se entrevistaron. Pudo visitar cárceles, hospitales, escuelas, vio la vida diaria de Madrid desde Gran Vía, a la que las tropas de Franco sometían a continuos ataques de morteros y ametralladoras desde la Ciudad Universitaria. Pero, en medio de esos riesgos, fue muy bien atendida, con comidas y cócteles en su honor en los hoteles donde se alojó, con cobertura de prensa en los principales medios, y con recepciones distinguidas en algunos lugares. El Presidente Companys, por ejemplo, la recibió en la Generalitat y la obsequió con un enorme ramo de flores, con el que aparece en la fotografía que publicó La Vanguardia de esa visita.

- ¿Cómo regresó con ello, con esa especie de "carga" tan abrumadora de "retratar" y poner los focos sobre un conflicto entre conciudadanos a su país?

-Yo creo, como he dicho antes, que la guerra española la afectó profundamente, en sus convicciones democráticas y humanas. Lo mismo sucedió con otros muchos escritores extranjeros que visitaron España durante la guerra. George Orwell, por ejemplo, que tan lejos está de Atholl en su ideología, siempre dijo que la guerra le había cambiado radicalmente, que aquí, en España, había conocido verdaderamente lo que significaba la decencia del ser humano, y que todo lo que había escrito después de 1937 tenía su origen en esa experiencia española. A mi juicio, algo similar podemos decir de Atholl. A ella le cambió la vida por completo, hasta el extremo de enfrentarse a su partido (¡qué pocos políticos son capaces de algo así, cuando son parlamentarios y su partido está en el gobierno!), cuando ella tenía una clara vocación política... y de hecho volvió a presentarse a las elecciones, como independiente, al ser lógicamente repudiada por los suyos. Pensemos que Katharine Atholl no tenía ninguna necesidad de significarse en contra de su Primer Ministro, y sin embargo lo hizo con firmeza, con tenacidad. Y aunque posiblemente le importara (y mucho) perder su escaño, siguió luchando por sus convicciones, pues pensaba que había que combatir la injusticia que se cometía entonces en España. Más allá de otras consideraciones de índole ideológica, de estrategia política o económica, de intereses nacionales (que, por supuesto, lícitamente podemos hacer), a la duquesa la guerra española le enseñó el valor y el ejemplo de la lucha por la libertad y por la dignidad. Este libro lo muestra en numerosas ocasiones, tanto cuando habla de los soldados en las trincheras como de los civiles en la retaguardia, o de los científicos, profesores y artistas en los distintos frentes en que cumplieron con su deber.

 

 

 

 

Sin-título-1.jpg23524   
Con los reflectores sobre una España en guerra. Katharine Atholl. Edición de Fernando Galván   
398 páginas       14 x 22 cms.
14,00 euros
Amarú

 

 

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